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Heredad Ollivander (MM: B 110990)


Hessenordwood Crouch
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Para ser honesto, y algo por demás arrogante, el demonio pudo prever todo esto, así es, él lo supo casi desde el instante en el que se encontraba de pie frente aquel cerco de alambre de púas y espinas enraizadas que delimitan las tierras de los Ollivander, posiblemente la mezcla más perfecta de lo que puedes encontrarte si terminas por pasarlo de largo y decides adentrarte a la heredad. Él sabía entonces que terminar la noche ahí no sería fácil, a pesar de lo muy sencillo (a comparación de lo que tiene que enfrentar ahora) que fue cruzar el denso bosque, tumbar la gran puerta de la entrada, luchar contra esos muros que se oponen a su intromisión, todo para finalmente hacerse del alma podrida que esta noche aparece como prioridad en su larga lista de deberes. Y a pesar de todo eso Hess no se detuvo bajo ningún obstáculo y ni siquiera dudó ante cada uno de ellos. Ciertamente no es tampoco como si tuviera opción de hacerlo, no existe él para otra cosa después de todo.

 

De esa manera es entonces que el impacto del golpe final se siente como algo mucho más fuerte que el de haber sido golpeado por un rayo de electricidad, apenas él lo pudo haber previsto como lo peor de esta noche y está sorprendido, de sobremanera, de que después de eso siga con vida. Su corazón en cambio no parece estar de acuerdo con él y por un largo instante se paralizó antes durante y después de ser golpeado de lleno con toda esa magia que contraatacó en defensa de Ollivander, dejándole frió el interior como si por un momento su vida se hubiera pausado y él fuera consciente, todo el tiempo, de todo lo que acontece su alrededor. Que horrible desesperación. La sensación de volver a su cuerpo no se siente por supuesto ni tantito mejor y terminó por hacerlo perder el equilibrio, Hess, en su mejor intento, se hincó, quedando arrodillado en una pierna, con una rodilla y la mano que le queda libre aferrándose firmemente al suelo, en un esfuerzo por recuperarse a sí mismo.

 

Sin duda alguna aquella magia que protege al cuerpo del penado es diferente a algo que se hubiese enfrentado antes, por lo menos en esta vida; es ligero como un suspiro, como un último aliento, y aun así penetra hasta los huesos, un dolor como ardor, no, es más bien como si a él mismo le exprimieran el interior, como si fuera capaz de sacarle su propia alma. Si es que eso fuera posible. ¿Este era el daño que su guadaña causa a las personas? Si es que lo era, las palabras que retumban en la habitación no hacen más que aumentar la angustia que comenzaba a crecer en su interior, un pesar que recuerda solo de vidas pasadas, aunque a estas alturas de la experiencia, Hess no puede distinguir si es algo propio o algo que proviene de todas esas personas cuidando lo que queda de su hogar.

 

Lo que fuera, era algo demasiado vivo para continuar.

 

Y a sus espaldas puede sentir con un fuerte estremecimiento como es que aquella entidad está por desaparecer luego de haber provocado que su ataque le rebote directo en el rostro, no se va sin antes arrancarle un grito como gruñido de ansiedad, tratando de sacar de él todo lo que le ha provocado en tan solo un instante. Así que le cuesta solo un poco más recuperarse, está arrodillado junto al cuerpo ya casi completamente inerte, consumido, de Grelliam, con lo fuerte que son sus extremidades temblando, aún no sabe si de dolor o simple miedo, maldecido a demás con una magia que de pronto le hace recordar su propia naturaleza demoníaca y lo hace preguntarse si es que antes de hoy ha estado ahí, si es que ha venido ya sin saberlo antes por algún otra alma de esa casa, o si es que pronto le tocaría hacerlo de nuevo.

 

He visto en tu interior-, Hessenord es capaz de mascullar entre dientes.

 

Solo después de segundos que le parecen largos minutos se estabilizó con un largo suspiro, aunque no se termina de recuperar, aún se siente aturdido, los oídos le zumban pero puede seguir escuchando esa voz, como eco, resonando en sus oídos. La habitación es todo silencio e inusual oscuridad por un largo rato, no se siente con la fuerza de disparar nuevamente del arma, no después de imaginarse tal dolor en alguien más. Sus ojos reflejan ahora claramente parte de ese conjunto de emociones y sensaciones que por fracción de segundos ha compartido con esa magia y el poder de su propia guadaña, pero al final del todo, él tiene un solo propósito ahí.

 

He visto y sentido tu consistencia, tu forma, tus razones de ser y estar, de existir-, de apoco Hess recobró la sonrisa, aunque ya no es la encantadora de su lado humano. —Hay oscuridad dentro de ti-, el arma, que casi ha soltado de su mano, fue empuñada con mucha más fuerza que la primera vez, como si con el ataque Hessenordwood termina de convencerse a sí mismo de que hace lo correcto. —Pero en verdad no pensaste que fuera tan fácil ¿o sí? Si, yo he cometido el mismo error antes de llegar aquí- el demonio apuntó nuevamente el arma al pecho de Garry, de reojo apenas reconoce que junto a él descansa alguien más. —Soy justo contigo, y con estas personas también, amigo mío te llevaré al infierno al que perteneces.

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A pesar de tener los ojos enrojecidos y llorosos, ver a Garry como ahora solo la hace pensar que quiere que aquella conexión que en aquel momento tienen dure para siempre. Por fin puede ver más allá del Garry monótono que hace parecer que no tiene intensión en revelar los sentimientos que le aquejan o que simplemente quiere aparentar que nada le interesa, es tan extraño y gratificante a la vez el hecho de que ella pudiera conocer lo que él piensa y ver lo que realmente siente, que de repente no encuentra las palabras que puede dirigirle y simplemente lo observa quebrado y quisiera hacer algo más que tomarle de las manos y sentir la calidad de su rostro lleno de cicatrices.


- Siempre actuaste como un padre aunque no lo vieras- su voz tiembla un poco debido al sentimiento que guarda -enseñando, ayudando, queriendo, sólo es cosa de recordar, tú me enseñaste todo lo que sabías de la orden, hiciste cosas que no te gustaban por el simple hecho de darme gusto, me adoptaste en tu familia sin siquiera conocerme, tú y ella me dieron lo que tanto me hacía falta... una familia y sin saber la realidad unos padres...


Soltó el agarre de su mano izquierda y le tocó el rostro con ella, le miró a los ojos y con la otra mano apretaba la de él como queriendo hacer que él supiera que aquello era real -Ella aún te ama y está noche lo ha demostrado, ha hecho todo lo que puede para protegerte, incluso de ti mismo y de lo que te hace daño.


Sólo en una fracción de segundo pasa por su pensamiento la Bel que está fuera, cuidando que aquella conexión padre e hija no se pierda y pensando en que algo debió pasar afuera, si es que eso era, para que tuviera aquella sensación en la mano, aunque ahora eso no importaba, ella haría lo que fuera para que él desistiera de quedarse o estar con aquello que lo poseía.


-Yo puedo ayudarte- respondió ella a la pregunta de él -Por eso vine a buscarte hasta aquí.


Puedes resarcir el daño que crees que has hecho, podemos empezar de nuevo, los tres, solo es cuestión de que quieras estar con nosotras, como una familia, no como lo que fuimos, como algo mejor, una nueva versión de lo que somos.


De un momento a otro se escuchó un estruendo, un ruido que parecía venir de afuera, pero no de aquella versión de la heredad, la de los pensamientos de él, sino de la realidad, parecía que era un rugido, como si la casa lo hiciera, sabía que probablemente el tiempo se le acabaría pronto, lo veía venir al ver que la habitación perdía color y parecía sólo una ilusión.


No quería que aquello terminara, esa extraordinaria conexión terminara así, no podía dejar que aquello concluyera sin decir lo que hiciera falta para proteger a Garry de él mismo y de lo que aún estaba en él, debía resistir un poco más, no importaba cuanto quemara o cuánto doliera, ella debía hacerle ver lo que podía tener aún si no lograba la gloria con aquellas investigaciones que había hecho... ¡Claro! ¡La esencia de la vida!


Así arrodillada, como estaba, lo abrazó fuertemente por unos segundos que parecían minutos, como si el tiempo hubiera querido detenerse estando así y ella quiso transmitir en ese abrazo sus palabras, se separó de él, lo miró a los ojos una última vez y sabiendo que no tenía mucho tiempo le dijo -¿Qué necesitas tú para volver?- sonrió - Tienes algo que él no... Amor... el amor de una familia, de alguien que sin pensarlo daría la vida por ti, el amor de una hija que vino hasta aquí para encontrarse contigo y esperando que eso sea suficiente para que vuelvas con ella...


¿Qué necesitaba él para alcanzar la gloria? Alguien como lo que eras antes de encontrarnos está noche en una conexión de tres y antes de que tú supieras que hay dos personas que te quieren desinteresadamente y que ambas darían todo por ti...


...Y es increíble lo que puedes lograr cuando te atreves a ir más allá de los límites...


Y estoy aquí contigo y compartimos está conexión gracias a tu esencia que al igual que tu sangre corre por mis venas.


Tomó su mano una última vez y de repente todo desapareció y sólo quedaba un dolor y ardor que recorría no solo la palma de su mano izquierda, sino también gran parte de su cuerpo, pero no lo soltó ya que eso la hacía sentir cercana a él.



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  • 2 meses más tarde...
Hessenordwood Crouch


El humo de la habitación apesta a pólvora.


El cuarto quedó en completo silencio luego del ataque y Hess cree que el eco del disparo solo se escucha en sus oídos, zumbando tan dolorosamente dentro de él que lo crispa. Desorientado por el último impacto, que de nuevo se siente como si le rebotara y le golpeara de lleno en el interior de su pecho, apenas es capaz de entender porque su guadaña no hace efecto sobre el cuerpo de Ollivander que ha comenzado a retorcerse en protesta. est****os magos y su millón de protecciones, como si no fuera ya un problema cazar almas malditas, estos seres inmundos aún las protegen con hechicería que su guadaña no puede atravesar tan fácilmente.


Puede comprobar entonces que su única oportunidad de hacer las cosas más fáciles se le ha ido de las manos, pues a su alrededor todos esos símbolos pintados por el espectro de Evans en la casa ya no parecen surgir más efecto en el cuerpo del brujo, como si perdieran su fuente de energía tras desaparecer, y tenía todo el sentido del mundo, pero al hombre Crouch le ha costado mucho más de lo estimado entender y reponerse tanto física como mentalmente de aquel inesperado contraataque mágico.


Así que está ahí, arrodillado junto al cuerpo de Grelliam Ollivander, con el arma apenas sostenida en su mano Hessen no parece muy dispuesto a volver a intentarlo y, aunque ve al brujo despertarse lentamente, con un brillante color oro brotando de sus ojos, con una sonrisa tan larga que, sumado a las cicatrices, pareciera que su rostro se partiría en dos, igualmente Hess no dispara su arma. En cambio, su transparente mirada viaja del distorsionado rostro de Garry al más pálido de la otra persona que se mantiene a su lado, aferrado a él con algo que Hess estima que es algo más que un solo contacto físico. -Tontas personas-, se queja, mientras comienza a ponerse de pie, ha hacerse la idea de que hay una batalla que tiene que librar si quiere hacer algo por ellos.


Una vez ahí, tantea entre sus ropas en busca de su varita mágica. Él no es, por mucho, el mejor con esto de hacer magia, es fuerte por que Hessenordwood Crouch es diestro por naturaleza en ella, pero el demonio, el demonio lo rechaza. Aun así, sabe que tiene ventaja si utiliza algo de magia también para escarmentar el alma corrompida.


Armado, espera finalmente por él.


-- -- --



Quintel Guillam


Tiene un buen rato parado frente a la puerta del penúltimo piso del Pink Palace, removiéndose sobre si mismo, titubeando con la boca y vacilando con sus manos sobre la manecilla de la puerta. Lleva aun puesta la ropa deportiva con la que ha salido esta mañana muy temprano a ejercitarse, había sido en ese momento, ¿no? que mientras fortalecía sus brazos colgado desde una rama se encontraba por primera vez con aquel hombre hermoso saliendo del ultimo piso del edificio. La sorpresa de encontrarse anonadado con su mirada trasparente casi lo hizo caer del árbol.


¿Cómo es que no lo había visto antes?


Aquel hombre se acercó con un encanto que Quintel no ha disfrutado ver en nadie más, a pesar de los modales tan refinados que Whisper hace y que, por alguna razón, a él le gusta tanto en el mago mayor. Aquella persona le recuerda un poco incluso a esa niña de Ilvermorny que lo acompañaba en los cursos, aunque, por lo que según sabe, un muchacho no puede ser una veela, ¿o si?


Embelesado apenas pudo entender lo que aquel hombre le decía cuando se acercó a él, por un momento pensaba incluso que seguramente alguien como él, con esa facha estilosa y casi elegante, estaría buscando a Benjamín, pero no, en realidad lo quería a él.

La oferta que le hizo luego de ese primer encuentro fue imposible de rechazar.


Respiró profundo, se imagina que seguramente Benjamín ya debe haberlo notado escondido detrás de la puerta de todas formas, no tenía caso escabullirse en su propio piso para ocultarse de él.


¿Benjamín?-, se adentró a la estancia, el único espacio que ambos comparten al mismo tiempo a pesar de tener el piso más amplio del PP. Está usando su verdadera voz pero en un susurro, aunque no lo hace porque no quiera encontrarse con Ben, mas bien es que así se le entiende mejor a ese terrible acento inglés que tiene. —E-estas en casa…-, ¿en casa? algunas veces eso pasa, algunas veces Benjamín lo deja solo por semanas y aunque entiende que el hombre no tiene por que decirle que es lo que hace fuera del piso que comparten, Quintel no puede evitar preguntarse por la “doble vida” que pudiera estar llevando su compañero de piso.


Hay algo que quiero…-, esta de pie frente al sillón que usualmente es ocupado por Ben, lo mira con fijeza como si pudiera ver al mismo hombre sentado plácida pero elegantemente sobre él. Quintel a menudo tiende a imaginarse ocupando el mismo lugar al mismo tiempo con Benjamín sobre ese sillón, solo para confirmar que ese asiento es suficientemente amplio para dos personas y que, aun en lugares estrechos él puede encajar muy bien como si perteneciera ahí, y no como Ben insiste en que él es simplemente "imposible de pasar desapercibido", ¿sería que a pesar de todo Whisper aun no se acostumbraba a su apariencia nativa tan extravagante? —Benjamín hay algo que quiero decirte.

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Benjamin Whisper

 

El trabajo podía ocuparlo desde días hasta semanas enteras, pero sin importar las circunstancias, siempre llegaba a ese punto en que visitar el Pink Palace era una auténtica necesidad. Esta vez, atizado por todos los sucesos que el inminente cambio de mando en el ministerio acarreaba, Benjamin había pasado la mayor parte del mes en la casa calendario de los Avery, tratando su estrés con sesiones donde la violencia empleada variaba entre distintos grados de intensidad, pero todas con el desenlace habitual de desmemorización a los implicados, para ahorrarse problemas futuros.

 

Desde afuera, el Pink Palace luce justo como lo dejó, pero tras abrir la puerta de su departamento, lo primero que es capaz de notar es la ausencia de Quintel en la estancia, algo ciertamente inesperado ¿A dónde es que podría haber ido? No importa cuantas veces se lo advierta, el muchachito parece no entender que socializar con los vecinos no es lo más recomendable, y Benjamin tiene la sospecha de que él podría estar otra vez con aquel molesto abogado del desván, pero decide, mientras se despoja del saco de sastre y el sombrero, para colgarlo en el perchero, que es muy pronto para intentar teorizar al respecto, cuando tranquilamente puede interrogar por el asunto cuando regrese.

 

En sus manos, aparentemente limpias, Ben todavía percibe el hedor a sangre dejado por sus recientes actividades, así que atraviesa el amplio salón, directo a su habitación, para tomar una ducha que le despeje la mente y le ayude a relajarse.

 

Quintel sigue siendo, pese al tiempo transcurrido, la persona más abierta y a su vez, con más misterios que jamás ha conocido. Esa combinación, lejos de alejarlo, lo seduce, pero mientras el agua discurre por su cuerpo desnudo, Ben vuelve a cuestionarse que tan conveniente a futuro va ser continuar con esa relación. Y es que, a pesar de tener estancias diferenciadas en aquel espacioso departamento, el tan ordenado mago es capaz de notar, como en los resquicios de su habitación, de la cocina, e incluso de la terraza, que es casi como su paraíso personal, un rastro de Quintel se ha colado.

 

Su fortuito encuentro en Estados Unidos se ha convertido en un recuerdo lejano, tan o más borroso que la primera noche que habían compartido la misma cama, y en donde el reflejo de la piel de Quintel en la penumbra le había provocado una extraña excitación. Traerlo a Inglaterra había sido la consecuencia de aquella conexión que él consideraba recíproca, y que acaso se reforzaba por cómo podía pasar por una relación de maestro y aprendiz, aunque cuando con cada día que pasara, se fortaleciera la conciencia de que no eran solo eso.

 

Casi ha terminado de vestirse, cuando el leve chirrido de los goznes de la puerta le advierten de la llegada del menor. Ben sigue abrochándose los botones de la pijama metódicamente, ajeno a los pasos y esa voz que esta vez no suena tan fastidiosa, y en donde la cadencia con que ha pronunciado el "¿estás en casa?" ha motivado que de repente no parezca tan importante averiguar donde es que ha estado, o por qué sigue ocultándole cosas sobre su pasado, pues todo se reduce a esa energía apasionada con que lo ve conducirse, tan contagiosa que puede paliar las desiluciones que a menudo el resto de la gente le provoca.

 

Quintel le habla al sillón como si en lugar de un espacio vacío estuviese Ben ahí, sentado leyendo algún periódico del extranjero o la sección de bienes raíces del diario. Y el Ben verdadero, que todavía está en su habitación cae en cuenta que son esos elementos que hacen que ese piso parezca tener impregnado la esencia del joven: Quintel es ese aroma a hierba recién cortada, por su manía de andar metido en los jardines y terrenos circundantes de la propiedad, y son los pasos silenciosos que apenas se perciben en la superficie pulida y brillante del parquet. Labios suaves que rara vez expresan palabras, y en cambio son capaces de producir los más extraños sonidos de la naturaleza, pero que esta vez le anuncian, con cierto recelo, que hay algo importante que necesita comunicarle.

 

Si te toma tanto trabajo decirlo, de seguro no es nada bueno responde, con la voz perfectamente modulada, mientras ingresa a la estancia, y posa aquellos escrutadores ojos azules en la figura del muchacho ¿Acaso te has metido en problemas durante mi ausencia, Quintel?

 

Una brisa cálida y luminosa sopla en la estancia, mientras Ben avanza hasta colocarse tras el respaldar del sillón, emocionado de notar (o eso cree ver) una creciente tensión en el cuerpo de Quintel, producto de su cercanía. La misma brisa genera alrededor que las cortinas se agiten, y en la solidez de los muros de aquel cuarto que los contiene, generando una atmosfera íntima, los segundos se prolongan en aquel encuentro de miradas, que Ben desea que no termine, solo por el placer que le provoca ese silencio cómplice, que enfatiza el contraste entre su prolija y madura apariencia, y la desaliñada belleza juvenil que tiene frente a él.

 

¿O es que temes alguna represalia de mi parte? termina por añadir, dándose vuelta por fin para romper el contacto, pues le produce una inconfesable satisfacción saberse temido, pero no quiere (aun) mostrar ese ánimo frente al joven, no sin saber primero que es lo que se trae entre manos Son pocas las acciones que conseguirían hacerme enojar, y confío en que no te atreverías a realizarlas, contraviniendo mis órdenes ¿cierto?

 

Su atención parece fija en la copa de vino que acaba de servirse, pero en el fondo, está más lúcido y atento de lo que ha estado antes, para escuchar lo que Guillam tiene para decir.

Editado por Rory Despard

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Grelliam M. Ollivander

 

Está bien-,

 

No está verdaderamente seguro de esto, de si realmente puede hacer lo que Hannity le pide, tampoco está convencido del todo de que Hannity, esta Hannity, sea real, la que existe allá afuera, pero aun si solo es un recuerdo de su propia mente frustrada, era muy cruel con él.

 

Hannity, está bien cariño, yo iré…-,

 

En algún momento entre el abrazo de Hannity que parece eterno y el sordo sonido de la habitación agitándose a su alrededor Garry ha vuelto a ser el de siempre, tan demasiado tranquilo, tan demasiado inconsecuente ante lo que le promete a Hannity, ante el intercambio que acaban de hacer entre ellos. Y es que finalmente se da cuenta de que, aun si es él mismo quien causa esta alucinación, debe ser por que algo no está bien. Es un mecanismo de defensa, o eso cree él, lo mismo sucede cuando puede ver a Evans merodeando en la casa como si nunca se hubiera marchado, sin embargo, Hannity es novedad, y a pesar de lo mucho que la ama, duele de una forma particular verla nuevamente, consciente de que solo es un recuerdo, algo que no es real.

 

Iré contigo Hannity, pero no puedes quedarte aquí cuando lo haga…-,

 

Entonces quizá debe salir de ahí de una buena vez, volver para buscar a la verdadera Hannity y a la verdadera Bel y, aun si ellas no merodean la mansión como antes, quizá él pueda pedirles dejarlo mantenerse cerca de ellas.

 

Vuelve Hannity, yo iré detrás de ti… lo prometo.

 

La habitación a su alrededor se sacude nuevamente y no les queda más que separarse, pero él espera que sea solo por poco tiempo.

 

-- -- --

 

 

Quintel Guillam

 

El aroma ya bastante familiar ha inundado el salón incluso antes de que él entre, lo previene y aun así la voz de Benjamín hace que vibre como si moviera el suelo y las paredes a su alrededor, aunque no sabe decir si es porque le sorprende verlo en el piso después de tanto o por que las cosas que le dice son tan casi precisas, como si Benjamín le conociera desde siempre, como si supiera lo que hace todo el tiempo. Es aterrador y lo lleva a preguntarse nuevamente sobre las actividades de Ben fuera de ese apartamento. No obstante, después de años, Quintel tiene un completo control mortis sobre sí mismo y esta vez, como muchas otras, solo para evitar darle el gusto, no se permite mostrarse sorprendido por él.

 

Aunque es difícil escaparse completamente de esa mirada azul y por alguna razón esta vez lo hace sentirse tenso.

 

Tranquilamente Quintel le devuelve la mirada, no hasta que tiene a Benjamín tan cerca de él que casi se siente aplastado por su presencia. Se perdió de lo ridículo que debe verse desplazándose tan elegantemente hasta él en pantalones de pijama (por más de buen gusto que sea su conjunto), pero verlo así le recuerda al muchacho también que es tarde y apenas se puede creer que se ha pasado todo el día acompañando al inquilino de arriba, ¿realmente ha hecho algo malo como dice Ben? No se siente como si lo hubiera hecho y, de hecho, tiene ganas de que amanezca mañana para salir a correr sobre la pista que Hess le promocionó al principio de su conversación.

 

De apoco la sonrisa burlona del moreno se recupera en su rostro cuando Benjamín le da la espalda para dirigirse hasta la licorera, ¿qué ha querido decir con “alguna represalia”? Quintel se burló del hombre antes de ajearse también para terminar sentado en algún lugar del salón, sentado cruzado de piernas en el suelo, sobre algún tapete peludo de aparecía costosa mientras lo observa ¿indeciso tal vez? en si llenar su copa o no de licor.

 

No tenía porque preocuparse por Benjamín después de todo. Él no era George para castigarlo si hacia algo malo, tampoco Quintel le pertenece de ninguna manera, porque de serlo está seguro de que entonces Ben no le abandonaría así por tanto tiempo en este lugar.

 

Como fuera, siempre le ha parecido divertido, de forma singular, como Benjamín siempre quiere tener el control de todo, incluso sobre él. Quintel incluso diría, no en voz alta por supuesto, que pareciera desesperado por hacerlo.

 

Nada”-, gesticula con una seña que esta seguro que Ben no pudo haber visto a tiempo. “Nada de eso” quiso decir en realidad. —¿Qué cosas consiguen hacerte enojar Benjamín Whis-pah?-, masculló con genuina curiosidad, esta vez con la voz de un viejo amigo del colegio que sabe que alguna vez tomó la clase que Ben impartía en el Ilvermorny. No es que este desviando el tema a propicito, eventualmente ya llegaran a ello, esta seguro de eso, pero ahora que Ben ha vuelto cree que pueden conversar un rato antes de irse a dormir.

 

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  • 2 semanas más tarde...
Benjamin Whisper
Hablar es el ejercicio más usual en las personas, pero Ben ha aprendido que en Quintel resulta justo lo opuesto. Sus ojos, sus manos, la gran parte de su cuerpo suele transmitir más que sus escuetas palabras, aunque también reconoce que el muchacho suele tener un manejo corporal excepcional teniendo en cuenta su corta edad, y es de allí que emana esa seguridad que impide intimidarlo, cada vez que entablan alguna conversación.
Aun así, de la misma forma que ahora es capaz de percibir las huellas de él por el piso entero, el rubio intuye que Quintel está intentando no tanto desviar la conversación, como más bien prolongarla, con la pregunta que acaba de hacerle. El que Ben no sea capaz de recordar cuando fue la última vez que estuvo en el Pink Palace es la prueba de que esta vez sí que espació las visitas. ¿Sería entonces, que contra todo pronóstico, y a pesar del relacionamiento con el vecino, Quintel si lo había extrañado?
El pensamiento lo lleva a sonreír nuevamente, y su buen humor se refleja en el tarereo de una poco conocida aria que va cantando mientras se abre paso hacia el sillón. No ha sido algo premeditado, pero tampoco dejado al azar del todo. Por experiencias pasadas, reconoce de sobra que el encanto del tiempo compartido con su muchacho depende, bastante, de los intervalos que puede tomarse para poder dar de sí la mejor parte de su carácter, ahorrándose de mostrar el perfil más escabroso por el que lo conocen, sin ir muy lejos, sus fieles sirvientes de la casa calendario.
Y es cierto que fue él mismo el que advirtió al menor de que no usara el mueble, aunque nunca le haya contado el porqué de tal decisión. Pero habiendo otros más en la estancia, Ben esta convencido que Quintel ha optado por ocupar ese tapete (ni tan cerca ni tan lejos de él) que en otras ocasiones puede ser algún cojín, alfombra, o lo que sea sobre el puro suelo, no solo por comodidad como suele decir, sino también como una sutil afrenta a su prohibición.
Me sorprende que a estas alturas no sepas lo que me hace enojar Quintel. Te aseguro que si empiezo a enumerarlo, nos tomaría toda la noche terminar y creo que hay formas más apetecibles de pasar ese tiempo ¿no te parece?— paladeó el vino con verdadero placer, súbitamente más relajado de lo que había estado en semanas, lamentándose secretamente de la poca disposición del muchacho por los licores— y aunque estés haciéndolo por esa mala costumbre tuya de remedar a otros, créeme que nada vas a conseguir pronunciando mi apellido de forma tan snob. La sofisticación en las actitudes sociales es la clave para abrirte paso y encumbrarte en la sociedad londinense, pero sin llegar a poses demasiado remilgadas que terminen por generarte antipatías de la gente inadecuada.
Recalcar la última palabra era clave, y Ben ya daba por sentado de que él sabía perfectamente a que clase de personas se estaba refiriendo. No era su predilección ver gente, pero si tenías que hacerlo, debía de ser la del círculo correcto. Para el mago, más allá de una lógica de clase, tal decisión era un puro instinto de superviviencia, de conservación: Desde su regreso a Inglaterra, no se había relacionado más que con el 10% de las personas que había conocido en sus tiempos en la oficina del primer ministro, pero podía ufanarse de que esos escasos vínculos eran el triple de sólidos que antaño.
A ojos inexpertos, tal decisión podía resultar contradictoria, mas la temprana lección de su madre sobre ser inaccesible para volverte más valioso, había probado ser cierta a tal punto, que esa selectividad aprendida era la que le estaba permitiendo tejer una red de contactos, antiguos y nuevos en el tiempo que llevaba, lo que no significaba que pudiese permitirse desperdiciar una oportunidad de incorporar a ella, a todo quien pudiese ser medianamente valioso.
Más que nunca, Ben quería que Quintel avanzase y adquiriese más responsabilidad y seriedad de la que había mostrado hasta entonces. Deseaba para él ya no solo que fuese su preciado tesoro viviente del nuevo mundo, sino pulirlo para convertirlo en la joya que sabía que era (o podía llegar a ser). Y aunque le pudiese provocar más de un dolor de cabeza imaginar alguna vez a ambos entrando a un coctel exclusivo cogidos del brazo, o tenerlo sobre su regazo en ese preciado sillón de la sala, en el extremo de aquellas dos situaciones imaginadas había un punto en común: una fe inquebrantable en el menor, que hasta a él mismo le resultaba asombroso sentir.
No había estado de acuerdo con que se aventurase solo a cultivar amistades por fuera de su control, pero sí lo estaba haciendo, tenía que asegurarse de guiarlo, prevenirlo y cultivarlo, de tal forma que capitalizase a los intereses de ambos esas relaciones. No por considerar a Quintel poco inteligente, sino porque a pesar de todo, aun su apariencia y presencia denotaba mucha ingenuidad para el complicado y hasta dañado mundo mágico europeo.
Me informaron muy amablemente en recepción que has estado pasando bastante tiempo con el ocupante del piso superior— meciendo el contenido de la copa, Ben tomó otro sorbo, y anotó mentalmente que debía pedir otro lote de vino de esa misma cosecha para el invierno— y antes que me vengas a preguntar si eso puede hacerme enojar, te diré que todo depende de qué tan bien hayas aprovechado ese tiempo en compañía. Entonces ¿es algo relacionado con él sobre lo que deseas hablarme?
Todo cambio de gobierno implicaba movimientos y quiebres. Habían los que abrazaban el ingreso de la nueva ministra con una esperanza pasmosa, pero no era el caso de Benjamin, que había sentido favorecedor el auge de los ideales de Black Yaxley. La caída del estatuto del secreto había hecho que las relaciones con otros países se estrecharan a niveles insospechados, y la alta sociedad mágica se empecinara con nuevos bríos en distinguirse lo más posible como los verdaderos herederos del legado mágico y que confiasen en profesionales de su misma estirpe. Y era allí donde el nuevo amiguito de su muchacho podía ser útil ¿Podría confirmar Quintel los rumores sobre Crouch respecto a que ese tiempo desaparecido fuera del país había obrado milagros en su trayectoria profesional, volviéndolo un solicitado miembro de confianza en alguna de las familias más reacias a entablar contacto con las demás?
A diferencia de las anteriores noches en que no había hecho más que desplomarse cansado antes de que el reloj diera las 9, hoy en compañía de una de las pocas personas que le importaban, al calor contagioso de la bebida extendiéndose desde su garganta hasta la punta de sus dedos y animado por la conversación que encontraba cada vez más estimulante, todo se visionaba distinto.
Y eso lo hacía sentirse exultante.

 

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Todo había pasado demasiado rápido, pero, por un momento no tenía idea de que era lo que sucedía, se afirmaba fuertemente a algo que le hacia daño, le provocaba un insoportable dolor en la palma de la mano izquierda y esta le recorría todo el brazo... Además de que aquella experiencia le había dejado un terrible dolor de cabeza, o ¿era a consecuencia de lo que le quemaba el brazo? No lo sabía, había una sola cosa que tenía en claro en aquel dolor y falta de razonamiento, no lo dejaría sólo, nunca más se apartaría de él, de ellos.

 

Dejó de apretarlo con firmeza, pero sin dejar de tocarlo, aunque aquello hacía que el dolor aumentara como si siguiera aferrada a aquella fuente que quemaba como el hierro al rojo vivo y recordó las últimas palabras que había escuchado de él...

 

Vuelve Hannity, yo iré detrás de ti… lo prometo.
Sabe que él está allí, con ella, ambos salieron de donde fuera que estuvieran, pero no puede concentrarse, el ruido que hay no deja que piense con claridad, sólo sabe que no debe rendirse, no ahora que está tan cerca de su objetivo, cualquiera que fuese y que en ese momento no recordaba.
Abrió los ojos, su débil cuerpo ya no estaba arrodillado junto al de su padre, estaba tirado(?) a un costado de él, pero sin soltarlo, fue ahí donde se dió cuenta de que estaban de nuevo en la habitación blanca que habían dejado atrás por algún tiempo, ¿cuánto había sido? No lo sabía, podía haber sido horas o simples segundos.
-Ma-má...- Bel, o lo que quedaba de ella en aquella casa, ya no se encontraba allí, pero había alguien más, lo notaba en las vibraciones de la casa. Se incorporó lentamente sin soltar a Garry y notando que su varita había permanecido en su mano derecha todo ese tiempo. Miró el cuerpo de su padre, que sonreía de manera extraña y había cierto brillo extraño en sus ojos, ya no eran heterocromos y la fría mirada de la rubia se posaba en el hombre que estaba cerca de ellos y en su arma.
No lo duda ni por un instante, suelta la mano de su padre, y aunque al hacerlo la sensación que tenía aumenta en grandes proporciones se levanta y empuña la varita hacia el intruso.
-¿Quién es usted y qué es lo que pretende?
Era más que obvio que Hannity defendería a su padre de lo que aquel hombre pretendiera hacer, aunque sus últimos esfuerzos se perdieran en el intento.

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  • 2 meses más tarde...

**Muchos meses después **

 

 

No os olvidéis de mostrar hospitalidad,

porque por ella algunos,

sin saberlo,

hospedaron ángeles.

(Hebreos 13:2)

— ¿No viene usted con nosotros?

No Despard, justo hasta este punto puedo acompañarlos. Pero no temas, siempre podrás llegar al círculo si tus intenciones son claras.

 

Guiñándole el ojo, Bel Evans volvió sobre sus pasos, para regresar, suponía Rory, al Castillo Evans McGonagall. Hace tan solo unas horas, tras pensarlo bastante, el muchacho había acudido hasta ella, su benefactora, llevando consigo al niño que había conocido en la pizzería, pero la mujer había sido enfática en que el castillo no era "por el momento" un lugar seguro y que no podía dejarlo allí. Sin embargo, fiel a su espíritu bondadoso, tampoco los había dejado en el desamparo.

 

Era por eso, que habían ido a parar a (en palabras de ella) "su hogar más seguro", y justo porque lo llamase así es que Rory no entendía la negativa de ella a acompañarlos. Actitudes como esas, lo único que provocaban en él era la permanente sensanción de que quizá aun no aprendía del todo los modos de la gente como ella. ¿Y cuánto tiempo es el que necesitaría para conseguirlo? ¿era eso también una prueba de Dios, para enseñarle el don de la paciencia?

 

Envidió de repente el sentido aguso de Lëna que le había comentado suelta de huesos que se lo pensaba demasiado y que el asunto se reducía a que Bel Evans era el tipo de gente a la que le gustaba complicarse la vida.

 

Ya el cielo se había oscurecido del todo, y las nubes en él eran manchas oscuras e informes que tapaban la luz de la luna en cuarto creciente. A kilómetros de distancia, bajo el cielo, aquella gigantesca enredadera que servía de cerco y muro protector a los terrenos de la familia Ollivander, entrelazada a unos alambres relucientes (Bel había mencionado que posiblemente Crouch los había cambiado, pues ella los recordaba oxidados) era tétrica y amenazadora. Rory temía que el jovencito pudiese sentir temor, de la forma que él estaba experimentándolo, así que se esforzó por mostrarse confiado y reiteró su agradecimiento a la matriarca Evans por señalarle aquel lugar.

 

— En cuanto tenga oportunidad, veré la forma de pagarle este servicio— Bel apenas contuvo una sonrisa, y con la mano desdeñó el ofrecimiento— y por favor cuídese y manténganme informado si vuelven a atacar el castillo de su familia.

 

Era capaz de percibir, más allá de los muros, una misteriosa energía. Era como si ese lugar por entero tuviese alguna extraña vida propia, pero no queriendo pensar más en eso, se volvió hacia Riuu y lo invitó a él y a su compañero a que lo siguiesen al interior. Se llevó un buen par de raspones para cruzar el cerco pero ya en el bosque, sus sentidos se alertaron al comprobar que aquel lugar era como un remoto capricho de la naturaleza, poblado de especies de todo tipo, creciendo salvajes tapando todo rastro de camino en el suelo.

 

Como te comenté en el trayecto, yo no poseo más que un cuarto alquilado muy pequeño e inadecuado para ti y especialmente para tu criatura. Por eso acudí a mi benefactora, y bueno, es una verdadera lástima que por causa de los mortífagos y sus ataques, no pudiesen quedarse en su castillo. La elfina de ella es realmente amable y prepara unos tés deliciosos— Rory sonrió con el recuerdo de las apacibles tardes en que P-ko no escatimaba en llenarlo de empanadas de calabaza y té— pero si ella dice que aquí estarán más seguros, yo le creo. Aunque te confieso que también es mi primera vez en esta residencia.

 

Rory había empezado a dejar marcas en los árboles para evitar perderse, pero tras media hora de camino, a pesar de haber ido recto todo el tiempo, aun no alcanzaban a ver la edificación donde los Ollivander moraban. ¿Habría hecho algo mal o era así de grande la propiedad? Sosteniendo su crucifijo se detuvo un momento, un tanto agotado, y sacó un pañuelo para limpiarse el sudor de la frente.

 

— Si te sientes cansado, avísame y tomaremos un descanso ¿de acuerdo?

 

Si a él, ya un adulto le estaba costando hacer ese recorrido imaginaba que al niño lo agotaría más. Y Frederick ¿cómo estaría él experimentando ese recorrido?

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Riuu contenía sus ganas de expresar esas sensaciones de malestar en la boca del estómago, bien sabe que no es de hambre sino algo distinto que no sabe nombrar, solo intuye que no es el momento de traerlo a cuento. Con un par de noches durmiendo en la intemperie, si que desea ir a otro sitio para descansar.

 

Frederick sigue molesto con él, pero el niño supone que Rory es sincero pese a la desconfianza que el dragón del miedo declara sentir contra el extraño pelirrojo, Riuu que tiene unos días de convivir con la criatura de ojos rojos, ha visto lo exagerado que es y va tanteando como hacer tratos con el de modo que se quedé conforme.

 

Así que ha murmurado al oído de Frederick su propuesta y consiguió que el dragón aceptara ver el sitio, entonces evaluar si era o no adecuado para pasar la noche.

 

Frederick no quita la mirada sobre Riuu...ya una vez perdió su paradero y fue lo más desesperante que había sufrido en esté nuevo comienzo, ahora cree tener más claro lo qué acontece. Como negro dragón del miedo, es su misión acompañar al niño, aconsejarle sobre tener cuidado y actuar en caso de que Riuu esté en eminente peligro, su propio sentir, es el detonante de alarma.

 

Frederick tiene que resistir su deseo de “salir corriendo “ (o volando, que en eso es de gran ayuda sus portentosas alas) “come” la porción de temor que el niño experimenta, aunque Frederick distingue que este temor está mezclándose con la curiosidad que Riuu posee por conocer ese lugar al que @@Rory Despard les conduce.

 

El dragón se pone pensativo por este suceso, le parece que Riuu supera su temor debido a la curiosidad, lo cual puede ser malo, ya lo dicen algunos humanos: “la curiosidad mato al gato” ... si muere Riuu, su existencia también, el limbo es ciertamente un estado tranquilo y sin problemas, cualquier ser pensante lo preferiría , o al menos un gran número. Frederick no, a pesar de que Riuu le hace sentir los pelos de punta varías veces al día.

 

Riuu pasaba saliva mientras abrió más sus ojos, no era una vista tranquilizante aquella cerca de púas metálicas, despiertan en él viejos pesares que no parecen suyos por no tener claro su pasado ni lo vivido anterior a este su presente incierto.

 

Siendo pequeño, le facilitó pasar entre el hueco que mostró Rory, para Frederick tampoco hubo problema, solo sobrevoló por encima y siguió al par de magos.

 

La noche hace parecer todo más tenebroso, la cantidad de árboles es asombroso, hay que ir haciéndose camino porque no hay sendero, Riuu agradece traer botas aunque tiene cuidado de no tropezar con alguna de las raíces. En principio pensó que el lugar era un monte pero los ruidos y sonidos que se escuchan, más parecen los de un bosque y algunas criaturas nocturnas parecen tener su mirada sobre ellos, traga saliva y se mantiene al lado de Frederick, si hay por ahí algún depredador, mejor que se asustará con la presencia del dragón ¿verdad?

 

La voz no le salía, solo asintió afirmando con un movimiento de cabeza a la plática del mago pelirrojo, le hubiera preguntado cuánto tiempo les llevaría llegar a esa residencia pero cada sonido atraía su atención y le mantiene con “el alma en vilo” ...

 

Riuu se extraña que su acompañante no esté “soltando su habitual rollo sobre el peligro del que estaban rodeados” tal parece que también le mantiene mudo de miedo y por eso se detiene de pronto.

 

Su voz entrecortada apenas se escucha: n..n..no...pue...do se...guí..r...

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  • 1 mes más tarde...

No debe tardar en llegar-, su voz es amortiguada por el sonido de la tormenta que ha comenzado a llenar de charcos los patios del círculo. —Y lo arreglará, arreglará todo esto-, el estanque que tanto le gusta al dueño de la casa ha comenzado a desbordarse también y comienza a hacer un desastre de los matorrales y las flores que han crecido ahí naturalmente y de otras que han sido plantados a propósito, lo único bueno de todo esto podría ser que los ríos de agua corren hacia el interior de los bosques aledaños y no necesariamente a la casa, lo que los mantiene secos, aunque extremadamente húmedos por esa cualidad estructural que tiene la mansión de los Ollivander por conservar la humedad en su interior por mas tiempo del que se recomendaría sano, considerando claro que las maderas viejas que la componen solo han recibido el debido tratamiento desde que Bel y Garry comenzaron a habitarla.

¿Siguen ahí?-, preguntó y el muchacho, que lleva viendo caer la lluvia de hace tres días sin cansancio desde el pie del portón de una de las salas de estar que da al patio trasero, pareció  mas sorprendido de poder escuchar el monótono sonido de la voz de Garry que por el rayo que cayó violentamente de entre las espesas nubes de tormenta y se estrelló muy cerca de la casa.

Solo sobre el edificio-, explicó sin apartarse de la entrada, asomándose solo lo necesario para observar, por encima, el principio y el final de la tormenta. —Pero me parece que cada vez es mas fuerte-, un rayo mas hizo vibrar las ventanas del hogar. —La temperatura ha bajado también, si sigue así podría incluso comenzar a granizar pronto-, se giró nuevamente en busca del licántropo, que pasó de estar sentado hojeando un gran libro sobre la mesa de centro a recostarse perezosamente sobre un sofá a sus espaldas.

Eso no es bueno-, Quintel sonrió, definitivamente hay una mejoría en Grell, a pesar de no haberlo conocido de otra forma, se imagina que algo así debía ser estar con él en sus mejores tiempos.

Al menos dejó de ventear, ¿quieres que lo intente de nuevo?-, se acercó cuidadosamente. Hay una serie de meticulosas reglas para los “empleados” de la casa (él y la elfina doméstica que volvió de quien sabe donde y se ha entercado a quedarse a cuidar del amo) que Hessenorwood ha dejado estrictamente claras, y tratar a Garry con brusquedad, bajo cualquier circunstancia, es motivo de despido. No hay muchas de estas reglas realmente, pero esta es tonta solo porque el mismo Grelliam Ollivander no parece si quiera notar cuando hay mas personas (personas reales) merodeando cerca de él.

No, déjalo, me parece que conseguiste hacer que los truenos y relámpagos comenzaran a caer-, pareció esforzarse mucho en tratar de recordar eso último, el último intento de Quintel por aplacar la tormenta sobre ellos, pero de eso apenas habían pasado unos diez minutos tal vez. Hay cosas en las que simplemente no ha mejorado. —Aunque fue… fue asombroso, el como... como hiciste eso-, felicitó.

Quintel sonrió divertido, y no se atrevió a agradecer el inusual cumplido solo porque el silencio entre ellos se espesó tan rápidamente que fue como una palmada cálida en su hombro. A Garry de verdad debe gustarle eso. Por supuesto que aquí, dentro de esta casa que también parece maldita, lo bueno no puede durar mucho. Antes de que pueda hacer algo al respecto la puerta de la sala se abre con un estallido que, afortunadamente, no alarma al dueño.

¿Y bien?-, la áspera voz de Yanna causa un escalofrió en la columna vertebral del muchachito, hasta ahora Quintel ni siquiera se ha esforzado por arremedar un sonido como ese gruñido filoso que tiene ella. —¿Qué demonios estas haciendo?

Quin dio un paso hacia Adelante, dispuesto a responder cuando esta casi convencido de que Garry se ha quedado dormido en el respaldo del sillón.

Al menos ahora solo llueve sobre el círculo, Yaanna-, sin embargo, es el licántropo quien responde con sílabas largas, arrastradas y un leve siseo.

¿Y?-, Yanna no parecía realmente molesta, mas bien su furia inicial pareció aplacarse con la respuesta de Ollivander.

Que solo llueve sobre la casa, no sobre el ciprés-, repite.

Yo no te pedí que dejara de llover.

¿No?

No, te dije que las goteras han inundado el ático y el agua comienza a filtrarse al tercer piso.

Garry se enderezó de un solo movimiento, Quintel no lo había visto hacer algo así antes.

Bueno, yo… tenía este libro de meteorología y…-, Yanna frunció el entrecejo de manera horrenda, el niño pensó incluso que le dolería la forma en que lo hacía.

Que brillante…-, ella avanzó tan rápido sobre Garry que Quintel no pudo intervenir, y cuando se da cuenta Yanna aplastaba la cabeza de Garry contra una pesada bota de lluvia. Sin embargo, no parecía lastimarlo realmente. Grelliam no se quejó tampoco. En cambio, levantó las manos en forma de rendición y dejó que ella se fuera después de empujarlo devuelta al sillón llevándose su libro sin recibir protesta alguna.

La puerta se azotó una vez mas detrás de ella, el muchacho pudo escuchar como es que la morena buscaba a la elfo doméstico para que le ayudara a usar el libro para detener la lluvia y casi blasfemaba una advertencia sobre no dejar solo al menor de los Ollivander con un libro como aquel nuevamente. Después de eso, el silencio era solamente interrumpido por el sonido de la tormenta allá afuera.

Aun sobre el piso, recostado extraña pero cómodamente sobre el sillón Garry hace de nuevo esa cosa de rascarse el brazo lentamente, pero con profundidad, como si lo que fuera que causa su molestia estuviera mas abajo de su piel, por debajo de sus músculos. Quintel sabe que debe detenerlo, porque Hessen le ha dicho que no puede acercarse a él a menos de que haga cosas raras como esta, pero él lo ha visto antes también, por accidente, lo que hay ahí, debajo de esa ropa demasiado grande, demasiado pesada para alguien tan enfermo como Grelliam, y por un instante Quintel no tiene corazón para detenerlo si eso lo hace sentir mejor.

La nueva cicatriz es larga y ancha, existe desde la palma de su mano y corre por su muñeca, el antebrazo, el codo, se astilla un poco al llegar al humero, se arremolina sobre su hombro y termina uniéndose a las viejas cicatrices a la altura de su pecho. Es fea como las que surcan su cara, y aunque sabe que son de tiempos diferentes, todas ellas lucen tan vivas y frescas, palpitantes sobre su piel enferma como él.

¿Te duele?-, Garry negó apenas después de un rato mas de silencio, pero no sabe si es una mentira.

Solo...-, deja de hacerlo, de rascar como si quisiera arrancarse esa parte de la piel, porque el niño realmente pareció preocupado. —Solo quiero que deje de llover-, algo en lo que dice, aun con ese tono demasiado neutral de siempre, estruja algo en el pecho de Quintel.

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