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Rachel Ravenclaw
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Castillo Lockhart

 

¿Sorpresa?

 

Me encantaba, hacía un tiempo tuve la suerte, bendición y locura de ser adoptada, por mi mami Ra-chan y mi papi Noah-chan, las cosas no pudo a ver sido mejor, jamás me imagine sentir amor… de padres (?) realmente era algo raro, nunca había tenido tiempo de conectar con alguien de la forma que lo había hecho con ellos, pero me encantaba… me hacía feliz y me llenaba de ENERGIA.

 

La nota de mamá me hizo levantar de la cama, no vivía por ellos, no porque no me gustara, pero había preferido quedarme con Cye-sama, mi prima me había recibido justo en esos momentos que no tuve ni un silbato que sonar, así que disfrutaba estar de su lado y de princesa-chan, además que allí algunas travesuras que debía explotar todavía.

 

Me puse mi mejor vestido rosa con negros y unos lentes morados que tenían unas orejas de conejo ¿qué como había conseguido tenerlo? ¡Fácil! Hice que mi primito rojo me lo hiciera, a ver… abusar de él jamás había sido un problema, es más… ahora que venía al cuento.

 

-ROJITO-CHAN VAMOS AL REFUGIO ASKAR – le ordené con gritos, era mi cumpleaños y me merecía ser mimada, escuchada y alabada… ¿no es cierto? Bueno, exagerar nunca está mal – Mi escoba se rompió en el último viaje, me tienes que llevar con la tuya... o bueno teletransportandome, o pidiendole a cualquier ser magico, pero me tienes que llevar– agregué inflando las mejillas, los errores de calculo siempre pasan.

 

Hoy cumplía aniversario con mi demonio, así que Etrigan estaba silencioso, siempre era así, quizás le recordaba cuando nos encontramos, su guerra y todas esas cosas triste que le hago olvidar con mis gritos. Hasta que convencí a primo Alexander me fui, no fue difícil, ni siquiera había tenido que llorar, era tan fácil manipularlo… pobresito jijijijij

 

Refugio Askar.

 

Llegamos delicadamente, ahora entendía como se me había partido la escoba, quizás a veces la velocidad no era tan buena idea… Observé el sitio al detalle, era curioso, me gustaba aunque… ¿por qué me parecía extraño? me daba un recuerdo de algo lejano, aunque no era extraño, e viajado por muchos sitios, quizás en algunos de ellos estara.

 

-Mami!! Papiii – grité feliz, para abrir la puerta ¿educación? Ahí se fue con el pájaro que planeaba directo al norte, es que estaba muy emocionada, tenía tiempo que no los veía, así de frente, que pudiera abrazarlos y decirle que ¡¡los amaba mucho!!!. Salté muy feliz, me encantaba hacerlo, aunque estuve a punto de quemar algunas cosas, no había previsto que soltaría fuego.

 

-Deja mis poderes tranquilo – me gruño Etrigan, yo no había hecho nada, él había sido el descuidado, le guiñí para después reirme - vamos hoy es mi cumpleaños hazme feliz - le pedí divertida y con eso ¿Se calmo? o quizás ya no queria hablar conmigo.

 

@@Noah Lockhart

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Noah-chan! Aki-chan!Hades-chan!!!

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Alexander se encontraba en su habitación meditando, cuando un ruido le obligó a levantarse bruscamente, no se imaginó recibir la visita de la pequeña Mikaela, todavía no le había entregado el regalo, hasta pensó que sería debido a ello que había hecho acto de presencia ya que le había prometido que sería algo lindo, pero cuando escuchó su explicación quedó por completo asombrado.

 

-Dame un momento – aunque no pudo evitar reírse, recordando el día que la pequeña le había mencionado que había roto la escoba, se le paralizó el corazón pensando que se había hecho daño, pero en cambio llegó con madera en una mano y por otro lado cubierta de ceniza, posiblemente Etrigan le había ayudado a aterrizar.

 

-Si, te llevare tranquila Mikaela… - respondió gentilmente, no iba a negarse, después de todo era el hermoso cumpleaños de la pequeña Lockhart, aunque usualmente estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por la menor ya que eso no había cambiado desde que se habían conocido ya hace varios años atrás.

 

Tomó su chaqueta, su pequeña lechuza en su cabeza que estaba dispuesta a acompañarlo y por último propia escoba quizás podría enseñarle un poco en el camino, la menor siempre se había arriesgado a hacerlo a su manera y no había permitido que nadie le enseñara, quizás después le pediría a su hermano Noah, que le ayudara para convencer a Mikaela para tener clases de vuelo.

 

 

El Refugio Askar

 

Después de varios minutos ya se encontraban en el refugio, habían tenido un vuelo tranquilo, como le gustaban al pelirrojo, aunque su único inconveniente fue cuando la pequeña quiso dar volteretas, por suerte la convenció de no hacerlo.

 

-¡Mikaela! Calma, no puedes hacer eso – le intentó detener, aunque el refugio Askar era otro hogar para ellos, era la primera vez que iban, ya que por diversas razones no se habían aventurado a pasar – ¡fuego! ¡Calma! – le pedía preocupado cuando vio las primeras llamas.

 

su lechuza An no se había quedado atrás, había entrado a gran velocidad dentro del hogar a buscar a alguien debido a que la pequeña ave blanca se imaginaba que si nadie recibía a la pequeña podría prender fuego a la casa, en pocos segundos se consiguió con la figura de una dama, posiblemente la matriarca de la familia Askar y madrina de su dueño, la señorita Rachel a quien decidió colocarse sobre su cabeza.

 

No había nada que hacer la emoción era demasiado grande dentro de esa cuerpo tan pequeño, Alexander llevaba mucho tiempo pensándolo, pero realmente esa pequeña niña siempre llevaba gran felicidad a donde fuera, aquello no había cambiado en lo absoluto.

 

-Discúlpenos, estamos pasando – sonrió, con tranquilidad para pasar con total confianza, ya no había forma de recuperar el daño que habían causado con su entrada,.

 

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Editado por Alexander Fox

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Después de haberse reencontrado con su padre en el castillo, aunque mas bien parecía que se estaban conociendo, se fue a la nueva casa. Desde hace varios días había llegado a vivir alli, se había cambiado por motivos personales ademas le hacia muy bien compartir con su madre. El día pintaba muy bien pues había estado casi toda la noche escribiendo una carta, para su hermana pues le costaba mucho decir las cosas, aun así al pensar que escribir una carta le seria fácil le tomo mas tiempo de lo que el imaginaba, para cuando eran las 6 de la madrugada dejo a un lado lo que llevaba escrito y fue a por algo de comer a la cocina.


No había casi nadie por alli así que al obtener lo que buscaba volvió a su habitación, aun no se acostumbraba pues el sitio era muy nuevo para el, ni tiempo de ir a recorrerlo había tenido pues había estado algo ocupado con los estudios. Miro sobre el escritorio aquel lejano papel, tenia que apresurarse si queria que saliera bien lo que estaba escribiendo, no es que no la conociera pues ya había hablado con ella pero sentía que debía conocerla mas, por eso se le había dificultado escribir. Dejo caer la pluma sobre la mesa y luego su cabeza por que se le hacia tan dificil aquello.


Pasaron unos buenos minutos antes de escuchar como sonaba la puerta, miro a esta para luego decir que quien fuera pasara, uno de los elfos le indico que era llamado por su padre, sonrió para luego despachar al elfo, se cambio sin mucha prisa y luego tomo lo que tenia sobre la mesa para a continuación volver a la cocina donde se imaginaba que ya habría alguno que otro de la familia.





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#QuieroSerGanster


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Racks se encontraba en el jardín del Refugio, regando su Planta Piraña, era un bonito día para estar manos a la siembra, aunque no es que se le diese especialmente bien, pero lo intentaba y se divertía, lo hacía sentir orgulloso el hecho de ver cuánto había crecido su Planta Piraña desde que lo había traído a este lugar, crecía sana y fuerte. Pensando en sus cosas, un recuerdo se le viene a la mente, Rachel y Noah habían mencionado algo sobre que su hija estaba a punto de cumplir años, y que él estaba invitado, o al menos eso suponía. ¿Qué día es hoy?... ¡Rayos! ¡Es hoy el cumpleaños y no le tengo un regalo!- Exclamó Racks mientras salía corriendo hacia el área comercial más cercano.

 

Buscaba y buscaba entre todas las tiendas que veía, pero nada le convencía que le fuera a gustar a Mikaela, la cual no había tenido el placer de conocer, y le tenía que dar una buena primera impresión. Lo único que había comprado hasta el momento era una caja de regalos color rojo con un lazo blanco y unas chocolatinas, pero eso no bastaba, era muy poca cosa, o al menos eso pensaba. Desesperado, sale a buscar ayuda de cualquier persona que le pudiese dar alguna idea de qué le podría gustar, la única persona que se le vino a la mente fue Zoella, pero ¿Donde podría estar?.

 

(Puede que esté en la Mansión de la Triviani, es su familia, no encuentro el por qué no podría estar allí)- Pensó, tomando rumbo hacia su nuevo destino. El viaje con suerte se hizo corto, ya estaba ubicado frente las puertas de la Mansión. Se dirigió a los dormitorios, los que con suerte estaban identificados. Corriendo entre los pasillos de los dormitorios, finalmente encuentra la habitación de Zoella, desesperado empieza a golpear la puerta mientras gritaba el nombre de la dueña, saca su varita y le lanza un hechizo a la puerta, haciendo que quedase abierta, procede a abrirla, se encuentra a Zoella, la cual ni se había parado a detallar si al menos estaba vestida.

 

¡Zoella! Necesito tu ayuda, la hija de Noah y Rachel está cumpliendo años y no le tengo un regalo- ¿Y si hacía un Morphos para invocar a una criatura y dársela de regalo? Claro, eso podría funcionar, sacó su varita apuntando a un lápiz que Zoella tenía encima de una mesa auxiliar, susurrando Morphos sale el hechizo de la punta de su varita, quería invocar un unicornio, había oído a Rachel y Noah decir que eso le gustaba, pero el resultado fue una ardilla (#VivaShippingRacksxArdilla)... La cual por alguna extraña razón parecía poder escupir fuego, no le salió tan bien que digamos. La ardilla chamuscó un poco la ropa de Zoella, pero no la quema, haciendo que tomara un color grisaseo. ¿P-perdón? Juro que no era la intención de la ardilla hacer eso- Extendió su brazo para que la ardilla se subiera a su cabello.

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Mansión Triviani

 

La ultima vez que visité el refugio un extraño recorrido por las catacumbas fue todo lo que tuve, además de algunos días perdida, aunque parecieron horas. Sin embargo aquel suceso contribuyo a mi relación con algunos cuantos Askar, además de la peculiar visita a la playa y el conocimiento de una vieja leyenda. Al principio me fue extraño volver a entrar en la mansión Askar pero al cabo de algunos días me dejé de aquella tontería.

 

Cuando recibí la invitación a la fiesta de Mikaela un sentimiento de lo que parecía tristeza se alojó en mi pecho, pensando en cuan lindo hubiese sido recibir una sorpresa así de pequeña. Alejando todo esos pensamientos me fui en busca de su regalo encontrando un lindo y grande peluche de unicornio. De regreso en la mansión Triviani fui hasta mi habitación para tomar una ducha y cambiarme por algo más formal.

 

Al salir de la ducha unos golpes constantes en la puerta llaman mi atención, sin prestarle mucho interés me deshago de la toalla para ponerme la ropa interior cuando escucho la puerta abrirse de golpe y un apresurado Racks hablar.

 

- Calma, calma - Dije cubriéndome con la toalla nuevamente y acercándome un poco a él - Habla más despacio - Dije pero la única respuesta que recibí de su parte fue la invocación de un morpho, que transformo un lápiz de mi pequeño escritorio en una extraña ardilla escupe fuego-

 

- ¿Pero que? ¡Hey! - Grité al ver como la ardilla quemaba el vestido que tenia sobre la silla, algunas otras cosas y la toalla que cubría mi cuerpo. Dándome una palmada en la frente en señal de molestia fije mis ojos en el peliblanco - Me debes un vestido - Señalé en su dirección mientras recargaba una mano en mi cadera. Resoplando me di la vuelta hasta el armario del fondo y rebusque entre la ropa que tenía colgada.

 

- Entonces, no sabes que regalarle a Mika... - Hablé mientras sacaba una falda de tubo y una camisa color vino y dejando todo en la cama para vestirme - Y si le das, no se ¿Esa ardilla? - Hablé señalando al animal que correteaba por mi habitación mientras subía el cierre de la falda y me calzaba con unas sandalias.

 

Callejón Diagón

 

Llevábamos un rato recorriendo las tiendas de Diagón y Racks nada que se decidía - Sigo insistiendo, regalale esa ardilla - Volví a mencionar haciendo referencia al animal que descansaba en su hombro. Ya se nos estaba haciendo tarde para ir al refugio donde estarían celebrando el cumpleaños de Mika.

 

@racks1804

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El peliblanco se sorprendió en lo poco enojada parecía Zoella, su ardilla escupe fuego le había arruinado el vestido que iba a causar y no quería matar a ninguno, ni a él por invocar a la ardilla, ni la ardilla por lo ya antes mencionado -Hecho, ¿De qué color lo quieres? ¿O prefieres que te lleve conmigo a comprarlo?- Volteando a ver que la Triviani se estaba vistiendo -¿Estabas cambiándote cuando llegué?- La ardilla saltó de la cabeza de Racks y empezó a correr alrededor de Zoe, parece ser que a la ardilla le había caído bien la pelinegra, a lo mejor y más que su usuario, la verdad sentía un poco de celos al ver que la ardilla prefería estar más con ella que con él.

 

No, no tengo nada que regalarle... Y es que le agarré cariño- Levantó una mano hacia donde estaba pasando la ardilla, pero siguió ignorándolo y perseguía a Zoella. Cuando la Triviani se estaba vistiendo finalmente la ardilla fue hacia Racks, pero de una manera poco común... Esta ardilla parecía tener más fuerza que las demás, tumbó al peliblanco de un placaje en su pecho, haciéndolo caer en el piso, teniendo que agarrar aire si quería seguir viviendo, intentó hacer el menor ruido posible, parecía funcionar, ya que Zoella no mostraba haberlo notado.

 

Nuevamente se localizaba en el Callejón Diagón, esta vez acompañado de Zoella ella seguía insistiendo en que le regalara la ardilla a Mika -​¡Pero es que mírala~! ¡Es tan tierna~!- Le respondía mientras sostenía la ardilla en su cara. La angustia de no saber qué regalarle hacía resonar la misma frase todo el rato "¿Qué le puedo regalar?", hasta que una genial idea se le vino a la mente, ya no tenían tiempo para seguir caminando entre los locales. ¡Vamos! ¡Ya se me ocurrió algo!- Le dijo a la pelinegra mientras se agachaba a agarrar dos piedras. Zoella le preguntó el por qué estaba agarrando dos piedras, la cuál Racks le responde -La principal regla de la alquimia dice: No puedes sacar algo de la nada, siempre tienes que dar algo a cambio-.

 

Le agarró de la mano y le dice -Ahora vamos, no hay tiempo que perder ¡Hay una fiesta a la que tenemos que acudir!-.

 

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Castillo Gaunt

 

-No tengo idea que se le regala a una niña mágica -Dijo el vampiro molesto, mientras se acomodaba el cuello de la camisa frente al espejo. Estaban en la habitación de Anne y no estaba prestando ni atención a lo que hacía, ya que sus ojos estaban mirando el reflejo de su mujer por sobre su hombro - ¿Crees que se ofenda si le doy unos galeones?

 

Debían presentarse en el Refugio. Una de las niñas de Rachel cumplía años y estaban festejándole una fiesta en su honor. El Askar recordaba otra lechuza con una invitación similar, pero no tenía tiempo para asistir a dos lugares. Así que se había decantado por la opción ilegal que le correspondía con la familia. No le había costado nada decidirse, hacía rato que quería emborracharse y olvidarse de todo. Por eso se vestía con traje, por si debían enterrarlo ya estaba más que listo.

 

Terminando sin mucho éxito de que el cuello de la camisa quede bien con la corbata, se dio vuelta y sonrió a Anne. ¿Estaba todo bien entre ellos? A Jeremy le hubiera encantado gritar que sí, pero la realidad era que la relación que llevaban estaba que pendía de un hilo muy fino. Todo era la culpa del vampiro, claro. La honestidad le había salido como la mayoría de las cosas...Mal. Ahora debía pagar por ello.

 

-¡Estás radiante! -Continuó con fingido entusiasmo. Ella estaba radiante, pero él no estaba entusiasmado. Necesitaba alcohol. Si no hubieran discutido hacía diez minutos sobre sus problemas, la tensión que rodeaba la habitación habría sido menos. Sin embargo los ojos azules del hombre, recorrieron con provocación todo el cuerpo de la licántropo apreciando los detalles de su figura, antes de centrarse en el rostro - Conocerás mi hogar ¿No estás contenta?

 

El Askar estaba rozando el límite y lo sabía. Pero le gustaba hacer las cosas así. Se acercó a la mujer rodeando su cintura con sus brazos. En un gesto tierno y conciliador que duró poco. Seguro no se lo esperaba, pero desaparecieron rumbo a la habitación de él.

 

Refugio Askar - Habitación de Jeremy

 

Ya en su habitación Jeremy besa a la Gaunt simulando una disculpa que no siente realmente, antes de liberarla de sus brazos. Sonriendo con gesto de maldad, esperaba que la mujer se descargara antes de llevarla a la fiesta. Era muy típico de él llegar tarde a todos lados. No creía que los demás se ofendieran. ¿O si? Ya lo vería.

 

-¿Estas lista? –Rompió el silencio.

 

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Callejón Diagón

 

Llevábamos caminando un buen rato, y mi antiguo compañero de Hogwarts aun no se decidía. Todo el rato estuve insistiendo en que regalará la extraña ardilla y seguida diciéndome que no hasta que la poso frente a mis ojos con unas palabras de cuan tierna es. Estirando la mano mientras reía por las palabras de Racks la ardilla sube por mi brazo localizandome en mi hombro - Si, es tierna - afirme mientras pasaba dos de mis dedos por su cabeza acariciándola.

 

Sintiendo el jalón en mi brazo por el peliblanco lo escucho decir que ya tiene el regalo hasta que se detiene tomando dos piedras - ¿Dos piedras serán tu regalo? - Pregunte para recibir una respuesta que me dejó aun más confundida. Sosteniendo su mano pienso en las afueras del refugio y hago uso de mi licencia de aparición para trasladarnos sin llevarnos mucho tiempo.

 

Calle frente al Refugio Askar

 

Apareciendo unos cuantos metros lejos de la entrada sigo siendo jalada por un enérgico Racks hacia las escaleras de la entrada - ¡Hey! Calma, cuéntame que tienes en mente - Digo deteniendo mis pasos y soltándome de su mano - No estoy entendiendo nada - Hablo mientras bajo a la ardilla de mi hombro y reviso la bolsa de mi otra mano verificando que los dulces y el peluche de Mika estén intactos.

 

La ardilla andaba dando algunas vueltas en círculos a un lado de nosotros y de a ratos escupía algunas bolas de fuego - Alto - Le digo viéndola detenerse y sentarse como si de un perro se tratase, sonriendo vuelvo a posar mis ojos sobre el Askar - ¿Y entonces? - Pregunté esperando una respuesta de él

 

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Castillo Gaunt

 

¿Adónde iba ella? Era el único pensamiento que le rondaba la cabeza mientras observaba a Jeremy a medio vestir, frente al espejo. Cuando vio que se abotonaba la camisa y se acomodaba el cuello correctamente, supuso que no le quedaba más remedio que levantarse y ponerse en movimiento también. Con gesto perezoso y el pelo largo en su color oscuro natural revuelto (no recordaba cuándo lo había cambiado, pues casi siempre lo llevaba corto), se levantó de la cama y paseó por la habitación desnuda sin ninguna muestra de sentir pudor ante el Askar. Era un poco tarde para eso, por supuesto.

 

¿Regalos? Ah sí, la nena de Rachel... —murmuró, mientras entraba al baño que había contiguo a su habitación. Se introdujo en la ducha y el agua la cubrió. Tardó menos de un minuto en enjabonarse y enjuagarse, tras lo cual salió de la ducha y se cubrió el cuerpo con una toalla evidentemente pequeña para ella, pues cubría lo justo. Incluso menos, posiblemente—. Pues a una niña mágica se le regala lo mismo que a cualquier otra, eso contando con que no sé qué edad consideras tú una niña mágica... ni cuántos años tiene la niña en cuestión —comentó, con un deje fastidioso en la voz—. Un vestido, un libro, algún juguete, chucherías, artículos divertidos de una tienda de broma... No sé, siempre dependerá de la niña en cuestión. Por ejemplo, cuando a mí me regalaban vestidos siendo niña, mi padre tenía que hacer grandes esfuerzos para evitar que les prendiera fuego —añadió, con gesto burlón.

 

Pero en realidad, no tenía ganas de reír. Se sentía... insegura. Ésa era la palabra, porque realmente ni siquiera estaba enfadada. Había conocido al Askar hacía poco, pero las cosas habían avanzado con rapidez entre ellos. Pero claro... ahora llegaban las dudas. Los comentarios. Los rumores. ¿Qué habría de cierto en lo que había escuchado? Suponía que él sentiría algo similar... o quizás no. Así que le resultaba complicado tomar aquello con naturalidad.

 

Terminó de ponerse el vestido camisero de cuadros, que le quedaba por encima de las rodillas y que la manga remangada a la altura de los codos, y le miró cuando alabó su apariencia. Sin saber porqué, no le había sonado demasiado convincente. Pero decidió que quería darle una oportunidad, así que intentó no molestarlo... en aquel momento.

 

Guapo —dijo, simplemente, dándole un suave beso en la mejilla. Se calzó con unas sandalias de cuero romanas y se alborotó el pelo, secándolo mágicamente con un ligero movimiento de varita. Luego lo sujetó bajo la nuca con un moño. Hacía mucho que no lucía su pelo natural—. Claro, quiero conocer a tu familia. No te resulta... ¿raro? Nuestra situación... bueno, déjalo.

 

No era el momento. No quería estropearle el día al muchacho. Así que se limitó a sonreírle mientras le rodeaba la cintura con los brazos y, de repente, desaparecieron de allí.

 

 

 

Refugio Askar

 

¡Ay, espera!

 

Su voz resonó dividida entre ambos hogares, el de ella y el de Jeremy. Cuando sintió los pies apoyados en el suelo, quiso pegarle un puñetazo que él previó y contrarrestó con un beso. Anne resopló por la nariz, con los labios unidos a los del Askar.

 

Bonita habitación. Tendremos que estrenarla, ¿no crees? —le susurró con tono cálido, deslizando las manos por el pecho del ruso. Las paró sobre los hombros del hombre—. No, no estoy lista porque he de ausentarme un momento. Discúlpame, es que no me has dejado hablar. ¡Tengo que entregar estos papeles en el Ministerio! Serán dos minutos, no más. Espérame aquí, no voy a caminar por tu casa sola... ¿de acuerdo?

 

Le besó suavemente y se retiró de él lo suficiente como para perder el contacto físico. Y desapareció con un chasquido.

 

 

Atrio del Ministerio de Magia

 

Apareció del mismo modo en que se había ido, solo que con un gesto serio mucho más acorde con su habitual forma de ser. Caminó directa hacia la sala de los elevadores, pero se encontró de frente con uno de los empleados que solían trabajar como recadero de los warlocks.

 

Eh, ¡eh, Parker! ¡Ven aquí! —llamó al muchacho, alzando la mano.

 

¡Señorita Gaunt! Es Davers, señor...

 

— Como sea, qué más da. Toma, necesito que dejes esto en la oficina. Tú déjalo y ya está, que seguro que Sagitas lo ve y sabe lo que hay que hacer. Y si no, pues ya lo hago yo más tarde. Tengo un asunto que atender.

 

¿Pero debo buscar a la señora Potter B...?

 

— ¿Acaso estoy hablando en arameo, Daker?

 

Es Dav...

 

— ¡Anne, hola!

 

La Gaunt giró sobre sus talones cuando escuchó una voz distinta a la del muchacho cuyo nombre no lograba recordar nunca. Lo despachó con un gesto de la mano y atendió al recién llegado, un veterano empleado del Ministerio al que conocía desde hacía años.

 

¿Qué hay? Tengo un poco de prisa, he de acudir a una cita.

 

— ¿Una cita? ¿Pero sigues con ese hombre, el jefe de oficina de Accidentes? Me habían dicho que le vieron con otra hacía pocos días. Bueno, sin contar con los rumores del Laic. Por lo visto

 

Las venas de la frente y el cuello de la warlock se marcaron de repente, aunque intentó no perder la sonrisa. Aquella era la gota que acababa de colmar el vaso.

 

¿Sí? Bueno, será una leve confusión. Me alegra verte, pero de veras llego tarde. ¡Hasta luego!

 

Se dio la vuelta, alejándose de aquel tipo. Y si cara ya no tenía un gesto serio, sino más bien psicópata. Desapareció.

 

 

Refugio Askar

 

Apareció con un chasquido en la habitación de Jeremy. Ni siquiera se paró a mirar si de verdad la había esperado o se había marchado a saludar a su familia.

 

¡ERES HOMBRE MUERTO, ASKAR!

 

 

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Ignorando un poco lo que le decía Zoe, Racks veía cómo la ardilla jugueteaba por ahí, se divertía, jugaba sanamente, al parecer, los errores pueden ser lo mejor que te puede pasar en la vida. Saliendo una sonrisa de su rostro, saca las piedras de su bolsillo, al igual que con la otra mano, saca su varita -Ya lo verás... Sólo espera un poco- Tras estas palabras, lanza las piedras por el aire, y con la varita apuntando hacia la dirección de las piedras mismas, lanza un hechizo, que las estaba haciendo cambiar de forma mientras un halo de luz las rodeaba, sacó la caja donde tenía sus pequeños regalos, dejando caer dentro de la caja lo que anteriormente eran unos óvalos deformes petrificados.



(¡Si~! Por fin me salió bien)- Dijo mentalmente mientras hacía gestos de éxito con el brazo no ocupado, viendo que las piedras habían agarrado una forma de cuerno de unicornio, algunas partes de zafiro, y otras partes de rubí, mientras que la punta estaba hecha de esmeralda (#referencia3eraGenDePokémon) intentaba hacer unos pendientes, pero no sabía de qué manera hacerlo. ¿Me ayudas?- Le dice Racks a Zoe, que por lo visto estaba jugando con la ardilla, mientras le hacía ojos de cachorro.



Por cierto... Veo que le agarraste cariño a la ardilla- Palabras dirigidas a la única persona que estaba presente en ese momento, la ardilla parecía que también estaba bastante encariñada con la maga. De la nada, Racks le propone algo, de la cuál no sabía si se arrepentiría -¿Qué te parece... Si...- Sus pausas eran causada por su timidez -La ardilla.. Es nuestra mascota?- Tras estas palabras, sus mejillas empezaron a ruborisarse, con la cabeza agachada mientras jugaba con la ardilla, para intentar alejar la vista de la maga. A la ardilla no se le ocurre mejor acción, que chamuscarle la cara al usuario de su invocación, qué ardilla tan traicionera.



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