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Castillo Evans McGonagall (MM: B 97458)


Syrius McGonagall
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Miro su reflejo en el gran espejo de su habitación, para aquella ocasión no habia escogido un atuendo terrorífico, en las últimas dos o tres fiestas a las que habia asistido habia optado por algo de ese estilo, esta vez escogió algo más relajado, algo a lo que no estaba acostumbrada y estaba fuera de su zona de confort. Llevaba un atuendo de dos piezas que consistía en un crop top de color rojo con blanco, que dejaba a la vista su vientre, y una falda de tablones roja, que le llegaba a la mitad del muslo. Para completar su atuendo lucia unas calcetas blancas un poco por debajo de sus rodillas, unos tenis blancos, un gran moño rojo sujetando su cobriza melena en una coleta alta y un par de pompones blanco con rojo.

 

-Sin duda parezco una porrista muggle- comento hacia el elfo parado detrás de ella, apenas visible en el espejo -Sinceramente empiezo a estar impresionada con tus habilidades de conseguir mis disfraces Van.

 

-Solo intento complacer a la ama- respondió el domestico retorciendo un poco sus manos, tratando de ocultar lo sonrojado de su rostro.

 

-Tu también te ves muy bien con tu disfraz- el pequeño elfo iba vestido como un dracula miniatura, la capa era un poco larga para su estatura, Van movió los brazos haciendo que su túnica ondulara un poco.

 

-Bien, es hora de que bajemos, no podemos llegar tarde a un fiesta organizada en nuestro propio castillo- hizo una seña a Van y comenzaron a descender por las escalera de una de las torres del castillo. A pesar de que ya no era matriarca, su ausencia habia tomado su puesto dentro de la familia, se llevo la grata sorpresa de que sus pertenencias no habían sido movidas de la torre que ocupaban, aquello la reconforto un poco pero fue algo tan fugaz que apenas lo noto.

 

A su regreso al Castillo Evans, se enfrento con una serie de noticias que la habían sumido en algo parecido a la depresión, primero saber que ya no era considerada matriarca, segundo la mayoría de los miembros habían comenzado a marcharse después de su partida y por último la noticia de que su madre, Bel, había sido una de esos que se marcharon para no volver. Nunca imagino que Bel haría algo así, por lo que al escucharlo de P-ko pudo sentir como todo se detenía. ¿Quién diría que el Castillo Evans caería en mayor soledad y aislamiento que el Crowley?

 

Trato de alejar todos aquellos pensamientos pesimistas y tristes de su cabeza, una fiesta había comenzado y tenía que dar la cara por todos los Evans que estaban ausentes, tenía que volver a elevar el prestigio de la familia y hacer que el lugar recobrara el brillo que una vez había tenido. Cruzo las diferentes salas que la separaban del jardín trasero, lugar en donde se llevaría a cabo la festividad. Vio que ya habia gente reunida en el lugar y camino hasta ellos, al estar lo bastante cerca saludo a los presentes.

 

-¡Bienvenidos sean todos al Castillo Evans McGonagall! Espero que disfruten de la fiesta, cualquier cosa que necesiten no duden en pedirla a mi o a mi elfo Van- señalo con un gesto al pequeño Dracula a su lado, sonrió a todos cuando su mirada se detuvo un segundo en Fengari, recordaba a la chica de una reunión familiar, al igual que ella era hija de Bel y como ella iba y venia del castillo con regularidad.

 

¿Será que su hermana se acordaba de ella?

 

 

 

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Hiya —Ellie esboza una sonrisa tensa, cuando Richard las presenta a ella y a Mel con una bruja muy joven, cuyo disfraz es mucho más sofisticado. Su atuendo, aunque elegante, es sencillo; lo que llama la atención es el trabajado maquillaje facial y la diadema de flores rojas. Aunque la muchacha es apenas una adolescente, quizás con la mitad de sus años, no puede evitar sentir cierta ansiedad; la peor parte de conocer a alguien nuevo, es saludarlo por primera vez y no saber qué hacer o qué decir— Yo soy Ellie —atina a decir, cuando la joven devuelve el saludo.


Una ola de voces llama su atención. El sonido proviene de un numeroso grupo de personas, que transportan equipos de sonido, lámparas mágicas, máquinas de humo y diferentes implementos para fiestas, que ha visto más en películas muggles de fiestas adolescentes —sí, ese es todo un género— que en la vida real, mucho menos en Ottery St. Catchpole. Aquello no le parece agradable. Le gusta la música, pero la música tan alta... Una fiesta tan animada... pensaba que sería algo más tranquilo.


La llegada de personas conocidas la distrae del pánico que le da la idea de una fiesta descontrolada. El primero en acercarse es Matt, un mago que forma parte de la Orden del Fénix y que, por lo que tiene entendido, reside en los Estados Unidos de América.


—Oh, ya nos conocemos —explica Ellie a Melrose, cuando la presenta con Matt—. Es que, ya sabes, normalmente no tengo estas verrugas... —le explica al mago por si no la había reconocido, señalando las modificaciones que realizó a su piel para parecerse a una arpía.


La siguiente conocida en llegar es Nicole Evans, otra bruja de la Orden. De repente, Ellie se da cuenta de que muchos Evans son parte de la Orden, ¿cómo no lo había notado antes? Son una de "esas familias".


Hiya Nicole, me alegra verte —saluda a la bruja. Está disfrazada de porrista muggle, algo que también ha aprendido de esas películas para adolescentes.


La música ha comenzado a sonar. Cuando Ellie vuelve a ver el lugar donde se ha instalado la banda, observa que el cantante es un mago muy joven, quizás de veintipocos años. La canción se le hace familiar, seguramente la ha escuchado en la radio, pero lo cierto es que no está al día con los artistas mágicos. La última artista mágica a la que seguía, vagamente, era Selena Haydn... y aquello no terminó bien. El recuerdo hace que la piel se le ponga de gallina, pero se apresura a sacudir la cabeza.


Sonríe cuando un elfo se acerca a ellos, con un plato de ponche recién servido. Ellie toma uno y le da un pequeño sorbo. No está segura de qué se supone que debe hacer en ese tipo de fiesta.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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«Nicole» adiviné mirándola sorprendida, no por el disfraz de porrista, sino por el semblante que la rodeaba, no se veía particularmente feliz, podía leer en ella que la partida de los otros miembros habían hecho mella en ella. Tendría que lidiar con ella tarde o temprano, aunque no nos caracterizábamos por tener una relación profunda, compartíamos un lazo superior, sangre, una madre. Pero no estaba acostumbrada a crear grandes lazos familiares, de hecho era un desastre socializando, «abrirse a las personas no es fácil» aun en un mundo mágico, me seguía sintiendo rara.

 

Suspiré y parpadeé rápidamente escuchando a la bruja que se encontraba cerca— hola Ellie, ¿te gusta la fiesta?

 

Aclarándome la garganta me acerqué a ella esperando que la situación no se volviera tensa o dramática— hola, ¿Cómo has estado… hermana?— agregué la última palabra como cuando tratas de sacar a la fuerza la última pieza de una caja. —la casa se ve maravillosa.

 

Aquella no era una conversación particularmente fluida, y todo mi lenguaje físico gritaba tensión. No tenía muchos ánimos de enfrentar todo el pasado en ese rato. Tomé una copa y la llené con un misterioso ponche, cuyo color azul brillante se tornaba a un toxico turquesa, rogando por no tragar baba de trol o similar y esforcé mis papilas gustativas para tratar de mejorar mi semblante, aunque estaba segura que tenía la preocupación en el rostro. Sin beberlo aún, me giré y encontré al mago de nombre Richard volviendo con los demás. Entorné los ojos y me quité una a una las flores de mi cabeza.

 

@@@Nicole Evans Crowley @

Editado por Fengari Naberrie Black

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- Ama Lily – la queda voz de Pallas se dejó escuchar interrumpiendo el ambiente calado de quietud y silencio. Lily yacía con el pelo desparramado sobre el suelo formando un halo negruzco alrededor de su cabeza mientras Max se encontraba sentado frente a ella sobre la tumbona romana que hacía las veces de salita frente al balcón.

 

Ambos se encontraban en la Mansión Potter Black contemplando la luna llena que alumbraba aquella significativa noche para cualquier bruja, mago o ser mágico. Sin embargo, la sacerdotisa hacía mucho que había dejado de lado la celebración de aquel evento. No obstante, ladeo la cabeza ante la llamada de su elfina, clavando su zafírea mirada en la pequeña criatura.

 

- Dime Pallas – musitó, observando a su vez a Max.

 

- Tiene una invitación del Castillo Evans – y sus grandes ojos plateados se posaron en su ama, anticipando la tensión en el esbelto cuerpo de la bruja – Habrá una celebración hoy en la noche y piden su estricta presencia – mintió.

 

Ante la mención del lugar, Lily optó por levantarse lentamente del frío suelo cubriendo sus hombros con una sencilla bata de seda rosada sonriendo melancólicamente.

 

Bastaba un parco gracias escrito en un bonito papel ribeteado pero ¡qué diablos!, aquel mutismo selectivo en el que se había instalado desde que ocurriera el incidente con el cuadro de Pandora no le hacía nada bien tal cual su hijo se lo había dejado claro esa misma mañana… y aun así, ahí estaba él, su única compañía humana del último año.

 

Sin mediar palabra, se dirigió a su armario con la mente decidida en un personaje. Max le había contado la historia de una mujer con un linaje magnífico pero con la tragedia nublando su destino, así que sus níveas manos se dirigieron sobre las telas de la ropa encontrando casi con un toque magnético un vestido prístino de algodón con orillas ribeteadas en oro blanco.

 

Bastaron segundos para que el vestido se deslizara por su delgada figura mientras sus manos se ocupaban de recoger su pelo en un medio moño en la cima de su cabeza dejando que las ondas naturales de su pelo crearan volumen en la parte trasera de su larga melena. Sus pies llevaban unas sandalias estilo romanas con delicados cordones de oro blanco y en su antebrazo una pulsera ancha del mismo material mientras que en su cuello pendía el relicario de lapislázuli con las fotos de su padre, madre y marijo.

 

Su nívea piel competía con la blancura del atuendo logrando resaltar el carmesí natural de sus labios así como su mirada azulada, por lo que no considero necesario maquillarse por lo que con decisión salió hacía la alcoba para encontrarse a Max con las manos y mente ocupadas en un libro titulado El señor de los anillos.

 

- Es mejor que vayas tu sola – musitó sin prestarle mucha atención a su madre, sonriendo de lado ya que por un momento llegó a captar el atuendo que ella vestía, algo que le complació sobremanera.

 

Sin esperar otra respuesta, Lily optó por salir de la mansión de forma poco convencional ya que no quería toparse con algún conocido si salía por la puerta principal. La destreza adquirida durante noches rindió frutos cuando termino de bajar la enredadera que colgaba de su balcón, alegrándose al sentir el pasto fresco sobre sus pies.

 

Minutos después el imponente castillo de sus antepasados irrumpió su vista por lo que con paso decidido camino hacia la verja, misma que se abrió antes siquiera de la bruja pudiese tocarla.

 

Totalmente sola avanzó hacia el creciente ruido que se dejaba sentir a lo lejos, indicándole donde debía de estar la celebración.

Voces, música y presentaciones aparte de poderosas auras fueron las cosas que Lily captó más no le apetecía acercarse aún por lo que camino por el linde del jardín entre los altos árboles.

 

Si alguien fijaba su vista a lo lejos, seguro le confundiría con una ninfa del bosque o peor aún, con un espíritu.

 

 

 

 

 

 

 

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Matt Ironwood.

 

 

Mientras las personas del pequeño grupo reunido se presentaban se llevó una grata sorpresa al descubrir que debajo de todo ese maquillaje verde y verrugas se encontraba Eileen, una compañera de la Orden, saludo con una sonrisa al resto que desconocía Fengari, Melrose y Richard.

 

Mientras se servía una copa de ponche que un pequeño elfo ofrecía sobre una bandeja se giró al escuchar la voz de una chica darles la bienvenida. Al alzar la vista se encontró con una bruja disfraza de porrista (ya no se sentía tan fuera de lugar con su traje de jugador de futbol americano), que al parecer era la responsable de aquella fiesta.

 

No pudo intercambiar muchas palabras con ella pues rápidamente comenzó a entablar una conversación con la otra Evans presentes hasta el momento, decidido a no interrumpirlas se volvió hacia el trío Moody.

 

-¿Así que Walpurgis es una fiesta similar a Halloween? – preguntó mientras daba un trago a su ponche el cual sintió con un dejo extraño pero no desagradable, quizás en Inglaterra el ponche supiera de aquella manera.

 

-Es la primera vez que vengo a una celebración de Walpurgis – colocó su casco entre sus piernas ya cansado de llevarlo bajo el brazo -¿Se festeja mucho en Reino Unido? – Inquirió mientras le daba un segundo trago a su vaso – Por allí hay alguien – interrumpió la conversación sobre aquella celebración europea señalando a una mujer vestida elegantemente que se movía por el perímetro del jardín.

 

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A pesar de que quiere que Fengari tome el ponche por encima de todos los demás, Richard no se preocupa porque no lo haya hecho todavía. Su atención se centra más bien en la zona de los jardines en donde ella tirara el doxy poco antes. No lo había notado hasta ese mismo momento, pero hay una mujer muy hermosa pasando cerca. De hecho, acaba de reconocerla como Lillian, la hija de su hermana, cuando nota que el doxy se acerca a tirarle del cabello como hiciera antes con Fengari.

 

—Eh...

 

Richard se gira para fingir no haber visto nada y toma un trago del ponche que separara con anticipación, que no contiene las pastillitas. Melrose por otro lado, luego de enterarse que Ellie y Matt ya se conocían (e incluso Nicole) se pone un tanto nerviosa por ser "la nueva" por lo que va a servirse algo de chocolate. Está a punto de llevárselo a los labios cuando percibe el olor extraño. Baja su vaso por un instante pero luego se encoge de hombros de forma casi imperceptible y le da un trago de todas formas. Debe ser porque es uno de esos chocolates caros que las familias ricas como los Evans pueden permitirse, a los que ella no está acostumbrada. Luego de echárselo al gaznate, ya puede conversar con el resto con mayor normalidad, saludando a Nicole y respondiendo las preguntas de Matt mientras ésta última está próxima a Fengari, al parecer oyendo algo que es un poco más privado.

 

—Eh... podría decirse que sí, dicen que es como la fiesta sobre la cual se originó Halloween —explica Mel algo cohibida. Usualmente es su prima Ellie la que detalla las cosas, ella solo usa palabras simples para informar de lo poco que sabe—. Con bases un tanto más "de miedo" —usa las comillas utilizando sus dedos, alzando las cejas para denotar lo poco que cree en ello—, en donde la barrera de éste con otros mundos se debilita, especialmente el mundo de los muertos y otras magias también se refuerzan —pone los ojos en blanco—. Al menos, eso se supone.

 

El castillo mismo, decían se había fundado una noche de Walpurgis ¿cómo lo sabía? Porque el retrato de una mujer se lo había contado una vez, cuando visitara antes el castillo. Que ella supiera, ese cuadro ya no estaba pero así había sucedido. Sobre ello, Mel no mencionó nada.

 

—No se "festeja" en el sentido estricto, algunos le rinden homenaje con cenas y cosas así —Mel vuelve a fruncir el ceño pero solo unos segundos antes de añadir—, bueno, Halloween es más agradable ¿sabes? Hay dulces y chocolate.

 

Suelta una risa y alza la copa de la que ha estado bebiendo, vaciando su contenido en su totalidad. La música suena y a ella le parece ver un brillo azulado entre los arbustos y la figura de una mujer. Eso, desde luego, es imposible, porque nunca ha visto un doxy brillante que amplifique y disminuya su luz a voluntad como si fuese una luciérnaga y ya menos uno que vaya a refulgir así en la noche. Parpadea un par de veces y vuelve la cabeza como si no lo hubiera visto. Quizá, no fue tan buena idea acceder a ser el blanco de prácticas de los hechizos de aturdimiento de Ellie, antes de venir.

 

@@Syrius McGonagall @@Lillian Potter Evans @ @ @@Nicole Evans Crowley

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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A lo lejos le pareció que le señalaban, pero a decir verdad últimamente le importaba poco la opinión del gentío, aunque fuesen parte de su familia o no, por lo que siguió caminando entre los árboles, tratando de buscar inspiración en la naturaleza dejando que su lado de sacerdotisa conectara con su atribulada mente.

 

Sin embargo, un pequeño destello azulado le distrajo, antes de volverse y vislumbrar bien el grupo de personas que parecían charlar a lo lejos. Una porrista, un jugador de americano, un hombre con un sombrero chistoso destacaban, por lo que curiosa dirigió su andar hacia ellos, no sin antes sentir el escozor de algo sobre su tobillo derecho.

 

Sin darle importancia se acercó a la congregación de personas, sonriendo apaciblemente pero buscando con la mirada un matiz familiar en alguna de esas personas, reconociendo sólo a uno. <Richard> el hermano de su madre. Sin dilación y haciendo gala de los exquisitos modales enseñados por su madre saludo.

 

- Feliz Samhain – musitó posando la mirada en cada uno de los presentes, sin dirigirse a nadie en particular. – Mi nombre es Lillian – completó sin dar más detalles. – Es un gusto – dirigiéndose al “jugador de americano” en específico, notando su extraña aura.

 

- ¿Walpurgis? – Comentó extrañada refiriéndose a la conversación que tenía el chico frente a ella – Esta noche es Samhain y dicta como tradición que un aquelarre de sacerdotisas <o una sacerdotisa poderosa> contacten con los espíritus de los antepasados milenarios para que su sabiduría nos guíe – explicó. De hecho ella añoraba esa clase de hermandad perdida, sobre todo al pasar revista a los presentes y constatar la falta de su tía Bel.

 

 

 

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Post bebé :rolleyes: :rolleyes: :rolleyes:

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Después de dar su pequeño discurso de bienvenida tomo uno de los vasos que los elfos estaban transportando el bandejas, la bebida era de una azul casi radiactivo y lo miro unos segundos un poco extrañada de su apariencia, le resto importancia pues en el mundo mágico uno no sabia con que clase de cosas se podía topar y una bebida con un color inusual era algo no tan extraño.

 

Camino hasta el grupo que se encontraba reunido, la primera en saludarla fue Eileen, le costo un poco identificarla debido al maquillaje que llevaba puesto, tenia que admitir que la Moody se esmeraba en sus disfraces. -Hola Eileen, lo mismo digo, ya va siendo bastante normal que te vea por todos lados- le dirigió una sonrisa, era verdad, habia visto a la bruja en casi todos los lugares y fiestas a las que habia asistido últimamente -Espero que disfrutes la reunión.

 

En aquellos momentos Fengari se acerco hasta ella, dirigiéndole un saludo un tanto tenso, como si el hecho de hablar con ella le costara trabajo o alguna especie de desagrado, no estaba segura pero tampoco le reclamaría ni señalaría aquello pues a pesar de que era hermanas no habían convivido mucho o, mejor dicho, casi nada desde que ella habia llegado por primera vez a Ottery. Ella, por su parte, sentía una brecha entre ambas brujas.

 

-He estado mejor sin duda pero me alegra ver una cara conocida- una media sonrisa se formo en su rostro -Em... no se si sabes- Nicole dudo un poco, no sabia que decir y lo que tenia en mente no sabia si decirlo, se aclaro la garganta y bajo un poco la voz -No se si sabes, pero nuestra madre ya no se encuentra en el castillo...- después de decir eso se retracto y cambio de tema -Bueno sin duda podría ser algo que podríamos hablar en otro momento, si lo deseas- hizo una señal a su hermana para que se acoplarán con el resto del grupo.

 

Dio un sorbo a la bebida, notando un sabor ligeramente raro, tal vez alguien habia vertido alcohol en las bebidas alterando su sabor original. Una vez integradas al grupo vio al resto de los presentes, conocía a algunos cuantos, aquello si era novedad, últimamente cuando iba a reuniones solía no reconocer a nadie.

 

Vio a Matt, un chico americano miembro de la Orden -Vaya Matt, lindo disfraz parece que nos pusimos de acuerdo para la ocasión- pronunció mientras señalaba su propio atuendo. En aquellos momentos una chica con un bello vestido se unió al grupo, la reconocía era su prima Lillian, habían coincidido en el pasado en muchas de las reuniones y fiestas organizadas en aquel mismo castillo.

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Matt Ironwood.

 

 

-Parece ser un tradición interesante – observó mientras le daba una largo trago a su ponche “ingles” –Pero para estas fechas prefiero mi Halloween viejo y clásico – le sonrió a Melrose. Sabía que la fiesta tenía raíces en tradiciones europeas como el Walpurgis pero la celebración que se festeja a lo largo del planeta se realizaba según los patrones inventados en su país.

 

Al final la mujer que notó paseando por los límites del jardín decidió acercarse al pequeño grupo y se presentó como Lillian, ¿sería otra Evans o a caso era como el, otra invitada a la celebración? Más de cerca pudo notar que llevaba un simple pero elegante vestido que por el estilo y las decoraciones parecían señalar otro tiempo que Matt no pudo distinguir.

 

La recién llegada rápidamente corrigió el tema de aquella fiesta, al parecer no se estaría celebrando Walpurgis sino Samhain, de aquella celebración celta conocía un poco más y si no se equivocaba se la podía considerar como el origen del cual se generó Halloween.

 

La mujer siguió hablando de tradiciones sacerdotales alineada con Samhain de las cuales el castaño desconocía por completo pero que le resultaron muy interesantes - ¿Y podremos ver algún contacto con espíritus milenarios esta noche? – le parecía una ocasión especial aquella velada para conocer tradiciones mágicas que se remontaban a milenios y en una noche donde varios mundos parecían cruzarse.

 

Terminó de un último trago su ponche y se alcanzó rápidamente otro de una bandeja que llevaba un pequeño elfo doméstico sobre la cabeza. Matt no sabía que cosa distinta tenía aquel ponche pero no podía dejar de beberlo, su sabor era adictivo.

 

Nicole muy atractiva en su traje de porrista se acercó nuevamente al pequeño grupo después de alejarse unos minutos para intercambiar unas palabras con Fengari –Que no parezca que esto fue arreglado – le sonrió a la bruja –No sabía que hubieran porristas en Inglaterra – bromeó con la británica.

 

 

@@Nicole Evans Crowley @@Lillian Potter Evans @

 

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Sabía que nuestra madre ya no estaba en el castillo. Sabía que había dejado ese mundo. Y que había cortado lazos con todo, al menos conmigo lo había hecho. Su sola mención había hecho que un cosquilleo en mis ojos se apretaran con intensiones débiles. No lo permitiría.

 

 

--Lo sé -- respondí seria. Claro que lo sabía. Lo sabía, y no así había apresurado mi regreso, eso no me lo perdonaba. -- Por supuesto. -- convine sobre su oferta de hablarlo después.

 

No caminé junto a Nicole, sabía que no era su culpa, sabía que era una buena persona, sabía que no lo merecía, pero en ese momento la miré fríamente , y sostuve sus palabras en mi mente . Me giré en mis talones y busqué una mesa, dejé la copa con tanta fuerza que ésta se rompió entre mis dedos.

 

Uno de los elfos de la casa apareció rápidamente limpiando el desastre. Esperaba no haber llamado la atención. No quería ser la rebelde de la familia, la incomprendida, pero aquello era justo como me sentía, incomprendida. Por alguna razón empezaba a fastidiarme ver que todos se reunían alrededor de Nicole, casi como si ella fuese la única Evans en esa casa. Me sentí ofendida.

 

Presioné mis ojos y me senté en una de las sillas, tratando de arreglar el desastre de la piel mullida, encantamientos aún no era mi fuerte. Pero con un movimiento de mi varita, pude curarme los suaves cortes. Tomé otro chocolate y me lo metí a la boca. Revisé con los ojos a los magos que se reunían, divisé a Richard, y lo encontré muy extraño , cómo si ocultase algo. Lo miré fijamente. Decidí que no se veía confiable.

 

 

 

 

@@Nicole Evans Crowley @

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