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Las Herederas de Violetta Beauvais (MM B: 111261)


Sagitas E. Potter Blue
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Llegó corriendo un poco y se detuvo apoyándose sobre sus rodillas para retomar el aire, mientras se sabía observada por la rubia de ojos celestes que hacía poco estaba viendo las varitas de la vitrina

-Lamento... ufff... disculpa... legar... tarde...

Hayame intentaba retomar el aire perdido moviendo una mano por delante al tiempo que abría mucho la boca para que el oxígeno llegara a unos pulmones que no lo necesitaban en realidad; pero la costumbre de haber sido humana alguna vez era algo que no perdía del todo así que a veces su cuerpo reaccionaba como si todavía estuviera viva

Que cosa más rara

-En verdad que eres mucho más puntual que yo, Lisette- dijo la vampiro con los ojos cerrados y un gesto de casi pena en los ojos- antes por lo general era yo la que estaba a tiempo para todo pero entonces llegas tú y parece que le cambias la perspectiva a las cosas

Se rió entre dientes con suavidad y dejó salir un suspiro para finalmente enderezarse y verla con curiosidad, colocándose los brazos por detrás de la nuca con un parpadeo alegre

-Y bien? ya elegiste alguna varita para usar y reemplazar la vieja que tienes? -inquirió con buenos ánimos

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Y por detrás de la bruja de cabellos rojos llegaba también una pequeña de cabellos rubios y expresión de ángel que podía imitar a cualquier estatua clásica sin quedarse atrás, ella también era muy blanca y fina como si fuera cincelada por cualquiera de los grandes artistas que trabajaban en las estatuas de la antiguedad.

Pero a diferencia de la mujer mayor la chica bonita no corría sino que caminaba rápido pero al mismo tiempo se mantenia elegante y firme, sin alborotarse y sin verse descuidada en ningún momento.

-No seas tan escandalosa Hayame.

Regañó la rubia encantadora mostrando una mirada y unos gestos reprensivos a la mayor, solo por la diferencia de edades no iba a permitir malos comportamientos en la otra mujer.

-Recuerda que hay otras personas alrededor tuyo y que pueden sentirse molestas o incómodas por tus gritos o tus maneras algo bruscas de hacer las cosas.

Tal vez terminaba por molestar a la hechicera que estaba inclinada tomando aire pero es que ella se lo decía por su bien, quería que luciera bien y que las personas no le dijeran de cosas solamente porque se alborotaba mucho al andar por las calles, sabía que Hayame tenía potencial para hacer bien las cosas.

-¿Entonces aquí compraremos una varita nueva para Lisette?

Preguntó mirando con sus hermosos y grandes ojos de venado castaño a la otra muchacha que miraba las vitrinas como si nunca hubiera visto una en la vida.


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-Porqué siempre tienes que regañarme? ¬¬

Preguntó la vampiro al tiempo que se cruzaba de brazos y se enfurruñaba, en verdad no le gustaba que esa chiquilla la regañase como si ella fuera al revés

-Que mala costumbre la tuya en verdad- cerró los ojos y se rascó un lado de la cabeza, sacudiendo el cabello- y enfrente de las personas, eres una pequeña metiche

Resopló

Pero bueno, mientras más personas fueran a esa visita a por lo de las varitas mejor, después de todo era familia y a la familia no se la corría bajo ninguna circunstancia

O ese era su pensamiento

-Anda, vamos a asomarnos que me pareció ver por ahí el pelo de Sagitas y ya se que últimamente ustedes dos son muy unidas ¬¬

Gruñó Hayame de mala gana

Eran celos? quizás pero porque estaba acostumbrada a que era ella y no la rubita la que siempre estaba al lado de Sagitas, era injusto que esa recién llegada fuese quien ahora tuviese toda la atención de la Potter Blue

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Lisette cerró los ojos con diversión y rió cortito y por lo bajo al ver la manera en que las dos hermanas se hablaban entre ellas

Enderezó el cuerpo y juntó las manos por delante al tiempo que cerraba los ojos de forma que se veía el agrado y la simpatía que sentía al escucharlas hablar y una pequeña calidez se extendió en su pecho; ella desgraciadamente no tenía hermanos y hermanas con los cuáles comparar esa relación así que le gustaba verla en ellas dos

-Me da gusto que hyas decidido acompañarnos en esto, Ashley

Dijo a la rubia recién llegada.

Aunque la relación entre las dos todavía era algo tirante y estaban buscando el equilibrio entre el agrado o no, las dos jóvenes estaban haciendo lo posible por llevarse bien

Despues de todo, iban a ser familia muy pronto o eso esperaba la chica si es que no era ya una mas de la familia aunque todavía..

Se colocó un par de dedos sobre los labios, moviendo los ojos en dirección de las vitrinas

-Todavía no elijo una varita como tal pero supongo que una vez que entremos a la tienda, podrán mostrarnos las que tienen- comentó con calma- quiero ver si tienen alguna que huel como la tuya al hacer hechizos, querida Ashley- dijo en referencia al perfume en la varita de esta última

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La mirada y el silencio de Anne me alteraban los nervios. Era como si me estuviera mirando y pudiera leer dentro de mí. Me mordí ligeramente el interior del labio y esperé a que ella se pronunciara pero, como aún no lo hacía, termine por retorcerme el pulgar en un gesto nervioso.

 

-- Oye, Anne, ¿no crees que estamos dejando demasiado tiempo sola la parte de delante? ¿Y si alguien nos roba?

 

Algo imposible porque aún no habíamos hecho ni una sola venta en el lugar. Pero me ponía nerviosa porque no me decía de qué iba la reunión en el interior del negocio. Sabía que había sido una creacción de negocio en el que me había metido casi rogando para que me dejaran estar con ellos, así que... ¿Iría por allá la cosa?

 

-- Bueno, oigo gente. Si no... hem... esto... Sí, eso... Si no quieres invitarme a un café... Hum... ¿Podemos atender a la gente que espera fuera para comprar? Sé que.. hum... Tenemos clientela. ¿No les oyes...?

 

En el apuro, hasta hubiera jurado que allá estaba mi hermana Hayame, aunque supongo que era una ilusión, unas ganas locas de irme de allá para poder huir de su mirada penetrante. Y con casi la Legilimancia en el bolsillo. Pero mientras no tuviera el anillo, no podía ver en su cabezota qué es lo que me quería. Y si era una fiesta de celebración, pues... A ver quiénes eran los invitados y si habría stripper.

Editado por Sagitas
eliminación de una imagen de un concurso anterior.

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Las chicas todavía parecían algo nerviosas por el hecho de entrar o no entrar al negocio o quizás era por el hecho de que estaban las tres juntas y solas para variar cuando por lo general había más familia con ellas; aunque la verdad era que en la floristería también solo estaban ellas tres así que la sana convivencia entre todas iba a ser un algo muy importante si querían llevarse bien

Cerró los ojos y suspiró, era tan extraño ver a las dos hermanas discutir tanto y todo el tiempo!

Pero aún así Lisette estaba muy segura de que en el fondo, esas dos se querían en demasía y que si había algo en algún momento donde alguna necesitase de ayuda, siempre iban a contarse entre ellas para apoyarse en todo

Y una parte de ella envidiaba eso

-Bueno, creo que va siendo hora de que entremos, chop, chop! -la chica palmeó dos veces las manos para llamar la atención de las brujas- vamos, las quiero a las dos con su mejor cara

Cerró los ojos y ladeó la cabeza, sonriendo divertida

-Creo que oigo personas adentro, así que recuerden portarse lo mejor que puedan- intentó animar nuevamente

Editado por Ini-Herit

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  • 2 semanas más tarde...

Sagitas pareció preocupada. No podía culparla, y menos conociendo su caracter. Tampoco es que ella colaborase mucho porque, por lo genereal, hablaba de forma brusca y en aquella ocasión había intentado ser amable. ¿Lo habría notado la Potter Blue? Bueno, tampoco quería fingir cosas que no eran con ella... mejor aclarar todo lo que la mantenía distraída desde hacía tantos días...

 

¿Fiesta sorp...? Uy no, y si fuera a hacerlo no te lo diría —le respondió, sonriendo con desgana. La palabra "fiesta" quedaba para ella asociada a "multitud", y esa palabra la desagradaba tanto como el término "muggle". Ni por todos los galeones del mundo se metería a organizar algo así por voluntad propia. Bueno, quizás por tanto dinero sí...

 

Para ella habían transcurrido unos pocos segundos pero lo cierto era que llevaba varios minutos callada y Sagitas ya parecía estar a punto de desmayarse del estrés. Dijo algo sobre voces en la tienda. Anne aguzó el oído y comprobó que tenía razón.

 

Ehm... esto... sí, parece que hay clientes. Seguiré atendiendo a Jessie y tú... tú... atiende a quien haya entrado después. En cuanto se vayan continuaremos con nuestra charla. No vas a librarte tan fácilmente de mí —asintió ella pronunciando las últimas palabras con más dureza inconscientemente. Pero no se arrepentía, pues así la pelimalva podría calcular la seriedad del asunto. Se dirigió entonces hacia el acceso a la tienda sin mirar a Sagitas para enfatizar sus palabras: esperaba preocuparla lo suficiente como para que más tarde fuera... vulnerable.

 

Salió al exterior y miró directamente a Jessie, pero vio que había varias figuras en la puerta del negocio. Se centró en su compañera, y esperaba que la Potter Blue fuera a invitar a entrar a los recién llegados.

 

Bueno, querida, ¿ya decidiste qué buscas? —le preguntó

 

 

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Puffa, no era una fiesta sorpresa... Entonces... ¿Qué sucedía? Anne se comportaba de forma extraña, semblante duro y cortante en el habla... Ella no era así por lo que supe con certeza que algo grave pasaba. ¿Por qué usaba ese tono de desgana conmigo? Era la primera vez que la veía así.

 

Y me asustó.

 

No es que pensara que tenía algo contra mí. Bueno, tal vez hubieran fallado algunos detalles con los proveedores, o hubieran subido las tasas de importación de algunos barnices pero... no creo que fuera nada contra mí... ¿Verdad...?

 

-- ¿Li... Librarte de mi...? -- ¡No, no podía esperar! ¡No podía dejarme en la incertidumbre! -- ¿Y... no pueden esperar un poquito y me explicas... qué... hum... te sucede?

 

Ahora empecé a dudar. ¿Y si se había enterado que no tenía vigentes los servicios ministeriales en el negocio del Circo pero que los estaba usando con cierta... hum... mano especial amiga en transportes, de forma ilegal? O cualquiera de las otras irregularidades de mi vida. ¡Demonios! Era una mujer con muchos secretos en la vida y no quería perder una amiga porque "se me hubiera olvidado" rellenar un papelucho burocrático en el Ministerio.

 

¿O sería algo más grave...?

 

Inconscientemente, me empecé a morder la uña del pulgar, pensativa, mientras ella se iba a atender a los clientes. Permanecí un segundo aún allá, tras la cortina. Suspiré y esbocé una sonrisa aprendida en la que disimulaba mi incertidumbre ante lo que le pasaba a Anne. Tenía que quitarme de encima a los clientes, aunque fuera diciéndoles que cerrábamos para tomar el té.

 

¡Demonios, Hayame, Ash y Lissette...! Esas no se iban ni a disparos de Aguamenti, las conocía. Bufé. Anne volvía a hablar con la cliente anterior así que tendría que lidiar con ellas.

 

-- ¡Vaya! Vosotras por aquí... ¿Qué es lo que buscáis? -- Estuve a punto de decir, "¿Os sugiero otra tienda?" pero no lo diría nunca, estando Anne delante, ya temía que me enbroncara por algo...

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Había vuelto al pueblo y nadie sabía lo que había hecho durante mi ausencia. Tampoco lo iba a contar, menos a mami o a la tía Sagitas. Ellas se hubieran asustado, enfadado, gritado e, incluso, encerrada en la habitación. Había vuelto, una mujer más madura, responsable, tan loca como siempre. El único vestigio de que algo había sucedido fuera de lo normal era la grieta en su varita. La había contemplado mil veces y sólo estaba afectada la madera, no el nucleo. Esperaba encontrar alguna resina con la que taparla para que la magia se canalizara en ella. Ahora, a veces salían chispitas de colores a través de la rendija.

 

Había visto el letrero de aquella nueva tienda y decidió que era un buen momento para preguntar si podían ayudarla. El local tenía dos plantas a simple vista y el escaparate era pequeño. Llegué hasta la puerta y me encantó su llamador de pinta muy antigua. Toqué y la puerta se abrió.

 

Al entrar noté que había gente. Mucha gente. Demasiada gente porque estaba ella media familia. ¡Yo que pretendía que nadie se enterara! ¿Daba media vuelta? Seguro que me habían visto, huir no era la forma de actuar. Por ello, saludé a la tía Haya, a la tía Sagitas, a la tia Ash, la tía Lisette, a la prima Helike y al resto de personas que estaban allá, comprando.

 

- Hola, familia, ¿qué tal estáis? ¿Venís a comprar? ¿Quién es la última para ser atendida?

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- ¿Un negocio de varitas llevado por cuatro Warlocks? Ahí hay algo sospechoso Tom, te lo digo yo.

 

- Bueno, si no me he enterado mal una de ellas es la señora Potter Blue, y yo no creo que...

 

- ¡Uy! Pero si esa es de la que menos me fío yo. Parece mentira Tom, con la de veces que El Profeta a cubierto escándalo provocados por esa mujer y los de su alrededor. El Ministerio estaría más seguro si esa...

 

No alcancé a escuchar más de la conversación. Al parecer aquel mago había usado algún conjuro extra para evitar precisamente lo que yo estaba haciendo, escuchar con oído indiscretos aquello que decían. Acababa de llegar al Caldero Chorreante cuando había escuchado la primera frase y me disponía a seguir avanzando hacia el patio trasero hasta que escuché los apellidos de mi hermana Sagitas. Entonces fue cuando me paré en seco junto a la puerta del patio y observé por el rabillo del ojo a aquel mago barbudo y con los mofletes colorados, que hablaba ávidamente con el tabernero. Había disimulado, fingiendo que ojeaba un cartel colgado sobre la pared, junto a la puerta, pero lo único que leí de verdad fue "escarbato".

 

Cuando aquel hombre activó la protección para continuar la conversación, retomé mi paso, sin darme la vuelta. No sabía si lo había hecho por mí, pero no quería darle motivos para pensarlo. Había olvidado para qué iba al Callejón Diagón: tenía que ver a Sagitas y su nuevo negocio. Otro más. Cada vez me impresionaba más la habilidad que tenía la pelivioleta para mantener tanto negocio. En verdad hasta yo creía que debía tener más de algún chanchullo y más de algún elfo esclavizado en la sombra para poder tener tantos abiertos.

 

No tardé en dar con el local. No era muy grande, al menos no a simple vista, y por las voces que oía en el interior ya supe que la payasa tenía visita. Le eché un vistazo al nombre. ¿Herederas de quién? Ahora sí que tenía que hacerle más de una pregunta a la empresaria del año.

 

- ¡Ostras! Pensé que tenías visita, no a medio Ottery aquí metido --dije al tropezarme con unos pies nada más abrir la puerta, que se quedó abierta revelando al exterior lo que ocurría.

 

Efectivamente el espacio era tan reducido como se veía desde fuera. Al menos la zona de tienda. Recuperé el equilibrio y me giré para disculparme con la persona con cuyos pies había tropezado.

 

- Perdó... ¡¡Xell!! --No pude evitar avalanzarme sobre la rubia y apretarla entre mis brazos.

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✤ Viajero de la noche ✤

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