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Adivinación


Melrose Moody
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Cuando Richard extiende su mano, la compuerta de piedra se abre a ritmo acompasado, con un sonido pesado y terroso. Espera a que la entrada al túnel sea del todo visible, antes de pasar la mano por el fino marco, que pareciera haber sido tallado el día anterior. Nota enseguida que el rastro de magia, que era leve al exterior, se ha incrementado exponencialmente al abrirse la bóveda. Cuando sus ojos se habitúan un poco a las sombras, nota que todo luce conservado, como si allí dentro se estuviese en otra época o no hubiesen pasado los años.

 

Antes de entrar, lanza un corto suspiro y extrae de su bolsillo un par de cartas del tarot. A diferencia de las cartas regulares, éstas no tienen cara posterior, por lo que al ver el reverso blanco y sin mácula, Richard no sabe qué carta ha extraído exactamente. Tampoco les da la vuelta para averiguarlo; simplemente, agita su mano libre para que un par de inscripciones aparezcan en el espacio vacío. A la par, un brillo azulado tiñe levemente la superficie aunque no dura mucho. En breve, han vuelto a ser cartas del tarot con un reverso blanco.

 

Enseguida, silba primero una y luego una segunda vez. Al llamado, acuden un par de águilas, que se posan en la lúa de su antebrazo izquierdo. Encarga a ambas aves las cartas y una vez ellas han alzado el vuelo, se adentra sin más al espacio en sombras ante el cual se encuentra. La puerta de piedra, sella la entrada a sus espaldas.

 

Las cartas (y las águilas) viajaron una enorme distancia, antes de dar con sus destinatarias. Cuando las alcanzaron, de hecho, ya era de día. Ambas, pertenecían a la familia Granger, aunque las águilas se habían tomado la molestia de buscar a cada una de ellas en sus respectivos emplazamientos en el momento de su arribo. Ambas cartas del tarot eran distintas pero la inscripción en ellas era la misma: la fecha de inicio de las clases y nada más que eso.

 

Pese a que no existe ningún otro mensaje, luego de ser recibidas, las cartas empezarían a brillar con ese tono azulado que Richard apreciara el día anterior al enviarlas. Así, harían las veces de trasladores a los minutos de haber sido entregadas en las manos de sus destinatarias, para llevarlas a la entrada: la compuerta de piedra.

 

A la par, el propio Richard, luego de haber recorrido todo el largo trecho a oscuras y haber llegado a orillas del lago subterráneo que se hallaba al interior, sentía curiosidad por la carta que les podía haber tocado. Quizá no del todo vinculado a sus poderes, Richard tenía ciertas supersticiones respecto al azar, por lo que consideraba que la carta recibida, era una señal simbólica de aquello que sucedería durante su clase.

 

También, es verdad, adoraba las adivinanzas, los enigmas y fingir ser misterioso e interesante. Era todo parte de las tretas de las que gustaba hacer uso cuando estaba aburrido. Y, fuera dicha la verdad, aquella clase le había salvado del tedio inigualable que llegaba luego de haber realizado uno de sus "trabajos" habituales.

Editado por Melrose Moody

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- ¡Breena! ¡Apura con esas cosas! –


La voz de la Granger era apurada, pues se encontraba deshaciéndose de las cosas que no ocupaba en su habitación. Había una mudanza próxima y, sin embargo, ahí estaba la mayoría de los miembros de su familia, preparando cosas para una venta de garage al más puro estilo muggle. Necesitaban dinero y creían que la única forma para conseguir algo, sería vendiendo algunas de sus pertenencias. Para Valeskya era una oportunidad de vender las cosas que la ligaban a su pasado y abría una nueva puerta hacia el futuro.


El futuro, era de las pocas cosas por la cual la ojivioleta sentía una extraña fascinación desde siempre; el no saber lo que el destino le guardaba y la posibilidad de poder descubrirlo, era una fuerte razón por la cual había dedicado mucho más tiempo del necesario a investigar todo sobre las ramas de la adivinación y a decir verdad lo practicaba desde hacía bastante tiempo, de forma ilegal claro está. Sus predicciones solían ser muy precisas, aunque sabía que no podía hacerlo de forma libre, por seguridad.


Relativamente tenía poco tiempo de haber regresado a Ottery, estaba segura de que esta vez sería diferente para ella. Ella y Fiamma se habían inscrito para las clases de adivinación, era la oportunidad que esperaba para no tener que andar ocultando lo que ella consideraba una de sus grandes pasiones. Desconocía cuáles habían sido los motivos de su prima para que también ella se inscribiera, pero en el fondo lo agradecía, al menos no estaría sola y esperaba que fuera divertido al menos.


El ruido de algo rasgando la ventana la sacó abruptamente de sus pensamientos: un águila se encontraba ahí y parecía que traía una carta, cosa que desconcertó a la bruja, pues estaba acostumbrada a ver lechuzas enviando correspondencias y no otro tipo de aves. Cuidadosamente se acercó al umbral de la ventana y la abrió; acto seguido dejó caer lo que traía en sus garras: una carta de tarot.”¡Pero qué curioso!” Pensó animadamente, sabiendo perfectamente de qué se trataba: el inicio de las clases.


Veía la inscripción con la fecha y nada más que eso, el reverso de la carta era blanca. La volteó y vio la figura: la carta de la emperatriz definitivamente era algo que tenía muchos significados. Trató de no pensar en la infinidad de significados que podía tener y pensó en dónde se llevaría a cabo la clase, ya que la carta no traía nada más que eso escrito.”¿Y Fiamma estará enterada?”, se preguntó para sí misma, al tiempo que agitaba su varita y comenzaba a cambiar su atuendo: una falda larga y amplia color blanco, y una blusa de cuello “v” con un ligero escote cruzado, del mismo color de sus ojos, sandalias blancas, de tirantes blancos y con su negro cabello recogido en una coleta.


Observó la carta mientras la sostenía en sus manos ¿Es que quizás traía oculta la dirección? Comenzó a caminar en dirección hacia las escaleras para buscar a su prima y preguntarle si a ella le había llegado una correspondencia similar. Apenas había dado unos pasos, cuando notó un brillo extraño azulado y fue cuando se dio cuenta de lo que era: un traslador.


La Granger odiaba ese tipo de transportes, le causaban malestar y eran incómodos; supuso que tenía que ver con el hecho de que no había un aula como ella lo hubiera imaginado, sino una enorme compuerta de piedra, en algún lugar del mundo en el que definitivamente no había estado antes. Enseguida se arrepintió de la vestimenta que llevaba, pero ya era demasiado tarde; extendió su mano tan pálida como el papel hacia la compuerta y ésta se abrió de forma pausada, el ruido hizo un eco en su interior. Supuso que la persona que impartiría la clase ya sabría que estaría allí y finalmente decidió avanzar hacia el interior.


Era un trecho oscuro y parecía que no tenía fin, avanzaba con pasos cuidadosos, pues temía torcerse un pie y perderlo en el camino (?), sus manos tocaban las paredes que parecían húmedas y frías. ”Al menos no habrá exceso de luz”, dijo la ojivioleta para sus adentros, pensando en que la luz del día era algo que no le agradaba del todo. Justo cuando pensaba en cuántos días tardaría en llegar a su destino, le pareció escuchar el sonido de gotas de agua caer en algún lado; al final del tramo, había un lago subterráneo.


La joven pensó que era el paisaje más maravilloso que había visto: el sonido de las gotas, eran estalactitas esparcidas por lo que parecía una cueva, la laguna que estaba frente a ella, el agua parecía que tenía algo de azul neón en el interior, supuso que sería alguna especie de alga marina. Estaba un poco frío, pero eso no le preocupaba, parecía que había llegado primero, aunque pronto salió de su error, a lo lejos vio una silueta masculina.


- ¿Hola? – Fue lo único que se le ocurrió decir.

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Los días tranquilos en Ottery habían terminado, tenía un mes de haber regresado y de repente se encontraba en medio de una mudanza, acababa de terminar una clase, hacía trámites en el Ministerio de Magia cada 3 días y había abierto dos negocios por los cuales ni se había pasado. Y por si fuera poco estaba por empezar una nueva clase, se postuló para un empleo y esperaba la respuesta por parte de la Orden del Fénix sobre su reincorporación a sus filas.

 

-No se porqué pensé que la vida muggle era mas estresante- hablaba consigo misma mientras acomodaba objetos en su baúl. Aún no se decidía a desempacar, la promesa de un nuevo castillo familiar le decía que no tenía caso hacer todo 2 veces.

 

Vestida con unos pantalones de yoga negros y un top rosa neón, andaba descalza por su habitación cuando un águila entró por la ventana y se posó en su cama. El ave depositó una carta de tarot sobre el colchón y se retiró en dirección a los jardines de la propiedad. De inmediato la pelinegra tomó la carta entre sus manos y observó con asombro que un lado solo indicaba una fecha, ese mismo día. Del otro lado de la carta, se apreciaba una imagen de una rueda de la fortuna con tres criaturas.

 

-La rueda de la fortuna. Esa carta es el símbolo de la totalidad, que a pesar de su movimiento sostenido, no cambia. El arcano de La Rueda de la Fortuna es uno de los más ricos en el simbolismo del tarot y representa la rueda de la vida y sus grandes cambios- recitaba su elfo Wormy, adivinando la confusión de la Granger.

 

-Lo sabes todo Wormy, creo que te llevaré conmigo a la clase, me metí en esto solo para no verme tan verde en el nuevo negocio de Catemaco's Magic.

 

Guardó la carta en el bolsillo interno de su pantalón. Mientras se colocaba unas zapatillas deportivas y se recogía el cabello, un resplandor azulado emanó de su bolsillo y sintió como era transportada a otro lugar. En su mente solo había un pensamiento: -Genial, un traslador.

 

Apareció frente a una pared de piedra. Unos segundos después esta empieza a moverse, dejando saberle que en realidad era una compuerta resguardando una entrada. Se asomó dubitativa, con la desconfianza que le caracterizaba desde que regresó. Sin embrago, rápido aclaró su mente y se repitió a si misma que todo era parte de la clase que estaba por comenzar. Así que sacudió la cabeza y avanzó con pasos firmes mientras con un movimiento de su varita iluminaba el espacio frente a ella. Cuando al fin terminó de recorrer el camino de húmedas paredes, se encontró con que su prima Valeskya ya esta ahí. Pero a la otra persona no la reconocía.

 

-Hola, disculpen la tardanza.

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Richard notó que se aproximaban no sólo debido al ruido, si no a cómo todo a su alrededor parecía cobrar más "vida". La energía mágica concentrada en el recinto era tan grande, que impactaba fácilmente no sólo en aquellos que se encontraban al interior, incluyendo a las escasas bestias y plantas presentes, como las algas brillantes, si no también en la energía concentrada en el lago. El agua, cuya superficie era tranquila y sin mácula, parecía bullir con algo no-identificado en su interior que no necesariamente era "algo vivo".

 

Por supuesto, estos cambios eran tan sutiles, que Richard sólo podía atribuirlos a las fluctuaciones de la magia y a sus propios ojos adaptados ya a las sombras.

 

Cuando se vuelve hacia sus alumnas, tiene una ligera sonrisa, que luego deriva en una expresión de desafío y concentración.

 

—Bienvenidas a la clase de adivinación —dice simplemente, señalando hacia al lago que tienen ante ellas con las manos enfundadas en guantes blancos, de forma que sea más fácil distinguir sus gestos—. Espero que tuviesen una travesía agradable.

 

No está seguro de si sus alumnas para esa ocasión lo han notado ya, pero habiendo averiguado todo lo que había podido respecto a ellas con anticipación es poco lo que ha de preguntarles respecto a sus personas. En cambio, hay muchos cuestionamientos respecto al ramo que tienen que tratar; en tan poco tiempo, tendrá que ser duro con sus lecciones, de forma que algo de valor real quede plasmado en sus cabezas y sean capaces de aplicarlo en un ámbito utilitario.

 

—En cuanto a mí, mi nombre es Richard Moody —prosigue, hablando en tono calmo y bajo, como si hubiese algo que pudiese escucharlos— y este mes, lo que haremos será aprovisionarnos de una técnica que les sirva para intentar adivinar el futuro.

 

Sabía que no muchos alumnos estaban contentos con tal perspectiva. Sin embargo, a diferencia de otros ramos de la magia, la inexactitud de la adivinación hacía imposible que Richard pudiese prometer algo más allá de ello.

 

—Hay personas, por supuesto, que tienen un asombroso talento. A tales personas, se les suele llamar videntes —agregó. Lo más seguro era que las alumnas ya estuviesen informadas de que ahora, incluso, era posible para cualquier individuo buscar la guía de un arcano, que lo adentrase en los misterios para develar el futuro... descubrir el talento que no siempre venía en la misma medida para cada quién. Sin embargo, sólo los verdaderos talentosos conseguían el anillo de videncia. De otro modo, aquellos que no sabían controlar su potencial o no lo tenían en lo absoluto, debían buscar formas más prácticas de explotarlo o de intentar vislumbrar aquello que deseaban. Los demás, preferían adentrarse en el ramo poco a poco, ir descubriendo si es que tenían realmente la predisposición o la capacidad—. Sin embargo, no intentaremos vislumbrar aquí —señaló alrededor— el futuro asumiendo que el ojo interior les revelará aquello sin mayores contratiempos —volvió a sonreír—. Lo que haré será mostrarles un método práctico para arrebatarle al futuro, trozos de información de ustedes mismas o el de otros, a través una técnica en particular.

 

>>Como ya sabrán, a estos ramos, se le conoce como las "mancias" —explicó— sin embargo, lo que haremos aquí es un ramo muy cercano a ello, aunque ligeramente distinto. Buscaremos llegar a los registros akáshicos... y ustedes se preguntarán ¿qué es eso? —a ese punto, ya se había cansado de hablar pero se obligó a proseguir— Y básicamente, es aquella información que pueden proporcionarnos los elementos como fuego, aire, tierra y agua de aquello que es, fue o será. Como su nombre lo dice, son registros que se encuentran ahí para poder ser encontrados y leídos<<.

 

Lo cierto, era que los registros akáshicos eran más que eso. Un registro multidimensional, implicaba hablar de varias dimensiones. Podría explicarse eso de forma simple, hablando de dimensiones como lugar, tiempo o espacio, en suma, la medida de algo. Sin embargo, existía también una significación más profunda: que existían en éstos elementos perennes, que fluían por separado o en conjunto mas no cambiaban en realidad, una historia acerca de la entera existencia misma, no sólo de los humanos, si no de todo aquello que habita el espacio. Por supuesto, para la magia británica, esto no tenía un mayor significado; los Uzzas con sus portales a otros mundos o dimensiones, eran los únicos que habían conseguido entender hasta qué punto era de importante eso.

 

Sin embargo, en clase, todo aquello pasaba a segundo plano, a no ser que una de ellas fuese especialmente dotada y lo que viese no estuviese relacionado a conocido alguno, si no a algo más allá que quizá pudiese verlos a ellos también. Sin embargo, dado que se hablaba de una exploración al futuro y no al presente o al pasado, Richard se había asegurado de que se encontrasen en un ambiente seguro y, por supuesto, de estar preparado para cualquier contingencia. Quizá, pensando en eso mismo, fue que dijo:

 

—Por eso, ahora quisiera que contestasen dos preguntas: número uno ¿por qué creen que nos hemos reunido aquí? —anteriormente ya había señalado alrededor así que no lo hizo en aquella oportunidad. Tan sólo, alzo un segundo dedo de la mano derecha que tenía al lado y a la altura de su rostro— Número dos ¿qué carta del tarot fue la que les tocó y por qué creen que así fue?

 

Sentía genuina curiosidad por eso último. No podía negar que, en ocasiones, parte de él se regodeaba en negarse a utilizar su sentido analítico. Quizá, era sólo un reflejo de su talento para la videncia o, simplemente, que disfrutaba de ser supersticioso.

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Richard Moody era el nombre de quien impartiría la clase de Adivinación. Debía confesar que se encontraba sorprendida y seguramente su cara lo denotaba, aunque en realidad no debería de estarlo. La asociación de la figura femenina con la adivinación, se debía a la proliferación de chantajistas de las últimas décadas. En cambio lo que no la sorprendió nada fue que no les preguntara nada y fuera directo al grano. Más de uno lo hubieran tomado como una oportunidad para poner a prueba los conocimientos del profesor.

 

Fiamma asentía a las palabras que Richard, entendía de manera general de lo que hablaba, pero carecía de conocimiento profundo. Pese a vivir en un mundo lleno de magia, la parte de la adivinación era muy ajena a ella. Es decir, conocía lo mismo que los muggles, sin embargo estaba segura de que había mucho más por descubrir desde el punto de vista de la magia hechicería.

 

“Akáshicos, akáshicos”. Ese término le sonaba de algo, no recordaba muy bien de dónde pero era algo importante. Lo de los elementos, lo de los registros, esas palabras le hacían ruido en la mente. De reojo observaba a Valeskya, ni se habían podido saludar al llegar, pero estaba segura de que la clase sin ella no sería la misma. Se concentró de nuevo en la voz del profesor para no perder el hilo de la clase y así poder contestar a las preguntas que este les acababa de formular.

 

-No se por qué nos hemos reunido aquí, supongo que debe de tener algo de especial. Por un lado puede ser un lugar lleno de magia, y por el contrario, puede ser un lugar donde se “contenga” la magia.- Respondió de una manera ambigua y adelantándose a Valeskya. Sabía que su prima tenía mayores conocimientos sobre el tema y no quería arriesgarse a verse como una completa ignorante, aunque casi fuera cierto.

 

-Y en cuanto a mi carta del tarot, me tocó la Rueda de la Fortuna- continuó. -En pocas palabras significa cambio, ahora bien, me salió al derecho, lo que significa cambios positivos o al menos no trágicos. Acabo de pasar un gran cambio en mi vida, podría ser eso, pero si nos enfocamos en el futuro, entonces debería estar lista para uno nuevo.-

 

Y al estar pensando en el último cambio de su vida, recordó de donde conocía la palabra akáshicos. La escuchó en una feria muggle esotérica durante su etapa hippie, buscaba explicaciones del porqué es que tenía los recuerdos de las diferentes personas que había sido. Un clarividente le había explicado: “Los Registros Akáshicos son una memoria universal de la existencia, un espacio multidimensional dónde se archivan todas las experiencias del alma incluyendo todos los conocimientos y las experiencias de las vidas pasadas, la vida presente y las potencialidades futuras. Este sistema energético contiene todas las potencialidades que el Alma posee para su evolución en esta vida y su verdadera razón de ser, el sentido de la existencia.”

 

Por eso aunque su cuerpo murió, su alma guarda los recuerdos de aquellos otros cuerpos que ocupó. Y así, al regresar a su cuerpo resucitado, pudo conservar los recuerdos de las otras brujas cuyas vidas vivió. ¿Casualidad? ¿Destino? No lo sabía, pero ahí estaba de nuevo frente al mayor

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La bruja esbozó una leve sonrisa dirigida a Fiamma a manera de saludo, hacía poco que se habían visto en la mansión y por eso consideraba que no era necesario hacer algo más efusivo. Enfocó su mirada a la figura que se encontraba frente a ellas: Richard Moody. No pudo dejar de notar que no había hecho preguntas acerca de quiénes eran ellas o algo a forma de presentación, aunque no hizo comentario al respecto, supuso que, tratándose de una clase de adivinación, era lógico que al menos supiera de dónde provenían ellas o había visto algo que ellas no.


Sintió un escalofrío al imaginarse esa situación, no le gustaba que se metieran en su vida personal; aunque también sabía que las personas que poseían el don de la videncia no solían andar pregonando por ahí las cosas que veían. Cuando escuchó la rama de la adivinación a la que se dedicarían, la Granger se preocupó un poco: los registros akáshicos era un tema en el cual no había profundizado mucho, pues no conocía a personas que se especializaran en ello. Aunque sabía perfectamente que estaba allí para entender de qué se trataba y con suerte poder hacer una exitosa lectura de registros akáshicos.


No esperaba lograrlo a la primera, pero debía tener fe en que Richard lograría enseñar el camino correcto a seguir; ”si lo aprendo correctamente, sería el éxito de Catemaco’s Magic”, pensó fugazmente la ojivioleta. Continuaba de pie, caminando lentamente por la orilla del lago, cuidando de no resbalar y morir (?), cuando escuchó un par de preguntas impartidas por el tutor, hizo que la joven volviera a enfocar su mente a la clase, su prima se adelantó a contestar y decidió aguardar su turno de forma paciente.


- Añadiendo a lo que menciona Fiamma – Notó a su prima algo insegura, pero no hizo comentario alguno, pues ambas estaban ahí para aprender todo lo posible. - Tengo entendido que para una lectura de registros akáshicos, es necesario entrar a un profundo estado de conciencia, es una cuestión de tipo espiritual y creo que este lugar favorecerá mucho alcanzar esa conexión. – La Granger dudó un momento, pero decidió preguntar. - En algún libro leí que se realiza una canalización con seres de luz, pero también los elementos de la naturaleza están involucrados ¿Cómo se alcanza ese estado para que los elementos puedan proporcionarnos la información que queremos obtener, si la naturaleza es caprichosa? –


Lo había dicho, no estaba segura si poseía o no el ojo interior, pero necesitaba saber esa respuesta. No creía que los elementos fueran como un libro esperando a que cualquiera llegara a descubrir sus más profundos secretos. ¿Acaso se debían cumplir ciertos requisitos? ¿O solo tendrían acceso alguna especie de “elegidos”? Y si era cierto lo que había leído acerca de los seres de luz ¿Serían ellos los guardianes de dicha información? Valeskya tenía muchas dudas, pero solo externó lo que había llegado a su mente de momento.


- En cuanto a la carta de tarot que me tocó – Con un movimiento de su varita, hizo aparecer la carta de la emperatriz. - Salió en posición inversa, lo que a grandes rasgos significa que hay algo de creatividad bloqueada, dependencia de otros – Hizo una mueca de disgusto, esperaba que hubiera pasado desapercibida. No quería aceptar que la causa principal de su regreso era porque extrañaba muchísimo a su familia. - También indica descontento por algo que quizás falte en mi vida, por sentirme cuestionada, y … bueno, básicamente es eso. –


No quiso añadir más, le avergonzaba aceptar que lo que había dicho era cierto y había más cosas que no estaba dispuesta a aceptar con facilidad. La mirada violácea de Valeskya se dirigió una vez más al lago, quizás en otras circunstancias, consideraría ir a nadar un poco en ese lugar que tanta tranquilidad le generaba, aunque en ese momento consideró que quizás el agua calmada escondía algo en sus profundidades. Solo pensar en eso hizo que la bruja se alejara un poco de la orilla… solo por precaución.

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Cambios y dependencia. En suma era más o menos lo que su intuición le dictaba, a pesar de que no eran predicciones en sí mismas ni tampoco cien por ciento confiables; quizá más bien por cábala, le gustaba seguir los preceptos de las cartas en la mayor parte de las ocasiones. Así que necesitaba que se aventuraran a probar nuevas cosas y, aunque tuvieran dificultades para realizarlas, que tan sólo les instruyera para que lo intentasen por sí mismas.

 

—En realidad, es ambos —respondió entonces, refiriéndose a la réplica de Fiamma respecto al espacio a su alrededor—. Este lugar esta cargado de energía mágica que les facilitará la tarea, al ser la primera vez, de intentar ver en los registros que se supone han de leer —explicó, a la par que se adelantaba hacia el lago—. Al estar contenida, cualquier posible estrago será fácil de arreglar y contener, para no tener daños al "exterior". No utilizaremos tanto este conocimiento para profundizar en nuestro propio pasado, o el presente de otros pues esto no siempre conduce a algo positivo —continuó Richard, por no mencionar que siempre resultaba en derroteros negativos—. Pero aprenderemos a aceptar la realidad desde una perspectiva distinta.

 

Cerró los ojos unos instantes intentando percibir la energía mágica a su alrededor ¿sería para sus alumnas tan claro como para él las fluctuaciones insistentes en la caverna? Una sonrisa asoma a su rostro cuando sigue de largo, caminando hacia el lago, a la par que su recorrido se distingue de un ritmo regular. Cuando se gira para volverse hacia Fiamma y Valeskya, da pasos cortos hacia atrás, su sonrisa se acentúa pues no está caminando sobre el suelo, si no la superficie del agua.

 

—Así que tienen que dar el primer paso.

 

Él extiende sus manos, para darles a entender que "el primer paso" es un término un tanto literal. Les está indicando que se aproximen y que caminen sobre el agua como él, para poder alcanzarle. Una vez lo hagan, una esfera de agua ha de rodearlas aunque ellas todavía no lo saben. La esfera de agua, una delgada capa de líquido que es más transparente y celeste que el agua regular, estará conformada también por franjas distintivas de luz, como cuando se ve el agua bajo un día soleado, a pesar de no haber luz. En ella, habrán de buscar las imágenes recortadas de su futuro. Es así, como podrán presenciar por sí mismas, lo que se siente realmente, atisbar en el futuro e intentar arrebatarle los trozos de información a la mano por sí mismas.

 

Por supuesto, sería una esfera de agua modificada por la energía de Richard, para facilitarles el primer avistamiento. Lo que vendría después no sería tan sencillo, así que esperaba que tuvieran éxito con ese pequeño experimento. No esperaba que viesen grandes cosas de su futuro, algo cotidiano bastaba, aunque también sería el primer indicador real que tendría, respecto a las habilidades de ambas.

Editado por Melrose Moody

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Valeskya no dejaba de observar a la persona que impartía la clase, ver como se aproximaba al agua, desenvolviéndose con tanta naturalidad; “sin duda, no es la primera vez que está en este lugar”, pensó la joven, mientras devolvía sus pasos de tal forma en que se alejara de Richard. Por alguna causa, le daba desconfianza estar cerca de Richard, temía que la cercanía le diera una posibilidad de que él supiera más de lo que ella misma quisiera. Cruzó la mirada con su prima, buscando algún indicio de que ella supiera o tuviera idea de qué era lo que pasaría a continuación.


Arqueó una ceja cuando escuchó algo acerca de “dar el primer paso”. ¿Qué rayos significaba eso? La mirada violácea de la bruja se dirigió hacia el lago que se encontraba frente a ellos ¿Era acaso que tenían que caminar sobre el agua? De repente, se vio a sí misma, nadando en las profundidades de ese lago, tal y como lo había pensado minutos antes de que Richard hablara. Aunque dudaba mucho que tuviera algo que ver con eso. Por primera vez, desde que habían llegado, dirigió sus pasos hacia donde estaba Fiamma, para susurrarle en voz baja:


- A veces no sé qué tan bueno sea tener una idea de lo que está por venir – Miró el agua que reposaba con tranquilidad. - Imagina, ves en un futuro a un chico que está enamorado de ti y lo dejas ir porque en otro futuro viste a alguien que te gustó mucho más. – Sonrió y trató de no reír en voz alta, el eco delataría la falta de atención que estaba poniendo en ese momento. - Mmm… no, mejor no… Esas cosas del amor son demasiado complicadas, siquiera para poder verlas en un futuro. – Suspiró, y si entrar en más detalles, añadió algo más:


- Al menos espero que una de nosotras pueda ver si encuentra un lugar bonito en donde los Granger podamos mudarnos próximamente… - Esto último que había dicho la pelinegra no era ninguna broma, pues ambas sabían que próximamente tenían una mudanza, aunque aún no sabían a dónde sería, pues ninguno había encontrado un lugar suficientemente cómodo y amplio que le gustara a todos los miembros de la familia. - La última en llegar al lago que venda sus calzones (?) – Y sin decir más, se apresuró a quitarse las sandalias y corrió hacia el agua.


Esperaba que sus pies sintieran el contacto con dicho elemento, pero no ocurrió así, sino que se vio envuelta en una esfera. Evitó un grito y volteó a ver a su prima, pero ya no la veía, parecía que la burbuja acuática no era tan transparente como ella creía, pues en lugar de ver la caverna subterránea en la que estaban hace unos minutos, notó que ésta había desaparecido. En cambio, parecía ver una especie de franjas de luz, lo que le hizo preguntarse qué era lo que había pasado. ”Valeskya, cálmate y recobra la compostura. Recuerda por qué estás aquí”, dijo la ojivioleta para sus adentros e inmediatamente se quedó quieta, de pie y comenzó a pausar su respiración.


Cerró los ojos por un momento, tratando de recordar que todo se trataba de entrar en una especie de armonía con los elementos para poder obtener la información que buscaba. Pero ¿Qué era lo que la bruja buscaba? Trató de dejar su mente en blanco durante unos minutos, mientras a lo lejos, parecía escuchar el sonido del agua que caía de algún lado, como si se tratara de una cascada. Pareció escuchar una voz muy tenue que provenía de algún lugar, pero por más que trataba de agudizar el oído, no alcanzaba a descifrar qué era lo que decían.


Cuando la bruja abrió los ojos, notó que aun continuaba en la burbuja, pero las franjas de luz ya no se encontraban, en su lugar, parecía estar viendo una serie de imágenes, pero no alcanzaba a ver con claridad, pues pasaban demasiado rápido frente a ella. De forma instintiva estiró la mano, y fue cuando la secuencia de imágenes se detuvo: se veía a sí misma discutiendo con su hermano, aunque no escuchaba qué decía, era fácil de notar. No sabía si se trataba de un pasado o un futuro, pues era una situación bastante habitual en ellos; la Granger enfocó su mirada en la siguiente galería de eventos, que pasaban igual de rápido y solo dijo ”alto”, sin apenas mover los labios.


Como si la esfera la hubiera escuchado, se detuvo en un lugar que se le hacía bastante familiar: uno de los negocios que acababa de abrir. Pero no se veía a ella misma, sino se trataba de Fiamma; no se trataba de una visión agradable: alguien la había atacado y la pudo ver en el suelo, bastante malherida. Valeskya se quedó aturdida ante tal visión ¿no se trataba de que se viera ella misma en un futuro? Se asustó de pensar de que se tratara algo así o que estuviera pasando en algún momento.


- ¡FIAAAMMMAAA! ¿ESTÁS BIEN? – Gritó desesperada, al tiempo que sacaba su varita para romper esa burbuja.
Editado por Valeskya Granger

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Sintió la mirada de Valeskya sobre ella y la miró de regreso. Ella también lucía confundida y nerviosa, algo que no agradó nada a Fiamma, pues su prima era quien estaba mas inclinada hacia esta particular rama de la magia. Siguió la mirada de su prima hacia el lago y notó como entornaba los ojos después de las palabras de Richard. "¿Será que le tiene miedo al agua?", caviló.

 

La ojivioleta se acercó a ella y le susurró sus pensamientos acerca de conocer el futuro. Se imaginó en una situación como la que la Granger le describió, es que llevaba muco tiempo sin enamorarse de alguien. Ese pensamiento la distrajo, creyó escuchar algo acerca de la mudanza de su familia. No salió de su ensimismamiento hasta que escuchó de la voz de Valeskya: -La última en llegar al lago que venda sus calzones.

 

-¿Qué?- De inmediato se descalzó y corrió al agua tras de su prima. No le tuvo miedo a mojarse o a hundirse, había una magia especial en el lugar que sabía que la protegería. Ademas, Richard seguía caminando sobre el agua como si nada. "De seguro vamos cruzar el lago", pensó.

 

Lo que no esperaba era encontrarse en una especie de burbuja que la rodeó por completo, impidiéndole ver con claridad a su alrededor. Fue así como perdió de vista a su prima y ya no supo quien ganó la carrera hacia el agua. Su instinto le dijo en ese momento que esa burbuja no era un simple transporte hacia el otro lado del lago. Inhaló y exhaló lentamente, cerró los ojos y se permitió relajarse. Al abrir sus ojos de nuevo, pudo ver las franjas de luz y color que se manifestaban ante ella. Tardó unos segundos en notar que la luz y los colores daban paso a imágenes.

 

Dichas imágenes no eran claras, si no en su forma. Pudo reconocer rostros de su pasado pero que aún se encontraban en su presente. Luego vio sus negocios tomar forma, incluso vio uno nuevo y un gran castillo a la orilla de un acantilado con un acceso lateral a una playa privada. "Esto debe ser mi futuro. Me pregunto, ¿qué tanto quiero saber?". Trató de enfocar aún mas lo que veían sus ojos, encontrarle sentido, descifrar lo que le querían transmitir. Su patronus apareció frente a sus ojos, mutando de un bello corcel plateado a un fénix en tonos naranjas y rojos. Eso le dio tranquilidad, seguiría dentro de su amada Orden del Fénix. Pero buscaba algo mas claro, ¿amor quizá?, ¿un rostro nuevo que la ilusione?.

 

Un grito interrumpió sus pensamientos, en algún lado Valeskya gritaba su nombre con frenesí. Giró sobre si misma varias veces, como buscando una salida para poder correr hacia ella. Para decirle que estaba bien, que no se preocupara, que todo iba a estar bien.

 

-¡Valeskya! ¡Aquí estoy! ¡Estoy bien!- gritaba a través de la burbuja sin saber si su prima la estaría escuchando.

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Cuando las esferas las envuelven a ambas, Richard sabe que en esos momentos habrán de experimentar aquello que han venido a buscar. No está seguro de qué forma tomarán sus visiones, ya sean éstas débiles o nítidas, impactantes o cotidianas. Todo lo que sabe es que influirá en diferenciar los niveles de talento entre ambas, aunque más que en ese primer experimento, lo harán en el que está dispuesto a hacer a continuación.

 

Mientras tanto, ellas permanecen dentro de ambas esferas que han tomado un color más pálido, incluso desde el exterior.

 

A pesar de su curiosidad Richard no es capaz de ver en las visiones de sus alumnas y, de cierta forma, considera las visiones de alguien como algo sumamente privado. Éstas no siempre son buenas y muchas veces el vidente o aquel experto que hace uso de las mancias constantemente, tiende a desarrollar un sentido fatalista, que lo conduce a caer algo que entre los Moody solían llamar "self fulfilling prophecy" o profecía autorealizada. A Richard, eso le recordaba sus largos momentos en la sala de música en lo que antes fuera el castillo de los Moody, escuchando pasajes enteros de Rigoletto: el hombre que representaba a la profecía autorealizada en el ámbito dramático. Sin embargo, esperaba que sus alumnas no cayeran en lo mismo y por tanto prefería no intervenir en aquello que pudiesen haber visto, de forma que no lo tomasen como referente o autoridad en dictaminar sobre el asunto.

 

Más allá de sus propias reflexiones, en la cueva se hizo evidente que ambas mujeres se comunicaban entre sí, por lo que Richard sólo negó con la cabeza antes de dirigirse hacia el extremo extremo opuesto. Se suponía que debía tranquilizar sus malestares pero no le pareció necesario debido a que el sonido era perfectamente capaz de atravesar la fina capa de agua y pronto confirmarían que aquello que habían visto, se trataba sólo de un trozo, una posiblidad, de futuro. Además, en breve estarían en tierra y eso les daría algo de tiempo para intentar dilucidar si algo de lo que habían visto estaba conectado con otros sucesos que hubiesen podido atisbar, si el suceso principal en sí mismo -que habían alcanzado a registrar- tenía posibilidades de llegar a convertirse en realidad tangible y finalmente, si es que ellas harían o no algo al respecto.

 

El tiempo que Richard tardó en llegar al otro lado, tenía la finalidad justamente de que ellas encontraran esas respuestas, separadas aún la una de la otra, de forma que sus pensamientos no se vieran del todo influenciados. Era verdad que podían hablar del asunto pero Richard dudaba que estuviesen dispuestas a consultarse a los gritos, sabiendo que él estaría allí escuchándolo todo.

 

De todas formas, cuando alcanza el otro extremo la caminata le ha tomado apenas cinco minutos. En cuanto sus pies tocan el frío suelo rocoso, adelanta las esferas de agua con los brazos que todavía mantiene semiextendidos a los lados. Entonces, el agua deja de formar una esfera y ambas pueden posar sus pies también en tierra junto a él.

 

—¿Qué les ha parecido esta primera experiencia con el agua? —pregunta con mayor ligereza con que lo hiciera del otro lado. La curiosidad suele sacar lo mejor y lo peor de él, como siempre— Es importante saberlo, porque las personas siempre poseen una mayor afinidad con determinados elementos y ustedes tienen que descubrir cuál es el suyo antes de que todo esto termine —no le gusta tener que explayarse demasiado, así que en su lugar camina rápidamente hacia la hoguera que se encuentra más allá y que había preparado previamente—. Además, cada persona tiene también una forma particular de obtener la información.

 

Luego de darles la espalda a medias, esboza una sonrisa ladeada, antes de acuclillarse junto a las ramas más delgadas y paja seca que había amontonado en la parte del centro de la pila, en una oquedad entre los troncos. Al inicio, sólo truena los dedos para enviar una chispa y parece susurrarle cosas en un tono demasiado bajo como para distinguir palabra alguna, hasta que ésta se extiende y el fuego empieza a lamer las ramas más gruesas. A partir de entonces, su mano derecha se queda suspendida sobre las llamas, de forma que a medida que se incorpora y su mano se va alejando de la zona primigenia, las llamas crecen también en altura, hasta que el fuego crepita de manera insolente y Richard se ve obligado a retirar la mano alzándola lo más alto que puede y alejándose unos pasos, puesto que éste empieza a alzarse más arriba de sus cabezas.

 

La sombra que proyecta contra la pared de roca, es inmensa y la de ellas también. El calor que emana de la hoguera, a pesar de haber retrocedido, es intenso y reconfortante.

 

Aunque no lo dice pues no parece ser necesario, sus ojos están clavados en las llamas y en los colores que titilan, se funden y van cambiando debido a que su elemento es justamente el fuego. Así que está seguro de que en aquella oportunidad, lo quiera o no, terminará también viendo algo a la par que sus alumnas. Al volver la vista a ellas, hay algo menos humano en su mirada. Tal vez, justamente, porque el fuego y lo que en él suele observar, le recuerda un pasado remoto que ningún humano que no ha vivido lo suficiente pero tampoco vampiro alguno podrá entender, puesto que él sí que tiene un cuerpo común, como el de cualquier otro mortal.

 

—Al igual que con el agua, en el fuego, será la superficie lo que ha de mostrarles aquello que han de leer: los colores, formas y cambios habrán de mostrarles el futuro —explica. No tiene mucho humor para gastar demasiadas palabras, así que añade—. Sin embargo, la forma en que este se muestre o esté conectado es distinta para cada uno.

 

No quiere entrar en detalles, para no llegar a influenciar su técnica. En el caso de Richard, éstas siempre llegan de a dos o tres, interconectadas por un hilo conductor que usualmente, debe alcanzar a dilucidar por sí mismo más adelante.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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