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Adivinación


Melrose Moody
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- ¡Pero QUÉ…! –


Exclamó con enojo la ojivioleta, al tiempo que alcanzaba a escuchar a la perfección la voz de su prima, lo cual le indicaba que al menos no era algo que estuviera pasando en ese momento. ¿Acaso se trataba de algo que estaba por ocurrir? No estaba segura y eso le resultaba irritante, no saber si era algo que pasaría con certeza o simplemente era uno de sus tantos temores: que su familia pudiera sufrir de la forma en la que había visto a Fiamma. Cruzó los brazos, como si tuviera frío, pero lo que pasaba en realidad, es que quería que esa sensación de angustia que había vivido se desvaneciera casi tan rápido como había aparecido.


Había perdido la noción del tiempo en el cual se había mantenido sentada, con los brazos cruzados, mientras la burbuja no dejaba de moverse. No había caído en la cuenta, que ni siquiera se había molestado en decirle a su prima que todo estaba bien y que todo había sido producto ¿de su imaginación? La pálida piel de Valeskya, pudo sentir el suelo rocoso y frío y notó que la pelinegra se mantenía de pie a su lado, con un aspecto mucho mejor. No hizo el intento de levantarse, solo le dedicó la peor de sus miradas a Richard, solo se trataba de que les hubiera advertido lo que pasaría en el camino al otro lado del lago.


Solo bastó de terminar de escuchar las palabras de su tutor para que ella pudiera comprender una parte de lo que había pasado. Suponer que había que encontrar el mejor elemento con el cual podía tener una mejor visión de las cosas y que ella hubiera visto eso de primera instancia, le hizo dudar mucho de querer seguir adelante con la clase. Su mirada violácea se perdió unos instantes en las alegres llamas que crepitaban en la hoguera y se volvían más altas, de acuerdo con la mano de su tutor; escuchar el crujir de las ramas, y nada más que eso, provocaron que se tranquilizara un poco.


- Creo que hay muchas cosas que debo preguntarte en cuanto nos hayamos ido de aquí. – Le susurró a la pelinegra que estaba a su lado. Tenía curiosidad acerca de lo que ella visto, pero no estaba segura de platicarle lo que acababa de ocurrir. - Una parte de mí me dice que no veré nada en esas llamas…- Y sin decir más, señaló a Richard y su extraña mirada.


”Al menos no gritó de forma ridícula”, repitió la Granger para sí misma, mientras su mirada pasaba de su tutor a las llamas y viceversa. Trató de concentrarse solo en el fuego de la hoguera y en algún momento podría jurar que las chispas parecían tener forma humana y danzaban alegremente; se acomodó y abrazó sus rodillas, como si fuera una niña, pensando en que si era real o falso lo que había visto y confirmando su presentimiento: el fuego no sería algo en lo que podría ver. Suspiró, no estaba segura si se trataba de no poder en realidad o solo por el temor de no querer ver en realidad.


Tuvo el impulso de mostrar su inquietud en voz alta, pero no lo creyó prudente, quizás Fiamma había logrado ver algo más, o Richard la reprendería por no haber respondido la pregunta acerca de su experiencia en el agua. Intentó concentrarse una vez más, pero no lo lograba hasta que finalmente se rindió y decidió quedarse en silencio, esperando a que todo terminara. Si bien había sido bastante fatalista su visión, sintió aquel deseo de volver a intentarlo, esta vez estaría preparada para lo que fuera a pasar; sin duda era algo que haría, en cuanto todos se hubiera terminado.

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Richard no lanza opinión alguna ante el silencio de Granger. Su atención ha estado en la vampiro, la primera que ha hecho el intento, aunque vago, de ver en las llamas. Él mismo no ha hecho un intento en realidad. En su lugar, está más bien un tanto interesado en los motivos por los cuáles su alumna se encuentra en ese estado ¿qué es aquello que vio que la ha removido a ese punto?

Claro que, a la larga, no es que le importe. Mientras no caiga muerta en medio de su clase (algo altamente improbable teniendo en cuenta que es una vampiro) no tiene responsabilidades de las cuáles dar cuenta. Sin embargo, sí que le gustaría inmiscuirse en sus pensamientos, aunque sabe que no puede hacerlo. Si bien, las visiones son algo personal, las barreras que trascienden no lo son: la visión puede ser sobre prácticamente cualquier cosa, ni siquiera tiene que estar relacionado con conocidos. La famosa profecía de Sybill Trelawney era una clara muestra de ello.

Cuando Richard se aproxima a Valeskya, sin embargo, se está preguntando justamente sobre eso, aprovechando que a Fiamma le toca aún la tarea de ver en las llamas.

—Si el fuego no ha funcionado contigo, entonces podrás probar lo siguiente.

Cuando Richard extiende su mano para ayudarla a incorporarse, no es un gesto de bondad si no más bien de practicidad y determinación. No está dotado de desprecio ni de pensamientos negativos. De hecho, es difícil despertar en él sensación alguna. Una desventaja que quizá Granger también conozca: la que tiene un individuo que ha vivido demasiado, haciendo que sea difícil de sorprender.

Aunque quizá se equivoque: si una visión puede removerla a ese punto, es tal vez porque es todavía una vampiro demasiado joven.

Cuando abre el camino hacia un lado de la pared rocosa, donde las llamas no alcanzan a iluminar de manera adecuada el espacio, pide un alto antes de seguir. Tienen que detenerse unos minutos para poder escuchar por encima del crepitar del fuego, pero el sonido es inconfundible: aire, llegando a través de distintos respiraderos excavados en la roca. Richard se vuelve entonces hacia la vampiro Granger y por primera vez le dirige una sonrisa ladead, que su familia conoce tan bien.

—El aire es capaz de enviarte sonidos —explica. Parece algo de lo más básico, como intentar explicarle a alguien como respirar cuando ya lo sabe por instinto. Sin embargo en este caso se trata de algo más: no verá imágenes en el viento, la información vendrá por ese otro canal—. Es más fácil si contienes la respiración. Dado que eres un vampiro, me imagino que no necesitas aire de todas formas —se adelanta un par de pasos para encontrarse en el epicentro de las corrientes de aire fresco que llegan hasta allí abajo—. No voy a meterme yo en esto ahora, pues mi elemento no es el aire así que es innecesario pero tú puedes ir procediendo con ello, ya que el aire podría ser lo tuyo.

Las personas podrían pensar que un prado con abundante aire fresco o quizá ubicarse en el área de influencia de fenómenos meteorológicos como tornados o ventarrones sería más adecuado para ese tipo de búsqueda, pero lo cierto es que las corrientes en ese punto en particular, viniendo de todas las direcciones posibles, son a su modo un lugar privilegiado para poder intentar leer en los registros.

Richard entonces se queda unos momentos parado junto a ella, en caso tenga preguntas, antes de disponerse a volver para ver en el fuego.

Editado por Melrose Moody

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No hubo respuesta de parte de su prima a su confirmación de que se encontraba con bien. El tiempo se les agotó antes de lo previsto, extrañamente la sensación era de que todo sucedió muy rápido, pero a la vez de que pasaron una eternidad en la esferas. Tal como se lo pensaba, las esferas las trasladaron hacia el otro lado del lago. En cuanto las esferas alcanzaron la orilla, el agua se desvanece para dejarla descalza sobre el rocoso suelo.

 

-Me ha gustado el agua, me sentí extrañamente calmada. Claro, hasta antes de oir a Valeskya gritar- contestó a la pregunta de Richard. Pensó que quizá ese sería el elemento al que ella pudiera ser afín. Habría que comprobar cómo se sentía ante los otros elementos, comparar sensaciones y la claridad de lo que "veía".

 

Al ver la hoguera, de inmediato supo que ese sería el siguiente elemento a "probar". Se quedó asombrada por la manera en que el profesor encendió la hoguera. El fuego es algo que siempre le ha parecido muy imponente y le profesaba un profundo respeto. Fue fascinante ver cómo las llamas crecían al movimiento de Moody, los colores emanados que parecían danzar y la luz rojiza que en contraste proyectaba sombras sobre la pared rocosa. Posaba su mirada en el fuego, en las chispas, en las sombras de la pared, pero nada, esta vez no pudo ver mas que el fuego como tal. Aunque tenía que admitir algo, tenía miedo y era quizás ese miedo el que no la dejaba ver mas allá.

 

Observó a su prima, la notó desconcertada, algo raro en ella, así que decidió alejarse un poco para darle su espacio. Caminó alrededor de la hoguera, fingiendo que veía algo con detenimiento para hacer un poco de tiempo. Fue así como pudo observar a los dos alejarse hacia un área donde las llamas no iluminaban con la misma intensidad. Se fue acercando poco a poco, dejando atrás la calidez que le proporcionaban las brazas. Se colocó a unos metros de ellos, la distancia justa para escuchar las palabras de Richard, pero que aún no la notaran. Era turno del aire.

 

Rápido pudo sentir como su piel se erizaba. El aire trajo aromas a su nariz que de inmediato llenaron su mente con imágenes. Vio lugares y situaciones que no pudo distinguir en el momento. Cerró los ojos, inspiró y puedo enfocar mas lo que "veía". Ya no solo eran aromas y pensamientos, sonidos se sumaron a lo que percibía y de repente vio todo aún mas claro que lo que pudo ver en la esfera. Era el pasado. Sabía que era el futuro lo que querían vislumbrar, pero quizá entender su pasado le ayudaría a dejar esa carga atrás y así poder concentrarse en el futuro.

 

-Oh Raven- gimió al ver una vez mas aquella ocasión en que murió. Su cuerpo inerte y el vampiro sin saber qué hacer con ella. Eso no es lo que quería, esa no era su intención cuando le pidió que la hiciera inmortal. La cadena de sucesos que siguieron la lanzó en un llanto que cada vez fue ganando mas fuerza, hasta que se derrumbó a llorar en el piso. Su cuerpo abandonado y a resguardo de las sacerdotizas. Su alma reencarnando en el cuerpo de Nerissa y después en el de Faith, dos chicas que también habían muerto violentamente y con quienes ahora compartía sus recuerdos. Se sacudía violentamente al llorar, había olvidado donde estaba.

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Valeskya asintió vagamente ante el comentario de Richard, pues él también se había dado cuenta que las llamas no eran el elemento idóneo para que ella pudiera ver… lo que sea que debería de haber visto. Cuando su tutor le extendió la mano para levantarse, pudo ver inexpresividad en su rostro, sin embargo, sabía que no era se trataba de algún gesto cordial, sino que era algo que debía de hacer. Finalmente se puso de pie, tratando de hacer el menor ruido posible para no desconcentrar a su prima de su visión. Quiso negarse, decir que estaba temerosa a ver otra horrible visión, pero no salieron las palabras de sus labios; en el fondo quería saber más y ese era el motivo por el cual siguió silenciosamente a su tutor hasta un punto de la cueva.


- El aire podría ser ¿Lo mío? – Dijo, repitiendo las palabras que acababa de escuchar. - Al menos no veré imágenes ¿cierto? – Intentó devolverle la sonrisa a Richard, pero solo salió una mueca que esperaba que no la hiciera verse como alguien desagradable.


No esperó respuesta, solo echó un vistazo en el punto en el que ella se encontraba; curiosamente era un área más iluminada. Miró hacia arriba y pudo notar que, en el punto más alto de aquel lugar subterráneo, justo arriba de ella había un agujero que permitía que la luz de la luna entrara hasta donde ellos estaban. ”¿Tanto tiempo ha pasado ya?” Dijo la joven para sus adentros, mientras continuaba de pie; ”dejar de respirar”, pensó amargamente, pues era algo que estaba acostumbrada a hacer, no por tratarse de una necesidad, solo trataba de comportarse de la forma más normal posible con la gente que apenas la conocía.


Era algo bastante sencillo de hacer, solo tenía que concentrarse y dejar que la energía de ese lugar fluyera y sincronizara con su mente. Su negro cabello se agitó, pudo sentir el aire acariciar su cara y pasaba de largo; provenía de diferentes direcciones. La ojivioleta recordó esas noches cuando caminaba en el jardín de la mansión, las nubes grises y el aire gélido, que agitaba con gracilidad las hojas de los árboles; trató de recordar esa sensación de bienestar y tranquilidad que ese ambiente le traía. Cruzó los brazos de forma instintiva, como si intentara atrapar algo de ese viento que provenía de todos y de ningún lado a la vez.


Cerró los ojos por un momento y agudizó su oído, al punto que en ese momento parecía escuchar diferentes voces, muy tenues, como si se trataran de personas que iban y venían alrededor de la bruja. No podía distinguir de qué hablaban, así que solo siguió aguardando, con los ojos aun cerrados; no bastó mucho tiempo para que esas voces se empezaran a oír con mayor claridad, hasta que hubo una que susurró su nombre con claridad:


- Valeskya…-


”¿Quién eres?” Pensó la joven, al tiempo que abría los ojos. Continuaba en aquel lugar, solo que el ambiente era distinto: Richard y Fiamma parecían que estuvieran al otro lado de un espejo, incluso podía verse a sí misma, de pie con los ojos cerrados. Fue entonces cuando lo comprendió, esta era la claridad con la que debía ver las cosas; no había nadie más allí, sin embargo, podía escuchar aquella voz, que le decía quien era y de dónde venía, así como también le hacía preguntas a Valeskya, sobre su propósito y qué era lo que quería saber.


Sin duda esta era la conexión que ella buscaba, sin imágenes horribles, solo tenía que hacer la pregunta correcta y si lo hacía con suficiente amabilidad, podría obtener la respuesta adecuada. Antes de hacerlo, giró hacia donde estaban su prima y pudo notar que algo no iba bien con su prima. ”¿Cómo salgo de acá?”, pensó la ojivioleta y el viento le susurró la respuesta; cerró y abrió los ojos y pudo sentir como se movía con libertad. Había vuelto y lo primero que hizo, fue acercarse a las llamas.


- ¿Te encuentras bien? – Le preguntó a Fiamma.

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Cuando Richard da unos pasos tentativos para alejarse de Valeskya, notando no sin cierta sorpresa cómo la energía fluye en torno a ella con especial potencial, puede notar por el rabillo del ojo que, al parecer, el interés de Fiamma tampoco está vinculado al fuego. No dice nada, si no que se aleja aún más de ellas para darles espacio a ambas y no sólo a una. De hecho, se aleja lo suficiente de ambas y de las corrientes de aire como para volver ante la hoguera.

 

En el crepitar de las llamas, la memoria lo lleva de vuelta a la Francia de las épocas de su hija y, en su rostro demudado de color, se lee con claridad el peso de los recuerdos. Dado que no es un trance real y los poderes de Richard hace mucho han abandonado sus primeras intentonas de ver el futuro, supone que terminará viendo el pasado. Enseguida, nota que el hacerlo todavía duele: la expresión de dolor y desconcierto de su hija, nítida como una flor fresca con el rocío de la mañana, antes de que se dejara morir debido a su incapacidad de aceptar el tipo de magia oscura que se cernía a su alrededor.

 

La incapacidad de aceptar una realidad que golpea.

 

Su hija no había sido precisamente débil, pero sí inestable. La única aparte de los gemelos que heredara su más oscuro poder y no había sido capaz de lidiar con ello. No había sido negocio fácil el sacar su cuerpo calcinado de los restos del convento en donde le había pedido morir. Tampoco había sido sencillo llevar el duelo de una persona mentalmente inestable, que Richard sabía que había causado mucho daño. Sin embargo, no es el recuerdo en sí mismo lo que lo distrae si no el hecho de que, como siempre, las memorias a pesar de todo lo evocadoras y duras que pueden ser, no alcanzan a rasgar más que la superficie de sus sentimientos: hace mucho que todas las pasiones humanas lo han abandonado en gran medida y, a diferencia de muchos, para Richard eso representa un serio lastre, un impedimento de entender adecuadamente a aquellos que le rodean, de comprender su proceder. Por eso, está siempre pendiente de leer en ellos con razones lógicas para deducir qué emociones los afectan... aunque él no sea capaz de percibirlas ya.

 

Cuando vuelve en sí, la cueva sigue estando tibia pero alcanza a notar que hay un serio cambio en el ambiente ¿las fluctuaciones de la energía mágica quizá? No sería de vital importancia, de no ser porque se encuentra en una clase y sabe que debe haber estado ensimismado mirando el fuego más allá de lo que estima la prudencia. Así que avanza hacia donde dejara a las alumnas, antes de mirarlas realmente.

 

Cuando las alcanza, su mano se coloca enseguida en el hombro de Fiamma para que pueda abrir los ojos y percibir a su alrededor una vez más. Él mismo bloquea con su cuerpo parte de las corrientes de aire, para evitar que el pasado siga fluyendo en su interior: no necesita leer mentes para saber lo que le ocurre a Fiamma, pues ha sufrido en carne propia el proceso incontables veces. Escarbar en el pasado es mucho más doloroso que mirar en un futuro incierto, sin importar cuan magro éste pueda parecer. Es consciente de que lo más que ha podido sucederle a él ante el fuego, es quedarse inmóvil más allá de lo naturalmente posible, sin embargo esa falta de reacción no es gratuita si no la consecuencia esperada a una cadena de sucesos pasados, en donde los recuerdos le habían afectado igual o incluso en peor medida que a su alumna, hasta llegar hasta donde se encuentra ahora: un desapego antinatural.

 

No desplaza o interfiere con la preocupación de Valeskya con su proceder, tan sólo aprovecha el resquicio que ésta ha dejado para aguardar y estar al pendiente luego de haber hecho lo que considera adecuado para sacarla de la niebla de sus visiones.

 

Cuando la mujer reacciona, Richard tan sólo la ayuda a incorporarse. Se siente tentado de llamarle la atención, debido a que no ha visto su futuro (si no el pasado) pero decide que no sería prudente hacerlo cuando el asunto le ha removido tanto, siendo además que no parece haber invocado ningún tipo de ser oscuro con su proceder. Así, tan sólo señala a ambas lo que deben hacer a continuación, esperando de paso que sea una forma de canalizar aquello que debe estar invadiendo sus mentes, con el elemento más complejo de los registros pero a su vez, más estable y menos peligroso:

 

—Fiamma, es hora de ver tu futuro en la tierra —volvió entonces la vista hacia Valeskya. Quizá es un poco presuntuoso de su parte no preguntar antes pero la reacción de la mujer vampiro, tan distinta de las anteriores, le hace creer que el aire tuvo mejores noticias para ella que para Fiamma— y aunque no parezca ser tan necesario en tu caso, debido a que pareciera que ya has encontrado tu elemento, inténtalo de todas formas.

 

Cuando está seguro de que Fiamma ya no necesita que se encuentre a su lado, se aparta un poco por enésima vez. No lo hace para llevarlas a otro sector de la caverna, como hiciera con el resto de elementos, si no para hacerse espacio y evitar las corrientes de aire. Luego de calcular el área, apenas a unos cuantos pasos, se acuclilla en la tierra, posando las palmas sobre la misma y cerrando los ojos.

 

—Aunque llamamos al elemento "tierra" por estar bajo nuestros pies, no es éste el material en sí mismo utilizado para estos fines si no más bien la roca —explica con pasividad, a la par que sus manos se deslizan un poco sobre la superficie desigual. Casi puede sentir el murmullo bajo las plantas de sus pies y la yema de sus dedos, si se concentra sin perder del todo el sentido de las cosas que están a su alrededor—. La roca madre es el material que llega más profundo pero además es también la roca el elemento más estable del planeta —continúa, a la par que los murmullos parecen subir de volumen; no deja que esto continúe, si no que abre los ojos y devuelve su atención a sus alumnas—. Por ello, la roca es aquella a la que se acude en busca de los registros —después de todo, el paso del tiempo no parece hacer mella en ésta—. Dichos registros luego son transmitidos a través de "designios", que no son una representación del futuro, si no que han de ser adecuadamente interpretados.

 

Richard no dice nada más. Al igual que con el resto de elementos, puede ser distinto para cada uno. Los de Richard son muy específicos: poseen la forma de un poema con cuatro o cinco cuartetas. El primer verso de cada cuarteta, usualmente hablando del presente, hechos ya ocurridos o que están ocurriendo que ponen en contexto al individuo; los siguientes tres versos, hablando del futuro en cuestión. Lecturas poco auspiciosas usualmente incluyen consejos en el tercer o cuarto verso de cada cuarteta, y la mala suerte se puede evitar si se toman en cuenta las advertencias. Cada cuarteta, a su vez versa de un tema distinto. Por supuesto, su técnica posee la desventaja de que no le permite adivinar su propio futuro pero la ventaja particular de que puede leer el futuro de prácticamente cualquier individuo a voluntad y la lectura puede incluir distintas aristas del futuro, desde suerte en las finanzas, hasta relaciones románticas. Muy conveniente si ese fuese su giro de negocio.

 

Es lo que tiene la roca: es algo muy estable, que además utilizada adecuadamente, dará también lecturas confiables y poco veleidosas. Por supuesto, esto es sólo en el caso de Richard y no desea influir en la forma en cómo se manifestará en el caso de Valeskya y Fiamma. De hecho, había conocido de un mago tan excéntrico como para obtener retazos de futuro de los registros por medio de la tierra a través del código morse. Y como ese caso, existían muchos otros.

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Una mano se posa en su hombro y las imágenes empiezan a desvanecerse de a poco. Su respiración se desacelera y abre los ojos, tomando conciencia de inmediato del lugar en el que está y volviendo al presente. Observa a Richard a su lado bloqueando la corriente de aire, lo que probablemente le ayude a salir de su estado anterior. Cuando al fin vuelve por completo, se da cuenta que las imágenes que vio de su pasado la afectaron mas de lo que creyó que un día lo harían.


Si bien no había visto su futuro, lo que vio la ayudó a decidir que tendría que explorar mas todo lo que vivió. Ella simplemente lo guardó, lo hizo a un lado y siguió con su vida, o al menos trató de hacerlo. Pero había llegado el momento de enfrentar sus demonios, de aceptar lo que era su vida ahora y así poder buscar su futuro.


Con ayuda del profesor se incorpora y escucha atentamente cómo le indica que es su turno de ver su propio futuro en la tierra. Al parecer su prima ya había encontrado el elemento con el que se sentía mas afín. Hizo un repaso mental rápido de lo que había sucedido hasta el momento en la clase. El agua le devolvió algunas imágenes poco nítidas y difíciles de interpretar. El fuego no le transmitió nada mas que una sensación de temor al elemento. El aire la había transportado al pasado de manera sorprendente, pero tendría que explorar mas para ver si de la misma manera la dejaría ver su futuro.


Fiamma imita los movimientos de Richard después de observarlo. Se acuclilla y posa las palmas de las manos en el suelo rocoso. Tiene mucho sentido para la bruja lo que dice acerca de la roca, que es esta el material usado en el ámbito de la adivinación y no la tierra. Al fin de cuentas, la tierra no es mas que roca pulverizada. También llama su atención la mención a que es el elemento mas estable del planeta y que en ella podemos encontrar registros que nos lleven a interpretar designios. Estos designios, a su vez, nos ayudarán a ver pasado o futuro. Una cosa era cierta, ella no quería volver a ver su pasado, por ahora.


Observa como su cuerpo se relaja, su mente se olvida de todos los problemas e inquietudes y entra en una especie de limbo que le proporciona una sensación de paz y armonía. Es algo extraño, algo a lo que no está acostumbrada, pero que en cierta forma le agrada. Siente como su ritmo cardíaco levemente se acelera. El efecto es progresivo, comienza lentamente y la acompaña mientras experimenta una especie de euforia mental, su mente se despeja y su capacidad de crear y pensar se amplia como nunca antes le había pasado.


Y de pronto una visión está ahí en vuelta en una neblina de colores. Ve una imagen por un instante, como si viera un pequeño fragmento de una película, desapareciendo rápidamente de su mente. Trata de aferrarse a lo que ve para no dejar escapar ningún detalle.


En su visión observa a su familia cenando en lo que parece un comedor, uno que no está en su mansión actual. Discuten, ríen, comen y toman, todo al mismo tiempo. Hay personas nuevas, rostros desconocidos, una asiática, un chico de aspecto nórdico y otro más. De pronto un estallido, todos se incorporan con sus varitas en mano y se dirigen a una salida hacia la parte trasera de la residencia.


Trata de incorporarse rápidamente, pero sus piernas la traicionan y termina en el piso, sentada con las piernas extendidas. Se pasa las palmas de las manos por el rostro, limpiando unas gotas de sudor que caen por su sien. Agacha la cabeza, se siente pesada, somnolienta.


-Solo quiero dormir.

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—Lo has hecho bien, Fiamma.

 

Richard, que se había mantenido ocupado apagando el fuego mientras sus alumnas probaban la roca, parece estar en un plano muy distinto al que tuviese cuando había visto su pasado en las llamas. Su porte sereno, la sutil curva de su rostro cuando sonríe sin ningún tipo de malicia. De hecho, de alguna forma luce satisfecho. Tal aspecto se debe a que su mente ya no se encuentra tan cercana como al inicio de la clase, de todo aquello que le rodea: las visiones influyen en él de esa manera, lo que lo hace a un tiempo menos alcanzable pero también más comprensivo. Cuanto menos profundos sean los impulsos y sensaciones que posee, más tranquilo luce.

 

No se ha detenido a observar a Valeskya en aquella oportunidad porque el que la segunda de sus alumnas se marchase de clase sin ningún tipo de conocimiento útil, no es una posibilidad. Sin embargo, ahora que Richard aprecia que lo ha conseguido (o que, cuanto menos, han logrado probar todos los elementos para tener un comparativo apropiado de cuál puede resultarles más adecuado) es de la opinión que ha cumplido con los objetivos de la clase.

 

No se acerca a levantar a sus alumnas en aquella oportunidad. Una esfera de agua distinta a la que envolviera a Valeskya y Fiamma al inicio los rodea a los tres entonces. Es consciente de que no había sido muy cómodo para ellas al inicio pero es la manera más rápida de desplazarse y probablemente a pesar de que ellas no lo hayan notado, anochecerá pronto afuera. Si bien, en aquella estancia no parecía ser necesario comer, Richard tiene la impresión de que una vez fuera, estará famélico. El tiempo en la cámara, aporta la sensación de que hubiese sido todo más corto pero en realidad, ha durado mucho más de lo que ellas deben haber percibido.

 

Cuando la esfera empieza a trasladarse a la otra orilla junto con ambas mujeres, le queda la duda de si Valeskya, a pesar de todo, habrá conseguido ver algo en la tierra. No lo pregunta, por supuesto, pues es parte de su "política" no hacer ningún cuestionamiento innecesario y dado que Valeskya parece haber mostrado particular talento para prácticamente todos los tipos de lectura, a Richard no tiene por qué importarle si la tierra resultó para ella o no. Tan sólo, que sí ha aprendido a sacarle partido a aquello que les ha mostrado y que por tanto, la clase ha sido una genuina lección.

 

Como no es una persona particularmente comunicativa, no se molesta en sacar ningún tema a colación hasta que han cruzado al otro lado. Además, tienen el trayecto de subida para absolver las últimas preguntas y todo eso. Cuando se pone en marcha, sus palabras, se centran primero más bien en una advertencia.

 

—Como les dije al inicio de la clase, este espacio facilita bastante el proceso de obtener las lecturas, las fluctuaciones de la energía mágica son aquí más que propicias —continuó—. Así que mi última instrucción sería que no desesperen si el elemento con el cual se han sentido afines no responde a sus primeros intentos de obtener información sobre el futuro —su voz es perfectamente audible debido a que aunque es tan sólo un suave susurro, la roca reverbera con el sonido—. Es más, ni siquiera al segundo o tercer intento.

 

Deja que la primera instrucción quede en el aire y sigue caminando por un buen rato. Luego, cuando empieza a sentir hambre, supone que deben estar cerca de la salida de la caverna, así que agrega aquello que le faltó decir:

 

—Deberán también buscar un espacio en donde puedan "conectarse" de manera adecuada con su elemento. No puede ser cualquier lugar, hay sitios donde la magia se concentrará de manera más fuerte. Pueden ser lugares próximos a donde se desarrolla su vida cotidiana... o no, depende de ustedes, siempre y cuando estén seguras de que dicho espacio, con el respectivo elemento, tendrá la fuerza suficiente como para darles una adecuada lectura.

 

Está implícito que el lugar en el que se encuentran en esos momentos no es una posibilidad. De hecho, Richard había hecho una enorme excepción llevándolas allí. No porque no quisiese compartir ese espacio, si no más bien porque con el tiempo, si aprendían a husmear en el pasado sin despertar energía oscura, el lugar podría contarles mucho del propio Richard consciente o inconscientemente y eso para él no es factible. De hecho, cuando lo piensa con detenimiento, es increíble el que Fiamma hubiese logrado ver en su pasado sin haber traído consigo ningún tipo de energía oscura ¿sería acaso que después de todo era el aire su elemento y no la tierra?

 

De pronto, se siente cansado. Ha hablado durante su clase más de lo que hace con regularidad.

 

Sin embargo, una vez fuera y cuando ha sacado ya el traslador que preparara con anticipación, no parece ser un detalle importante. Cuando estira el panuelo blanco para que sus alumnas tomen uno de los extremos, todo en lo que es capaz de pensar es la comida. En cuanto a la caverna, como sucediera al inicio, una vez los tres están fuera en la terraza de piedra, ésta se cierra por sí sola a sus espaldas, dando la clase por terminada.

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