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Castillo Evans McGonagall (MM: B 97458)


Syrius McGonagall
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—Hola Matt, ¿cómo estás?
Observé curiosa al mago, disfrutando del traje que había elegido para la ocasión, se veía «interesante», sentía muchas ganas de quitarle ese gorro navideño y regalárselo a la chimenea. Después de la fiesta de Wallpurgis no había tenido ocasión en conversar con él más allá de un Hola, no porque estuviera evitándolo, o tal vez sí, pero quería pensar que era otro el motivo y más general «como evitar a todos», sonreí educadamente y me limité a registrar visualmente a los demás.
En ese momento me encontré con la mirada de P-ka, una de las elfinas más queridas del castillo. Siempre observando con sus enormes ojos amables, capturando la atención de forma inexplicable, siempre haciéndome sentir rara, como si le importara, en serio, no como lo hacían otros elfos que servían porque era su naturaleza, P-ka lo hacía porque realmente le importábamos, «tenías que ser el elfo de Bel..» pensé batiendo mis pestañas, tendiendo la mano hacia una copa con un oscuro licor, dulce y engañoso.
Ante la pregunta de P-ka, pensé que me daba igual empezar o esperar a los demás, pero entonces analicé mejor la ocasión y replanteé mi punto de vista— pienso que debemos esperar a que llegue alguno más, después de todo, es una cena familiar especial.
Mientras deleitaba mis sentidos con la fragante bebida alguien en la mesa preguntó por la bandeja que Chelsea había puesto, así que ubicando la copa en su lugar, parpadeé sonriendo— sí, es Espaguetis a la Monaguesca y fougasse monegasque, es un pastel completamente delicioso que se prepara con agua de azahar, y diferentes frutos secos nueces, almendras y anís.

 

 

 

@@Vincent Mériadec@@@Syrius McGonagall@@Nicole Evans Crowley

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  • 2 semanas más tarde...

Matt Ironwood.

 

 

La familia decidió aguardar un poco mas antes de comenzar por si alguien mas decidía aparecerse y Matt sopesó la idea de que aquel sería el momento ideal para ir por el cerdo a la Kalua que se estaba asando a unos metros de ellos.

 

-Iré por el cerdo a la Kalua – se explicó mientras se levantaba de la mesa y enfilaba sus pasos al pequeño grupo de árboles que crecía en el enorme jardín interior del castillo familiar.

 

Tan pronto se adentró entre los árboles el frío del invierno le azotó con toda su fuerza, un escalofrío recorrió su espalda y el joven mago apretó los dientes incómodo por las bajas temperaturas, aquel clima no le recordaba para nada a la navidad, ni ayudaba tampoco la fina capa de nieve que comenzaba a cubrir la las ramas, hojas y raíces de los nudosos árboles oscuros.

 

Maldiciendo internamente por haber optado por aquella vestimenta tan fuera de la estación el castaño sacó su varita de la bermuda y realizando un encantamiento de levitación removió la capa de hojas y tierra que cubría al cerdo y fue guiando con la misma a su plato hacia donde la fiesta se estaba desarrollando y donde por encantamiento las temperaturas eran mas agradables.

 

-Damas y caballeros, les presento desde las hermosas tierras hawaianas y con todo el sabor del pacifico al cerdo a la Kalua – anunció sonriendo al grupo que se reunía en torno a la mesa principal.

 

Con cuidado apoyó al cerdo en una enorme bandeja de planta y la hizo levitar hasta ocupar un espació en la larga mesa donde la cena se desarrollaría. – Espero que les guste – dijo mientras ocupaba nuevamente su lugar. El aroma al cerdo ya llegaba hasta su nariz y le hacia agua a la boca, no creía que pudiera seguir esperando.

 

-Espero que no halla vegetarianos en la mesa – bromeó.

 

 

@@Nicole Evans Crowley@@

 

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  • 1 mes más tarde...

Elfina P-ko

 

Si cerraba los ojos y respiraba fuerte, muy fuerte, era capaz de rememorar el olor del cerdo a la Kalua, que probablemente, había sido el plato más sorprendente de todos los que ese día habían formado parte del "intercambio gastronómico" Evans. Al menos así lo había sido para ella.

 

Muchas semanas habían transcurrido desde aquel encuentro, y ya a mediados de febrero, P-ko se preguntaba si volverían a tener algún otro encuentro familiar. Quizá en el fondo lo estaba deseando, para ocupar su mente con decoraciones, festines y toda clase de organizaciones y de esa manera tener que pensar menos en la avergonzante carta de amor que cerrada bajo llave en el cajón de su mesita de noche, se negaba a entregar a Mavado por noveno año consecutivo.

 

El invierno más crudo poco a poco se despedía de Ottery, y los árboles de los terrenos de la parte posterior al castillo, comenzaban tímidamente, a reverdecer. Se sentía a gusto con todo ese nuevo ambiente, y hasta sentía que podía ir dejando atrás esa nostalgia eterna hacia su amita, cuando de repente, unas risotadas provenientes de la piscina la hicieron abrir los ojos desmedidamente de la pura impresión.

 

- ¡Quiénes son! ¿Quién les ha dado permiso de estar aquí?- horrorizada, retrocedió unos pasos cuando uno de ellos extendió su perlada mano hacia ella- ¡no me toques!

 

No lo había confesado nunca. Pero los fantasmas la aterraban, en su ambigüedad de no ser seres vivos ni muertos. E incluso estos le causaban repelús, aunque realmente, no lucían nada terroríficos. De hecho, los que estaban boca arriba en la piscina parecían apenas "idos" riéndose y cuchicheando en el oído a los otros mientras señalaban figuras inexistentes en el límpido cielo. Mientras, un poco más allá, otros más, recostados en las sillas bajo las sombrillas, cantaban alegremente canciones sobre el fin de la guerra mágica, y el amor entre magos y muggles.

 

No, no parecían dañinos ¿pero por qué rayos habían terminado allí?

 

- Vamos pequeña elfina, reláaaajese, todo lo que tienes que hacer es fluiiiiiiiiiiiiir con la naturaleza.

 

Pero era imposible para P-ko hacer tal cosa, cuando el que se lo decía hablaba con ese acento y tono tan extraño. Por no mencionar que era la primera vez que se topaba con fantasmas de melenas tan largas, pulseras de cuentas (muchas cuentas) en las muñecas de cada brazo, camisas floreadas y vestidos largos también.

 

Bueno ¿pero no había deseado ella algo que no la hiciste pensar en Mavado? Lo tenía justo allí en ese momento, y sin embargo, no era la clase de cosa que había esperado.

 

Y no quería imaginar la reacción del resto de la familia cuando se enterase.

Editado por Bel Evans Ollivander

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Matt Ironwood.

 

 

El frío del invierno ingles lo recibió apenas puso un pie fuera del aeropuerto. Matt se arrebujó fuertemente en su campera, se subió la bufanda y fue en busca de un taxi en las ajetreadas calles de Londres.

 

Su maleta traqueteaba a sus espaldas mientras caminaba por una concurrida calle donde cientos de viajeros y habitantes de la ciudad se entreveraban en una cacofonía de incontables idiomas. Mientras el ojiazul hacía señas a un taxi para que lo llevara se preguntaba internamente ¿Por qué no había esperado hasta la primavera para volver? Oahu era tan hermosa en esta época del año.

 

Un taxi se detuvo y mientras saludaba el conductor y metía su valija en el asiento le indicó a donde quería ir: “Ottery St. Catchpole”. El taxista extrañado lo dejó en la mitad de un camino rural con algunas pequeñas granjas a la distancia y Matt se puso en camino hacia al legendario hogar de los Evans.

 

Las imponentes puertas del castillo lo recibieron tras el largo ascenso por el empinado risco hasta su cima donde se asentaba la morada de aquellos magos que se volvieron como su segunda familia, o su familia británica como le gustaba llamarles.

 

Se abrió camino hacia el jardín interno que estaba compuesto por dos niveles, ya mientras ascendía por las escalinatas que llevaba al nivel superior sintió el sonido de risas, charlas, y ¿chapoteos? ¿Había personas en la piscina con aquel frío?, pedazo de fiesta lo estaba aguardando parecía.

 

Una vez llegó al final de la escalera y pudo observar la enorme piscina central del jardín lo que se encontró lo desconcertó totalmente. ¿Fantasmas? ¿Desde cuando habían fantasmas en aquel castillo? Pero allí estaban y varios, casi veinte, con colores perlados y disfrutando de aquel día de invierno. Se quedó allí con la valija en la mano por unos segundos hasta que observó a P-ko.

 

-P-ko – llamó la atención de la elfina mientras se acercaba hacia ella – Buenos días – saludó al grupo de fantasmas mientras pasaba junto a la piscina, observó sus ropas, sus cabellos, parecían ser de otra época, de los 60s, eran hippies. ¿Qué hacia un grupo de fantasmas hippies en aquel lugar?

 

-Espero no haber interrumpido nada – saludó extrañado por la situación de P-ko – ¿Qué estamos celebrando? – algunos fantasmas le había contestado el saludo y otros lo invitaban a que se uniera a la fiesta – ¿Americanos? ¿Del continente? – reconoció el acento, era compatriotas pero no de Hawaii, sino del continente. Fantasmas hippies de los 60s estadounidenses y en Inglaterra, uno nunca se podía aburrir estando en aquel lugar.

 

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  • 2 semanas más tarde...

Melrose Moody


—¿Pero qué?

En su habitación, Melrose se encuentra acuclillada encima de su cama, con los ojos muy abiertos. Un par de entes perlados flota apenas a un par de metros de distancia de la misma, expresiones relajadas, lentes de grandes marcos y pipas de las que chupan y luego exhalan un humo igual de perlado; tienen maletas en las manos. Parecen ajenos a su presencia, hasta que uno de ellos vuelve la cabeza y suelta un "¡Oooooooh....!" bastante teatral. El segundo fantasma, una mujer ataviada con una falda larga, un polo sin mangas, flojo y muchos brazaletes en el brazo, secunda la sorpresa con casi la misma expresión que tiene la propia Melrose: estupefacción. Se recupera más rápido que ella y la saluda con expresión afable, agitando la mano, que produce un tintineo agradable.

Melrose se había despertado de zopetón debido a la presencia de esos fantasmas, atravesando las paredes de su habitación y apenas estaba procesando todo cuando dijeron:

—Creo que nos equivocamos de sitio —la mujer es, de los dos, la que parece estar más despierta respecto a su alrededor.

Melrose no entiende nada y quiere llamar a alguien, cuando Freya entra, informándole que no es la única aparición que ha habido en el Castillo. Todavía está intentando entender a qué se refiere y donde están todos cuando ambos atraviesan la pared que da hacia el jardín trasero, una caída de más de cinco metros. Melrose lo hace sin pensar: toma la varita de su mesa de noche, abre la ventana y salta. Sus ojos están fijos en los fantasmas que se encuentran ahí afuera. Poco antes de llegar al suelo, piensa en un aresto momentum y detiene así su caída. En ese momento, para ella no sería gran cosa pero después caería en cuenta que sería el primer hechizo que ejecutara con los poderes que había descubierto al unirse una vez más y esta por convencimiento, a La Orden del Fénix.

—Eh... —está a punto de dirigirse al par de fantasmas hippies que ahora han empezado a desvestirse para unirse a la comitiva de la piscina cuando nota otra figura ahí parada— ¿Ironwood?

Recuerda haberlo visto antes, específicamente en esa fiesta disparatada en donde Richard los había drogado a todos. También de antes pero no recuerda específicamente de dónde. Topárselo en medio de la llegada de un montón de fantasmas hippie al castillo Evans McGonagall el día que había invitado a Delacour a tomar té, no es precisamente la idea que tenía de "fraternizar"

@@Dennis Delacour @@Syrius McGonagall Editado por Vincent Mériadec

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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  • 4 semanas más tarde...

P-ko, elfina de Bel

 

— ¡Un mes, llevan en la piscina un mes!

 

La usualmente calmada elfina se encontraba fuera de sí, y sin disimulo, aventó de mala forma la sartén en el estante (aunque apenas a los segundos la reacomodó, con súbita aflicción). En todo ese tiempo, pese a intentarlo con palabras amables, luego a punta de hechizos suaves y a inicios de marzo, ya con poca paciencia, con otros más violentos, nada había conseguido que los fantasmas hippies continuasen ocupando la piscina del jardín trasero de la residencia.

 

Con los miembros de la familia yendo y viniendo, era verdad también que al inicio había sido interesante tenerlos allí, hacerles pláticas y que les contaran de sus raras historias de cuando todavía vivían, y como todas sus acciones habían estado encaminadas a protestar por una guerra. Que precisamente en esos momentos estuviese toda la comunidad mágica siendo parte de una, había resultado más alentador a la pequeña elfina, de que quizá algo así podía implementarse.

 

Pero ya un mes después, estaba más que convencida que todos eran un montón de chalados, que lamentablemente estaban demasiado metidos en su mundo para querer ir al que les esperaba después de la muerte.

 

Era por eso, que en un intento desesperado había acudido a la sección de los cuadros, y tras consultar allí con varios de los ancestros Evans, había tomado la decisión de hacer llegar lechuzas urgentes a todos los miembros de la familia, para que viniesen y solucionasen de una vez el tema. Quizá algunos iban a cuestionarle el atrevimiento ¿pero qué más podía hacer? Con el sonido de esas guitarras y panderetas estaba segura que más tarde que temprano, terminaría igual de enloquecida que ellos si no actuaba de una buena vez.

 

@ @@Syrius McGonagall @@Nicole Evans Crowley @@Kutsy Stroud Lenteric Lenteric Stroud @@Fengari M.

 

 

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El estudio era espacioso y sumamente iluminado, había un gran ventanal que daba directamente a una de las más transitadas calles de New York. Jamás habría pensado terminar en tal lugar, una sonrisa plagada de excitación se plasmó en mi rostro al tiempo que caminaba hasta quedar frente al cristal. Donde al contemplar mi reflejo me cuestionaba sobre lo que por la mañana había acontecido.

 

Di el último trago a la segunda taza, de café, de la mañana cuando de pronto, como si fuera cosa de un chiste demasiado orquestado una lechuza marrón hacia su aparición, claro que la había visto volar fuera pero jamás pensé que el mensaje iba dirigido a mí. Hacia tiempo que decidiera alejarme de todo ese mundo. Pero ahí estaba yo, leyendo con asombro y alegría que mi hogar me solicitaba una vez más. Coloqué la taza de porcelana sobre un lienzo que justo acababa de romper por la mañana.

 

Había comenzado incursionar en la pintura, era lo único que me mantenía centrada por horas y me divertía. Además pagaba muy bien las cuentas, no tenía más que pedir. Había dejado de lamentarme por el pasado, por cada decisión, buena o mala, ya que al final, tras la muerte de Dunkel, mi fiel amigo y compañero, entendí qué sólo yo era dueña de mi destino y que lo demás sólo dependía de mi elección a como enfrentaría cada situación.

 

Así que salí presurosa del estudio y me dirigí a mi pequeño apartamento, cogí los tenis de la mesita de noche, una blusa de tirantes de color rosa y unos jeans, además de una goma roja para atarme el cabello en una coleta. Me metí a bañar, almorcé algo ligero, tecle en la portátil la mejor manera de viajar y al final me decidí por la más tradicional.

 

Tras unas horas de viaje y de un par de tropiezos, como que derrames tu soda en el equipaje de la persona que viaja a tu lado... Me hizo reír por unos segundos, inspire profundamente para volver a llenar mi ser entero de aquellos aromas que siempre llevaría conmigo.

 

-P-ko -fue el primer nombre que dije al estar caminando nuevamente en los terrenos de mi familia. Ciertamente no esperaba una comitiva, pero movida por mi irrefrenable curiosidad me dirigí a la piscina para contemplar lo que tanto le molestaba a la pequeña elfina.

 

No podría describir lo que veía, lo que hice a continuación dejo a más de un fantasma sin saber como reaccionar. Ya que había dejado la mochila que cargaba conmigo y sin mediar palabra alguna me había sumergido en la piscina, cuantos recuerdos, sonrisas, conversaciones, risas y claro peleas y llantos. Puede vislumbrar con claridad el rostro de mis tres hijas y el de mi hijo mayor. Pero sobre todo el de Emma, el agua se movía libre al rededor de mí que olvide las miradas curiosas y nade casi hasta el fondo tanto como así me lo permití, abracé a mis muertos y a los que había dejado partir a sabiendas de no verles nunca más.

 

Salí a la superficie con los ojos cerrados y completamente empapada hasta la médula, -¡Ey! -escuche la voz de uno de esos espectros que flotaba cerca mío -que manera de cambiar el ambiente, dime ¿te uniras a nuestra causa? -pregunto al tiempo que nadaba de vuelta a la orilla de la piscina y salía del agua.

 

-Eso depende - le contesté, exprimiendo la blusa de tirantes que me había quitado, había sido una buena idea traer el traje de baño puesto. Mas mi emoción ganó a la razón y mi ropa había quedado empapada.

 

 

@ @@Syrius McGonagall @@Nicole Evans Crowley @@Fengari M. @@Rory Despard

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Matt Ironwood.

 

Un mes después de su última visita al castillo de su familia adoptiva e inglesa el Ironwood regresó por una súplica de ayuda de la querida P-ko. El castaño no pudo negarse a brindarle su apoyo por lo cual partió de su hogar en la otra punta del mundo hacia Bretaña.

 

El invierno ya tocaba su fin, lo que se reflejaba en los primeros brotes verdes que crecían de las desnudas ramas de nudosos árboles y en la aparición de las primeras bandadas de aves migratorias que con ruidosos trinos recorrían los cielos despejados.

 

Aunque para Matt las temperaturas seguían siendo bajas, acostumbrado al clima tropical de sus adoradas islas aquel frío le era ajeno, pero el regalo a la vista del despertar de la naturaleza para aquellas latitudes le compensaba aquella fea sensación.

 

Al cruzar la imponente entrada del castillo en lo alto de aquel desfiladero el Ironwood no podía dejar de sentirse sobrecogido por la arquitectura y presencia de aquella construcción, Europa estaba lleno de aquellos castillos que se remontaba a siglos en el pasado, era como sumergirse en la historia y aquello al mago le encantaba.

 

Las voces estridentes y risas de los fantasmas hippies los precedieron mucho antes que aparecieran antes los ojos del mago, no podía creer que aquellos seres siguieron después de un mes en el castillo, no era normal como tampoco lo fue su inesperada aparición, aquellos entes querían algo aunque por lo que recordaba de su primer encuentro ni ellos parecían saber que era.

 

Al llegar a la piscina en el jardín interior se los encontró tal y como los dejó la última vez, ociosos y totalmente perdidos. Pero allí también se encontraba una mujer en traje de baño que parada al otro lado escurría su ropa empapada. No la conocía ni recordaba verla visto.

 

-Buenos días - saludó a los presentes.

 

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Mel había tenido un mes excelente.

 

Desde que Richard la relevara de sus labores de exploración con él y Ellie Mel se había sentido algo decepcionada y sola en Luss, así que luego de tomar la clase de runas antiguas había decidido acudir al castillo. Su sorpresa, había sido mayúscula al encontrarse entonces con los fantasmas hippie pero se había repuesto rápidamente. En ausencia de Bel Evans McGonagall, había estado cuidando un poco de su árboles, de sus verduras y fresas. Justamente, se encontraba podando uno de los árboles mientras uno de los fantasmas flotaba en el aire a su lado plácidamente con la cabeza hacia abajo.

 

—Entonces, simplemente con esa pequeña tijera ¿y ya?

 

Mel asintió.

 

—Hace la magia.

 

>>Ese Browtruckle te quiere arrancar un ojo<<

 

Siguiendo la línea del índice del fantasma, Mel atrapa en el aire justo en el momento preciso a la criatura y le lanza unos cochinillos para tranquilizarla, unos chanchitos de tierra. El browtruckle se distrae entonces, corriendo detrás de ellos.

 

—Bueno, eso debería ser.

 

En su manos, sostiene una canasta llena de fresas frescas y ya limpias, listas para comer. Vuelve hacia la piscina, donde se encuentra la mayor parte de la comitiva mientras Jonathan da vueltas en el aire.

 

—Oh...

 

Sus ojos evalúan a las dos personas en la piscina: no había esperado encontrar a nadie allí. A Ironwood lo conoce ya bastante más desde la última fiesta en el castillo y la vez que hubiesen visto por primera vez a los fantasmas, gracias a la clase de runas. A la otra muchacha también cree recordarla de la fiesta pero no es cosa segura ¿Kutsy tal vez? Mel esboza una sonrisa tranquila y saluda alzando la voz y agitando una mano.

 

—¿Alguno quiere fresas?

 

Las caras de los fantasmas demuestran que quisieran probar una y Mel se siente un poco culpable de haber sido insensible con ellos pero eso no le permite descuidar a los vivos. Después de todo, son demasiadas fresas para que pueda comérselas ella sola... o tal vez no, todo depende de si ellos aceptan su ofrecimiento.

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P-ko, elfina de Bel

 

La llegada de Kutsy, Matt y Melrose alivió a P-ko, sabiendo que su pedido de auxilio no había caído en saco roto. No obstante, la reacción de ellos no había sido la esperada: Matt estaba en presentaciones con la ahijada de la ama Bel, mientras que Melrose ¡confraternizaba con Jonathan! Ah, ese fantasma descarado.

 

— No haga caso de su propuesta señorita Kutsy — se apresuró para enseguida volverse a Mel — y tú Jonathan, no creas que he olvidado lo de los cantos a medianoche.

 

Las palabras del fantasma, invitándola a qué "se relajara y fluyera como el agua" solo la enervaron más, pero su corazón se ablandó al ver las fresas que Melrose tenía en el cesto. Recordar el día lejano en que su amita Bel las había plantado, le produjo un nudo en la garganta, pero respirando hondo, decidió en cambio que era el momento para compartir su inquietud con los presentes.

 

— Como verán, estamos a marzo, y estos señores permanecen aquí, a pesar de qué les he pedido de todas las formas irse— masticó la fresa y disfrutó de su sabor entre ácido y dulce, y definitivamente refrescante y no dudó en que sus gestos demostraran sus gustos, solo como una forma de provocar a los fantasmas que no podían disfrutar de tal alimento— aunque Fucsia aquí presente dice que llegaron porque alguien los invitó.

 

Todo el resto de fantasmas asintieron, antes de volver a perderse en sus actividades. Jonathan volvía a cuchichear cosas junto a Melrose.

 

No sé como lo consideren ustedes, pero para mí, es inconcebible mantener una veintena de fantasmas aquí. Incluso si no tenemos a las matriarcas presentes...si vinieran visitas y vieran esto, sería deshonroso.

 

Cogió otro par de fresas y se los llevó a la boca. ¿Sería que estaba exagerando o siendo muy anticuada con su concepción? Como fuera, esperó por la respuesta de los presentes.

 

@ @@Syrius McGonagall @@Kutsy Stroud Lenteric Lenteric Stroud

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