Tamesis Park (MM B: 111180)

[Apolo Granger]

― Porque es importante conseguir más clientes. Y no, no estoy hablando de dinero.

No quería que Eileen se hiciera la idea equivocada. Después de todo no era precisamente por el dinero que ganarían que hacia esto, sino por lo la dueña del parque les había dicho cuando los había contratado. Al menos, lo que le había dicho a él precisamente cuando le había preguntado acerca de las criaturas mágicas que allí habitaban.

― Cuando nos contrataron y nos dejaron a cargo, la señora Detal menciono que las personas y sus mascotas creaban vínculos entre ellos, pero no hablaba específicamente de magos y brujas.

Recorrió con la mirada al parque, sin animales a la vista más lo que solían pasar cada tanto y que no eran propiedad de nadie. Aunque el parque estaba específicamente diseñado para mascotas también lograba atraer a criaturas de Londres que buscaran un lugar para descansar. Había criaturas que incluso, gracias a la magia en ellas, eran invisible a los nomag. El solo estaba sugiriendo que las ocultaran todas, y así no habría problemas, ¿verdad?

― Cualquier persona con magia o sin ella puede tener un vínculo con una mascota, y si el parque de alguna forma se alimenta de esa energía entonces es la mejor solución.

A Apolo no le gustaba mucho aplicar la lógica sobre otros magos, en especial porque muchos no la entendían. ¿Porque usar lógica cuando tienes magia a tu disposición? Pero esperaba que Eileen lo escuchara. Las instrucciones para crear la poción se encontraban en el libro que ahora sostenía en sus brazos. No le pareció correcto pedírselo devuelta, no sin antes que tomara una decisión.

― Si usamos encantamientos para echar a los nomag quien sabe cuándo un mago vuelva a cruzar la entrada. ― señalo intentando convencerla.

[Ellie Moody]

Algo así le comentó la señora Detal a Ellie, pero es cierto que no le prestó mucha atención. ¿Cuál era el sentido, si de todas formas no es muy empática con los animales ni es una experta en criaturas mágicas? Ella interpretó las palabras de aquella excéntrica anciana como un simple comentario sentimental; nunca hubiera sido capaz de entender lo que, aparentemente, Apolo entendió. ¿Estará en lo correcto? Estudiar aquel fenómeno... eso sí es algo que ella podría hacer. «Si los muggles vienen a este lugar, quizás pueda estudiar de cerca esas relaciones con sus mascotas, al igual que en el caso de los magos ―piensa, mientras sus dedos recorren la cubierta de cuero de aquel libro―. Eso podría ser bastante interesante».

 

―Supongo que depende de cómo lo veas, ¿sabes? ―alza nuevamente la mirada a Apolo― Hay quiénes creen que la magia es un espectro, y los magos sólo estamos en el extremo alto. Por eso, quizás, esa hipotética energía... ehm, podemos intentar hacer lo que dice el libro, sobre la niebla ―musita, pues quizás sea mejor mantener su interés en el tema como algo secreto―. Y podemos probarlo con unos pocos muggles, procurando que el Ministerio no nos descubra.

 

«Por las pantaletas de Morgana, ¿qué rayos estoy haciendo?».

 

―Porque aquí dice como hacer esa poción, ¿no? ―pregunta, alzando una ceja y dándole una palmada enfática al libro.

[Apolo Granger]

Por toda respuesta y con una sonrisa en la cara, Apolo movió las páginas del libro hasta la siguiente que había marcado. Era la lista de ingredientes de la poción, y aunque muchas de ellas se encontraban ensombrecidas, el Granger había marcado con magia algunos de los ingredientes, que ahora brillaban ligeramente en un tono azul.

— Es bastante complejo, y yo jamás he hecho algo así. Pero no por la preparación, que tiene su método pero se ve… realizable. No, el problema son estos ingredientes que brillan.

Apolo los señalo con el dedo mostrándole a Eileen a cuales se refería, aunque estaba claro.

— Muchas de estas cosas se pueden comprar o recolectar, pero otras o son extremadamente caras, peligrosas, desconocidas, o las tres juntas. Estuve investigando y mucho de eso lo puedo conseguir en Hogwarts, pero estos 11 ingredientes van a requerir mucho más esfuerzo.

Trato de obviar un poco la información de que era profesor en Hogwarts, y que tenía pensado robar la mayoría de los ingredientes que necesitaban de la Mazmorra de Pociones donde recientemente había realizado su clase de Introducción a la Magia. No quería seguir mencionándole ilegalidades a Eileen, que aunque tenía un semblante algo duro y distante parecía preocuparse por ese tipo de asuntos.

— ¿Estarías dispuesta a realizar una pequeña aventura? Yo comenzare por los ingredientes básicos — Apolo los marco todos con un tono azul, destacándolos aún más de los ingredientes más complicados. — Y creo que puedo encontrar estos cinco, si investigo un poco y me tomo unos días libres de viaje. Podríamos tardar semanas, pero creo que valdría la pena.

Trataba de que entendiera que los otros seis ingredientes le tocarían ella. ¿Le gustaría realizar todo el esfuerzo de hacerlo? Podríamos tardar demasiado, y quizá estaba exigiendo mucho, pero su aceptación inicial le había dado confianza para explicarle lo principal del plan.

[Ellie Moody]

A medida que se tranquiliza, Ellie se da cuenta de que aquello no tiene por qué meterla en problemas con el Ministerio de Magia. El Estatuto Internacional del Secreto establece que deben ocultar la magia y mezclarse entre ellos, pero ¿fomenta la segregación? Quiere pensar que no. Por supuesto, no puede negar que ve en aquello una oportunidad de estudiar de cerca el comportamiento de los muggles con sus mascotas, averiguar si pueden tener relaciones tan cercanas como los magos con las criaturas mágicas. No obstante, ahora, no es lo único. Quizás por fin tenga una oportunidad de demostrar que no hay por qué crear tantas barreras; que ambos lados podrán sacar algo provechoso de este tipo de convivencia.

 

Pero, para que éso se haga realidad, debe trabajar en ello.

 

―Ya me imaginaba que los ingredientes no podía ser fáciles de conseguir ―suspira, observando el libro para ver cuál es su "lista de compras", aunque con una pequeña sonrisa―. Veamos...

 

«Para un caldero grande

Pelaje demiguise, siete cabellos de siete centímetros

Pétalos de pensamientos, tres unidades deshidratadas y pulverizadas

Flores de luz de luna, diez unidades hidratadas en agualegre

Piedra de deseos, cinco gramos pulverizados

Sangre de escondedetrás, media onza líquida

Ceniza de raíces de coclecaria, una pizca»

―Bien, supongo que también me demoraré unos días... o unas semanas... ―murmura, luego de terminar de anotar con una pluma de águila su lista, en un pequeño trozo de pergamino.

Editado 30 de Abril del 2018 por Eileen Moody

[Apolo Granger]

— Yo diría que semanas — soltó Apolo cerrando el libro, una vez que Eileen había realizado una copia de la lista. — Pero anímate, podremos viajar a otros lugares. Claro que en nuestro tiempo libre…

Como Apolo había elegido ingredientes al azar para ser más justo, no estaba muy seguro de que es lo que le tocaba a él. De todas formas su primer paso era visitar Hogwarts y asaltar las despensas, porque esos 11 ingredientes seguían siendo una ínfima parte de todo lo que se solicitaba. En demérito de la cantidad de ingredientes, la poción resultaba mucho más sencilla de realizar una vez que ya tenías todo, pero eso lo verían en su momento.

— El parque tampoco es que reciba mucha gente, así que sugiero que lo mantengamos así de momento. Si ocurre algo siempre podemos desmemorizar a quien nos visite — se apresuró a decir, aunque sin mucho ánimo por la idea. — De todos modos solo podremos buscar ingredientes en nuestro tiempo libre, y con la Universidad y tu trabajo solo podemos abrir pocas horas el parque a la gente durante las tardes.

Era una pena que no pudiesen dedicarse al parque 24/7, pero como también era un refugio para los animales estos podrían aprovechar el tiempo para mantenerse tranquilos y relajados sin la presencia de humanos. Solo esperaba que no se malacostumbraran, con o sin dueños era importante que las criaturas mágicas pudieran convivir en el parque, o al menos ese era el objetivo.

— Mañana ire a Hogwarts, y recogeré la mayoría de los ingredientes. Podemos almacenar todo en la pequeña casita cerca de la entrada. Y no te apresuro ni nada, puedes irlos trayendo de a uno… y asumo que nos tocara más de una aventura.

Se cruzó de brazos, sopesando la parte buena de que ya tenían un plan de acción.

[Ellie Moody]

ϟ Pelaje de demiguise ϟ

Ellie comienza con la búsqueda un par de días después. Encontrar un poco de tiempo libre del Ministerio de Magia, su pequeño negocio en el Callejón Knockturn y su escasa vida social resultó ser una labor mucho más difícil de lo que había pensado. Finalmente, el domingo de esa semana, ve una oportunidad. Aquella es la primera vez que se embarca en una aventura de aquel estilo y lo cierto es que no tiene ni idea de qué hacer, más que improvisar. Apolo había hecho que sonara tan fácil, una simple ida de compras a gran escala, pero ahora Ellie se da cuenta de que es mucho más complicado; con razón le dijo que no había prisa.

 

Nunca ha estudiado las criaturas mágicas, de modo que tuvo que buscar información en los viejos libros de su familia. El demiguise es una criatura que vive en el Lejano Oriente y sólo los magos entrenados pueden verlo. De inmediato, Ellie entiende que aunque lograra viajar al este de Asia, no podría encontrar la criatura por sí misma. ¿Qué le queda entonces? Sabe que en el Magic Mall venden criaturas mágicas (algo que desaprueba), pero ¿cómo les va a pedir pelaje de demiguise sin levantar sospechas?

 

Esos días, ha estado terminando la mudanza de los Moody al pueblo de Luss. Mientras Ellie se rompe la cabeza, Richard llega con el último baúl traído de las Southern Uplands, comentando que es una verdadera fortuna que los gemelos no se hayan ensañado con el edificio de fabricación de pociones y capas de invisibilidad.

 

—¿Ustedes de verdad usaban ese lugar? —pregunta Ellie, pues lo cierto es que no tuvo la oportunidad de andar mucho por el viejo castillo, antes de que fuera destruido.

 

—Hace tiempo que no. Catherine y Madeleine eran las que pasaban tiempo allí, más que todo con las pociones. Una lástima, que tanto material para capas de invisibilidad se desaprovechara. Supongo que podemos vender todo ésto para costear el salón de música.

 

—Espera —Ellie, tras leer una de las frases del libro, vuelve a observar a Richard— ¿capas de invisibilidad? ¿Hechas con pelaje de demiguise?

 

—Algunas. También se pueden hacer con una capa normal y un encantamiento desilusionador, son mucho más económicas.

 

—¿Sabes? Creo que esos materiales me servirían.

 

La sonrisa en el rostro de Richard, sin embargo, la sobresalta. Entonces, Ellie se da cuenta: aquello no le saldrá barato.

[Samantha Sokal]

Samantha tenía un día libre y por una vez en su vida había decidido pasarlo en el mundo mágico. Comenzó recorriendo los locales del callejón Doagon pero se cansó de tanto bar y negocios de ropa. En ningún lugar vendían nada de lo que ella usaba y era demasiado temprano para entrar a un bar. Un poco de naturaleza le vendría bien.

Estaba bajando por la rivera occidental del rio cuando un lugar llamó su atención.

- Tamesis Park -leyó. ¿que sería eso? ¿un zoo? ¿un santuario? Se acercó mas a la entrada y pudo oir el ruido de una cascada. Hermosos árboles y un aroma a pasto recién cortado que inundaba su cerebro. ¡Qué lindo lugar! - pensó.

La bruja escandinava no sabía mucho de animales, le gustaban los gatos, como a toda hija de Freyja que se precie, y los lobos, ambas especies eran su herencia, pero por lo demás, no tenía idea de como cuidar animales muggles, mucho menos mágicos.

Cruzó la entrada mirando hacia todos lados, no sabía si había gente allí. Si se cruzaba con alguien le preguntária quién era el dueño de tan bello lugar.

@

[Ellie Moody]

«Me habría salido más barato comprar una capa de invisibilidad ―se dice Ellie, cuyo bolsillo todavía le duele luego de pagarle a Richard nada más y nada menos que quinientos galeones a cambio del pelaje de demiguise, recuperado de la antigua fábrica de capas de invisibilidad de los Moody―. ¡Qué ilusa fui! Me dejé estafar por ese sinvergüenza». Sin embargo, recordar el sentimiento de realización al tachar el pelaje de demiguise de la lista alivia ese dolor.

 

Todavía no ha oído nada de Apolo. Supone que debe estar muy metido en aquella búsqueda, pues el último par de días no se ha presentado en el parque. Aunque ¿quién sabe? Quizás simplemente no lo ha visto, pues ella misma no le ha dedicado mucho tiempo a sus labores allí, tan sólo un par de horas en la mañana antes de ir al Ministerio de Magia y otro par en la tarde, antes de ir al Callejón Knockturn a atender su pequeña tienda. Es una fortuna que hayan tan pocas (por no decir, nulas) visitas. Eso no significa que Ellie deje de realizar los usuales encantamientos de mantenimiento, pero por lo menos está tranquila de no tener que lidiar con criaturas problemáticas, pues hasta donde sabe, ése es el fuerte de su compañero, no de él. Por supuesto, no se ha atrevido a abrir el lugar a muggles, no hasta que la poción esté lista... o hasta que, por lo menos, Apolo esté allí.

 

Esa mañana, Ellie está en el área natural, podando el césped. Si el parque tuvieran más ingresos, podrían contratar a un jardinero y a mucho más personal, pero de momento debe aguantarse y listo. Al principio, Ellie intentó realizar aquella tarea con el encantamiento seccionador, pero su varita de sicomoro, terca y rebelde, se negó a hacerlo; si no intentó con más ganas, es porque sabe que la madera de sicomoro arde cuando es obligada a realizar magia para actividades banales, de modo que terminó utilizando un cortacésped manual que encontró en un viejo cobertizo

 

―Uffff ―suelta, tras no más de diez minutos podando. El sol, aquella mañana, es un poco fuerte para su gusto. Fastidiada, vuelve la cabeza hacia el agua, deseando poder darse un baño... Aunque, claro, al pensar en las criaturas que podrían haber allí, sacude la cabeza. En cambio, se refresca el rostro conjurando un aguamenti.

 

Es entonces cuando observa a la bruja que atraviesa la entrada del parque.

 

―¡Hey! ―suelta en voz alta, alzando un brazo, olvidando que está sudada y con el rostro enrojecido por el sol. Podría ser peor, si usara una túnica; por fortuna, en cambio, usa un ligero vestido de algodón gris― ¡Sam! ¿Qué haces por aquí? ―lo cierto es que un parque es el último lugar donde pensaría encontrar a la Inefable. Allí no hay vodka...

[Samantha Sokal]

Samantha oyó una voz que la llamaba. Pero... ¿esa no era Eilleen Moody? ¿Qué hacia la bruja escocesa en este lugar? ¡Y estaba podando el cesped!

- Hola -dijo con una sonrisa- andaba queriéndome alejar un poco del ruido.

Respiró hondo, parecía como si el parque estuviera en medio de las colinas, o en el campo. Nadie diría que cerca había una ciudad tan populosa como Londres.

- La verdad que esto es lindísimo, Ellie -dijo Sam a su compañera - ¿eres la dueña de este lugar? -Era lo único imaginable, que fuera de ella o de su familia. En el ministerio pagaban poco pero no era como para tener otro trabajo de medio tiempo.

Y antes de que Ellie respondiera preguntó - ¿Tienes idea de si hay algún lugar donde beber algo fresco? El ruido del agua da sed y hace mucho calor.

[Ellie Moody]

―Oh, no... ―Ellie se apresura a sacudir la cabeza, abochornada de que Sam piense que es la dueña de un lugar tan grande. No hay forma de que eso sea posible; de por sí, le parece irreal trabajar allí― La dueña es una bruja adinerada, pero se retiró por su edad. Yo sólo trabajo aquí, ayudando a mantener el parque ―quizás estar podando el césped, no sea la mejor forma de demostrar el trabajo que hace allí y lo importante que es, mas afortunadamente no es de las brujas a las que le avergüenza admitir que realiza labores manuales. Además, su terca varita de sicomoro no la dejaría usar magia para actividades tan banales.

 

»Pero sí... éste lugar es increíble ―varias veces ha pensado en decirle a Mel y a Richard que podrían hacer un picnic, e incluso podría invitar a los pocos amigos que ha logrado hacer, más no se ha terminado de animar. Por lo menos no lo hará, hasta que termine de hacer la poción de la que le habló Apolo.

 

Ella también está bastante acalorada y que Sam esté allí, es la excusa perfecta para tomar un descanso.

 

―Oh, sí, cerca de la zona de juegos hay unas mesas y un kiosko ―le dice―. No hay alcohol ―comenta con una leve risa, al recordar la afición de Sam por el vodka―, pero puedo ofrecerte un granizado.