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Un pizzico di Milano (MM B: 111024)


djvash Asturias
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El momento era muy grato, sus comentarios me hacían sentir muy bien, la comida le había parecido deliciosa, y de nuevo la respuesta se dejó ver su rostro al llegar el postre, mencionó que las manzanas eran su fruta favorita, aquel cambio de último momento lo había hecho instantes antes cuando ví sus labios.

 

Por lo general el tiramisú o el gelato eran lo indicado, pero en esta ocasión no era lo indicado. La observé cómo degustaba el postre, el sabor era exquisito de eso no había duda, cuando cerro sus ojos para deleitarse mis orbes verdes la miraron, de verdad era muy hermosa, cuando hablo nuevamente fue para decir que la sorprendía de nuevo.

 

--Gracias, mereces lo mejor le dije al momento que me decía artista guiñándome el ojo. Mi sonrisa nuevamente era muy grande, la cocina era mi delito y atender a bellas damas mi pecado, siempre daba lo mejor de mi. Sentí sonrojarme un poco, pero seguimos comiendo y platicando.

 

Fue hasta que ella lo pregunto que lo recordé. No habíamos hablado de temas personales. Qué otros secretos tenía me hicieron reír un poco. La mire y di un leve sorbo a la copa que aún nos acompañaba.

 

--Bueno, yo no creo tener secretos le dije sonriendo --mejor dicho pasiones, ademas de atender este local, que es como mi casa, soy jefe del departamento de control y regulación de criaturas mágicas, esa es otra de mis pasiones. Vivo para mi trabajo, tanto en el ministerio como aquí le dije recordando a mis pequeñas criaturas --me gusta viajar, y ya que soy un alma libre lo puedo hacer más frecuentemente. Creo que eso es lo que escondo le dije sonriendo, habría muchas cosas que pudiese decir pero se acabaría la plática, y en definitiva aún no quería que ella se fuera.

 

--ahora dime, cuáles son tus secretos la miraba atento, era momento de saber más de ella, ya la plática iris revelando más gustos culposos que tuviéramos.

 

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Escuche atentamente como enumeraba sus gustos y sus pasiones, los viajes, las criaturas mágicas, cocinar, su trabajo en el ministerio, de pronto me sentí mejor, aquellos días entre tantas cosas me sentía algo agobiada y ahora que conocía a alguien que estaba prácticamente igual que yo me hacía sentir más ligera.

 

 

--Ahora dime, cuáles son tus secretos – pregunto en el mismo tono que yo había utilizado anteriormente, por lo que solté una suave risa antes de responderle.

 

 

--Bueno pues empezare por decirte que tiene poco que volví al pueblo, pase algunos años de viaje, tengo un par de hermoso castillos- comencé a relatar- también trabajo para el ministerio, pero en el departamento de Cooperación Mágica Internacional, así que tal vez nos topemos algún día – hice una pausa para dar un nuevo sorbo a mi copa – Tengo un hotel en el callejón, soy fanática de la moda muggle por lo que estoy pensando en abrir una boutique- continúe mientras me llevaba la mano a la barbilla pensando en que más contar.

 

 

-Tengo unos mellizos de 10 años, y otros algo mas crecidos- dije volviendo a reír- Un Aethonan, en los jardines del castillo Lestrange- mencioné recordando su gusto por las criaturas mágicas- Tengo también un lobo huargo que por cierto debo registrar, así que sospecho que muy pronto necesitare de tu amable atención…- pensé un segundo por si me faltaba algo más- Estoy tomando un conocimiento en herbolaria, y creo que con eso terminan mis “secretos” -admití guiñándole un ojo y sonriéndole.

 

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La escuché mientras me decía las cosas que tenía, dos csstillos, había vuelto hace poco, tenía dos pares de mellizos, un Aethonan y un lobo húngaro, estos debía de registrarlos, sonreí nuevamente. Finalizó mencionando sobre el hotel spa y si boutique que quería abrir.

 

--Vaya, si que tienes muchas cosas le dije recordando que también trabajaba en el ministerio. --creo que si enlisto la cantidad de criaturas que tengo no terminaría, por eso solo puedo decir que son bastantes. Debería de conseguír un lugar más apropiado para ellas mencioné recordando que todas estaban en un cubo que estaba agrandado en su interior.

 

--Espero algún día me recibas en tu spa, creo que necesito un masaje relajante comenté de manera pícara, aunque era verdad necesitaba un buen descanso. --Por lo que escucho eres casada[/color ] le solté sin precauciones.

 

Sonreí nuevamente y un sorbo de vino fue a mi boca nuevamente. Aunque no me lo había dicho suponía era correcto, ya que tenía hijos, aunque por otro lado yo también los tenía muy grandes y los cuales me creían muerto, por lo que no los busque ahora que regrese después de tanto tiempo, y, yo no era casado.

 

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¿Casada? solté una suave risa ante aquella afirmación, la verdad es que hacia mucho que nadie me preguntaba aquello tan directamente, quizás si tenia pareja, pero casada jamas, me mire la mano de manera inmediata y no, no había una sortija que lo hubiera hecho pensar de esa manera, quizás por la mención de los niños, por que no se me ocurría otro motivo.

 

 

- En cuanto a lo del Spa esta completamente a tu disposición cariño-- afirme respondiendo a la primera pregunta- Es un lugar hermoso y veras que ya sus masajes son memorables- admití guiñándole un ojo- Después podría pagarte el gesto de esta deliciosa comida, aunque no cocinaría yo por que entonces tal vez enfermarías- Solté una suave risa mientras acomodaba un rizo tras la oreja en un gesto muy mio. Me tome algo de tiempo para responder la otra pregunta.

 

 

 

-¿Casada dijiste?- pregunté mientras el asentía suavemente- En realidad soy divorciada...- afirme mostrando mi mano para que viera que no había un anillo en ella- Una larga historia, he de decirte que mi vida amorosa es algo...- me tome un momento para pensar en el termino, no mucha gente podría entender que hubiera pasado media vida enamorada de mi hermano...- es rara y poco convencional Vash...no se si lo entenderías, pero mi vida ha sido siempre complicada en muchos aspectos, empezando justo por el aspecto "romántico"- suspire y baje la mirada hacia el mantel, aquel tema era difícil de explicar.

 

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  • 2 semanas más tarde...

Kaori.

La noche había caído casi por completo y como era de esperarse la temperatura descendió varios grados, el invierno estaba a la vuelta de la esquina. Kaori acomodó su túnica azul de tal forma que la protegiera de la fría brisa, luego de un día un poco ocupado en el trabajo le apetecía dar un paseo por las calles del Diagón, observar las vitrinas de los locales, pero, sobre todo, maravillarse con los adornos navideños.

Varios minutos más tarde la idea que había tenido ya no le parecía del todo buena, sus manos estaban heladas al igual que su rostro, tenía frió, tanto que lo que más deseaba era un chocolate caliente y porque no, un buen abrazo de cierto mago de cabello castaño > Pensó mientras abría la puerta de un restaurante. El ambiente cálido del lugar la reconforto.

Ensimismada en sus pensamientos y en lo mucho que extrañaba a su novio, no reconoció el lugar al que había entrado y tampoco prestó mucha atención a las personas que ahí se encontraban, lo único que deseaba era un chocolate caliente y distraerse un poco antes de volver a casa. Se acercó a la barra y mientras se quitaba la túnica dijo.

―Buenas noches, un chocolate. Por favor ― arregló la prenda que se había quitada en el respaldar de la silla, dejando ver que la bruja iba vestida con un buzo de lana blanco con rayas azules que se ajustaba a su figura, un pantalón de mezclilla y unos zapatos de tacón.

―Enseguida… señorita Kaori ―dijo la voz chillona de un elfo. Fue en ese momento que la bruja se dio cuanta a donde había entrada > susurró la pelinegra mientras con la mirada buscaba al dueño del local. El elfo ya había desaparecido en busca de su pedido y ella no sabía si quedarse o marcharse.

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Ulric y Soren en el local

 

El elfo acomodaba las cosas en la barra, Paolo se había ido a descansar y Ulric estaba limpiando el segundo piso. Los elfos trabajaban arduamente para dejar el local limpio. Esperaban a djvash para darle la ayuda, ya que últimamente no estaba bien. Pero algo interrumpió sus labores.

 

Tanto Ulric como Soren se preocuparon un poco al ver que un cliente entraba al local, aunque ellos se encargaban de limpiar por lo general no preparaban buenos tragos. O no como Paolo o el dueño. Para su buena suerte la joven que se acercó era una conocida.

 

Pidió un chocolate y Soren que estaba en la barra la atendió. Al parecer la chica se había sorprendido del lugar al que había entrado. El movimiento de su cabeza indicaba que buscaba a alguien. Ulric en la parte de arriba no le quitó el ojo para nada.

 

Soren: Su chocolate señorita Kaori, no debe de preocuparse, él amo no está en el local, mencionó negando con la cabeza Soren: últimamente ha estado algo distante, Soren no debe decirlo, pero está preocupado por él amo, está algo raro

 

Las palabras del pequeño elfo llegaron a oídos de Ulric quien bajo rápidamente.

 

Ulric: Madame no haga caso de este elfo, está algo cansado, le pido una disculpa hizo una reverencia prolongada Ulric: Se le ofrece algo más? preguntó empujando a Soren a la puerta de atrás con los pies. Ya habían hablado de más y eso ameritaba un castigo, aunque djvash nunca se lo diera el elfo más grande se encargaba de recordarle al pequeño que decir y que no.

 

Ulric: Si se le ofrece algo más llame por favor le dijo dejándole una campanilla y entrando a la cocina con Soren.

 

djvash llegando de la calle

 

 

Habían pasado ya varios días desde la última vez que pise el restaurante, todo a causa de las labores ministeriales y uno que otro escape nocturno, desafortunadamente estas noches solo eran para perder los pocos galeones en algún otro negocio. Últimamente estaba muy frustrado las cosas se habían salido de control, y yo no me encontraba bien.

 

El local estaba abierto, probablemente Ulric y Soren lo atendían, Paolo era seguro ya había partido a descansar. Esperaba no encontrarme a nadie, no en las condiciones que estaba. Suspiré al llegar a la puerta. Un resoplido salió de mi boca, dudaba en entrar quizás porque Soren ya me había estado cuidando de más, y verme así no le hacía bien.

 

Levanté la mirada nuevamente, lo mejor sería pasar directo hasta la oficina, ahí nadie me molestaría una sonrisa se dibujó en mi rostro. Las últimas noticias me habían dado una vuelta de 360° en todo lo que pensaba hacer. Sacudí un poco el pantalón y me acomode la camisa, de cualquier modo debía de estar medio presentable, entre al lugar y para mí sorpresa no estaba solo.

 

Caminé sigilosamente y fui en dirección a la sala VIP, no podía entrar a la oficina que estaba en la cocina sin pasar por la barra, y en las condiciones que venía no era recomendable. Lo mejor sería ponerme presentable en aquel lugar antes de atender a los clientes. De verdad me había descuidado mucho.

Editado por djvash Asturias

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Kaori.

El elfo no se tardo nada en traerle su bebida, la puso sobre la barra en frente de ella. La pelinegra apenas había dado un sorbo de su bebida caliente, ya que lo que el pequeño que lucía bastante preocupado, le comentaba la inquieto un poco. Recordó como lo vio en la fiesta de su prima, se veía bien, aunque un poco triste.


―El chocolate esta bien… gracias ― le respondió al otro elfo que apareció de la nada con la intención de que el pequeño Soren dejara de hablar.

Lo que el elfo le había comentado se quedo rondando en su cabeza y por alguna razón empezó a pensar que quizá ella tenía algo que ver, distraídamente siguió bebiendo de su chocolate hasta que el ruido de la puerta abrirse llamo su atención, eso y que al parecer la persona que entró no estaba del todo bien, chocó con varias de las mesas y se dirigió hacía la zona VIP. Era DJ, el dueño del local.

―… déjalo… no es asunto tuyo… ― se dijo en voz baja tratando de ignorarlo ―es un amigo… ― añadió luego de un raro, dejó la taza con el chocolate a medio beber y se apresuró a seguirlo, tenía miedo de que se lastimara al bajar las escaleras.

Al parecer iba pasado de copas y en ese estado, por experiencia, uno cree que no hace ruido al llegar a un lugar cuando la realidad es completamente diferente. Cuando lo encontró no había llegado ni al cuarto escalón.

―Dj… ― dijo acercándose hacia él ―Yo te ayudo… ven… ―él era muy grande para la pequeña Kaori, pero esta se las ingenio para sostener su cuerpo y ayudarlo a bajar.

El olor a bebida era muy fuerte, moría de ganas de preguntarle que lo había llevado a beber si apenas era mitad de semana, pero se contuvo. Ahora lo que importaba era llevarlo a un lugar seguro y darle un poco de café para que se le pasara un poco el efecto del licor.

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Levanté la mirada cuando bajaba los escalones, escuché la voz de una persona, no podía creer que en este preciso momento y en esta situación ella estuviera aquí, me ayudó como pudo para llegar a la sala VIP, toque la entrada con Zharr y la misma se abrió.

 

--Estoy bien, gracias por tu ayuda le dije algo entre molestó y apenado, como era posible que ella estuviera aquí y me ayudara --No te preocupes, es pasajero

 

Le dije sonriendo, no sabía que tanto emanaba el olor a alcohol, me di la vuelta en la barra y entre a un pequeño cuarto, me sentía de verdad molestó por como me había encontrado. Ese pequeño cubículo era como un mini vestidor. Poco a poco me fui retirando la ropa, el saco, la corbata y la camisa fueron las primeras prendas que me retiré.

 

No supe si había cerrado la puerta, el efecto de noches en vela me estaba afectando. Suspiré mientras me ponía un poco de agua en el rostro. --Espero te estén dando un buen trato le grité, para tratar de que me escuchará. Me quedé callado esperando su respuesta mientras me colocaba más agua, en esta ocasión el agua resbalaba por mi cabeza.

 

--Que te trajo por el local??

 

Le pregunte aún remojando mi cabeza, tendría que tomar algo de café pronto para evitar el malestar en la cabeza, o en su defecto tomar un trago más para entrar en sintonía.

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Kaori.

No tenía que leerle la mente pasa saber que no le hizo ni pizca de gracia que fuera a ayudarlo > pensó sin dejar de caminar hasta que llegaron a la barra. Le aseguro que estaba bien y que era pasajero, le creyó la parte de que era pasajero, al siguiente día tendría resaca y pasaría, pero la parte de estar bien, no se la creyó y no solo por el estado en el que estaba, sino por lo que el pequeño Soren le había contado.

Lo vio entrar en un cuarto pequeño que al parecer hacia las funciones de vestidor y sin cerrar la puerta empezó a desvestirse. A pesar de que ya lo había visto sin camisa, las mejillas de la bruja se tiñeron de un suave rosa. No podía negar que era muy apuesto y que en otras circunstancias sin duda hubiera seguido mirando, pero en ese momento, se sentía incorrecto.

―Si, tus elfos son un amor, en especial Soren ― Le respondió la pelinegra levantando un poco la voz para que la pudiera oír, dentro del vestidor se escuchaba el agua correr.

Ya lo había ayudado y dado que su presencia no la sintió del todo grata para el mago, la bruja pensó en retirarse, había dado un par de pasos cuando nuevamente la voz amortiguada del mago se hizo escuchar, esta vez preguntándole que la traía por el local.

―Un chocolate caliente… ―respondió con sinceridad ― Sali del trabajo y hacía mucho frio, nada mejor que un chocolate para quitar el frio…― divago mientras intentaba contener su curiosidad, fracasando miserablemente.

― No sabía que eras de los que bebían entre semana ¿alguna ocasión especial? ¿Matar alguna tristeza, tal vez? ― pregunto. Sin darse cuenta había regresado hasta la barra y se sentó a esperarlo.

Kaori hubiera pasado detrás de la barra, buscar algo para prepararle y que se le pasara un poco el efecto del licor, pero aquel no era su local y por la actitud del mago, verla ahí no le era nada grato, así que opto por quedarse donde estaba.

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La escuché decirme que después del trabajo, se le había ocurrido que un chocolate caliente era lo indicado para el frio, justo en el momento que me secaba la cabeza, al parecer el agua había hecho su efecto me sentía mejor, salí del cubículo sin camisa, había olvidado que estaba acompañado, a final de cuentas ella me conocía y yo me sentía en casa.

 

--Pues, creo que no hay fechas especiales para beber-- le dije sonriendo y llegando a la barra con la toalla sobre el cuello, continúe hablando --no creo que tenga alguna tristeza que matar, no cuando sabes que estás solo le dije sonriendo y empecé a preparar un ruso blanco, hasta ese momento recordé que aún tenía el torso descubierto.

 

--Es bueno verte por aquí, le comenté dándole un sorbo a mi bebida --te sirvo algo?? le pregunté sonriendo --O alguien te espera??

 

Le dije mirándola a esos ojos, esos ojos cafés tan oscuros que podrías confundir con el negro de la noche, si no hubiese sido por aquel beso que nos dimos en el parque acuático no le reconocería el color. Suspiré esperando una respuesta de su parte.

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