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☦ Catemaco's Magic☦ (MM B: 111338)


Valeskya Granger
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Catemaco, Veracruz, ubicado en el gran país de Mexico, es un destino turístico que se encuentra a orillas de una laguna y el poblado es hábitat de oscuros brujos, curanderos, adivinos y hechicería que tiene sus raíces en el periodo prehispánico y es mayormente practicada por hombres. Esta actividad es conocida en el país y atrae a clientes con diferentes estilos de vida, los cuales incluyen artistas, hombres de negocios e incluso personajes incluidos en la política; la gente que habita en ese lugar, han hecho suyos los secretos de sus ancestros, los cuales se han preservado durante milenios. Con gran solemnidad y respeto, realizan cualquier tipo de trabajo de esta índole, desde una simple “limpia”, hasta la invocación de entes y espíritus, pasando por curas o remedios para cualquier mal, utilizando hierbas, granos o semillas, acompañados de cualquier elemento conformado por la madre tierra.
Entrada:Tratando de llevar esa parte de la magia ancestral de Catemaco para el mundo, las dueñas del negocio en Ottery, trataron de simular lo más posible el ambiente y el misticismo. Ubicado en la parte más alejada del Callejón Diagon, existe un inmenso bosque, el cual no da lugar a que se vea más allá de la entrada, salvo por un camino de terracería formado por la misma naturaleza, el cual da la impresión de ser un lugar tenebroso. Para las personas que se atreven a seguir adelante, un par de kilómetros adelante, se encuentra un gran claro, con un pasto verde y uniforme que cubre los alrededores de un lago artificial, con tranquilas aguas, sin embargo, no tan cristalinas, lo cual no permite ver más allá de la superficie.
En el centro de la laguna se encuentra un sauce boxeador, el cual se agita violentamente cuando se hacen ciertos rituales secretos, debido a que de acuerdo a los milenarios secretos ancestrales, se utiliza la fuerza de los elementos, lo cual provoca cierta agitación mágica que afecta a todo el lugar. También se encuentra una tienda de campaña, de color blanco, del tamaño externo suficiente como para dejar entrar a un par de personas caminando tranquilamente sin tener que erguirse; aparentemente frágil, sin aportar alguna clase de confianza a los visitantes, pero en su interior hay espacio más que suficiente (lo que es mejor conocido como encantamiento de extensión indetectable) para que en su interior los visitantes puedan moverse a libertad y admirar lo que el negocio tiene que ofrecer.
Lobby: Al entrar se puede percibir el olor de lo que a simple vista puede verse como una gran variedad de inciensos de diferentes aromas y colores. Unas vitrinas con una gran variedad de souvenirs: antigüedades prehispánicas, cuadros, llaveros, carteras, y su principal atracción, que son los amuletos para la buena suerte, el amor, el dinero, el trabajo, que a diferencia de sus versiones muggles, contienen un poderoso hechizo que los hace funcionar… por un breve periodo de tiempo y no es que sean de dudosa calidad, al final todo consiste que funcione una vez, como una pequeña prueba de lo que se puede hacer en ese lugar y de ahí mantener el amuleto como un simple de recuerdo de la visita a Catemaco’s Magic. ¿Qué si es legal usar esos hechizos? Es algo de lo que nadie hablará.
Primer piso de “Lectura”: Así como los grandes edificios, este negocio cuenta con diferentes pisos, pero son subterráneos. En la entrada, hay un velo mágico, que solo permite entrar a las dueñas y al cliente que esté interesado por la lectura de cartas, de las manos, del café, etc. Esta parte se encuentra con iluminación por medio de velas, una mesa redonda en el centro, cubierta con un mantel de terciopelo rojo, un par de sillas, y en los extremos muebles grandes y aterciopelados del mismo color. El silencio es roto por los carillones de viento, que a pesar de ser un lugar cerrado, se agita con suavidad, ocasionando un ruido relajante y suave.
Segundo piso de “Pociones y amarres”: Al descender, se encuentra una puerta común y corriente, que al entrar, permite ver una gran variedad de pociones que están agitándose constantemente, algunos agitadores moviéndose solos, algunos calderos solo emanan humo, otros burbujas, de diferentes colores y un olor extraño pero soportable, provocado por la variedad de calderos. Al fondo, se encuentra un mueble grande, de madera y pintado de color negro, con formas exquisitamente talladas, tiene dos puertas cerradas con una llave especial; en su interior contiene una gran variedad de frutos, plantas, semillas, entre otros ingredientes, listos para elaborar amarres y otra clase de trabajos especiales. Si el cliente tiene un amor no correspondido, si quiere conseguir un trabajo deseado, si quiere protegerse contra la mala vibra, y muchas cosas más, éste es el lugar.
Tercer piso “Clasificado”: Este lugar tiene una magia especial, pues es aquí donde se invocan a los diferentes elementos de la tierra y demás dioses (?), para lo cual, el acceso está prohibido para cualquier persona ajena, a menos que venga acompañado de una de las dueñas. Es el área para “trabajos” especiales, por este motivo, el diseño interior se adapta de acuerdo a las necesidades del trabajo que requiere la persona interesada. Al final se encuentra un cartel con la leyenda:
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* A F I L I A D O S *

Joaquín Granger
Zahil Aranel Granger
Editado por Valeskya Granger

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  • 2 semanas más tarde...

Un lugar especial y mágico como ☦Catemaco’s Magic☦, necesita un catálogo de servicios igual de especial y único. Si bien, la variedad de estos servicios en sus lugares de origen es muy extensa, en este local solo se ofrecerán aquellos que se puedan reproducir fielmente en el Callejón Diagon para poder dar a sus clientes una experiencia completa.

 

Las dueñas no pueden garantizar en el 100% de los casos el éxito de los productos y servicios que ofrecen. Sin embargo, sí pueden garantizar que el cliente pasará un rato divertido y agradable, llevándose así una gran experiencia de vuelta a casa.

 

 

 

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Servicios

  • Baños termales

    • En agua limpia

    • En agua turbia

      • Opcional incluir esencias

 

  • Barridas/limpiezas espirituales

    • Sandra Bullock (incluye canción)

    • Uso rudo (incluye gallina)

    • Vegano (sólo con plantas)

 

  • Lectura de cartas

  • Amarres

    • Para el amor

    • Para el dinero

    • Para la salud


Productos

  • Sábila preparada

  • Loción de 7 machos

  • Agua de rosas rojas

  • Monito vudú (solo sirve para hacer cosquillas)

  • Inciensos de todos los olores (nunca se sabe cual te va a tocar)

  • Cuarzos

 

Esperamos que todos nuestros servicios estén a la altura de sus expectativas, de no ser así, favor de llenar un formulario con sus quejas y sugerencias y pondremos a nuestros elfos a trabajar en ello a la brevedad posible (?).

 

Vuelva Pronto.

 

 

"NO NOS HACEMOS RESPONSABLES POR LESIONES SUFRIDAS DURANTE SU ESTANCIA."

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-Vaya, pensaron en todo -comenté sin dirigirme a nadie en particular, parado frente a un sucio camino de tierra.

 

Aquella vez no estaba en el callejón Diagón para hacerme cargo de mi propio negocio, ni siquiera eran horas para tener una tienda normal abierta. Era tarde en la noche, la luna en su auge, mi vitalidad en su punto más álgido. Vestido de negro, traje negro, camisa negra gabardina negra, y claro, zapatos negros, incluso usaba guantes de cuero negro. Lo único que rompía la monotonía era mi corbata gris, mi piel pálida cual papel y mis orbes azules que más de alguno ha admirado junto con mi sonrisa.

 

Miraba lado a lado del camino de tierra por el que transcurría con tranquilidad. La iluminación era escasa, la oscuridad me abrazaba, y si no fueran por las específicas instrucciones de una de las dueñas, posiblemente me hubiera perdido, es que estaba metido en lo más alejado del Callejón, en un bosque con altos arboles amenazantes, perfecto para un lugar que quizás fuera ilegal. Pero lo único que se me ocurría era que con la suficiente imaginación y un poco de magia podrían convertir aquel trayecto en una atracción terrorífica, cobrar por el trayecto y a la vez captar clientes traumatizados. El miedo hace ceder, hace gastar.

 

Estaba emocionado, lo admitía; mi hermana y una de las ultimas adquisiciones Granger, a quien quizás podría llamar mi prima, habían estado planeando aquello por cierto tiempo. Además tenía cierta curiosidad por saber si Valeskya había adquirido ciertos poderes espirituales durante su ausencia o era un plan elaborado para estafar a pobres incautos. Como fuera, estaba dispuesto a desembolsar mis galeones con tal de comprobarlo. Además, como cliente, la joven de cabello negro y ojos violeta debía comportarse.

 

Mi sonrisa de sádica diversión se transformó en una de asombro en cuanto llegué al claro al final del camino sin dejar de reafirmar que habían pensado en todo. Me acerqué al estaque cuya agua no devolvió mi reflejo, sin duda aquello contribuía al ambiente macabro. El sauce boxeador se sacudió, no parecía nada feliz de recibir visitas en su hogar, quizás también era un buen sistema de seguridad por si un cliente quería huir sin parar.

 

La carpa blanca daba un toque de misticidad elemental y espiritual al lugar. Entré sin saber que me encontraría y lo que me recibió fue un puñetazo aromático por la cantidad de inciensos que había en el lugar, aunque a los pocos segundos me acostumbré y resultó hasta relajante. La carpa más amplia de lo que parecía de afuera, como todos los negocios allí, era inmensa, se veían unas cantidad de curiosidades, cuadros, llaveros, carteras, pero lo que más llamaba mi atención eran los amuletos.

 

-¿Buenas noches? -Alcé mi voz esperando que alguien saliera a recibirme.

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La noche comenzaba a hacer su aparición sobre el Callejón Diagon, lugar en donde se encontraban los más exclusivos negocios, y la Granger se encontraba en uno de ellos. A pesar de haber tenido poco tiempo de haber regresado, su vida había dado un giro de forma drástica: de pasar viajando y haciendo nada por el mundo, ahora se encontraba de vuelta con un par de negocios en los que se encontraba con su familia y más entusiasmada que nunca con nuevas ideas que quizás más tarde les comunicaría a los demás.


Una ola de aire frío se coló por la entrada del negocio y la ojivioleta pudo notar que ya había caído la noche. Se inclinó de hombros de forma despreocupada, pues le daba lo mismo si fuera de noche o de día, no sentía la necesidad de descansar y mucho menos de algo tan trivial como dormir. Supuso que Fiamma andaría en alguna parte de Catemaco’s descansando o arreglando los últimos detalles: ese mismo día habían llegado, acomodado los últimos detalles y solo esperaban a que alguien superara ese temor a lo desconocido y se acercara a ellas (?).


Se encontraba sentada en un escritorio de cristal, sobre sus manos tenía un muñeco vudú, muy similar al que tenía en la Granger, pero esta vez tenía un uso menos dañino: solo era cuestión de hacerle cosquillas para que el muñeco se retorciera un poco. Se trataba de un simple encantamiento que al menos para ella, le resultaba divertido de hacer, aunque no dudaría ni por un momento en darle un verdadero uso si alguien lograba sacarla de sus casillas. Escuchó una voz que provenía del lobby, que para su sorpresa, era de alguien que conocía muy bien.


- Vaya, vaya… - Exclamó Valeskya, mientras hacía acto de aparición en el lobby, con un tono divertido y a la vez de sorpresa. - De todos los Granger, no esperaba que fueras tu quien te animaras a venir, hermanito.- Muy a su pesar, tenía que reconocer que un cliente era un cliente y tendría que moderar esas ganas de molestarlo. - Para que veas lo buena persona que soy, tendrás un pequeño descuento…- No sabía cuál era la situación económica de Joaquín, pero si era igual a la de la bóveda Granger, no sería ella quien lo llevaría a la desgracia financiera (?).


-…Así tendrás la oportunidad de conocer todo lo que ofrecemos acá y de paso puedas recomendarnos.- Mientras hablaba, la joven de cabello negro hacía un ademán con la mano, mostrando todo lo que estaba a la vista. - Puedes preguntar por lo que quieras, por lo que ves y también por lo que no puedes ver. ¿Te animas a probar algo, Granger?- La bruja sonrió, sabía que algo divertido estaría por pasar.

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-Estás sorprendida -remarqué con una risa- No podía ser que abrieras un local y no me tuvieras rondando, soy una especie de cábala. Aunque viendo las curiosidades que hay por aquí me hacen sentir innecesario.

 

Di un rápido abrazo a la Granger, algo que no pasaba nada seguido; en la privacidad de nuestro hogar nos mostrábamos más.... naturales... y solo nos comunicábamos con gritos, insultos y si andamos en plan elegantes todo era con ironías. Sin embargo no la detestaba realmente, o al menos no tanto como para montarle una escenita ahí, y arriesgarnos a que llegue un cliente y nos viera en tan penosa escena; además, la represalia podría ser terrible. Ya me imaginaba un drama igual en mi propio local.

 

-Que detalle de tu parte darme un descuentito. No es ninguna molestia recomendar el local, lo haría igualmente sin el descuento

 

Mientras seguía a mi hermana, con mis manos en la espalda y miraba los cachivaches que ofrecían, hice una leve mueca. Era fácil ponerme a disposición para recomendar el lugar cuando mi único contacto era Seishiro, a quien claro estaba, no lo dejaría venir ni siquiera de visita; no desconfiaba de la entrada tenebrosa, ni del lago, ni del Sauce boxeador, la que me daba miedo era la dueña, la madrina del pequeño. Por suerte ella no reclamaba y yo no insistía. Pero siempre podía promocionarlo en el local.

 

-Dame unos panfletos, los pondré en el mostrador de Ollivander's.

 

Tomé un directorio de servicios y con la mano en mi barbilla y el ceño fruncido, leí todo lo que ofrecían. Sabía de las propiedades mágicas de los cuarzos, pero era lo único; no tenía idea de lo que eran las barridas ni los amarres, los de la salud además podrían resultar inútiles en mi caso, los baños en agua turbia no parecían nada apetecibles. Tampoco sabía si el agua de rosas rojas era para atraer chicas o para oler como una, asimismo tenía la misma curiosidad por la loción de siete machos. Pero lo que me descolocaba y algo de lo que no había sentido hablar nunca era ese coso Sandra Bullock.

 

-No me decido por nada... -comenté al aire- así que al final creo que probaré todo lo que ofrecen. ¿Que me recomiendas para empezar?

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Nasha Montpellier


— ¡Pero que sitio más encantador! ¿no te parece mon beau-frère?

El humor de Nasha era inmejorable y eso la tenía más abstraída que de costumbre de lo que podía tener a su alrededor. Igual, no era el tipo de persona pendiente de los ánimos de los demás, pues lo consideraba una pérdida de tiempo, y no intentaba ser empática, a menos que fuera para convencer a un cliente algo más despierto que los usuales idi***s a los que estafaba.

Venir con el hermanastro de Yana había sido también algo completamente inesperado. Ella no recordaba siquiera haberle insinuado que le acompañase, pero si él se había ofrecido ¿cómo rechazarlo? llevaba muchos días después de todo queriendo comprobar si muchas de sus extrañas conductas se limitaban a la intimidad de la Heredad Ollivander, o si el tipo tenía la desfachatez de conducirse así por la vida en cualquier lugar.

Negó con la cabeza, eso tenía que ser imposible.


— Quien diría que al final del Callejón existiría un bosque- pisando el acelerador la moto voladora bajó a tierra y se adentró en un sendero de tierra levantando una polvareda tras de sí- más te vale agarrarte fuerte ¿eh? que no voy a gastar un solo cobre para comprarte una pomada o lo que sea.

No estaba segura si él la estaba escuchando o no, a diferencia de Yana, tan ruidosa, su "cuñado" muchas veces se sumía en periodos de silencio alarmantes. Era media tarde, y a esa hora, el sol no pegaba tan fuerte y un viento fresco agitaba las ramas de los árboles, de la misma manera que lo hacía con su vestido de lino crudo y sin mangas, que no había tenido pudor alguno en levantar para conducir la moto "de forma más cómoda". Un suave tintineo provenía de las numerosas pulseras en sus muñecas, pero apenas se notaba por causa del ensordecedor ruido de la moto.

Luego de cerca de 5 minutos de recorrido, habían alcanzado por fin un claro en donde un lago de lisa superficie dominaba por completo el escenario. Al centro de este, un ejemplar magnífico de sauce boxeador se alzaba hacia el cielo. Nasha evaluó apenas unos segundos la posibilidad de descender de la moto mágica, pero descartó la idea y en cambio, con un brusco movimiento del manubrio alzó la máquina al cielo para atravesar el lago y alcanzar el centro donde se distinguía mucho más pequeño, pero presente, una tienda de campaña color blanco.

Había estado preparada para recurrir a algún hechizo si aquella planta se ponía violenta, pero no había sido el caso. Aterrizaron entonces, sin novedades aparentes. Solo cuando bajándose del aparato volteó a ver a Garry, comprobó por el color mucho más pálido del habitual en el sujeto que el paseo no había sido tan "excitante y genial" como para ella.


Arghh, pero qué débil puedes ser- con desparpajo de entre sus senos sacó una pequeña botella con un líquido ambarino- podría hacer algo, pero como no soy "tu sanadora", mi ayuda tiene un precio ¿sabes? Así que habla de una buena vez, que mi tiempo es oro y no pienso perderlo cuidando de ti, cuando puedo invertirlo recorriendo el negocio.

Con un movimiento de sus manos, acomodó la moto lo mejor que pudo. Por fuera, la tienda se veía realmente pequeña, pero estaba segura que aquello era apenas una fachada para ¿protegerse? No podía afirmarlo, pero lo que era un hecho era que el lugar entero emanaba una magia poderosa y antigua que incrementó mucho más los deseos de comprobar por sus propios ojos si todo las historias relacionadas a esa magia que había escuchado de boca de sacerdotizas que su abuela alguna vez había alojado en su casa.

@ Editado por Bel Evans McGonagall

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La ojivioleta arqueó una ceja sorprendida ante el rápido abrazo de su hermano, pues no recordaba desde hace cuánto tiempo no había una muestra de cariño entre ellos, por muy fugaz que fuera; aunque la escena fue muy breve, lo agradeció internamente, pues no estaba preparada para una conmovedora escena familiar. Internamente, también agradeció la amabilidad de Joaquín al acceder a promocionar el negocio, aunque no sabía si era algo sincero o simplemente era una forma de aprobar el pacto de paz que ambos habían acordado sin tener que pronunciar alguna palabra.


Sonrió al ver la cara de confusión del Granger, pues sabía que había viajado por todo el mundo y, sin embargo, estaba segura de que ese tipo de esoterismo era algo totalmente nuevo en él. Lo dejó a solas mientras iba a su escritorio en busca de unos folletos para que el pudiera llevárselos, agitó delicadamente su varita y enseguida hizo aparecer un papel plateado, para envolver la publicidad. Finalmente decidió dejarlo sobre su escritorio de cristal, se los daría a su hermano al final de la visita y antes de regresar al lobby, agitó nuevamente su varita para hacer aparecer un pequeño florero, acompañado de un par de lirios blancos.


- ¿Para empezar? Creo que necesitas decidirte por algo…- Sentenció la joven, mientras llegaba nuevamente con el mago. - Bueno, te comento que dejé la publicidad en mi escritorio. No sería muy sano que anduvieras cargando cosas antes de comenzar, y por otro lado…- Observó al Granger.- Creo que necesitas dejar tu gabardina por ahí…- Y señaló un perchero que estaba cerca de ahí. - Así estará más cómodo. - Valeskya esbozó una sonrisa, que no podría interpretarse entre malévola y divertida.


- A ver hermanito – Exclamó mientras lo ayudaba a quitarse la gabardina y sacudía sus hombros con las manos, como si estuviera preparándolo para una fuerte pelea. – Creo que tooodo lo que está acá, son cosas que no puedes llevar a la planta baja, así que dejaremos lo del lobby para lo último y…- Rápidamente aventó la prenda hacia el perchero, mientras agitaba su varita para que se acomodara. - ¿Sabes qué cosa es un “amarre”, Joaquín? –


- Un amarre, es un conjuro de magia blanca o… - Bajó la voz hasta convertirla en un susurro, como si hubiera mucha gente allí. – Magia de cualquier color, puede ser tan bueno o malo como tu quieras… traen diferentes ingredientes que…- La Granger hizo un ademán para que la siguiera a la primera planta, al lugar donde estaba la lectura de cartas. - Combinados perfectamente en las condiciones y palabras correctas, puedes atraer a cualquier persona hacia ti. Es como el Amortentia, pero es mucho más poderoso y con efecto permanente, aunque con ciertas… Desventajas ¿Me entiendes? -


- Recuerda, que el karma existe hermanito. Eres un adulto y siempre debes tener cuidado con lo que deseas – Valeskya se detuvo en la puerta, el velo mágico se agitaba misteriosamente. Hizo un ademán para que el joven pasara. - También sabes que cualquier cosa que pase aquí, es bajo tu propio riesgo, nunca se sabe si atraerás a la persona amada o quizás… a la más indeseable de las personas y NUNCA puedas quitártela de encima, así que… piénsalo. – Finalizó.

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Días como este desgastan al licántropo más de la cuenta, como si el mal humor y todos esos sentidos orillados por la criatura agotaran en demasía el cuerpo joven de un lobo. Se siente tan adormecido, que ni si quiera el viento que golpea su cara mientras vuelan por los cielos del Ottery le molesta, quizá algo más molesto es que, en esas condiciones, no puede ver con claridad el paisaje sobre el que ahora pasean, aun asi, Ollivander dirá que volar en moto siempre resulta más cómodo que incluso la alfombra voladora que Bel Evans maneja con maestría. Y aunque Nasha no es la mejor con su vehículo, la verdad es que poco le importa ahora.

 

La joven que acompaña en este viaje es aquella mujer que Yanna Smith, su hermana, trajo consigo desde las américas, una mujer de hábitos inusuales (él cree que incluso tan inusuales son en su propia tierra) y de la que Ollivander no tiene mucha idea y no se le ha antojado saber de dónde rayos ha salido, está más que convencido de que como siempre, Yanna inventará alguna historia por demás exagerada que será difícil de creer, incluso para ellas mismas. -“Una pérdida de tiempo es tratar de hablar con Yanna Smith”- habría dicho en un par de veces Garry a Bel.

 

Sin embargo, a pesar de que esa mañana Bernadette no habría podido sacar al mago de su cama, ni siquiera porque los casos en Baker se anunciaban amontonados, -“pobre de la señora”-, se habría quejado la elfina doméstica retorciendo sus manos con preocupación, ¿culpa? A Grelliam Tonks le sorprende que, a estas alturas del partido, aquellas mujeres aún intenten utilizar esos métodos tan poco persuasivos en su contra, y es que ni siquiera Bel y su visita a…bueno ahora no puede recordar a donde decía que iba, pero de igual forma no le habían animado lo suficiente para salir de casa, después de todo, la luna llena no estaba más que a dos noches de distancia, pronto tendría que salir de casa y estaría fuera el tiempo que necesitaba.

 

Lo curioso era que no había de pensárselo mucho cuando la joven americana le contaba, de la manera menos interesada, cuál sería su actividad por la tarde. Lo cierto es que tampoco habría insistido la bruja en que le acompañara, es más, ahora que lo recuerda, ella tan solo avisaba su salida por si Yanna volvía, había sido él quien se ofrecía a acompañar a la americana en su aventura vespertina.

 

Apenas alzó las cejas en un gesto descolocado cuando la pequeña mujer frente suyo habla sobre cuidar de él, pero, a pesar de los intereses que ella dice tener, algo en esa mujer y en sus palabras no terminan de convencer al licántropo, es como si, no sé, tratara de ser molesta apropósito.

 

Con pereza estira sus brazos, las articulaciones del hombre en esa época son rígidas y parece que hicieran fricción una sobre otra cuando el muchacho ha permanecido mucho tiempo en la misma posición. El gesto de incomodidad es pasajero, distraído en lo que la muchacha dice y hace ahora él no piensa más en sus males.

 

―De haber querido una enfermera detrás de mi… hubiera preferido venir junto a Bel Evans, señorita Montpellier-, habla con monotonía pasando de lado a la muchacha, negando apenas con la cabeza ante las palabras de la bruja. ―Al menos ella tiene un aspecto más agradable-, con un gesto arrugó el puente de la nariz, ya sus ojos de color dispares se paseaban por toda la singular fachada, algo que no había visto y que, a pesar de su inexpresivo rostro, al mago gustaba. ― ¿Vas a entrar o solo te quedaras ahí…perdiendo tu tiempo? -, no se fija detrás si ella viene, si aquella muchachita tiene un carácter complicado similar al de Yanna Smith, lo más sano será no tomarla enserio, mucho menos considerarla.

 

A pesar de que se ha impuesto a ese pensamiento, no deja de preguntarse qué clase de sitios motivan a una mujer como Nasha a gestos y humores mucho más animados a los que se muestran en casa, verdad es que para Grelliam los ingleses son tan desconocidos como los americanos, sin embargo, encuentra en estos últimos un aire un tanto más exótico. Sin muchas intenciones de gastar mucho dinero hoy (Bel seguro tendrá algo que decir al respecto) se asegura de mantener un paso lento, siempre junto a la acompañante de su querida Yanna, curioseando de tanto en tanto las cosas que ella ojea y parecieran interesarle.

 

―Trata de no robar nada ¿quieres? -, habla descuidadamente, la seriedad en su rostro casi pareciera un chiste de tv muggle. ― Aquí las cosas se pagan con monedas-, existe apenas en la comisura de su boca una arruga torcida, bromea, y sabe que una broma así de mal gusto a Yanna Smith hubiera provocado que Ollivander terminara con la aguja de sus tacones incrustada en su ya maltratada cara. ―Quizá pueda pagar algunas cosas por ti-, despreocupado se encogió de hombros.

 

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-Claro... -dije sin oponer resistencia a lo que disponía mi hermana y sin resistencia estiré mis brazos hacia atrás dejando que el abrigo resbalara, ayudado por la joven, pero su sonrisa no me daba nada de seguridad.

 

Sea como fuere, tendría que confiar en ella aquel día, a decir verdad solo habíamos estado unos minutos solos, pero desde que ella era la insufrible Valeskya Granger, esos minutos sin pelear era todo un récord. Todavía podía ser una persona civilizada si se lo proponía, bueno... podíamos, reconocía que me gustaba seguirle la corriente a aquel jueguito de violencia, pero se extrañaban esos ratos de complicidad y ternura fraternal. Ya era tarde para volver a eso, seguramente extrañaría también las peleas.

 

-No tengo idea, ilumíname.

 

Era cierto que yo había viajado por lo largo y ancho del mundo, pero una de mis mayores vergüenzas, y al menos podía sentir cierto orgullo por avergonzarme de eso, era que no había viajado precisamente para cultivarme en distintas áreas mágicas, como sí lo había hecho la joven en su etapa de desaparición. Aunque no era tarde para mí, algo que me venía repitiendo desde hacía varios años, tenía asuntos que atender y que me ataban a este lugar casi por completo. Quizás pudiera hacerlo en algunos años más, cuando esos asuntos no dependieran tanto de mí.

 

La explicación de los amarres que me dio la joven de ojos violetas y cabello negro hizo que me diera cuenta de que en efecto era un ignorante, y que había magia muy poderosa por dominar. No era tiempo para ponerse a pensar en aquello, había preferido ser turista, recolectar historias del paso del tiempo que no se reflejaba en mis facciones y dejar anonadados a los pobres incautos que se fascinaban al principio y se aterraban cuando el iris de mis ojos se tornaba sangriento. Por muchos años no necesité más que eso, pero ya en esta tierra llena de semejantes, no podía confiarme en esas técnicas arcaicas.

 

Aun así el asunto del karma y de las desventajas de los amarres no me convencían del todo, tanto ella como yo podíamos jugar con la mente de las especies más simples de la naturaleza, claro que nuestro límite eran nuestros semejantes y demás criaturas mágicas ¿Acaso el amarre funcionaba con nosotros también? Me daba escalofríos pensar aquello. Pronto descubriría como se ejecutaban aquellos dichosos conjuros.

 

Qué lugar tan tétrico había resultado el primer piso de aquella encantadora carpa blanca. Los muebles aterciopelados como el mantel, y la tenue iluminación de las velas que parecían emitir luz fría en lugar de calentar nada, eran acompañados por el tintineo de los carillones de viento y el intenso olor a incienso de todo el lugar, completando así el efecto. Había estado en lugares peores sin dudas, y no mostraría inquietud ante alguien que algunas veces se convertía en mi peor y más despreciable rival.

 

-Antes de probar eso de los amarres, quiero que me hagas una lectura completa de la suerte, las cartas, las manos, y el café y todo lo que puedas para saber lo que me espera. Según lo que me digas experimentaré con los amarres. Pero tengo una dudad, una curiosidad más bien... Tanto tú como yo podemos jugar con la mente de los humanos pero nuestro límite son las otras criaturas mágicas ¿Los amarres funcionan también en seres cómo nosotros?

 

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Nasha Montpellier

Con @



"Maldito engreído" piensa Nasha al instante, guardándose el frasquito y anotando mentalmente el asunto para gestar alguna venganza después. Lo cierto es que una leve risita acompaña su ingreso, a propósito de las palabras del mago respecto a que Bel pueda tener mejor aspecto que ella. De pronto, aquella idea de Yana sobre que los ojos de dispar color de su hermanastro son una de las más importantes razones por la cual tiene una visión del mundo tan desviada y errónea no parece tan descabellada.


Lo ve adentrarse en la tienda, por delante de ella. Su andar pomposo le recuerda lo peor de la gente aristócrata de su natal Nueva Orleans, paseándose por el barrio francés de la ciudad con aires de ser los dueños de las vidas de quienes allí habitan, pero decide no hacer demasiado acaso de aquel alarde infantil, puesto que en el pasado ese mismo tipo de hombres resultaron fáciles (est****amente fáciles) de seducir, y sobretodo frente a ella la enormidad del local se ha revelado.


Sin un mínimo de cuidado avanza entonces hasta las vitrinas donde toda clase de artículos se exponen, desde chucherías que entrarían en la calificación de artesanías a objetos más interesantes a sus ojos, como son los amuletos. Necesita, a través de su especial forma de hacer magia, corroborar el valor de todo aquello, pero cuando se dispone a concentrarse, un nuevo comentario de Garry se lo impide. Solo que esta vez, no piensa dejarlo pasar.


Se gira entonces y contempla el gesto burlón con que él la está observando ¿que reacción cree el mago que ella adoptará? Antes de decir cualquier cosa, le corresponde la sonrisa, pero no una de burla, sino más bien esa misma que ofrece a los clientes escépticos, y que tan bien le enmarcan el rostro.


Porque está segura que ahora que por primera vez están solos, él necesita darse cuenta que ella no es como su frágil mujercita que solo se quejará educadamente, o como la violenta de su hermanastra que le propinará un dolor físico que de cualquier forma se puede quitar a los pocos minutos con una buena poción.


No, los métodos de ella son... bastante diferentes.


¿Robar? Nunca lo he necesitado― su vista volvió a las vitrinas unos instantes antes de regresar hacia Garry― justo como tú ahora, la gente me ofrece su dinero y evidentemente yo jamás lo rechazo.


Y no solo dinero en realidad. En sus cortos 21 años, Nasha puede "presumir" de haber recibido una docena de propuestas matrimoniales, tener varias cuentas bancarias en paraísos fiscales, y un puñado de devotos enamorados que no dejaban de enviarle molestos mensajes que colapsan el buzón de la casa de su abuela. En parte, aunque esto jamás lo ha confesado a persona alguna, viajar a Europa ha sido una medida eficaz para escapar de todo eso.


Tras decir esas palabras, la muchacha cierra los ojos unos momentos,y coloca la palma de la mano derecha sobre las vitrinas, para luego recitar palabras incomprensibles, en busca del rastro de magia (existente o no) en los amuletos que ahora aprecian. Y cuando termina aquel sencillo ejercicio, lanza un suspiro.


Nada de este lugar me sirve, yo necesito algo permanente― nuevamente, la tenía sin cuidado si el mago estaba siguiendo del todo su línea de pensamiento ― pero a ti quizá sí...― se echó el cabello para atrás y observó de reojo a Garry― aun no los has dicho ¿qué es lo que viniste a buscar aquí?


Con unos pocos pasos, Nasha corta la distancia que la separa del mago e inclina levemente la cabeza hacia un lado antes de hacer su siguiente pregunta.


No creo que sea solo por acompañarme ¿no? Porque verás, aunque creo que tienes cierto atractivo- sin despegar aquellas brillantes pupilas café de inusual brillo de de las desiguales pupilas de él, sonriente, lenta y despreocupadamente, acaricia el brazo del hombre con la punta de los dedos― prefiero a tu hermanita.


Ha sido la primera vez que ha empleado con él, aquel tono meloso y dulce, su mejor carta de embaucadora. Esta vez sin embargo, no hay en lo que ha dicho una sola mentira. Le intriga saber los motivos que tienen a Garry allí, y aunque los amuletos no fueron lo que esperaba, todavía confía en que en el resto de plantas si encuentren algo que valga la pena.

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