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Heredad Ollivander (MM: B 110990)


Hessenordwood Crouch
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El problema con las historias del pasado es tener que atar los cabos que por descuido o con intención, se han dejado sueltos. Frente a esos nuevos retazos de información que Eileen ha dado, una nueva luz parece emerger, pero lo también lo hacen nuevas preguntas, dejándome con la inquietante sensación que todavía hay muchas piezas para comprender ese puzzle que es Odette St Marin. Eileen ha mencionado que su abuela y su propia madre le enseñaron no solo pociones, sino también herbología, y que además, a diferencia de otras familias, ella nunca había sido despreciada al interior de la suya ¿entonces por qué irse de allí?


Pero la fantasma sigue sin responder. Se ha quedado silenciosa de repente, concentrada en observar a Garry, y es siguiendo su línea de visión que yo reparo también en él, apenas dándome cuenta que lleva mucho tiempo allí, con el ceño fruncido y que también ha estado callado, mientras primero yo, y luego Odette y Eileen hablábamos. Es difícil asegurarlo, pero la incomodidad que transmite me lleva a pensar que algo no termina de cerrarle en todas las declaraciones que hemos hecho.


En otras circunstancias, indagar lo más posible entre la parentela y cualquier documento de la época que diera luces del asunto sería lo indicado. Incluso la idea de traer a la madre de Eileen cruza por mi mente, pensando en qué necesariamente confrontar a la mujer con alguien que conoció en vida podría y que podía negar o corroborar parte de sus afirmaciones es lo más sensato ante un caso tan confuso.


Es lo más racional, pero el caso es tan personal que de repente, me siento incapaz de siquiera sugerir algo por el estilo, por lo mismo que está directamente relacionado a Garry, a su familia y ese pasado normalmente distante, del que evita hablar siempre que puede. O fingir que no le importa, que ni vale la pena detenerse en él porque no existe más.


Que paradójico entonces, que yo sea más "papista que el papa" movida por los sentimientos ("los sentimientos que todo lo entorpecen" diría él) y que pese al esfuerzo, no consiga encontrar una salida que no involucre exponer su pasado y que él, de repente resuelva mi conflicto interno, dirigiendo la vista a la fantasma, y tras calar un cigarrillo que desecha a la mitad, empezar no solo a hablar, sino directamente a negar algunas afirmaciones de la fantasma, lo cual vuelve a sembrarme más confusión.


¿Con el exterior te refieres a que la adquirió de otro lugar?- ha llegado ese momento bastante usual en que seguir el razonamiento de Garry me resulta tan difícil que prefiero directamente preguntar y quedar como idi*** a no enterarme de nada- entonces la historia del árbol ¿por qué ella mentiría respecto a las razones que la tienen aquí?


La fantasma se limitó a negar con la cabeza, y por primera vez, un leve horror se dibujó en sus ojos.


― Maniáticos, todos ellos eran maniáticos, convirtiendo en obsesión su trabajo, especialmente... si se trataba de la fabricación de varitas. Yo era diferente ¿sabes? Y no me perdonaron la forma en que ejercí ese pequeño derecho sobre mí y sobre Geirant.


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Sonríe de medio lado, le ha parecido simpático la manera en la que ella ha hablado de los Ollivander; “maniáticos obsesionados con su trabajo”, si no hace mal uso de su memoria ya habría escuchado adjetivos como esos a su persona por su trabajo en el mismo consultorio de Baker, o también con sus animadas experimentaciones en la cocineta del segundo piso e incluso, cuando ocupaba un cuarto en la hacienda de los Tonks, alguna pariente de su familia adoptiva habría dicho algún comentario muy similar cuando lo visitaba a su habitación. Si, posiblemente Odette tenía la verdad en sus palabras.

 

Sin embargo, lo ha dejado inquieto el hecho de haber nombrado la muerte de Geraint y que la fantasma no hubiera tenido alguna reacción al respecto, ¿es que ella lo ha olvidado? Ella estuvo ahí, ¿Por qué no desmiente al Ollivander? El día de la muerte de Geraint había sido muy triste, incluso un pequeño Garry recuerda haber sentido lo más parecido a pena por el pobre hombre, pero mentía, Geraint había permanecido postrado en cama durante días, le había hecho a Garry escribir una carta con destino a Odette St Marín, cuyo contenido no puede recordar bien. El hombre moribundo esperó días hasta que inesperadamente en la abandonada casona se escuchaban los portazos y aquella mujer entraba derrumbándose ante lo que quedaba de su “amado” Geraint.

 

Garry estuvo toda la tarde afuera en los patios del círculo, paseándose de un lugar a otro y entretenido con algunas nuevas especias que comenzaban a crecer en los cimientos de la casona, lo que se hablaba ahí dentro es algo que solo Geraint y Odette lo sabrán.

 

― ¡Tiene usted toda la razón! -, con algo más de energía Garry se ha puesto de pie casi de un salto, dejando su butaca un poco movida. Con un par de largas zancadas el mago se postró frente al espectro, ella apenas alcanza su altura y puede ver fácilmente lo afligida que pareciera estar, y hay algo en ella que no termina de entender, ¿Por qué un fantasma mentiría? Después de morir ¿Qué más puedes perder que sea tan importante? El muchacho piensa que tal vez la palabra de ella tenga algo más de verdad que simples rumores y aun asi, no se siente satisfecho con lo que escuchan sus oídos. ― Esa gente fue terrible-, hace un gesto de pena, quizá fingido, pero no es fácil darse cuenta de aquello.

 

A esa distancia de ella es capaz de ver un poco mejor su rostro, demasiado joven para la edad que él cree que debería tener, y no recuerda haber conocido antes algún fantasma con la cualidad de cambiar su apariencia, si lo hacen al menos él no tenía idea de eso. Al igual que él lo está haciendo ahora, ambos gestos parecen genuinos y al mismo tiempo, al mirarse a los ojos, es como si ambos supieran que se mienten el uno al otro.

 

Rápidamente de reojo observa a su querida sanadora, aún tiene en su rostro aquel gesto de confusión que le resulta algo desesperante, pero al mismo tiempo adorablemente infantil.

 

―Permítame remendarlo, madame Saint Marín.

 

 

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Más que nunca, Ellie desea ser una legeremántica. Cuando cree estar entendiendo aquella historia ¡boom! algo sale a relucir que lo cambia todo. Quizás alguien más, en aquel desesperante baile, dejaría de lado el tema... pero, para ella, cuando algo se complica, cuando algo se vuelve más desafiante, es mucho más interesante. Ya que todavía no ha comenzado con sus lecciones de Legeremancia, intenta pensar en alguna forma en la que puedan revelar la verdadera historia de Odette St. Marin y su relación con los Ollivander. Ella está segura de que podría hacer un portal al pasado, pero ¿pasar años "allá atrás" para entenderlo todo? No es viable. Otras ideas que le ocurren son la de pedirle recuerdos, esperando poder reconocer las mentiras que su mente haya construido sobre la realidad, e incluso pedirle a Richard su juego de té mágico. Sin embargo, al final, no consigue elaborar ningún plan, de modo que no comenta nada al respecto.

 

Mientras escucha a Garry, Ellie se frota la nariz, que le escuece ligeramente debido al olor del cigarrillo. No le parece que sea muy considerado de parte del mago fumar allí dentro, pero si no dice nada, es porque recuerda que allí él y Bel son los "señores" de la casa.

 

Las palabras del patriarca, aquel arranque, la toman por sorpresa y se atreve a suponer, tras observar el rostro de Bel, que a ella también. En un momento, Garry le lleva la contraria a Odette y expone aparentes mentiras... y, al otro ¿le da la razón? Ahora no es la fantasma lo único que intriga a la mujer; también le gustaría poder cavar dentro de la mente del mago, para saber cómo demonios funciona, pues cada vez le parece una mecánica más extraña de lo que piensa.

 

―¿Y cómo se supone que lo remendará? ―le susurra Ellie a Bel, ya que Garry y Odette están más alejados― ¿No se da cuenta de que ya es algo tarde para eso?

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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No tengo idea de cómo lo piensa remendar- respondí, con total sinceridad a la pregunta de Eileen, empleando por alguna razón el mismo tono confidencial que ella había utilizado- pero a juzgar por su reacción una gran idea se le acaba de ocurrir y estoy segura que la llevará hasta sus últimas consecuencias.


Sabía de que estaba hablando, de aquellos golpes de creatividad que de repente sacudían a Garry y que él no escatimaba en mostrar con movimientos muchos veces dramáticos en exceso. De cualquier forma, una vez más, la evidencia y comprensión que había alcanzado él se me escapaba. ¿Qué era Odette Saint Marin? ¿Víctima o una victimaria? De lo poco que en esa sala se había ido revelando, mitad por boca de ella, mitad por los recuerdos de Garry, podía ser ambas cosas, pero eso no terminaba de cerrarme.


Y no respondía a la pregunta de qué podía ser lo que mantenía a la mujer como fantasma en ese lugar. Bien sabía que no todo el mundo se convertía en fantasma una vez le llegaba la muerte, sino que solo lo hacían aquellos con el temor excesivo de "atravesar el velo" , o para quienes un espacio les era tan importante que esa conexión tan fuerte, les impedía irse.


Odette no parecía el tipo de persona que le temiera a algo. Si siendo apenas una squib no había tenido reparos en desafiar a toda una familia y criticarle las costumbres, justo como su comentario sobre lo maniático obsesivo que eran los Ollivanders con su trabajo (o gusto) había dejado traslucir, no veía posible que ante la muerte se amilanase. En cambio, la Heredad Ollivander le era tan querida, en alguna manera, que pese a lo que había contado Eileen, de que nunca había sido amenazada ni despreciada entre los Saint Marin, había elegido ese lugar y no su natal Escocia para permanecer.


De pronto, se rompió el silencio en que ella se había sumido, atenta a observar el rostro de Garry, de una forma que no ha hecho hasta el momento, alzando incluso las manos para tocarle, aun cuando dicho toque nunca sucede pues sus fantasmales manos lo atraviesan. ¿Acaso ha reconocido algo en él? ¿será que ha caído en cuenta del vínculo que los une?


― A veces, por ignorancia y no por maldad, se pueden cometer actos de lo más funestos- la vista de ella se posó en la varita y unas lágrimas perladas se desprendieron de sus ojos- sin Geraint aquí, no quedaba mucho para mí, no queda nada en realidad, salvo los recuerdos de lo que viví en esta casa, de las cosas malas que me dio, pero por sobretodo, del gran amor que me dio y que floreció irónicamente bajo la sombra de ese árbol inútil para hacer varitas.


Allí estaba otra vez, la mención al ciclamor. A menudo, Garry mencionaba que un mago masomenos entrenado podía engañarme con facilidad si apelaba al sentimiento porque podía ser "terriblemente blanda" con ese asunto, terminando por anteponer mis emociones a mi "buen juicio". Pero en la mirada vacía de Odette Saint Marin, despojada del odio y el rencor que era lo que hasta entonces había mostrado casi todo el tiempo, la pena que se dibujaba era tan profunda que era imposible permanecer insensible.


No tenía forma de saber si esa mujer había tenido buenas o malas intenciones al llegar a Londres. No sabía todavía ni siquiera que la había llevado hasta allí. Pero ya no me quedaba dudas de que conocer a Geraint Ollivander la había perdido para siempre de sí misma.


― El amor, esa rara cosa que atrapa a la gente y ya no le deja volver atrás, ni ser lo que era.


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  • 3 semanas más tarde...

Se lo piensa antes de hacer o decir cualquier cosa, ¿era tan difícil para él entenderlo? Había trabajado antes con ellos, los fantasmas, en la mayoría del tiempo, era el sentido de apego lo que los mantenía aquí más que otra cosa, sin esa sensibilidad de pertenecer a algo o alguien Ollivander jamás comprendió el sentido de ser un espíritu, y muchas veces, a pesar de lo muy bueno que era en su trabajo, se quedaba con el vacío de no haber resuelto de la mejor manera aquellos casos en su totalidad, siempre apoyado en esa actuación suya que, por mero interés, es sobresaliente.

 

El tacto de ella, aunque no está seguro de si siente algo o no, lo estremece, como si estuviera seguro de que lastimara las marcas en su rostro, esas tres o cuatro franjas largas que parten su piel hasta por debajo del cuello de su camisa de vestir, y que, anuqué son ya muy viejas en el muchacho, tienen un color tan fresco que parecieran recientes.

 

¿Sin Geraint aquí? El Ollivander se quedó pensativo en lo que ella decía, ¿Qué había hecho él cuando el viejo murió? También había permanecido ahí, ya no existía nada que lo mantuviera atrapado en esa fea casona en la heredad y, aun así, siempre estuvo ahí, año tras año mientras estudió en la academia de magia siempre volvía y le contaba todo lo mucho que había aprendido año tras año. Aunque siempre había sido invitado por los Tonks a pasar las fiestas decembrinas en casa de ellos, el muchacho volvía a casa a cuidar del jardín como el viejo Ollivander lo hacía hasta en sus últimos días.

 

No era sido sino hasta el final de sus estudios cuando se decidía al fin dejar atrás aquel sitio, sin problema alguno, como si todos esos años en su vida, salvo por la inexperiencia, no hubieran pasado nunca. Quizá era la razón por la que no hablaba de eso como un encierro, aunque prácticamente la mitad de sus años lo fueron. Las razones por las que seguía volviendo a la casona en la heredad, a pesar de lo ocurrido, era algo que solo Garry sabría hasta ahora.

 

Desvía brevemente la mirada hacia Bel, la sanadora es como un filtro para él, cuando está cerca, es más sencillo interpretar lo que es correcto y lo que no lo es. Por lo que después de un segundo, se lo ha pensado mejor, y a pesar de que cree que esto no es más diferente a esos casos de Baker que siempre busca evitar, el licántropo hace con un ademan la invitación a la fantasma de estar en su casa.

 

Es imposible traer a su marido a la vida, Odette-, el mago se alejó lentamente de la fantasma, y se encaminó hasta un rincón donde había un estante con tan solo unos pocos libros ahí empolvados. ―Y este lugar poco a poco se convertirá en algo que desconozca por completo.

 

Él sabe lo que trata de decir, a pesar de sus tantos años, ahora al entrar al viejo cuarto de telas de su madre, el recuerdo de ella no es el primero que llegue a su mente, si no el de Evans y la Smith, discutiendo por qué color de prenda se vería más horrendo en ellas, y es asi respectivamente para cada habitación cambiante a la que entra, ocasionalmente se encuentra con alguna que otra intacta, como el taller, pero él cree que solo es asó porque él lo ha decidido.

 

Pero eso, usted ya debe saberlo…-, de apoco la sonrisa divertida en el muchacho se pinta nuevamente, aún está dándole la espalda, frente al estante polvoriento, y con sus largos dedos ha comenzado a desempolvar los títulos en el lomo de los libros. ―Entonces le preguntaré una última vez Odette, ¿Qué es lo que usted está buscando? ¿Qué la ha obligado a quedarse? -, aquella pregunta, más que otra cosa se escucha de su boca como si la estuviera poniendo a prueba. Él muchacho apenas gira lo suficiente para verle fijamente a esos ojos cristalinos. ―Tenga cuidado con su respuesta, madame, que todos estarán escuchándola a usted-, musitó con suspicacia.

 

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Hay un tono tan decisorio en las palabras que Garry ha dirigido a la fantasma, que se siente como que por fin, las pocas piezas faltantes están encontrando su lugar. Intercambiando miradas con él, un hábito que se nos ha quedado de los casos de Baker, asentí en silencio, en una muda respuesta para asegurarle que estaba de acuerdo en que era el momento de, dejando atrás los intentos tímidos, ser directos con las palabras, incluso si estas resultaban duras y/o controversiales.

 

Ante lo primero que dice, la fantasma deja escapar apenas un gemido. Sus ojos se pasean entonces por toda aquella habitación, como si en cada pedazo de ella buscase algo para contradecir lo que ha dicho el mago, o quizá por el contrario, corroborar a sus palabras. Pero sin decir más todavía, sigue escuchando todo lo que él dice. Garry, de espaldas a ella, no es capaz de ver como la mirada de ella ha comenzado a endurecerse de nuevo, trayendo de vuelta aquel brillo demencial que solo en determinados momentos había aparecido.

 

Todavía seguía pensando en que lo que había perdido a Odette era el amor. ¿Pero qué clase de amor? ¿El del tipo buena que convertía a las personas en héroes excepcionales movidos por el deseo de proteger y defender lo que se quiere? ¿O el sentimiento destructivo, posesivo, aniquilador y egoísta? Era extraño como podía llamarse a cosas tan diferentes amor, pero había visto el poder de sus efectos en los otros, y la gama de reacciones y consecuencias que traían. Y tal vez, era por eso que tan poco gustaba de hablar de algo como eso, tan volátil e inestable que resultaba difícil poder clasificar.
― Y de cualquier manera Odette, no eres más que la sombra de lo que alguna vez fuiste- me atreví a decir, en un tono algo más desafiante que el que Garry había usado- ¿has notado que no tiene sentido ya ocultar tus motivaciones? ¿elegir cuidadosamente qué contar y qué callar? Para nosotros ya no hará diferencia Odette, tampoco lo hará en la vida que llevaste.
Resoplé, sintiéndome muy cansada de repente, y contemplé a Eileen, quien involuntariamente había terminado con nosotros, metida en aquel misterio. Y también lo vi a él. Era raro, pero cuando había mencionado aquello de "desconocer" un lugar por causa del cambio, había pensado en de qué manera las personas que habíamos sido alguna vez ya no existían más, porque de cierta manera, en un punto que nunca se pensaba del todo en la vida, habíamos hecho una elección que había llevado a ser quienes éramos ahora.
A diferencia de ella, detenida en el tiempo.
― Con un poco de suerte, todo lo que tendremos de ti es este ahora, así que habla Odette, habla de una vez y termina con esto.
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La fantasma no dice nada en un largo rato, y Ollivander titubea con sus dedos aun sobre los libros de alquimia que se guardan solitarios en el intacto estante, ¿Qué debe hacer ahora? Ha estado esperando el momento para solucionarlo, y ahora que esta tan cerca, no puede evitar sentirse igual de vacío como todos esos anteriores casos sobre fantasmas que ha tratado de solucionar, porque no importa lo que pase después de esa tarde, y Bel lo ha dicho, a nadie más podrá hacer daño las acciones pasadas de Odette St Marín.

 

Entonces ¿Por qué sus manos tiemblan cuando se han detenido en ese último tomo? ese de cáscara dura color verde y letras plateadas, que están escritas en latín, un montón de letras que apenas son legibles.

 

Escuchar a Evans resoplar con cansancio lo hace darse cuenta de pronto, que no le importa mucho ahora el caso de Odette, ni la varita y ni siquiera Eillen Moody quien parece, cada vez más ajena a lo que está sucediendo ahora, si había necesitado de su ayuda para obligar a Odette a salir de su escondite, pero nada más. Un nudo se hace en la boca de su estómago ¿Qué pensaría Bel Evans si se enteraba lo que el muchacho escondía en el estudio? Posiblemente nada, él no lo hacía, pero resultaba ella tan demasiado sensible para estas cosas, que se lo piensa seriamente antes de, con su dedo índice, tirar apenas el libro al suelo.

 

El libro cae a sus pies y las páginas se agitaron violentamente mientras una neblina parecida a la que desprendía de la varita de la fallecida Odette envolvía al muchacho separándolo visualmente de entre todos los presentes.

 

Mírate nada más-, una voz grave y áspera se escuchó detrás del mago, aun entre la niebla fantasmal. ― ¡Ahí de ocioso y con las manos sucias tocando mis libros! -, Ollivander sonrió de medio lado, era nueva esta sensación que tan solo escuchar la voz del nuevo espectro en la habitación le provocaba. ― ¿Para eso me has mantenido aquí tanto tiempo? ¿Para ver como lo has destruido todo?-, el humo poco a poco se disipaba y frente a Garry la figura del viejo Geraint se mostraba con furia.

 

El viejo fantasma y Garry tienen un parecido extraordinario, salvo por las facciones en su rostro, las del muchacho son mucho más suaves y no tiene tantas marcas de edad, solo esas cicatrices que se esparcen por el rostro de menor edad. El mago se gira para encontrarse con el par de fantasmas, el rostro de Geraint esta fijó en él, molesto y Garry apenas le sonríe divertido alzando las cejas, fingiendo sorpresa.

 

En cuanto a Odette, el muchacho cree que su gesto no tiene igual.

 

Las presentaciones están de mas ¿ah?-, con largos pasos Garry se movió rápido por la habitación hasta donde se encontraba el escritorio y rebuscó en sus bolsillos hasta sacar de estos una llave vieja. Todo este tiempo ha estado evitando la mirada de Bel. ―La cosa esta así…-, habla aparentemente tranquilo, pero sabe que por lo menos el fantasma de Geraint y también Evans, notan lo poco nervioso que pudiera estar ahora. ―Mi matrimonio ya es difícil de entender como para tratar de hacerlo con uno irreparable-, del cajón el muchacho saca un libro delgado, tiene una portada de piel oscura y un ojo en medio que lo hace una pieza grotesca.

 

Antes de abrir el libro, por el rabillo del ojo le da un vistazo a Bel, no es como que tener un fantasma atrapado en contra de su voluntad entre los libros de la casa sea lo peor que Garry hiciera hasta ahora, pero no lo evita, como siempre que ella lo descubre, ponerse a pensar en lo que ella pudiera decirle después de todo esto. Después de un largo suspiro comienza a hojear el grimorio, en busca de la página correcta mientras escucha que los fantasmas parecieran haber comenzado una conversación que poco le entretiene al mago, pero que se puede imaginar de que va.

 

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A pesar de mis palabras, la situación no tenía tintes de cambiar sustancialmente, y eso comenzaba a cansarme. De pie, con los brazos cruzados y la mirada fija en la fantasma, apena era consciente del resto de presentes en la sala hasta que el ruido de un libro cayendo me hizo dirigir la mirada hacia el punto del incidente. Pero apenas y alcancé a distinguir la figura de Garry, antes que este desapareciera envuelto en una espesa neblina.


¡Maldición! ¿que demonios estás haciendo? - grité por encima del tumulto generado, aunque sin éxito, y en su lugar, una nueva voz se dejó oír.


¿Pero de quién se trataba?


Cuando la niebla se retiró del todo, una nueva figura fantasmal se reveló en la habitación, y entonces, ante las semejanzas ostensibles entre ambos, no me quedó duda que tenía delante a algún antepasado de Garry. No cabía mucho lugar para la especulación, y de todas formas, bastó contemplar a Odette para saber quien era el el severo hombre de gesto fastidiado que observaba con desdén la habitación.


No creas que luego no tendremos una conversación por esto- me limité a decirle a Garry que se mostraba francamente entusiasmado con aquella "travesura" cometida- y sí, será de esas largas, largas charlas que tanto detestas.


No era el acto en sí, como el que me lo hubiera ocultado lo que me molestaba. ¿Dónde quedaban los votos de confianza? Si dentro de nuestro propio hogar él podía ocultarme cosas porque involucraban una magia que cruzaba los límites de lo legal ¿que podía esperar afuera?


Cuando por fin, Garry volvió a hablar, llevaba en una mano una una curiosa llave y en la otra un libro cuya portada a todas luces revelaba su naturaleza oscura. En el tiempo en que él se ocupaba de hacerse con esos objetos, yo había quedado prendida al intercambio verbal que en esos momentos se generaba entre Odette y Geriant. Reclamos de promesas incumplidas, acusaciones que destilaban sentimientos encontrados, obsesiones mutuas reflejadas en el otro. Era difícil poner en palabras como aquel intercambio tendía puentes con situaciones de mi propia realidad cotidiana, pero a su vez también la hacían sentir diferente.


Entonces noté a Garry y su vistazo fugaz hacia mí, antes de con decisión abrir aquel nefasto librejo,dejando en claro sin tener que recurrir a las palabras, la totalidad de sus intenciones. Sintiéndome incapaz de procesar aquello, o de decir algo (bueno o malo) del tema, volví a concentrarme en la discusión entre ambas presencias fantasmales, discusión que comenzaba a llegar a su fin, con una Odette que soltaba perladas lágrimas y se deshacía en acusaciones hacia los Ollivander. Hasta que, volviéndose de repente, dedicándome por primera vez una larga mirada, se inclinó para susurrarme muy quedo al oído:


Tú ya estás maldita- su risa fina apenas se dejó oír en la habitación- y verás como él hace ahora los honores a su familia.


No le respondí, porque en el fondo consideré que solo eran pataletas de alguien que se negaba en rotundo a soltar lo que había tenido en vida y asumido como suyo. Pero su risa permaneció un largo rato como un eco en mi mente.


Dolía admitir, que hasta cierto punto, solo deseaba que ambos desaparecieran de una buena vez.


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Desde hace un tiempo la rubia había prometido una visita al hogar de dos personas importantes para ella, pero con las clases, tareas y demás cosas no se había dado el tiempo para hacerlo, la rubia se levantó de su escritorio, dejó las plumas y los pergaminos de lado y vió un papel de color violeta que tenía extrañas indicaciones, pero lo que más llamaba la atención de la rubia era aquella inscripción que decía: …solo aquel que tenga clara su intención puede llegar a su destino…


Tomó el pergamino violeta en sus manos, leyó una sola vez las instrucciones, pero su mirada quedó fija en la última frase y la releyó varias veces antes de guardar el pergamino en su capa de viaje.


La tarde comenzaba a caer cuando salió del castillo Rambaldi, cubrió su cabeza con la capucha de su capa de viaje y se dirigió a donde el pergamino la guiaba, repasó mentalmente como debía llegar, cuando comenzó a caminar por las calles de Ottery vió con alivio que llegaba a ese lugar boscoso que había leído, el sol se estaba ocultando cuando se adentro en el sendero del bosque donde los árboles iban dejando el camino sin luz debido a su crecimiento proximal entre uno y otro.


Por alguna razón metió su mano en el bolsillo de su capa mientras su otra mano tomaba la varita con fuerza y susurraba lumus sin pensar saco el pergamino de su bolsillo y sin abrirlo recordó la última frase, no sabía si funcionaria, pero valía la pena intentarlo, así que se dijo con firmeza -Voy a visitar a mis padrinos, no pasará nada...


No caminó mucho, o al menos eso le había parecido cuando llego a un claro dónde los árboles no crecían tan juntos, fue donde vió la fachada monumental de La Heredad


A pesar de parecer abandono tenía una pinta asombrosa y su arquitectura causaba fascinación a la ojiverde, caminó un poco más hacia la puerta, llamó, pero nadie contestó, la puerta se abrió de repente y aunque la rubia no estaba acostumbrada a entrar sin más algo le impulso a hacerlo...


-Hola? Madrina? Padrino?...


El lugar parecía desierto, la rubia caminó hacia la puerta, pero antes de poder llegar a ella escuchó voces a lo lejos, voces familiares y en vez de salir decidió seguir el sonido llamando a los dueños del lugar -Bel, Garry? Están aquí?


Una segunda puerta de dónde parecía provenían las voces se abrió, no sabía que era, pero algo la insitaba a entrar, probablemente era esas voces conocidas, pero había alguien más con ellos, sin siquiera pensarlo se adentro en esa habitación, la puerta se cerró en cuanto Hannity entró, quedó sorprendida cuando la imagen de dos personas si podía llamarles asi, de color perlado estaban ante Bel Evans y Garry Ollivander y discutían por algo, en ese momento la rubia busco a tientas la perilla de la puerta sin éxito, así que por el momento se quedaría parada esperando, con la esperanza de que ella pudiera camuflarse con la pared.



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"Maldita"
¿Era de esa manera que Odette se consideraba en su no muerte? ¿o sería un pensamiento que arrastraba desde sus tiempos de vida? No podía comprenderlo, y en la imposibilidad de esa comprensión la zozobra crecía en mi interior.
Yo no me consideraba maldita, especialmente porque la relación que tenía con Garry difería de la que Odette y Geirant habían tenido (o tenían). Ellos se habían amado, un amor impetuoso y destructivo a varios niveles, especialmente por Odette que nunca había encontrado la manera de compaginar ese amor con las actividades y obsesiones que todos los Ollivander parecía llevar en la sangre por la fabricación de varitas y docenas de otras ocupaciones.
¿Sería posible que para un ser tan apasionado como lo había sido ella aquella racionalidad de la familia constituyera una maldición?
Para mí no lo era. Era de hecho la complicada mente de Garry uno de las cosas que apreciaba genuinamente de él, aun cuando si hubiesen ocasiones en que pudiese sacarme de quicio, más que su mente, la adopción de ciertas conductas, o su incapacidad de comprender (frecuentemente amparado en sus prejuicios) las acciones motivadas por algo más que la razón. Y quizá fuera por eso que nuestro matrimonio era tan "difícil de entender" como él había mencionado instantes atrás.
Pero esas visiones diferentes que poseíamos también constituían un complemento, donde cada uno podía aportar con su mirada aquello que el otro no era capaz de ver. Esa lógica de trabajo en equipo era el que había hecho que consiguiéramos inusual éxito en los casos en Baker, donde ya conocía de memoria el papel que me tocaba interpretar en ciertos casos, no haciendo falta ni siquiera alguna de sus elocuentes miradas o discretos movimientos de mano como indicación del siguiente paso a tomar.
Si. Habíamos encontrado una forma positiva de relación. Consideraba a menudo que contribuía a ese equilibrio el no tener sentimientos románticos por el otro ¿no podía ser eso la clave para diferenciarnos de los fantasmas que teníamos delante? Especialmente cuando en otros sentidos, si que se había generado cierta dependencia ¿pero en qué lado ésta estaba más pronunciada? No estaba segura de querer conocer la respuesta.
Desenredar los extraños hilos que me conectaban a Garry Ollivander podía llevarme a una reflexión infinita, pero no era eso lo que necesitaba en ese momento, sino encontrar un mecanismo para que esos fantasmas desaparecieren de una buena vez. Pensé entonces en volver a dirigirme a Odette, pero ella, en ese lapso de tiempo por alguna razón se había serenado y ahora susurraba a Geirant cosas al oído de una manera que podía calificarse hasta de "tierna".
Tu parienta es un ser indescifrable Moody- murmuré hacia Eileen, ya rendida de seguir haciendo conjeturas sobre ella o sobre Garry y sus ancestros- oficialmente renuncio a siquiera entender sus jo.di.das motivaciones.
Apenas había terminado de decirlo, cuando nuevamente la estancia retumbó con la voz de Odette, solo que esta vez hablaba tan deprisa que no conseguía alcanzar a escuchar más que palabras sueltas: "nuestro amor" "cuerpos" "segunda oportunidad" "vida". Antes de poder conectar todo aquello, el ruido de la puerta abriéndose me hizo girar la vista en esa dirección, y entonces, estupefacta, vi ingresar a Hannity, la simpática joven que hace unas semanas Garry y yo habíamos adoptado como ahijada.
Hanny...es una verdadera sorpresa.
Me sentía contenta de verla, pero no podía apartar la desazón de estar haciéndolo en semejantes circunstancias. Ella permaneció pegada a la pared, era evidente que la escena ante sus ojos la había hecho sentirse incómoda también, y fue esa visión la que hizo que finalmente, fuera a su encuentro para darle un cálido abrazo a modo de saludo. Y es que si ella había hecho el esfuerzo de venir a vernos, ninguna est****a presencia fantasmal iba impedir que yo la hiciera sentirse como en casa, en familia.
― Me alegra mucho que vinieras a visitarnos- dije, intentando transmitir tranquilidad en la tímida sonrisa que esbozaba mientras sostenía sus manos- Tu padrino ahora mismo está haciendo algo...ehm...necesario- sí, Garry sujetando ese pestilente libro podía espantar todavía más que los fantasmas en el lugar- Y luego tenemos a...
Pero no pude terminar de hacer la presentación de Eileen, porque en ese mismo momento, Odettte, nuevamente fuera de sí se lanzaba contra Eileen ¿pero por qué demonios lo hacía? ¿tenía que ver con lo que había estado conversando con Geirant que no había alcanzado a escuchar con mis simples sentidos humanos? Totalmente confusa y preocupada de lo que podría venir después, me coloqué delante de Hannity extendiendo ambos brazos, casi que en un acto instintivo de protegerla.
¡DETENLA!- fue todo lo que pude decir clavando la vista en Garry, con los ojos crispados de miedo.
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