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Encantamientos


Apolo Granger
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Era una mañana esplendida. O al menos eso podía verse desde las enormes ventanas, por las que entraba luz a raudales dejando ver motas de polvo flotar en todas direcciones. La biblioteca de Alejandría, una de las más famosas a lo largo de la historia y protegida actualmente por la Universidad Mágica era el espacio que Apolo había definido para su clase.


Con su característico pelo azul corto y dócil, y ropa muggle compuesta de jeans, polera y unas zapatillas, el joven Granger esperaba a sus dos alumnos. Le alegraba mucho volver a ver a Caroline Ryddleturn, con quien había compartido una emocionante clase de Cuidado de Criaturas Mágicas que había incluido capturar a un dragón vivo. Sin embargo en esta oportunidad el tomaría el rol de profesor, y su mayor preocupación residía en que Caroline recurriera solamente a su magia y no a sus habilidades de vampiro; eso y que no sonara muy vampir- fóbico al decírselo.


A su otro alumno, Axel, lo conocía desde hace mucho tiempo. Habían hablado un poco a su regreso a Inglaterra, pero muchas de las cosas que compartían se habían ido deshaciendo poco a poco, incluyendo el que fuera parte de la Marca Tenebrosa. Hasta donde sabia el solo era un civil más, pero los horribles rumores que rondaban su salida hacían pensar a Apolo que tal vez hubiese tomado alguna decisión drástica en relación a sus ideales de bando. Sacudió la cabeza, no era momento de pensar en cosas así. Después de todo era Axel, confiaba en él.


Se encontraba sentado en la recepción de la biblioteca, un enorme vestíbulo lleno de altas ventanas en el que se podía ver el resto de la Universidad. Puestas en orden filas de mesas y estantes se acomodaban por igual para poder trabajar, aunque la biblioteca seguía en todas direcciones. Había enormes escaleras a ambos costados para acceder a los pisos superiores, cada uno con montones de libros sobre algún tema en específico, y mientras más alto se subía más antiguos eran los temas. Aunque afuera se veía como un edificio común, por dentro parecía una torre enteramente compuesta de estantes y libros.


Y cada tanto, mientras se movía la vista en dirección hacia arriba, es que se podían percibir otras puertas que daban a otros salones. Apolo lo había definido como una torre, pero bien podría haber sido una cúpula. Jamás había tenido que moverse de algunos pisos superiores para encontrar lo que buscaba, después de todo el espacio principal de por si era enorme.


Levanto la vista cuando ambos alumnos aparecieron en escena, y los llamo con un brazo agitándolo para que se acercaran. En la carta que les había enviado hacia unos días les había explicado que él sería su profesor de Encantamientos, y que todo lo que necesitaban para la clase era ropa cómoda con la que se pudieran mover con normalidad y su varita mágica. Ya entraría en detalles, pero primero espero a que se sentaran frente a él para saludarlos.


— Bueno... ¡hola! — dijo alegremente sonriéndoles a ambos. — Ya sé que puede ser un poco raro, pero descuiden que siento que aprobaran esto sin problemas. Pero creo que no se conocen… ¿podrían presentarse de todas formas? Para hacerlo mas formal, y tengan cuidado con no subir mucho el volumen.



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-No puedo creer que ese niño ahora sea profesor.- Suspiró lentamente mientras una nube de humo gris aparecía enfrente de su rostro. Agitó la carta en su mano izquierda la cual desapareció en llamas.

 

Axel se levantó de su cama para buscar algo de ropa cómoda, tomando un jogger gris para inmediatamente desaparecer.

 

-Meget Smuk- Susurró el hombre mientras sus ojos bailaban de derecha a izquierda, la gran colección de libros era impresionante, ver tantos tomos y tan diversos no solo los temas sino los materiales le parecía increíble. Axel un coleccionista de objetos muggles no tenía una afición por coleccionar libros, pero en esa biblioteca había algunos ejemplares dignos de una vitrina o una subasta en Praga.

 

Mientras saciaba su curiosidad en libros de magia negra que hablaban de Nigromancia, Axel no pudo evitar suspirar. Era una situación rara, Apolo seria su profesor.

 

Sonrió para sí mismo, su joven amigo realmente estaba progresando para ser reconocido por la Universidad como profesor. Y por fin lo encontró.

 

Llevó su mano sobre su negro cabello para pasarlo por encima de su oreja, saludando con la cabeza de arriba abajo. –Hej.- Exclamó el sujeto al notar a una mujer.

 

La amarillenta sonrisa del tatuado apareció inmediatamente al ver a su amigo acercándose a ellos.

 

-Eh… Hej.- Levantó la mano izquierda, después de escuchar la primera indicación de Apolo. – Eh… Yo soy Axel.- Su grave voz fue clara y observo a los ojos a la mujer que los acompañaba. – Mucho gusto.- Terminó el tatuado.

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Caroline Ryddleturn se encontraba, después de un año, nuevamente en la Universidad. Sus ganas de aprender nunca se agotaban y después de una larga estadía en Bulgaria necesitaba hacer algo más mundano. Había escuchado que un viejo amigo, con el que había asistido a una clase el año anterior, se encontraba dando clases de conocimientos: encantamientos precisamente. Era algo que necesitaba perfeccionar y que le vendría muy bien, sobre todo para alguien como ella que le gustaba vivir al límite.

Y de verdad amaba vivir así.

Una sutil brisa desordenó el prolijo peinado de Caroline. Su usual cabello largo y ondulado ahora estaba mucho más corto, casi por sobre sus hombros, y el viento lo lanzaba a cada tanto sobre su cara. Ryddleturn profirió un suspiro, rendida ante la naturaleza y acomodó el bolso que llevaba a un costado. El resto de su indumentaria resultaba ser cómoda para ella: una musculosa escarlata, jeans negros ajustados y botines con tacón. Su baja estatura la obligaba a usar zapatos altos y no podía renegar de ellos.

—Este lugar está desierto —murmuró para sí misma, al percatarse de que no se veía ningún alma.

Continuó caminando hasta que llegó a un largo pasillo y fue recorriendo todas las puertas hasta dar con la de su clase. Se paró en el umbral y, al ver que estaba abierta, se asomó sutilmente a ver. Su vista se clavó en los estantes llenos de libros: estaba en la biblioteca de Alejandría. Sonrió emocionada y buscó a quien sería su profesor. Captó su particular cabellera azul y simultáneamente él la estaba viendo. Al lado de Caroline había otro hombre, que parecía ser otro estudiante, porque Apolo los estaba llamando a ambos.

—Hey Apolo —saludó ella animadamente—, sigo amando ese cabello azul tuyo —comentó y se acercó para darle un beso en la mejilla.

Volví su vista hasta su compañero, quien se presentaba como les habían ordenado. Lo estudió detenidamente porque su cara le resultaba muy familiar. No estaba segura de donde lo había visto, pero creía que había sido en la Marca Tenebrosa, durante los años en los que ella estuvo.

—Uhm, hola. Soy Caroline. —Estiró su mano hacia Axel y también lo miró a los ojos—. El gusto es mío —dijo e inmediatamente añadió—: Lindos tatuajes.

Si había algo en la histriónica personalidad de la castaña, era que jamás podía guardarse sus comentarios para ella.

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Les sonrió a ambos por sus cortas pero claras presentaciones. Allí donde lo había besado Caroline tan efusivamente lo hizo azorarse un poco, era muy raro que alguien fuera tan efusivo al reencontrarse con alguien por estados, y de alguna forma lo encontró refrescante. Axel estaba igual de estoico como siempre, pero se le notaba tranquilo. No había necesidad de ser serio ni nada, pero de todos modos tendría que aclarar algunos puntos.
— Como ya deben saber ambos — comenzó, arrugando un poco la frente por lo sería que sonó su explicación — Las clases de conocimientos permiten validar sus habilidad mágicas de cara al Ministerio de Magia. Si siguen las instrucciones no debería haber problemas para que pasen, ambos. Pero antes necesito mencionarle un par de condiciones.
Le dio un par de golpes a la mesa en la que se encontraban, como para intentar darse algo de tiempo en cómo decirlo.
— La primera es no hacer ruido claro. El edificio de la biblioteca está encantado para protegerse de todo tipo de amenazas, desde fuego hasta que se rompan los libros, pero de alguna forma el que la edifico también tenía problemas con el ruido.
Apolo hablaba con su voz normal, por lo que intento ser más específico.
— Acá abajo en la entrada el encantamiento no es tan potente, pero apenas subamos esas escaleras — señalo uno de los tramos que llevaba a los pisos superiores — el menor ruido las activara y los hará salir despedidos hasta la entrada.
Señalo las enormes puertas dobles del otro lado del salón, por el que comenzaba a entrar algunos estudiantes de la Universidad. Del otro lado de las puertas se alcanzaba a vislumbrar el resto de la Universidad Mágica cada vez que se habría.
— Tampoco es que sea peligroso, pero se reflejara mal en sus notas. Recuerden, no hacer ruido. La segunda parte es un poco sensible pero… cualquier habilidad que no venga de su magia queda prohibida por el día de hoy. Es importante que logren demostrar su habilidad en encantamientos, no sus poderes sobrehumanos.
Trato de soltarlo como quien no quiere la cosa, mientras se ponía de pie y le pedía que los seguía. Esperaba haberlo dicho bien mientras los guiaba. Las escaleras más grandes del vestíbulo solo llevaban al segundo piso, y luego debían seguir bordeando la biblioteca en una enorme espiral que ascendía de a poco. La falta de más escaleras era otro diseño del arquitecto de la biblioteca, ¿quizá porque eran muy ruidosas al subirlas? Los pequeños ruidos que hizo la escalera al subirse en ella (para estar a más altura que sus dos alumnos) le confirmaron que tenía razón.
— Los encantamientos son un tipo de magia eficaz y útil que permite darle propiedades a los objetos y a los seres. A diferencia de la transformación, que convierte de una forma a otra, en nuestro caso solo agregamos atributos. Los encantamientos de cambio de color por ejemplo no convierten los materiales de los que está hecho algo, solo modifican la percepción de la luz que tenemos nosotros sobre su superficie. ¡Chromus!
Apolo agito su varita y de un golpe dos armaduras apostadas en la pared cambiaron de color. El metal brillo y paso de plateado a un rosa muy oscuro, y a un azul grisáceo en cada uno de los casos. Apolo espetó 'Locomotor' firmemente ni bien hubo terminado, pero nada ocurrió. Con media sonrisa, continúo hablando.
— Por otra parte, no solo podemos darle características especiales a algo al encantar. También podemos generar acciones y darles autonomía. Encantar un objeto para que se mueva solo requiere de un enfoque de la mente, pero no me refiero a que se deben concentrar. El propósito de la autonomía encantada es lograr que el objeto realice la acción que debe realizar mientras nosotros nos enfocamos en otra cosa. ¿Que tal?
Mientras hablaba, las armaduras habían caminado por si solas y se habían colocado justo en el primer escalón, para sorpresa de Axel y Caroline. No había nada especial en moverlos usando un encantamiento levitatorio o de atracción, pero si lo había en poder soltarles el discurso que había practicado mientras lo realizaba. Se preguntaba si ambos estarían al nivel de la locomoción básica.
— El hechizo para generar autonomía se llama 'Locomotor' y es el primero de algunos que aprenderemos a usar correctamente hoy. En el cuarto piso — Apolo movió en el aire el dedo señalando el espiral ascendente por el que deberían subir — se encuentra la sección de encantamientos. Lo que deben hacer es llevar sus armaduras hasta arriba usando locomoción básica.
Le echó un vistazo a la gente que ahora se esparcía por el camino a los niveles superiores, todos consultando libros en los estantes expuestos en la pared. También habían amontonados algunos que otros libros, incluyendo el mobiliario de mesas y sillas que se acomodaban cada tanto. Cualquier cosa con la que la armadura chocara la haría resonar con fuerza, así que si no lograban que su armadura caminara siguiendo una dirección ellos mismos tendrían que apartar los obstáculos.
—Deben tener mucho cuidado, si chocan con alguien o golpean algo o alguien no solo harán que su armadura resuene, si no que saldrán despedidos de la biblioteca y deberán comenzar de nuevo. Yo los esperare arriba, y les sugiero ir lentamente…
Apolo comenzó a subir, mientras les daba tiempo de preparase. No quería estar cerca si alguno de los dos fallaba en el primer intento. No sabia que le parecía mas peligroso para el suelo de la biblioteca, los tacones de Caroline o los zapatos de Axel. De todos modos ya podrían averiguarlo por si mismos.

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Inclinó sutilmente la cabeza y llevó su mano sobre su sien tatuada. –Takk.- Susurró el joven, para después de un segundo corregirse a sí mismo. – Gracias.- Sin embargo antes de responder algo Apolo hizo presencia como el titular del curso, así que Axel se quedó con las ganas de responderle como se debía a Caroline.

 

Axel devolvió sus ojos a su amigo, al cual miro de arriba abajo y escuchó con atención sus palabras. –Permanecer en silencio y estar callado.- Repasó mentalmente, después de que Apolo señalara aquellas grandes puertas. Axel permaneció de pie mientras mordió su labio inferior, era una tarea extraña.

 

Sacó su varita y dio un ligero golpeteó contra el aire. –Locomotor.- Susurró para sí mismo prestando atención a toda la explicación, mientras caminaba detrás del mago de cabello azul. –Mmm… 2 metros.- Pensó el chico Rexdemort al contemplar la gran armadura de hierro fundido la cual sería parte de la tarea. – Que maldito.- Sonrió y moviendo la cabeza de izquierda a derecha.

 

Encantar un objeto así para que “caminara” requería precisión y algo de maña. Y siendo honestos Axel tenia años sin usar ese hechizo. Se acercó mirando la armadura, contemplando el grosor de las piernas y usando sus dedos para palpar y adivinar el metal con el que estaba hecha.

 

Con su sonrisa bajo aquella barba negra, Axel analizó la tarea y las posibilidades de fallar. Con su mano izquierda apuntó al brazo de la armadura y susurró el hechizo requerido. Levantó poco a poco la varita mientras la armadura azul se erguía enfrente del joven danés.

 

El crujir de las piezas de metal que chocaron provoco un sonido hueco y débil mientras lentamente la armadura levantaba el brazo que Axel había apuntado.

 

-Diablos.- Susurró al percatarse que no era una misión sencilla, debía continuar con el flujo de magia para volver a bajar el brazo y no provocar un sonido estremecedor. – Diablos.- Repitió el hombre, una vez que logro que la armadura bajara el brazo. Necesitaría una precisión envidiable si quería que aquel montón de chatarra subiera escalones en completo silencio.

 

Apretó la mano sobre su varita y empezó moviendo lentamente la pierna derecha, intentando no crear un caos en la biblioteca.

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Lo curioso de que algo no se debiera hacer, era que más ganas y más probabilidad tenías de hacerlo. O quizá solo sea que fuera Slytherin, porque apenas empezó a subir las escaleras empezó a darse cuenta del propio ruido que realizaba el. El rose de la escalera con su mano, los golpes que daba sobre la escalera de madera alfombrada, y los pasos que le continuaron mientras se movia por el pasillo esquivaba a otras personas y las montañas de libros que intentaba bajar a la zona de lectura.


Para Apolo era mucho más sencillo para Axel y Caroline, que cada quien a lo suyo se había puesto manos a la obra en mover su armadura. Les intento ayudar como pudo al ver lo complicado de su tarea, y en silencio usando encantamientos no verbales comenzó a mover libros y mesas para despejar el camino. El pasillo era lo suficientemente ancho para avanzar sin problemas, pero la gente que se arremolinaba podría chocar tanto como una mesa o una pila de libros con la armadura.


Lo bueno de seguir con la mirada a Axel que se habia adelantado era que podía ver que la gente, tan preocupada como él de no salir despedida de la biblioteca se mantenían tan lejos como podían de la armadura verde que ahora el Rexdemort estaba logrando hacer mover. Tuvo que esperar un rato, en el que se mantuvo pendiente de su avance, pero para cuando llego al espacio dedicado a Encantamientos Apolo ya tenía una serie de libros que había agarrado de las estanterías. Caroline aun no lograba llegar, pero le hizo señas a Axel mientras lo llevaba a uno de los salones exteriores de estudio.


— Que horrible es no poder hacer ruido afuera — empezó Apolo una vez que la armadura entro junto a Axel al interior del salón.


La puerta bloqueaba el sonido (por suerte!) así que ya podían hablar con tranquilidad.


— La locomoción básica permite hacer todo tipo de tareas. En otro contexto, la armadura podría haber batallado por ti, pero hubiera sido como si la llevaras puesta y se hubiera movido de esa forma. — continuó explicando como si no hubiese ninguna interrupción. — Cada objeto tiene imbuido un residuo de magia al utilizarlo, es por eso que la locomoción lo que hace realmente es repetir lo que hayamos realizado y lo que podríamos realizar en base a eso. Si encantamos unas agujas de tejer por ejemplo, tejerían de la misma forma en la que lo haríamos nosotros mismos, y acumularíamos experiencia en el proceso por lo que mejoraríamos.


Era el mejor ejemplo que tenía, y ahora que lo pensaba Apolo pudo pensar en algo más sencillo. Cuando Caroline subiera Apolo continuaría la clase para ella, pero era mejor seguir con Axel mientras para que adelantara. La segunda parte de la clase era aún más compleja, más porque habían pasado toda la mañana intentando subir la armadura.


— El siguiente es un hechizo de conjuración, que nos permite materializar objetos de la nada. Ocuparemos este espacio para crear nuevos elementos. Puede ser lo que tú quieras, mientras tengas presente ciertos enfoques: No basta solo el hechizo, también hay que imaginarse el objeto, como es, de qué color, de que está compuesto. Todos esos son necesarios para materializar de la nada; es mucho más complejo que transformar así que empecemos con cosas sencillas. ¿Puedes aparecer esta lista de objetos?


Apolo saco del bolsillo una lista de objetos, que consistían en un juego completo para tomar té como azucarero, tetera, tazas, y una cuchara entre otras cosas. No esperaba que realizara toda la lista.


— El encantamiento es “Aparitio!” — soltó entregándole la lista, viendo que lo pronunciara correctamente cuando lo repitiera. — No hace falta que se vean bien, con que logres materializar debería bastar para pasar. Iré a ver cómo va Caroline mientras trabajas tranquilo en esa mesa. Tomate tu tiempo.




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Axel tragó saliva, mientras continuaba con la mano en el aire. Poder controlar el flujo de magia desde la punta de su varita hasta las cuidadas articulaciones del caballero de metal, no era tan sencillo como parecía.

 

Una pequeña y casi transparente gota de sudor caminaba lentamente por la sien de Axel a la par que la armadura avanzaba.

Sus negros ojos se enfocaron el aquel objeto ignorando un poco a las personas que se encontraban en la biblioteca, cada que movía la varita para que la armadura moviera una extremidad Axel lo calculaba casi quirúrgicamente, le preocupaba no poder superar las expectativas de su amigo.

 

Cerró los ojos fuertemente una vez que la jornada había terminado. Llevó su mano sobre su frente para sentir el sudor y enseguida levantó el brazo para intentar oler su axila, no quería apestar en la biblioteca.

 

Sin embargó fue interrumpido después de una sonrisa confusa. Intentó regular su respiración, subir aquel pedazo de metal había sido una tarea difícil. – Debo estar muy oxidado.- Fue lo que pensó el joven Rexdemort cuando Apolo volvió a aparecer, haciendo un gesto de aceptar con la cabeza cuando Apolo le dijo.

 

Suspiró y tomo aire, una vez que entró con el profesor, para dedicarle una sonrisa.

 

Frunció un poco el entrecejo. La clase de encantamientos le estaba pareciendo dolorosamente difícil. Axel solo culpo de su desmejorada actitud a las pocas horas de suelo.

 

-Gracias.- Le dedico una sonrisa al joven profesor mientras se sentaba cerca de la mesa. Se sentía un poco cansado, para sacudir la cabeza.

 

- Un juego de Té.- Fue lo único que pensó el mago, mientras buscaba en su cabeza alguna idea bonita.

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