Haber si aprenden (?

[Leslie Ashryver PB]

Alessandra sabía que se estaba volviendo un mal hábito, explicar duelo, uff, su gozó en un pozo, pensó con pesadumbres.

 

Habiendo tantos magos que eran excelentes y su hija, le venía a pedir a ella. Miro la tranquila mañana que asomaba por su ventana en el castillo Myrddin.

 

Esa vez no se iria lejos por cualquier cosa. Se ato su rubio cabello en una cola alta, se habia puesto unos jeans azules y una blusa lila para estar comoda y sus amadas zapatillas que le permitian un mejor movimiento.

 

Desaparecio de su cuarto a los jardines, con tantos años que llevaba en pie le sorprendia que todo siga como en los viejos cuadros que decoraban los pasillos del castillo.

 

Isabelle se coloco a unos 10 metros de la fuente mas cercana lista para recibir a su hija.

 

-Hola cielo- saludo al ver a Wen frente suyo - mira tu que pedirme de maestra- negó con la cabeza divertida.

 

- Es mejor que empecemos- le dijo levantando su varita de Vid -Avis- de la punta de su varita salieron dice aves medianas directo al pecho de Wen.

 

Si la castaña no las detenía impactarian en su pecho produciéndole heridas profundas.

[Wendolyn Maxwell]

Le había rogado a mi madre que me enseñara las nociones básicas de un duelo y qué mejor manera de aprender era mediante la práctica, por lo tanto este día combatiríamos en duelo.

 

Estaba en mi habitación del castillo Myrddin, emocionada y lista para salir. El cabello lo llevaba recogido en una coleta alta para evitar que me estorbara y mi atuendo consistía en una franela negra, unos jeans azules y mis zapatos algo desgastados por el uso constante pero aun así eran el calzado más cómodo que poseía.

 

Bajé casi corriendo al jardín donde se llevaría a cabo la práctica; este era un área bastante amplia, con algunos árboles esparcidos a unos ocho metros a cada lado. Divisé a mi madre a diez metros de una de las fuentes cercanas.

 

-Hola mamá.- Respondí el saludo con una sonrisa.- Bueno, ¿quién mejor que tú para enseñar a tu hermosa hija a defenderse?.- me encogí de hombros mientras giraba mi varita entre los dedos.

 

Mi madre empezó el duelo con una invocación y las doce aves cruzaban la distancia que nos separaba rápidamente; por mi mente no pasó otra idea que combatir fuego con fuego.

 

-Oppugno.- Dije inmediatamente alzando mi varita y las aves cambiaron la dirección de su ataque. Ahora se dirigían hacía la bruja frente a mí, si no las detenía las aves le ocasionarían un profundo daño en su cuerpo.

 

- Incárcerus.- Murmuré apuntando a la rubia y tres cuerdas de considerable grosor salieron de mi varita en dirección a mi madre para inmovilizarla; al impactar contra su cuerpo una de las cuerdas le ataría los tobillos haciéndola caer, la segunda amarraría sus muñecas y brazos contra el torso impidiéndole su movilidad y la última se enrollaría alrededor de sus ojos para cegarla.