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Estudios Muggles


Sagitas E. Potter Blue
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El desayuno no estaba siendo silencioso, algo que me armaba de paciencia. Intentaba leer un memorandum que me habían enviado desde el consejo de Warlocks y mi atención era nula, debido a los gritos de mi hijo pequeño. Era un crío maravilloso (cuando dormía) pero que hoy tenía un día difícil y no quería desayunar nada.

-- ¡Quiero papaya!

-- Le he puesto pera y manzana, que es lo que más le gusta, señorito Ithilion.

La voz chillona de Harpo, el elfo de la casa, no apaciguaba mi sensación de estress por la pelea que estaba sufriendo en aquel momento. Suspiré y bajé el documento para ver a ambos. Ithilion pataleaba subido a la silla.

-- ¡Quiero papaya, quiero papaya!

-- Ya le he dicho que eso es una fruta tropical que no tenemos ahora. Se llevará pera y manzana al colegio, que es una fruta más tradicional.

-- ¡Quiero PAPAYAAAA! No pienso ir al cole hasta que tenga papaya.

Me pellizqué levemente la nariz y observé como el niño tiraba al suelo su maletin del desayuno. Conseguí detenerlo a tiempo y lo hice levitar hacia la mesa. Me acerqué a ambos.

-- A ver, basta... No quiero gritos a estas horas de la mañana. ¿Sabes a qué sabe una papaya?

-- No, mami. Pero mi amigo nuevo dice que sabe muy dulce, más que las frutas que se venden en el pueblo.

¡Ah, ya...! El niño nuevo... Ithilion había empezado clases de Educación Primaria y estaba conociendo chiquillos nuevos. Alguno de ellos sería extranjero, seguro. Por supuesto, no podía permitirle esos ataques de rabia y debía parar esto en seco, con rotundidad. Por eso, como buena madre que soy, miré fijamente a mi hijo y le contesté:

-- No te preocupes, cariñito. Mami irá al mercado a Londres ahora y te comprará papaya y te lo llevará al cole para que puedas comerla en la hora del patio. ¿Vale, chiquitín? Y ahora... -- besito en la frete y un apretón gordo de osito --... obedeces a Harpo y te vas con él al colegio. Venga, que llegarás tarde.

Ithilion salió corriendo, gritando de alegría. Soporté estoicamente la mirada crítica de mi elfo.

-- No puede dejarle hacer lo que quiera y lo sabe. Ni puede hacer promesas que no puede cumplir. Hoy tiene clase de Estudios Muggles.

¡Maldito elfo...! Sonreí. Si algo se me da bien es el improvisar.

-- No te preocupes por eso, Harpo. Escribiré a mis alumnos de que nos veamos en el mercado, por lo que mataré a dos hipogrifos alados de un movimiento de varita.

Y, dicho y hecho, escribí dos pergaminos que avisarían a mis dos alumnos del cambio de la clase.

Queridos @@Marcellus Allan y @@Mei Black Delacour:

La clase de Estudios Muggles tendrá lugar en el Borough Market a las 10 de la mañana. Visitaremos este famoso centro comercial especializado en la venta al por mayor de frutas y flores. Tendremos la oportunidad de regatear con los vendedores y comprar con dinero muggle. Después, si nos da tiempo, iremos a un centro de enseñanza muggle para ver a los niños y explicarles los beneficios de comer fruta diariamente. Vestir de forma discreta. Buscarme por allá, llevaré un sombrero amarillo para que me localicéis enseguida. Sobre todo, vestimenta muggle, transportes muggles (sin billete no os creeré cuando me digáis que no usasteis la Aparición) y no traigais varita. Llevarla encima es un suspenso directo en mi clase.

Nos vemos por allá,

Sagitas.



Salí a buscar mi sombrero amarillo y mi moto voladora para llegar a tiempo a la cita.

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  • 2 semanas más tarde...

No es que odiara el transporte muggle pero… bueno, sí, lo admitía, lo odiaba profundamente, y no porque se negara rotundamente a utilizar medios muggle para viajar, para utilizar, etc.; sino era más bien debido a que todo el mundo, incluyendo los mismos muggles, odiaban el transporte público, sobre todo cuando dejaba mucho que desear. Por suerte en Londres el mismo era casi una maravilla, bien había tenido que utilizar en antaño los transportes de otros países, haciendo que su odio y aversión a los mismos fuera aún mayor. Desde el día que descubrió la desaparición, además de sentir un fuerte mareo y terminar vomitando, sintió que aquello era una obra milagrosa de Merlín que la ayudaría a evitar transporte muggle.

 

Lanzó un resoplido sonoro luego de echar un vistazo el congestionamiento de la calle por la que iban. Era imposible, por lo que trató de distraerse mirando por la ventana.

 

Como para no ser diferente a todas las veces anteriores que cursaba conocimientos, iba tarde. Ah, pero esta vez iba súper tarde. La noche anterior había sido muy ajetreada… aunque en el buen sentido, excelente de hecho. Una sonrisa tonta se dibujó en sus labios en cuanto la recordó. Sí, había sido muy buena… pero por culpa de ello se habían dormido tarde y, a pesar de que la alarma sonó, ella nunca la escuchó.

 

Tamborileó los dedos sobre su propio regazo. El autobús se movió al fin, esta vez doblando por una calle menos transitada, y fue entonces que se percató que no faltaba mucho para llegar a su destino.

 

¡Ah, rayos, se me pasa la parada! ― exclamó, poniéndose de pie repentinamente y saliendo apresuradamente al ver que inesperadamente el autobús comenzó a acelerar ― Maldición.

 

Dio un pequeño trote, devolviéndose una cuadra ya que el autobús había terminado por dejarla más lejos de su destino de lo que planeó, por lo que al cabo de unos minutos, llegó a la entrada del lugar acordado para llevar a cabo la clase.

 

Mei buscó entre los bolsillos de su abrigo y sacó el papel donde estaban las instrucciones. Borough Market, bien, ahora sólo debía buscar a alguien con un sombrero amarillo. Algo para nada discreto, ¿o la gente solía usar sombreros amarillos y ella no sabía? Podía ser, no es que estuviese muy al día con la moda muggle que digamos.

 

Entró, caminando lentamente y observando todo a su alrededor, esperando encontrarse a Sagitas pronto.

 

 

 

@ perdón la tardanza :c

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Después dicen que los muggles son amargados... Todos los que encontré en el mercado de frutas y flores ser reían bastante al verme y me saludaban de forma graciosa. Yo, por supuesto, les contestaba en el mismo tono. Y es que los muggles son amables y divertidos cuando se les conoce y se vive entre ellos. Vestía al igual que ellos y podría pasar desapercibida entre ellos. Incluso sabía que iba a la moda porque algunos me sonreían y señalaban el sombrero amarillo, con una frase amable, "Lleva un sombrero muy bonito, señora", a lo que yo siempre contestaba un "gracias...."

Y es que son tan amables... Estuve un buen rato por allá, chafardeando entre las paradas, adquiriendo alguna fruta dulce, la que más me gusta, piezas hermosas de gran calidad. Allá había buena fruta, no como en algunas tiendas de Ottery, cuyas manzanas estaban pochas o las peras parecían a punto de pudrirse sólo con mirarlas. Me compré varias piezas hermosas para mordisquear durante el día y otras para llevar a la escuela de Primaria.

Miré el reloj que estaba en la parte alta del pasillo central. Se hacía tarde. Era raro que aún no hubieran llegado mis alumnos. Tomé la bolsa con las manzanas y las peras escogidas y me acerqué al estanquito con una cubierta azul celeste. Carraspeé a la muchacha.

-- Hola, me he encontrado unas visas en el pasillo de las flores y... he pensado que si pudieras llamarles por el megáfono... Se la devolvería...

Sonrisa. La mujer accedió. Juro que no usé ningún Imperio, yo... ejem... no hago eso.

-- Muchas gracias... Prefiero dárselas yo en mano, por si hay recompensa, ya sabe... -- más sonrisas. Le escribí los nombres de mis alumnos.

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Se ruega a los señores @@Marcellus Allan y @@Mei Black Delacour se dirijan al Meeting Point en el pasillo central del Mercado. Hemos encontrado una pertenencia a sus nombres. Marcellus Allan y Mei Black Delacour, Meeting Point , de color azul, por favor"

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Sus ojos iban y venían de un lado al otro. Pero nada más alejado el motivo principal de ello –el buscar a una persona con un sombrero amarillo-, sino que todo lo que había a su alrededor le llamaba poderosamente la atención. Y es que, por empezar, el lugar era enorme, y la cantidad de puestos y puestitos que había, y tan variados, que una no podía quedarse indiferente a ellos. Menos si en varios de ellos se exponían comidas que lucían realmente deliciosas. Y ella no había desayunado nada…

 

Se detuvo de repente. No era ni medio normal el ruido que hacían sus tripas, sobre todo al pasar por delante de un puesto que se dedicaba a vender porciones muy generosas de pasteles. Se acercó, observando con antojo uno de chocolate.

 

Se ruega a los señores Marcellus Allan y Mei Black Delacour se dirijan al Meeting Point en el pasillo central del Mercado. Hemos encontrado una pertenencia a sus nombres. Marcellus Allan y Mei Black Delacour, Meeting Point , de color azul, por favor

¡Rayos! ― exclamó, en cuanto oyó su nombre clarito. Esa debía ser Sagitas.

 

Se apresuró a dirigirse hacia donde le había indicado la voz por el megáfono y luego de correr un poco, siendo especialmente cuidadosa de no llevarse a alguien por delante, llegó al fin. Soltó un largo suspiro al ver el dichoso sombrero amarillo. Recobró el aliento un momento, y dándole un generoso mordisco a la porción de pastel de chocolate que había comprado apresuradamente, se acercó hasta la mujer.

 

Lamento mucho la tardanza, tuve… muchos inconvenientes ― le habló a Sagitas en cuanto llegó a su lado y ésta notó su presencia. Agachó la cabeza una y otra vez a modo de disculpa, y tras permanecer un momento en silencio, levantó la mano donde llevaba el trozo de pastel con una servilleta para evitar mancharse las manos con ella ―. ¿Pastel?

 

 

@

Editado por Mei Black Delacour

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No tardó mucho en aparecer Mei, mi líder y, a la vez, mi alumna. Le sonreí, divertida, al comprobar que tenía una mancha marrón en el entorno de los labios.

 

-- Ya veo que uno de los inconvenientes fue con la tarta de chocolate. ¿Me has dejado un poquito? ¡Oh, sí, gracias por el ofrecimiento!

 

Noté que la chica del Meeting Point parecía demasiado interesada en nuestras cosas y tomé del brazo a Mei y le indiqué que nos alejáramos de aquel sitio. Después tomé un trozo manchándome yo también los dedos.

 

-- Esto es casi indecente. Vamos a hacer una charla sobre el beneficio de la fruta en una guardería y nosotros comiendo dulce. -- ¿Me entendería? Una de las normas sociales más arraigadas en la sociedad muggle (bueno, también en la mágica) era el no hablar con la boca llena, pero es que estaba tan delicioso…) – Tenemos que dar ejemplo y que no se vea que hemos comido chocolate.

 

Comimos en silencio mientras duró el trozo de pastel que me había dado y, después, señalé el edificio en cuyo interior nos encontrábamos.

 

-- Si te fijas, los muggles son como nosotros, los magos. No hay diferenciación fisiológica que apruebe las teorías de los… otros… digamos los que defienden la limpieza de especies en detrimento de los muggles y su derecho a vivir en nuestro entorno. Como si el suelo fuera nuestro…

 

Estaba siendo demasiado filosófica. Supongo que hubiera sido mejor esperar a que llegara el otro alumno para dar la clase pero íbamos con retraso y prefería empezar desde cero.

 

-- Muchos tienen la idea de que los muggles han de vivir bajo nuestro dominio porque son inferiores. Nada más lejos de la realidad. Fíjate… Mira a tu alrededor. Los muggles no usarán la magia por una limitación genética pero desarrollan una capacidad de adaptación mucho más útil. Yo siempre he dicho que somos hijos de la misma rama genealógica y que, incluso, ellos han evolucionado mucho más rápido que nosotros. Fíjate… Nosotros seguimos moviendo palitos como los hombres del paleolítico.

 

Me reí de mi propia broma pero después me puse seria.

 

-- Mira a tu alrededor, la de trabajo que se está haciendo en este momento que ha implicado un invento para conseguir lo mismo que nosotros con la magia. Nosotros lo tenemos fácil, movemos la muñeca y la varita nos consigue lo que queremos, sin esfuerzo. Ellos han tenido que pensar en el problema e idear algo para encontrar la solución. ¡Ellos son los inteligentes!

 

No cabía duda que yo envidiaba un poco a los muggles y sus logros ajenos a la magia. Me sentía cómoda con ellos.

 

-- Por ejemplo, el megáfono… Es ese artilugio que amplifica la voz y hace que puedan oír un mensaje desde todo el recóndito lugar de este mercado. Es un gran invento para sustituir nuestros Sonorus, ¿verdad? Mira a ver si notas más ejemplos. ¡Esto está lleno de la inventiva de los muggles!

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