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• Mansión de la Familia Macnair • (MM B: 86385)


Pik Macnair
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Tomé amablemente la copa que ella me entregó y la puse sobre una mesa que se encontraba cercana a una de las paredes de la sala de estar. Al parecer la señorita no me había prestado atención o se encontraba pensando en otra cosa pero para evitar generar alguna molestia decidí tomar la copa y solo depositarla en otro lado.

 

Decidí tomar asiento justo frente a ella, con mi copa llena de sangre en una mano mientras que la otra se posaba sobre una de mis rodillas.

-Es curioso, el realidad... conocí hace mucho tiempo a algunos de sus ancestros, aunque desconocía de la existencia del mundo de la magia. Hace algún tiempo me enteré de la existencia de su mundo pero con la caída del estatuto de secreto fue que decidí venir aquí, y dado que había mantenido contacto con su familia no me fue muy difícil localizar a la señora Cissy- Trataba de analizar con cada palabra que pronunciaba la cara de mi interlocutora, después de todo yo no quería importunar.

 

-Si que es un poco pesada la niña, ¿eh?- No puedo negar que a veces Rita hacía observaciones muy buenas y puntuales, cómo la que acababa de hacer. Me limité a sonreír en silencio y a pensar afirmativamente.

 

-Pero, a su madre no le conozco todavía señorita, solamente hemos intercambiado correspondencia. Esperaba verla por aquí al llegar, espero no demore mucho en volver.- Levanté mi brazo y di un pequeño trago al líquido carmesí que yacía en mi copa y sentí una tranquilidad y un alivio inmenso... Había sido un viaje largo y justo hasta ese momento podía relajarme por la cuestión de la comida.

 

--Y bien, ¿que me puede decir de usted? - Continué observando su cara de desagrado esperando que en algún momento cambiara y me dispuse a escuchar si la señorita deseaba contarme un poco de ella.

 

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—Entonces no eres un mago— Soltó el decirle eso de frente, odiaba que la gente que no venía de una familia mágica, simplemente se le ocurriera intentar aprender magia. Era un insulto para su comunidad y eso era lo que queríamos erradicar con la caída del secreto, no tener fanáticos llenos y viniendo por nuestras mansiones.

 

Arrugado un poco el entrecejo, su madre debía tener una muy buena excusa para haberlo invitado a venir y además ser ¿Su aprendiz o protegido? Ya no sabía ni como decirle o nombrarlo. Le dio un largo trago a su bebida y se tranquilizó un poco, tampoco era tonta como abalanzarse contra un vampiro, había algunos que desarrollaban magia pero sólo al ser convertidos.

 

—Pues es difícil decirlo con mi madre, como le comentó lleva días sin aparecer y a veces sólo lo hace en ocasiones sin que nadie se de cuenta. Así que sólo estamos usted y yo en esta gran mansion— "Genial" pensó con sarcasmo, su cara no era otra más que de fastidio, pero sin duda el vino que estaba ingiriendo la estaba tranquilizado y clamando poco a poco su semblante.

 

—No hay mucho que contar sobre mi señor Albus, trabajo como medimago en San Mungo. Protejo la mansión tanto como puedo y tanto como usted siendo vampiro disfruto de torturar Muggles— sonrió un poco, esperaba que al mencionar lo último simplemente sintiera por compartir gustos —Un simple Hobbie, que se volvió un trabajo más arduo con la caída del secreto. Se creen con el derecho de pensar que son la raza más poderosa, lástima que están muy equivocados.—

 

—Pero cuénteme, ¿Sabe usted hacer magia? O ¿Sólo es un simple vampiro deseoso por aprender de alguna bruja o brujo? Porque si es así, no le va a funcionar se nace con la magia y viene de generación en generación. No se aprende como los trucos baratos que hacen en las vegas— inquirió y espero su respuesta, si podía ser una persona molesta al principio. Pero cuando me llegaban a conocer era más calmada y hasta bromista, sólo había que dejar entrar la confianza y no cualquiera se la ganaba.

 

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Mientras la señorita Macnair hablaba yo solamente alternaba mi visión entre sus ojos, su cabello y la hermosa decoración de la mansión, aunque no pude evitar dar un brinco, cómo si me hubieran picado con una espina cuándo me dijo que yo venía sólo a buscar aprender.

 

-No, señorita. Mi familia tiene ascendencia mágica, pero yo siempre me dediqué a viajar y disfrutar del arte. Ha coincidido que la revelación de su mundo se me ha informado que tengo sangre mágica también. Me han explicado que sin sangre mágica tener una de éstas es sumamente peligroso.- Acto seguido busqué en el interior de mi saco y extraje una varita curiosamente larga, según me habían comentado, de una madera gris con unas vetas muy marcadas e interesantes. -Siento que es muy simple pero creo que funcionará, aunque en lo personal me gustan cosas un poco más... ostentosas. Es de madera de acebo con núcleo de pluma de fénix. No tiene porqué preocuparse, no he venido a aprender magia desde 0, está en mi sangre.- Seguí jugueteando con la varita en mi mano mientras daba otro pequeño trago a la copa de liquido carmesí.

 

-Por alguna razón creen que todos los vampiros torturamos personas, ¿por aquí todos lo hacen? De dónde vengo tratamos de mantener un perfil bajo e incluso nos llevamos muy bien con la gente, así mi familia se ha quedado siglos en la misma comunidad. Muy interesante su profesión, aunque para mi el arte siempre será lo más preciado de la vida.- La chica estaba siendo insiciva, supuse era por el hecho de llegar a su casa sin su consentimiento o sin que ella estuviera enterada.

 

-Pues... supongo que nos veremos más seguido ahora, ¿eh?. - Le dediqué la mejor de mis sonrisas, dejando ver mis afilados colmillos esperando pudiera ablandar un poco la actitud de la señorita, aunque ciertamente no esperaba que resultara.

 

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Sin duda me había relajado al saber sobre su descendencia y ascendencia mágica, no me daba cuenta que mis nudillos estaban tan contraídos que cuando solté un pequeño suspiro se relajaron por completo.

 

—Bueno es muy grato saber que si es un mago de naturaleza, no tolero a las personas que quieren aprender magia sin ninguna pizca de ella en su cuerpo— un escalofrío recorrió su cuerpo dando a entender que en verdad decía sus palabras con total sinceridad —Pues podemos ir al callejón para conseguirle una mejor varita que la que tiene, hay un par de tiendas que cumplen las expectativas.—

 

—Bueno sin duda la mayoría de los vampiros disfrutan la masacre y lo que conlleva, el extraer hasta la última gota de sangre de sus víctimas es sin duda una experiencia gratificante. No me lo han contado porque por mi Licantropia también lo eh sentido, pero no en tal grado como ustedes— comente mientras lo seguía escuchando hablar del arte y su afición —Pues obvio no lo hacemos aquí en la mansión, pero sinceramente para pertenecer a la familia tienes que adaptarte a la parte oscura de ella. Empezando por Cissy, ella me enseñó todo lo que se.—

 

—Si, creo que nos bastante seguido si usted se quedará en la propiedad— sonreí un poco ante su animosidad, era difícil tener que ser tan mezquina con alguien que sólo quería conocer y encajar en la casa y ella había esperado un tiempo a otra alma con la cual congeniar en aquella solitaria mansión.

 

Tomé todo el líquido que quedaba en la Copa y sentí como bajaba por mi garganta y recorría su interior con un leve pero agradable calor. Cerré un momento mis ojos disfrutando de la sensación, al volver a abrirlos sonreí un poco más en dirección a su interlocutor.

 

—¿Quiere un paseo para conocer la mansión? Es bastante grande y se podría perder si no se la enseñó antes— llene hasta el tope una vez más mi Copa, y me levanté de mi asiento con mucha fluidez. Mire a Albus con una ceja levantada, invitandolo a que se levantara y la acompañara.

 

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Era curioso interactuar de una manera tan pacifica con alguien que llevaba la licantropía dentro de sí, pero al parecer todo estaba cambiando, y yo tenía que hacerlo también. -Vaya que de pronto bajó la guardia la niña...-

-Que te puedo decir, Rita, es mi sonrisa tan encantadora.- Mi respuesta fue un acto reflejo sin pensar que mi interlocutora podría preguntarse con quien hablaba, así que de inmediato me levanté, tomé un poco de sangre de mi maletín y vertí el líquido en mi copa para igual que la señorita Ariadna.

 

Tomé un pequeño lazo plateado de una de las bolsas de mi saco y anude mi cabellera en una cola para evitar que estuviera revoloteando por mi cara y quedé a la espera de que mi nueva hermana me diera un tour por la que sería mi casa en el futuro próximo.

-¿Es complicado para usted llevar su vida con la licantropía? He sabido de algunos que toman una poción, no recuerdo el nombre, para que las transformaciones no sean tan... desastrozas.

 

Con la varita en la manga del saco empezamos a caminar para salir de la estancia y empezar a recorrer la gran mansión de la familia Macnair

-Tengo una especial afición por las artes oscuras, el ocultismo y cualquier cosa que pase de lo gris a lo oscuro, pero siempre manteniendo un perfil bajo... Es cuándo se pueden liberar los más bajos instintos sin preocupación. Me contaron que tienen un Ridgeback Noruego, ¿es cierto?- Dí un pequeño trago a la copa dejando mis labios un poco manchados de sangre. Tal vez debía dejar que la señorita fuera mi guía y permitir que fuera ella quien hablara.

 

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Vi cuando se paró y comenzó a murmurar algo, pensando que era algo hacia ella decidió mejor preguntar —¿Disculpa me hablas a mi?— fruncido el ceño mirándolo pero encogió los hombros y decidió que mejor siguieramos con el Tour.

 

—Si bueno mi vida es normal como la de cualquier mago, simplemente tengo que cuidarme con los días de Luna llena y la poción que menciona disminuye los efectos negativos de la transformación, pero no es una garantía. Aunque todo mejora en buen grado cuando te entregas a tu naturaleza y no peleas con ella, después puedes transformarte a voluntad sin necesitar la Luna llena— estaba hablando mucho, era raro en mi con gente que no conocía, pero últimamente había estado haciendo amigos por todas partes, a pesar de ser tan gira la alTunas veces.

 

Subieron por la escalera que daba a las habitaciones para mostrarle donde dejar las cosas que llevaba en su portafolio y los cuartos de los demás familiares ausentes de aqueola mansión.

 

—Lamentó desepcionarte, pero Cissy decidió llevarse al dragón para la reserva, así que no lo verás por aqui— comentó mientras llegaban al pasillo largo que daba a las habitaciones eran un sin fin de puertas que parecían no acabar, y sólo era el ala este de la mansión, aún faltaba el otro lado donde se encontraban más habitaciones la biblioteca y algunas salas de estar.

 

—Bueno en este pasillo por orden están las habitaciones está primera de la derecha es la mía, la siguiente la de mi hijo. La que sigue la de Pin a el nunca lo verás por la mansión, la que está aquí enfrente a la izquierda es la de Arya, ella viene en ocasiones y la del fondo es la de Cissy— quedaban dos habitaciones entre la de su madre y ella señaló la que estaba después de la de Arya —tu puedes quedarte en esa, está desocupada hace mucho tiempo así que puedes dejar tus cosas y luego Artemis pasará a limpiarla mientras te enseñó lo que queda de la casa—. Lo acompañe hasta donde estaba la habitación y me quedé afuera mientras el entraba a conocerla.

 

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Era realmente impresionante la mansión de la familia, bastante grande y ostentosa. Seguí a la bruja por los pasillos y corredores hasta que subimos la escalera. Me comentó que Cissy había decidido llevar al dragón a una reserva... Era una lastima, esa bestia me sería en extremo de mucha utilidad. No le tomé más importancia ya que era algo simplemente fuera de mi alcance y seguí caminando.

 

Intentaba recordar todo lo que me mencionaba, la habitación de Cissy, la de ella, la de Arya, la de Pin... bastante que recordar. Me encaminé hasta la puerta de la habitación que me indicaron y entré a paso lento. Era una habitación amplia, con lo básico en ella, pero todo con cierto lujo. Estaba una gran cama casi en el centro, 2 mesitas de noche, una mesa de centro, algunas sillas altas desperdigadas por la habitación.

 

Todo se encontraba limpio pero cubierto con una fina capa de polvo. Decidí dejar mi maletín sobre la mesita de centro, a fin de cuentas era todo lo que traía conmigo, ya que ahí tenía todo lo que necesitaba. Me quité mi gabardina y la puse en la cama, girando lentamente sobre mis talones y observando la que sería mi nueva habitación. Era extraño, estar ahí con gente que no conocía, y que de alguna manera ellos fueran mi nueva familia. Que más daba... Así es la vida de misteriosa.

 

-Es linda, me agrada. Supongo que la podré decorar un poco cuándo me asiente de manera completa, ¿correcto?.- Ariadna había suavizado su tono, se encontraba más amable, un poco más dispuesta a mostrarme todo lo que había en la mansión... Esperaba que también pudiera mostrarme un poco de su vida, ya que ella era la primer persona con la que tenía contacto en ésta nueva vida.

 

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  • 2 semanas más tarde...
La última vez que hubo puesto un pie en su antiguo hogar recordaba un panorama por completo distinto. En ese momento, a la tenue luz del atardecer otoñal, lucía irreconocible en medio de los enormes nogales que abrazaban la gran edificación desde sus jardines laterales, separada de él por la enorme verja que daba a la calle y el extenso paseo adoquinado hasta su porche. Y es que muchísimo antes de que llegase a tener siquiera un nombre en este país, en esta diminuta coyuntura del universo, las enormes puertas frente a él fueron las primera (y las únicas) que le tendieron una mano solidaria. Por ese suceso y por muchos más, el exorcista viviría el resto de su existencia agradecido con las matriarcas de tan renombrada familia. Hacía sólo unos segundos que se había aparecido, en medio de lo que parecía un pequeño incendio generado de la nada, entre brazas blancas y plateadas, similares a la luz que produce la luna llena sobre un lago de aguas turbias.
No era capaz de extraer de su memoria la cantidad exacta de tiempo que llevaba fuera de Inglaterra, lo que resultaba abrumador. Después de su pequeño paso por el Callejón Diagon en busca de restaurar sus propias motivaciones y recuperar la paz de su alma, pareció sólo un sueño difuso tras volver a las trincheras de la lejana China, donde aún se libraba la batalla poseer los pergaminos Arcadios, objetos mágicos sumamente poderosos que podrían cambiar el curso de la historia. Sin embargo, y más allá de toda premisa, las partes en guerra llegaron a un acuerdo que puso fin al conflicto, horas después de un par de firmas a un viejo papel que yace en una urna desde hace unas semanas. Ahora, era libre... De nuevo. Irónicamente, cuando ya no se pertenecía ni tenía a donde regresar.
<<¿Y, entonces, qué hacemos aquí?>> Inquirió, su doppelgänger, en medio de algunas risillas.
-Vengo a recuperarla.- Se dijo a sí mismo en medio de un ligero suspiro.
Acomodaba las mancuernas de su gabardina negra, un obsequio de uno de sus generales en Shangai, mientras miraba sus manos. Había demasiadas cosas que debía considerar antes de irrumpir en su antiguo hogar, como la posibilidad de no conservar los permisos necesarios para aparecerse dentro, o atravesar el portico, o llegar a ser detectado por los escudos. Quizá, la que fue su habitación podría no existir y podría ella ya no estar en la misma estancia en la que llego a la mansión antes de ser la matriarca. ¿Y qué pasaría si Pik llegaba a verlo? ¿O algún hermano de Sybilla? Cada probablidad corría por la mente inquisitiva y milimétrica del Walker, que desprendía las ideas como pequeños hilos que enmadebajan cada uno de los cabellos plateados que caía de su cabeza.
Levantó la vista y sonó su garganta en un siseo. Como si no hubiese pasado el tiempo, tomó la reja cuan muggle cualquiera, abriendo el cerrojo del hierro atropellado por los siglos, aún de pie, luchando contra la realidad que buscaba extinguirlo. Andó con las manos en sus bolsillos, la varita al interior de su gabardina y el cabello anudado en una coleta mediante una tira de lino rojo. Su caminata hasta el porche tomó mucho más tiempo de lo esperado, pues sus sentidos se hallaban en constante alerta ante una inminente autodefensa de la mansión; con el corazón en la garganta y su respiración serena, tomó el pomo de la puerta y se adentró en la enorme edificación, que mostraba su imponente y lujoso vestíbulo, capaz de deslumbrar ojos virgenes de maravillas. Dentro, se despojó de sus zapatos y tomó a Solem, su varita, a pretención de cualquier imprevisto.
Le tomó uno par de segundos centrarse en el lugar exacto de la casa al que debía ir, pues los maori en sus brazos tardaron en reaccionar a la esencia de la mitad demonio. Andó a pasos rápidos y silenciosos que parecían susurros sobre la madera, pues sabía que la casa era capaz de amplificar cualquier sonido. No obstante, se vio en la penosa situación de ahogar un grito y detenerse súbitamente con el estómago en sus pies, pues dar la vuelta al pasillo que daba a las escaleras, la vio.
Parecía inmaculada, milagrosa, como la imagen de alguna santa perteneciente a la literatura de las doctrinas muggles. Estaba de pie, frente a una ventana que derramaba la luz mandarina del ocaso sobre su espalda y sus cabellos, mirándole desde la cima de las escaleras. Perplejo, el ojiazul le reconoció al instante, pero le costó asimilar lo mucho que había cambiado.
-¡Ámbar!-

@ @@Arya Macnair

http://i.imgur.com/LxpxhTU.jpg
~ Reality Is Subjetive ~

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  • 3 semanas más tarde...

Ámbar Delacour

No necesitaba que la vigilaran, el doctor había dicho que todo estaba bien, y que gracias a el rápido accionar de quienes la rodeaban tanto ella como los gemelos se encontraban en perfecto estado, más desde el parto pude dejar de deambular frente a su puerta, aun sabiendo que resultaba absurdo, parecía un buitre acechando a su presa desde lo alto de un despejado cielo. Había entrado una sola vez para conocer a mis hermanos, eran dos enormes bebés chillones, uno más que el otro, se consolaban mutuamente cuando los dejaban solos en su cuna, se aferraban las manitas regordetas; aun no sabía de qué color tendrían los ojos pero estaba convencida de que ninguno se parecía a mi, o a mi padre.

 

Por un momento llegué a creer que lo que sentía eran celos, más me regañé a mi misma porque acababan de nacer ¿Qué sabrían acerca de la vida o de la familia que les tocó? les tomaría años descubrir todo acerca de las maldiciones, las muertes que cargaba cada Macnair sobre los hombros y, por supuesto, sobre quién era su madre. Pensar en ello me llevó a la conclusión de que solo temía que Arya se comportase como lo hubo hecho conmigo, para fortuna había tenido siempre cerca a tía Cissy para cuidarme, además de mi abuela Mei ¿Pero quién había estado para mi cuando nací? la veía cantarles y acariciarles mas mejillas pero sabía que no había sido así antaño.

 

—¿No dormirás? mañana tenemos examen, el último antes de volver a casa por Navidad

 

La voz de Kalevi me tomó por sorpresa. Giré lentamente despegando la vista de la ventana y le sonreí, mi primo y yo éramos muy apegados, casi como hermanos, nos amábamos, o al menos yo a él, con locura. Asentí lentamente y le dije que fuese apagando la leña del cuarto para evitar un incendio, que pronto lo alcanzaba. El hijo de Juliette y yo compartíamos habitación además de secretos y confidencias. Bien podría decirse que un niño y una niña de 11 años deberían tener su propia privacidad, más aun nos considerábamos niños, nos comportábamos como tal.

 

El sol pronto se pondría, quería ver a los gemelos una vez más, escabullirme en la habitación irme segura de que nadie les haría daño. A veces, cuando comía mucho dulce antes de dormir, solía tener un sueño repetitivo en el que solo podía ver oscuridad más oía fuertemente el latido de un corazón, luego el de dos, gritos, llantos y más gritos, luego veía una cegadora luz y saboreaba la sangre. Nunca lo hablé con nadie, ni pensé en analizarlo, consideraba que era una pesadilla por comer de más y ya. Sin embargo ahora sospechaba que tuviese algo que ver con mi llegada al mundo.

 

—Tonterías...— Susurré sacudiendo la cabeza, giré sobre mis talones y me dispuse a marchar.

 

En lugar de ello mis pies se afincaron al suelo. Al final de la escalera un hombre de cabellos plata me observaba extasiado. Mis manos se aferraron a la blanca tela del camisón, algo asustada, tenía demasiado tiempo sin verlo y el viaje a aquella burbuja temporal había afectado ligeramente mis recuerdos, considerando que cuando los Macnair se marcharon yo tenía cinco años y al volver, tras un pacto con Isthar, desperté teniendo 11. Pero no demoré en reconocerlo y el corazón en mi pecho empezó a latir como un loco, las lágrimas de felicidad se me escaparon por los ojos, enormemente abiertos, sin dar crédito a lo que veían.

 

Mi cerebro, alarmado, me puso en sobre aviso, si mi madre lo veía iba a darle algo pero ella no podía ser siempre el centro de atención. Entonces usé el barandal de seguro y corrí, casi me lancé, escalera abajo, hasta aterrizar en sus brazos. Confiaba en que me atraparía y eso hizo, le protegió.

 

—¡¡Tío Allen!!

 

Grité, amortiguando mi aguda voz en su usual gabardina, olía a viento y aventuras.

 

@@Allen Joe Walker

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Al pocorato momento de llegar, ya sabíamos que estábamos separadas Arya y yo y por el otro lado Alessa y Cissy. Así que para no perder más tiempo había que empezar con los hechizos. Agarró fuertemente la varita que ttraía en la mano y subiéndose las mangas de su gabardina lanzó el primer hechizo.

 

Este hechizo iba dirigido a Alessa, así que gritó fuertemente —Zancadilla—, lo cual provocaría que la bruja trastabillara y ocasionará que les diera tiempo para poder lanzar los siguientes hechizos.

 

Se volteó hacia su madre y sonrió fuertemente, Tal vez sería la unicaprimera vez que tendría la oportunidad para poder atacarla libremente y sin que tuviera repercusiones, dirigió su varita en la dirección de Cissy y gritó fuertemente —Babosas— el hechizo lo que iba a hacer sería provocar que lanzará babosas por la boca y se le dificultará enormemente pronunciar los hechizos. Esperaba que su prima Arya fuera mejor en duelos que ella, porque sinceramente estaba un poco nerviosa por lo que pasaría con aquel simulacro.

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