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☦ Catemaco's Magic☦ (MM B: 111338)


Valeskya Granger
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Por alguna extraña razón, en el correr de la noche habíamos llegado a un punto extraño en el que no terminábamos gritándonos nuestros puntos de vista de manera irracional e intolerable, y casi no se notaba ya que cada uno ponía de su parte para que hubiera paz. Quizás todo aquello se terminara en cuanto saliéramos de aquel local rodeado de misticismo y magia antigua, o quizás habíamos tenido un cambio radical en nuestra forma de relacionarnos gracias al mismo flujo de esa magia que sabía más que lo que queríamos, lo que necesitábamos.

 

Hablar de Seishiro era sin duda el tema más delicado, más delicado que hablar de su pasado, del amor, más delicado que hablar de Sil, era hablar del niño. Aunque la joven lo ligara, yo sabía, o al menos quería creer que ella era consciente de que el niño estaba ligado a ambos por decisiones de su madre, al fin y al cabo si yo lo había absorbido para mí, es porque la joven de cabello negro y ojos violetas no había querido hacerse cargo de la parte que le tocaba. Aunque siendo brutalmente honestos ¿le habría dado yo ese lugar? No podía menos que dudar de mí mismo.

 

Por lo pronto, al menos había prestado atención a mi crianza, aquello ayudaba a quitarme la venda de los ojos de algo que si bien sabía, no había querido reconocer del todo. Sincerarse era incluso una necesidad inmortal. Sus palabras eran bruscas, pero tampoco era que pudiera quitarles verdad, por más que quisiera sabía que la atención en exceso podría resultar asfixiante, si yo mismo me había asfixiado hacía años y ya siendo un adulto hecho y derecho, no me imaginaba alguien que en pocos años sería un adolescente. Naturalmente no estaba en mis planes doblegar su carácter y su voluntad para que fuera un esbirro obediente.

 

-Sí... yo mismo pasé por eso en algún momento de mi vida, y no quisiera que él sintiera lo mismo -comenté amargamente- entiendo tantas cosas, a su vez entiendo a la persona que supo asfixiarme, y comprendo que lo hizo sin maldad... pero eso no quita el sentimiento de uno. Piénsalo... creo que vuelco mis frustraciones en él, el abandono de mis padres, no quiero que él note el suyo y me descontrolo. Consideraré de verdad la educación formal para el niño.

 

No necesitaba que ella me dijera que era preferible soltarlo un poco ahora para no alejarlo toda la eternidad, era de esos casos de perder para ganar. Pensar que si necesitaba ayuda recurriría a mí antes de buscar a otras personas con tal de no verme la cara y no vuelva a encarcelarlo en una jaula de oro. Quizás Valeskya me ayudara a encontrar un buen lugar; es más, quizás a partir de aquel día, mi hermana pudiera mostrar más intereses en que no destrozara la vida de su ahijado. Así menos ella ya había visto que no era un completamente cerrado.

 

-Aceptaré tu ayuda y asesoría si quieres dármela -respondí antes del cambio de tema- No sé mucho de esa materia, sólo conozco los números que reflejan mi patrimonio -reí ante el mal chiste- pero estoy dispuesto a que interpretes los números para mí. -Miré hacia arriba, el cielo aclaraba cada vez más. Esperé que me invitara a entrar

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La ojivioleta suspiró al escuchar las palabras de su hermano; por alguna extraña razón, estaba esperando que le echara en cara que ella también había tenido que involucrarse con la educación de Seishiro, pero tal vez al ver esa devoción de su parte o quizás fue porque todo eso ocurrió en un momento en donde ella estaba pasando por muchos cambios en su vida, que se había hecho a un lado casi sin darse cuenta. Pensó en todo lo ocurrido y recordó que también había tenido mucho que ver, el hecho de lo que ese niño representaba para la joven; incluso pensar en eso le traía un mal sabor de boca.

 

Eran varios los motivos por los cuales ella había dejado que el ojiazul tomara por completo las riendas de la situación. En parte había sido bueno, Seishiro era el motivo de vida que le había dado a Joaquín para seguir adelante; después de todo lo que sabía y de las propias palabras de él, sin ese pequeño, seguramente en esos momentos ya no quedara nada de él. Con el transcurrir de los años, no todo había resultado tan catastrófico como Valeskya lo había vaticinado, sino que de una forma u otra, había asegurado la permanencia del Granger con el resto de la familia y que actualmente eso fuera un motivo de comunicación entre ambos.

 

Esperaba también que todas esas cosas que le había echado en cara al Granger sirvieran al menos para que tomara conciencia de lo que estaba haciendo; sin embargo, tal y como había tomado postura desde el nacimiento del pequeño, no se involucraría más en ese tema, le resultaba estresante y hasta desgastante tener que estar en ese círculo vicioso del que al menos ella no veía avance. Su mirada se posó en su hermano, quien parecía aceptar el cambio brusco de tema, tras lo cual ella no hizo más que suspirar y dirigirlo nuevamente hacia la entrada del negocio.

 

El lugar lucía tan silencioso como desde el día en que habían abiertos: las estanterías tenían infinidad de souvenirs, en una pared estaban los muñecos vudú, de diferentes colores, dispuestos a recibir las cosquillas, los sacos que contenían diversa cantidad de cosas, las hierbas, las pociones aunque en menor cantidad, el incienso de diferentes olores, pulseras artesanales, entre otras cosas. La joven se sintió como si de repente estuviera en un mundo diferente, en el que ella tenía el control de la situación. Le indicó a Joaquín para que se acomodara en uno de los muebles que era para la espera.

 

- Esto será rápido, Joaquín. – Exclamó la ojivioleta mientras agitaba su varita y hacía aparecer un pergamino y una vuelapluma para comenzar a hacer anotaciones. - Los números rigen gran parte de nuestras vidas, incluso se puede ver el futuro a través de ellos, solo que no todos le dan la importancia necesaria, ya que creen que los números son solo eso y que solo son funcionales para ciertas cosas. –

 

- No haré algo elaborado porque solo es una muestra… en fin. – La Granger agitó la varita, apuntando hacia el pergamino que permanecía flotando. - Solo con tu nombre podemos saber muchas cosas, como tu personalidad, por ejemplo… Cada letra que forma parte, se traduce con números, de acuerdo a un baremo que se maneja…- Se podía escuchar el rasgar de la vuelapluma contra el pergamino, como si ya supiera qué era lo que tenía que hacer. Valeskya se acercó a su hermano, al tiempo que sujetaba el documento y lo leía.

 

- El número de tu personalidad es el cuatro, lo cual es el símbolo de la justicia, el equilibrio y la seguridad. – Lo dijo con todo el escepticismo que le fue posible reunir. - Según la numerología, eres digno de confianza, no sueles crear, más bien sueles adaptarte a las cosas o situaciones. Eres una persona analítica, estudias todos los escenarios antes de elaborar un plan y tomar la decisión. – Enarcó una ceja mientras continuaba. - Te gusta el dinero.. o no, más bien te gusta el dinero por la seguridad que éste te otorga. – Suspiró antes de doblar el pergamino.

 

- Te gusta la calma, la tranquilidad, lo discreto. No te enamoras tan fácil… aunque de esto permíteme dudarlo y mucho. – Sonrió con sarcasmo antes de finalizar. - Bueno, es un gran resumen para todo lo que este número tiene que decir acerca de ti. Sin embargo, debes considerar que las cosas no terminan así nada más, los números pueden decirnos muchos más cosas, sobre tu futuro, la fortuna, sobre cómo funcionas. Te daría escalofríos si te dieras cuenta lo que un número o tu nombre tiene tanto qué decir sobre ti ¿no lo crees? – Exclamó la Granger.

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No entendía del todo el funcionamiento de la tienda, ya amanecía y no sabía si aquel lugar tenía un horario en el día como la gran mayoría de aquellos en el Callejón, o en cambio, sería un negocio nocturno. Si me lo preguntaban, consideraba que era más bien lo segundo, al menos a mi corto entender tenía más sentido. Pero en aquel lugar había aprendido a dudar de todo, de mí mismo y mis creencias más que nada. En silencio esperaba que aquel arrebato de inseguridad a cada paso y cada palabra se esfumara con el tiempo. En el peor de los casos, requeriría una introspección y ni siquiera lo veía como algo malo.

 

Seguíamos con una paz un tanto arisca, seguramente por el cambio de tema, porque a juzgar por la cantidad de suspiros que mi hermana, o mi no-hermana, la huésped de ella, o lo que quisiera que fuera aquella situación, no dejaba de emitir suspiros que me crispaban un tanto los nervios y me hacían preferir que me vociferara todo lo que pensaba y que yo no llegaba a ver lo que se me escapaba. Pero preferí no hacerlo, algo me decía que lo único que conseguiría era un "nada" falso y brusco, y me haría insistir hasta romper la tregua para pelear peor que antes. Ya encontraría la forma de hacerla hablar.

 

Escuché su explicación, y si bien había tenido algún contacto mínimo con aquello, siempre me vi escéptico al respecto. ¿Acaso todas las personas regidas por un mismo número eran iguales? No me gustaba aquello. Pero claro que cuando empezó a hablar, no pude menos que tragarme cada escepticismo y abrir los ojos enormemente. Para empezar que el número que me representaba, era el mismo de mi día de nacimiento y por un segundo me emocioné al pensar que mi nombre era por aquella razón de ser.

 

No sabía si aquello era un truco para que bajara la guardia, algo elaborado para que la tregua siguiera en pie endulzándome el oído y era la verdad pura. Pero cada cosa que dijo fue tal cual yo me veía día a día. Ser una persona de confianza era de mis mayores armas, guardaba secretos antiquísimos de personas que quizás no se lo merecían, y eran a su vez, mi mayor arma. Ser adaptable, bueno... lo había dicho antes, el secreto de una vida longeva y feliz era justamente tener una gran capacidad de adaptarse a las situaciones; y nunca dejaría de reconocerme que ya la tenía antes de ser vampiro.

 

Estudiar los escenarios quizás una de mis más grandes habilidades ahora deformada; no podía ignorar que algunas veces me tomaba demasiado tiempo para elaborar y ejecutar y ya era tarde... En tiempos humanos, era una necesidad ser más impulsivo y dejarse llevar. También había acertado con lo del dinero, si bien era cierto que no me negaba a los lujos, tampoco me excedía, estaba conforme con la vida útil de las cosas y me gustaba saber que cuando ya no resultaran convenientes, podría cambiarlas sin problema alguno.

 

No había pasado por alto lo que había dicho de los enamoramientos. No había defensa, aunque cierta, que me valiera ante la implacable Valeskya, que dudaría de cada palabra que saliera de mis boca respecto a ese tema. Pero si bien había tenido unos cuantos romances y coqueteos a lo largo de mi vida, el enamoramiento era algo que, por suerte, no pasaba muy a menudo porque me atacaba muy fuerte y de la peor manera. No sabía si los números tenían algo más que decir al respecto, pero sin dudas estaba interesado en descubrir todo mi perfil.

 

-Eso ha sido gratificante y satisfactorio -reconocí con humildad aunque no se me hacía una personalidad para esos actos- y quiero saber todo lo que los números tengan que decir de mí, por qué si, te doy la razón, sufrí escalofríos al verme tan bien definido con tus palabras. Así que continúa, Val. Pagaré, obviamente

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  • 3 semanas más tarde...
- Maldita sea ¡Todo los galeones que gastas en cosas tan banales como esta! – Exclamó Valeskya con cierta incredulidad. - Aunque si es para el negocio, me agrada… pero no vendría mal un poco de tu riqueza en nuestra bóveda familiar. –


La joven pelinegra se inclinó de hombros, a pesar de que su hermano pagaría cada uno de los servicios, sinceramente había disfrutado de todo, claramente quitando los momentos incómodos de la lectura de cartas y demás. No pudo evitar sentir una punzada de decepción al recordar su intento, aunque bastante vago, de intentar involucrarse de nuevo en la enseñanza, aunque en esa ocasión era algo más avanzado, tratar de enseñar adivinación por medio de los números era algo que creyó que sería un buen regreso para ella y sin embargo no lo había logrado.


Había desistido, estaba decepcionada de eso y otras cosas; todavía recordaba su regreso a Ottery, con tantos planes en su mente, la enseñanza entre ellos y al final darse cuenta que las cosas continuaban igual o hasta peor en comparación al pasado. En aquella ocasión se había preguntado durante varios días, quizás hasta un par de meses, qué era lo que había de malo en ella ¿acaso era tan difícil depositar la confianza en alguien que ya había demostrado que era capaz de hacer cosas buenas? Quizá pecaba de soberbia, pero ella solo había estado buscando una oportunidad para demostrar que no iba a decepcionar a nadie.


“¿A quién?” Se preguntó una mañana, después de pasar mucho tiempo amargada con aquellos pensamientos. No tenía a quién rendirle cuentas, ni a quién demostrarle que era capaz de comprometerse con algo; se dio cuenta que al final su familia era la única que creía en ella y que desde el principio la habían animado a continuar. Ahora ahí estaba ella, en aquel negocio en donde había encontrado la forma de hacer lo que más le gustaba y se sentía bien con eso. A pesar de que había pedido ingreso a la Orden del Fénix, sus prioridades habían cambiado desde hacía varios años.


Se obligó a volver a su presente, reconociendo que disfrutaba ver las reacciones de su hermano; algunas porque eran de sorpresa genuina y otras, particularmente las que le daban más satisfacción a Valeskya, que eran un golpe al ego del Granger. Y prestando atención a las palabras que había dicho al final de su lectura, bastante superficial de hecho, la joven tuvo que reconocer que tenía mucho más que practicar y quizás en el futuro podrían ofrecer ese servicio de forma oficial en Catemaco’s, aunque seguramente eran contadas las personas que sentirían atracción hacia la magia de los números.


- Hace falta aclarar, Joaco .- Soltó de repente mientras se recargaba en el mueble, casi al punto de querer acostarse. - Que a pesar de que los números muestran una forma bastante general de la personalidad de cada uno, no quiere decir que las personas tengan que ser iguales. – Repasó mentalmente sus palabras y notó lo confuso que estaba resultando. - Es decir, lo que te he dicho, está basado solo en tu nombre y quizás si otra persona también tenga el mismo número, no quiere decir que ambos tengan la misma personalidad. Existen otros factores, veamos.. –


- No quiere decir que el 4 regirá tu vida, obviamente. Hay otros números, basado en tu nacimiento, el amor, la vida, la personalidad, la pareja, del hogar… en fin, casi para cualquier cosa. – Y recordó algo que la hizo sonreír. - Hacer horóscopos y cartas astrales suele resultar mucho más divertido que andar haciendo cálculos numéricos. Muchos creen que los números le quitan el romance y el misticismo al futuro. Al menos la mayoría de los muggles lo ven así.-


- Ya sabes, algunos prefieren perder el tiempo pensando en que si el signo zodiacal te permitirá saber si esa persona está destinada a estar contigo. – No iba a ahondar en el tema del amor, solo que le resultó gracioso recordar esa vez que había escuchado una conversación muggle en el que hablaban de compatibilidad de signos zodiacales. - Imagina el mundo de posibilidades si descubrieran lo real que es la adivinación. Pienso que me haría millonaria viendo el futuro y diciéndole cosas aburridas a los muggles ¿no lo crees? – Notó que el pergamino y la vuelapluma se encontraban flotando cerca de ella, esperando alguna instrucción. - ¿Recuerdas cuál es tu fecha de nacimiento? – Rio divertida.

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  • 3 meses más tarde...

El comentario sobre las diferentes personalidades de las personas no fue algo que me tomara por sorpresa, era consciente que las personas moldeaban una "base" de personalidad, basado en quien supiera que cosa del universo, quizás los números, quizás los astros, no lo sabía, y luego esa "base" se veía moldeada y posteriormente modificada por las experiencias que cada uno tuviera a lo largo de la vida, a veces mucho más fuertes que las mismas personalidades pre establecidas, por decirlo de alguna manera.

 

Pensé en compartirlo con Valeskya, pero sentía que no había quedado lo suficientemente claro, y el olor a copal no terminaba de disiparse y tenía mi mente lo suficientemente nublada como para sentirme capaz de hacer alguna acotación inteligente sin que pareciera un trabalenguas mal formulado, lo que traería como consecuencia un montón de burlas de la dueña del local, en el mejor de los casos, y en el peor de ellos una nueva razón para discutir por un est****o malentendido causado por el efecto de un olor penetrante y empalagoso. Por lo que mejor agregué un comentario tonto.

 

-Entiendo que no todas las personas regidos por el cuatro seamos iguales, pero... si tienes otros clientes que encajen con esa descripción harías bien en anotarlo en un trocito de pergamino para mí. Tranquila, sabré hacerlo parecer como un encuentro casual. -Le hice un guiño y solté una risita.

 

Escuchar hablar a mi hermana sobre las cartas astrales y los signos zodiacales me hizo darme cuenta de que los astros eran otra de esas cosas que aunque me interesaban, no llegaba a dominar. Los centauros eran los maestros en leer las estrellas y mi signo zodiacal era un centauro, y yo, bajo su tutela y protección (según decían) no podría distinguir una sola constelación, era incluso frustrante. Cuando mirábamos las estrellas con Seishiro, cosa que a todos los niños les gusta, hacía acopio de toda mi marchita imaginación para inventar una constelación y una breve historia.

 

Según recordaba, la constelación de Sagitario era en honor a Quirón, el gran arquero, un ser sabio, afable, y de buen caracter, hijo de el titán Cronos y una ninfa marítima. Sin embargo fue rechazado por su madre, que al ver que había engendrado un monstruo, rogó a los Dioses que la transformaran, y así lo hicieron, la transformaron en el árbol de Tilo. Disípulo de los Dioses guerreros, Apolo y Artemisa, Quirón fue herido con una flecha empapada en sangre de la Hidra Lerna. Siendo inmortal su destino era la agonía eterna, por lo que ofreció su inmortalidad a Prometeo. Murió poco después y Zeus lo puso entre los astros constituyendo la constelación que rige mi signo zodiacal.

 

-Deberías intentarlo, el Ministerio está demasiado ocupado como para prestar atención al Secreto mágico, y los muggles de esta generación están sedientos de que les quiten un fino y frágil escepticismo, cada vez más creen en las fuerzas de la naturaleza. Aunque mientras no te decidas, mis galeones tendrán que bastar.

 

En realidad lo que le había dicho era una gran oportunidad de negocios. Muchos muggles lo hacían y la gente le creía, y pagaban lo indecible para conocer vagos aspectos de su futuro, una bruja con el entrenamiento de mi hermana podría incluso revelar los más profundos senderos a la misión personal de cada uno, o a sus más profundos deseos. Naturalmente, no se lo diría, no necesitaba una Valeskya con el ego inflamado gracias a lo que yo creyera de ella.

 

-Nací en... -comencé a contar con los dedos, la diferencia de los meses siempre me daba problemas- mil setecientos diez... a ver -hice un recuento- ¡Si! cuatro de diciembre de mil setecientos diez. ¿Qué me dirás con esto?

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  • 2 semanas más tarde...

- ¡Qué viejo! – Repondió Valeskya con cierto tono de burla en su voz, al escuchar la fecha de nacimiento de su hermano.

 

Sintió cierta incomodidad, como si el simple hecho de saber la fecha de nacimiento de su hermano, fuera como un acercamiento más a su relación que tenía catalogada como tóxica. Cualquiera que se diera cuenta, podía notar lo ridículo en esa situación: se supone que eran hermanos y como tal, no debía haber secretos, mucho menos algo tan trivial como la fecha de nacimiento; aunque la razón por la cual ocurría eso era obvio: el no haber crecido juntos, había abierto una brecha muy grande entre ambos y a pesar de todo, ambos hacían lo que podían con eso.

 

- El Secreto Mágico… se oye tan, pero taaan aburrido.- Exclamó la bruja de manera aburrida, al escuchar que a Joaquín no le parecía tan descabellada la idea de tener que adivinar el futuro para gente muggle. - ¿Te imaginas? Que llegue un chico o una chica obsesionados con su gran amor, y que yo les diga que esa persona no está destinada a estar a su lado. ¿Qué es lo más común que hace un mortal cuando se les dice que algo no es para ellos? La lógica dicta que harán lo posible para poder cambiar ese final, el intentar forzar a que las cosas salgan como ellos quieren, y eso se traduce en un constante acoso…no, gracias, paso de eso.-

 

La Granger de repente se sintió agobiada de solo imaginar esa situación. Suspiró con desgana y se dispuso a hacer las anotaciones en el pergamino que permanecía flotante. Dejó que el ojiazul se perdiera en sus pensamientos y así ella podría concentrarse mejor. Por alguna razón, agradecía internamente que él se encontrara allí; jamás le diría que últimamente su compañía la obligaba a permanecer alejada de pensamientos desagradables. La bruja dibujó una enigmática sonrisa en su rostro y exclamó con fingida sorpresa:

 

- Hermético y enigmático… ¡Qué inesperado! – Lo miró a los ojos mientras el pergamino se enrollaba mágicamente. - El número 7 es el que rige tu nacimiento. La persona más extraña, hermética y enigmática de todos los números. Según lo que se, es que el misterio te rodea, eres obsesionado en general: el conocimiento, un espíritu cultivado. Según esto, dice que eres un candidato apto a la clarividencia. – No pudo evitar soltar una risa breve. - Joaquín Granger “El Iluminado” ¿A que suena bien? – Dijo con tono de burla. - Analítico, de enorme curiosidad, desconfiado, siempre en desacuerdo con la opinión ajena… uff, montones de cosas. Dime al menos que hay algo que no concuerde que con lo que te estoy diciendo.-

 

- Distinguido, elegante, de gustos exquisitos… también tienen problemas para encajar en la sociedad, con apariencia seria y distante.. y si me preguntan a mí, añadiría gruñón. – A la ojivioleta le resultaba asquerosa la forma en la que un simple número podía describir tan a la perfección a alguien. - Y claro, hay que añadir que estás en busca de un mundo perfecto e irreal.. digamos que en el fondo eres un soñador. Debo añadir también que un mundo ideal es una clara referencia para lo que tú buscas, no para los demás.-

 

- Hay tantas cosas que decir… pero seguramente todo esto debe resultar abrumador, interesante… o quizás aterrador. – Dijo Valeskya mientras soltaba un suspiro. No pudo detener sus pensamientos que parecían volar hacia un mundo donde ella estaría enseñando todo sobre aritmancia o adivinación. Quizás un día de estos volvería a intentarlo, así como en el pasado.

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  • 5 meses más tarde...

-¡Me encanta! -exclamé riendo ante tan acertada descripción de mí con un simple número, el siete, mi número favorito además. No creía que ella lo supiera, así como tampoco sabía mi edad. No era un secreto, simplemente había cosas que no conocíamos el uno del otro, no era una hermana que había visto nacer y crecer, era una hermana que había conocido casi por casualidad en el bar de la antigua academia, que volví a frecuentar gracias a Silverlyn, y que charla va, charla viene, descubrimos nuestro lazo de sangre.

 

Si me lo preguntaban, pocas cosas resultaban tan extrañas en la tierra como el tema de parentescos de Ottery, y era un poco espeluznante y emocionante como todos estábamos relacionados, pero, una relación fraternal de doble vínculo, además, eran palabras mayores. Desde que lo supe, comencé a darme cuenta que el mundo es pequeño, pero lleno de encrucijadas y secretos. Como el más complicado de los acertijos, se necesita habilidad, recursos y tiempo, mucho tiempo. Muy enterrado en el pasado quedó el Joaquín Granger que creía saberlo y conocerlo todo, y si volvía a pensarlo alguna vez, era un necio sin remedio. Tal como lo expresaba mi número.

 

-Lo de la clarividencia... No lo sé -comenté divertido- ¿tú me ves como clarividente? Conociéndome, y a juzgar por el número, yo sí sería capaz de modificar todo para que se cumpliera tal cual. Va de la mano con mis aspiraciones de un mundo ideal.

 

Si bien, no consideraba que era una persona que no pudiera adaptarse a los cambios sociales, era cierto que solía evitar el contacto social; a decir verdad, tampoco era que Valeskya fuera la persona más sociable del mundo, a mi parecer, Luna lo era mucho más. Quizás fuera cosa de ancianos, sabía que Valeskya no se cocinaba en el primer hervor (?) aunque no me lo hubiera dicho nunca, como vampiro tenía una sensibilidad especial a otras criaturas sobrenaturales, y ella, era un espíritu al fin y al cabo, si bien lo olvidábamos, cada tanto. Bueno, más bien, era un secreto aquello. Me preguntaba si Za ya se habría dado cuenta, o si la mismísima bruja allí presente les habría dicho a las chicas al menos.

 

-Lo más aterrador de todo esto es que tengas en tu poder tanta información sobre mí -comenté relajado-. Por lo demás, es hasta tranquilizador saber que mi estricta personalidad tan criticada por algunassss -y le clavé los zafiros con una sonrisa divertida,- tenga una explicación aritmética, aunque no he olvidado de que esto no se sigue a rajatabla. Puedes continuar con lo que haya que decir, yo resisto todo.

 

Mi relación con la muchacha era de lo más insana, nos maltratábamos siempre que podíamos y disfrutábamos haciéndolo, era como un juego de niños que podía tornarse bastante cruel. Sin embargo, había temas que nunca osábamos tocar, si no era porque nos envenenaran a nosotros mismos, y lo hacíamos para llamarnos la atención. Fuera de aquello, la bruja de ojos violetas y cabello negro con la que compartía aquella extraña noche, era una de las personas a las que tenía más confianza en la eterna vida; me daba la seguridad de que estaría allí cuando la necesitara.

 

-Cometeré sincericidio -dije, cerrando los ojos con cierto pesar- a pesar de todo, eres la persona en quien más confío y sé que no me fallarás. -Tuve que hacer una mueca para quitarle seriedad y tensión al momento

 

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  • 2 semanas más tarde...
- Confiar en alguien casi hasta la ceguera podría traerte muchos problemas ¿lo sabes verdad? – Exclamó con gravedad la ojivioleta, haciendo caso omiso a la mueca de su hermano, como si quisiera restarle seriedad a la conversación.


Lo había dicho a manera de respuesta a raíz de la confesión que acaba de hacer su hermano; ella sabía perfectamente, por no decir que ya lo había vivido, el que confiar en alguien podía atraer desgracias y en el mundo mágico eran del tipo de errores que podían salir muy caros. Inevitablemente Valeskya había dejado de ser humana por enamorarse de la persona equivocada; el solo pensar en eso provocó que suspirara como si los recuerdos se agolparan contra ella, uno a uno. Era una serie de errores y pensar que en cada paso que había dado en lo poco que podía recordar de su vida, había confiado en una serie de personas y no siempre había terminado bien.


- El punto es…- Dijo al cabo de unos instantes, después de haber obligado a su mente a volver al presente. - Que quizás el ser familia pueda ser nuestro lazo más fuerte y no solo entre ambos, sino hablando del resto. Somos diferentes y nos queremos a nuestra manera. Estoy segura que cada uno de nosotros conoce las debilidades del resto y sin embargo, es como un secreto que nadie trata de utilizar en contra de nosotros mismos… Solo nosotros podríamos ser la excepción.- Sonrió levemente.


- Volviendo al tema – Susurró, mientras se removía sobre su asiento. - Te había comentado que no solo es un número el que rige la vida, sino tu nombre también y la combinación de ambos, puede decirnos mucho más de quién eres… hasta tenebroso puede resultar. – Con un movimiento de su varita y durante unos instantes, se escuchó el rasgar de una pluma escribiendo sobre el pergamino. - Número seis… dice que eres una persona inteligente y adaptable.- Exclamó con escepticismo.


- Dice que ante el mundo te muestras escéptico, brusco… en otras palabras, tienes un disfraz para ocultar que en el fondo eres romántico y sentimental, sin llegar al descontrol… - Soltó una risotada y luego tosió. - Perdona, perdí la seriedad con esto último… creo que hice un mal cálculo numérico, porque eso último no me la creo, pero ni un poco. – Entrecerraba los ojos mientras miraba el pergamino con cada palabra que decía, seguramente algo había hecho mal.


- Ah claro, es que no hay error. – Exclamó la pelinegra mientras recuperaba la seriedad. - Eres una persona que al reprimir durante mucho tiempo tus sentimientos, hace que el disfraz se vuelva real… ahora sí, ya es más como tú este asunto. – Dijo con total seguridad. - En resumen, eres un gran enigma hermanito…o quizás no, creo que te conozco lo suficiente como para decir que eres un libro abierto para demostrar lo que sientes. O simplemente ya perdiste la habilidad de poder ocultarme las cosas.-


Valeskya se quedó en silencio durante unos instantes, como si lo que acabara de decir se tratara de una gran revelación, pero no para Joaquín, sino para ella. Tal vez se trataba del acercamiento que se había dado entre ambos durante su regreso, pero ni todos los años que habían permanecido separados, pudieron impedir que se conocieran tan bien en poco tiempo. Todo eso también tenía otro significado: que quizás su hermano pudiera percibir lo mismo de ella ¿En qué momento se había descuidado como para dejar que él se percatara de cómo se sentía?

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-Uno no puede vivir tantos años sin saberlo -esbocé una sonrisa enigmática.- Por eso puedo confiar en ti. Piénsalo, no vivimos de favores, no ponemos a prueba nuestra lealtad mutua; no lo necesitamos. Somos independientes y por eso mismo cuando alguno clame ayuda, sabremos que la cosa es seria.

 

Si bien yo era más evidente en tanto me consideraba un solitario, Valeskya Granger desde el mismísimo momento en que había ocupado el cuerpo de Luna había demostrado lo mismo, desapareciendo, y pasando varias de las horas de que nos visitaba, en la intimidad de su mente. Me gustaba creer que aquello no era sólo algo en común entre la usurpadora que ya podría decir que me agradaba, muy a su manera, y yo, sino que más bien era una conducta que habíamos adquirido ambos de nuestros padres, ya que, poniéndolo en perspectiva, habían rehuido de todo y todos, además sin dejar pista. Tal como mi hermana y yo sabíamos hacer.

 

-Puedo asegurarte que no conozco las debilidades del resto de la familia, es más, tampoco conozco mucho de sus pasiones, y solo he podido apreciar algunos talentos, -me sentí un tanto raro al admitirlo.- Pero en cuanto a nosotros... A partir de hoy es cuando podremos usar todo el uno contra el otro, y dudo que haya una situación tan desagradable que nos obligue a develar lo que hemos aprendido.

 

Quería muchísimo a toda mi familia, si me necesitaban, ahí estaría, y aunque podría parecer que no encajaba ahí o que todavía no me adaptaba, más bien era todo lo contrario, no se me ocurría un mejor lugar para estar que la Mansión de la Familia. Que no los conociera, no era más que un efecto secundario de mi personalidad tan solitaria. Sin contar que los Grangers estábamos cada cual en nuestras actividades y podíamos pasar meses sin reunirnos, muchas veces cuando estábamos todos juntos no sabía que decir o que aportar a la charla, y me limitaba a mirarlos compartir. Al fin y al cabo yo no dejaba de ser la ultima persona (sin contar a las nuevas generaciones) en haberse unido a la familia después de centenares de años. No era una excusa válida, lo sabía; debía abrirme y listo.

 

Escuché lo que seguía sobre el número de la personalidad, y todo iba bien con lo de escéptico y brusco pero cuando comenzó a hablar de mi personalidad más romántica y soltó una risotada, no pude más que hacer una risa indignada y levantar una ceja. Pero cuando continuó, la lectura volvió al carril por el que había transcurrido toda la noche, «enigmático» aquella característica de personalidad en la que siempre me había sentido tan bien. Quizás para Valeskya y la familia era un libro abierto, o quizás, tenía la habilidad para que vieran aquellas cosas que no me importara que vieran y les importara tal confianza que no me creyeran capaz de más secretos... Naturalmente, aquello no lo diría, quizás ella lo descubriría por sí misma.

 

-No entiendo tu risa -comenté con un falso sentimiento de ofensa- quiero que sepas que soy un hombre completo, además de apuesto, tiengo una personalidad que atrapa y una vez que me cautivan soy un amante dedicado y entregado -esperaba que no recordara como perdí la cabeza con Sil, y que todo lo que tratamos aquella noche, no le diera ni una vaga idea- todas las que pudiste conocer se han ido, creo que... solo queda cierta hija de cierto ministro. -Le guiñé un ojo y reí recordando lo caótica y divertida que se había vuelto la situación. Fue la última vez que probé la ayuda de la familia. -Pasaré por tu tienda a comprarle unos chocolates a Za.

 

-Qué conste, hermanita, que esta noche todo lo has descubierto con tu habilidad para la adivinación y la aritmancia. Si yo hubiera empezado a negar todo lo que me decías, posiblemente hubiéramos acabado los dos frustrados, tu cuestionándote tus habilidades y yo haciéndome la cabeza pensando en todo lo que sabrías y podrías saber de mí -de cierta manera, volvía a reconocer su talento-. Además, he podido conocer algo más de ti, y eso ha hecho todo más interesante. Pero debo reconocer que de los dos, tu eres el mayor misterio «o no...». Bien... ¿Qué más tienes para mí? -pregunté con cierta ansia.

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- Te faltó añadir que eres la modestia personalizada. – Exclamó Valeskya mientras alzaba una ceja. - Y también decir que eres más que entregado cuando te enamoras… Si no, basta con ver a Seishiro.-


Escuchar a Joaquín enumerar todas y cada una de las cualidades que daban como resultado una personalidad tan particular como la suya era el colmo de la soberbia; quiso alegar alguno de sus argumentos, pero la realidad era que ella tampoco distaba mucho de tener una personalidad similar. Era inevitable para la joven de ojos violeta formar una mueca en señal de disgusto, más que nada por haber mencionado al pequeño niño que él solía cuidar con tanta dedicación, la causa de la mayoría de las discusiones que solían tener.


- Agradezco que reconozcas parte de mis talentos hermanito – Dijo al cabo de unos instantes. - Sigo pensando en que me gustaría andar por los caminos de la enseñanza, aunque ya me quedó bastante claro que eso no sucederá en un futuro inmediato.-


Le era imposible no recordar con amargura los intentos que había hecho después de la última vez que había regresado a Ottery, en querer compartir su conocimiento con otras personas. Le molestaba, sobretodo porque no había nadie que pudiera confiar en ella y así poder demostrar que no era producto de la charlatanería. Sin duda había gente con mucho más conocimiento que ella, pero ni siquiera la habían puesto a prueba. Sacudió la cabeza para quitarse esos pensamientos que solían ponerla de mal humor.


- El punto es…- Dijo para retomar el tema anterior. - Que quizás pueda parecer aburrido o escéptico al resto de las personas. Pero te aseguro que es real y bastante entretenido aparte. Creo que hace unos instantes te comenté que aparte del número de la personalidad, hay otros aspectos de la vida que están regidos por números… o mejor dicho… todos los demás aspectos. – Carraspeó un poco antes de continuar. - Como el número del amor, que puede ser calculado solo o con la persona que estés en este momento. –


A la pelinegra nunca le había preocupado acerca de las personas con las que su hermano solía involucrarse. En primer lugar, porque no tenían una relación del tipo fraternal, aparte estaba el hecho de que dudaba muchísimo de que el joven de ojos azules se acercara a ella para pedirle consejos de índole amoroso, tema en el que ella indudablemente era la menos indicada. Suspiró casi con resignación, tratando de no pensar en el desastre en el que se había convertido su vida amorosa.


- En este último tema, es lo que se conoce mejor como compatibilidad. Como cuando hablan del horóscopo y esas cuestiones. Dudo muchísimo que muestres interés en este tema ¿o me equivoco? – Le fue imposible a Valeskya no mostrar una risa casi de burla. - A menos que quisieras que acabáramos peleando por alguien que ya no existe. –


El tono de su voz se mostraba casi hasta cruel con lo que había dicho; la intención real distaba mucho de eso. Simplemente que era un tema que con el paso de los años ya debería haberse superado, sin embargo, tal vez tenía que ver mucho el hecho de que para alguien con condición vampírica, el tiempo no transcurría de la misma manera en comparación a un humano y ella no podía culparlo por eso. De hecho casi hasta podía sentir una especie de pena, sobretodo porque en algún momento se sintió identificada.


- Francamente Joaquín, aceptaría propuestas, eso de andar pasando por ámbitos de tu vida, podríamos no terminar nunca con esto. – La realidad es que en el fondo poco o nada quería hablar de ese ámbito tan delicado. - ¿Con quién, aparte de mí, te gustaría utilizar la magia de un muñeco vudú?- Exclamó la Granger con la mirada perdida en las estanterías.

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