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Encantamientos


Apolo Granger
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Apolo soltó un pequeño “Ohh” de sorpresa al ver los pájaros que Fiamma había conjurado. Más aun, había logrado darles un color y una forma, hasta les había dado una direccionalidad. Con eso le bastaba para darse cuenta del dominio de la magia que poseía, aunque fuera su primera clase. Los vio revolotear contentos hasta que se disolvieron en el aire para dar paso al siguiente.
Luego tuvo que retroceder un poco, algo asustado ante la aparición que había creado Gabrielle; y es como profesor debió haber mostrado más temple, pero las serpientes no eran de sus animales favoritos. No le costó mucho percibir que la Black mantenía vigilada a la serpiente, y al mismo tiempo la estaba inhibiendo de realizar alguna acción. Lo tranquilizo un poco, y hasta lo alegro.
El ultimo, Joaquín, de quien esperaba algo similar se decidió finalmente por realizar aparecer unas flores. Tenía su mérito el hecho de que las hubiese alineado tan bien, y que les hubiese dado la forma que él quiso. El olor de las flores inundo el aire y el también cogió una, al principio para examinarla antes de que se disolvieran los pétalos uno a uno al contacto. Era interesante como los tres aplicaban los principios de la magia tan bien, lo cual era muy extraño pero muy satisfactorio.
— Los tres lo hicieron genial — Apolo aplaudió poniéndose de pie. — Creo que entienden muy bien de que va realizar magia y las limitaciones que conlleva, permítanme continuar antes de ir a nuestro evento central.
Se aclaró la garganta un poco. No le molestaba demasiado hablar, pero esperaba que de tantas cosas que iba a decir algo le lograran entender. Esperaba que Antoni también estuviera tomando nota de lo que decía y que pudiera poner todo en practica en su momento.
— Materializar cosas, más conocido comúnmente como conjurar, se rige por leyes bastante específicas, y al mismo tiempo por limitaciones bastante cerradas. Muchos seres vivos no son posibles de crear de la nada, y ustedes mostraron unas de las pocas excepciones a la regla: los pájaros y las serpientes, que son de las pocas criaturas más afines a la magia según expertos. Sin embargo, muchas de esas son meras copias de las criaturas reales, y se desvanecen con la misma facilidad con la que logran aparecer. Muchas de las criaturas que creamos con magia son en realidad transformaciónes, pero son mucho mas complejas de realizar y no es el objetivo de la clase.
No les menciono que Apolo, siendo excelente en encantamientos, tenía muchos problemas para la Transformación. Todos tenían su talón de Aquiles, supuso. Y es que
— Por otro lado, cosas como dinero y comida tampoco son posibles de materializar de la nada. Crear oro es virtualmente imposible para un mago, y los duendes no generan oro de la nada, lo acuñan. La comida tampoco se puede materializar de la nada, pero si se pueden usar encantamientos sobre ella para mejorarla substancialmente. Sin embargo, si hay cosas que podemos materializar. Aunque requiere una habilidad mágica superior, podemos conjurar elementos de la naturaleza como fuego, agua, o plantas, ya que nuestra varita canaliza su aparición. Y sin embargo, como asumo que muchos ya lo han intentado en su vida, los magos no tenemos problemas para crear objetos cotidianos. ¡Aparitio!
Apolo dio unos pasos hacia atrás, y agito su varita pensando en una mesa, que se materializo frente a él. Literalmente había creado el inicio de lo que sería su sala de clases. El brazo se le agarroto tanto por su desplante mágico, que le costó disimular el esfuerzo que había tenido que realizar.
— Estas palabras mágicas, que a menudo usamos de forma no-verbal, nos permite crear cualquier objeto que podamos visualizar mentalmente. Es mucho más sencillo claro si duplicamos un elemento que ya tengamos, porque canalizamos la magia en repetir todas sus propiedades. Pero de la misma forma podemos materializar objetos cuando todo lo que tengamos sea… bueno, arena. Crear objetos de la nada incurre en el mismo principio, pero en vez de repetir las propiedades de un objeto lo visualizamos mentalmente antes de hacerlo aparecer.
Se tocó la frente mientras que con la mano libre, les pedía que se pusieran de pie y se acercaran. Apolo repitió el hechizo dos veces más, creando un tazón enorme y una cuchara.
— Por eso como magos podemos crear sillas, mesas, tazas o tenedores, que son objetos que vemos a diario y que tenemos muy presente en nuestra mente. Si intentáramos realizar objetos de mayor complejidad habría que tener en cuenta tres cosas: Que si fuera un objeto nomag, que usan electricidad, solo seriamos capaces de visualizar su carcasa y no sus componentes internos, que al final no tendría utilidad. Que si intentamos confeccionar algo como ropa debemos entender como se realiza, que cortes y que uniones de los hilos, o si no simplemente materializaríamos un montón de telas. Y que si los materiales son demasiados y muy distintos entre si nuestra mente buscara remplazarlos. Acá donde me ven, yo jamás he podido materializar nada que no fuera de madera.
Y era cierto, Apolo le echo un vistazo a su reciente creación: la madera estaba lijada y bien cuidada, pero no dejaba de ser madera simple la que componía la mesa y el tazón. Ni siquiera tenía encima barniz. La cuchara era de metal claro, pero el mango también usaba el mismo tipo de madera para sostenerlo. Lo único digno de mención era que la madera era de un azul muy oscuro, tirando a negro.
— Mientras más poder mental tiene un mago, más sencillo es para él o ella modificar la apariencia de las cosas que hará aparecer: Que color tienen, que forma, de que material están compuestos. Los magos que realizan objetos mágicos son los mas asiduos a lograr este dominio de la mente, pero requiere años de trabajo. En muchos casos como el mío, los magos tienen en su interior una forma intrínseca la materialidad y el color de lo que conjuran que facilita enormemente su realización. Y eso es lo que me gustaría que me mostraran.
Mientras Apolo rebuscaba en su mochila a escasa distancia, sobre su toalla de tortugas, les dio su segunda orden.
— Al igual que yo, deberán crear un puesto de trabajo. Tomen en cuenta lo que les mencione sobre forma y material para formar una mesa, y platos, cubiertos, recipientes para mezclar, tablas de corte y cualquier otra cosa que se les ocurra que puedan necesitar para cocinar algo. Aunque objetos pequeños no suelen traer dificultades, mientras más grande sea el objeto a materializar más cansador es. Así que tengan cuidado. Yo pasare puesto por puesto y deberán contarme que objetos realizaron. Pero tienen tiempo, no se preocupen, concentrence, y hagan lo que puedan.

@ @ @@Gabrielle Delacour @Joaquín Granger

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Para mi fue suficiente con el gesto de Apolo al levantar sus dos pulgares, entendía perfectamente que sería dentro del desarrollo de la clase, solo mi profesor, pero eso precisamente era justo lo que me emocionaba tanto. En silencio escuche su explicación, notaba lo diestro que es para enseñar y me alegra verlo entusiasmado dirigiendo la clase.

 

 

La demostración que realizo con el agua, me trajo recuerdos muy lejanos, tanto que pensé que aquellos días los veo como sueños...pero deje de remorar el pasado cuando menciono que era momento de la acción, eso me hizo sonreír levemente, a él le encanta esa frase...

 

 

Pidió que nos sentáramos en la arena, iba a quedar lleno de los granos de ella pero también podía ocupar un hechizo para limpiar mi ropa oscura después de levantarme, así que obedecí y me senté para ver lo que cada uno demostraría.

 

 

Inició una compañera que algunas veces coincidimos en el gran salón, pero al ser de la casa de Hufflepuff, no la había conocido del todo, solo sabía que era muy dedicada y la más leal de las amigas, ella materializo unos bellos pájaros que me gustaron más los verdes por ser mi color favorito. Le dedique un merecido aplauso.

 

 

Después se animó la otra compañera, mire al compañero y su actitud me hizo pensar que se debía a que es todo un caballero, el dicho popular: "Las damas primero", así que me pareció agradable. Me pregunte que nos mostraría aquella chica castaña de ojos miel. La respuesta fue rápida, al serpentear su creación frente a nosotros, algo que también me hizo aplaudirle.

 

 

Luego fue el turno del compañero, su mirada lo hace ver seguro de lo que va a hacer y le miro. Fueron bellas flores las que materializo que hasta Apolo tomo una para mirarla más cerca, eso fue muy bueno y le demostré mi aprobación también a él.

 

 

Lo siguiente fue ver algo que no sabía de el como profesor, que le encanta demostrar que tan útil es conocer los encantamientos más útiles y que muchos magos suelen menospreciar, pero al ver los rostros de sus estudiantes, me parece que ninguno de ellos era de ese pensar.

 

Nos levantamos de la arena y atendimos a su nueva petición, yo use mi varita para limpiar la arena de mi ropa negra y tome nota mental de lo que Apolo explico sobre materializar objetos comunes de nuestra vida diaria.

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Sin dudas me había dedicado a menospreciar la complejidad de los encantamientos. Las explicaciones que daba Apolo podían resultar incluso un poco pesadas, pero llegaba a entenderse que debíamos cumplir ciertas reglas: Conocer al menos el procedimiento de creación del objeto complejo, tener presente nuestra capacidad y que guarden una relación con el tamaño de los objetos a crear. Sin dudas si hiciéramos esa demostración ante muggles, nos aplaudirían sin entender el trabajo que conllevaba.

 

Al terminar mis estudios principales, había adquirido bastos conocimientos sobre Transformaciones, además de Artes Oscuras, pero ese ultimo no iba al caso. Tenía facilidad para transformar cosas en otras, animados en inanimados y las reglas no eran especialmente diferentes. La cuestión era que yo sabía trabajar sobre objetos que ya tenía frente a mi, no crearlos de la nada. Justamente por aquello había tomado la clase, en mi mente, aprender a materializar, sumado a mi habilidad de transformar me hacían pensar que no había cosa que no pudiera poseer en cuanto tuviera aquellas habilidades.

 

Justo por eso tenía que esforzarme en hacer las cosas bien, y hacer algo digno de aplausos, como la vez anterior. La playa tenía que volver a servirme de inspiración, había arena, pequeñas porciones de césped con flores, eso ya no me serviría; cangrejos en la orilla, y gaviotas en el cielo. Tampoco serviría aquello en aquel momento. De repente por allí vi un pequeño montículo de piedras. Di un rápido vistazo a la mesa de Apolo, y volví a mirar la piedra. Tenía una idea en aquel momento.

 

Di un paso al frente, con la varita en mano estiré el brazo, cerré los ojos para mentalizarme: Mármol. Mármol blanco con abundantes betas negras, como eran las encimeras de la Mansión Granger, de la Mansión de la Sra. D'Aubigne donde las vi por primera vez, como lo eran las del castillo en rusia donde moraba antes de venir aquí. Porque ¿Qué era el mármol sino un montón de rocas calizas sometidas a temperaturas elevadas y presiones? Además era algo que conocía bien.

 

Tenía la superficie pulida en mente, sabía como se lograba, mediante abrasión, el brillo era natural. Ahora hacía falta ponerle patas, pero a mi mente no llegaba esa imagen, solo tenía un rectángulo del tamaño de una mesa. ¿Que podría hacer? Dos rectángulos más, más gruesos que los de la superficie se colocaron debajo, dándole estabilidad. ¡Ya lo tenía!

 

-¡Aparitio! -Exclamé, y la mesa compuesta de tres rectángulos estaba frente a mi.

 

pasé la mano por la superficie pulida y le hice presión para comprobar que estuviera firme. La miré con ojo crítico, como todo lo que hacía, los anchos rectángulos que la mantenían en pie no resultaron con un pulido perfecto, pero al menos cumplían su cometido. Aquello me había dejado realmente agotado, sentía mi brazo un poco torpe, como si hubiera estado picando en la cantera para extraer aquella piedra. Era extraño sentirse así, como inmortal era algo que casi se olvidaba, pero me vi obligado a sentarme un momento, contra la meza y apoyar la cabeza ahí antes de continuar.

 

El tazón para mezclar también era de mármol, parecía la base de un mortero más que un tazón, pero serviría. Los cubiertos eran de metal, y su mango era redondeado y de aquella misma piedra. Para un humano resultarían pesados en incómodos. También cree una cuchilla para cortar con las mismas cualidades que los cubiertos de mesa. ¿Qué más se usaba para cocinar? Nunca lo había hecho. Tampoco es que tuviera la capacidad de hacer un horno de piedra, ni ollas. Podría haber creado una tabla para cortar, pero no lo consideraba necesario en una mesa de piedra.

 

Los platos aunque hubiera querido hacerlos de porcelana, escapaban de todas mis posibilidades y eran burdos platos blancos de cerámica, el vaso no era de cristal, era de metal, como los cubiertos. No estaba satisfecho para nada, pero estaba muy agotado. Volví a tomar asiento un rato hasta que el profesor pasó y le mostré con orgullo la superficie pulida, y con vergüenza el resto de la mesa, así como el resto de los utensilios, en los que se notaban mi desgaste.

 

-Disculpa Apolo -Entre familia no se necesitaban formalidades- No recuerdo haber cocinado nunca, no estoy seguro de lo que se necesita. Fue lo mejor que pude hacer.

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Había escuchado atenta la explicación del profesor y ahora solo quedaba seguir sus pasos, fácil ¿Cierto? Gabrielle no estaba del todo encantada con aquello pero lo intentaría.

 

Poniéndose de pie quitó la arena de su ropa; no sería fácil y la Black solo pensaba n cómo no quedar en ridículo. El oleaje de la playa le ayudaba a calmarse un poco pero la ansiedad seguía ahí, difícil de calmar cuando no deseas quedar en ridículo frete a los demás compañeros de clase.

 

Ahora solo quedaba a su imaginación, imaginación era lo que más le sobraba a la chica pero concentración… eso era otro tema.

 

De su pecho salió una bocanada de aire antes de comenzar con la asignación: Una mesa. Cerró los ojos y visualizó la mesa que deseaba hacer junto con la la palabra Aparitio que había dicho Apolo hacía unos minutos; abrió de golpe los ojos y comenzó a mover su mano para hacerle aparecer. La mesa era del todo sobria: madera color cereza, lijada y rústica, sencilla. Gabrielle no quiso pensar en detalles adornativos.

 

Su peso se apoyó en la mesa y comprobó la estabilidad de la mesa, cumplía con sus estándares a lo que seguiría con lo demás. En su lista mental la mesa estaba en “check”. Utensilios de cocina ¿Qué otros necesitaba a parte de un cuchillo, tenedor y cuchara? Escasas veces la francesa se había metido a la cocina a hacer ella misma la comida pero había visto a su hermana hacerlo ¿Contaba? Estaba por verse.

 

Volvió a cerrar los ojos y terminó de hacer lo que le faltaba. Era demasiado para ella y sabía que aún quedaba mucho por aprender. Tomó la cuchara apreciando el material, acero completo, el plateado era brillante pero sencillo sin ningún dibujo en el mango al igual que el tenedor y el cuchillo.

 

La brisa del mar comenzaba a sentirse en la humedad del ambiente a lo que la castaña sujetó sus cabellos en una coleta alta. Volvió a mover su varita y esta vez una tabla de picar se materializó encima de su mesa recién hecha. La tabla era una clásica rueda de tronco de árbol, rústica y muy a su estilo.

 

Sólo faltaban las cosas menores para ella. Movió su varita volviendo a decir mentalmente las palabras del profesor y un par de platos aparecieron sobre su mesa, la cerámica era de color menta y de forma cuadrada, tan solo las esquinas eran redondeadas para evitar accidentes.

 

Un bowl para mezclar y una taza medidora también estaba en la mesa, el vidrio del que estaba hecho era grueso y lo suficiente transparente para hacer parte de una colección fina. A su lado un mezclador de metal, plateado y de mango de plástico color menta. Parecía tener todo.

 

– Creo que he terminado...

 

Murmuró y dio un leve vistazo a su mesa.

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Apolo saco de su mochila tres libros blancos, aunque le costó lo suyo entre tantas cosas que había traído encima. Tal como pidió los demás se pusieron manos a la obra; solo esperaba que fueran lo suficientemente precavidos para no excederse al realizar magia. Como no quería molestarlos mientras trabajaban, aprovecho de contemplar el cielo.
El sol ya se encontraba en lo alto del cielo, y la mañana había pasado volando. El problema es que a medida que el sol se levantaba más calor hacía, y aunque a excepción de Antoni todos estaban vestidos para la ocasión pronto el calor sería demasiado para ellos. Era mejor esperar hasta que fueran a realizar su siguiente encargo para no distraerlos demasiado, y es que lo que se le había ocurrido podría tomarle algo de tiempo y concentración.
Casi como quien no quiere la cosa, se acercó a Joaquín al ver que era el que más rápido avanzaba: Si estaba en lo correcto su condición infrahumana lo haría menos susceptibles a los cambios en su nivel de magia. Lo cual explicaba también como algunos de los elementos que había conjurado eran tan pesados como rocas: cuando le permitió examinar su trabajo Apolo comprobó que el material con el que había creado era tan pesado, que a duras penas podía manipularlo. La mesa está virtualmente enterrada en la arena, y al darle algunos golpes pudo comprobar lo resistentes que eran.
— Algo pesados para mí, pero veo que no tienes problemas para manejarlos. Te doy puntos por lograr crear cosas tan resistentes, y es que muchos magos solo alcanzan a crear copias endebles de algunos materiales— soltó Apolo contento dejándole el libro blanco encima. — Buen trabajo.
Fiamma aún estaba trabajando, así que la salto para ir directamente hacia Gabrielle, que contemplaba su trabajo con aire dudoso. Apolo se emocionó al ver tantos materiales distintos sobre la mesa, y sin pedirle permiso levanto al aire la taza medidora que había creado, dejando que la luz la atravesara. Asintió alegremente dándole unos golpes a los platos, que se mantuvieron firmes sobre la mesa sin deshacerse. Y el color era bastante bonito.
— Una excelente ejecución. Y supiste guardar tu energía haciéndolos. Muchos magos priorizan color sobre material y al tocarlos se deshacen, pero tu pudiste hacer ambos. — comentó dejando el cubierto sobre la mesa. — Todo excelente, y esto es para ti.
— Como pudieron apreciar al trabajar — les dijo a todos, aun con el libro de Fiamma en la mano — mientras más objetos conjuraban más difícil era crearlos. La magia es mental pero no está exenta de agotarnos cuando la realizamos. Algunos lo pueden manifestar con cansancio físico, pero el más común de los casos es simplemente el descontrol de la magia, por que perdemos el enfoque que la impulsa y la canaliza. Los expertos llaman a esta habilidad de enfoque “estamina”, y mientras más magia realizamos más estamina gastamos.
Apolo les mostró el libro y paso las paginas para mostrar las distintas ilustraciones de platos. En la cubierta, con letras doradas, aparecía el titulo "Mil y un recetas mágicas para todo tipo de seres". Apolo había sacado tres ejemplares de la biblioteca de la Universidad, y había marcado algunas recetas con ingredientes sencillos que podrían conseguir en las cercanías. Pero no quiso imponerles ninguna, era mejor que ellos escogieran lo que prepararían.
— A esta hora el mercado está en pleno apogeo, así que quiero que vayan y compren los ingredientes para cualquier receta que elijan. Nada sencillo tampoco, que les tome esfuerzo prepararlo. Sobre mi toalla deje tres paquetes de dinero nomag, todo por parte de la Universidad. Tómense su tiempo, pero vuelvan aquí en cuanto puedan. Y descansen un poco, llevamos haciendo magia toda la mañana. Pueden hojear los libros en el camino así que vayan yendo.
Dejo que Joaquin y Gabrielle se adelantaran en dirección a su toalla, mientras él se acercaba directamente a la mesa de Fiamma.
— Las instrucciones son las mismas para ti — Apolo no estaba preocupado; ella podría alcanzarlos en un segundo, aunque él aún debía entregarle el libro. — ¿Pero primero, que tienes para mostrarme?

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Editado por Apolo Granger

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Las explicaciones del profesor Apolo eran muy interesante. Las clases durante su estancia en la Academia no habían explorado con profunidad el tema de Encantamientos, al manos no como lo estaba haciendo el Granger. Muchas veces que había intentado aparecer algo no lo había conseguido, siempre se lo atribuyó a que no era un objeto con el que estaba en frecuente contacto. Ahora, gracias a la claridez del profesor, sabía que se debía a que no estaba debidamente familiarizada con los materiales y la estructura del objeto.

 

Al ver a Apolo aparecer uno a uno los objetos que después les pidió reproducir, Fiamma comenzó a imaginarse una de esas cocinas que usaban en los programas de cocina. En esas cocinas todo está muy limpio y reluciente, tienen cualquier utensilio imaginable y los colores siempre son muy vivos. Empezó a imaginar cómo quería su puesto de trabajo, una decisión difícil ya que a ella le gustaba cocinar.

 

Perdió tanto tiempo pensando, que para cuando salió de su ensimismamiento Joaquín y Gabrielle ya estaban terminando sus porpios puestos. Los materiales que usó Joaquín eran formidables y los colores en el puesto de Gabriel combinaban perfecto con el tema playero. Rápidamente tomó nota mental y copió de ambos lo que le gustaría aañadir a su propio diseño. Pero antes de empezar a trabajar, el profesor empezó a dar la siguiente instruccón.

 

—Uy, mejor me pongo a trabajar— exclamó en voz baja mientras sus compañeros recibían las impresiones de su trabajo.

 

“Aparitio” pensó y una rigidez recorrió su brazo, era el objeto más pesado y complicado que iba a crear, así que hacerlo primero era la mejor idea. Apareció ante ella una mesa con patas gruesas de madera rústica y en la superficie una pieza rectangular de granito. No fue fácil, pero el granito es una de las mejores ociones para una mesa de granito, se decidió por patas de madera ya que no estaba segura de poder materializar más piezas como Joaquín. Ya más relajada al tener la pieza mas grande, se dedicó a crear 3 tazones de vidrio de distintos tamaños, una taza medidora igual a la de Gabrielle, un juego de utensilios de madera especiales para la cocina, un set de 3 cuchillos con hoja de metal y mango de madera negra y una charola grande de metal con los laterales un poco altos. Complementó con una cuchara y un tenedor metálicos, un plato hondo, un plato plano y un vaso de cerámica rojos.

 

No fue fácil, se sintió cansada al terminar todo. Entonces puso atención a lo que le profesor le comentaba a Gabrielle — …. Y supiste guardar tu energía haciéndolos. Muchos magos priorizan color sobre material y al tocarlos se deshacen…—. Abrió los ojos en sorpresa y al tocar sus utensilios de cerámica, estos se deshicieron. De un manotazo mandó los pedazos al suelo, con el pie cubrió de arena los restos y se disponía a volverlo a intentar cuando ya tenía al Granger hablándole directamente a ella.

 

— Las instrucciones son las mismas para t. ¿Pero primero, que tienes para mostrarme? —.

 

—Mmm, pues traté de hacer de todo, tuve un pequeño problema con los platos y el vaso, pero esta vez los haré de vidrio mejor.

 

“Aparitio” volvió a pensar y con su varita dirigida a un punto sobre la mesa, un sencillo vaso largo de vidrio se materializó frente a ellos. Sacudió su brazo y nuevamente pensó en el hechizo que ayudaría a tener frente a sí un plato liso de vidrio y un plato hondo , también de vidrio, encima de este. Los tomó en sus manos y comprobó que esta vez si resistían.

 

— Creo que ahora si está todo. —

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Apolo observo la mesa, prestándole atención a Fiamma mientras realizaba la inspección. Estaba claro donde había incurrido en su error; mientras todos los demás habíamos creado mesas de un solo material ella había utilizado dos muy distintos. La superficie de granito reflejo un poco el sol en lo alto, mientras el joven examinaba los últimos objetos de vidrio que había conseguido crear.
— Bien ejecutado — soltó dándole unos golpes con el dedo al plato, para hacerlo sonar. — La clave está en limitarse a lo que uno pueda, pero me alegra que intentes experimentar. No te quito más tiempo.
Le entrego el libro y la dejo marchar al mercado. Esperaba que estuvieran bien ahí por su cuenta comprando ingredientes. No es que él hubiese estado ahí demasiado para conocerlo bien; se había tomado el tiempo de elegir el lugar donde se realizaría la clase y, en los días previos, tomado las medidas pertinentes. Una de ellas era claramente un hechizo antinomags, y era por eso que a pesar del sol y de la cercanía con el mar no había nadie más que ellos cinco en la playa, inmunes a su encantamiento repelente.
De todas maneras el mercado tenía casi todo lo que uno necesitaba para cocinar, solo era cosa de encontrar el puesto correcto. Podían tomarse su tiempo si lo necesitaban, ya que tenían todo el día y apenas eran las doce. Si llegaban a pasar demasiadas horas iría el mismo a ver, pero mientras era mejor que disfrutaran del paseo y de las compras y por sobre todo que descansaran un poco de hacer magia. Y es que lo que venía a continuación era mucho más complicado que conjurar objetos, y necesitarían estar enfocados en lo que hacían para evitar cualquier accidente.
Mientras sus estudiantes hacían de las suyas, Apolo aprovecho el tiempo para solucionar el problema del sol, y es que pronto comenzaría a hacer cada vez más calor y podrían cocinarse vivos. Primero reorganizo levitando las mesas de sus estudiantes para que estuvieran más cerca entre sí, ya que cada uno había puesto una distancia considerable a los demás antes de empezar. Para cuando termino (y le llevo un tiempo considerable) cada una de las tres mesas estaba alineada con de al lado. Luego en el otro extremo, levanto una ola de mar que se acerco lentamente hacia él atraída por su varita.

Glacius — musitó justo cuando la varita atravesó el agua.
Y con un toque de su varita en el agua, esta se congelo. El hielo mágico soportaba el calor sin problemas, así que no se derretiría. Y las mesas quedaban en el lugar perfecto para recibir algo de la sombra del hielo –a pesar de que la luz traspasaba su escultura- y el aire helado que había comenzado a emanar. Casi parecía una estación de trabajo completa, si no se tomaba en cuenta que había sido muy improvisada solo usando magia.
Era una pena que nadie lo hubiera visto crearla, y es que en demérito de la falta de potencia que sus hechizos tenían, si lograba que fueran extremadamente vistosos. Apolo no conocía tanto de teoría de la magia, pero podía asumir que simplemente tenía que ver con la personalidad: como si mientras más agresivo sea alguien más poder debería tener su hechizo, solo por el enfoque mental de quien lo ejecuta.

Ahora solo quedaba esperar que sus estudiantes volvieran, ¿pero cuanto tardarían?

@ @ @@Gabrielle Delacour @Joaquín Granger

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El Ryvak tuvo que ver a los demás trabajar, su mente se estaba durmiendo, así que comenzó a pensar en todas aquellas ocasiones en que tuvo la necesidad de materializar objetos comunes...la verdad no eran muchos, así que su rememorización fue breve. Paso a ver las estaciones de trabajo que los estudiantes realizaron y unos detalles le parecieron dignos de guardar en su memoria, al menos había cierta utilidad estar ahí presente.

 

 

Estaba de pie a unos seis metros mirando la toalla con motivos de tortuga, lo que le hizo recordar aquella aventura donde espantaron a su tía Amya con sus patronus corporeos (Shena Cindy y yo) Eso ocurrió en una playa, fue lo único divertido que hicieron esa vez, los demás ni los aceptaban bien, así que acabaron por irse del lugar, desaparecieron y se marcharon a un parque muy hermoso con fuentes cantarinas y peces de colores...

 

 

Cuando se dio cuenta, ya estaban en marcha para ir a comprar, como el tiene cuatro negocios en Diagon, no le hacía falta galeones, así que esta vez se emocionó por ir a comprar, así que volvía sus pasos al pueblecito. Como ya eran más de medio día, el mercado estaría más animado que a la hora en que llego y que aún no tenía tantos puestos abiertos, pero seguro y ahora abría tanta variedad de productos que podría observar, comparar y comprar, que no pensó más y se marcho por el camino que ya había recorrido antes.

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— Listo, lo tengo. — Exclamó mientras se encaminaba al pueblo y hojeada el libro buscando una receta que pudiera hacer con los objetos que había materializado unos momentos antes. La tarea de cocinar no era desconocida para ella. Mientras estudiaba el colegio, estuvo en clases de cocina. Más nunca había cocinado solo con hechizos y encantamientos. Ese era el verdadero reto.

 

Los puestos eran pintorescos y variados, la actividad fluía y era obvio que los principales compradores eran personas locales. Ella y sus compañeros resaltaban entre todos, aunque procuraron mantener una distancia entre ellos. Caminó entre los improvisados pasillos y se acercó a un puesto que vendía frutas y verduras que a la distancia lucían muy bien.

 

Tomó un par de tomates y los palpó entre sus dedos, más allá observó unas lechugas de distintas variedades y se vio tentada a hacer una sencilla ensalada de tomate y lechuga. Pero su mirada se vio atraída hacia unos champiñones de gran textura, luego unas patatas que estaban a la derecha le dieron la idea de su platillo. Tomó una charola con champiñones, puso varias patatas en una bolsa y se dirigió hacia el vendedor a pagar.

 

Después siguió su recorrido hacia un puesto donde compró crema ácida, queso gouda, queso crema y mantequilla. En su mente ya estaba repasando lo que quería hacer para asegurarse que no olvidaba nada. Fue así como recordó que tenía que conseguir ajo en polvo, sal y pimienta para sazonar el platillo.

 

Una vez tuvo todo listo, contó el dinero nomag y notó que le sobraba algo. El profesor había indicado que era de parte de la Universidad, lo que significaba que no había que regresarlo, así que se dirigió a un puesto justo a la entrada en donde compró un par de gafas de sol. No era que no pudiera materializarlas, pero estaba aún un poco agotada y era mejor guardar energías para la actividad.

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El Ryvak tomo la primera calle, en parte tenía arena y poco a poco, al avanzar las piedras de río comenzaban a aparecer. la gente había usado lo que tenía a mano para formar sus caminos y una calzada. Siguió por donde se veía más gente, pero no iban de prisa, sino más bien sus pasos eran pausados, esa gente estaban de paseo, no veía el ajetreo que se ve en las ciudades, todo era calmado, la calle lucía "viva" algunos cangrejos caminaban por la orilla del camino, la gente no le asombraba, era muy común para ellos ver ese danzar de los crustáseos. parecían cangrejos denominados azules, bastante curiosos porque avanzan de lado y son bastante rápidos. Los niños los azusan y ríen contentos por como hacen que se enfrenten en una especie de carrera cuando en realidad es una huida de los ruidos y esos movimientos que hacen los infantes.

 

 

El ojimiel decide doblar esquina solo va caminando un par de parejas, avanzan tomados de las manos y al parecer van un sitio especial, el peliverde va detrás para ver el porque toman esa calle. Las casas blanqueadas con cal, lucen techos de tejas rojas, algunas señoras tienen fuera de sus viviendas, una mesa de madera rustica y con manteles bellamente bordados, exhiben los productos que ofrecen a la comunidad. Prendas bordadas, redes tejidas, latas de frutos, pulseras. collares pescados...aunque más adelante sabe que esta el mercado, se le hace curioso ese detalle.

 

La calle conduce a la calzada y decide recorrerla antes de ir rumbo al mercado, hay música y gente y al parecer la gente celebra algo, una fiesta sencilla donde la gente aplaude a los músicos locales, hay personas que acompañan cantando la alegre música y a lo lejos en el centro de la calzada, el Ryvak ve una gran estatua, es un pescador que muestra un pez espada, con su sombrero de paja y la red en su mano, una placa en el piso con la fecha en que se fundo el pueblo y el nombre del alcalde. hay algunas bancas de piedra que ya están ocupadas, las personas platican como si no hubiese nada pendiente o fue un paréntesis en su jornada diaria...

 

El ojimiel da toda una vuelta para ver ese espacio donde se reúne la gente y observa el modo en que se desarrolla su vida, la vida que lleva un pueblo de pescadores que tiene su propia belleza y el encanto de una vida sencilla y tranquila. Se queda un rato, hasta que recuerda que iba a comprar.

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