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Estudios Muggles y Aritmancia


Sagitas E. Potter Blue
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Estudios Muggles



Una sonrisa pícara cruzó mi rostro cuando me llegó la lechuza del Ateneo en la que me anunciaba que empezaba la clase de Estudios Muggles y tenía una nueva alumna: @@Hayame Snape Potter Black. ¿Así que mi hermana se atrevía a tenerme como profesora y dejar que abusara de ella, académicamente hablando...?

Lógicamente, eso se merecía una clase especial porque me lo iba a pasar genial. Hayame era una vampiro que frecuentaba muchos mundos mágicos pero que aún se asombraba con el mecanismo de un reloj de cucú. Iba a tener que trabajar duro con ella. Para mí era un placer que ella hubiera querido hacer mi clase. Iba a hacerle...

Miles de ideas me surgieron, recordando diferentes clases, ¿sería en la Torre del Ateneo? ¿Sería en Londres? ¿En un supermercado? ¿En una escuela muggle...? No me decidía y, al final, se me ocurrió que podría ser un día algo más tranquilo.

-- ¡Empezaré con Transportes muggles! Iremos en bicicleta a hacer turismo.

Me levanté y me vestí de forma adecuada, pantalón largo y tobillero para poder pedalear con comodidad, mis bambas violetas (sí, las de los cordones amarillos) y un jersecito suave. En la cesta de la bici pondría una camiseta de tirantes y una chaqueta, ambas cosas por si hacía calor durante el ejercicio y por si nos pillaba alguna tormenta tan típica de la primavera londinense.

-- ¡Harpo! Prepara una mochila llena de bocadillos de picnic y agua, que nos vamos de excursión.

Y ahora quedaba la parte final, ¡despertar a Hayame! Corrí hacia el cuarto que tenía en la Potter Black con una almohada en la mano, presta a darle unos cuantos golpes con ella para que se levantara. Me puse de puntillas delante de la puerta y abrí muy despacito pero que m-u-y d-e-s...p-a...c-iiiiiii...-t-oooooo. Hayame era una vampiro y tenía un oído súper agudo. Allá estaba, encima de la cama, aunque no parecía dormida sino... ¿hibernando? Bueno, era igual, me acerqué y le arreé con la almohada de mi cama en la cara.

-- ¡Despiertaaaa! -- le grité. -- Nos vamos en bicicleta de excursión para tu clase de Estudios Muggles. ¡Espabilaaaa! ¿Tienes bicibleta o vamos a comprarla a un centro comercial?

Y le volví a dar en la cara con la almohada, feliz de que tuviéramos un día de asueto para nosotras solas.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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@, aquel nomre tenía a la Gaunt cada vez más nerviosa, agobiada y estresada hasta tal punto que su pierna derecha estaba colgando de la cama con un tic bastante nervioso. Digna de estudio psicológico, comenzó a tirar de su cabello mientras maldecía interiormente, no estaba demasiado deseosa de tener que volver a aparecer en público de nuevo, ¿no se habían dado cuenta de que no había pisado las calles de Londres en los últimos años?

 

Se levantó de un salto, sabía que no podía decir que no a una clase de Aritmancia, amaba demasiado ese conocimiento, y no confiaba en absolutamente nadie para que impartiera aquella clase, quizás en su madre Anne, o como mucho en Sagitas, amas cursaron con ella el conocimiento y bueno, si tenía que dejar el peso en alguien, sería en ellas.

 

- ¿Vivan los galeones? -susurró mientras se miraba en el espejo que tenía justo enfrente de la cama, al lado de la cama. ¿Había adelgazado? Se notaba más escurrida, como si las costillas quisieran salir de su piel ya, al igual que su cadera. Estar tanto tiempo sin salir de caza, moverse y hacer su vida estaba comenzando a notarse, no tenía ni nada de moverse rápido-. Menos mal que la vida no se me va a acabar tan fácilmente -carcajeó mientras se ponía su túnica negra y recogía en una trenza su rosado pelo.

 

Supiró una vez más cuando decidió desaparecerse de su habitación.

 

 

 

Una clase de Aritmancia no debía ser siempre algo teórico, algo sentados en un pupitre, con libros y libretas donde apuntar todo lo que el profesor dice, al contrario, la Gaunt solía intentar hacer las clases mucho más interactivas, donde a base de errores los alumnossupieran hacer las cosas, donde se descubrieran a si mismos. Y por todo aquello había decidido aparecerse en un pequeño prado, digno de ser fotografiado, con cesped verde cortado recientemente y unos caminos de tierra donde los paseos a trote y bicicleta eran algo bastante interesante.

 

- Espero que solo los justos me conozcan -susurró mientras ocultaba lo máximo posible su rostro con la capucha negra de la túnica.

 

Pasó sus manos por el suelo en el cual acababa de sentarse, encontrando una pequeña piera musgosa de tonos grises, azulones y verdes. Sonrió de lado mientras la apretaba en su mano tan fuerte que la hizo desaparecer. Y si, ella no era la típica profesora que mandaba cartas y cosas avisando del comienzo de la clase, sino que sorprendía a los alumnos. ¿Cómo mejor iba a poder analizarlos sino viendo la manera que aparecían sin esperarlo? Juv era compañera, pero no la conocía tan bien como debería.

 

Y allí espero, tirada en el cesped, intentando no ser conocida y pensando como iba a enseñar la verdadera esencia de la Aritmancia, de los números y sus secretos más íntimos.

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Mansión Potter Black. Habitación de Hayame

La pelirroja roncaba cual tronco siendo serruchado con los brazos y las piernas abiertas y sin siquiera haberse cubierto con las cobijas.

Había tenido una noche muy pesada entre acudir a clases, entre ir y venir a los negocios que debía de atender y luego correr al Ministerio antes de que se acabaran las rosquillas que cada día aparecían en la oficina de Matt, pero como su adorado jefe ni siquiera se las daba de aparecer esa semana, la mujer se las robaba y le daba una parte a su piraña; y vale, que le hacía el sacrificio ritual de rosquillas al elevador para que dejara de escupirla como goma de mascar al piso de Accidentes.

Por lo que simplemente cuando llegó a la mansión de su madre, halá, derechita al cuarto y a tirarse a como había llegado sin siquiera quitarse las botas.

Por lo tanto en cuanto su querida hermana (ahora profesora respetable) se le había trepado para iniciar las clases, la pelirroja con un antifaz para evitar la luz en los ojos solo mantenía la boca abierta con un hilito de babas por un lado.

Voces...

"Estudios Muggles... bicicleta... espabilar..."

No, las palabras no le decían nada porque ella estaba soñando por algún motivo con la razón de sus amores muertos, que para cosa bizarra a pesar de ser un profesor de pociones de cara seria, en aquellos momentos lucía tan galante en medio de un día nublado y oscuro.

En sueños y aún babeando, empezó a reír un poco

-Bumblebumble guapo bumbebumble...

Murmuraba e inconscientemente alzó un brazo de forma floja y trató de espantar lo que fuera que le estuviera haciendo peso; en sueños ahora aunque seguía viendo al amor de su no vida, algunas nubes medio raras le estaban pegando en la cara y la cabeza como si fueran sólidas o rellenas de un algo.

-Bamble... hmmm...- frunció el ceño por debajo del antifaz- ahora nooooo...

Se quejó y se dió la vuelta con el impulso de tirar de encima suyo a su ahora profesora sin pensar que ya era hora de la clase y que tal vez en eso se le fueran unos cuantos puntos. Aunque ahora en sus sueños aparecian unas bicicletas medio raras que danzaban alrededor de Severus Snape.

@

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Me quedé un momento quieta al oírla murmurar. Fruncí el ceño y arrugué los morros en cuanto sentí que soñaba con plagas.

 

-- ¿Un bundimun? ¿un Glumbumble...? ¡¡Despiertaaaa!! Que hoy no haremos nada mágico, mujer. -- Le arreé de nuevo con la almohada porque la boba aún seguía en la cama como si no me hubiera oído.

 

Aún descargué otro golpe antes de bajarme de su cama y abrí las ventanas para que entrara el sol de lleno.

 

-- Tú no eres de las que te fundes con la claridad del sol, ¿verdad, Hayame? -- me giré para mirarla y vi que tenía un antifaz puesto. -- ¡Tramposa! Vaaaaamos... ¡Levanta...!

 

Me acerqué a ella y tiré un poco de la goma para que le volviera a la cara con fuerza.

 

-- ¿Sabes que usas un artilugio muggle para combatir la luz del sol? Ellos no saben apagar la luz del todo y recurren a objetos manufacturados como éste para paliar la ausencia de magia. ¡Venga, venga, que llegas tarde a tu clase!

 

Su elfo entró en la habitación con una jofaina de agua y corrí hacia él para cogérsela. Creo que me vio las intenciones porque yo corría detrás suyo y él me esquivaba (y sin que se le cayera ni una sola gota).

 

-- ¡Dameeee! -- pero ni caso. Tenía que ceder alguien y acabé haciéndolo yo. Bufé, algo enfadada. -- Venga hermanaaaa... Nos vamos en bicicleta a conocer el mundo muggle, ¿no te parece impresionante? Levántate y vístete de forma decen... es decir, de forma que puedas pasar entre los muggles sin llamar la atención. Y mientras los haces...

 

Saqué una silla de debajo de la mesa donde estaba bien colocadita y me senté en ella, toda cómoda, dispuesta a no irme de allá hasta que me hiciera caso.

 

-- Cuéntame porqué es tan importante que los muggles no sepan que la magia existe. Vamos, que ésta es fácil, que siendo de Accidentes debes conocerla al dedillo o no habrías entrado en el departamento. ¡Pero levanta! No me obligues a tirarte la jofaina a la cara.

 

El elfo pareció dar un salto hacia atrás para no ponerse a mi alcance pero no me importó; acababa de recordar donde tenía la varita escondida, puesto que no se podía llevar en las clases muggles, algo que a mí no me importaba. Eso era para los alumnos.

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-OU!! ERICEN!!

El chasquido del antifaz vaya que había dolido!

Ya de por sí la luz del día le molestaba y el haber despertado de golpe del sueño no le estaba haciendo ningún favor por lo que de principio intentó no hacer caso y se giró sobre la cama hasta quedar panza abajo y con las pompas algo levantadas mientras que abrazaba la almohada y hundía el rostro en ella

Pero OHHH NO! Su hermana no dejaba de hablar de los muggles, de que el día... o era la luz? que los muggles se lo tapaban con ese antifaz (cómo se había enterado que lo había comprado en un mercadillo de pueblo?) y que ya se levantara para...

-LA CLASE!!

Se sentó de golpe y se levantó un lado de la mascarita suave que tapaba sus ojos de forma que solo dejaba uno a la vista y toda despeinada y demás, lo clavaba en la figura de Sagitas sentada en la silla

Lentamente la Snape cabeceó un poco más pero de todas maneras, sonrió y se rió débilmente

-En verdad que te encanta ser profesora, verdad? -inquirió limpiandose las babas con el dorso de una mano para después tomar su almohada y arrojársela a su hermana... y entonces, abrió mucho más su ojo- en verdad iremos de paseo en una bicicleta? una bicicleta muggle? muggle de verdad?

Parecía completamente extasiada y el sueño se fué huyendo de ese ojo rojizo.

Un segundo después la mujer se levantaba sobre el colchón arrojando el antifaz a un lado y empezó a desnudarse directamente sobre la cama sin pena alguna, después de todo, no era como que los elfos nunca la hubieran visto así y su hermana menos, que ya le había embromado una vez al llevarse su ropa limpia del baño

-Ahm... cuál era la pregunta?

En calzones saltó del colchón a la alfombra y caminó hacia un enorme armario que abrió de golpe, sacando lo que parecían las viejas ropas del profesor Snape (porqué esa chica tenía ropa como esa en la Potter Black?? el dueño seguro se revolcaría de coraje por tener ropa suya en un sitio con esos dos apellidos mezclados!!) y se las colocó por sobre la parte frontal del cuerpo, como tratando de adivinar si esa sería una buena elección

Se giró hacia la pelivioleta

-Supongo que este traje no cuenta como algo medianamente parecido a lo que usaría un muggle, verdad?

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Londres, a veces, resultaba demasiado estresante para alguien con un espíritu tan libre como la Gaunt. Por eso disfrutaba de los ratos de soledad en su castillo, a las afueras de Ottery, aunque también le resultaba agobiante cuando había más de dos personas pululando por una sala cercana a la que ella ocupase. Y no es que fuera antisocial, sino que valoraba mucho los momentos de intimidad.

 

Precisamente por eso, había tomado por costumbre salir al campo o visitar bosques. Incluso playas. La idea era simplemente caminar a solas, aunque se cruzase con otras personas, disfrutando de la naturaleza en todo su esplendor. A veces llevaba con ella a sus dos perros, Ares y Sandía, para que corretearan a su alrededor mientras ella se agachaba a mirar las plantas o tocar las cortezas de los árboles. Incluso le gustaba coger algunas muestras para sus experimentos, aunque no solía encontrar ingredientes útiles para estos. En aquella ocasión iba sola, sin más compañía que su bolsito... que contenía tantas cosas que parecería imposible si las enumeraba.

 

Llevaba ropa ligera, salvo por las botas de suela de goma. Los vaqueros estaban tan gastados que apenas le daban calor, y la camiseta de algodón ancha de manga corta ondeaba suavemente mientras Anne caminaba. El sol le daba de lleno en la espalda, la temperatura era bastante buena, al menos por el momento. En primavera nunca se sabía cuándo se estropearía.

 

Aunque no todos los "estropeos" tenían que ser climatológicos. El olor de un vampiro que le era familiar llegó hasta su desarrollado olfato con tanta fuerza que se detuvo bruscamente, moviendo la cabeza de un lado a otro. Su pelo, que llevaba corto y de color azul eléctrico hasta ese momento, comenzó a aclararse hasta que quedó de color rubio pajizo, el cual no le gustaba nada. Y no tardó mucho en dar con la persona que acababa de estropear su momento de intimidad. Mery. Allí. Más allá.

 

Se llevó una mano a la cara con gesto trágico. ¿Es que su hija estaba en todas partes? Bueno, igual que ella la molestaba... ahora aprovecharía para devolverle el golpe. Así que se acercó hasta donde estaba, como si no se hubiera dado cuenta de su presencia.

 

¡Oh, Mery! ¿Qué haces aquí, pequeña y desquiciada vampiresilla? —la saludó con tono burlón mezclado con una pizca de maldad. La relación entre ambas era similar a la de los perros y gatos, no podían vivir la una sin la otra... pero no se soportaban durante más de 10 segundos seguidos.

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No le hice ningún caso a la queja de mi hermana porque sabía que era falsa. ¡Qué le iba a doler...! ¡Era una quejica!

 

-- Eso te pasa por seguir en la cama. Venga...

 

Al principio, Hayame no parecía reaccionar pero, en cuanto se dio cuenta que hablaba de montar en bici, saltó como un resorte. Asentí.

 

-- ¡Sí! ¡En bicicleta! ¡Sí, una bicicleta muggle! ¿Sabes ir? Si quieres, hay un artilugio que tiene ruedecitas pequeñas que sirven para guardar el equilibrio.

 

Ella estaba tan entusiasmada con la idea que mi propio ánimo creció y creció, sólo hasta que le vi la ropa que iba a ponerse. Me puse la mano en la cara y bufé un poco.

 

-- Anda, mujer... ¿Cómo vas a ir así en bicicleta? Si sabes montar, pues ropa cómoda, zapatillas deportivas, calcetines y ropa fresca porque sofoca el esfuerzo. -- Aunque ella era vampiro, seguro que no se sofocaba ante ninguna cuesta. -- Y si no sabes, pues pantalones largos para no rasparte las rodillas y gomas en los pernales dentro de los calcetines para que no se enganchen y te caigas. PERO para nada esa ropa. Has de pasar por un muggle.

 

Bufé y rebufé.

 

-- Vamos, no me engañes. Para estar en Accidentes seguro que pasaste un examen. ¿Seguro que no tienes la certificación de que puedes andar entre los muggles? En mi época me lo exigió el anterior director, hace muchos años.

 

Me levanté después de mis palabras y dejé que el elfo se acercara a ella, por fin, pues no me había dejado tocar la jofaina por si acaso cumplía mi amenaza.

 

-- Te espero abajo. Harpo me ha preparado un montón de comida para el picnic. Como tú no comes que eres vampira...

 

Casi corrí hacia la puerta por si era ella ahora la que me lanzaba la jofaina. Desde la puerta me giré para carraspear y poner voz grave, de profesora.

 

-- Si no me contestas a mi pregunta, no podrás montar en bicicleta y tendrás que ir andando, te lo advierto. Es sobre los muggles y su desconocimiento de la magia, relacionado con el Estatuto del Secreto de la Magia.

 

Bajé corriendo a los jardines donde nos esperaban dos hermosas bicicletas. La mía, por supuesto, era la violeta.

 

-- ¿Bajas de una vez o qué...?

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-YO SI COMO!!

Sagitas le había dejado claro que tenía que responder a la pregunta de su clase para poderla llevar bien a cabo pero eso no evitó que el sonido de una almohada al chocar contra la puerta de la habitación se percibiese; y a pesar del mohín creado por la pelirroja, después de unos segundos esta comenzó a reír de buena gana y negó un par de veces con la cabeza como una forma de decir "esto nunca cambia"

Ya solo por cómo estaban empezando, aquella se le estaba haciendo su favorita por encima de todas las que había tenido hasta ese momento y sonrió con suavidad

En verdad... solo podía ser su hermana para sacar lo mejor de sí misma

-En verdad que las dos son todo un caso -suspiro el elfo observando a la vampiro que regresaba al armario y empezaba a desordenarlo con el ceño fruncido para encontrar la ropa adecuada- no podría comportarse al menos por una vez?

-Si hiciera eso, dejaría de ser yo

Comentó con calma la Snape mientras que sacaba un atuendo lavanda y lo observaba por unos momentos ya que aquellas ropas habían sido su parte cuando cambiase de bando por muy poco tiempo; incluso conservaba todavía prendida en su pecho la plaquita de Templario que había obtenido en aquel momento, la cuál desprendió y se quedó mirando un rato

Ya no servía ni brillaba como el día en que le había sido colocada, pero...

Sonriendo, se llevó esta y abrió un joyero donde la colocó al lado del pequeño pin viejo y desgastado que decía "Mago Oscuro"

Inspiró profundo... y entonces volvió a ver hacia la cama

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

-Ya estoy lista! Ya estoy lista!!

La puerta de la casa se abrió de golpe y la chica salió corriendo, bajando de un salto las escaleritas que bajaban al camino mientras que la pequeña faldita de ese día ondeaba al viento

Si bien quizás no era lo normal, no podía dejar de ser ella por lo que había elegido el color negro para sus ropas, de forma que si un muggle la veía solo pensara que era un poco muy gótica: una blusa con mangas a tres-cuartos, un pequeño collar de pinchos, aretes con calaveritas, guantes de cuero de motociclista (tenía que proteger sus manos para el manubrio, no?) y al final del conjunto unos shorts de mezclilla cortos y negros de forma que le dejaban las piernas libres pero lo último definitivamente caía en la categoría de lo raro: medias negras con rayas anaranjadas que cruzaban y tenis negros con una paloma a un lado

-Qué?... parece muggle, no? -dijo abriendo los brazos hacia los lados, incluso se había amarrado el cabello en una larga coleta de caballo- o crees que debería de usar algo... ? (había estado a punto de decir "ROSA" pero tan solo le vino a la mente y pensó en la fulgurante imagen de su hermanita menor lo que provocó que sacudiera la cabeza fuertemente con los ojos cerrados)

Se negaba a lucir como Ashley!!

Por un lado y viniendo desde el jardín, el viejo elfo Czésar ahora llevaba una bicicleta roja antiguita que su ama tenía desde hacía mucho pero que realmente no sabía montar muy bien: a la vampiro le había encantado porque le recordaba haber visto a unos niños hacía muchísimo montando una pero no se había animado a tratarlo

-Gracias Czésar -dijo la vampiro y la criatura se inclinó profundamente mientras que retrocedía y la chica tomaba el manubrio- a ver...

Se colocó un dedo en el labio inferior mientras que alzaba la vista

-Porqué los muggles no deben de saber de nosotros y porqué el asunto del Estatuto... algo así iba la pregunta, no? -dijo parpadeando varias veces para luego, ver a su hermana con gesto atento pero sin emoción- si mal no recuerdo, tenía que ver con el hecho primeramente de que en la antiguedad los muggles querían saber de dónde venía nuestra magia y aprenderla y cómo es imposible que un muggle pueda llevar a cabo la magia entonces en su desesperación y enojo al creer que no queríamos compartir nuestros conocimientos, les quemaban y torturaban

Contó como si empezase a recordar un poco de lo que había leído en los libros de Hogwarts y los que ahora tenía en su disposición en la familia Snape

-Claro que la quema no servía... pero una vez sin varita, el resto de torturas eran bastante... sadicas- comentó bajando un poco los párpados- sin embargo a hoy en día se tiene la creencia de que si un muggle descubre la realidad de nuestros poderes, entonces querría usarlos para hacer todo lo que suele conseguirse por trabajo y podría creer que se pueden conseguir imposibles como la creación de alimentos desde cero

Añadió para luego, fruncir el ceño

-O para cosas más... peligrosas, como intentar usar a la fuerza mágica de cada país en las guerras y todo se convertiría en una masacre sin fin...

Incluyó

-Me he ido muy lejos o voy bien?

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–Creo que llegaré un poco tarde–sentenció para sus adentros. Sus orbes azul oscuro mutaron a color carmesí profundo y amenazante. Estaba empleado la habilidad que poseía, la animagia siempre le resulto inquietante y desafiante, aunada a la Nigromancia, no había mejor mancuerna para plantarle cara a la Aritmancia. Extrañaba sus años como estudiante, pasearse a sus anchas por los pasillos de hogwarts y perderse en los pergaminos que se empeñaba en esconder dentro de una peculiar caja oscura.

 

Sus pensamientos iban de uno a otro, asemejándose a una ráfaga de flechas que surcaban el viento cortando el mismo con un silbido que la hizo volver en el acto. Tener de profesora a Mery, no era una situación sencilla de manejar, no luego de desaparecerse por casi 5 años del mundo mágico. Eran compañeras del mismo bando, pero extrañamente le costaba hilar los momentos vividos con la bruja que estaba por enseñarle lo que ella desconocía sobre aquel conocimiento. No estaba al tanto de sus compañeros de andanza, pero tampoco era algo que le sacará el sueño o trastocará su inescrutable faz.

 

El aparecer o desaparecer a placer, ya no le cautivaba como cuando era una adolescente ahora se decantaba por otros métodos que se ser del conocimiento de los Inefables o algún departamento ministerial, si que le costarían una larga estadía dentro de Azabakan o ¿quizás era Abbadon?. Esbozando una sarcástica sonrisa en sus labios daba los últimos toques a su atuendo, pantalones de vestir a la medida y un corsé que como siempre se empeñaba en dejar muy poco a la imaginación. Sino iba ataviada de esa forma, no era ella completamente y eso le tocaba un poco la “moral”.

 

Esa palabra no existía dentro de su vocabulario a menos que fuera acompañada con algún improperio o palabrota que la mayoría de las veces, si que le metía en sendos problemas. Pero así era ella o se recordaba de ese modo, nunca iba a favor de la corriente y si en contra de la misma, le pesará a quien le pesará siempre se haría notar por esas peculiaridades. Su capa de viaje, ya reposaba sobre sus níveos hombros, resguardando debajo de su capucha su marmórea faz, angelical, pero sin lugar a dudas con un toque siniestro que era capaz de desarmar a cualquiera que se topará con este por error.

 

Desapareciendo en medio de una densa neblina rojiza, emprendía su viaje hacia donde estaba Mery. No estaba del todo segura de su ubicación, pero casi siempre daba con su presa y le hacia pasar un mal momento, inconscientemente eso sin lugar a dudas, pero siempre con la firme idea de dejar en claro que si único y real interés era aprender lo que la bruja estuviera dispuesta a enseñarle y sacar de su baúl personal de vivencias. Soltando un estruendoso rugido de hizo notar, no le seria sencillo a su mentora dar con la persona detrás de esa felina y moteada pantalla,pero justo para eso empleaba la Animagia, para dejar perplejo a todo aquel catedrático que entraría en su bitácora personal de entrenamiento personalizado–Lamento la demora–se excusó quedando en silencio por un breve instante.

 

@@Mery Gaunt Karkarov

 

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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El olor agradable que salía de la cesta de mi bicicleta auguraba un feliz día de picnic. No sabía lo que Harpo había preparado para la excursión pero olía de maravilla y mi estómago ya protestaba. Se me había olvidado tomar ni un café y ahora allá ya era tarde, después de haber estado gritando a Hayame para que bajara. Si sólo se hubiera tardado un poco más... Pero era una vampiro y, por tanto, enseguida estaba allá, al pie de su bicicleta, soltándome una retahíla de ideas sobre la pregunta que le había hecho. Aunque eso no fue lo que me hizo arquear una ceja; fue su indumentaria.

 

-- ¡Dioses, qué paciencia...! ¿Es que no puedes vestir como nuestra hermana Ash? Ella va muy de rosa amoroso pero vamos, que es preferible a... ésto...

 

No es que vistiera mal. En realidad, ni podía suspenderla de Estudios Muggleosos por ello ya que había una proporción bastante alta de población muggle que vestía como ellos llamaban "decó anticuoso" o "gótico interesante". Suspiré.

 

-- No, no pareces muggle. Pareces una vampira que es lo que suelen querer parecer los muggles que se disfrazan como tú has hecho. Pero pasarías bien entre ellos, así que adelante, monta... Aunque realmente no es la mejor ropa para ir de paseo en bicicleta. Seguro que ella encontraría un vestido más adecuado.

 

Sí, lo sé, sabía que le iba a picar con eso, así que había sido un ataque a mala conciencia, para hacerla rabiar.

 

-- ¡Gualaaaa! ¿Tu bicicleta tiene un sillín de flores? -- mi pregunta venía porque se veía raro que ella luciera una indumentaria negra y su sillín tuviera lindas flores rojas y blancas. Sonreí aunque intenté que no pareciera de burla. -- Preciosa bicicleta. Lo que me lleva a más preguntas muggleosas que me irás contestando mientras pedaleamos.

 

Me subí a la bicicleta con mucho estilo (es decir, por poco me la pego a la primera que intenté ponerme en equilibrio; es que se me había olvidado usarla, como ya siempre iba en escoba). Tras varios intentos, conseguí mantenerla fija hacia delante (por favor, que no vinieran curvas cerradas) y la grité que me siguiera, sin girarme para no volver a besar el suelo.

 

-- Vamos a ir desde aquí hasta la campiña londinense, algún prado alejado donde podamos devorar los sandwiches de pavo que nos hizo Harpo. Quiero que estés atenta al tráfico ya que vamos a cruzar por medio de varias villas, y que me cuentes cuántos medios de transportes muggle ves y si tenemos algo similar en el mundo mágico. Venga... A la de uno, a la de dos... ¡Ahhhh, no tiene pedal de frenos esta bicicletaaaa!

 

Salí escopeteada (no porque quisiera sino porque había un poco de pendiente y la bici iba sola, demasiado sola para mi gusto) rogando a mi diosa de Avalon para que me protegiera.

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