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Artes Oscuras e Idiomas


Gabrielle Delacour
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Idiomas

 

Había sido la primera en llegar, tenía la ventaja sobre el Yaxley ya que ahora le tocaría a ella hablar antes que él a diferencia de la primera vez que compartieron clase. Dejó sus apuntes en el escritorio y materializó su varita sobre su mano derecha, hizo unos anotes en el pizarrón y se sentó en la silla.

 

Vestía un skinny jean negro y una camiseta que le quedaba un poco larga, su hombro derecho sobresalía del cuello de la camiseta y su cabello ocasionalmente cubría esa parte. Un poco de confianza al tener de nuevo al Mago Oscuro y a una chica que le conocía aunque fuera de vista.

 

Se sentó en la silla y cruzó sus brazos esperando a los que faltaban, la sonrisa en sus labios lo decía todo: Venganza. Esta vez ella había ganado el turno para hablar, escribir e iniciar la clase. Y el momento había llegado.

 

– Soy Gabrielle Delacour, profesora de Idiomas.

 

En el pizarrón solo dos preguntas en diferente idioma cada una; la Black tenía una manera diferente de ser conforme hablaba, su francés fluido le hacía ser un poco más extrovertida con su manera de ser, en cambio cuando se comunicaba con la mayoría de los que le rodeaban era un poco más.. Retraída. A excepción cuando estaba frente a la clase.

 

– Tienes tan solo dos preguntas a responder, ambas en diferente idioma pero llevan a lo mismo ¿Qué es un Idioma y para qué sirve? Sí, para qué... Respóndemelas en tu lengua materna.

 

Cayó sus palabras. La comunicación, incluso con la mirada uno suele decir tanto y a la vez nada; ahora tocaba el turno del Yaxley. No había sido la venganza que esperaba y levantó un poco la cabeza dando pie a que ahora él fuera el que comenzara.

 

 

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Orión soltó una pequeña risismo ta ante la presentación de Gabrielle. Esperaba que lo dejara más en ridículo. Estaba sentado en el borde de la silla atento a sus movimientos, más que los alumnos que estaban en la clase. Se levantó de su asiento sólo con la varita en mano, al menos sabía que la clase que estaba por dar era más práctica de la que usualmente enseñaba. Suspiró en alivio, por un lado, porque sabía hacia dónde iba a llevar la clase, y por el otro, porque ya le tocaba hablar.

 

Llevaba una camisa blanca con unos pantalones clásicos. No pretendía sobresalir, de todas maneras. Sólo estar presentable para sus alumnos.

 

- Seré el profesor Orión, suplente este mes de Artes Oscuras.

 

Movió la boca a un costado, enseñarle magia oscura a un mortífago de su mismo rango podía ser un poco redundante. Después de todo, poder materializar manos fantasmales era parte de aquellas artes prohibidas. Sin embargo, Orión era de esos magos que tienen algún secreto bajo la manga. Esos generalmente tenían que ver con un libro prohibido dentro de la misma Universidad.

 

Cada vez que tenía que enseñar ese tipo de cosas se recordaba la posibilidad de hacer Nigromancia. Luego recordaba las restricciones y medio que se les pasaba.

 

- Vendrás conmigo Ishaya visitaremos la biblioteca un segundo. Capaz podamos encontrar algún que otro material de estudio interesante.

 

Fue moviendo su varita entre sus dedos mientras rodeaba la mesa. Le dio un golpesito a la mesa, para marcar que había terminado de hablar. Se acercó al arco de la puerta y terminó con un pequeño ademán hacia el alumno. Estando en el pasillo se volvió al Mago Oscuro.

 

- Bueno, cuéntame, ¿por qué Artes Oscuras ahora? No puedo evitar pensar que ya tienes varios cursos hechos aquí y supongo que este será uno de los últimos, ¿verdad?

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¡Al fin tenía una clase de conocimientos después de tanto tiempo! Sí, me había acostumbrado a no pasar mucho tiempo sin tener una mejora en ese aspecto de mi vida mágica y por ello es que había llegado puntual a la cita en la universidad para terminar con gusto el conocimiento al que me había inscrito. Escuché la presentación de ambos profesores, dos de mis compañeros de la Marca mientras sonreía como tonto ya que sabía que no necesitaba una presentación formal, pero la educación estaba primero.

 

- Ishaya Triviani, alumno de artes oscuras.

 

No había atinado a decir algo más, creía que con eso era más que suficiente así que, en cuanto se me pidió que me levantara para ir a la biblioteca asentí y seguí a Yaxley sin más. Sus palabras en el pasillo me tomarón por sorpresa, un poco, sobre todo porque entendía a la perfección mi motivo de cursar dicho conocimiento en base.

 

- Por eso mismo lo dejé al último, - respondí de inmediato con una sonrisa - no me hacia falta desarrollar como tal el conocimiento pero es necesario que tenga las credenciales necesarias ante el Ministerio de Magia para que no causara problemas en el futuro si en alguna ocasión me vieran usando ese tipo de poderes, ya sabes, como medida preventiva.

 

Sonreí tranquilo mientras seguíamos caminando hacia la biblioteca aunque a veces sentía que era una simple excusa para ganar tiempo de la clase. Acomodé mi gabardina en el camino al dar vuelta a un pasillo.

 

- Igualmente no puedo decir que soy un experto en artes oscuras, - dije en modo de broma - tengo mucho camino que recorrer y eso creo que lo sabes mejor que yo.

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La carta había llegado hasta sus manos, había aceptado para cursar la clase de Idiomas. Con una pereza nunca antes vista en la Black Lestrange, se puso en pie y comenzó con su andar hasta la salida de la casona, sin importarle siquiera estar vestida con unos simples jeans y una blusa de color blanco, mientras que sus pies iban enfundados en unas zapatillas de aguja, las que casi para cualquier bruja eran sus enemigas, porque les impedían avanzar rápidamente, pero que ella adoraba.

En cuanto arribó a los terrenos de la universidad, supo que era temprano, pero aún así no tenía tiempo que perder. Considerando la posibilidad, de salir temprano y dedicarse a continuar descansando en la comodidad de su habitación, aceleró sus pasos, los que detuvo cuando se encontró delante del aula en la que se dictaba la clase de Idiomas y en la que se encontraba la profesora, o eso creía porque estaba sentada sobre una silla delante del escritorio.

Fijando únicamente su atención en la Black, ignorando a la otra persona que se encontraba allí. Aguardó hasta que se presentó y sintió como sus labios se alzaban en una sonrisa, había acertado, era la bruja que le enseñaría o mejor dicho, le ayudaría a adquirir la certificación del conocimiento, porque para nadie era secreto que la directora del Banco, debía poseer el conocimiento de diversos idiomas para tratar asuntos internacionales.

—Mia Black Lestrange —se presentó, para después meditar la respuesta a las preguntas que le habían formulado—, un idioma es el conjunto de letras y símbolos que forman palabras, las cuales van a dar significado a nombres, objetos, situaciones, etc, esto dentro de un espacio determinado y personas. —soltó en inglés, su lengua materna.

Conocía bien las respuestas ante los cuestionamientos, así que se relajó y continuó de pie, mirando a los ojos a su interlocutora.

— ¿Por qué sirve? Sencillo, como medio de comunicación y esta puede ser escrita, verbal o simplemente mediante el uso de iconos, aunque estos últimos pueden llegar a ser universales. —finalizó, con la sonrisa aún en los labios.
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Todo parecía que el salón terminaría siendo de las dos mujeres, Orión había decidido seguir su clase en otro lado llevándose con él al Triviani y una media sonrisa se dibujó en sus labios al verle por el rabillo del ojo.

 

Sonrío al escuchar las palabras y ladeó la cabeza por escasos segundos, la chica tenía lógica y acertaba en las palabras; no tendría caso el preguntar el para qué había entrado a su clase puesto que parecía comprender la importancia de aquel conocimiento. Gabrielle enderezó su espalda y se levantó del asiento, caminó unos cuantos pasos mientras su alumna comentaba el porqué y prosiguió con la clase.

 

–Exacto. A pesar de que existen varios idiomas, todos llevan a lo mismo: Comunicación. Los símbolos, iconos o como gustes llamarles son universales por lo que, en casos en los que la mente tarde en identificar el idioma, éstos serán parte de tu guía.

 

Comenzaba a adentrarse un poco más en el tema; giró de nuevo a su alumna y se sentó sobre el escritorio.

 

– A lo que nos lleva a que no es necesario saber más de 6000 lenguas, solo el saber adaptarse en lo que tu mente termina de asimilar.- sus ojos miel se clavaron en la chica y sonrió.– Mia, el cerebro es un órgano tan fascinante… Con cada idioma que trata uno de comprender, con cada palabra que uno registra se forman nuevas conexiones.

 

Calló sus palabras, comenzaba a ser un poco espeluznante y a salirse del tema a lo que meneó la cabeza volviendo a lo original: Lenguaje. Apuntó con su varita al pizarrón y las letras comenzaron a borrarse para dar paso a un símbolo: un pequeño conejo negro.

 

– Tu siguiente asignación: Encontrarlo.- se levantó del asiento y sacó de su cajón un pequeño conejo de peluche, movió su varita y, con un último movimiento, le dejó frente a la Black Lestrage.- Esto te llevará al lugar, pregunta, investiga y de ahí encontrarás un conejo igual al que acabo de entregarte, mismo que te traerá de regreso.

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Escuchó las palabras de Gabrielle con atención, siguiendo a la perfección el hilo de sus ideas. Entendía la coherencia de las palabras, aunque parecieran disparatadas, ¿por qué? Fácil, porque compartía su pensamiento y manera de expresarlo, muchas veces los idiomas eran tan complejos, porque las personas no se daban a la tarea de no intentar razonar, sino sentir el significado real de cada palabra para permitir que se asociaran mentalmente con situaciones y memorias que lograrían que el conocimiento fuese más fácil de asimilar.

 

—Entiendo, también me lo parece o de lo contrario no continuaría estudiando para fortalecerlo y hacerlo funcionar aún más. —soltó con una sonrisa en sus labios.

 

Memorizó perfectamente el símbolo que la Black colocaba dentro del pizarrón, era fácil. Puesto que se trataba de un conejo negro, tenía una vaga idea de que se trataba de un símbolo de la cultura egipcia, aquella que durante años había dedicado su vida a construir y permitir que se proliferaran los jeroglíficos, mismos que pocos muggles podían descifrar pero que los magos manejaban a la perfección. Concentrada en sus pensamientos, prestó poca atención, pero logró captar cual era su misión.

 

Negando lentamente, soltó un bufido. Odiaba los trasladores, porque podía usar la aparición o el fulgura nox, hechizo que le permitía crear un portal a través del tiempo y el espacio o simplemente del espacio para trasportarla. Sin embargo, en esa ocasión, tendría que conformarse con el traslador, el cual tomó entre sus manos y con una media sonrisa, sintió como el movimiento hacía abajo la hacía casi soltar un grito, al llevarla hasta otro sitio.

 

Se encontraba en Egipto. Tierra mágica, que en otro tiempo había sido cuna de una cultura mágica y muggle bastante peculiar, de la que ahora mismo solo quedaban unos cuantos atisbos, los cuales anteriormente podían considerarse como un milagro que ahora comprendía que si estaban allí, era por los buenos métodos de conservación que los magos habían creado, y brindado a toda la comunidad. Meditando durante unos segundos, sobre donde iniciar, tomó una decisión, preguntar.

 

Camino durante algunos minutos, hasta encontró tallado en una de las pirámides el símbolo que recordaba había visto en la pizarra. Mirando como en ese momento, se detenían cerca de ella un par de personas, que parecían conocer bastante del tema, hablando en árabe, idioma que poco le gustaba pero que había aprendido a entender algunos años atrás, durante un par de clases que había dado cerca del Taj Majal.

 

— ¿Saben el significado de este símbolo? —preguntó en su idioma a las personas— Entiendo, que tiene que ver con la mitología que antes de conglomeraba aquí, pero quisiera conocer un poco más.

 

Esperó a que le dieran la información y esbozó una sonrisa, en serio que había obtenido lo que necesitaba. Por lo que comenzó con su camino hasta la pirámide de Giza, en donde sabía que podía encontrar mayor información. Una vez que notó que su rubia cabellera comenzaba a llamar demasiado la atención, negó con lentitud y cambió su apariencia por una más común, una cabellera negra con ojos de color miel y piel un poco más bronceada, lejos de su apariencia real, pero que le permitiría pasar desapercibida.

 

— ¿Dioses? —fue lo único que atino a preguntar, justo antes de notar como aparecía cerca de su posición un peluche como el que la había llevado hasta allí.

 

Tomándolo entre sus manos, regresó hasta el aula en el que se encontraba la Black, y ante la cual, soltó un suspiro cansado al notar el clima un poco más frío de Londres y más, los efectos que tenía en su cuerpo el traslador. Sin cambiar su apariencia, la miró a los ojos y medito un poco sus palabras, deseando encontrar las correctas.

 

—Representa a los dioses, es una representación gráfica de que los dioses posiblemente pueden reencarnar, de tal manera que todos al ver el símbolo del conejo podrían relacionarlo con ellos y a su vez, con la fertilidad que le traían a la tierra. —explicó esperando estar en lo correcto, recordando que una simple imagen vale más que mil palabras.

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Me sorprendía que Orión estuviera tan callado, no era típico de él pero no lo presionaría, me mantuve en silencio durante nuestro camino a la biblioteca sin hacer algún otro tipo de comentario. Miraba de vez en cuando a las personas que se atravesaban en nuestro camino saludándolas con cortesía, algunos los conocía de vista y otros ni su rostro me acordaría, simplemente estaba buscando la forma de que el silencio no se sintiera tan incómodo.

 

Al llegar hasta el lugar indicado me detuve en el marco de la puerta esperando a que Yaxley me pudiera dar más indicaciones, algo con lo que pudiera trabajar en el aprendizaje de dicho conocimiento. Nada, seguía callado. Tal vez esta era la primera tarea que debía de resolver.

 

Recordé brevemente lo conjuros que había aprendiendo en mi avance por la Marca Tenebrosa, aquellos que eran de un nivel básico ya los dominaba desde hacia bastantes años como cualquier mago o bruja que se hubiese graduado de alguna escuela mágica; los siguientes tuvieron su toque especial, manejaba un rango denominado Tempestad donde ya se podían incluir las fuerzas oscuras para su dominio, ¡y qué decir de aquellos hechizos de un Mago Oscuro!

 

Miré de reojo a Orión un momento, sabía que él ya había ostentado poderes más fuertes en épocas pasadas aunque ahora tuviera el mismo rango que yo en aquella organización, lo sabía por simples registros que existían en la Fortaleza Oscura y me preguntaba si aún recordaba el manejo de los mismos aunque fuese solo en teoría. Eso sería interesante de cursar, digo, como un entrenamiento previo a lo que me esperaba.

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La Black jugueteaba con su varita mientras esperaba a su alumna; el tener el aula sola le era un poco familiar ¿Qué había pasado con las antiguas instalaciones de la Academia? Tal vez le dejaría para la siguiente asignación.

 

Un repentino cambio de aires le hizo enderezarse de su silla y bajar los pies de la mesa tratando de mantener compostura, sonrió a su recién llegada alumna y recargó sus codos en la mesa para apoyar su cabeza en sus manos. Le escuchó atenta, al parecer los símbolos y el poder relacionarse con el lugar había dado el efecto que esperaba: Orientación.

 

Asintió con orgullo, la chica había logrado su primer encargo aún teniendo la dificultad de un nuevo país, nuevo idioma y aquello le había sido fácil.

 

Vaya, pensar que te había enviado solo para que buscaras un conejo...- dijo aún asombrada y trató de borrar su sonrisa de los labios... aunque fuera en vano.- Bueno, en vista de tu facilidad para la investigación te va un reto.

 

Gabrielle volvió al cajón, el taconeo de sus zapatillas era lo que rebotaba en el aula cortando el silencio y regresó la vista a la Black Lestrange.

 

Suiza es uno de los países que en lo personal considero los más ricos: Tanto en gastronomía como en idiomas. Manejan más de uno y es tu deber investigarlos así como el traer un chocolate de Cailler, en la provincia de Broc. Ese será lo que te traiga de vuelta.

 

Se acercó a la chica y depositó en sus manos una pequeña bolsa con dinero.

 

– Diles que vas de parte de Gabrielle Delacour, ellos sabrán qué chocolate pasarte.

 

Y, dicho eso, se alejó de su alumna. Dentro de la bolsa encontraría el dinero necesario para cualquier inconveniente (incluyendo el pago por el dulce encargo) y un pequeño dije en forma de la bandera Suiza, mismo que sería su translador.

 

 

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Entonces fue cuando lo comprendí: íbamos a ir a la sección prohibida de la biblioteca.

 

Caminé sin detenerme hasta atravesar la gran sala general del lugar y llegar hasta donde se encontraba la vieja bibliotecaria para solicitarle permiso de ingresar a la sección prohibida, con una ligera sonrisa me respondió afirmativamente y la acompañé hasta le reja de entrada, en un par de minutos estaba caminando ya por aquellos pasillos. Cualquiera hubiera pensado que se pondría un poco más exigente con el acceso pero me conocía, sabía mi hambre por el conocimiento y como profesor de aquel sitio por más de dos años y en repetidas ocasiones de distintas clases, ya ninguna solicitud le sorprendía si venía de mi parte.

 

Como bien recordaba en distintos recorridos previos, la gran mayoría de los ejemplares no tenían un nombre visible o estaban tan cuidados como el resto de los libros en aquel sitio, muchas veces uno tenía que intuir o, en este caso, utilizar cierto tipo de conjuros especiales para conseguir los textos que uno necesitaba. En aquella ocasión decidí utilizar el parsel para poder llegar hasta un ejemplar considerado oscuro por la relación entre dicha lengua con la utilización de ese tipo de magia.

 

El siseo era suave como un murmullo en aquel sitio, lento y sin prisas, lo único que necesitaba era prestar atención a mi alrededor para notar algo diferente en los tomos. Lento y seguro, lento y seguro... hasta que vi uno que vibraba un poco, como si quisiera salirse de la estantería. Ese era el indicado para comenzar. Caminé hasta dicho sitio y tomé el libro entre mis manos, estaba cubierto de cuero con detalles a modo de piel de serpiente pero, claro, sabía bien que no era real la piel, se podía sentir.

 

- Los caminos secretos de las serpientes.

 

Leí el título que venía en la segunda página cuando abrí la tapa en parsel sin darme cuenta en seguida, una frase bastante clara sobre lo que me podría enfrentar en aquellos momentos así que, en seguida, tomé asiento en una mesa que tenía cerca de mi. Era momento de impregnarse con las artes oscuras.

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Orión arrugó la nariz. No sabía si es que era poco mortífago, o demasiado Black, pero, es que les tenía cierto rechazo a las serpientes. Eras demasiado viscosas, demasiado Malfoys. Se estremeció cuando escuchó a Ishaya hablar en Pársel. Sus ojos se habían puesto como raros para él, y lo siguió con cautela hacia donde iba en la sección prohibida de la Universidad. Sacó un libro y se puso a leerlo. Arrugó más la nariz al observar cómo se sentaba en la mesa a leerl.

 

Negó con la cabeza e inició su búsqueda en la misma estantería. Tomó algunos tomos básicos de manipulación de objetos y conjuro sobre manipulación de las fuerzas oscuras. Se mordió un poco los labios. Con las reformas estaba un poco más limitado con su campo de acción.

 

Fueron minutos los que necesitó para soltar la pila de libros en la mesa. Una pequeña nube de polvo se levantó.

 

- Bueno, a ver. No te puedo enseñar Nigromancia porque no tengo la habilidad. Tampoco estamos en clases sobre maldiciones. Intentar invocar a entidades malignas está más que nada en el libro del caos, que ya lo tienes. Capaz hechizo de alto rangos, pero esos son fáciles, están todos a mano.

 

Se llevó la mano a la boca y clavó los ojos en el techo intentando pensar algo.

 

- Pues, lo básico de las artes oscuras es la necesidad de encontrarle la fuente a la magia. En este sentido, la magia no es ni buena, ni mala, si no lo contrapuesta a la blanca. A ver, es el complemento del orden, el caos en sí mismo. Es necesario, a la larga. Bastardeada por muchos. Así, cualquier hechizo puede ser contagiado de magia negra.

 

Levantó el dedito, se le había ocurrido algo.

 

- Probaremos algo simple. Vas a intentar incendiar el libro con fuego hecho de magia negra. Luego, vamos a ver cómo podemos corromper objetos con la ayuda de artes oscuras.

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