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Mortiando Juntos


Jeremy Triviani
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El vampiro se decidió por una remera blanca normal con un estampado que decía “Blinlie” en letras azules, nada fuera de lo común. Eligio el pantalón de jean negro, que no era muy ajustado. No le gustaban las cosas ajustadas que marcaran su anatomía. Las botas negras sin cordones terminaron de complementar su ropa. Se quitó anillos, collares y el cinturón. Hoy no llevaría eso puesto.

 

El pelo rubio del Askar peinado hacia atrás, conservaba la humedad de la ducha. Tomó su varita y la guardó en el bolsillo de atrás de sus pantalones. Ya estaba listo para lo que tenía que hacer. Sonrío al pensar en la mujer que vería en unos minutos, mientras caminaba saliendo del Refugio. Al llegar al jardín agarro las flores que había preparado para llevar y se esfumó hacia su punto de encuentro.

 

Jeremy apareció a unos metros del lugar que había elegido para el duelo. Una granja abandonada. Se rió en voz alta al pensar lo que diría la Gaunt cuando viera eso. Bonita impresión se llevaría. Desatranco la puerta de la cuadra donde se guardaban los caballos e ingreso sin problemas. La oscuridad invadía el enorme lugar, así que el vampiro encendió la luz con un movimiento de su varita.

 

La cuadra vacía, abandonada y sin boxes, se alumbró por completo. El piso estaba cubierto con paja húmeda y debía confesar que bastante vieja. En los costados había varios comederos de caballos unos sobre otros, como si fueran vasos. El vampiro aprovecho y dejo en la única mesa que había las el ramo de flores, luego observó en más detalle el lugar. En una de las paredes, había material de talabartería. Sillas, bridas, alfombras, rebenques, todo en cuero, se notaba su desgaste por falta de mantenimiento.

 

Un ruido alertó al Askar de que su visita había llegado. Se posicionó a unos cinco metros de la puerta y cuando vio entrar a la Anne, sonrió como idi***. Estaban para practicar allí, pero no podía evitar sentir que se encendía al ver a la mujer. Haciendo una mueca pensó “Crece Uñas”. De la varita del mago salió un rayo que impactó en el pecho de la Gaunt haciendo que las uñas de sus manos crecieron sin parar, no podría apuntarlo bien, y tampoco podría sostener la varita por mucho tiempo, si no anulaba el efecto.

 

-Te traje flores - Le dijo para distender el ambiente - Te extrañe, cariño.

 

 

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Se terminó de preparar tranquilamente, sabiendo que aún tenía tiempo de sobra para acudir a su "cita". Aunque no estaba segura de hasta qué punto podía tomarlo como tal. Lo mejor de todo era que, fuera para lo que fuese, ver a Jeremy siempre resultaba algo absolutamente perfecto. Al mirarse al espejo se percató de que sus mejillas estaban sonrojadas y se rió entre dientes mientras apartaba la mirada de aquella visión. Conocerle la había cambiado por completo, al menos cuando él estaba presente. Porque estaba segura de que Mery seguiría pensando que era una mujer de lo más desagradable.

 

Con motivo de su reciente ingreso en el bando tenebroso, Anne y el Askar habían decidido practicar un poco la cuestión de los duelos. La Gaunt no era una duelista impecable, por supuesto, pero tenía algo de experiencia y se había comprometido a enseñar todo lo que sabía al muchacho. Aunque estaba segura de que él no iba tan en blanco como le había contado. Lo que no tenía claro era adónde irían para la ocasión, le había indicado las coordenadas a las que debía dirigirse pero la warlock había intentado no averiguar nada al respecto, así podría sorprenderse frente a él y no antes de tiempo.

 

Para la ocasión, había decidido variar bastante su indumentaria, siempre bastante informal e incluso descuidada. Había optado por un vestido camisero, poco habitual en ella, que le quedaba por encima de la rodilla y dejaba a la vista sus piernas. Incluso allí, a solas en su dormitorio, se sentía ya rara solo de pensarlo. Miró hacia abajo para mirarse las extremidades inferiores, tan claras frente al color granate del vestido, y se recordó que debía tomar un poco el sol para que su piel se broncease un poco. Parecía casi una muñeca de porcelana. Aquel pensamiento provocó que volviera a reír mientras se dirigía hacia el zapatero y tomó sus botas de estilo militar, que subían un poco por encima del tobillo. Se las abrochó, aunque no apretó los cordones demasiado y luego comprobó que llevaba sus anillos y amuletos colocados. También le gustaba su pelo, corto y de color grisáceo. Además, se desabrochó un par de botones del vestido para que el escote de éste se abriese y dejase ver un poco más de lo normal sin llegar a ser grosero. Y luego se acercó a su espejo de pie para observarse. Todo en orden. Le gustaba llevar los amuletos y anillos de habilidades y poderes a pesar de haber decidido no usarlos contra Jeremy, ni tampoco sus poderes de rango. Prefería iniciar con igualdad de condiciones, ya habría tiempo de dificultar las cosas más adelante.

 

Desapareció del castillo Gaunt para reaparecer junto a una granja abandonada. Bien, primera sorpresa para la mujer, que abrió mucho los ojos y enarcó una ceja con una incipiente sonrisa en los labios. Era un extraño lugar, si bien bastante apropiado para la ocasión. Vio que la cuadra estaba abierta y decidió que Jeremy podría estar dentro para evitar que pudieran observarles desde fuera. Se dirigió hacia aquel lugar y atravesó la puerta. Lo primero que vio fue una mesa con unas flores encima y se acercó hasta ellas para tomarlas y acercárselas al rostro con una ancha sonrisa dibujada en los labios. Y entonces, la presencia de alguien a poca distancia y la inconfundible presencia de magia en el lugar la hicieron estar alerta. Qué menos, dadas las circunstancias.

 

Con un movimiento hábil, hizo desaparecer las flores en su mano libre mientras en la otra aparecía su varita de madera de pino negro, oscura y con algunos grabados rúnicos en su superficie. Era preciosa, y estaba muy bien cuidada, qué menos en una fabricante de varitas como lo era ella. Hizo una floritura en el aire para detener el rayo que iba directo hacia su cuerpo.

 

Protego —exclamó. Un escudo invisible absorbió el rayo de Jeremy, a quien vio en cuanto alzó la mirada, a poco más de ocho metros de distancia. Le sonrió con gesto lascivo—. Yo también te extrañaba, y me han encantado las flores. Pero quería preguntarte algo... ¿lo del crece-uñas es porque te va el rollo duro? Ya sabes... —alzó la mano libre y la movió como si fuera a arañarle—... a lo mejor te gusta que te arañen en ciertas situaciones. Házmelo saber para que lo tenga en cuenta, cielo —añadió, aunque mientras hablaba recomponía su postura para estar cómoda a la hora de atacar. De reojo, observó uno de los comederos de caballos que estaban apilados a un lado, había varios que formaban una especie de torre mientras que otros quedaban, solitarios, apoyados contra las paredes de madera. Se fijó en uno de ellos y lo apuntó con la varita—-. ¡Morphos!

 

Uno de los comederos solitarios, el más cercano a la posición de Jeremy que tenía el tamaño de una mesa de té aproximadamente, se transformó en un jaguar de mediano tamaño que rugió en cuanto adoptó su forma animal y se lanzó contra el Askar para atacarlo mientras Anne observaba desde el otro lado, en silencio y con la varita alzada. Evidentemente, no tenía interés alguno en que el muchacho resultase herido pero quería ver cómo se desenvolvía en la situación.

 

 

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Jeremy pudo observar a su invitada con más detalle luego de la linda bienvenida que le había dado. No esperaba tomarla de sorpresa, no era tan iluso ni tan tonto como para imaginarlo. Levanto ambas cejas poniendo cara de sorpresa, y bajó su mirada por el cuerpo de la bruja, deteniéndose un poco en el revelador escote y concluyendo su inspección en las piernas. La temperatura de su cuerpo empezó a subir.

 

-Me encanta el rollo bien duro ¿Crees que podrás soportarlo? -Le respondió con un guiño.

 

La bruja estaba un poco lejos para su pesar, acortó un metro del camino para ver su escote rostro más en detalle. Siempre disfrutaba de verle esos ojos que le quitaban el sueño por las noches, desde que la conoció se había vuelto una prioridad para él. Tal vez se hubiera equivocado en traerla a ese lugar mugriento para el duelo. Había lugares mucho más cómodos donde podía tirarse hechizos sin ensuciarse.

 

-¡Silencius! -Dijo enmudeciendo a la bruja sin darle la oportunidad de crear ningún Jaguar para que lo ataque - ¿No estás muy vestida, cariño? - Le pregunto poniendo cara de inocente - ¡Morphos!

 

El vestido de la bruja se convirtió en una serpiente Taipan marrón oscuro que mordió a Anne en el hombro inyectándole su mortal veneno en el torrente sanguíneo. Si la bruja no se curaba sufriría una letal y dolorosa muerte en pocos minutos. El vampiro ahogó la culpa y el remordimiento que empezaba a sentir. Estaba preparado para ayudar a la Gaunt al primer instante que las cosas se complicaran.

 

El corazón del Askar empezó a latir más rápido. Tenía bien claro que nadie moriría allí en medio de una granja abandonada, se repitió mentalmente para tranquilizarse que solo era una práctica. Una especie de cortejo al estilo mortífago.

 

 

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  • 2 semanas más tarde...

Las palabras murieron en sus labios. Cómo no, no había esperado menos del Askar y de su estrategia. Ni tampoco de su poder. Y del efecto que producía en ella mejor ni hablar. Anne se percató de que, a pesar de las circunstancias, no podía evitar sonreír como una adolescente. Quizás se debía a la presencia de Jeremy, que conseguía alterar hasta la última célula de su cuerpo. O quizás era porque no podía evitar sentirte pletórica ante la perspectiva de compartir su amor por el bando tenebroso y las batallas con su amor sentimental. Solo de pensarlo sentía que le bullía la sangre en las venas... entre otras cosas. «Así que le va el rollo duro... la cosa promete», se dijo. Hasta así, en pleno duelo, mirar al rubio le resultaba de lo más perturbador. Debería estar prohibido ser tan guapo.

 

Todos aquellos pensamientos se desarrollaron en décimas de segundo, la mente de Anne trabajaba a una velocidad vertiginosa. A pesar de ello, no pudo hacer nada cuando se zafó de su ataque y lanzó el suyo propio, que había previsto... a medias.

 

Su vestido desapareció para convertirse en una serpiente taipán marrón. Una asquerosa serpiente. Anne era ofidiofóbica.

 

Quizás Jeremy no había calculado del todo algo, y es que el vestido camisero no tenía tanta tela o peso como para crear una serpiente muy grande. Por ello, la taipán que había surgido de su vestido era un ejemplar jovencito, no demasiado grande, aunque igualmente peligrosa. Como ella tenía tanto miedo a las serpientes y disfrutaba de unos reflejos especiales a causa de su licantropía, se movió lo suficientemente rápido como para agarrar al animal por la cabeza para evitar que pudiera morderla en el hombro, que parecía ser su objetivo, y la lanzó con una fuerza sobrehumana hacia delante, en dirección a Jeremy, mientras lanzaba un alarido de pánico. Todo esto en cuestión de segundos.

 

¡AAAAAAARRRRRRRRRGGGGGGGGHHHHHHH!

 

Fulminó con la mirada al Askar, aunque un segundo después lanzó una carcajada a causa de los nervios, apuntando con la varita al frente. Ahora estaba en ropa interior de color oscuro, como le gustaba a ella, aunque tampoco es que le importase mucho que la vieran desnuda. Menos Jeremy, por supuesto.

 

Ésta me la vas a pagar, que lo sepas —le dijo, haciéndole un gesto amenazador con la mano libre sin perder la sonrisa—. No por el envenenamiento, que no te ha salido bien, sino porque odio las serpientes. Irónico, ¿verdad, cielo? —le explicó. Aunque no era momento de cháchara, sino de combatir—. ¡Oppugno!

 

El efecto fue inmediato y afectó a la serpiente, que estaba cerca de Jeremy reptando por el suelo. Ahora Anne controlaba su voluntad, al menos durante unos instantes, y su voluntad era que atacase al Askar en una pierna. No quería hacerle daño, pero qué menos en aquel enfrentamiento. Luego le pediría disculpas en algún rincón de aquellos terrenos, seguro que había algún lugar cómodo para ambos.

 

Al margen del ataque de la serpiente, Anne apuntó al rubio directamente.

 

¡Sectusempra! —y un rayo verde salió directo desde su varita hacia el pecho del Askar. Si le alcanzaba, varias heridas sangrantes aparecerían en su piel y le harían perder sangre hasta que pudiera ponerle remedio. Y si no lo hacía, se le complicarían las cosas—. No es nada personal, ya sabes. Pero así mejoraremos los dos —y dicho eso, le lanzó un beso en el aire.

 

 

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Jeremy no podía negarse el placer de mirar a la bruja en paños menores. Era una delicia para sus ojos. Sonrió por defecto al escuchar el grito de miedo. Aunque su hechizo no era para tanto, tuvo una leve falla al crear una serpiente Taipan jovencita. Por lo menos había cumplido su primer objetivo de ver a la Gaunt con menos ropas cubriendo su delicado cuerpo.

 

-Muy irónico si, aunque es bebé solo busca amor -Le comento con un guiño de ojos. ¿Era él o el ambiente se estaba poniendo muy caliente? - ¿Tienes calor, cariño? – Levanto una ceja con gesto burlón.

 

La serpiente estuvo al control de la bruja por lo que avanzó hasta el vampiro con intenciones de morderlo, pero la velocidad de su raza acudió en su ayuda pateo a la serpiente bien lejos en dirección a la peliblanca. El animal ya estaba en su control de nuevo así que no tardó en volver para hincar los dientes en la pierna de Anne drenando todo su veneno ponzoñoso, el cual empezaría a infectar todo su sistema nervioso de inmediato.

 

-¡Desmaius! -El rayo abandonó su varita para impactar en el pecho de la Gaunt haciendo que caiga al suelo, quedé inmóvil e inconsciente. Sin darle oportunidad de ataque.

 

El vampiro sintió un poco de molestia al ver a la mujer recostada en el inmundo suelo. Quería verla acostada y semidesnuda, pero no en ese lugar abandonado. Sin embargo, no dudaba que pagaría su atrevimiento más pronto de lo que imaginaba. Las cosas no iban a quedar así, Anne no lo dejaría salirse tan fácil con la suya.

 

-¡Despierta! No es hora de dormir, amor. Prometo que lo haremos juntos antes de que acabe el día, pero no aquí -Continuó hablando como si fuera una cita de lo más normal. Volvió a levantar su varita para continuar-¡Sectusempra! -Grito haciendo que un rayo colorado saliera de su varita e impactará en el pecho de Anne, lo que le provocaría cortes profundos y sangrantes en el cuerpo que la dejarían inconsciente si no se curaba por la pérdida de sangre.

 

Jeremy no era cruel. No tanto. Pero el ver sangre y poder olerla, le provocaba una enorme satisfacción. Sonrió disfrutando del encuentro. Estaba motivado. Muy motivado. Al mirar a Anne se dio cuenta el motivo… Ella.

 

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  • 1 mes más tarde...

El duelo se le estaba torciendo. Bueno, no exactamente, pero el Askar no era un mago desvalido en las artes del combate y Anne acababa de descubrirlo por las malas. Y lo más llamativo de la situación era precisamente que le gustaba saberlo. No estaba segura de si podría convivir con alguien que fuera torpe con la varita (jejejejeje). Pero afortunadamente no debía preocuparse por eso en aquella ocasión.

 

La serpiente no consiguió envenenar a Jeremy, que se la devolvió de una patada en cuanto ésta dejó de obedecerla a ella. El animal se desvió en el aire pero, cuando fue a morderle la pierna, lo hizo más abajo de lo que debía y topó con las botas de estilo militar que vestía, por lo que no alcanzó la piel de la Gaunt. Y tuvo entonces la oportunidad de lanzarla lejos nuevamente con una fuerte patada, lo suficientemente lejos como para que no le supusiera un problema inmediato.

 

Lo que no calculó entonces fue que Jeremy la atacaría, y lo hizo un poco antes de que ella lanzara su sectusempra. Ambos rayos se cruzaron en el aire e impactaron en sus respectivos objetivos. En su caso, Anne sintió un repentino mareo y cayó al suelo. Ni siquiera llegó a sentir el impacto, había perdido la consciencia un instante antes cuando aún se desplazaba en el aire. Tardó unos segundos en reaccionar y, cuando lo hizo, abrió los ojos rápidamente e intentó levantarse de un salto, aunque no fue tarea fácil: la cabeza le daba vueltas.

 

La sensación desapareció pronto, pero amenazó con regresar cuando vio que su rayo había hecho diana en Jeremy, que tenía profundos cortes en la piel. Y aún así se encontraba mal... bajó la mirada para ver que ella también tenía cortes profundos en la piel. La había atacado tras el intercambio de daños, y ahora estaba herida de muerte al igual que él.

 

Frunció el ceño sin dejarse llevar por la situación: había que actuar rápido. Caminó hacia Jeremy a pesar de que sentía cómo las fuerzas se le iban mientras la sangre brotaba de las heridas y alzó la varita hacia él.

 

Episkey.

 

La sanación hizo efecto en el Askar cuyas heridas, si bien no desaparecieron del todo, dejaron de sangrar deteniendo así la hemorragia. Pero acababa de gastar las fuerzas que le quedaban, así que volvió a caer al suelo, aunque esta vez más cerca de Jeremy.

 

Felicidades, has ganado nuestro duelo de entrenamiento —comentó a media voz, sintiendo que se le cerraban los ojos—. Ahora llévame a San Mungo, por favor.

 

Y perdió la consciencia, esta vez para algo más de unos segundos.

 

 

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