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Libro de la Fortaleza


Keaton Ravenclaw
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El Black Lestrange se encontraba de pie, parado, esperando las indicaciones del profesor para empezar con la clase y poder aprender todos los secretos del libro de hechizos. Se cruzó de brazos por cambiar de posición y miró a cada uno de los presentes detenidamente. Puede que a fin de cuentas eso de que acusasen a los Gryffindor de ser egocéntricos tuviera bastante sentido, miraba a los tres y se sentía tremendamente superior. Quizá no por encima del profesor puesto que estaba claro que él sabía más sino no sería profesor, pero sí por encima de sus compañeros.

 

Me aburren.

 

Soltó sin decírselo a nadie en especial, cualquiera podía darse por aludido. Se alejó unos cuantos pasos de distancia, sus dos compañeros parecía que se conocían entre ellos y que iban a comenzar una conversación que seguramente sería un muermo así que no quería sentir la tortura de escucharles. Se separó unos cuantos metros, tampoco demasiados por si el profesor les mandaba caminar en dirección contraria o hacer algo. No olvidaba que era una clase y que si se separaba demasiado podía considerarse casi como un abandono de la misma. Estar en esa clase le costaba dinero y no iba a desperdiciarlo.

 

Antaño nunca había sido una persona muy preocupada por su patrimonio, por sus galeones. Pero desde que había vuelto a Ottery parecía que el dinero había cobrado una nueva importancia. Ahora, sin dinero, podías darte por perdido. Suspiró pegándole una patada a una pequeña piedra con esos pensamientos en su cabeza. Al menos ahora tenía trabajo, ahora trabajaba en el Concilio y su sueldo podría compensar todos los gastos que había tenido últimamente y que aún le quedaban por tener. Era trabajar, casarse con una adinerada o intentar robar en Gringotts y morir en el intento, no había más opciones más convertirse en rico…

 

¿Habéis escuchado eso?

 

Preguntó tanto a sus compañeros como a su profesor. Realizó la pregunta con voz suave y tan baja que a pesar de estar únicamente a un par de metros de distancia de ellos era posible que no lo hubiesen escuchado. ¿Qué habría sido? No había sido capaz de distinguir muy bien el ruido provocado, pero había sido algo muy parecido al ruido que harían unos arbustos si se moviesen. ¿Sería una persona, un animal, una criatura o tal vez había sido provocado por el viento? No tenía ni la menor idea.

 

Metió la mano en su mochila buscando los anillos y amuletos que había traído con él como parte del libro de hechizos. Los miró detenidamente y agarró un anillo en concreto, un anillo que según había podido leer en el libro te avisaba si ibas a tener un ataque inminente. Se lo puso y sacó lentamente su varita preparado para cualquier amenaza. Supuestamente antes de recibir el ataque el anillo le avisaría. Volvió junto a sus compañeros pero sin prestar mucha atención a nada, seguía con los cinco sentidos preocupado por ese desconocido ruido.

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Y así llegó el tercer alumno a la clase, esperen, ¿alumno? Keaton se imaginaba que Noah era el nombre de una chica, no sabía por qué asociaba ese nombre en femenino, por lo que al ver al chico llegar, el Ravenclaw tuvo que forzarse a no reírse, era el profesor, debía mostrar compostura. Le sonrió, sin embargo, a modo de bienvenida. Se notaba que el hombre estaba un poco apenado por haber llegado tarde, pero la verdad era que no importaba mucho, ´pues aún no había un avance como tal de clase, lo que si, era que Keaton ya no le haría las preguntas que le había hecho a Alessandra y a David.

 

—No te preocupes, has llegado en el momento justo —Dijo después de haber escuchado las respuestas de Alessandra referente los cuestionamientos que le había hecho minutos antes —Bueno Alessandra, en el caso de los Anillos y el Amuleto, va a ser la parte final de nuestra enseñanza antes de la Prueba, ya que de momento deben dominar al ciento por ciento los hechizos —Le informó.

 

En ese momento David respondió como todo un Gryffindor: altanero, prepotente, falto de tacto y un completo caos al momento de expresarse. El problema no era la confianza que él se tenía en sí mismo, el problema era el exceso, ya que eso convertía a los humanos en seres arrogantes. Y como siempre, denigrando a las demás casas, pues era obvio, su intelecto no les daba para más. Lamentaba que en sus tiempos Hermione Granger hubiera pertenecido a esa casa, ella tenía todas las cualidades de una Ravenclaw, pero en fin, sin ella Potter no hubiese vencido al Señor Tenebroso, lo cual hubiera sido genial, pero eso ya estaba escrito. Sonrió entonces.

 

—Los Gryffindor y sus típicas majaderías. No, señor Black Lestrange, la confianza en sí mismo no es un problema, el problema es el exceso de ésta. Y para desgracia suya, yo obtuve el puesto de profesor gracias a mis conocimientos por ser una "paloma de biblioteca" como usted dice. Pero bueno, veamos si logra dar el ancho —Dijo al fin y pasó por el arco del triunfo las respuestas que éste le dio. Se había ganado la enemistad del profesor, y le pesaría.

 

EL problema real fue que Alessandra era una Hufflepuff, y como era de esperarse, arremetió contra David de inmediato. EL ojiverde había logrado su cometido, a la hora de la prueba, se pondría todo más candente. Pero David no se quedó callado, y respondió con suma altanería y grosería. Aquel chico se estaba llevando el premio a su peor estudiante, pero lo pagaría caro, de momento, el Animago quería ver en qué acababa todo aquello. Pero todo se calmó muy rápido, pues David de alejó y Noah y Alessandra se pusieron a hablar. Pero el Black Lestrange volvió para avisar sobre un ruido y sacó su Anillo Detector de Enemigos y sacar su varita. En eso, una libre salió dentro de los arbustos, Keaton soltó una carcajada.

 

—Ha sido muy cómico, seguro en Anillo Detector de Enemigos se iluminaría avisándote de la llegada de una liebre, ¿no? —Dijo socarronamente el Ravenclaw, pero se contuvo de decir más, pues debía mantener el orden —En fin, vamos a continuar con esto. Noah, gracias por tu respuestas, me han ayudado mucho para saber qué método seguir en la clase —Añadió.

 

Sacó en ese momento un pergamino con la dirección exacta del Bosque de los Lamentos. En el pergamino se leía: "Bosque de los Lamentos. Norte de Ottery St. Catchpole. Gran Bretaña. Inglaterra" Se lo dio primero a Alessandra para que lo leyera, la cual, en cuanto lo hiciera podría ver el gran bosque de coníferas y alamedas que estaba frente a ellos, con aquellos peligros que escondía. Estaban frente al bosque más encantado de Europa, según los Ministerios de Magia de cada nación, por lo que se enfrentarían a grandes aventuras con ayuda de los conocimientos del Libro de la Fortaleza.

 

—Bien chicos, el papel que le acabo de dar a Alessandra lo tienen que leer los tres, y cuando lo hagan, éste se destruirá automáticamente. Acaban de conocer la ubicación del Bosque de los Lamentos, un bosque encantado por muchísimas criaturas y espíritus malignos que van a poner a prueba sus conocimientos —Explicó el chico mientras se pasaban el papel, el cual al ser leído por todos, se prendió fuego solo y desapareció —Empezaremos por los hechizos que confiere este Libro, el más sencillo es el Salvaguarda Mágica, el cual les va a ayudar a ser intangibles. Este hechizo puede ser No Verbal, pero si lo sueltan en medio de un duelo, tampoco pasa nada y surtirá efecto igualmente, aunque la ventaja será, desde luego, que al ser No Verbal, no se los podrán silenciar —Explicó el Black Lestrange,

 

En ese momento, sacó su varita mágica de cerezo e hizo una gran floritura con ella, de inmediato, ante ellos aparecieron tres hermosos Caballos Negros, caballos de la noche que se dedicaban a proteger ese Bosque de intrusos y malos manejos por lo pocos a los cuales el profesor les había dado la ubicación. Practicarían con ellos. Los Caballos Negros, al ser nuevos los tres estudiantes, los iban a poner a prueba para ver si valía la pena seguir teniéndolos ahí, por lo que los atacarían, y la desventaja, era que podían hacerse invisibles, mas no intangibles, y los podrían embestir.

 

—He de aclararles que estos caballos se dedican a cuidar el Bosque y los van a poner a prueba para ver que tan valerosos o diestros pueden ser, y debido a que se pueden volver invisibles, al atacarlos, no podrían verlos, y deberan emplear toda sus astucia para dominar el hechizo y en Anillo Detector de Enemigos. Para que el Anillo funciones, va a ser súmamente necesario que sepan decirle o pensar con claridad qué o quiénes son sus enemigos, pues solo al estar éstos cerca el Anillo se iluminará y les avisará del peligro. En Anillo no funcionará si no identifican antes a su Enemigo. Espero logren pasar bien esta tarea —Les dijo al mismo tiempo que los caballos desaparecían delante de ellos y se dedicaban a planear cómo atacarlos para ponerlos en juicio para ver sin eran dignos.

Editado por Keaton Ravenclaw

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Alessandra apreto los dientes para fulminar al Black Lestrange con la mirada. Habia sido muy buena idea haberse alejado del mucho con anterioridad porque estaba por darle un buen golpe a lo muggle.

 

Solto un bufido con los ojos en blanco para contestarle a sus provocativas palabras.

 

- Yo bien tío, sacando a miss mucho músculo poco ceso- se encogió de hombros susurrandole al Lockhart.

 

Su profesor explicó que.los anillos y el amuleto serían lo último en usar porque primero deberían de aprender los hechizos del libro. Gimio por lo bajó cuándo Keaton dijo eso, había llegado la hora de usarlos lo que le ponía nerviosa y a la vez curiosa por saber para que le podían servir.

 

Se miró la mano derecha dónde estaban los anillos, había decidido colocarselos para no andar con ellos en la mano y terminar perdiendo alguno, incluso el amuleto estaba rodeando su cuello dejando libre su mano para el uso del libro y su varita.

 

Se había olvidado completamente de David hasta que éste habló, Alessandra miró al muchacho preguntandose que ruido cuando una liebre salió de unos arbustos.

 

Su profesor se rió pero ella se preguntó si usaba su forma Animaga ¿el anillo funcionaría igual? Se mordió el labio guardandose la pregunta hasta que el Ravenclaw terminará de explicar lo que debían hacer ahora.

 

La Myrddin miró al Ravenclaw cuándo le tendió un pergamino al que abrió y leyó una dirección "Bosque de los Lamentos. Norte de Ottery St. Catchpole. Gran Bretaña. Inglaterra", una vez que termino de leer esas palabras frente suyo aparecio un bosque, oscuro y bastante aterrador.

 

Alessandra sintió un retorcijo en su vientre, fruncio el ceño pasandole el pergamino a Noah, no le gustaba el bosque aquél y por lo que su profesor dijo menos que menos.

 

¿Porque no iban a Hogwarts?, el bosque prohibido era tan bueno cómo cualquiera Y claro contaba con menos peligro y sin duda sin un encantamiento fidelio.

 

Pero cuándo el profesor comenzó a explicarle el primer hechizo se concentró en él, no estaría mal poder usarlo y que cualquier ataque lo traspase. Siguio prestandole atencion al Ravenclaw hasta que con un movimiento de varita aparecieron tres caballos negros.

 

Los ojos de Alessandra se abrieron ante la explicación del porque estaban ahí, apretó su mano derecha dónde los anillos descansaban para echarle un vistazo al anillo Detector de Enemigos que se encontraba en el mismo dedo que su anillo de casada, esperando que le diera suerte.

 

- Profesor, hipotéticamente hablando alguien de acá fuese Animago y se transformará en un animal, los caballos lo sabrían? - le daba bastante curiosidad saber si los caballos sentían a todas clases de criaturas y humanos.

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¿Menosprecias a una liebre? —preguntó de manera cortante, ofendido por su carcajada.

 

¡Una liebre! Una maldita liebre había sido la causante del ruido. Estaba claro que no era un peligro. Apretó el puño de su mano izquierda con fuerza, molesto. Luchaba contra sí mismo para mantenerse quieto y con la boca callada. Seguramente había logrado ganarse la enemistad de su profesor y de sus dos compañeros en tiempo récord. En esos momentos desearía con todas sus fuerzas ser capaz de hacer las maldiciones imperdonables para pagar sus frustraciones con ellos o con la liebre. Sí, le encantaría torturar a esa liebre por haberle dejado como una especie de cobarde. Escupió en el suelo y volvió a prestar atención.

 

¿Por qué se lo tienes que dar a ella primero? —cuestionó refiriéndose al papel mientras guardaba su varita y se cruzaba de brazos.

 

¿Le molestaba realmente? No, pero si no hablaba explotaba. No necesitaba una respuesta y tampoco la quería, sólo quería molestar. En parte deseaba lograr que ninguno de los tres pudiese olvidar esa clase nunca, hacer la vida imposible al resto era un juego divertido, una especie de adición para el Black Lestrange. Era momento de ponerse serio. Irían a un bosque que según el profesor tenía sus peligros. Había que dejar las tonterías a un lado y concentrarse, estar alerta por lo que pudiera pasar. Sacó la varita de nuevo y suspiró mentalizándose para cualquier peligro que se le pusiera por delante. Estaba preparado.

 

Cuando llegó su turno leyó el papel rápidamente, después se prendió fuego solo y no quedó rastro de él. Cuando terminó soltó un pequeño ruido de asombro al descubrir el bosque se encontraba frente a ellos y que hasta ese preciso momento no pudieron ver. Vaya, por cosas como esas le encantaba la magia. Cerró los ojos y respiró profundamente. En parte se sentía presionado. No podía fracasar, no debía hacerlo. Quería demostrar que cuando antes había dicho que los Gryffindors eran los mejores no mentía. Memorizó el hechizo mencionado por la persona que daba la clase. El hecho de poder volverse intangibles sería fantástico y útil.

 

Caballos… ¡Sálvese quién pueda! —exclamó soltando una carcajada muy parecida a la del Ravenclaw cuando vio aparecer la liebre. ¿Esos caballos eran las criaturas malignas a las que se había referido? ¡Por favor! Tenía que ser una maldita broma.

 

Ups. —soltó segundos más tarde cuando se enteró de que no eran caballos normales y corrientes. Esperaba que ninguno de ellos hubiera escuchado o prestado atención a sus anteriores palabras porque había vuelto a hablar de más, otra vez.

 

Caballos negros que podían volverse invisibles… menuda locura. Escuchó atentamente cada una de sus palabras esperando que no se le olvidase nada. Lentamente, e intentando hacerlo de manera muy desapercibida, se alejó unos cuantos metros de ellos. Su intención era no poder ser atacado por los tres, como mucho solamente por uno. Si los tres estaban muy cerca sería sencillo que los tres animales pudieran atacarles a los tres humanos, lo que complicaría la defensa, pero alejándose esperaba haberse asegurado de sólo ser atacado por uno. Mantenía la varita en alto. Le iba a atacar un animal, le iba a atacar un animal negro. El anillo le avisaría…

 

Por suerte no tenía que ponérselo, se lo había puesto antes. Miró a su alrededor esperando o deseando que el animal se volviese visible antes de atacar. Cada segundo que pasaba sin ser atacado la tensión aumentaba. Había escuchado la pregunta de la rubia antes de separarse del todo, pero ni le había preocupado la respuesta. ¿Qué clase de pregunta era esa? ¿Acaso ella era animaga? Si lo era, daba igual, seguía sin encontrarle sentido a la pregunta. La gracia estaba en poder superar a los animales con la magia del libro, no con otras habilidades diferentes. Deseaba que alguno de los caballos la embistiera mientras tanto, pero entonces…

 

PUM. Sus malos deseos se volvieron en contra. Sintió como un caballo le embestía por la espalda y le hacía caer al suelo. Estaba a varios metros de los demás por lo que esperaba que ninguno lo hubiese visto. El golpe fue fuerte, tanto que su varita se le escapó de las manos. Se arrastró unos centímetros para agarrarla mientras maldecía. ¿Por qué narices el anillo no le había avisado? Se levantó como pudo. Debido a la caída se había hecho un par de heridas en la mano y en los brazos que habían causado, además, que la túnica se rompiese levemente. Por supuesto, también se ensució. Los primeros segundos le costó mantenerse en pie.

 

¿Qué había sucedido? Sentía una especie de dolor generalizado que le hacían no poder mantenerse perfectamente de pie y recto. Respiró profundamente sintiendo como lentamente parte del dolor iba desapareciendo. Algo había salido mal pero… ¿El qué? En ese momento se dio cuenta. No había pensado con exactitud cuál era su peligro, sólo había pensando en un animal negro. ¡Por Merlín! Había metido la pata hasta el fondo. Aunque no eran graves luego le vendría bien curarse alguna de las heridas que se había hecho. Todas ellas en teoría eran únicamente superficiales, nada del otro mundo, pero eso no impedía que no doliesen lo suyo.

 

«Bien. Un caballo negro. Un maldito y asqueroso caballo negro es mi peligro» Pensó enfadado. A ver si con eso funcionaba, esperaba que sí, ahora sí que estaba siguiendo al pie de la letra las instrucciones del profesor. Debido al golpe, a la tensión o a la incertidumbre de cuándo sería atacado, la mano que sujetaba su varita temblaba levemente. Esperaba impaciente pensando en el caballo negro y entonces lo vio, vio como el anillo se iluminaba e inmediatamente pensó en el Salvaguardia Mágica. A continuación sintió como si alguien o algo le traspasase pero sin hacerle daño, sin tocarle. Había sido capaz de volverse intangible y de defenderse perfectamente.

 

¿DEBEMOS ACABAR CON ELLOS O SÓLO EVITAR QUE NOS GOLPEEN? —preguntó a gritos debido a la distancia entre él y el profesor esperando una respuesta concreta lo más pronto posible.

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El rubio podía sentir como el ambiente se ponía cada vez mas denso, era claro que la actitud de David era como la de cualquier Gryffindor que le gustaba sentirse superior a los demás aun sin serlo, sencillamente para el chico era aburrido ponerse a discutir con alguien que lo único que tenia alto era el ego, además de que claramente se veía que todas sus palabras eran para hacer enojar a los presentes, pero principalmente al profesor. Era un tejón a mucha honra y que alguien con tan poca inteligencia hablara sobre casas no haría que el ojiazul perdiera su concentración, después de todo ponerse a pelear por algo así solo le daba importancia a sus palabras, y el estaba completamente seguro de su capacidad como para darle importancia.

 

Después de toda tenía que ver el lado bueno de todo eso, ya los ánimos estaban caldeados y seguro eso haría que las cosas se pusieran bastante interesantes. Estaba comenzando a aburrirse en ese momento al escuchar las palabras de todos, por suerte para el en ese omento hubo un silencio el cual solo fue eclipsado por la voz de David unos momentos después, parecía que algo se acercaba a su posición y el chico miro hacia la dirección de donde provenían los ruidos, el Lockhart no saco la varita, pero estaba preparado para reaccionar en caso de que fuera algo que los quisiera atacar. Segundos después de que viera en dirección a los arbustos una liebre dio un salto saliendo de ellos provocando la risa del profesor.

 

El momento gracioso paso y después de unas cuantas palabras e instrucciones del profesor todos se pusieron a ver muy bien un pergamino que les acababa de dar el profesor, no era bueno con las direcciones, pero tenía que intentar recordar el pergamino pues de no hacerlo no podría llegar hasta el bosque ya que al terminar el pergamino se incineraría y no habría manera de echarle otro vistazo.

 

El rubio miro al profesor en cuanto termino de leer el pergamino, tal como lo pensaba no sería tan fácil como seguir lo que decía el pergamino, el chico se puso rápidamente el anillo detector de enemigos, los caballos ya se habían vuelto invisibles y no los podía sentir con sus habilidades de sacerdote, o sabia si apartarse de sus compañeros o no, las criaturas parecían ser bastante consientes por lo que seguro estarían armando una estrategia, y seguro serian inmunes a los anillos que llevaba puestos. El Lockhart corrió unos metros lejos de sus compañeros y se comenzó a concentrar, requería de mucho esfuerzo y por mas que intentaba no podía, ni un pequeño indicio de haberlo logrado podía obtener, mientras tenía los ojos cerrados, sintió un fuerte golpe que lo hizo caer de espalda.

 

Había sido embestido por uno de ellos y no había podido activar el anillo, sabia que si se quedaba quieto sería un blanco más fácil de atacar, pero también era su única manera de forzarse a activar el anillo. El ojiazul respiro tranquilo mientras cerraba los ojos y dejaba su mente en blanco, no había pensamiento alguno en su cabeza, solo estaba concentrado en el aquí y el ahora, como bien había aprendido a veces solo se necesitaba un salto de fe, el chico se quedó quieto y sintió su alrededor, justo unos segundos después un brillo en su mano le hizo girar sobre sus talones a un lado para evitar ser embestido, estaba aun adolorido de la embestida por lo cual sus movimientos seguían siendo torpes, se volvió a tranquilizar se quedó inmóvil por minutos hasta que el anillo volvió a brillar, recordaba que en el libro y del maestro había escuchado un hechizo y sus efectos, en ese momento instintivamente el Lockhart pensó -salvaguarda mágica- mientras cerraba los ojos preparándose para el impacto en caso de que no le funcionara, sin ver nada de pronto escucho un golpe y de inmediato abrió los ojos al parecer dos de los equinos habían chocado uno con el otro al atravesarlo.

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—@ la respuesta a tu pregunta es sí, si lo detectarían como un mago transfigurado, así que le sugiero que no adopte la forma de ningún animal, porque así me será imposible ver si sabe usar o no los hechizos y el Anillo Detector de Enemigos, porque, ¿qué haría su Liebre ante un gran caballo? Además, así no podría sostener la varita ni colocarse el anillo para usar los aprendido en el Libro, ¿no cree? Prefiero que no emplee su habilidad —Respondió el ojiverde ante la pregunta de su alumna.

 

En ese momento, la atención del Ravenclaw se centró en el desempeño de David, quien había empezado ya a sortear su prueba. Sin embargo, su primer intento falló, no le indicó al Anillo lo que éste necesitaba para detectar Enemigos y, como ere de esperarse, este no le avisó nada y el caballo lo golpeó de lleno. Tuvo que aguantarse una carcajada, porque no estaba ahí para reírse de los errores de sus estudiantes, por mucho que le cayeran mal, al contrario, debía de instruirlos de manera correcta.

 

—Debes poner más atención a los que haces, David, un error como ése en la Prueba, puede costarte la suspensión del curso —Le indicó. Pero el Black Lestrange pronto corrigió su error y le indicó al Anillo que aquellos caballos no eren para nada amigos, sino lo contrario —Y los caballos, por cierto, no se van a hacer visibles antes de impactarlos, seguirán invisibles —Añadió —Y de momento, David, sólo deseo saber si dominan el hechizo y la utilización del Anillo Detector de Enemigos, así que no deben acabar con ellos, porque además, dudo que puedan —Puntualizó.

 

En ese momento, miró a Noah, aquel chico al que juraba que era chica al leer su nombre. Él, como David, se olvidaron de que debían indicarle al Anillo quiénes eran sus enemigos, y uno de los caballos lo embistió. Pero al igual que David, aunque tal vez con más paciencia y humildad, cerró sus ojos y se concentró. Keaton vio cómo el anillo del rubio se iluminaba, y éste pudo usar a tiempo el hechizo de Salvaguarda Mágica. Ahora solo restaba ver cómo lo hacía Alessandra y pasarían a la siguiente etapa.

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Alessandra se puso roja por lo que le respondió su profesor, ella no quería usar la habilidad solo era una simple pregunta para saber ante cualquier eventualidad en un futuro. Pegó un brinco para fruncir el ceño cuándo el Ravenclaw le dijo sobre su animal.

 

Bufo molesta porque no podía seguir perdiendo el tiempo porque sino al final estaba para hacer charla y no para aprender.

 

La Myrddin no se fijó en sus compañeros, Keaton tranquilamente le decía lo que estaba pasando con sus gritos y consejos al tal David, el muchacho de Gryffindor. Por supuesto que le daba curiosidad pero había en ese momento un caballo invisible que no dudaría en atacarle y su prioridad era defenderse de él.

 

- Sólo es una práctica de hechizo no un duelo- se dijo, el Ravenclaw no dejaría que los matarán.

 

Cuadro los hombros y se metió en el frondoso bosque, tenía en anillo de Detector de enemigos en su dedo del medio a la espera de detectar al caballo, el ruido de los animales que andaban a su alrededor evitaban que se pudiera escuchar el trote del animal pero si recordaba perfectamente las palabras de Keaton "era súmamente necesario que supieran decirle o pensar con claridad qué o quiénes eran sus enemigos".

 

Su corazón golpeaba su pecho con furia cuándo decidió detenerse a pocos metros del linde del bosque, pensó en el caballo y su lustroso pelaje negro, su mirada y cómo fue que éste la miró. Con eso en mente el anillo comenzó a brillar.

 

Al principio era una tenue luz pero a los minutos se iluminó con más intensidad, no sabía si tirarse para que no la golpee cómo a sus compañeros ante los gemidos de ellos por lo que optó usar su varita de Vid - Salvaguardia Mágica- su vientre se agitó cuándo usó el hechizo sobre ella pero sólo sintió que algo la atraveso.

 

Había estado conteniendo el aliento mientras el equino trataba de atacarla por lo que fue un alivió cuándo éste no la hirió pero sus piernas fallaron apenas unos segundos cuándo la pasó pero se sostuvo de uno de los árboles, seguro que por falta de aire al contenerlo pero al menos no fue herida, se dijo.

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No estaba seguro de si debia pelear contra esas criaturas o solo tratar de dominar los anillos y los hechizos del libro, pero intuia que si dominaba los hechizos del libro y evitaba ser golpeado seria mejor que acabar con esas criaturas, despues de todo ella eran los que protegian el bosque y sin ellos seguro pasarian cosas malas, aunque no tenia la certeza de si las criaturas solo querian probarlos o de verdad querian evitar que entraran a su territorio, pero de algo si estaba seguro, el haber usado aquel hechizo para que ambas criaturas se embistieran una a la otra habia hecho que ahora estuvieran mas furiosas y por lo tanto se movian con mas apresuradas. ,Aún no sabia que era lo que activaba el anillo puesto que las veces anteriores solo habia respondido a sus deseos de no ser golpeado por los caballos y no lograba saber que era lo que hacia que el anillo funcionara.

 

Sabia que debia descubrirlo rápido o seria golpeado de nuevo y eso naturalmente no seria bueno, miro a una de las criaturas que habia hecho que se impactara con otra y pudo ver en sus ojos la molestia que eso le había causado, dudaba que correr le fuera a servir pues seguro con esa altura y naturaleza las criaturas lo atraparian y acabarian con el antes que el cansancio, por lo cual tenia que descartar el correr de su lista de posibilidades. El lockhart comenzó a pensar en un plan para dejar fuera de combate a los equinos, por desgracia mientras pensaba en ello otra de la criaturas lo embistio con fuerza lanzandolo por lo aires.

 

En ese lapso mientras estaba en el suelo pudo detenerse a buscar lo que activaba el anillo, dudaba que este fuera como sus dones de sacerdote y solo requiriera emociones para activarlo, sabia que este necesitaba de algo mas, pero que era -¿Qué es lo que hace?, detecta enemigos y ¿comó lo hace ?- penso el chico cuestiendose a si mismo, sabia que si veia todo desde otra perspectiva quizás llegaria a darse cuenta del algo, alli fue donde el rubio parecio encontrarle el sentido - y como es que sabe quien es el enemigo?, el enemigo es quien yo lo diga, hace rato no funciono solo porque no queria ser golpeado, funciono porque no queria ser golpeado por las criaturas- penso con gran sorpresa, estaba frente a la respuesta, al parecer su curiosidad si habia funcionado para algo, rapidamente el Lockhart se concentro en los equinos y en que no lo fueran a golpear, no termino ni de pensar en lo que queria cuando el anillo comenzó a brillar, de inmediato el joven se aparecio a unos cuantos metros y se puso de pie llamando su varita a su mano -Accio varita- , sin dejar de pensar en los equinos.

Editado por Noah Lockhart

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El tiempo pasaba, el momento de la prueba se acercaba y Keaton debía terminar de darles los conocimientos necesarios a los tres chicos para que se enfrentaran a ella de manera correcta. Aún faltaba el segundo hechizo y el resto de objetos, por lo que ya solo restaba enseñarles a usarlos y quedarían listos. La cosa sería ¿cómo ponerles su práctica final? Alessandra acababa de terminar con el empleo del hechizos y del objeto, y el profesor estaba contento de ver cómo le había servido ver la actuación de sus dos compañeros para no car en los mismos errores. Sonrió.

 

En ese momento, el ojiverde observó cómo uno de los equinos golpeaba a Noah por descuido de éste al no saber la manera correcta de usar el Anillo Detector de Enemigos. Keaton se decepcionó un poco de él, pues pensaba que el Lockhart lo había captado bien, pero a veces era bueno repetir la instrucción para que quedase claro y no se vieran con mayores complicaciones en el futuro. El Animago se acercó al chico y le colocó una mano en el hombro.

 

—Noah, debes confiar más en lo que sabes. Lo que te ayudó con los caballos la primera vez, es que tú le indicaste al Anillo que ellos eran tus enemigos, y así es como funciona el objeto. Debe pensar con claridad qué o quiénes son tus enemigos mientras traes el ANillo puesto, o bien decírselo si lo crees conveniente, y así, éste sabrá cuando brillar y avisarte del peligro —Observó Keaton —¿De acuerdo? Si tienes más dudas, con gusto te las resuelvo antes de la prueba, ¿ok? —Así pues el vampiro volvió a centrar su mirada en los tres estudiantes y ya no solo en el Lockhart.

 

Con un movimiento de la varita mágica de cerezo, el profesor hizo desaparecer a los tres caballos de la Noche, los cuales, regresaron al interior del bosque para seguir protegiéndolo de los intrusos o malintencionados. Así pues, el ojiverde empezó a caminar al interior del bosque también, dejando los lindes atrás. Hizo una señal a sus tres pupilos para que le siguieran y poco a poco la oscuridad se fue haciendo más densa. El Ravenclaw tuvo que sacar su varita e invocar un lumus para que no se perdieran en la penumbra. AL cabo de unos minutos, llegaron a una cabaña perdida entre la maleza.

 

—Bien, alto, hemos llegado a su última etapa antes de la Prueba —Anunció el Black Lestrange —Pero antes, les enseñaré la utilización del último hechizo del Libro de la Fortaleza: Curación —Explicó —Este hechizo, durante un duelo o en un asalto/redada, sólo se puede emplear una sola vez, tendrá el mismo efecto que un espikey y se puede emplear en uno mismo o en otro compañero. Además, la ventaja del mismo es que no consume ninguna acción, dentro de sus duelos/redadas/asaltos, pueden ocuparlos sin el limitante de solo dos hechizos por turno —Explicó el ojiverde esperando que sus pupilos los entendieran con total claridad —A su vez, para poder complementar este hechizo, entre los objetos contamos con el Amuleto de la Curación, el cual si se combina con el Conocimiento de Primeros Auxilios, puede ayudarles en una situación fuera de un duelo/asalto/redada. Este Amuleto debe llevarse al cuello cuando se quiere ocupar, y para que haga efecto, solamente deben color sus manos extendidas sobre el ser que deseen curar, y al reflejar los rayos del sol, éstos curarán completamente a sus heridas y quedarán como nuevo —Añadió y señaló el Amuleto.

 

Para continuar, Keaton abrió con ayuda de su varita la puerta de cabaña, dentro, había una gran sala que daba paso a una escalera al piso superior, una al sótano y a un largo pasillo que se encontraba enfrente. Tanto el primer piso, como en el sótano y como en el pasillo aquel, había en cada uno tres puertas que daban a tres habitaciones con una práctica de los hechizos que debían emplear para salir de la situación en la que los pusiera la cabaña, pues esa era,la función de la misma, darles a los estudiantes una práctica antes de su prueba final.

 

—Bien chicos, deben escoger entre los tres caminos: el sótano, el primer piso o el pasillo de la planta baja. Deberán entrar a cada una de las habitaciones, es decir, deberán cada uno a tres puertas. En una encontrarán a una criatura que deberán curar, la cual,en la segunda, se encontrarán con una sala de hospital donde deberán ponerle fin a la agonía de un enfermo, y en la tercera, deberán emplear los últimos dos Anillos: el de Salvaguarda Contra Oídos Indiscretos y el de Escucha. Para ello, deberán leer bien su Libro, pues son los dos objetos más fáciles de entender. De cualquier manera, si tienen dudas, consúltenme y estaré para ustedes. Pueden empezar. Por cierto, dentro de las habitaciones, se encontrarán en locaciones con luz de sol para que empleen el Amuleto de la Curación. Buena suerte —Puntualizó y explicó y vio partir sus pupilos.

 

El ojiverde estaba emocionado, solamente esta tarea, y si la pasaban con creces, los tres podrían estar en la Prueba que se abriría una vez salieran de la última puerta.

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Aspiró el aire humedo y mohoso del bosque para enderezarse y acercarse al profesor, una ligera brisa sopló serca suyo cuándo sintió cómo algo frío corría por la nuca, tocándose detrás de la cabeza sintió algo pegajoso en sus dedos que al mirarlo era sangre.

 

 

Suspiro al darse cuenta que no todo salió cómo había pensado pero no se quejó, lo más seguro es que a sus compañeros les fue peor y aquél corté se lo abra hecho el caballo después de tranpasarla. Para su suerte los caballos desaparecieron al interior del bosque, Keaton comenzó a ingresaba más al bosque haciéndoles una señal de que también lo siguieran asi lo hizo.

 

 

Mientras más ingresaban al interior del bosque más nerviosa estaba, algo le decía que no sólo se las verían con los caballos. Avanzaron más por la oscuridad del bosque e imitó al Ravenclaw sacando su varita para hacer un Lumus. Una gran raíz sobresalía de la tierra, la esquivó con tiempo pero al levantar la vista habian llegado a una cabaña abandonada.

 

 

No le gustaba la pinta del lugar pero le tranquilizaba que era lo último que verían antes de hacer la prueba para ver si habían aprendido a usar el libro.

 

 

<<- Bien->> pensó la Myrddin al saber que les explicaría el hechizo que a ella le llamó la atención además deseaba curarse la pequeña herida al costado de su cuello, no era que fuera peligroso sino que le había comenzado a arder que era lo realmente molesto.

 

 

Se sintió un poco decepcionada cuándo Keaton comenzó a explicarles el funcionamiento del hechizo que ella quería aprender "Curacion" Usarlo una vez, agitó con la cabeza para desterrar aquel pensamiento, estaba actuando cómo sanadora sabía que no debía pero muchas veces era más fuerte que ella << consentrate->> se dijo cuándo salió lo del Amuleto.

 

 

Le emocionó bastante saber que sus conocimientos de Primeros Auxilios servirían con el amuleto, mientras Keaton les explicaba cómo usar el objeto que colgaba de su cuello, se llevó una mano a la herida del cuello, ya no sangraba pero aún sentía el corté entré sus lisos dedos pero cuándo dijo "la luz del sol" osea que simplemente debía curarse fuera del bosque.

 

 

Los dos mejores hechizos y uno sólo se podía usar una vez mientras que el otro necesitaba la luz del sol. Que clase de ayuda le daba un día nublado? Para eso simplemente usaba los hechizos básicos y listo, bufo. Tanto lío por aprender de los libros cuándo tenían limitaciones cómo el sol.

 

 

Keaton continuó explicando lo que debían hacer, con un movimiento de su varita abrió la puerta de la cabaña mostrando que por dentro era completamente diferente afuera. Mientras escuchaba a su profesor se estremeció al darse cuenta que debía ponerle fin a una persona ¿que clase de prueba era aquélla? Incluso aunque fuera un enfermó al que debían ahorrarle el sufrimiento era terrible.

 

 

Tragó saliva para apretar más a ella el libro, sin duda era una prueba bastante difícil para ella, ¿acaso no le había dicho a sus alumnos de Introducción que la vida los pondría aprueba? Pero sin duda no esperaba eso. Se mordió el labio para disponerse a leer los hechizos del libro, al cabo de un segundo los entendio pero optó por ir al Sótano, prefería primero curar al animal que ir directamente al pasillo del hospital. Debía tener la mente y el espíritu listo para hacer aquéllo después de todo los años en San Mungo no desaparecían de la noche a la mañana sin mencionar que el Centro de Control era también un lugar de curacion para la orden.

 

 

Con el libro bien sujetó a su brazo caminó por el oscuro bosque con la varita en alto alumbrando su andar, una vez que ingresó a la cabaña fue por la escalera al sótano, no sabía si sus compañeros la seguirían u optarían por otra de las pruebas a fin de cuenta debían hacerlas si o si, si querían pasar a la prueba final.

 

 

Una puerta de madera vieja y gastada era la primera de aquél pasillo del sótano, desde afuera se podía sentir la calidez fe la luz lo cuál era bueno ya que aquéllo era lo único que les permitía usar el amuleto, no se fijó en las otras dos porque no sabía que clase de criatura la esperaba. Con el corazón latiendole fuertemente abrió la puerta y entró.

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