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Libro de la Fortaleza


Keaton Ravenclaw
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—Debes ser más enérgico con los estudiantes, no pueden llegar con nosotros sin que ustedes tres les dejen en claro que se enfrentan a poderes más allá de su imaginación. Keaton, tu das el primero de todos los Libros en el Ateneo, deben llegar al siguiente curso mejor preparados, no con conocimientos tan débiles —Le dijo uno de los Uzza al ojiverde.

 

—Si Uzza Gahíji, lo siento —Dijo el Ravenclaw al Uzza del Libro de Hermes Trimegisto con la cabeza gacha, y era sobretodo porque aún y cuando los Uzzas eran gente de un altísimo poder, él detestaba que le llamasen la atención, por lo que si ahora las cosas se tornaban así, a los chicos les debería de exigir much más.

 

—Entiende que no es un regaño, Ravenclaw, es un consejo, y es debido a que los chicos están llegando con Badru con conocimientos muy débiles, esta charla la tendremos también con Athena y con Hades, pero tú debes presionar desde el inicio —Dijo Asenath, el Uzza del Libro de Merlín, el más alto, hasta el momento —Te elegimos porque creemos en tus habilidades, solo no nos falles —Finalizó e hizo una seña al chico para que se retirara.

 

—Claro, maestro, la clase mejorará. Hasta pronto —Dijo el Animago y salió de la Sala.

 

~+~+~+~+~+~+~

El sol estaba asomándose en el horizonte, era sumamente temprano por la mañana, el aire aún frío de la madrugada se dejaba sentir en el Ateneo, y Keaton Ravenclaw, el profesor del Libro de la Fortaleza, estaba decidido a que aquel día su clase estaría dentro de las mejores, sobre todo porque en el listado que había recibido por parte de Niko, figuraban nombres que el chico conocía muy bien, y que si bien no los había tratado propiamente en persona, si sabía que ya eran magos experimentados, por lo cual, la cátedra debía estar a la altura.

 

Pronto el calor comenzaría a asolar al Ateneo de Poderes y Magias Guerreras, y de ser posible, para cuando el sol alumbrase ya por completo la bóveda celeste y aquel recinto, él quería estar en el escenario que había elegido para la clase, uno que no tenía nada que ver con el árido desierto dónde se erigía la Universidad, uno en donde hasta el más fuerte de todos, tendría problemas para adaptarse. En esta ocasión quería poner a prueba a sus estudiantes desde el inicio, pues tan solo de recordar las palabras de Asenath retumbar en su cabeza, le hacía sentirse afortunado de haber sido elegido para aquel puesto.

 

—Las nubes pintan bastante bien, es momento de esperar a los estudiantes y ver de lo que son capaces —Se dijo a sí mismo el mortífago con la varita mágica de cerezo en la diestra.

 

En esos momentos, sus cinco estudiantes estaban siendo despertados por un rayo y un trueno, auspiciados por Abarai, su Ave del Trueno, el cual llevaba consigo una nota en donde les indicaba que debían presentarse a las 06:30 de la mañana en el Ateneo de Poderes y Magias Guerreras en el Coliseo de Batalla, o de lo contrario, perderían el curso. Era imperante la puntualidad, estaban por empezar un camino tortuoso con los Libros de de Hechizos y el compromiso era esencial, aquel que llegase tarde, tendría problemas para encontrar el lugar de la clase.

Editado por Keaton Ravenclaw

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Aun no salía el sol, la habitación en la cual me estaba hospedando en el callejón Diagón se encontraba en penumbra, toda la noche me había concentrado tanto en lo que debía de hacer al siguiente día que no me percate de la hora en la que nos encontrábamos, me levante de la cama para estirar un poco el cuerpo me sentía aun pesado por estar todo en ella mucho tiempo sin movimiento alguno, solo reflexionar.

 

Al tiempo que me dirigía a la pequeña ventana que tenia ese lugar, observe el rayo y el trueno que se manifestaron a lo lejos, eso no era otra cosa mas que un ave de trueno. Como miembro del departamento de criaturas las conocía muy bien. Pero el lugar de donde se veía su procedencia no era otro mas que el Ateneo.

 

Suspire profundamente, no pegue el ojo toda la noche y en ese momento seria el menos indicado para ir, pero las obligaciones me llamaban. Me acostumbre a ser una persona responsable, mas por el trabajo. Revise la habitación y observe la jaula vacía de Torky y Treek mis pequeñas lechuzas, aun no volvían de su caza nocturna. Tome mis cosas que reposaban en un estante del librero en espera de este llamado.

 

Sali por la ventana solo para no causar ruido a los demás habitantes del lugar, al llegar al suelo luego de planear un poco gracias al Amuleto volador que siempre traía, me acomodé mis accesorios y desaparecí del lugar.

 

Aparecí en el ateneo, donde en teoría serian las clases, solo debía de buscar el aula de las mismas, pero, al mirar al cielo observé a lo lejos a la criatura que nos había llamado. Esta posaba sobre el coliseo de batalla, la caminata al lugar me fue muy buena y fresca para despertar al cien por ciento y estar al tanto de lo que me, o mejor dicho nos esperaba para estas clases.

 

Al llegar al lugar observe a quien sería nuestro profesor –Buen día, mi nombre es djvash Asturias, creo que me han citado en ese hermoso lugar, espero no llegar muy tarde-- Tras decir esto me quede observando todo el lugar.

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Bostezaba.

Había estado hasta muy tarde en el Departamento de Accidentes intentando averiguar más de todo lo que ocurría en el sitio ya que parecía que si bien nada más se hacían cargo de una cosa, ya aparecía otra completamente diferente y entonces, tenían que correr a solucionarla; por lo que esa noche tan solo había llegado directamente a dormir en la cama con todo y sus ropas y se había tirado boca abajo, abrazando la almohada y gruñéndole a su viejo elfo que no la molestase.

...

Que odiosa era la vida.

Un relámpago y un trueno colaron su sonido y luz a través de la ventana de la habitación maestra de aquella destartalada y vieja casita, provocando que la bruja se levantase de un salto.

-En nombre del Señor Tenebroso!! -gritó con rabia retirándose un antifaz de los ojos que había tomado dormida de la mesita de noche; ahora, solo se veía uno de sus ojos rojos oteando los alrededores- quién se atrevió a tener tan poco sentido de la supervivencia como para...?

Un sonido de poderoso aleteo la hizo ver en dirección de la ventana por la cuál se colaba una pequeña nota de pergamino.

Y en el cielo...

-Ave de Trueno?

Inquirió con gesto de sospecha, terminando por retirarse aquella cosa del rostro y sacando la varita para en un pequeño vuelo provocado por un hechizo no verbal, tomar la hoja entre sus dedos y proceder a leerla aunque no dejaba de ver de reojo a aquella bestia que parecía girarse ahora y retirarse.

Al parecer... alguien la había utilizado como lechuza.

-Noooo... tan temprano?- se quejó haciendo una mueca

Vale que había estado esperando más que impaciente por que ya la llamaran del Ateneo para poder utilizar ese libro púrpura que había comprado y que por el momento solo acumulaba polvo al lado de todos los compendios de pociones en uno de los libreros del Snape antiguo dueño de la vivienda, pero...

Justo ese día?

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Apenas una hora más tarde, salía de la casa con un pan en la boca, expresión de sueño y el libro bajo el brazo.

Nunca había llegado tarde a ningún lado y esa no iba a ser la primera vez, definitivamente por lo que se encaminó al lugar mas sin embargo mientras que hacía aquello, abrió las páginas del libro y comenzó a leer un poco; ya lo había leído antes y venían instrucciones para la creación de varios objetos pero algo le decía que si lo hubiera intentado antes, mas tardaría en crearlos que el Ministerio o sus futuros maestros en caerle encima.

Al menos los hechizos se parecían en algo a los que estaba acostumbrada a usar, pero aún así...

"Creo que prefiero el Episkey"

Pensó para si misma cerrando el libro con una mano, que hizo un ruido sordo antes de ser colocado nuevamente bajo el brazo de la bruja que de un bolsillo sacó un nuevo trozo grande de pan y se lo llevó a la boca, dejando colgada una parte por fuera.

Y finalmente en el Ateneo...

-DGRRRVSHHH!!

Salió de su boca al percibir la espalda de alguien a quien conocía mas que bien y sin pensarlo, solo llegó por detrás y le dió un abrazo que seguro resultaba pesado ante el cansancio de la mujer.

-Nofrrr... te habrria... viffto- dijo a Vash intentando sonreír con la mirada aunque fallaba miserablemente por el sueño que tenía- ghe gufffto veffrte

Volvió a saludar para luego, ver al mago que tenían delante y parpadear. Ya le había visto antes pero aquella era una situación nueva así que se paró a un lado de quien al parecer ahora era su compañero de estudios y alzó una mano, ladeando la cabeza como si de un títere que ha perdido una cuerda se tratase.

-Joffla (Hola)- dijo al mago que tenían delante mientras que el pan en su boca se movía cuando esta intentaba a hablar- uffteff eff nueftro pffo... pgroofesooofr? -preguntó con torpeza

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Era la primera vez que recibía un mensaje de un Ave de Trueno. Aquella criatura me parecía fascinante, su forma de anunciarse me había despertado en plena madrugada de una manera sumamente particular. El trueno y el destello me habían arrancado de un sueño ligero con demasiada facilidad. Mi varita ya estaba apuntando en dirección al ave antes de que la criatura se acercara para entregarme la nota; la bajé de inmediato al notar la ausencia de amenaza.

 

"Bien, espero que la clase sea al menos tan espectacular como la notificación" pensé alistándome sumamente rápido. No necesitaba demasiado, tendría que estar en una arena de combate, así que me vestí con un pantalón de tela muy ligera y una pesada capa de viaje, que usualmente transformaba en algún otro tipo de prenda, dependiendo el clima del lugar al que me dirigiera. Guardé una pequeña botellita llena de piedras muy pequeñas en uno de mis bolsillos, tomé el libro de la Fortaleza y salí al pasillo.

 

Golpeé las puertas de Aaron y Maida para asegurarme de que ambos hubieran recibido el mismo mensaje. Volví a mi ventana y, como quien sigue su camino, salté sin dudar.

 

Disfruté solo un segundo de la sensación de ingravidez y desaparecí con un estallido unos centímetros antes de tocar el suelo.

 

Aparecí parado en la entrada del Coliseo de batalla del Ateneo. Esperaba escuchar las apariciones de los otros dos Yaxleys detrás mió mientras me adentraba en el lugar.

 

- Buenos días - Saludé tanto al Profesor como a los otros dos magos que acababan de llegar. Me crucé de brazos y esperé a que el profesor diera inicio con la clase.

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La bruja terminó de tragar su pan y se estiró un poco sin soltar el libro por debajo del brazo.

Dió un vistazo a sus compañeros y le parecía que todos ellos llevaban los accesorios de los cuáles se describían sus poderes en el libro y entonces, le pareció recordar que en la compra de aquel libro le habían entregado una cajita que tenía las cositas ahí mencionadas... aunque ella insistía en que prefería hacerlas por su cuenta propia; discretamente se palmeó uno de los bolsillos y ahí percibió la caja con las cosas.

-Bueno... al menos no vine el primer día de clases sin ellas

Dijo para sí misma para después voltear al sentir la llegada de otro mago que saludaba y hasta lucía más confiado. Ladeó un poco la cabeza y sacó la varita ta solo para girarla hacia abajo y aparecer una bolsa de papel marrón con panes y sandwiches en su interior

Era demasiado temprano y seguía muerta de hambre

-Buenos días- devolvió el saludo percibiendo como el ambiente le resultaba familiar con aquellos magos... aparte de DjVash no conocía al resto, pero bueno... quizá era porque ella se encontraba en el punto medio- creo que a todos nos fata un poco de desayuno a esta hora y sería mala idea que alguien se nos desmayara

Se rió entre dientes y entonces, vió a los chicos

-Alguien quiere un sandwich? usted también profesor... -convidó a este acercándole la bolsa de papel marrón repleta de panes y de rellenos con jamon, queso y aguacate

Nada como un buen aguacate en un sandwich para comenzar un nuevo día de aprendizaje

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Ella había adquirido su primera lechuza apenas hace un par de meses y resultaba que ya no estaban de moda. Se rió, frente al espejo, consciente de lo zonzo de su discurso mental, tenía ojeras. Normalmente cuando salía de la habitación, ya las había ocultado mediante magia, sin embargo, hoy no habría tiempo. Y lo confirmo dos segundos después cuando Elliot golpeó su puerta, luego un golpe más lejano.

 

Claro, no es suficiente un trueno, ahora tenemos despertador mágico —volvió a burlarse frente a su reflejo.

 

Trenzó su cabello hacia un costado mientras a un lado suyo, en un morral, ya se metía la vuelapluma y unos cuantos frasquitos con sus pociones favoritas. Pronto se vería envuelta en una situación de batalla, estaba segura, así que valía prevenir. Sobretodo esta vez, que iba a clases flanqueada de sus dos primos. Bajó un par de minutos después, aunque le dio tiempo a ver dónde había desaparecido el Bambi.

 

Este me salió más nerd que yo —susurró para sí misma y desapareció con dirección al viejo Coliseo de Batalla del Ateneo. Apareció colocada en cruz, justo unos pasos detrás del hijo de Orión—, jamás, jamás, jamás voy a acostumbrarme a ningún medio de transporte mágico, aunque he de admitir que al menos con este no acabo estrellada contra el suelo o con los pulmones llenos de hollín.

 

Parloteaba detrás de Elliot, ingresando al Coliseo y esperando que Aaron no se demorara demasiado, detestaba la impuntualidad. De pronto, la imagen del profesor, a quién conocía y de dos magos más, la obligaron a guardar silencio mientras el mayor de los venados ya presentes, saludaba.

 

Buenos días —saludó a su vez, aunque con una voz más cantarina que la de sus familiares—, Maida Yaxley, un gusto.

 

No era la primera vez que llevaba el curso, y esperaba esta ocasión no tener los líos con la parte combativa, pero no podía hacer mucho más que eso...esperar. Al menos ahora había tenido la salvaguarda de traer consigo pociones o algo que pudieran ayudarle al menos a recuperar fuerzas. Giró una vez más el cuello y codeó a Elliot.

 

¿Trajiste lechuza? Sospecho que se le pegaron las sábanas —susurró.

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Aaron Augustine Black R. Yaxley

 

-Ya lo oí, ¡ya lo oí!- respondí al llamado en la puerta de la Manor. No sabía si era Maida o el hijo de Orión a quién solo había visto una vez, pero ya había despertado de la somnolencia con la que me había levantado tras el estruendo del ave allí fuera.

 

¡Y es que éramos tres los estudiantes que cursaríamos! por tanto fueron tres los rayos y tres los truenos. Por suerte algunos de los Yaxley tenían el sueño pesado o simplemente se daban vuelta el horario; Orión por ejemplo, apostaba mi cabeza que no se encontraba esa noche allí y tampoco llegaría antes de las 6.30 a casa. Tal vez y por linaje es que mantenía cierto insomnio a veces, aunque para mi suerte esa noche había dormido bien.

 

A diferencia de mis dos primos, demoré tan solo unos minutos más. Varita en mano, aseado y vestido con ropa ligera y una túnica gruesa para el frío de la mañana, me encaminé hasta la verja de los terrenos Yaxley pues necesitaba despertar y seguramente la gélida brisa matutina cumpliría ese cometido. Un par de metros en dirección a los bosques que separaban Ottery de nuestro hogar, desaparecí con un sonido en off hacia el ateneo.

 

****

 

Apareciendo en el lugar, exactamente tras el grupo de brujas y magos que tendría por compañeros, levanté mi diestra y me presenté como era debido -"Aaron Black Yaxley. Buen día profesor"- mientras me acercaba en medio de Maida y Eliot, apoyando intencionalmente mi frente en el hombro de la bruja, tenía sueño.

 

-¿En serio era necesario un ave del trueno?- bufé a mi prima, aún con la cabeza gacha- ¿Cómo estás Eliot?- pregunté mientras me iba irguiendo de apoco, estirando mis brazos como quién quisiese conseguir su turno para hablar. Ya compuesto me dirigí a ambos- ¿Y éstos quienes son?...

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La hora se acercaba, los cinco chicos que debían de vincularse aquel día con el Libro de la Fortaleza, estaban por llegar. El ojiverde miró su reloj de pulsera que traía en la muñeca izquierda y vio con alegría que al tiempo su primer estudiante llegaba un par de minutos antes de la hora. Sonrió, pues el chico parecía bastante animado. Ese era, a mi parecer, uno de los mejores talentos de los estudiantes. En fin, que no estaba para elogiarlos. El chico se presentó como djvash Asturias. ¿Había una familia en Ottery con ese apellido? ¿o el chico venía de otra parte? Se encogió de hombros como para minimizar importancia a ello. Justo en ese momento, otra persona se apareció en el recinto.

 

Aquella mujer le resultó repulsiva al vampiro, la manera en la vestía, la manera en la se presentaba, ¡por Voldemort! era un falta de respeto total al profesor ¿Acaso ella creía que llegar comiendo a la clase y saludar de esa manera era lo correcto? Keaton la miró asqueado, pero no podía hacer mucho, era su estudiante, y lo más que tal vez le iba a pedir, era que dejara de comer, ¿acaso era aquello un restaurante? <<Por gente como ésta soy mortífago>> Pensó <<Debemos purificar la sangre mágica y quitarle ramas tan podridas como ésta>> Se dijo a sí mismo.

 

Así pues, a los pocos segundos arribaron los otros tres estudiantes. Primero Eliott, al que ubicaba de La Marca, a Aaron, al que jamás en su vida había visto, o tal vez si y no lo recordaba, y a Maida, a la cual ya había enseñado en una ocasión los misterios de aquel Libro, pero que de momento, no había alcanzado los requerimientos para la vinculación. En fin, que esperaba que ahora que había más gente, pudieran armar algo muchísimo más atractivo para que todos pasaran. El Ravenclaw se aclaró la garganta, era momento de empezar.

 

—Buenos días, chicos. Bienvenidos a su clase para vincularse con el Libro de la Fortaleza, para los que no me conocen, mi nombre es Keaton Ravenclaw ý tendré el honor de su profesor —En ese momento, Hayame se dirigió a todos para invitarles un sándwich —Señorita Snape, si no le molesta, por favor guarde sus alimentos para después, ha venido a tomar una clase, no a un día de campo —Dijo el Animago con una voz tranquila pero que, sin duda, emanaba autoridad.

 

Con una mano, el Black Lestrange alzó su mano izquierda y Abarai, su Ave del Trueno, se acercó hasta él batiendo las alas con fuerza esperando la indicación: se iban a desaparecer mediante la magia de aquella Ave, y debían estar todos lo más cerca posible. El chico agitó su varita mágica de cerezo y una fina cuerda de seda los unió a todos, tomó uno de los extremos y se sujetó a Abarai, el cual, al sentir la mano de su amo, alzó las alas al cielo, de donde cayó un rayo que los hizo desaparecer a todos del Ateneo.

 

Cuando los seis volvieron a pisar tierra, no fue precisamente eso lo que sintieron sus pies. De pronto, el aire gélido invadió el aire de sus pulmones, y la carne que los cubría pronto resintió las bajas temperaturas. Además, por la altitud, les empezaría a costar trabajo respirar, por lo que el Ravenclaw prontamente pensó <<¡Casco Burbuja!>> y una especie de bolsa de aire se colocó alrededor de su boca y nariz lo cual le volvió a hacer fácil respirar; con un segundo movimiento de varita, su vestimenta cambió, y ahora llevaba unos pantalones recubiertos con piel de dragón, una gruesa chamarra, así como un gorro y una bufando; sus pies quedaron calzados por una botas de nieve. Volteó a ver a sus estudiantes, los cuales sencillamente se quedaron ahí tiritando de frío.

 

—¿Pero qué hacen? ¡Muévanse! Si no se colocan un Casco-Burbuja de inmediato, se desmayarán por la falta de oxígeno, y dudo que los atavíos que traen los protejan del frío. En el Monte Everest no sobrevivirán así —DIjo el vampiro, y vio cómo de a poco sus pupilos empezaban a agitar las varitas —Cuando terminen, quiero que me digan cuál de los hechizos u objetos que posee este Libro les llama más la atención, por qué y qué supondría utilizarlo en sus vidas diarias. Los espero —Dijo el chico y comenzó a caminar un poco hacia abajo, tenían que tener cuidado, pues ni siquiera los magos sobrevivirían a una caída desde esa altura.

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La Snape se había encogido de hombros al serle rechazado el bocadillo y sin más había desaparecido la bolsa sin inmutarse

"Vaya tío más aburrido"

Pensó y no pudo evitar recordar a los viejos profesores que había tenido alguna vez y que definitivamente tenían un sentido del humor mucho más... fino. Dudaba que el chico hubiera pasado por alguno de ellos o no lo tendría delante aunque una nunca sabía, quizás todos en la vieja baticueva ya se habían amargado un poco.

Sonrió con una pequeña mueca e inspiró con paciencia.

Igual que con una de sus ex-profesoras, solo estaba de paso para conseguir el bendito crédito y poder irse a comprar los libros que le interesaban así que...

Simplemente aguardó a lo que decía el muchacho y este les transportó a otra parte.

Aunque no estaba muy segura de que el profesor los estuviese viendo bien porque parecía preocupado por ellos... o por el oxígeno. Ladeó un poco la cabeza y observó los alrededores con un gesto levemente aburrido, definitivamente le gustaba la nieve pero en lugares mas planos... quizás Antártida... Alaska...

Las montañas no le agradaban a menos que estuvieran cubiertas de vegetación.

Y al menos ella no parecía verse afectada con el frío en ese momento a pesar de su atuendo, que había utilizado desde antes de que la mayoría de los presentes hubiera estado siquiera en la imaginación de sus padres; se colocó una mano en la cadera y bajó los párpados a la mitad, no necesitaba el casco-burbuja si sencillamente, no respiraba.

Sería algo fastidioso porque se había acostumbrado a hacerlo como el resto de seres humanos, más para poder suspirar y mostrar alguna emoción que por necesidad.

Pero bueno...

Rió para sus adentros conforme sacaba la varita y con un gesto divertido y quizás ahora un poco altanero, obedecía y se colocaba el casco.

El chico le recordaba a su maestra de maldiciones que la quería forzar a destazar muggles a maldición abierta, terminando por avadearla al final ante su insistencia de "cómo vas a aprender maldiciones si no las usas?" si tan solo su maestra en aquel entonces hubiera sabido a quien se enfrentaba y porqué había tomado esa clase fastidiosamente obligatoria...

Se tronó un brazo, que no sintiera frío no significaba que no se formara hielo.

-No es necesario que se enfade... más paciencia, que es una clase, no una guerra- comentó con un tono de voz cantarin y calmado y sus ojos rojos destellaron en placer al percibir bastante bien que su profesor no estaba nada feliz con ella

Era lo que más adoraba

-La verdad... los hechizos del libro o sus objetos no son algo que me llamen demasiado la atención- bajó los párpados con gesto aburrido y se sacó el libro del brazo para moverlo levemente a pesar de la brisa fría que les rodeaba y los pequeños copos que se levantaban de donde estaban- no me interesan los duelos aunque puedo barrer en ellos, pero hace años que perdieron... el brillo

Alzó una ceja como si hubiera recordado algo desagradable

-Así que por el lado de las peleas... no me sirve cuando todavía puedo usar los hechizos normales para defenderme. Nada grave y morir... lo que se dice morir para un inmortal, tampoco es algo que asuste- se encogió de hombros- y en cuanto a esas cosas de tapar los sonidos, espiar las conversaciones de los vecinos...

Hizo una mueca

-Por favor, a estas alturas medio mundo ha de conocer este libro, así que no es como que sirva mejor que los viejos métodos- alzó la mirada con fastidio- yo solo he venido porque las leyes me obligan a pasar el curso para poder obtener los libros y hechizos que me interesan en verdad así que...

Volvió a su gesto aburrido

-Cuando vamos a comenzar a matarnos entre nosotros?

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Maida y Aaron no habían tardado en aparecer por lo que entramos casi juntos al Coliseo. El lugar parecía ideal para una buena tanda de batallas mágicas. Recordaba con un poco de nostalgia aquella época donde mi vida se basaba en ir de batalla en batalla, Ottery se encontraba tan pacífico, tan sumiso, que hasta esperaba que la Orden del Fénix se animara a salir de nuevo a las calles. Jamás emitiría aquel pensamiento en voz alta. Una victoria, debía mantenerse como tal.

 

Un pinchazo en las costillas me arrancó de mis pensamientos. La Bambina bromeaba acerca de Aaron, sin notar que venía justo detrás.

 

- No creo que haga falta - le sonreí, mientras veía a mi primo apoyar su frente en el hombro de Maida. Asentí a modo de saludo. Era demasiado temprano para desatar cualquier tipo de verborragia.

 

- No llegué a escuchar cuando se presentaron - afirmé mirando al semi-dormido Aaron, el horario lo justifcaba - así que será cuestión de averiguarlo durante la clase... o no.

 

Rechacé el sandwich con un gesto de la mano y una media sonrisa. La tensión en la mirada del profesor era notoria, no entendía como la hechicera no había reaccionado antes a aquel lenguaje corporal. Tal vez simplemente no le importaba.

 

Como era de esperarse, el Profesor interrumpió toda conversación con su presentación y dejó bien en claro que la actitud informal de la bruja no le gustaba. Negué con la cabeza, esperaba terminar con la clase lo antes posible, no quería estancarse en uno de los primeros libros. Puse una mano en el hombro de Maida y otra en el de Aaron en cuanto el lazo de Seda nos rodeo. No había terminado de deducir lo que pasaría cuando una agitada desaparición nos trasladó al Everest.

 

- Lástima, me gustaba el coliseo - dije conteniendo los temblores. Mi pesada capa de viaje era muy útil en aquellas situaciones, solo restaba engrosar la tela de mi pantalón. Un movimiento de varita lo solucionó. Me ayudé además con el "Casco Burbuja" para no perder el aliento en aquel lugar tal y como lo había recomendado el Ravenclaw..

 

Miré a mis primos, solo para asegurarme de que ambos habían hecho algo similar.

 

Levanté una ceja al escuchar a la muchacha de los sandwiches. Menospreciar la magia, solo por no parecer compleja y entrincada era el error más enorme que podría cometer cualquiera que decidiera entrar en una batalla. Había derrotado a cientos de magos durante la guerra de bandos usando hechizos tan simples como un expelliarmus o un sectusempra, y Había visto Fenixianos lo hacer nada con un Cyclone Máximus en su mayor expresión.

 

- No sabes lo que dices - susurré dejando que solo mis primos me escucharan, justo antes de levantar la voz y dirigirme al Ravenclaw - La salvaguarda mágica es el único hechizo del libro que llama mi atención. Parece magia más avanzada que todo el resto de los hechizos que figuran allí. La única que manipula la materia de una forma que no había visto antes.

 

Hice una pausa, no pretendía revelar más información de la necesaria en cuanto al uso que podría darle.

 

- Supongo que ser intangible, más allá de poder evitar ciertos ataques - carraspeé - no es que en Ottery se ataque demasiado a nadie en estos días, resultaría útil en muchísimas áreas de investigación mágica. En especial cuando se debe acceder a lugares completamente sellados, donde no podría aparecerme por no conocer su interior.

 

"matarnos entre nosotros" pensé mirando el suelo. Sonaba como suenan los primeros en caer durante una batalla. "Demasiado confiada, son los primeros en cometer un error"

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