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Prueba de Metamorfomagia #8


Amara Majlis
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Miré a Amara detenidamente. Le dirigi una sonrisa imperceptible cuando nos daba la bienvenida y nos decia que no sabia cuántas veces habiamos estado por alli. ¿Cuántas veces? No lo recordaba. El brebaje que nos habia preparado la Arcana, me había obligado a olvidar eso.

 

-- Claro que estoy listo, Arcana. Mas que nunca --sin mirar a Keaton, que no necesitaba hacerlo para saber que él también se encontraba listo, me coloque el anillo. Claramente este adoptaria la forma cuando terminara la prueba, seria una réplica del de la Arcana.

 

Avance, porque la sangre de Leones que llevaba en mis venis, me obligaba a no dudar de mis acciones. Aunque agradecía tener una parte racional bastante marcada, eso me habia salvado de muchas situaciones.

 

El portal se materializo en cuanto me acerqué, al rozar la punta de mis dedos. No tenia manija ni cerrojo, ni aldaba. Era lisa y simple. Pero esta se abrió de golpe y no se veia nada.

 

La oscuridad me envolvió por completo cuando traspase el umbral. Nada. Respiré y entrecerre mis ojos. Deberia haber hecho aquello antes. Despeje mi mente y todo empezo a tomar forma, estaba listo.

 

Unos destellos de luz empezaron a iluminar el ambiente, también algunas luces de colores. Todo empezó a tomar forma y aquella enorme habitación me fue conocia. Aunque hacia casi 30 años que no lo veia.

 

¿Por qué siempre ocurria lo mismo? Aquella escena ya la habia vivido en carne propia. También lo habia superado en miles de formas distintas. Pero alli estaba nuevamente en la sala de la antigua mansión Gryffindor. Parado, mientras todo sucedía. Miembros que ya no existían, algunos niños que lloraban. Los adultos estaban sacando sus varitas y los Mortifagos entraban, arrasando con todo.

 

"¿Qué demonios estoy haciendo aquí de nuevo?" Lleve mi vista a cada rincón. Ya no podia hacer demasiado para cambiar lo sucedido. ¿Por qué el portal me había llevado alla? Me costó varios segundos para observarlo. Alli estaba, el Elvis de tres años de edad. Me dio un golpe en el pecho por la adrenalina.

 

Avance.

 

Como si alguien me hubiera depositado aquella idea en mi cabeza, di un paso mientras comenzaba a transformarme. La figura se hizo mas marcada, el cabello mas largo. Los ojos, boca y nariz, se modificaron a la persona que habia sido mi tía.

 

Mientras me aferraba a Elvis y lo alejaba de allí, pude entender de que se trataba todo eso. Podria hacer exactamente aquello con otras personas. La Metamorfomagia era peligrosa pero estaba seguro que haria lo necesario para hacerlo bien.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Keaton estaba que no cabía en sí por la cantidad de información que estaba recibiendo sobre la realidad de aquel mundo alterno. No sólo Aries y Orión eran los encargados del Ministerio de Magia y futuros marido y marido, sino que eran los líderes del Bando Tenebroso. Éste se había alzado después de un gran guerra en la cual, las anteriores líderes de la Marca Tenebrosa, Tauro y Beltis, habían muerto a manos de un grupo rebelde. Aquello, comenzó a pensar, no era una realidad alterna, sino un posible futuro del Mundo Mágico. Para su desgracia, él, Keaton Ravenclaw, había muerto durante esa guerra, por lo que era evidente que no podía seguir con esa apariencia así nada más, ¿qué pasaba si alguien lo reconocía?

 

Precisamente por ésto, el ojiverde tenía que idearselas. De momento, y solo como medida de precaución, se transformó en alguien que nadie reconocería en aquel mundo, sobre todo si era uno del futuro. Mutó en la figura de un muggle que había visto en uno de sus viajes a América, un muggle que era un poco reconocido en su país por hacer algo llamados "videos" en una plataforma virtual. Su nariz era aguileña ahora, su cabello algo largo, rebelde y ondulado; sus ojos estaban entrecerrados, mientras que su tono de su piel era ahora mucho más morena. En su rostro tenía una barba desaliñada y que no crecía pareja, sino a tramos. Esto lo hizo en unos baños públicos de una una plaza cercana, y al salir, se miró en el escaparate de una tienda y a sí mismo se dio asco.

 

—Estar en el cuerpo de un muggle... ¡que experiencia tan asquerosa! —Se dijo, pero es que no le quedaba de otra.

 

Así mismo, se había hecho con una varita que le había sacado hábilmente de su bolsillo a un mago que estaba sentado tomando una taza de té en un pub que tenía mesitas en el exterior al pasar muy pegado a él y fingir que se tropezaba. Era obvio que no la iba a utilizar, la Prueba era para ver cómo y bajo qué circunstancias empleaba la Metamorfomagia y ver si lo hacía correctamente, por lo que aquel pedazo de madera sólo era su pase para adentrarse al Ministerio. Así pues, caminó por las calles de Londres y se maravillaba más y más viendo a magos y brujas empleando sus poderes así sin más.

 

<<Ojalá este sea el futuro que nos espera, se ve maravilloso>> Pensó mientras viraba en una esquina y daba con el Palacio de Buckingham.

 

Se acercó con paso decidido a la entrada, y aquel mago, que ahora no le reconocía por haber cambiado su aspecto, le hizo la pregunta sin más referente a su varita. El Ravenclaw mostró la que había robado y el hombre le cedió el paso. El vampiro sonrió para sus adentros. Al llegar a la parte interior, el Black Lestrange quedó maravillado. Al salir a la superficie, el Ministerio cambiaba enormemente, el Palacio había sido perfecto para adecuarlo, ahora estaba sumamente bien iluminado, era elegante y su aspecto distaba por completo del subterráneo que tenía antes.

 

—...que esté saliendo a pedir de boca, no me gustaría que alguno de los dos venga a volarme los sesos —Decía un mago que pasaba cerca de ellos. Y de pronto, Keaton supo que lo que quería él descubrir era qué había pasado entre Aries y Orión para que acabaran juntos, si ese era el futuro, quería evitarlo.

 

—Disculpe, ¿podría indicarme dónde se encuentra la oficina de alguno de los futuros maridos? Vengo a ver lo del banquete de la boda —Preguntó el vampiro poniendo una cara de súplica, que en aquel cuerpo en el cual había mutado, quedaba perfecto y sumamente sincero.

 

—¡Oh, claro! Mire, se encuentran en lo que antes era el cuarto de la Reina, sube al último piso y así de frente a las escaleras, a mano derecha, buen hombre —Le respondió aquel joven al que había escuchado hablar —Y tenga cuidado, el señor Orión se encuentra un poco enfadado —Añadió.

 

—Espero no sea nada grave. Confío en que la noticia que le traigo sea e su agrado —Respondió Keaton ante las últimas palabras del hombre —Y gracias por la información —Dijo mientras se encaminaba a la escaleras.

 

El vampiro iba pensando en como podía hacerse de la información y concluyó que la única manera era adoptar la forma de alguno de los y sonsacarle sutilmente el dato a alguno de los dos, la cosa era ¿cómo? Él recordaba la apariencia de Aries a los 18 años, pero, es que sencillamente no conocía cómo se comportaba en ese futuro, que si bien físicamente no había cambiado demasiado (lo había visto en los afiches), su personalidad tal vez si. Recordaba que Aries era una persona romántica pero no curso y que procuraba demasiado a sus parejas, al menos era lo que se contaba en la Black Lestrange, pero... ¿sabría afrontar la prueba? Así pues, llegó ante la oficina de Orión, y determinó que se dejaría guiar por él, que él pautara el paso y de allí el sabría cómo seguirle el paso. Mutó en Aries, que, para desgracia de él, o ventaja, quién sabe, era una Metamorfomago.

 

—Veo que te la pasas bien sin mí —Dijo Keaton/Aries entrando de lleno a la Oficina y mirando la reacción de Orión.

 

—¡Amor! Vaya, qué agradable sorpresa, pensé que estarías con Mía tratándola de convencer de que al final venga a nuestra boda, ¿qué tal te fue? —Dijo el Yaxley y Keaton/Aries se sonrojó un poco. Así que la rivalidad entre ambas familias permanecía, ¿no?

 

—Ya sabes como es, siempre altiva y pocas veces cede ante alfo que no sea sus ideales, y por desgracia, es demasiado reacia a la idea de ver a una Black Lestrange con una Yaxley —Respondió con desgano el Ravenclaw —Incluso me preguntó que qué te había visto, me dijo que jamás entendió bien cómo era que acabamos juntos —Añadió y miró a Orión con una excelente imitación de melancolía en los ojos.

 

—Oh, lo siento muchísimo mi vida, créeme que jamás pensé que esto causaría rupturas en tu familia. Ahora que estamos a cargo del Mundo Mágico, sigo sin entender qué necesita Mía para creerme suficiente para ti —Dijo el hombre.

 

—¿Cómo le contarías tú cómo fue que nos enamoramos? Yo traté de explicárselo, pero la verdad no supe bien externar todo lo que siento por ti desde aquel momento —Dijo hábilmente el chico, igual esa era la manera de sacarle la sopa. Mejor situación no había, parecía que todo se estaba dando bien.

 

—Bueno, que fue una serie de eventos muy afortunados. A partir de que te salvé de las garras de Lisa Weasley durante la guerra, creo que tu conexión conmigo acrecentó. Antes, de ti pensaba que sólo me servirías para escalar un peldaño más en La Marca, pero tras esos eventos, tras la guerra, tras haberte salvado y sentirte tan cálido y tan amoros conmigo... creo que todo cambió, quedé enamorado de ti y bueno, pese a todo lo que está pasando... —Dejo en el aire la última frase. Una sonrisa se le reflejó en el rostro —Además, recuerda, me confesaste que siempre estuviste enamorado de mi, que solo esperabas un acto noble de mi parte, una señal, para confesármelo todo, y mira, esa señal fue salvarte la vida —Añadió el Yaxley.

 

De pronto, el Ravenclaw fue absorbido hacia el cielo. Sentía como estar de nuevo en un remolino de colores como los trasladores. El portal lo estaba regresando al Ouroboros. ¿Había finalizado? Mientras lo hacía, el anillo de platino que había llevado todo el rato, le escoció el dedo y salió hacia afuera del portal. Amara lo esperaba del otro lado.

 

—Intensa la prueba, pero creo que al final logré el cometido —DIjo el vampiro, ahora sabía qué debía de hacer, si en algún momento en una misma batalla se encontraban Aries, Orión y Lisa, debía alejarlos a como diese lugar, y es que no era un acto de egoísmo, sino que toda su familia sufriría si aquello sucedía. —Quedo a su merced, Arcana Majlis —Añadió mirando a la mujer mientras sus facciones volvía a ser las de él, las de siempre.

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El anillo que llevaba en la mano, despidio una especie de destello de luz. Nos estábamos conociendo. Era consciente de quien era, pero no de lo que la Arcana nos habia hecho olvidar. Era consciente de las situaciones a las que me tenia que enfrentar pero no de lo que estaba haciendo en ese momento. Me gire mientras todo se reacomodaba.

 

Me habia sentido tan bien en la antigua mansión Gryffindor, que mi postura ante los hechos habia cambiado. No sabia muy bien qué era lo que tenia que aprender ahi, pero si era lo que se me estaba formulando en aquel momento en mi cabeza, tal vez era bueno. La Metamorfomagia habia llegado por algo a mi vida en aquel momento.

 

Empezaron a rodearme algunas paredes, con cubículos por mi derecha, donde se encontraban algunos Aurores trabajando. Por mi izquierda estaba el pasillo hacia el vestíbulo. Se escuchó cómo una puerta se abria y una voz me hablaba. No estaba seguro si lo tendria que haber hecho de aquella forma, pero lo habia decidido, no habia vuelto atras.

 

-- Elvis. Adelante... --desde el despacho de la Directora se habia asomado Bel. Estaba claro que estaba un poco ofendida. ¿Por qué? ¿Le habia contado a Elodia y a Mei? Esperaba que no porque eso lo único que lograria seria retrasar las cosas.

 

Asenti con la cabeza mientras acomodaba el cuello de mi túnica. Desde que tenia memoria, siempre habia querido acomodar mi cabello pero habia sido en vano, crecia asi y no habia forma de que quede mas prolijo. Traspase el umbral y cerré la puerta, mientras Bel hacia lo que haciamos todos en un puesto asi, se acomodaba en su lugar, me invitaba a sentarme y me ofrecía algo para tomar.

 

-- No, gracias Bel. No tengo mucho tiempo. Veo que has leido mi carta --miré a un costado, para corroborar que allí se encontraba el pergamino con mi letra. Me quedé observando unos segundos, pensando--. ¿Se lo has comentado a las líderes?

 

-- ¿Acaso no tenia que hacerlo, Elvis? ¿Tienes miedo...?

 

-- ¿Miedo? No, no tengo miedo. Pero eso si retrasaria las cosas.

 

-- Escuchame, Elvis. ¿Estas seguro que no quieres tomarte unos dias? ¿Que dices? Annick y tú tal vez... no es la primera vez que sucede algo asi y estoy segura que podríamos intentar algo para solucionar...

 

-- Sabes muy bien, Bel, que a veces la magia no tiene solución. Siempre hay que pagar un precio por ella. No lo entienden --no queria alterarme. No iba a hacerlo tampoco. Pero por esa misma razon tampoco queria que todos se enteraran antes de tiempo--. Agradezco tus intenciones. Pero no es solamente por lo que pasó. Creo que ya es tiempo de retirarme. Hay que tomar las señales que nos rodean. Y en este momento, lo único que me importa es mi familia.

 

No era solamente la mano. La habia perdido. Y eso me habia costado casi la vida. Aunque gracias a Merlin, Sagitas se encontraba conmigo en ese momento y me habia salvado. Pero no se habia podido hacer nada con la mano. Pero alli estaba, con la metamorfomagia ayudándome. Abri y cerre "la mano". Aquela habilidad era grandiosa. Claramente que era todo como alucinación, como un reflejo de lo que antes existia. ¿Habia magia que detectaria mi habilidad? ¿Habia alguna consecuencia? Estaba seguro que no.

 

-- Gracias por tu tiempo, Bel, de verdad. Me voy tranquilo y espero que todo vaya bien por aqui. Han hecho excelente en colocarte de directora aquí --me levanté y extendi la mano, para estrecharsela. Cuando lo hice me di la vuelta y traspase nuevamente la entrada.

 

Cuando lo hice, no apareci en la oficina de Aurores, sino en la Sala Circular donde se encontraba el Ouroboros, la estrella de siete puntas y las otras puertas. Al parecer, la poción estaba perdiendo efecto, porque empece a recordar cada una de las salidas a mis pruebas anteriores. Mire mi anillo.

 

-- Maestra Amara. ¿Lo hemos logrado? --exclamé y me acerque a ellos. Keaton habia salido antes. Era la primera de cuatro habilidades que habia hecho asi de rapido. Al parecer habia necesitado de menos cosas que aplicar.

 

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Amara los miraba pasar sus pruebas a través del portal, no había hecho ninguna intervención hasta el momento. No había por qué hacerlas, ambos iban en la línea correcta, sólo esperaba que hicieran uso de la metamorfomagia para conseguir su cometido en aquel lugar. El Ravenclaw lo había hecho a los pocos minutos, pero el Gryffindor aún no daba señales de haber hecho uso de ella. Así que cuando este creyó haber regresado a la Sala Circular, se llevó una gran sorpresa, el portal lo había llevado a otro lugar totalmente distinto.

«Sé que eres un mago muy capaz.» Le transmitió mediante su pensamiento al Gryffindor y continuó, «sé que puedes solucionar tus problemas o aquello que te aqueja sin la metamorfomagia, pero es necesario hacer uso para tu vinculación.» Esperaba que Elvis hiciera un último intento de hacer uso de la metamorfomagia. Aún en el gesto más simple.

La argelina regreso su mente a su cabaña para ver la figura del Ravenclaw salir del Portal, le dedico una sonrisa. Era la primera vez en que alguien realizaba su prueba con uno de los tantos futuros disponibles y miraba algo que no le afectaba directamente. Eso le parecía sumamente extraño, al final, la metamorfomaga nunca entendería el por qué los londinenses eran tan especiales con sus familias y sus bandos. Los magos no eran seres que discriminaban por su preferencia sexual, pero lo hacían de acuerdo a sus familias y pureza de su sangre. Eso sin contar la fidelidad que había en cuanto a sus creencias y amor a sus respectivos bandos.

Bienvenido Ravenclaw, haga el favor de tomar sus pertenecías. El anillo en su mano ya es parte de usted. Haz uso de él con la mayor sabiduría. —le parecía curioso pedirle al Ravenclaw que usará la metamorfomagia con sabiduría cuando justo los alumnos asignados a esa casa y quienes provenían de esa familia se caracterizaban por esa cualidad. Pero sin agregar más, le acompañó afuera de su cabaña, ahora esperaría al otro mago para verlo vincularse con la habilidad.

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-- ¿Qué sucede? ¿Hola? ¿Qué demonios? --continué maldiciendo, sin lograr contenerme. Parecia como si Amara y Keaton no me escucharan ni me vieran. Les pregunté tres veces y todo resultaba como si fuera un fantasma para ellos. ¿Y si aún no había terminado la prueba? Era la primera vez que me sucedia aquello, pero en cuestión de evadir obstácul0s, tendria sentido.

 

Respiré. Mientras me cruzaba de brazos y observaba como se retiraban de la sala circular. Mi cabeza comenzaba a pensar en diferentes opciones. Y en que si eso se trataba de una prueba más ¿cuál seria? Una voz me dijo que tenia que hacer uso de la metamorfomagia. ¿No habia alcanzado con aquella mano de mentira, con aquella ilusion? Perder la mano me habia costadp un gran precio y la metamorfomagia me habia ayudado en eso. Pero al parecer, habia que hacer más.

 

"Arcana Rosalia. Me encuentro en su cabaña, pero al parecer no hay nadie. Me gustaria encontrarnos para empezar con mi habilidad. Lord Hammel"

 

Un fogonazo a mi derecha se materializó e hizo aparecer un rollito de pergamino con aquellas palabras. Era extraño, claramente. Tal vez alguien se habia confundido, como si fuera una loca y vieja lechuza que ya desvariaba sobre sus destinos para entregar la correspondencia. Pero otra voz, como si no creyera lo que estaba pensando, me dio cuenta de lo que tenia que enfrentar. Tenía que hacer de Rosalía, tenia que desenvolverme como si fuera la Arcana de la Legilimancia.

 

Estaba loco. Pero la adrenalina que recorría mi cuerpo en ese momento, hizo que avanzara hacia el exterior y desapareciera rumbo a la cabaña. Automáticamente me encontré rodeado de árboles y arbustos que me tapaban por completo. Como habia hecho las veces anteriores, me tome unos segundos para respirar y poner la mente en blanco.

 

Asi paso de nuevo. En mi cabeza, una figura idéntica a mi, que se encontraba dentro de una espesa niebla blanca, tan densa que no llegaba a ver más de la nariz, empezó a modificarse. Su transformación fue drástica, pasó de ser un hombre castaño, de ojos marrones y barba marcada, por una mujer realmente hermosa, de cabello rojo como el fuego.

 

La recordaba a la perfección, habia sido la primera Arcana que me habia enseñado a controlar la Legilimancia. La vestimenta tambien habia adoptado a la forma similar de aquellas enredaderas, donde terminaban por encima de su hombro izquierdo con unas pequeñas florcitas, tambien rojas.

 

Me acerque a la cabaña, disimulando ser un ser mucho mas femenino, con el mejor estilo posible. Rosalia Pereira se movia como una sombra pero era tan profunda como el mismo océano. De a poco, la cabaña se hizo mas visible hasta que me encontré con la puerta, la cual, atravece y me encontré con el alumno que me esperaba nervioso en una silla. Tenía que ser Rosalia, sentirla. Tenía que trasmitir eso mismo

 

Hasta tuve que romper uno de mis ideales ante la idea.

 

-- Si continuas pensando de ésa forma, te escucharán hasta Durmstrang, muchacho --me dirigí al joven a modo de saludo, cerrando la puerta y trasladandome al extremo opuesto de la cabaña como un gato, sigiloso. Aunque estaba seguro que la Arcana lo hubiera hecho mejor --. Gracias. No es la primera vez que lo piensan

 

Rosalia intentaba de alguna manera en enseñar desde el primer momento. Y siempre habia tenido la sospecha que lograba analizar cada milimetro de tu cabeza en tan solo un segundo.

 

-- Asi que acostumbrate a pensar en nada. El primer paso para la Legilimancia es respirar y poner la mente en blanco. ¿Entiendes? Andando, tenemos mucho por delante, señor Hammel.

 

Lo invite a retirarnos por la puerta se entrada, para poder empezar con aquel largo camino. Me llevé todo el cabello por encima del hombro derecho mientras el brujo se encaminaba rumbo a la salida, un poco intimidado por haber pensado que era la mujer más linda que se habia cruzado y los demás detalles que se habia imaginado dentro de sus sábanas.

 

Ambos traspasaron el umbral de la puerta y esta vez, tomando consciencia, esperaba poder encontrarme con la Arcana Amara. Ni bien crucé la puerta, regrese a mi imagen original, la de Elvis Gryffindor. Levanté una mano al verla, la derecha, y en tan solo un pestañeo, esta desapareció, dejando a la vista el muñon.

 

-- Tengo una pregunta mas, si puede ser posible. ¿La metamorfomagia resiste otras magias? ¿Que me garantiza que pueda traspasar barreras y protecciones mágicas y que esta habilidad no quede anulada? --esperaba que la Arcana no fuera lo suficientemente sincera para romper la ilusión que me habia hecho de poder recuperar mi mano perdida, de alguna manera.

 

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Editado por Elvis F. Gryffindor

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  • 2 semanas más tarde...

Tras el éxito de Keaton al ser reconocido por el portal como metamorfomago, ahora era el turno de Elvis de concluir su propia prueba. Y, mientras él lo hacía, Amara le observaba pacientemente aunque no por ello con menos ganas de intervenir en ciertos momentos. Era complicado estar en la posición que ocupaban los arcanos: viendo cómo sus pupilos desarrollaban sus poderes y habilidades adquiridas durante las clases frente al Portal, que siempre era duro e inflexible con los aspirantes a adquirir un anillo de habilidad.

Pero en aquella ocasión, el Portal tenía poco que hacer frente a la magia de Elvis. Éste se abrió una vez más para el Gryffindor, que regresó junto a la arcana de nuevo con su apariencia real. Amara le observó lentamente para comprobar que estaba en bien: sí, estaba bien. Pasó la vista por el muñón y luego centró su mirada nuevamente en él. Le sonrió suavemente.

La metamorfomagia es una magia tan poderosa como poderoso es el mago que la domina —le respondió, pensativa y a la vez atenta al muchacho—. Uno nunca domina por completo algo si no lo practica, no lo olvides. Y la magia no se puede destruir si quien la conjura confía en sus habilidades. Así que confía, joven Gryffindor. Confía y domina tu propio poder. Sólo así podrás hallar la respuesta a esas preguntas que me haces, pues solo tú puedes responderlas.

Guardó silencio entonces para dejarle comprender aquella respuesta. Pero pronto retomó su breve charla.

Por ahora, siéntete satisfecho por lo que has conseguido: ahí tienes tu anillo de metamorfomagia. Haz buen uso de tu nuevo poder, muchacho. Y recuerda que ahora... estamos unidos gracias a él —añadió, mostrándoles su propio anillo de habilidad, que guardaba un vínculo con el anillo de cada uno de sus alumnos. Luego se despidió del chico y se marchó. Su labor allí había concluido.

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