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Libro de la Fortaleza


Keaton Ravenclaw
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El mes de febrero se encontraba ya a nada de culminar, sin embargo, las clases de Libros de Hechizos se habían atrasado por algunos inconvenientes en los diferentes Ateneos, pero ahora, que todo se había calmado y que las cosas estaban más o menos tranquilas, se podía dar inicio a todo aquel embrollo. Para el Libro de la Fortaleza en específico, Keaton estaba más que listo, al fin podía gozar de un poco más de tiempo debido a que sus asuntos en el extranjero se habían calmado y ahora podía a dedicarse a todos sus pendientes en Inglaterra.

 

Aunque lo que si no prometía aquel mes era darles a sus estudiantes una clase fuera de los límites ingleses, debido a que ya estaba algo cansado de salir de ellos, sin embargo, no por ello, la clase sería aburrida. Estaba super contento, pues como siempre, el escenario sería durante la noche, pero el lugar, sería un bosque que, según contaban las leyendas, se encontraba embrujado, atiborrado de fantasmas de magos sanguinarios, era el Bosque de los Lamentos, ubicado a las afueras de Ottery St. Catchpole, y el cual sólo conocían algunas personas debido a que estaba bajo un encantamiento Fidelio, y del cual, Keaton era el guardián de los secretos.

 

—Supongo que para la clase deberé citarlos en Ottery —Dijo el vampiro tomando su varita mágica de cerezo y los tres anillos y el amuleto que conferían el Libro de la Fortaleza y desapareció de los terrenos del Castillo Ravenclaw.

 

La luna se alzaba magnífica en su punto más álgido de aquella noche de febrero, el aire soplaba con parsimonia y hacía sentirse en una especie de vaivén al ver cómo los árboles y arbustos se movían con él. Al aroma de las plantas era embelesador y a parte la luz de la luna reflejada en las copas de los árboles, hacían sentirse en equilibrio con la naturaleza. El Ravenclaw no pudo evitar cerrar los ojos por un par de segundos y respirar profundamente para limpiar sus pulmones. Sonrió. Aquello era lo que más disfrutaba de ser profesor, elegir cómo iban a aprender sus pupilos.

 

Sacó entonces de su túnica un papel que contenía los nombres de sus tres estudiantes, hizo tres cartas iguales los cuales le indicaban a cada uno de ellos que se encontrarían a las afueras de Ottery St. Catchpole, al norte del poblado, donde deberían llevar el Libro, los tres anillos y el amuleto para poder empezar con la clase, además de que necesitaba darles la ubicación de aquel Bosque para que pudieran entrar y observar todos aquellos obstáculos que éste tendría para ellos.

 

—Pues bueno, esperar a que lleguen —Dijo el Animago y se sentó sobre una gran piedra jugando con su varita mágica sacando aros de humo y figurillas.

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Alessandra estaba tan nerviosa cómo cuándo comenzó su aprendizaje en Animagia, siempre se había ido por lo seguro en los estudios cómo los conocimientos pero eso no quitaba su curiosidad y gracias a eso es que se encontraba en los jardines del castillo Myrddin en su forma animaga.

 

Quién estuviera en sus jardines le resultaría muy extraño ver una liebre de pelaje de oro juguetear con un mono pequeño de color rojizo y una labradora de mediana estatura color marron. Aquello se habia convertido en un habito bastante relajante para la rubia desde que su tio no estaba con ellos se sentía en compañía.

 

Alessandra vio una lechuzar ulular en su direccion y hecho a correr, cuando estaba cerca cambio a su forma humana para tomar el sobre de su pico.

 

Suspiro al ver que era del Ateneo, su clase del Libro de la Fortaleza estaba abierto pero debia llevar el libro con los anillos y el amuleto. Ahi estaba el problema recordar donde los dejo. Se pasó una mano por su cabello nerviosa, no sabía cómo eran los libros y ese era el primero que aría porque estaba acompañada de Noah.

 

Decidio aparecerse directo en su cuarto pero su elfina Mar ya tenía todo lo necesario en mano, con una sonrisa le agradeció y se desaparecio a las afueras de Ottery donde la nota los citaba.

 

Al llegar vio a su profesor que por alguna extraña razón le resultaba conocido pero decidió mejor guardar su curiosidad, el clima de aquélla noche no era diferente a la de otro día por lo que sólo se puso un jean, unas zapatillas y una blusa crema con su rubio cabello atado en una cola alta.

 

- Buenas noches profesor- saludo con cortesía la francesa

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Sus ojos brillaban llenos de alegría cuando terminó de leer la carta que había recibido a través de una preciosa lechuza a la que le dio una pequeña miga de pan como agradecimiento. Por fin su clase daría comienzo. Había escuchado de los inconvenientes que habían sucedido y que habían obligado a que la clase empezase con retraso. La espera había sido eterna, estaba impaciente e ilusionado por aprender esos conocimientos que antaño desconocía hasta tal punto que no sabía ni que existían. Todo lo que el profesor le diría sería nuevo para él y estaba preparado. Era el comienzo para convertirse en un mago más completo, en un mago más sabía y poderoso, en un mago mucho más peligroso para sus adversarios y para aquellos que osasen entrometerse en su asuntos.

 

También era nueva la hora en la que se llevaría a cabo dicho aprendizaje, de noche. Le resultaba interesante, agradable y novedoso. Acostumbrado a que todas sus anteriores clases, tanto en la Academia de Magia y Hechicería, como en otras clases de lecciones más particulares que había recibido a lo largo de su vida fuese por la mañana, esa sería una nueva experiencia. Por la noche había más peligros que de día, o eso había escuchado siempre, por lo que podría hacer que todo fuese más divertido. Le gustaba el riesgo, le gustaba el peligro y estaba preparado para enfrentarse a cualquier cosa que se le pusiera por delante. Se sentía muy motivado y con muchas ganas de demostrar de lo que era capaz. Desde luego iba con la intención de aprobar, en su mente no cabía otra posibilidad. No le gustaba fracasar, ni siquiera toleraba el fracaso por lo que se esforzaría al máximo.

 

Era el momento de preparase. Habitualmente utilizaba túnicas negras y sencillas para ir a esos eventos, pero aprovechando lo diferente que sería de todas sus anteriores clases llevaría una túnica más llamativa, más especial. Era la túnica de quidditch que había utilizado en su época de jugador de quidditch de la casa Gryffindor. Era una túnica roja y larga, en ella lucía el escudo de la gloriosa casa de Gryffindor. Quizá no era lo más elegante del mundo, pero le gustaba ir así. Esa túnica le traía muy buenos recuerdos, tanto lejanos como otros muchos más cercanos que había vivido hace poco tiempo. Además estaba convencido de que esa túnica le traía suerte, con ella puesta no podía pasarle nada malo, no podía equivocarse en nada. El éxito estaba asegurado. Como calzado optó por unos zapatos normales y corrientes de color marrón. Con ese vestuario puesto estaba listo para irse.

 

Bueno, casi. Le faltaba agarrar las cosas que el profesor había ordenado en la carta que llevase con él. Esas cosas eran el Libro, el amuleto y los tres anillos. No tenía muy claro cuál era el funcionamiento de cada una de las cosas, pero por eso iba a acudir a la clase, para aprenderlo todo. Estaba intrigado y a la vez maravillado por los poderes que podrían contener esos anillos, ese libro y el amuleto. Seguro que era magia avanzada que no todos los magos de Ottery conocían y eso le hacía estar todavía más interesado en ello. Esperaba que fuesen cosas útiles que le sirviesen en el futuro para diferentes situaciones, tanto para su día a día como para cuando mantuviese duelos. Le encantaba mantener enfrentamientos de esa índole con otros magos y brujas, tanto de manera amistosa como duelos casi hasta la muerte. Con suerte lo que aprendiese hoy le ayudaría para ser un adversario mucho más complicado de vencer.

 

Ahora sí, con todas esas cosas y su varita se dirigió al lugar del encuentro, a las afueras del poblado de Ottery, al norte. Se apareció cerca de esa zona y recorrió los últimos metros hasta el lugar exacto andando, de manera lenta, iba con tiempo de sobra por lo que podía tomárselo con tranquilidad. Se lo tomó de manera tan tranquila que a pesar de que se había aparecido cerca había tardado más de quince minutos en llegar. Cuando llegó al lugar se dio cuenta de que no era el primero, pero no le importaba, no le solía gustar llegar el primero puesto que prefería que esperasen por él antes que tener que esperar él por los demás. Le dedicó un gesto con la cabeza a las personas que se encontraban allí, tanto al profesor como a la mujer de cabellos rubios. Luego, usando su varita rompió uno de los aros de humo que su profesor había hecho para pasar el tiempo mientras mostraba una pequeña sonrisa antes de empezar a hablar.

 

Buenas noches profesor, buenas noches compañera. —miró a su alrededor fijándose mejor en el ambiente que les rodeaba. —Bonito lugar, ¿no creen?

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MIentras los estudiantes de aquel mes del Ravenclaw llegaban, éste se puso a releer un poco su Libro de la Fortaleza. Estaba ya la pasta del mismo algo gasta, pero aún el contenido y conocimiento que éste contenía, estaba intacto. Tocó inconscientemente el Anillo de Salvaguarda Contra Oídos Indiscretos, y activó el sortilegio, de momento, nadie que no fuera él o sus estudiantes, escucharían nada a cincuenta metros a la redonda de donde el vampiro se encontrara. Justo en ese momento, una ruido muy parecido al que se escuchaba en una estampida, anunciando así la llegada de uno de sus tres estudiantes.

 

—Vaya, me comenzaba a preocupar que no les llegara a tiempo la nota —Dijo el Animago mientras observaba el reloj de pulsera que llevaba en la muñeca izquierda —Si no mal recuerdo, tu eres Alessandra G. Delacour, ¿cierto? Bienvenida. Mientras llegan tus demás compañeros, cuéntame, ¿qué esperas de esta clase? ¿has hojeado ya el libro? ¿qué te gustaría desarrollar más sobre los conocimientos que vienen el el tomo de la Fortaleza? —Le preguntó y esperó atento su respuesta colocando sus verdes ojos en la cara de la chica.

 

El Black Lestrange sintió entonces como a unos metros de allí se aparecía alguien más. Reconoció el aroma de aquel chico, era parte de su familia adoptiva, lo había visto, si no mal recordaba, un par de veces, pero por el listado de alumnos supo que nombre era David Black Lestrange. Sin embargo, cuando lo vió acercarse al lugar de reunión, su cara, de inmediato, se tornó en una de asco. El Ravenclaw detestaba a los Gryffindor, y la verdad desconocía él mismo el porqué, sin embargo, no los soportaba, se le hacían petulantes, engreídos, y nada más había que ver el atuendo el David para notarlo. Bufó, porque no podría dejarse llevar por eso, ¿o sí?

 

—Vaya vaya, un Gryffindor, esperemos que su ego no le logre nublar el juicio y tenga un excesos de confianza —Comentó en tono sarcástico, pero apenas detectable para cualquiera que no gozara de cierta edad. Ventajas de ser un vampiro —En fin, le hago las mismas preguntas en lo que llega el último de sus compañeros: ¿qué esperas de esta clase? ¿has hojeado ya el libro? ¿qué te gustaría desarrollar más sobre los conocimientos que vienen el el tomo de la Fortaleza? Espero una buena respuesta de ambos, y David, bienvenido —Finalizó y esperó las respuestas de sus dos primeros estudiantes.

 

El ANimago miró de nuevo su reloj. El tercer estudiante ya se estaba demorando, ¿le habría llegado el memo, o sencillamente iba retrasado? De cualquier manera, si no llegaba en los próximos diez minutos, tendría que dar inicio con Alessandra y David.

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-Tarde…, como siempre voy tarde, ¿acaso estaré maldito? Nunca llego a tiempo a ningún lugar por mas temprano que me levante- pensó el rubio mientras corría por los pasillos del castillo con el libro en brazos, se había concentrado tanto en organizar la boda y en su trabajo que casi se le olvidaba que ese día daría inicio el curso del libro, y eso que no hacía mucho que había recibido la carta con la información y el lugar de reunión. Le agradaba que la clase fuera durante la noche, amaba la luna, el frio que siempre había en las noches además de que siempre estaba mas concentrado a esas horas y aprendería mucho mejor las cosas que le fueran a enseñar.

 

El Lockhart vestía unos jeans, con una playera negra, una chamarra de piel roja y unas botas que se aseguraban hasta sus tobillos, estaba un poco nervioso, era la primera clase de un libro que tomaría y no sabia nada al respecto de como seria, aunado a esto iba tarde a la clase y no sabía cómo reaccionaría su profesor. Iba preparado con todo lo que decía la carta, e incluso llevaba los anillos y el amuleto que había conseguido con el primer libro, no sabia a que se enfrentaría y era mejor ir preparado para todo.

 

El ojiazul salió corriendo del castillo y justo al cruzar la puerta se desapareció para llegar con mayor rapidez al lugar puesto que ya había oscurecido por completo indicándole que iba tarde para la clase y seguro le reñirían por ello, el chico apareció a las afueras de ottery un tanto confundido, no le gustaba la sensación que dejaba la aparición, siempre lo dejaba desorientado y en esa vez no era la excepción, como pudo corrió hacia donde decía la carta, no era muy bueno siguiendo direcciones pero sentía que por allí se encontraban un grupo de personas y una de las presencias le recordaba a su sobrina Ale.

 

Se acerco al grupo un poco exaltado, -perdonen la demora, se me hizo un poco tarde y a veces me pierdo- comento el rubio mirando a sus compañeros, estaba feliz y tranquilo de que su sobrina estuviera allí pues eso significaba que no estaría solo, - oh disculpen casi me olvido, mi nombre es Noah Lockhart, es un gusto- comento prestando atención al profesor.

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La Myrddin se sorprendio al ver que era la primera, por regla general solia llegar tarde a todos lados pero se limito a relajarse mientras tanto miró a su profesor sin duda le sonaba de algo pero al final sacudio la cabeza y se dispuso a prestar atencion a lo que le preguntaba.

 

-Si, soy Alessandra- le respondio a su profesor - gracias!!-

 

La rubia apretó entré sus manos al libro, esperaba más que nada aprobar porque le interesaba aquél hechizo "Curación" aunque ya no era sanadora en San Mungo porque ahora trabajaba cómo Fiscal en el Centro de Comercio Universal pero bajo aquélla fachada su deber seguía siendo la sanación.

 

- Bueno mi expectativa en la clase es que me gustaría expandir mis habilidades en la magia con un par de hechizos del libro- respondió en forma más global aquélla pregunta porque sería raro que alguien con otro puesto de trabajo se interese en un tema ajeno al suyo - además de que me daría acceso a tomar los de magia más avanzada para probarme a mi misma- aquello no era mentira pero realmente no estaba segura de si avanzar más o esperar un tiempo.

 

-Lo he visto cuando lo compre en realidad pero se por experiencia que lo teorico es distinto a la practica- refiriendose a los anillos y amuleto.

 

Mientras que pensaba en la última pregunta del profesor un nuevo alumno llegó, puso los ojos en blanco ya que era el mismo chico que fue alumno de Candela y con quienes compartió clases.

 

La Myrddin se mordió el labio para no reírse por lo que su profesor le dijo al Gryffindor, tocio un poco para contenerse mientras le hacía las mismas preguntas que a ella.

 

-Por supuesto que me gustaría desarollar todo pero me atraen más el amuleto y el Anillo Detector de Enemigos- le respondió al Ravenclaw.

 

En ese momento también llegó su tío Noah pero Alessandra hizo una nota mental si decidía seguir cursando los libros ella lo iría a buscar asi no llegaba tarde.

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De manera distraída arrancó una hoja de una planta muy bonita que se encontraba cerca de su posición. La pasó por delante de su nariz e inspiró profundamente, poseía un olor maravilloso. Mientras se entretenía rompiendo la hoja en la mayor cantidad de trocitos posibles alternaba la mirada entre las dos personas que se encontraban allí. El rostro del profesor le resultaba familiar, de hecho sino estaba equivocado eran familia. Sería bueno poder tener un mayor vínculo con sus familiares, pero hoy no había ido para socializar. Si mal no recordaba su nombre era Keaton y su primer apellido, aunque lo había leído en la carta enviada por él, no lo recordaba. Su memoria era buena, pero para acordarse de la identidad de las personas no, desde luego. Alzó una ceja al ver la cara que ponía el profesor.

 

Varias preguntas se le pasaban por la cabeza. ¿Esa cara de asco sería habitual en él? ¿Acaso se había puesto por encima su perfume menos preferido? ¿O tal vez llevaba tiempo sin ducharse y su propio olor le asqueaba? Por si acaso intentaría no acercarse demasiado al hombre. El joven Black Lestrange llevaba un atractivo y embriagador perfume de naranja, irresistible y apreciable para cualquier ser que se le acercase lo suficiente. Por fin las preguntas que se había hecho parecían tener una respuesta… ¡No le caían bien los Gryffindor! O al menos daba esa impresión. Dejó escapar una sonrisa forzada. Había venido a aprender y no a discutir, pero el mago nunca le decía que no a un enfrentamiento dialéctico. Se pasó la mano por su cabello y se despeinó levemente para que diera la sensación de que acababa de bajarse de una escoba, algo que dado a su vestuario bien podría haber sido posible.

 

¿Desde cuando confiar en uno mismo puede ser un problema? —preguntó levantando levemente su túnica por la zona donde se encontraba el emblema de Gryffindor. Tras hacerlo con su mano izquierda aprovechó la derecha para pasarla por encima del escudo como si lo estuviera limpiando. Un gesto presumido y seguramente ególatra. No conocía a todos los miembros que habían pertenecido a su casa para saber si ser egocéntrico era un rasgo muy común, él lo era, desde luego que lo era… no le importaba admitirlo. Era de la opinión de que las personas egocéntricas no lo eran porque querían, sino porque podían. Él podía serlo, puede que el resto de las personas que estaban allí con él no. No quería empezar un debate sobre qué casa era mejor porque estaba claro, sin embargo no iba a dejar escapar la oportunidad de menospreciar a las demás.

 

¿Por qué siente envidia por las personas que fuimos seleccionadas en la casa fundada por Godric? —preguntó manteniendo la falsa sonrisa que había mostrado antes. —¿Acaso eres un Hufflepuff y de lo único que puedes presumir es de que el día de la selección no te hubieran mandado de vuelta para casa? Todo el mundo sabe que allí sólo acaban los que no tiene ninguna de las virtudes de las otras tres casas… —hizo una breve pausa para tragar saliva antes de continuar. —¿O eres un Slytherin? Un eterno ambicioso que nunca logrará aquello que tanto desea… Creo que la envidia es muy de ellos… —continuó diciendo. ¡Espera! Ahora recordaba su apellido… ¡Era Ravenclaw! De hecho hace poco había estado en su castillo—Oh, cierto, tú eres de los que sólo puede presumir de pasarse el día estudiando libros… Las palomas de biblioteca. —finalizó. Se había quedado a gusto. Se había guiado únicamente por estereotipos que quizá fuesen falsos, pero el profesor también.

 

Había hecho un divertido cambio de palabras. El estereotipo de los Ravenclaw era el der ser las típicas ratas de biblioteca. En el escudo de esa casa salía un ave y aprovechando que a las palomas se les llamaba las ratas del aire… había sido un divertido intercambio. Todo tenía sentido. Pero bueno, había que dejar la discusión a un lado. Era el momento de centrarse en el libro y en aprender, los verdaderos motivos por los que se habían reunido allí. En su espalda, en una pequeña mochila, llevaba consigo el libro, los amuletos y un par de pergaminos por si en un momento determinado necesitaba escribir. Escuchó la pregunta de su profesor, esperaba que no toda la clase fuese de manera oral o teórica porque lo que quería en realidad era acción, adrenalina, la parte práctica y más divertida.

 

Por supuesto que lo he leído. He comprado el libro y me he apuntado a la clase porque me resulta interesante, no para apoyarlo en una parte de la habitación y dejar que se llene de polvo. —contestó de manera bastante seca después de que su compañera respondiese primero a las mismas preguntas. Seguro pasarían un par de minutos hasta que se olvidase esa cara de asco al ver que pertenecía a Gryffindor. —El Anillo de Escucha puede resultar interesante, la información es poder… Y tanto el hechizo llamado Salvaguardia Mágica como el llamado Curación me parece que pueden ser muy útiles si se utilizan bien y con inteligencia. —terminó por decir. Lo cierto es que casi todo lo del tomo le llamaba la atención.

 

¡Anda! Por fin nos honra con su presencia. —dijo al ver que el último de los alumnos había llegado. —¿Por dónde empezaremos, profesor?

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Alessandra solto un gruñido ante las palabras de aquel muchacho, ¿quien se creia el al insultar a su casa? Pero viniendo eso de un Gryffindor no le sorprendia, su ignorancia era tan grande como su ego y lo unico que hacian era repetir lo que los demas decian.

 

-Para su informacion "Mi casa" si cuenta con virtudes que usted no posee- le miró con desprecio -ustedes los Gryffindor se creen muy importantes sólo porque cuándo Dumbledore vivía los beneficiaba pero ahora no llegan ni a los talones a los demás-

 

Alessandra lo miró de arriba a bajó cómo si algo apostará, aquél muchacho representaba el típico Gryffindor, mucho músculo y poco cerebro.

 

- Debería de leer Historia de Hogwarts- le aconsejó - porque gracias a Helga Hufflepuff y su buen corazon los de su casa han disfrutado los deliciosos manjares que les sirven los elfos-

 

Ella estaba orgullosa de ser Hufflepuff, orgullosa de haber sido seleccionada en la casa de Helga y seguir con los ideales de la Hufflepuff por esa razon no dejaria que pisotearan el nombre de los tejones.

 

-Pero es una perdida de tiempo explicarle a alguien de poco cerebro lo magnifico de los Hufflepuff- dandose media vuelta sin dirigirle la mirada otra vez fue a situarse al lado de su tio.

 

-Va todo bien?-le susurro a Noah.

 

No queria seguir con esa disputa verbal porque no queria que su profesor le riñera y deseaba aprobar la clase. Pero tambien le sorprendia que el Ravenclaw no le echara a patadas por su insolencia pero solo era una alumna y si debia aguantarlo lo aria.

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Para su sorpresa la contestación no le vino del profesor, sino de su compañera. Vaya, al parecer al menos una de las dos personas con la que compartiría aprendizaje era una Hufflepuff. No se lo esperaba. Podría optar por disculparse, pero eso no era típico de él. Todo lo que había dicho era verdad, una realidad. Para no verlo había que ser un ciego o un miembro de esa casa. Obviamente no se iba a quedar callado, siempre quería tener la última palabra y ese día no iba a ser ninguna excepción.

 

Pero no te enfades, mujer. —comentó después de que se le escapasen unas cuantas carcajadas ante lo que él consideraba que era una broma de mal gusto.

 

¿Acaso lo decía en serio? Parecía ser el único Gryffindor del lugar y eso le hacía sentirse aún más orgulloso. Había sido un completo acierto llevar puesta esa túnica, cada vez lo tenía más claro. Su primera intención no había sido ofender a todas las personas, sino responder al profesor por su cara de asco al ver que él había sido un miembro de la casa de Godric Gryffindor. Ahora, sin embargo, parecía que la discusión la mantendría con su compañera. No quería ganarse enemigos ni mucho menos, pero a veces era inevitable.

 

Venga, no seas boba, nadie tiene que saber que fuiste una Hufflepuff, si te preguntan puedes decir que has sido una Gryffindor, ¿vale? Yo te lo permito.

 

Le contestó mostrándole una sonrisa que pretendía ser encantadora. Había llegado al lugar con muchas ganas de aprender y disfrutar, pero nunca se había imaginado que al poco de llegar se lo iba a pasar tan bien. Respiró profundamente y agarró una nueva hoja de la misma planta, olía demasiado bien. De nuevo repitió la operación rompiendo la hoja en trocitos, pero esta vez haciendo que cayesen muy cerca de la mujer. A lo mejor inhalando ese aroma tan agradable se tranquilizaba un poco, parecía un pelín alterada.

 

Habla de leer Historia de Hogwarts… —se rio levemente. La rubia ignoraba por completo que él era un experto en Historia de la Magia, lo que por supuesto también incluía saber sobre Historia de Hogwarts. —¿Puedes decirme a qué alumnos acogía Helga? ¿Lo sabe o lo tengo que repetir?

 

Preguntó con un tono de voz altivo, creyéndose superior. Volvió a reírse una vez más cuando lo definió como alguien de poco cerebro. ¿Acaso pensaba que le molestaría eso viniendo de ella? Seguramente era la cosa más ofensiva que podía decirle la pobre tejona, pero no pasaba nada, si quería él podía enseñarle a ser más hiriente porque estaba claro que necesitaba aprender. Le gustaban las personas así, las personas que se enfadaban con relativa facilidad. Le parecía divertido, eso enfadar a los demás era un buen entretenimiento.

 

Pero en eso otro llevas parte de razón. —dijo asintiendo levemente recordando las palabras que había dicho unos segundos atrás. Sabía que gracias a Helga muchos elfos domésticos habían ido a servir a las cocinas de Hogwarts y que sus recetas se seguían utilizando hoy en día. —Deberías dar las gracias a Helga, creo que sino hubiera llevado a los elfos os habríais encargado los Hufflepuff de cocinarnos a los demás. —acabó por decir soltando una nueva carcajada. ¿Cuántas llevaba ya? Estaba disfrutando de lo lindo. La discusión por su parte también había terminado, no tenía nada más que añadir.

 

Ha sido muy agradable compartir opinión con la señorita… —se quedó en silencio unos segundos pues no tenía ni idea de su nombre. —Con la orgullosa Hufflepuff… Pero ya está bien por lo que cuando usted quiera podemos comenzar con lo verdaderamente interesante, profesor. Supongo que no podrá reprocharnos que hayamos discutido, ha sido usted el que ha sacado el tema de las casas de Hogwarts, si quiere castigar a alguien debería castigarse a sí mismo…

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El rubio llego al lado de sus compañeros sujeto su libro y miro al profesor, no necesitaba ser un sacerdote para sentir los ánimos de aquel lugar, era obvio que todos perecían tener viejas rencillas y el chico prefirió ignorarlos, se podía sentir la tensión sin siquiera mirarlos, escucho el comentario de su compañero pero prefirió no darle importancia, pues de cierta forma con su comportamiento solo estaba haciendo que el rubio se aburriera, había logrado escuchar las preguntas que había hecho a sus compañeros y sin que le dieran la instrucción comenzó a responderlas no sin antes respirar profundo para controlar su agitada respiración.

 

-¿Qué espero de la clase?- mordió su labio pensando y miro a los ojos al profesor -podría decirse que espero divertirme- sabia que era una respuesta rara refiriéndose a una clase, pero sabía que divirtiéndose maximizaría el aprendizaje eso y que de esa manera su mente no se bloquearía por el estrés de la clase.

 

-claro que he ojeado el libro, me gusta el conocimiento y no quería venir al curso sin saber a lo que me esperaba- comento el rubio pensando en la siguiente pregunta, -respecto a lo que me gustaría desarrollar mas del tomo del libro de la fortaleza es la “curación”, trabajo en san mungo y eso tiene un gran valor, aunque hablando mas a profundidad el verdadero propósito es para poder proteger a las personas que quiero- comento rubio volteando a ver un poco a ale. Le molestaba el complejo de superioridad de su compañero que denigraba la casa de hufflepuff, pero no entraría en la discusión, a lo que a el le concernía solo eran los desesperados intentos de un niño mimado que quería atención, estaban en el mundo real ya y allí si que no importaban las casas o lo que hicieron los miembros de dichas casas, allí solo dependían de sus propias habilidades e ingenio.

 

-si estoy bien, tranquila y tu estas bien ?-

 

Respondió a su sobrina sin decirle nada al leoncito, por más que alardeara sobre conocimiento era claro que no estaba completamente informado, ya que era un completo error lo que hacía, en ese momento no pudo evitar recordar la clase que había tenido con la pelirroja en un bosque similar a ese y en donde había aprendido cosas realmente útiles y que hasta ese día aun le seguían sirviendo, sonrió de lado sin dejar de mirar al profesor.

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