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Historia de la Magia


Anne Gaunt M.
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Anne estiró la espalda casi al estilo felino cuando se levantó de su escritorio después de haber estado durante horas allí sentada. No había dormido aquella noche, pero no se sentía agotada. Había estado inmersa en la lectura de un volumen antiguo escrito en tamil, lengua que podía leer aunque no sin cierta dificultad. De hecho, algunas páginas estaban borrosas, como si las hubieran humedecido en algún momento de su historia y la tinta se hubiese movido, pero era lo menos que se podía esperar de un libro tan antiguo. Le había costado muchísimo conseguirlo. No solo dinero, sino también algunos tratos y compañías poco recomendables. Pero había merecido la pena empezar a leerlo antes de acudir a trabajar.

El brillo del plumaje rojizo de Shanks en el cielo la hizo alzar la mirada hacia el ventanal que tenía frente al escritorio. La torre norte del castillo Gaunt era la mejor situada, y estaba reservada enteramente para su uso personal. Además, le gustaba que su fénix pudiera entrar y salir del castillo sin tener que descender su magnífico vuelo. El fénix volvía después de una excursión improvisada justo en el momento en que empezaba a salir el sol. Anne siguió con la mirada sus movimientos y se acercó para abrir la ventana cuando la criatura se acercaba hacia ella. Se posó en el alfeizar con majestuosidad.

Buenos días, Shanks. ¿Has tenido buen vuelo?

El ave solo chasqueó el pico y se quedó allí, observando los movimientos de la licántropo, que ahora se cambiaban de ropa para sustituir su habitual ropa ancha y desgastada por una túnica azul marino de corte sencillo pero elegante. Además, utilizó sus habilidades de metamorfomaga para hacer que su pelo creciera hasta llegarle por los hombros, rizado y castaño oscuro. Lo que decidió no cambiar fue el calzado: prefería ir con aquellas botas de suela de goma con cordones para garantizar su comodidad ante todo. Además, la túnica era larga y las cubría... casi por completo.

Desapareció del castillo en cuanto comprobó que estaba lista, no sin antes tomar su bolsito. Reapareció en los terrenos del Ateneo de conocimientos, en el que impartía la clase de Historia de la Magia. Pero sus clases no eran teóricas, pegados a una mesa y un libro. Le gustaba charlar con sus alumnos, explorar sus intereses y, si podía, llevarles hasta dicho lugar para que aprendieran historia viviéndola. Aunque no siempre era posible, por supuesto.

Caminó por los pasillos del edificio para dirigirse hacia el aula que solía usar para sus lecciones, aunque fuese de forma parcial. La estancia era bastante amplia, y se accedía a ella a través de una puerta de madera oscura. Al entrar, lo primero que se veía era el amplio ventanal en la pared de enfrente con cortinas claras, que daban mucha luminosidad a la sala. Lo que menos había en el lugar eran sillas y mesas, todas colocadas al frente de la clase para dejar espacio atrás para la pequeña exposición histórica que a Anne le gustaba mantener allí. En la parte frontal, por delante de las mesas para los alumnos, había un escritorio un poco más grande con una silla de respaldo alto y una pequeña pizarra a un lado que utilizaba ella en calidad de profesora. En la zona de la exposición, había distintas tallas de madera, piedra y mármol que representaban a magos y brujas famosos, o incluso lugares históricos como una talla de Hogwarts de madera y el hospital San Mungo tal y como era en el momento de su edificación.

El resto del aula estaba decorada con cuadros, casi todos representativos de hechos y momentos históricos mágicos como el antiguo Egipto, quema de brujas, guerra de los gigantes, fundación de Hogwarts y la regularización de la cría de dragones en 1709, entre otros.

 

Anne se dirigió hacia su escritorio y tomó asiento en la silla tras dejar el bolsito sobre la mesa. Extrajo de éste varios pergaminos que colocó sobre la mesa y la lista que le habían pasado los directores. Conocía a ambos alumnos, a uno de ellos sobre todo. Una pequeña sonrisa le curvó los labios, auguraba una clase interesante. Solo faltaba que ellos llegaran.

 

@ @@Alegna Black

Editado por Anne Gaunt

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Una sombra se proyectaba en la pared, la mujer se encontraba quemando unos papeles, apoyaba una mano en el lintel de la chimenea mientras que la otra sujetaba unos pergaminos. Su rostro estaba cubierto por una mata de cabellos violáceos un poco lacio pero que en sus puntos tendía a ondularse, sus ojos verde oscuros resplandecían en cada destello que el papel hacia con el fuego de los leños. Frunció el ceño al aspirar el humo que emanaba, papel quemado, madera y humedad. El castillo Rookwood había permanecido demasiado tiempo sin habitantes y su prolongado abandono se hacia notorio. La Black se encontraba en sus aposentos solo ataviada con una túnica negra que usaba cuando estaba sola quien la viera en esos momentos no la reconocería.

 

 

Suspiro antes de caminar hasta la ventana que daba a los jardines principales, al correr la cortina se dio cuenta que era entrada la mañana, una lechuza se dirigía hasta ella, por lo que rápidamente la dejo pasar, el ave dejo un sobre sobre la cama y salió como llego, de un solo aleteo. La chica tono el sobre y el escudo del Ateneo estaba impreso, sabia de lo que se trataba, lo abrió y solo le dio importancia a cuatro datos: lugar, día, hora y aula. Camino hasta su armario y sin siquiera buscar saco sus prendas, no es que fuera ordenada solo que tenia poca ropa para elegir y de la que si tenia, tendía a repetirse. Salió con un jean, remera blanca, chaqueta de cuero negra y zapatillas blancas, su varita golpeaba su busto desde la posición en la que se encontraba. Al llegar a los lindes de los terrenos desapareció.

 

 

El Ateneo se vislumbraba a unos metros de distancia, el olor a naturaleza , procedente de la vegetación, le inundo los sentidos, cerro los ojos para dejarse llevar por ese aroma, pero debía apurarse, ya que no quería llegar tarde, la puntualidad era una de sus reglas favoritas. Por eso los últimos metros los surco en pocas zancadas. Tomo el pomo de la puerta después de arreglarse la ropa y el cabello, suspiro resignada y avanzo. La claridad le dio la bienvenida al aula que era bastante espaciosa, los asientos estaban dispuestos en el comienzo dando espacio más atrás, en un principio pensó en un aula de defensa contra las artes oscuras. Cuando su vista se acostumbro a la sala tan soleada , después de varios parpadeos, encontró a la mujer que se encontraba en el escritorio y por lo cual impartía la clase. La conocía.

 

-Buenos días Anne, perdón profesora Gaunt

 

Sonrió de lado extendiéndole la mano, la peli violeta sabia, aunque no la conociera tanto, que las formalidades no iban con ella. Si la había sorprendido quien daría la asignatura ya que ese dato se le paso al ver la notificación de la mañana. Se lamentaba ser sola en la clase o era eso o el resto era impuntual.

 

@ @Jeremy Bartom

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Como amaba caminar en el Ateneo, pero más era su amor e interés por el conocimiento, es por eso que siempre se da sus vueltas buscando con impaciencia la oportunidad de tomar más clases, escuchar a otros también tiene su lado positivo, pero que mejor si participaba él mismo en las clases.

 

 

Como esta vez que el nombre y Conocimiento publicado en la pizarra de la Universidad, le animo a encaminarse al aula donde la Gaunt impartiría esa clase que le encanta al Ryvak.

 

 

Acostumbrado a moverse por el Ateneo, sin problema sus pasos firmes y que también estaban proyectaban su ánimo, le llevaron hasta la aula donde la Warlock ha hecho su cita.

 

Espera que ya todos los alumnos estuvieran, justo entonces era el momento ideal para hacer su aparición.

 

Tomo el pomo de la puerta y se adentro a esa aula donde se podía apreciar que algo daba mucha luminosidad, en el escritorio la profesora @ se encontraba aguardando, aunque una grata sorpresa fue ver a @@Alegna Black

 

 

Sonrió y realizo su habitual petición.

 

 

-- Muy buenos días, profesora Anne Gaunt que alegría verla de nuevo, esta vez no como compañeros, pero igual me llena de alegría. Señorita Alegna, también me es grato verla aquí. Bien, a lo que vengo profesora Anne, es a solicitar su permiso para permanecer en su clase como alumno oyente, pienso que me puede beneficiar mucho acrecentar los conocimientos que ya poseo, así que espero me sea favorable su decisión.

 

 

Hizo a un lado la capa negra, su camisa verde esmeralda se notaba ya que su hombro derecho estaba descubierto y debajo de su brazo el ojimiel llevaba su libreta de notas.

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Es todo” pensó el vampiro mientras se ponía la varita en la boca de forma horizontal para sostenerla, mientras que con una de las manos agarraba el ramo de flores azules Niguella Damascena y con la otra tomaba su chaqueta de cuero para ir poniéndosela, mientras caminaba hacia fuera del Refugio, donde podría desaparecer sin problemas.

 

Había tardado prácticamente una hora durante toda la semana encerrado en la biblioteca de la mezquita entre polvorientos volúmenes de flora y fauna de Irlanda para dar con alguna flor que pudiera llegar a ser la favorita de Anne. Había elegido esa porque solían llamarla Amor en la Niebla y le gustaba como sonaba.

 

-¡Jemy es tarde! –Chilló Rambaldo el pequeño elfo doméstico - ¡Debes ir al Ateneo!

 

-luse, no vemo lego - Lo saludó con un ademán de la cabeza, terminando de abrochar su chaqueta y sacándose la varita de la boca. El elfo era experto en decir cosas obvias y a él lo sacaba de quicio, aun así repitió su saludo - Nos vemos luego, Rambaldo.

 

El vampiro desapareció al salir a los jardines del refugio con destino a su lugar de estudio. No fue problema aparecer en el Ateneo, y empezar a caminar hasta el aula, o donde pensaba que podría estarlo. Nunca había estado allí. El lugar era inmenso con todo tipo de personas estudiosas con libros en los brazos corriendo por todos lados. El rubio era un mal estudiante no había llevado ni un pergamino, no aceptaba las reglas básicas, aunque esta vez haría una excepción porque le daba la gana.

 

Suspiró mientras daba vueltas buscando el aula, solo abría las puertas y se fijaba dentro para ver quienes estaban en cada aula, cuando no veía a la Gaunt se iba dando un portazo. No es que Jeremy fuera maleducado, es que era bruto por naturaleza. Vio algunos conocidos en las dos aulas que visito, la tercera fue la correcta. Desde afuera se fijó en su vestimenta, unos jeans normales color azul, remera blanca debajo de la chaqueta de cuero y se dio cuenta que no solo llegaba tarde, sino que estaba como un zaparrastroso.

 

Sin pensarlo más, el vampiro traspasó la puerta como si nada, pudo ver que había tres personas en la amplia habitación luminosa. Sonrió a la profesora que estaba en su escritorio y le dejó el ramo de flores sin decir nada. Al darse la vuelta pudo ver a Alegna y a Antony. Solo conocía a la bruja de cruzarla en el ministerio y en alguna reunión a la que había asistido, al hombre no lo recordaba de ningún lado. Les hizo una seña de saludo a ambos, y se acomodó en uno de los pupitres.

 

-Buenos días, Profesora Gaunt –Saludó volviendo a posar su mirada en la mujer de ojos grises - Lamento la demora, me perdí en tus…-”ojos, eres idi*** Jeremy, es la profesora” pensó y carraspeando agregó - Me perdí en el camino.

 

Se obligó a recostarse en el respaldo de la silla y cruzarse de brazos para no hacer más idioteces y estar atento a la clase. Quería aprobar ¿no?

Editado por Jeremy Barton

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No tuvo que esperar demasiado antes de que la puerta del aula se abriera por primera vez. Aún recordaba la anterior clase, cuando había visto por primera vez a Eileen, seguida por Hobbamock. Y tampoco olvidaría fácilmente lo extraña que había sido la lección de historia con ellos, porque habían hablado de todo menos de lo que habían ido a estudiar. Pero bueno, no era momento de recordar aquello.

 

Se alegró al reconocer a la recién llegada. Era una de sus compañeras de bando, Alegna. Pareció un poco incómoda por la claridad al principio pero luego se acercó hasta ella sonriendo y extendiendo una mano para saludarla. Anne la miró por un momento y luego se la estrechó correspondiéndole a la sonrisa.

 

Nada de formalidades, Anne está bien. Bienvenida, Alegna, me alegro mucho de verte —la saludó—. ¿Todo bien, querida?

 

Un movimiento en la puerta la hizo mirar más allá de la Black para ver quién entraba. En la lista solo tenía dos alumnos, y a ambos los conocía, pero el hombre que entraba ahora no era el alumno que faltaba. Se trataba de Antoni Tonks, habían coincidido alguna vez antes. También le sonrió, más cuando le dijo que le interesaba presenciar la clase en calidad de oyente. Anne le dirigió una inclinación de cabeza antes de acercarse y alargar la mano para estrechársela a él también.

 

Bienvenido Antoni, es un gusto que quieras pasar un rato con nosotros aquí. Obvio que puedes quedarte, es un placer.

 

Se volvió entonces hacia su escritorio para empezar la clase aun cuando le faltaba aún un alumno. Pensó que ganaría tiempo si empezaba a explicarles lo que harían en la clase mientras esperaban, pero justo en ese momento se abrió la puerta y la figura de Jeremy Askar apareció por ella dirigiéndose directamente hacia su escritorio, en el que depositó unas flores. Anne las conocía, eran las llamadas amor en la niebla. Le recordó a la conversación que habían tenido semanas antes, y no pudo evitar sonreir. Mientras él caminaba para sentarse en uno de las sillas destinadas a los alumnos, la Gaunt le siguió y, en cuanto se sentó y explicó el porqué del atraso, la warlock hizo un gesto con la mano para restarle importancia.

 

Bienvenido Jeremy, y no te preocupes por la hora, has llegado perfecto —dicho aquello, se inclinó y le dio un beso en los labios con suavidad. Luego se apartó y caminó de nuevo hacia su escritorio—. No te preocupes, todos nos hemos perdido por los pasillos del Ateneo alguna vez. En fin, creo que ahora sí estamos todos así que... vamos a comenzar.

 

«Una vez más, os doy la bienvenida a todos a clase, chicos. Os conozco a todos, y vosotros a mí, así que ya sabéis que las formalidades no van conmigo. Podéis tutearme y llamarme por mi nombre, pues así lo haré yo con vosotros si no tenéis inconveniente. Ahora bien, aquí estudiaremos un poquito de historia de la magia, y digo un poquito porque cualquier amante de la historia sabe que ésta se aprende en cualquier parte y de cualquier forma. Si venís pensando en tomar apuntes y leer libros antiguos, estáis equivocados. A mí me gustan las clases con... algo de acción. Es como mejor se aprende».

 

Hizo un alto en la charla para apartarse el pelo de la cara, estaba tan acostumbrada a llevarlo corto que la media melena ahora la estaba volviendo loca.

 

Lo primero que me gustaría saber es qué os ha motivado a cursar esta clase, tanto en vuestros casos como en el tuyo, Antoni —señaló a los tres presentes, sin hacer distinciones entre los alumnos y el oyente—. Y además, quisiera saber si tenéis interés por estudiar algún hecho o momento histórico de la sociedad mágica en concreto porque, si está a mi alcance, podremos centrarnos en él. Si no... yo escogeré qué hacer, tengo algunas ideas que podrían interesaros.

 

 

 

@@Alegna Black @ @

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¿Era posible que alguien se muriera de amor allí mismo? Porque Jeremy quiso hacerlo cuando Anne lo saludo con un beso en los labios, que correspondió sonriendo. Ya su día estaba mas que completo. Observó con los ojos brillantes de picardía, a la bruja volver a su escritorio para dar comienzo a la clase de historia.

 

El vampiro medito las preguntas un segundo, más que nada para darles tiempo a los demás alumnos a que respondan, mientras él podía pensar tranquilo. No sabía más de historia que lo muggle que había aprendido en la escuela. Todo en la asignatura seria prácticamente nuevo para sus ojos. Vería la historia de siempre desde otra perspectiva, basándose en los mismos hechos pero con condimentos mágicos.

 

-Empezaré respondiendo... -Rompió el silencio, tratando de ordenar sus ideas - En mi caso cualquier parte de la historia mágica estaría bien, tengo entendido que la magia nació en Egipto, pero no lo sé con seguridad.-Se encogió de hombros, mirando el piso brevemente mientras se perdía razonando en voz alta- Creo que las pirámides seguramente las construyeron magos y no extraterrestres como los muggles suelen pensar, en todo caso, cualquier periodo de allí me conformaría y me encantaría conocer -Fijó su mirada en Anne de nuevo y asintió con la cabeza.

 

No le importaba donde fueran, si es que se iban a algún lado. El Askar siguió mirando a la Gaunt a los ojos, podía sentir a sus compañeros alrededor suyo, por lo que no pudo evitar imaginarse lo que pasaría si partían al antiguo Egipto y se quedaban encerrados en alguna tumba faraónica con un montón de momias asesinas. Seguramente viviría eternamente maldito como consecuencia, si es que no perdía la memoria ¿No había maldiciones desmemorizadoras impregnadas en las paredes de las tumbas?

 

Sonriendo avergonzado, trató de cambiar de pensamientos algo más alegre, pero una absurda imagen mental de Anne, Alegna y Antony (Los triple A) viendo como él mismo, era aplastado por un pie de dos metros y miles de toneladas en el medio de la excursión, fue mucho, no pudo aguantar la risa, rompiendo el contacto visual con la profesora.

 

-Me olvide de decir el motivo por el cual tome la clase… -Volvió a hablar Jeremy como si no hubiera pasado minutos y no se hubiera dispersado en su mente. Centró su mirada, una vez más, en la mujer de cabello castaño y fue sincero por completo. No se cortaba en decir las cosas - Por ti, Anne.

Editado por Jeremy Barton

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Hubo un breve silencio desde que ella terminó de hablar y el primero de los alumnos se animó a responder. Éste fue Jeremy, y lo cierto es que Anne había imaginado que sería así. Tuvo que hacer serios esfuerzos para no reír cuando vio el brillo pícaro de su mirada. Tendrían la oportunidad de conocerse un poco mejor con aquella clase, de verse en un ámbito muy distinto. Aunque esperaba que aquello no molestara al resto de alumnos, a los que miró con gesto divertido antes de responder a lo primero que había dicho el Askar.

 

Es una creencia muy extendida y estudiada, sí —comentó, refiriéndose a la idea de que la magia había sido creada en Egipto. Pero ella discrepaba, por supuesto, a pesar de la extendida convicción al respecto y las supuestas muestras de algunos de sus colegas historiadores—. Pero a mí me gusta pensar que no y, de hecho, investigo al respecto siempre que me es posible. No creo que la magia como tal pudiera ser creada por nadie... es como hablar de la creación de la vida. La magia no puede depender de la creación de alguien, a no ser que hablemos de un ser superior que nos englobe a todos y todo —se apoyó en el borde de su escritorio, semi sentada, y se cruzó de brazos—. Lo más probable es que la magia haya sido documentada desde el Antiguo Egipto y de ahí viene esa idea pero es como te digo, muy posiblemente sea anterior. Es un tema muy interesante que podemos discutir e investigar más adelante. Y sí, casi todas las pirámides fueron construidas por magos o, al menos, reforzadas con magia. Reforzadas y protegidas —añadió con un toque resentido en la voz. Aún recordaba su última excursión a Egipto que casi le había costado la vida en algunos momentos... y luego le había traído problemas con el Ministerio de Magia egipcio. En el fondo, había sido una historia de lo más entretenida—. Gracias por tu respuesta, Jeremy. ¿Y los demás?

 

Esperó entonces mientras miraba a Alegna y Antoni. Éste era oyente, pero Anne quería que participara igual que los otro dos. Hubo algo en el rostro del Askar que le llamó la atención, como si se ruborizara por algo. Y estaba a punto de preguntarle qué le pasaba por la cabeza en aquel instante cuando él habló de nuevo. Y fue el turno de Anne de ruborizarse.

 

Vaya, eso es... inesperado —respondió, conteniendo las ganas de lanzarse hacia él. Se pasó la mano por el pelo y tragó saliva mientras mantenía la compostura como podía. Ya le pagaría aquello más tarde. Le miró, sonriente y con las mejillas aún sonrosadas—. Te lo agradezco, y espero que tu decisión merezca la pena hasta el punto de que, cuando acabe la clase, tu decisión de venir aquí por una persona se haya extendido también a la materia. Me esforzare en ello, de hecho.

 

Guardó entonces silencio y se incorporó, abandonando así su lugar en el escritorio mientras realizaba un gesto a Alegna y Antoni para que tomaran la palabra. Caminó hacia una de las estanterías de un lado del aula y comenzó a revisar unos documentos, armándose ya una idea de lo que harían a continuación en caso de que Alegna o Antoni no escogieran algún punto o momento histórico para estudiar.

 

 

 

@ @@Alegna Black @

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Al poco tiempo de llegar y saludar, la entrada de otro personaje arribo en el lugar. La Black se quedo murando al muchacho que llego, su jefe del ministerio. Sonrió sin poder evitarlo. Le caía muy bien ese niño, desde que llego al trabajo había contado con su consejo y casi protección, no había logrado mediar palabra cuando una tercera persona irrumpió en el aula, un joven que se le hacia familiar, al ver el gesto que tuvo con la profesora, recordó verlo babeando en el atrio por Anne. Aunque ese no era el único motivo, también le había sacado el envase de la cerveza de mantequilla que había comprado para bajar un sándwich.

 

Sofoco una carcajada a te la familiaridad que tenían ambos, y fingió una arcada ante la muestra de afecto entre los tortolitos, sin que nadie la viese. Se enderezo rápido al escuchar las palabras de la Gaunt, medito un momento antes de responder, pero el joven Askar se adelanto. Opto sentarse de manera que lo pudiese ver, clavo sus ojos y escucho cada palabra sin que su rostro cambiase y parpadeando menos que una persona normal. Revoleo los orbes hacia arriba, no porque lo que dijiese no fuese interesante sino por los litros de baba que se le veían al joven. Si seguían así, la única historia que conocería seria como llegaron a encariñarse ellos.

 

-Antoni no me dejara mentir, pero soy curiosa por naturaleza, me veo envuelta en situaciones que son irreales para cierto grupo de magos y brujas, necesito conocer tanto de una cosa como de otra, y la historia es maravillosa, es como ver un pensadero, pero leyéndolo, tengo una imaginación muy activa, es -callo, quería expresarse para que la entendieran-es como vivirla en cada línea, no se

 

Frunció los hombros, mientras cambiaba de posición para sentarse mas derecha y cruzar las piernas medito la siguiente pregunta, ya había visitado Francia del 1700 y el reino unido en 1890, el primero por un descuido y el segundo por asuntos de trabajo, un momento en especial, pues los improvisados eran las mejores experiencias.

 

-Sorprende Anne - sonrió de lado, dejándose ver entre maliciosa y adorable, como un oso panda que quieres abrazar pero sabes que en el mayor descuido te arrancaría el brazo

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Se puso alegre cuando Anne le respondió que si era bienvenido a la clase, y fue mucho más su entusiasmo cuando notó que aquella gentil castaña que en otras ocasiones compartió experiencias, le trataba igual a los demás sin hacer distinción y por eso le enviaría en cuanto pudiera, algún ejemplar de los que Darla Potter le proporcionaba en pedido especial, seguro que la Gaunt, era tan apasionada a la lectura como él.

 

 

Mientras el compañero inicio a responder, él coloco la libreta de notas sobre la superficie del mesabando donde se sentó, como Anne había dicho que no leerían ni harían anotaciones, dio un golpecito ligero a la libreta pronunciando en voz baja: "Reducio" y la libreta se hizo tres veces más pequeña, entonces la tomo y tranquilamente la guardo en el bolsillo interno de su capa, había escuchado lo que el mago había dicho sin verle en ningún momento.

 

Fue cuando él comenzó a pensar que quizás fuera como decía Alegna, ya que su amiga mencionaba ser muy curiosa...--Ya lo creo, pero estaría más correcto si dices que "somos" muy curiosos además de amar el descubrir y conocer el mundo -- Y sonreí mientras hacía con mi mano una señal de ok como ellos habían expresado ya su respuesta, me humedecí los labios para comenzar a responder-- Yo quiero tener una perspectiva de lo que fue y que influyo en nuestro presente, como por ejemplo, se dice que hubo en el pasado gente mágica que solo utilizaba sus manos para realizar magia, incluso hay manuscritos que aseguran que el gran mago Merlin en sus principios no utilizo varita mágica y algunos otros dicen que si, lo cual me intriga en saber, ¿cuál fue el momento histórico en el que se comenzó a utilizar las varitas para vincular la magia y si el predecesor de las varitas fue el báculo o son totalmente distintos?

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Los pensamientos de la Gaunt se ordenaron rápidamente cuando alguien más intervino en la conversación, haciendo así que pudiera apartar la mirada de Jeremy. Afortunadamente había conseguido recuperar el color natural de sus mejillas, dejando atrás el sonrojo por las palabras del Askar. Miró a Alegna entonces mientras ésta hablaba y asintió ante sus palabras, entendía lo que quería decir porque ella sentía lo mismo al respecto. Y amplió el gesto cuando indicó que no tenía preferencias con una sencilla petición de sorpresa. Y eso intentaría, por supuesto.

 

También habló Antoni, y le dio a la charla un enfoque muy interesante que podía servir a la Gaunt como punto de inicio. Decidió agarrarse a aquella idea mientras asentía con la cabeza una sola vez con la mirada fija en el techo.

 

Gracias a ambos, Alegna y Antoni, por compartir vuestros intereses conmigo. Yo también soy muy curiosa, creo que es uno de los rasgos más comunes que tenemos los amantes de la historia. Respecto a lo que decías... —miró a Antoni y le hizo un gesto con la cabeza para indicarle que hablaba de sus palabras— llevas razón, antiguamente la magia no requería de ningún instrumento para hacerse visible. Pero ahora tampoco, solo que no estamos acostumbrados a verla así, en su forma natural y con una manifestación que no pase por un instrumento mágico —detuvo su explicación mientras ordenaba sus ideas—. Es más... estoy segura de que todos habéis visto magia hecha sin varita. Por ejemplo, en un metamorfomago que cambia su apariencia, o un animago que cambia su apariencia de humano a animal, y viceversa, a placer —les explicó—. Es más, hay hechizos y conjuros para los que no se requieren varita, aunque ahora mismo no caigo en ningún ejemplo —sí tenía alguno en mente, pero no podía decirlo porque, aunque dos de los presentes eran compañeros suyos de la Marca Tenebrosa, Antoni no lo era. No podía descubrirse ante él, menos en un sitio como aquel. Guardó aquellos pensamientos debidamente en su mente, siempre protegida por la oclumancia.

 

Caminó un par de pasos para ponerse junto a su escritorio, en un espacio despejado que siempre dejaba ahí adrede entre éste y el ventanal.

 

No hay una confirmación de lo que te voy a decir, pero sí una idea aproximada que es la que la mayoría de los historiadores tomamos como verdadera, Antoni —dijo entonces, mientras sacaba su varita de un pliegue de su túnica azul oscura— la magia no es algo que se pueda dominar al completo, eso lo sabéis los tres como magos que sois. Posiblemente, se generalizó el uso de la varita porque es un canalizador de magia. En otras palabras, es una forma de controlar el poder mágico de cada persona para hacer que éste funcione... mejor. No por la calidad, sino por la cantidad. Y tienes razón, Merlín tenía la capacidad de hacer magia con una mano, o a través de su bastón. Aunque nosotros también vemos cosas similares, ¿no? Por ejemplo, con los amuletos de los poderes uzzas —se llevó una mano al pecho, pues bajo la túnica llevaba todos los amuletos que tenía hasta el momento—. Todos estos canalizan distintos poderes para que el mago o bruja que los porte pueda usarlos. Por tanto, no necesitamos la varita para usarlos, ¿se entiende? Disculpadme un momento.

 

Dicho aquello, mientras les dejaba meditar sobre lo que acababa de decirles, alzó la varita un poco por encima de su cintura y extendió la mano derecha más o menos a la misma altura mientras concentraba su poder mágico.

 

Fulgura nox.

 

La magia fluyó entonces y en el aire frente a la warlock hubo una especie de vibración que pronto se convirtió en un portal un poco más alto que ella y el doble de ancho. Suficiente para que pudieran pasar los cuatro.

 

Bueno, puesto que los tres sois curiosos y habéis venido a aprender historia conmigo... os invito a acompañarme a la Edad Media, a la Britania del Rey Arturo. Con un poco de suerte, podremos conocer a alguno de los aprendices del mago Merlín. O quizás al mismo Merlín en persona. O incluso a su enemiga Morgana... —les sonrió de forma tranquilizadora, no creía verdaderamente que Morgana le Fay estuviese por allí rondando justo al momento al que ella los iba a transportar—. Cuidad vuestra apariencia, por favor. No debemos desentonar en la época. Cuando estéis listos... adelante, yo iré la primera.

 

Dicho aquello, se miró de reojo a sí misma. Llevaba la túnica tan sencilla que podría servirle en la edad media, aunque echándose una capa encima, por lo que hizo aparecer una capa gris oscura con capucha, aunque la dejó sobre sus hombros. Mientras lo hacía, el pelo le creció más hasta quedarle, prácticamente liso, a la altura de la mitad de la espalda. No era habitual una mujer de pelo corto en el medievo. Hecho aquello, realizó un gesto a sus alumnos hacia el portal y lo atravesó.

 

 

 

Reapareció en un paraje muy distinto del que presentaba el Ateneo de conocimientos. Estaban en una especie de prado, con árboles frondosos y matorrales a su alrededor. A lo lejos se escuchaba el entrechocar de los aceros y voces masculinas que parloteaban y reían de vez en cuando. Posiblemente era un campamento. «No he calculado bien, demonios», pensó. Quería aparecer a las afueras de Camelot, pero quizás se habían desviado un poco. Bueno, no importaba demasiado. En cada destacamento de soldados del Rey Arturo llevaban siempre un mago. O si no, un aprendiz. Podrían observarlo o incluso conocerlo del mismo modo antes de ir a Camelot. Aunque antes de decidirlo... habría que comprobar que no estuvieran en un lugar peligroso, claro. Miró el portal, a la espera de los chicos.

 

 

 

 

@ @ @@Alegna Black

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