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Prueba de Metamorfomagia #8


Amara Majlis
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La mañana de la prueba de metamorfomagia, Amara se encontraba en las afueras de su choza con un cesto tejido en los pies y dos pequeñas tazas de porcelana donde había un líquido entre ámbar y amarillo que al beberlo les haría perder un poco sus recuerdos. Dentro del cesto había dos bolsitas donde guardaba los anillos de habilidad que se encontraban vinculados con el que ella tenía en su dedo anular de la mano derecha. Esperaba a los dos chicos que iban a dar inicio con su vinculación al anillo.

Al llegar el primer chico le sonrió, se acercó hasta él y le entregó la taza con el líquido ámbar, hizo exactamente lo mismo con el segundo chico.

Bienvenidos a su prueba de Metamorfomagia. —hizo una pausa y empujo con sus pies el cesto en el suelo —hagan el favor de dejar su varita, anillos y más amuletos en él. No los van a utilizar. —pidió, de esa forma evitando que los caballeros bebieran el contenido de la taza. Para cuando ambos hubieran dejado todas sus pertenencias en el cesto, Majlis les hizo una señal de que podían beber.

El líquido ámbar les haría olvidar todo lo que no tuviese que ver con la Metamorfomagia, recordarían de forma perfecta que saben cambiar de apariencia, pero no que pueden hacer uso de la magia o que tienen en su haber otra habilidad. Mediante más cerca de vincularse con la habilidad irían descubriendo aquellas habilidades que se habían borrado de manera momentánea.

La sensación de pérdida que están teniendo es completamente normal, poco a poco se van a sentir completos. —les miro a los ojos, primero al Gryffindor y después al Ravenclaw. Ambos de familias de grandes magos fundadores, era la primera vez que la arcana se preguntaba si en verdad aquellos chicos eran descendientes de Godric y Rowena. Quizás al término de la prueba podría preguntarles.

La prueba estaba dividida en 2 partes, la primera parte tenían que sortear tres pequeñas pruebas que los harían llegar a las 7 puertas dentro de la pirámide donde empezarían con la segunda parte de la prueba. Para dar inicio a la prueba ellos debían caminar alejándose de la choza de la Arcana, en ese lugar encontrarían 2 caminos, uno por cada uno, que al pasarlo con éxito iba a volverse un mismo camino.

El primero de los tres retos era el más sencillo, era de los primeros cambios que se sufría al ser un niño, escapar mediante la habilidad de una figura de autoridad. El segundo reto consistía en cruzar un río ayudado por una balsa en la que sólo cabía una persona de complextura delgada y un niño, así que para que ambos pudieran cruzar debían ponerse de acuerdo para cambiar. El último reto de esa primera parte pasaba al momento de poner un pie fuera de la balsa, a cada uno lo transportaría a una situación donde tuvieran que usar la habilidad para el bien de una persona ajena a ellos, hasta que lograran entender que la metamorfomagia era un regalo para ayudar al otro no iban a poder empezar la segunda parte de la prueba.

Es momento de partir mis niños, pero antes —les entregó las pequeñas bolsitas de terciopelo. —dentro de ellas está un anillo con el que nos vamos a comunicar, aunque no esté físicamente con ustedes, lo estoy de espíritu. Así que es el momento de una gran aventura, nos veremos pronto.

Tras esas palabras los dejo ir. Estaba segura que ambos magos llegarían a presentarse hasta donde se encontraba la puerta al portal de la Metamorfomagia y la prueba tras aquel portal era el más complicado de todos.
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Tenia que admitir, que no era buen momento para sentir aquella debilidad que me invadia por completo. Era una carga que iba a tener que sostener durante toda la vida, un proceso que me iba a costar demasiado, pero lo iba a poder superar, o al menos eso queria intentar.

 

Estaba caminando por aquellos senderos que serpenteaban en diferentes direcciones. Estaba seguro que era una de las pocas cosas que extrañaba de ser director de la Universidad. Caminar por alli y reflexionar.

 

La choza de Amara se iba haciendo vada vez mas cercana, y como si lo supiera, nos estaba esperando. Con aquello me referia a Katon y a mi. Me coloque cerca de la Arcana mientras me encargaba de quitar todos esos pensamientos y enfocarme en lo importante.

 

-- Siento como si fuera la primera vez que estoy yendo a un portal --comenté, como si me lo hubieran preguntando. Pero tratando de mentalizarme, en que tenía que estar preparado. Todas las pruebas habian sido diferentes. Y ésta mucho mas.

 

Cuando llego Keaton, la Arcana empezó a dar las indicaciones. Aquello si era igual que las otras habilidades, te ponian algunos obstácul0s para llegar ante el portal. Era como si con aquello se pudiera entrar en calor.

 

-- ¿Dejar mi varita? --miré sorprendido a Amara. Por los anillos no me preocupaba porque tenia otras alternativas para reemplazarlas, pero aquella arma era demasiado para dejarla a un lado.

 

Confiaba en la Arcana. Pero no confiaba en cómo podría desenvolverme como muggle. Cuando explicó lo que contenía las tazas y sus efectos, pude aunque sea entender a dónde queria llegar.

 

Avance unos pasos y deje mis anillos. Parecían uno solo. Me saque algunos colgantes que tenia entre la ropa. Y por último, mi varita. Si antes me sentía débil por estar aprendiendo a manejar la varita sin una mano, ahora sin ella, empeoraba.

 

Tome la taza y le di algunos sorbos. Increíblemente era dulce, casi como la miel. Terminé de beber todo aquello y deje la taza, tomando la bolsita. No aguanté a esperar a colocarme delante del portal, me coloque el anillo plateado y simple mientras ella se despedía.

 

-- ¿Quieres que vayamos juntos, señor Ravenclaw?

 

Era cierto. Mi cabeza empezo a marearse un poco. Las habilidades se fueron disipando de a una. Era increíble que aquel aprendizaje fuera sumergido en un océano de pura debilidad. Primero la mano, luego la varita, ahora las habilidades. Respire hondo.

Editado por Elvis F. Gryffindor

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Al fin. Después de un exhaustivo aprendizaje, el Ravenclaw llegaba a la prueba de la Metamorfomagia. Estaba nervioso, debía de admitirlo, pues pese a que Amara se había encargado de que sus estudiantes aprendiera los necesario y creerlos listos, era ´por mucho una experiencia que a él le da un poco de pánico. Recordó la vez anterior, con Suluk, cuando ingresó al portal. La experiencia era aterradora, saber que en cualquier punto podría perder la cordura, o la vida misma, era de temerse, y esa sensación se estaba haciendo presente de nueva cuenta en la cabeza del mortífago.

 

—Bien, supongo que es parte de lo mismo —Dijo al aire mientras caminaba por los pasillos largos de la Universidad. Era raro, él estaba habituado a aquel lugar, más por haber sido profesor de varias disciplinas, pero en el caso del Ateneo de Habilidades y Magias Arcanas, solía ir en pocas ocasiones, y hacerlo para una prueba... bueno, debía de confiar en sí mismo.

 

Al llegar ante la vivienda de la Arcana, el Ravenclaw se topó con que era el segundo en llegar, debido a que el Gryffindor, ya había llegado al recinto. Amara entonces les dio la bienvenida y les dio la indicación de que debían dejar sus varitas y objetos de Libros de Hechizos en una cesta. El Base desconfió momentáneamente, pero ¿quién diantres era él ate un Arcano? Exacto, nadie, aquel respeto que les tenía tanto a ellos como a los Uzza, el vampiro solo lo sentía por la memoria del Señor Tenebroso.

 

—Vale, pero tampoco es como que me guste mucho la idea —DIjo poniendo su monedero de piel de moke, donde llevaba siempre todos los artículos de los Libros, y su varita en la cesta. Sentía como si estuviera dejando alguna extremidad importante, y pensó en jugar una triquiñuela y coger la varita, pero Amara seguro se daba cuenta, por lo que borró la idea de su cabeza.

 

Posteriormente, la Majlis, les entregó un contenedor con un líquido ambarino a cada uno de sus pupilos, indicándoles que lo bebieran. El Black Lestrange no dijo nada, solo se lo empezó a tomar, y era sorprendente lo bien que aquella cosa sabía, era dulce, como la miel, pero tenía algo más, algo que la hacía especial. Sin embargo... ¡ALGO SE LE HABÍA PERDIDO! La cosa era que no sabía qué. Amara les comenzó a decir entonces que la sensación era muy normal y que poco a poco se irían sintiendo completos de nuevo, pero debían de avanzar en la Prueba.

 

—Espero que lo que sea que haya perdido no sea de mucho valor —DIjo a nadie en particular, teniendo ahora en la cabeza solo la idea maravillosa de podía cambiar de apariencia a voluntad, lo cual era increíblemente mágico y extraordinario. Elvis le dijo que si iban juntos. Keaton se lo pensó, y supuso que tal vez el Gryffindor le fuese de ayuda, lo podría utilizar —Voy contigo Elvis, sólo si dejas de hablar de usted y me dejas de decir señor —Apuntó cuando la Arcana les daba una bolsita con un anillo, y entonces iniciaron aquel camino.

Editado por Keaton Ravenclaw

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No pude evitar sonreir. Casi mostrando los dientes asenti a sus palabras sobre tratarlo de señor. Aquella costumbre, que al parecer para algunos era una mala, se me habia pegado al trabajar tanto tiempo como Auror. Esas formalidades se necesitaban solo alli dentro.

 

Le hice una seña para empezar a caminar juntos luego de despedirnos de la Arcana. Aunque sabia muy bien que la tendriamos más cerca de lo que creeriamos. Pero no tardamos demasiado en alejarnos de la choza y ver que ese mismo camino, se dividia en dos.

 

-- Mira... un águila y un león --exclamé sorprendido, señalando aquella bifurcación que era señalada por éstos animales. La idea de recorrer aquellos obstácul0s juntos se había disipado--. Tendremos que separarnos...

 

Mire al joven Keaton y levante los hombros. No espere a un consenso y le guiñé un ojo. Me di la media vuelta y comence a separarme de mi compañero. En mi cabeza las cosas estaban mas complicadas de lo que parecia.

 

Siempre tenia la facilidad de pensar a lo grande, de pensar en diferentes opciones y analizar cual era la mejor. Pero ahora estaba limitado y lo único que parecia lógico era la Metamorfomagia.

 

El sendero se encontraba decorado por algunos setos con unas lindas flores. Los árboles iban invadiendo el ambiente con el ruido relajante del vaivén de sus capas, con las hojas que se movían jugando entre ellas.

 

Pero también aparecieron algunas figuras. Dos, tres, casi media docena de ellos, con el logo en el pecho del Departamento de Aurores. No podia creerlo. No queria pasar de nuevo ante aquello. Todo habia sido demasiado reciente. Incluso podia jurar que habia sentido un ardor donde en su momento habia tenido mi mano.

 

-- ¿Bel? --murmuré para mi, deteniendo mi paso y observando a lo lejos a una figura cercana, pero que habia tenido un leve encuentro al enterarse aquella noticia.

 

"No deben estar lejos"

 

"Si, si. Estoy segura. Los vieron por aqui"

 

Una mujer señalaba a un lado del grupo, donde al parecer estaban buscando a algún fugitivo o delincuente. En otra época hubiera sido el primero en lanzarme en busqueda de la persona. Pero era diferente. Se me ocurria una idea.

 

Respiré. Cerré los ojos. Me concentre y en mi cabeza empezo a rodearse mi figura por una niebla blanca. A la vez, mi misma figura hacia unos cambios, mientras se transformaba algunas partes de mi. El pelo. La barba crecía de un color mas oscuro. Igual que los ojos, tanto como la noche. La mano. Tenia una nueva mano.

 

¡¿Cómo no se me habia ocurrido antes?!

 

Era demasiada casualidad la desgracia ocurrida con el clan. Y ahora con la habilidad de metamorfomagia, podia recuperar la mano. Aunque fuera de mentira, tal vez asi me ayudaria a procesar mas rápido aquella etapa.

 

Abri los ojos y continue avanzando por el sendero. No era Elvis Gryffindor al que todos conocían, era casi otra persona. Incluso habia transformado mi nariz en una mas grande y de las orejas salian algunos pelos. Era cualquier otro mago.

 

-- No, no disculpe, señorita. No me interesa, estoy apurado --una Auror, al parecer me habia visto cerca de alli.

 

Mantuve la vista fija en el sendero. No queria mirar a los ojos a Bel que se habia quedado mirando fijamente a su alrededor con los brazos cruzados. La Directora de mi ex departamento parecía contrariada.

 

Me aleje en cuanto pude y los deje atrás.

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—Hasta pronto, Elvis, hasta que lleguemos a la pirámide —Dijo el vampiro y siguió el camino del águila.

 

Estaba confundido, le molestaba tener esa sanción de vacío, saber que algo se le estaba pasando, que algo se le estaba yendo, y aunque pensaba que en aquellos instantes eso era lo que menos debía de importar, no podía sacárselo de la cabeza. Suspiró. Tenía que hacerlo, tenía que lograr aquella conexión con aquella magia que le permitía cambiar de apariencia, quería dominarlo al ciento por ciento, era lo único sobre lo cual sí estaba seguro. El camino que le había tocado era siniestro, lo cual iba a dificultar las cosas, pues siempre, por experiencia, las cosas de ese tipo tenían obstáculos más complejos.

 

—Debe de seguir dando clases, no puede abandonar sencillamente así su puesto en la Fontainebleau, su padre no aprobaría estas actitudes. ¡Mira que huir por el la epidemia! ¿Dónde queda su pasión por la enseñanza? —Escuchó entonces que decían a lo lejos.

 

Lo que realmente le sacó de balance, fue el escuchar el antiguo colegio italiano donde daba clases hacía poco más de quinientos años. La Fontainebleau era una escuela que de hecho, en la actualidad, ya no existía, ¿quién entonces se quejaba de que no se estaba dando una clase? Con temor, el Ravenclaw siguió caminando, y sentir ese sentimiento lo hizo dar un paso atrás, ¿qué le pasaba? No era propia de él que algo le diera miedo, pero es que su pasado, el dolor que había sentido tras la pérdida de su padre...

 

—Supongo que hablan de Keaton Vasari, ¿nos es verdad? —Dijo Keaton tras haberse transformado en la figura del Papa Pío V, que estuvo en el pontificado entre los años 1565 y 1572, etapa en la cual Keaton había dejado su puesto como profesor de aquella escuela. Sus facciones ahora eran las de un anciano de más de sesenta años, con una barba hasta el pecho de color blanca y bastante enmarañada, una cabeza calva y con manchas en varias partes, provocadas con la edad, y unos cansados ojos azules. Además, sus atavíos eran ahora los de un sumo pontífice de la iglesia católica —Si así, quiero que dejen el tema por la paz, el joven Vasari solo hacía lo que creía correcto —Dijo con la voz de un hombre de esa edad.

 

—¡Su santidad! —Dijeron los dos hombres que momentos antes estaban hablando de él —Si, nos referimos al joven Vasari, pero es que entiéndanos, como directores del Fontainebleau debemos velar por la adecuada educación de nuestros nobles —Arguyó el hombre de nombre Paolo Vicci —El hecho de que él haya dimitido... ¡era de nuestros más brillantes profesores! —Añadió. Keaton/Pío sonrió.

 

—Claro, entiendo tu preocupación, Vicci, pero debes entender que para ninguno de nosotros la partida de nuestros padres es sencilla. Nuestro señor Jesucristo sabe mejor que todos nosotros los devenires del destino, y si el joven Keaton y su madre han decidido partir es por una razón justa y guiada por el Espíritu Santo —Dijo el ahora ojiazul.

 

Estaba resultando muy sencillo usurpar el lugar de Pío V, pues el Ravenclaw había pasado con él mucho tiempo aprendiendo teología. Sabía su manera de hablar, su manera de pensar, ¿quién mejor que él para poder ser él? Aquellos dos hombres parecían haberlo captado muy bien, aunque no creía tener ya la partida ganada, debía zafarse de una manera digna y elegante de aquel problema, porque como había aprendido en la Lacandona, no sólo era tomar la apariencia de la persona, sino la de dejar de ser para ser uno nuevo. Tenía que demostrar que podía salir de aquello.

 

¿Qué tal lo estaría haciendo Elvis?

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Habia transpirado mas de la cuenta. ¿Desde cuándo me ponía nervioso? La pérdida de mi mano parecia haber encajado a la perfección con la habilidad que estaba atravesando en aquel momento.

 

Pero eso habia implicado un cambio en la personalidad. Siempre habia pensado que la única manera que algo me venciera, era la muerte. Pero al parecer, algo habia causado un cambio en mi mentalidad. Priorizaba a mi familia, mis seres queridos y a mi.

 

"No tengo duda alguna de Annick. A esa mujer la amo cada dia. ¿Pero y la Orden del Fénix?" Aquellos pensamientos se arremolinaban en mi cabeza.

 

Pero una voz ¿Amara quizás? me invitaba a reflexionar que con Metamorfomagia tenia una nueva oportunidad.

 

-- ¡Keaton! Por Merlin... no te había visto venir --el joven habia aparecido por un costado del camino, que se unia al que venia atravezando yo.

 

-- ¿Debemos seguir juntos? Pensaba que ibamos a encontrarnos en la pirámide

 

Ambos no habíamos frenado ni por un segundo.

 

-- Al parecer podemos continuar esto juntos. Mira... el lago

 

Keaton señaló con la cabeza y ambos se encaminaron hacia alli. Estaba tan claro como el agua, que debian llegar a la isla donde se encontraba erguida la pirámide. Keaton tomo el pergamino que flotaba cerca de la balsa. Yo leí las pocas palabras por encima de su hombro.

 

-- Listo. Yo me transformare en el niño --exclamo, soltando el papel y girando sobre sus talones con una sonrisa.

 

Sabia a la perfección que su tono, que lo habia expresado como si fuera un sacrificio, en realidad se trataba de un llamado excesivo de atención. Mas grande era el cambio y mas podria demostrar.

 

No le dije nada, asenti y nos acercamos a la balsa. Keaton automáticamente, casi dando saltitos, empezo a retraer su figura. No sabia quién era aquel niño, pero estaba seguro que serviria. Lo imite, aunque no necesitaba demasiado.

 

-- ¿Cómo estoy? --le pregunté, reflejando la imagen de mi hijo Elros. Era mucho mas delgado, con unos rulos rubios y ojos verdes. A diferencia de Keaton que se habia transformado en un niño de diez años, con cabello negro y ojos marrones.

 

Le pedí que tuviera cuidado y aferre su mano para que este subiera a la balsa luego de mi. Está se tambarileo un poco pero nos soporto. Y como si una mano gigante invisible la moviera, noa arrastramos por aquellas aguas.

 

La isla se hacia cada vez mas grande. Y la balsa no parecía querer aumentar la velocidad pero llegamos al cabo de 10 minutos. Bajamos con cuidado.

 

¿Y ahora? Tocando tierra firme, mientras los arboles danzaban junto a la brisa

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Keaton había superado bastante bien la primera prueba, aunque debía de aceptar que a como él lo veía, lo había logrado sacar bastante de balance. A los pocos segundos de haber empezado a caminar por el sendero solo de nueva cuenta, volvió a adoptar su fisonomía original, y le pareció ver más adelante a Elvis, pero ¿cómo? Él pensaba que no se volverían a ver hasta que llegaran a la pirámide, pero, resultaba que a como se veía aquello debían estar un poco más de tiempo juntos. Sonrió, pues pese a que el aura del Gryffindor no era las que él llamaba la "correcta", si era alguien en quien, de momento, se podía confiar.

 

—Créeme, Elvis, yo también pensaba que no nos veríamos hasta allá, pero parece que la Arcana desea vernos trabajar en equipo, y la verdad es que no me quejo —Observó y lo miró con detenimiento. Al igual que él, Elvis parecía no haber estado del todo tranquilo huyendo de aquella figura de autoridad, porque pensaba que la prueba había sido igual para ambos.

 

La siguiente ´prueba era cruzar un cuerpo de agua sobre una balsa, en la que una pequeña nota decía que solo cabría un adulto y un niño. Era perfecto, él podría demostrar que dominaba la habilidad, por lo que prontamente pidió ser el niño. Al mutar, lo hizo adoptando el cuerpo de un niño pequeño que había visto en el Ministerio de Magia acompañando a su padre al trabajo; un niño de no más de un metro diez de altura, pelirrojo, con ojos azules y una cara algo rechoncha, tal vez un Weasley. Así pues, pasaron el lago, y a penas tocar el suelo ambos fueron transportados a un lugar muy parecido al Ministerio de Magia, es más, estaba seguro que estaban ante el mismísimo Wizengamot.

 

—Se le acusa de haber experimentado con animales bajo pretexto de mejorar la especia. Se le acusa de haber puesto en peligro la vida de sus estudiantes en Hogwarts y sobretodo, de haber expuesto a la comunidad mágica rompiendo el Estatuto Internacional del Secreto —Decía la figura principal que estaba en aquella sala. Elvis y Keaton estana fuera, pero podían ver todo a la perfección.

 

—¡Señor, se lo juro, eso no es verdad, se lo juro! —Decía la alta figura de Antoni Ryvak Draconi. El Ravenclaw se sobresaltó, conocía bastante bien al chico y estaba completamente seguro de que él no haría nada de lo que allí se le acusaba —Lo pueden corroborar dos personas que estuvieron conmigo en ese momento que supuestamente yo estaba ahí. Estaba con Jessie Black Lestrange y con Sagitas Potter Blue —Gritó el chico a pleno pulmón.

 

—Muy conveniente, ¿no, señor Ryvak? No podemos encontrar a esas dos personas, y además, cabe recordar que lo que asevera es grave, la señorita Sagitas es una Warlock, no creo que ella se preste a estas cosas —Le respondió otra voz al DIrector del Departamento de Misterios.

 

Estaba más que claro que aquello estaba trucado, Antoni era totalmente incapaz de hacer aquellos delitos, porque caramba, ¡era director! sabía hasta dónde podía llegar. Keaton se volvió a Elvis, y con una rápida mirada, ambos entendieron lo que harían. Iban a ayudar a Antoni, no lo podían dejar en aquel predicamento. Elvis adoptó la forma de Sagitas y Keaton la de Jessie.

 

—Lo siento pero en eso se equivoca, mi estimado señor —DIjo Elvis entrando con la apariencia de Sagitas.

 

—Es correcto, las cartas que nos enviaron seguro se perdieron, pero da la casualidad de que alguien nos dio el chivatazo y venimos de inmediato. Lo que dice el señor Ryvak, es correcto, estaba en una reunión con nosotras en ese momento —Dijo Keaton/Jessie.

 

—Y de hecho, les aseguro, que tratábamos de ponerle fin a una epidemia que en San Mungo no han logrado erradicar, y pensamos que tal vez sea un virus modificado. Y al ser algo que atañe a la seguridad de la Comunidad Mágica y del Ministerio de Magia, lo hablamos nostras dos con el señor Ryvak —Añadió Elvis/Sagitas.

 

—Pe...pero eso no es posible, los testigos en su contra indican los contrario, ¿están ustedes seguras...? —Comenzó a argumentar otro Wizengamot.

 

—Lamento interrumpirlo, su eminencia, pero, ¿está poniendo en tela de juicio la palabra de una Warlock y de la Directora del Cuartel de Inquisidores? —Preguntó Keaton/Jessie

 

—Porque de ser, podemos tomar el juramente inquebrantable, o es más, un poco de veritaserum, si les acomoda —Añadió Elvis/Sagitas.

 

—No... no, para nada, no creo que sea conveniente. Aquellos que, con esta nueva evidencia, deseen absolver al señor Ryvak de todos los cargos, levanten la mano —Casi todos los asistentes alzaron su mano —Aquellos que estén a favor de una condena —Solo dos alzaron su brazo —Los cargos quedan anulados, señor Ryvak, lamentamos lo sucedido, puede retirarse —Dijo el Jefe de aquel órgano institucional.

 

Elvis y Keaton no tuvieron que hacer nada, porque de pronto, la ilusión, se rompió y ambos estaban, sin saber muy bien cómo, en la pirámide, en donde Amara Majlis los estaba esperando. ¿Aquello quería decir que entonces entrarían al portal? Keaton, entre su asombro, olvidó dejar de lado la apariencia de Jessie.

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Keaton era de aquellas personas que no conocía demasiado pero que se cruzaba en muchas situaciones. Aún asi, sin saber de su precedencia y sus ideales, me brindaba el apoyo necesario para todo aquello. La balsa no había sido demasiado complicado, pero si lo había sido la escena que había sobrevivido hacía unos segundos.

La metamorfomagia era más difícil de lo que se creía, porque no solo se trataba de transformarse físicamente, sino que tenías que conocer demasiado bien a las personas para ello. ¿Sino como le harías creer a los demás que no te habías vuelto loco?

Habiéndome convertido en mi prima, me había enseñado que no tenía problemas para hacerlo exteriormente, pero estaba seguro que Sagitas no habría reaccionado como lo habíamos hecho con Jessie/Keaton. Cualquier persona que habría conocido al menos una vez a la pelivioleta, sabría a la perfección que algo raro sucedía. Sagitas era excéntrica pero correcta. Asi que me faltaba aprender a cómo comportarme y estaba seguro que la prueba del portal me serviría para eso.

¿Amara? —habíamos dejado atrás los setos que formaban diferentes pasillos del enorme laberinto. Y los árboles que bordeaban el lago, ya se veían a lo lejos. La entrada a la pirámide se encontraba erguida y se abrió para recibirnos.

La sala circular era hermosa, con el Ouroboros y la estrella que contenía cada uno de los anillos. ¿Amara había hecho trampa? Estaba seguro que con eso no había problema, pero como si se trata de un sueño, recordaba que la leyenda de los Arcanos contaba que los anillos eran entregados recién allí, para que pudieran entrar al portal con ellos. Miré el mio, simple, plateado.

Miré a Keaton que había entrado conmigo. Le dirigí una sonrisa. Habíamos compartido juntos aquella travesía. Pero ahora estaba seguro que si nos separaríamos. Aunque lo vería en alguna imagen o lo cruzara en alguna situación, sabía que aquello era todo obra del portal. Le hice una seña y ambos miramos a @@Amara Majlis. ¿Teníamos que esperar a que dijera algo o ya podríamos entrar? Los nervios me golpearon el pecho y tragué saliva.

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Amara miraba a sus niños recorriendo y pasando las pruebas con éxito y uno que otro tropezón. La primera prueba la habían hecho a su entender, habían escapado de una figura de autoridad en su etapa adulta, con ayuda de la metamorfomagia, en lugar de convertirse en un infante, así que los había dejado continuar a la siguiente prueba sin poner trabas. En su segunda prueba, si tardaban unos minutos más posiblemente la balsa se hubiese hundido ya que el cambio y los pesos no habían sido equilibrados, aun así, lo habían logrado. Su última sub-prueba bien lograda, los había hecho aparecer justo a la entrada de la pirámide.

La arcana se encontraba de pie esperando por ellos, el tiempo era relativo, lo que quizás para ellos habían sido unos cuantos días, la realidad era que no habían pasado ni dos horas. Las siete puertas de las habilidades se encontraban a su espalda, a la espera de que las personas se vincularan con los anillos que les habían entregado los Arcanos. Elvis y Keaton habían llegado hasta ella. La puerta de principal interés de los magos que se encontraban frente a ella era justo la que ella estaba tapando. Así que dio varios pasos de costado dejando que la admiraran.

Hola mis niños, —la arcana les recibió con una sonrisa —el camino hasta aquí estuvo lleno de grandes lecciones, de momentos muy valiosos que posiblemente no se lleguen a repetir. —la argelina comenzó el discurso que había diseñado para ellos.

Es momento que les haga la pregunta más importante. Pero antes, Señor Ravenclaw y señor Gryffindor. No sé cuántas veces han estado frente a estas puertas, mucho menos sé cuántas veces han leído estos pergaminos. Pero es importante que los lean con detenimiento antes de responder mi pregunta. —Amara les entregó un par de pergaminos a cada uno. En cada par de pergaminos se hallaba el del portal de las siete puertas y el segundo sobre los breves apuntes de las pruebas de las habilidades.

Dio varios minutos para que pudieran leerlos y después de que pasaran esos minutos, les miro a los ojos.

Después de leer ambos pergaminos, ¿Desean entrar a la prueba del portal? —aun sin esperar sus respuestas les indico que sacaran el contenido de la bolsita de terciopelo que les había dado, un anillo de platino con un pequeño cristal de diamante incrustado era lo que ellos iban a poder encontrar al interior. —Si deciden seguir adelante, el anillo les permitirá estar en contacto conmigo. Si no es así, les pido de favor que me lo regresen.

La mujer argelina se quedó en la expectativa de la respuesta, no les había dicho que en dado caso de que, al entrar, no llegaban a terminar la prueba o decidían abandonarla no podrían volver a presentarla, ya que estaba implícito en los pergaminos que les había dado a leer. Ahora sólo quedaba que ellos eligieran y de esa forma cruzaran el portal.

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Cuando al fin lograron entrar a la pirámide, y cuando el ojiverde vio el símbolo del Ouroboros, la emoción embargó cada célula de su cuerpo. Estaba listo, lo sabía, estaba consciente de que su preparación para llegar a aquel punto había sido extensa y muy dura, pero confiaba en él, y aquella emoción cuando presentó la prueba de la Animagia volvió de pronto a su cuerpo, era muy parecida pero muy diferente a la vez, lo cual lo hizo dar un suspiro y una sonrisa ladeada apareció en su rostro. Volvió su cabeza a Amara que los estaba esperando ya y que los recibió cálidamente. Keaton podía ser arrogante, petulante y, tal vez, difícil de tratar, pero había personas de gran poder, como lo era aquella mujer, que lo hacían sentirse como cuando era niño: chiquiado, consentido.

 

—Y vaya que esas lecciones nos dejaron mucho. Eso de casi agarrarnos a golpes con un grupo de mugrosos muggles... pero me encantó dejar de ser yo por un momento y haber metido, al menos, la cosquilla en aquellas personas de proteger el entorno natural. Eso de ayudar cambiando de forma fue espectacular, creo que ha logrado cambiar mi motivación para tomar la habilidad y eso se lo debemos a usted, Arcana Majlis —Soltó el Ravenclaw. Tal vez sonora a querer ganarse el favor de la mujer, pero no, él realmente sintió lo que había dicho, y si no lo externaba, probablemente se arrepentiría después de no haberlo hecho.

 

Al momento, Amara les dijo que estaba por hacerles la pregunta, pero que antes, debía hacerles de su conocimiento, Keaton supuso que por obligación, la información acerca de Portal de las Siete Puertas y también el que tenía que ver sobre las Pruebas de las Habilidades. El ojiverde había pasado un tiempo considerable desde que había leído aquellos documentos, por lo que se tomó el tiempo necesario para leer cada línea con detenimiento para estar al tanto de nueva cuenta. Así pues, al cabo de lo que el pelinegro supuso habían sido un par de minutos, alzó la cabeza de los pergaminos justo cuando Amara les hacía la pregunta. El mortífago se aclaró la garganta y con voz suave pero audible contestó:

 

—Sí, deseo entrar al portal —Respondió sacando el anillo de Platino del interior de aquella bolsita de terciopelo y se lo colocó en el anular de la mano izquierda. Sin más, cruzó el portal y tan pronto como lo hizo se vio sumergido en un remolino de colores ¿Se habría metido a un traslador? Lo dudaba, él quería irse a una realidad paralela, una en la que pudiera poner realmente a prueba su habilidad de Metamorfomagia.

 

Y sucedió, el portal escuchó su deseo y lo trasladó justamente al lugar al que menos se esperaba, un lugar del futuro, un lugar donde los magos, al fin, habían logrado alzarse contra el yugo que los muggles les habían impuesto por siglos. El ojiverde tan pronto se disipó aquel remolino de colores pudo visualizarlo todo. Estaba frente al Palacio de Buckingham y frente a él estaban pasando magos y brujas con sus atuendos habituales haciendo magia a la vista de todos, en los altos muros del Palacio, al cual había girado su cabeza, los rostros de dos conocidos suyos les devolvían la mirada en sendas fotos mágicas.

 

—¡Vaya! Así que aquí Aries y Orión son los mandamás por aquí —Dijo al ver a dos de sus compañeros de bando en los afiches. Aunque... ¿los bandos seguirían existiendo en aquel maravilloso futuro? El vampiro decidió que primero, y antes que cualquier otra cosa, debía de averiguar bien qué pasaba. Se encaminó por las calles de Londres y se topó con que el Palacio de Buckingham era ahora el Ministerio de Magia, por lo que tendría libre acceso. Se acercó a la puerta de entrada y...

 

—Lo siento señor, para poderlo dejar entrar necesito que me muestre su varita, por favor —Dijo un hombre alto, de un metro ochenta y pico de estatura, de pelo negro ojos marrón.

 

—¿Mi... mi varita? —Tartamudeó Keaton. Y es que de pronto lo recordó, Amara les había retirado sus objetos mágicos, entre ellos la varita, antes de entrar a sus tres pruebas antes de llegar a la pirámide. Pero Keaton no era tonto. Hizo como que se la busca entre sus ropas y como que no lo encontraba —¡Diantres! La he de haber dejado en el pub al que acabo de ir ¿cómo pude ser tan tonto? —Se excusó poniendo un falso pero convincente semblante de vergüenza.

 

—Más valdrá que la vaya a buscar, señor, porque sin ella no le podré dejar entrar, ya sabes, con las reformas ministeriales que han hecho el señor Black Lestrange y el señor Yaxley desde que se anunció su compromiso, nos han endurecido las medidas de seguridad para que ningún impuro esté cerca de ellos —Dijo como si nada, pero es que Keaton estaba abrumado ¿Aries y Orión? ¿Qué clase de mundo terrible era aquel?

 

—Claro, claro, es obvio, seguramente aquellos dos tórtolos lo último que quisieran es que se les vaya la olla por cuestiones mundanas. Vuelvo en unos momentos, ¿si? Espero que el dependiente de ese pub haya guardado mi varita. Gracias por el dato —Dijo el Ravenclaw mientras se alejaba.

 

La mente del Black Lestrange estaba abrumada de tanta información que había recibido en tan poco tiempos, Definitivamente el portal se había vuelto loco, la realidad que había creado era, por mucho, aterradora. Un Black Lestrange y un Yaxley ¡Qué escándalo! Debía pensar en un buen plana para poder salir de aquella, debía saber qué misión debía de cumplir para que el portal lo considerara digno. Además, debía de hacerse con una varita y debía de vigilar la entrada del Palacio para ver el flujo de gente y decidir a quién iba a suplantar para poder entrar a él. Mientras tanto, se maravillaría con la excelente visión de la magia usada en todos lados sin restricciones.

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