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reciclaje pues...vamos a ello...seguire entrenando


Lestat Rambaldi
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Caminaba por el bosque, hacia mucho que necesitaba tiempo para pensar y ese era el momento, a lo lejos quedaba el bullicio de la ciudad, dio muchos pasos, las horas parecian quedar atrás,entonces cayendo en cuenta lo alejado que estaba de la civilisacion, miró al frente para orientarse, miro a su alrededor, era un lugar que no conocia, había encontrado dos bifurcaciones, no sabia por donde ir hasta que muy dentro en el, sus sentidos le decia que fuera hacia el lado derecho, ese era el camino correcto y así lo hizo...

 

Aquella tarde Lestat había salido muy temprano a caminar,sus pasos no tan rápidos lo habían llevado mas allá de la ciudad hacia los árboles verdes de aquel espeso bosque, no tenía miedo, solo curiosidad de conocer nuevos lugares y desde que se había mudado a la ciudad nunca había pasado por aquel lugar.

 

Su torso cubierto por una simple sudadera ya estaba empapada en sudor así que decidió quedarse semi desnudo y dejarla a un lado del camino,las horas habían pasado y solo el trinar de los pájaros se escuchaban alrededor, cuando caminando por el sendero de la derecha consiguió un lugar algo cálido y plano, como un cementerio de árboles, al parecer aquel lugar había sido talado hacia un tiempo, solo una cama de hojas secas cubría el suelo a unos 20 metros a la redonda siendo acompañada con alguna maleza no más alta que una taza y que visualmente solo parecía una gran cama acolchada dentro de todo el espesor de aquel macizo verde natural un árbol caído y algunas piedras medianas alrededor.

 

Respiró profundo sintiendo el aroma de la naturaleza cuando de pronto algo se movió mas allá, Lestat frunció el ceño ¿acaso no estaba solo?, de inmediato sacó su varita, caminó colocándose a unos 6 metros de cualquier árbol o roca lo suficientemente grande teniendo solo alrededor espacio para la lucha.

 

 

-Sectusempra-Grito apuntando directo a la primera persona que apareció frente a él,entre las sombras no pudo ver su rostro pero si vio el rayo salió directo a su cara con bastante puntería, si golpeaba con su objetivo seguramente le haría terribles marcas sangrantes que si no curaba a tiempo ademas de dejarle una fea cicatriz seguramente lo mataría al desangrarse...Ahora el myrddin se preguntaba¿ lo seguia un amigo o un enemigo?, hacia mucho no luchaba ¿pero aceptara el duelo aquella persona?...era comun en épocas pasadas ahora solo era cuestion de morir o vivir...

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- ¿Enserio? ¿Torso desnudo en un bosque? ¿Estamos en un bingo de clichés que no me enteré? Tu cara me suena de algún lado. O capaz no. Creo que podría desquitarme con un neutral esta tarde.

 

Soltó una pequeña risita debajo de su máscara. Era de madera con algunos detalles en cobre. Lo cubría casi completamente, sin que se le vieran los característicos ojos azules, ni su barba cobriza. Una capucha también cubría parte de su identidad física. El sobretodo era holgado, dejándole un perfil más cuadrado, parecido a un armario negro alto. Por debajo llevaba una camisa, pantalones largos y unas gruesas botas.

 

Se encontraba al otro lado del claro, dejando de lado el borde de árboles. Así, se encontraba a unos seis metros de unas rocas y árboles talados, marcando como la mitad entre el fenixiano y él. Cuando vio que el destello verde salir desde la varita de su contrincante sabía que era una invitación para la batalla.

 

Levantó la mano y pensó en unas Necrohands. Así, dos manos fantasmales salieron en la mitad de la línea de recorrido para detener la maldición. Orión comenzó a caminar hacia Lestat negando levemente y chasqueando la lengua. Las manos lo protegieron perfectamente. Movió el brazo, indicándoles su nuevo trabajo. Una de las manos tomaría los dos brazos de Lestat, aprisionándolo por detrás, mientras que la otra cubriría todo su cráneo, impidiéndole una buena visión y la posibilidad de pronunciar hechizos claramente.

 

Movió rápidamente la varita, como si se tratara de un látigo e invocó doce medialunas tras pensar en un Seccionatus. Estas viajarían directamente a su cuerpo. Si llegaban a impactar, ya estarían en el cuerpo de un fenixiano completamente inmovilizado. Eran doce, cuatro o cinco quedarían en su cuerpo seguramente.

 

- Estos duelistas y su dependencia al Sectusempra.

 

El escenario era uno de los más aburridos en los que había batallado. Pero bueno, tampoco podía decir mucho que él también estaba por esos bosques de casualidad. Fue la lectura de su té que le indicó de estar cerca de ahí. Nunca desconfiaba de ellas.

 

Terminó por adoptar postura de batalla.

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El myrddin no espero mucho tiempo en darse cuenta de quien era aquel hombre que oculto tras una mascara usaba su varita para defenderse de su rayo, era un mortifago quizas jamas se espero ver uno después de tanto tiempo pero el fenixiano solo sonrio...las manos fantasmales lo protegieron y luego aparecieron a mi alrededor. sentí que me entorpecian...aquellas manos fantasmales eran un fastidio pero tomado por los brazos mostraria un poco de debilidad sabia que eso excitaba un poco a aquellos canallas, actuando desesperacion fui tomado por la cabeza de igual manera pero aun podia respirar, estas podian entorpecer mis movimientos pero habia algo que no podian entorpecer y era mi gran valor y coraje.

 

En ese momento aquel mago volvió a apuntar su varita y de esta salieron 12 medias lunas, pero el castaño tenía todo preparado, el myrddin solo se concentró llevo su poder interior desde cada partícula de su cuerpo y cuando ya las medias lunas estaban muy cerca hizo explotar todo su poder pensando en un-Proyeccion magica- El empuje lanzo las cinco o seis medias lunas que quizás le harian alguna herida considerable y salieron disparadas en distintas direcciones y como el empuje mágico había funcionado de maravilla lestat aprovecho el hueco que había quedado para escapar de aquellas manos...

 

ya pudiendo hablar pues el efecto rápido de la onda magica alejaba a las manos fantasmales por unos segundos aprovecho y dijo:-corpus patronus- de su varita miles de hilos plateados formaron a una criatura colosal, un rinoceronte blanco de casi cuatro metros de envergadura que inmediatamente se coloco luego de su creación por encima de lestat que agachado observaba como las manos fantasmales ahora sostenían a el animal plateado creado por el patronus corpóreo.Simplemente el animal estaba ahora en el lugar donde lestat un segundo atrás se encontraba, ahora lestat podía ver a su rival desde las patas delanteras del rinoceronte un poco agachado por su tamaño y magestuosidad.

 

Era momento de demostrar todo lo que habia aprendido en los ultimos años y practicar despues de tener tanto tiempo libre el usar su varita para darle una leccion a aquel mortifago realmente seria un placer.

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De la posición de batalla y justo cuando vio como las medialunas perdían la velocidad por el efecto de la Proyección Mágica, entendió que debía atacar devuelta. Giró un Moviendo la varita, nuevamente como un látigo realizó su movimiento. Sus ojos brillaron. Estaba listo para el siguiente movimiento.

 

- Fuego Maldito.

 

De la punta de su varita salió despedida un águila de fuego que iluminó principalmente su cara. Esta tomaría cierto vuelo y atacaría por la espalda a Lestat. El impacto dependería de la siguiente acción del fenixiano. Fue cuando realizó el Corpus Patronus, que el Yaxley sonrió debajo de su máscara. Volvió a su posición de ataque.

 

El sol comenzaba a caer. Como haría su contrincante dentro de poco.

 

El Myrddin invocó un Corpus Patronus. Una invocación. Tenía que pensar rápido. La muñeca del Mago Oscuro giró. Las manos encontrarían un nuevo contrincante. Si bien, el invocador estaba ubicándose por detrás del animal, Orión quería sacarlo de la ecuación. Soltó una risita cuando vio a un rinoceronte de cuatro metros de ancho. Los machos llegaban hasta el metro ochenta. Pero bueno, era de gran envergadura… en términos de ancho. Una de las manos lo tomó desde las patas traseras y la otra, de las patas delanteras. De un solo movimiento lo sacaron de rango, llevándolo a unos cuatro metros.

 

El fuego maldito había impactado, hiriéndolo para consumirse en su torso desnudo. Cambio de daños pensó. Bueno, sin que él tuviera daños.

 

Su ataque no había terminado, de todas maneras.

 

- ¡Vitae!

 

Su varita vibró. Los pantalones largos del Templario cambiaron rápidamente de forma. Le crecieron pelos y unos filosos dientes en lo ancho de la cintura. En los ejes laterales se separó, formando como una estrella de cuatro puntas. Ojitos salieron de los bolsillos. De estos brazos, el lethifold improvisado atacó directamente a su cuello, donde tres extremidades se enroscaron fuertemente de su cuello. La cuarta buscó meterse directamente en su boca. De esa garganta no iba a poder salir voz alguna.

 

- Déjate morir.

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Fueron solo segundos cuando de repente un águila de fuego golpeo con mi humanidad, el dolor y picor de la quemada me hizo doblar un poco pero reprimí el grito para no demostrar debilidad, en el pasado había sufrido heridas mas difíciles y aquella no lo dejaria.

 

-La ira y el odio no te llevaran a ganar-...dijo el myrddin respirando y apuntando su varita a la varita de orion. limitate. Su varita vibro, estaba seguro que desde ahora sus hechizos quedarían un poco limitados y sus rayos e invocaciones casi nulos... y pues era cierto aquel hombre intentaba crear un vitae de mis ropas pero nada sucedió aquel hechizo no funcionaba con la ropa de los magos solamente funcionaba en objetos de alrededor.

 

la piel enrojecida me ardía apunte con mi varita y pensé en un episkey que inmediatamente me curo de la herida del fuego maldito, ahora no necesitaba curarme en el siguiente movimiento pues lo habia hecho lo mas rápido que pude, una curación de emergencia que alivio el dolor y una fea cicatriz quedó en su lugar, aquel seria una de las tantas marcas de las batallas.

 

Las batallas eran simplemente una de las cosas q le encantaba pues era en el fragor de esta donde aprendia cada una de las heridas eran simples trofeos para el fenixiano, ya el dolor se había ido y el castaño miro a aquel mortifago con una sonrisa en su rostro, quizás aquella sonrisa era un desafio pero lestat sabia que era una sonrisa de pena al ver que aun ocultaban sus identidades, eran unos cobardes...

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Había quedado esperando a que el vitae haga absolutamente algo. Pero nada. ¿Desde cuándo no afectaba a la ropa de los magos? Eran objetos inanimados. Ni que el contacto con la piel fuera un limitante ante aquel tipo de magia oscura. Sintió una vergüenza dentro suyo. Capaz lo iban a tildar por usar magia gitana, y bueno, ese era el tipo de resultados. Frunció los labios debajo de su máscara. Finalmente, Orión le dedicó una mirada desaprobadora hacia su varita.

 

- Vamos a tener una conversación seria entre nosotros dos.

 

Ahora miraba a su contrincante. Dijo algo sobre la ira y el odio, pero no lo entendía. Entrecerró sus ojos azules.

 

- Pero si acá, el que lanzó el primer ataque no fui yo. Me parece una falta de respeto de tu parte.

 

Lestat quiso conjurar un limítate, que bueno, no salió porque… ¡no lo dijo! Y es de noción común que un hechizo verbal necesita ser pronunciado, básicamente. Negó con la cabeza. Una acción desperdiciada por su contrincante. Suspiró. Eso de aguantarse el dolor frente al resto era bastante tonto. Se encogió de hombros dentro suyo. Había cosas que nunca cambiaban.

 

- Sectusempra.

 

Agitó su varita como un látigo y desde la punta de la misma un resplandor plateado salió disparado. El objetivo era el pecho de Lestat que todavía tenía la espalda ardida. Otra colección de cicatrices no venía mal. Negó con la cabeza. Su corpus patronus finalizaría en el próximo turno. Levantó las cejas al ver que, luego de su rayo, el fenixiano había decidido curar sus heridas con fiel episkey.

 

Sonrió de lado. Era su oportunidad. No quería usar ese tipo de hechizos, pero lo había desafiado.

 

- Séneca.

 

El próximo hechizo del Myrddin tenía la posibilidad de ser un verbal, pero luego, su garganta quedaría completamente seca. Ningún tipo de sonido coherente podría salir de su cuerpo, que ya estaba sufriendo la magia oscura. Su varita vibró ante el hechizo, indicando la efectividad.

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Aquel duelo de verdad me estaba confundiendo un poco ¿habia dicho que solo había pensado el limitate y no habia pronunciado nada?, eran errores que seguramente con tanto tiempo sin un duelo pasaban esos pequeños errores en el fulgor de la batalla. Sonrio pero no fue lo único que pudo hacer.

Aquel mortifago realmente estaba dando razones para pasársela bien, de verdad se estaba divirtiendo.

 

-Aqueora- dijo Y una capa de agua lo cubrió desde los pies a la cabeza, fue entonces que el sectusempra que venía recorriendo los metros que los dividía fuera absorbido por la masa de agua. Además de eso la luz del aqueora terminara de curar sus heridas, si aun le quedaba algun dolor enseguida desapareceria y sano y salvo inmediatamente miró a el mago.

 

-Creo que ya el entrenamiento ha terminado..¿quieres ir en serio?-

 

pero lestat no termino de hablar cuando su boca comenzó a secarse.

 

-Finite incantatem- dijo a duras penas apuntando a su boca haciendo que el efecto del seneca terminara y pudiera continuar lanzando hechizos verbales.

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Orión contuvo una risa. Hacía tiempo que no veía un Aqueora. Pero al menos en esta, el hechizo era un poco más servible. Una fina capa de agua cristalina cubrió al fenixiano a un metro de él. El sectusempra encontró el fin en ese punto. Entrecerró los ojos, podía ver claramente la figura de su contrincante y su ropa. Sabía que nada podía atravesar esa protección, pero, los efectos, sí. No había ningún tipo de magia que

 

Pegó un par de saltitos de un pie para el otro. Estaba a punto de entrar en modo batalla. Sentía su tercer ojo queriéndose abrir. Capaz… ¿Capaz era eso lo que le faltaba?

 

- Morphos –sisseó.

 

Los pantalones que antes quería transformar en un objeto vitalizado ahora cambiaban de forma. Una mamba negra de las mismas dimensiones que el material transformado se retorció en el cuerpo del Myrddin. La segunda serpiente más letal para el ser humano. Territorial, al ver que estaba en contacto con un humano, enrollado en la cintura, inyectó su veneno rápidamente en la pierna derecha.

 

Luego siguió la segunda acción de Lestat que no había entendido bastante bien. Capaz era la distancia. Se encogió de hombros. Tras aquel movimiento, el Aqueora dejaría de existir. Sus ojos azules brillaron ante la luz que se colaba por la máscara. Su identidad seguía intacta.

 

Como si fuese un latigo, movió con celeridad su varita.

 

- ¡Sectusempra!

 

Nuevamente, otro rayo salió disparado de la punta de su arma de madera. Al recorrer la distancia que los separaba impactaría en el cuerpo del fenixiano para dejarlo sin sangre.

 

- ¿Entrenamiento? Pensé que ya habías dado todo de ti.

 

Con el veneno de la serpiente ya en su cuerpo y un rayo en camino, Lestat tenía que planear bien sus próximos movimientos. A Orión le quedaba esperar.

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