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La clase...


Ky.
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Aries se quedó de pie mirando al horizonte, inmóvil durante varios minutos, la imagen frente a él era imponente. La embarcación enemiga se aproximaba y aunque estaba seguro de que podían salir airosos de aquel ataque con un poco de magia, la clase debía culminar si o si, sin ningún daño a los chicos que cursaban los conocimientos. Así que miro a Near y como cualquier otro Alto Rango protegiendo a sus bebés, apareció un portal frente al Mago Oscuro, sin importarle su apellido y lo hizo desaparecer de la embarcación enviándolo a casa de los Black Lestrange, sano y salvo.

 

Tras varios minutos y con ayuda de Ragnar lograron poner a salvo el barco del joven. Cuando todo estaba en calma, terminó retirándose, tras disculparse por la tan mala actitud del chico de cabellera plateada. Aún estaba a tiempo de verse con la mujer más maravillosa en todo el mundo mágico y pagarle la cita que le debía desde tiempo atrás.

 

---

 

Se arreglaba para ir ver a la Macnair y por fin viajar a París a disfrutar de una noche juntos, cuando la lechuza del ateneo le anunciaba que iba a impartir una clase a la mañana siguiente. Leyó el nombre de su amada, escrito en el pergamino, por varios minutos sin dejar de poner una cara de tonto y enamorado. No podía negar que el sólo hecho de darle clases a aquella mujer lo hacían ponerse travieso y un tanto deseoso de estar completamente solo con la mujer de cabellera rojiza.

 

Le escribió un par de líneas dándole la bienvenida a la clase, para después invitarla al aula de encantamientos donde la estaría esperando a partir de las 9 de la mañana con todas las cosas que necesitaba para llevar una clase a un buen nivel. Justo con ella no había usado la moneda encantada que la llevaría a usar encantamientos para salir de su inconsciente, todo lo contrario, esperaba poder estar todo el tiempo con ella.

 

Así que esa noche no se dirigió a la Mansión de los Macnair, por el contrario, se quedó armando la clase.

 

El aula de clases se encontraba algo tirada, tal y como la había dejado la última vez que dio clases en el lugar, con varita en mano realizó dos movimientos y las cosas volvieron a quedar de una forma ordenada, aun habian manchas de cafe tiradas en el suelo, ya pondría a limpiar a su amor como parte de su clase. No iba a mentir que aquella clase iba a ser instructiva para ambos. Así que a la mitad del salón dejó un mantel con un canasto lleno de varios emparedados y diversa comida que había preparado para poder tener la cita que ambos anhelaban.

 

Ahora sólo quedaba esperar a Arya.

 

Editado por Aries.

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La carta que Esmeralda, su lechuza, le había traído y que ahora reposaba en sus manos decía que debía impartir Maldiciones este mes debido a que la profesora no había podido tomar la clase. En ese mismo instante ya estaba preparado y listo para salir al Ateneo de Conocimientos, sección de la Universidad en donde se impartían dichos estudios. Tomó dos libros de su biblioteca personal: uno con tapa completamente negra y con una varita plateada en medio y, el segundo, de lomo de color marrón desgastado y con algunas pizcas de polvo; ambos tenían conocimientos de maldiciones a través de los tiempos.

 

Desde allí mismo, estando parado al lado de su escritorio, desapareció por completo dejando solo un estela de polvo como residuo de su cuerpo. Unos segundo fueron suficientes para aparecerse en los terrenos de la Universidad aunque ahora, no iba hacia los invernaderos, si no que al aula que le había sido asignada junto al profesor de Encantamientos; cuando las clases del Ateneo tenían pocos alumnos, compartían las aulas.

 

- Buenos días Aries

 

Saludó amablemente a su amigo que ya había llegado al aula. El pelirrojo se encontraba en el recinto haciendo algo de limpieza y ordenando algunas cosas, listo para empezar la clase.

 

- Niko me ha pedido hacer el reemplazo de Maldiciones por lo que compartiré aula contigo - bajó su mirada al pergamino porque no quería equivocarse - Así es.

 

El vampiro recorrió los elementos que se encontraban en el aula para ver si había algo que le podía llegar a servir para su clase. Sus ojos azules se posaron en un maniquí de metal que había en una de las esquinas del aula que, suponiendo que se trataba de Encantamientos, seguramente sería utilizada por Aries.

 

- Aries, ¿ocuparás aquél pedazo de chatarra?

 

Consultó el vampiro.

 

@@Veronica Prince Rambaldi

Editado por Emmet Haughton Gaunt

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Crazy Awards 2018:

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La emoción la invadía.

 

Arya había pasado las últimas semanas con su hija a solas debido al pronto cumpleaños número cuatro de la pequeña, ultimando detalles y comprando una que otra cosa faltante, así que tener un rato a solas con Aries, había algo que quería decirle desde hacía un par de semanas y se había decidido a no retenerlo demasiado. Se alistó besando la frente de Ámbar para que ésta fuese con sus abuelos por todo el tiempo que durase la clase y salió de la Mansión con una sonrisa radiante. —Hoy es el día, chica— se repitió, estaba nerviosa. Peinó su cabello rojizo en un moño y alisó su camisa blanca metiéndola dentro de la cintura de sus vaqueros cintura alta.

 

Pronto hubo llegado al colegio, con un pequeño bolso colgando de su hombro izquierdo donde había guardado todas las cosas que necesitaría, aunque más bien una pluma, un tintero y una libreta de mano. Se detuvo un segundo ante la puerta, estiró una mano para abrirla y contuvo la respiración, sentía como su estómago daba vueltas y vueltas, se ruborizó una vez más, su cuerpo entero elevó la temperatura al pensar en el más joven de los Ivashkov y al final, ingresó.

 

—Buenos días mi am...

 

Al ver allí dentro a Emmet, a Aries y aquel pequeño picnic en medio del salón se quedó atónita, miró primero a uno y luego a otro, no sabía si avergonzarse porque el vampiro estuviese allí o por haber creído estar preparada para confesar su puro amor, que hubiese tanto público la paralizaba. —Profesor Ivashkov.

 

Se acercó al rubio, besó su mejilla con completa dulzura y lo miró a los ojos como la niña enamorada que era muy en el fondo, saludó al Gaunt con un asentimiento de cabeza y una media sonrisa y luego tomó asiento junto a la canasta de bocadillos, quizás más adelante tuviese el tiempo que les hacía falta para hablar sobre el futuro.

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Estaba enloquecida, no podía dejar de pensar en lo que había hablado con Ishaya y con el resto de mis compañeros. No lograba dar sentido a los supuestos ataques mortífagos y lo que más me molestaba es que James no hubiera aparecido. No había mucho más que hacer, me había retirado y tras un baño tibio había dormido hasta que una lechuza me había caído a picotazos en la ventana.

 

Me levanté y tras abrir la ventana, hacía frío aún, la primavera no terminaba de llegar, aunque le faltaban pocos días. Tras la partida del ave revisé la nota y me quedé boca abierta. Tenía la bendita clase. Corrí al baño, dándole órdenes a Nahir, mi elfina, quien corrió a preparar el desayuno y mi ropa para asistir por primera vez en mucho tiempo a una clase de conocimientos.

 

Tras un rápido desayuno me apresté a salir, Nahir me alcanzó la capa que me eché sobre un jersey de lana cuello alto y mis pantalones de lanilla, sí, para ser demonio era bastante friolenta. Por más que hubiera ardor en mi interior, el frío exterior solía nivelarme.

 

Me desaparecí rumbo a los jardines de entrada a la Universidad, atravesé los caminos a paso rápido, haciendo retumbar los tacones de mis botas por todos los pasillos. Me detuve de golpe, al ver la nomenclatura del aula en que me habían citado, dí un suave golpe sobre la puerta y sin esperar que me llamaran entré. Aún recordaba las épocas en que había dado clases de Idioma allí y por ello, recorrer cada pasillo y llegar había provocado en mí una cascada de recuerdos.

 

--Buenos días, disculpen la tardanza --me disculpé a la vez que cerraba la puerta y mis ojos pasaron de uno a otro hombre que había en la clase y luego a una pelirroja que me sonaba de algún reportaje, hacía muchos años atrás.

 

Iba a saludarla cuando detuve mi mirada sobre lo que parecía un picnic en medio de la sala ¿y eso? ¿Me había anotado a Maldiciones verdad? Empezaba a dudar si me habría equivocado de lugar.

 

-------------

 

Off: @@Emmet Haughton Gaunt reitero mis disculpas por la demora y la extiendo a los demás @@Arya Macnair @Aries.

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Escuchó como la puerta del aula se estaba abriendo, su corazón se aceleraba tanto que parecía que iba a salirse de su pecho, los labios se le secaron y de la nada sentía tanto nervio que deseaba salir corriendo de aquel lugar. Respiro profundamente y se giró para darle la bienvenida a la persona que lo hacía parecer un venado recién nacido, ya que las piernas le temblaban. Al ver a Emmet no pudo evitar hacer una mueca que iba entre la sorpresa y el desagrado, el Gaunt no le caía mal, simplemente era que no lo esperaba.

Gaunt.

Quería hacerle mil preguntas, pero todas sus dudas se esclarecieron cuando escucho que el director de la universidad lo había enviado a su aula. Puso los ojos en blanco, estaba listo para hacer un berrinche por que le habían arruinado su clase cita, ahora tenía que comportarse como un profesor serio. Miro el maniquí por el que preguntó el nigromante y después de verlo durante varios segundos sonrió y le respondió.

Sin problema. Hay demasiado material como para necesitar ese objeto.

Estaba a punto de recoger la canasta de la comida cuando escucho la voz de Arya a su espalda, al parecer no había sido el único que se acababa de llevar un chasco de la vida. No iba a burlarse de ella pero era inevitable no sonreír por lo que acababa de pasar, el Ivashkov la miro tras recibir un beso en su mejilla, la escaneaba de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba durante varios minutos.

No la veo herida. —dijo cuándo dejo de verla para dale la espalda e ir por varios objetos. —¿Qué la hizo llegar tarde? Espero venga dispuesta a trabajar arduamente. No va a pasar mi clase sólo por ser usted, Señorita Macnair, ni por su belleza.

Colocó en el suelo tres cajas de madera, una más grande que la otra. La primera caja no media más de 10 centímetros, esa se encontraba en la parte de hasta arriba, la segunda caja llegaba a medir 40 centímetros y la última caja sólo era 5 centímetros más grande que la segunda, por lo que diferenciar cual caja era más grande o más chica cuando estaban al mismo nivel costaba un poco de trabajo, aunque su tarea de ella no era acomodar las cajas.

¿Está lista?

El Ángel Caído abrió la caja más chica y de ella salió un boggart que se posó frente a ella. Estaba a nada de dar instrucciones cuando vio entrar a una nueva persona al aula, al parecer de verdad iba a tener que compartir esa aula con otras personas, quizás la propuesta de noviazgo debía esperar un poco más y se debía hacer en otro tipo de contexto, ahora sólo esperaba ver cuál era el peor miedo de Arya.

Adelante, no retrase más su instrucción al conocimiento sobre maldiciones. —sus palabras fueron dirigidas a Verónica que se disculpaba por su tardanza.

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Mis ojos fueron directos hacia el hombre que me hablaba, estudié sus delicadas facciones, podía sentir su esencia, éramos un cuarteto extraño dos demonios y un vampiro y era el humano el que me dirigía la palabra en un tono de nada velado reto. Un destello ambarino en mis ojos desapareció tan rápido como había surgido, después de todo él tenía razón y era mi culpa el haberme demorado.

 

--No lo haré, gracias por el consejo --respondí tratando de contener cualquier gesto, yo había sido profesora y sabía bien la dedicación y el tiempo que llevaba una clase y cuando los alumnos nos tardábamos ufff, pues sí, mejor aprovechar el tiempo que nos quedaba.

 

--Señor Haughton --dije acercándome al que sería mi profesor, ya que por lo que veía el mago de ojos grises estaba intentando enseñar su clase a la pelirroja que había reportado hacía muchos años atrás --soy Verónica Prince Rambaldi --me presenté por si tenía alguna duda --como le dije, disculpe mi demora, ya estoy lista para lo que usted me indique.

 

Por propia experiencia sabía que estar en un aula y encontrarme allí con el profesor no indicaba que nos quedaríamos en el lugar, yo había hecho uso de diversas magias y amistades mágicas para impartir mis lecciones de idioma y no dudaba que para conocer sobre maldiciones también pudiera ocurrir que recurriéramos a lugares y personas que no estaban precisamente dentro del ámbito académico. Así que me preparé paciente y expectante para las indicaciones de mi tutor.

 

 

@@Emmet Haughton Gaunt

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Frunció un poco el ceño, no sería la primera vez que alguien le "aprobaba por su belleza" y estaba segura que no sería la última vez, más Aries no sabía nada al respecto y no tenía por qué saberlo. A diferencia de sus anteriores relaciones —fallidas— no quería que el pasado fuese moneda corriente en éste nuevo comienzo, si es que ambos lograban ponerse de acuerdo y dejarse de tonterías; el muchacho podría ser aun un niño en algunos aspectos, pero ella era lo suficientemente adulta para aceptar la situación por ambos. Se estaba enamorando y no quería arruinarlo.

 

¿Estaría yendo muy deprisa?

 

 

Siguió ofendida después de la pregunta tan abrupta, increíblemente aquel niño la estaba avergonzando frente al Gaunt, era inaceptable cómo las vueltas del destino la colocaban entre cuatro paredes con dos hombres demasiado significantes para ella. Pero Aries no le dio tiempo a responder, replicar o excusarse siquiera, había prestado suma atención a sus movimientos y aun así soltó un grito al ver lo que salía de aquella pequeña caja. Nadie creería que la Nigromante se hubiese asustado de aquella manera, pero no encontró en su sistema receptivo una reacción distinta ¡Lo que se le iba encima era una masa negra y malvada!

 

Pronto, en un abrir y cerrar de ojos, la masa amorfa fue tomando forma hasta convertirse en una esbelta, alta y atractiva mujer. El Boggarts primero miró de soslayo al Profesor en cuestión, le brillaron los ojos al cruzarse con la anatomía de Emmet y al final clavó sus orbes azules en Macnair; no tenía consciencia propia pero claramente actuaba como lo haría su mayor miedo, con soberbia y supremacía sobre el resto de los seres circundantes.

 

Cabello infinitamente largo, blanco como la nieve, mezclándose con su nívea piel, facciones espejo a las de Arya y el rostro salpicado por diminutas motas color canela. Resultaría extraño ver una versión fría, seria y hostil de la propia Arya Macnair pero ese era su miedo más terrible, aquella era la forma que tomaba cuando debía ocupar sitio en su silla séptima, junto al resto de los miembros del cónclave demoníaco. Su forma demoníaca era lo que no mostraba al mundo, mucho menos al más joven de los Ivashkov pero allí estaba de pie ante ella, su súper yo, riéndose de su miedo.

 

Aun en el suelo, con movimientos torpes, extrajo su varita y apuntó al frente tan rápido como la inutilidad de sus manos se lo permitió, quería hacerla desaparecer, no quería que Aries viese la monstruosidad que residía en su interior y aunque ya era demasiado tarde, buscaría la forma de explicarlo.

 

—¡Riddikulus!— Sentenció con la vista humedecida. La Arya demoníaca acabó vestida con colores chillones, una nariz roja, las boca exageradamente grande y cabello de payaso. Mucho mejor así, pero aun no se incorporaba del suelo y miraba las cajas a lo lejos con desconfianza.

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Aún no había recibido respuesta de mi profesor y de hecho cuando parecía que éste me iba a contestar un grito a mis espaldas me hizo volverme con mi varita en la mano. Lancé un silbido por lo bajo, había alcanzado a ver la transformación de una masa amorfa y oscura hasta convertirse en un reflejo en "blanco y negro" de la bruja que estaba presente para asistir a la otra clase que se dictaba en el salón.

 

Un boggart, levanté una ceja, intentando entender si la bruja le temía a su fantasma pero no demoré más que una fracción de segundo en comprenderlo, yo también cambiaba hasta cierto punto mi apariencia cuando dejaba salir a la súcubo en mí. Mis cabellos se volvían tan blancos como los del boggart pero a diferencia de ella mis ojos, habitualmente color miel se volvían dorados.

 

No recordaba la última vez que había dejado salir al demonio que tengo dentro, no quería volver a pasar lo que había vivido de niña. Me giré de nuevo hacia el profesor Emmet y me sonrojé, susurrando con gesto avergonzada.

 

--Perdón, me sorprendió el grito y me ganó la curiosidad --volvía a poner toda mi atención en él, esperaba no haberme ganado un punto en contra por haber prestado atención al grito de mi compañera en la clase, la cual parecía estar saliendo de su apuro ya que alcancé a escuchar su grito de riddikulus, me resisití a girarme para ver en qué se había convertido el boggart.

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Aries miraba a la Arya demoníaca con cierto interés, una sonrisa se la fue formando en el rostro cuando vio a la Macnair mirándolo como si tratara de excusarse. La verdad era que para él todo estaba claro y que no necesitaba de explicaciones, así que dejo que ella acabará con el boggart y se dedicó a charlar con Verónica al ver que Emmet no podía sacarle la mirada del cuerpo de Arya. ¿Su compañero estaba enamorado de la misma mujer que él?

Me imagino que sabes hacer uso de algunas maldiciones, pero, sabes ¿qué es una maldición? —preguntó.

Aries esperaba que la Rambaldi le respondiera para pedirle un siguiente favor y ese era que atacará con varias maldiciones a Arya mientras ella se defendía con algunos encantamientos. La imagen de la Arya demoniaca convertida en un payaso para humillarla hizo que el Ivashkov volteara a ver a la hija de Pik que parecía tratar de entablar una conversación con él.

¿Aquello es tu boggart? Te ves más hermosa vestida de payaso, no deseas contarme un chiste y hacerme reír… —preguntó en un tono de burla mientras se iba acercando hasta quedar a unos centímetros de separación, activó el anillo contra oídos indiscretos y le habló al oído a la pelirroja. —Te encuentras enamorada del Gaunt. —no había sido una pregunta, todo lo contrario, le afirmaba algo y tras aquello se separó de la Macnair para seguir con la clase.

Vero te va a lanzar algunas maldiciones y tendrás que defenderte.

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Me giré, sorprendida por la pregunta del otro mago, ahora que lo pensaba, no conocía su nombre, el haber llegado tarde me hacía encontrarme frente a un desconocido, apuesto, sin duda, aparentaba unos años menos que yo y por lo visto dispuesto a tomar las riendas de la clase. Miré a mi profesor, como esperando su permiso, pero él parecía más concentrado en la joven alumna de mi interrogador que en mí. Carraspee y respondí la pregunta, girando a ver al mago.

--Hay diversas definiciones, la expresión de un deseo maligno dirigido contra una o varias personas que, en virtud del poder mágico del lenguaje, logra que ese deseo se cumpla, la expresión o conjunto de palabras con la que se invoca o se desea el mal para una persona.

Me detuve unos segundos pensando que mis definiciones parecían muy muggles, así que volví a carraspear antes de agregar

--Son herramientas de las Artes Oscuras y uno de los siete tipos de hechizos conocidos, siendo el peor tipo de Magia Oscura. Los maldiciones son usadas con la intención de hacer daño como el cruciatus, controlar como el imperius, o incluso matar a la víctima como el avada kedavra.

Resultaba un poco incómodo reconocer que tras haber pasado un tiempo pensando en seguir la defensa contra las artes oscuras ahora me dedicaba a estudiar las maldiciones, tan familiarmente asociadas a dichas Artes Oscuras. Pero la realidad es que si quería progresar en la sociedad mágica, debía conocer todo, incluso aquello a lo que alguna vez me enfrentara.

No estaba segura si el joven mago me había escuchado, me sentía de hecho como la tercera en discordia, o en mi caso la cuarta, ya que ambos magos parecían interesados en la joven bruja que nos acompañaba en la clase. Escuché en silencio el comentario que le hacía y noté el suave gesto al acercarse a ella, estaba segura que había dicho algo pero no había podido oírlo y dudaba fuera por el volumen de su voz o porque yo tuviera problemas en mis oídos. Protecciones, definitivamente debía comprar algunos libros para hacerme con ellas.

 

 

 

off: ¿Cambio de profesor @Aries.?

 

 

Editado por Veronica Prince Rambaldi

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