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Historia de la Magia | Runas Antiguas ~ Mayo 2018


Anne Gaunt M.
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Los pasos de Anne resonaban en los pasillos del Ateneo de Conocimientos. La habían notificado un par de días antes de que volvería a impartir clase en aquel mes, aunque solo tenía un alumno. Al principio, se había sentido ligeramente desanimada por el dato pero, al conocer el nombre del asistente, todo desánimo quedó relegado por las altas expectativas. Y es que darle clases a Pik Macnair no era cualquier cosa, por supuesto.

 

La goma de las suelas de sus botas rechinaban en la piedra y parecían ir indicando a cada momento por dónde caminaba la warlock. Detestaba aquel sonido, pero se sentía tan cómoda con aquel calzado que procuraba llevarlo siempre fuera donde fuese. Incluso cuando tenía reunión con el Consejo de Warlocks y todos lucían elegantes y preparados. Ella y Sagitas normalmente rompían el esquema.

 

Mientras torcía una última esquina y enfilaba el pasillo que conducía hasta su aula, se cruzó con otro de los profesores del Ateneo, el que dictaba la materia de Runas Antiguas.

 

Buenos días, Orión. ¿También tienes clase? —lo saludó. Señaló con la cabeza su aula, al fondo del pasillo—. Yo voy a preparar algunas cosas para la mía. Un gusto verte, ¡que se dé bien!

 

Tras aquella breve conversación, continuó con su camino y finalmente llegó a su aula. En cuanto abrió la puerta, la claridad de la mañana la hizo entornar los ojos mientras cruzaba la estancia en dirección a su escritorio, que estaba al fondo de la clase junto a una pizarra oscura y con una silla de respaldo alto que nunca solía ocupar. Frente a todo eso, había media docena de pupitres dobles de gran tamaño, todos ellos de madera oscura y con cómodas banquetas con cojines claros, del mismo tono que las cortinas que cubrían los amplios ventanales de uno de los laterales, aquellos que daban a los terrenos del Ateneo. El resto del aula estaba lleno de estantes acristalados y vitrinas con pequeñas miniaturas móviles de figuras importantes de la historia del mundo mágico, así como maquetas de lugares e inventos de renombre en la sociedad mágica. También había un montón de cuadros y pinturas en la pared frente al ventanal, todos llenos de figuras de magos importantes. Anne miró con interés uno en concreto, un retrato de Merlín. La imagen le devolvió la mirada y esbozó una suave sonrisa; tras eso, se marchó de la imagen. Anne sonrió también y terminó soltando su bolsito sobre su escritorio recordando la clase anterior. Había sido toda una aventura.

 

Pero hoy empezamos una nueva... a ver qué se cuenta Pik —se dijo en voz alta. Se quitó la capa oscura que llevaba, la cual apoyó en el perchero que había por detrás de la pizarra, y quedó en vaqueros y camisa de cuadros, un look de lo más informal. Luego se removió el pelo, que llevaba corto y de un brillante color azul eléctrico, y se sentó en el filo de su escritorio para esperar a su alumno, al que había enviado una notificación a primera hora de la mañana.

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Orión se estaba golpeando contra uno de los muros de la Universidad. Se lamentaba todas las mañanas siguientes a una noche de fiesta fuerte. Estaba desgastado y tenía que volver a enseñar en ese mes. Runas. No había preparado nada. Pensar sobre la marcha en ese estado tampoco era lo mejor. Volvió a golpear su cabeza. Lanzó un pequeño quejido y pudo escuchar unos pasos desde la otra parte del pasillo. Abrió los ojos grandes y cambió rápidamente la postura.

 

Actua natural.

 

Anne había pasado, saludado a Orión y desaparecido entre los pasillos. Entrecerró sus ojos azules y maldijo un poco. Sentía envidia. Seguramente ella sabía qué es lo que iba a hacer, con sus tareas, y sus alumnos comprometidos y sus conocimientos validados. Mientras que… él tenía su bolsita de runas. Quería llorar. O renunciar. O simplemente mandarles una carta a los directores pidiéndoles licencia médica.

 

Intentó calmarse. Extendió sus brazos y las palmas. Respiró hondo y entró al salón que había reservado para ese día. Supuestamente tendría dos alumnas y por eso había preparado dos escritorios iluminados por dos velitas. Todas las ventanas estaban cerradas y muy poca luz natural se encontraba en escena. Además, una tela negra se colocaba sobre los escritorios que contrastaba con el paquete que estaba por encima. Un set de runas.

 

Escribió algo sobre experiencia con las runas antiguas y Fulthark Viejo, que era el idioma que iban a usar. Ahora sólo tenía que esperar a sus próximos alumnos.

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Con los ojos entrecerrados y una mano como si se tratara de una visera, el Macnair se protegía del sol matutino que tanto le molestaba. ¿Por qué las clases no podían ser en la noche? Era algo que no podía comprender y Anne poco lo ayudaba, lo había hecho llegar en una hora que para él consideraba la mitad de su ciclo de sueño. Nadie tenía piedad con él

Atravesó el ateneo con tan poca gracia que sus pasos parecían los de un trol, más bruscos que torpes. Vestía bastante decente para ser esa hora del día y se sentía bastante orgulloso de ello, llevaba un traje azul marino y encima de este tenía una capa negra con un broche de plata. Se podría decir que se veía bien y bastante decente, pero su cabello delataba que solo habían pasado un par de minutos desde que se despegó de la almohada. Consideró que estaba bastante bien a pesar de la hora.

Cruzó pasillo tras pasillo hasta dar con el salón de Historia de la Magia, caminó hasta la puerta y se quedó parado fuera de esta recordando las amenazas de Beltis en su mente. Debía saber sobre la historia de aquel asqueroso pueblo mágico para poder obtener un puesto decente como secretario o vocero de los Warlocks. Solo lo hacía por el dinero. El dinero lo motivaba. El dinero lo hacia un mejor mago en la sociedad. Suspiro antes de tocar la puerta dos veces y tras un par de segundos ingresó.

— Anne, odio la historia y las mañanas soleadas, esto es como una tortura para mi —dijo en modo de saludo, arrastrando los pies hasta llegar a la silla y lanzar la cara en la mesa—. Mátame, acaba con esta tortura antes de que empiece —su voz sonaba como la de un niño que no quería tomar su medicina y estaba a punto de llorar—. ¿Por qué hay que hacer estas cosas para ser un mago decente? ¿Por qué quiero ser un mago decente? —y tras meditas sus preguntas como si hubiera sido un momento de iluminación— ¿Qué hago acá, Anne? ¿Por qué Beltis me tortura de esta manera?

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Mientras esperaba, Anne fijó la vista en uno de los ventanales. No se veía claramente el exterior, pues las cortinas de color claro los cubrían para preservar la intimidad de la clase, así como evitar que el sol les molestara, pero sí dejaba entrever el vuelo de los pájaros y las copas de los árboles de los terrenos del Ateneo moviéndose con suavidad al compás de la brisa matinal. Hacía buen día, tanto que si no tuviera clase posiblemente se había entregado al cielo por completo para poder explorar un poco más en su recién adquirida habilidad de animagia.

 

Pero no, tenía que trabajar. Y tampoco es que le disgustara por completo, le gustaba mantenerse ocupada. La puerta se abrió entonces y dio paso a Pik, que entró con mala cara. Anne frunció el ceño al verlo y se incorporó del escritorio, preocupada por su compañero. Pero cuando éste empezó a hablar y prácticamente se tiró sobre la mesa, regresó a la postura que había ocupado hasta hacía un momento y se echó a reír. A carcajadas.

 

Tardó un poco en recuperar la compostura, estar solo con Pik en clase hacía que las cosas no fueran tan serias como en otras circunstancias. Se masajeó las sienes y miró al Macnair sin perder la sonrisa.

 

Nunca dejas de sorprenderme, compañero —le dijo finalmente. Se incorporó nuevamente y caminó hacia la mesa que había ocupado Pik. Se sentó a su lado, ¿para qué estar cada uno en una parte si iban a estar solos en clase?—. A ver, de poco en poco. No puedo hacer mucho contra las mañanas soleadas, aunque puedo cantar, si quieres. Seguro que el cielo se nubla rápido —bromeó, para restarle importancia al aparente sufrimiento del mortífago—. Sobre que no te guste la Historia... ¿por qué demonios has pagado, entonces, para cursar mi especialidad? No te entiendo, Pik.

 

Guardó silencio, había dicho algo de Beltis. ¿En serio se había dejado obligar por ella para cursar algo que no le gustaba? ¿O sería más bien una excusa? Y lo de ser un mago decente... tuvo que hacer un esfuerzo para no volver a reír. Activó los anillos protectores, como el de salvaguarda contra oídos indiscretos y el detector de enemigos, por si alguien se acercaba a la clase a cotillear.

 

Bueno, quieres ser un mago decente porque queremos dominar esta sociedad, ¿no crees? —añadió con tono conciliador, como le habla una madre a un hijo—. No entiendo qué os pasa con la historia ni porqué le tenéis tanta tirria. ¡No te imaginas todo lo que se puede aprender del pasado, Pik! Nosotros más que nadie. Podemos investigar porqué nuestro señor tenebroso fracasó en su momento, por ejemplo. O porqué Grindelwald fue derrotado por Dumbledore. Sin ir más lejos, el mes pasado estuve hablando con Merlín. ¡Con Merlín! —hizo aspavientos con las manos para intentar animar al Macnair—. Tengo un contrato con el Ateneo un poco... restrictivo, la verdad, para ciertas cosas. Mis métodos de enseñanza no consiste en sentarnos a leer y estudiar, sino en viajar... y ver la historia con nuestros propios ojos. Las restricciones empiezan justo ahí, pues lógicamente no podemos alterar la historia. Pero... se pueden hacer muchas cosas sin cambiar el presente, te lo aseguro. No puedo obligarte a cursar la clase, por supuesto, y puedes irte si así lo deseas. Pero, si te quedas, te garantizo que podemos pasar un día de lo más provechoso. Depende enteramente de ti y de tus intereses.

 

Casi no se había parado a respirar en toda la charla por lo que, en cuanto pronunció la última palabra, respiró profundamente mientras dejaba a Pik reflexionando sobre lo que acababa de decirle. Luego recordó algo de golpe.

 

Espera, ¿has dicho que Beltis te ha obligado a venir? ¿Por qué? —añadió sin poder evitar volver a soltar una risita. Luego recompuso el gesto—. Si decides quedarte... piensa en qué te gustaría que "estudiásemos". ¿Hay algo del pasado que te interese un poco y a lo que yo pueda acceder? Mi magia tiene sus limitaciones, ya sabes.

 

 

@@Pik Macnair

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¿Cuando había sido la última vez que Weasley había cursado algo? ir como estudiante a la Universidad se le hacía tan extraño aunque bastante emocionante. Se había propuesto aprender todos los conocimientos que le fueran posibles, aunque tenía que admitir que Runas era uno de los que menos se había esperado cursar, al menos no tan pronto. Sin embargo ante la insistencia de su hija mayor, Kassandra se había propuesto intentarlo, y ahí estaba.

 

No se le hizo muy difícil ubicar el salón de clases, sin embargo entrar en él si resultó una sorpresa, puesto que estaba tan oscuro allí que sus orbes se vieron atraídas de inmediato a las velas que iluminaban dos pupitres. ¿Así que serían solo ellas dos? Bueno, eso hacía la experiencia mucho más fácil... Se dirigió con calma hacia uno de ellos, analizando con la mirada el set de runas que sería la herramienta principal de estudio. Tomó asiento sin siquiera mirar la pizarra, y solo cuando estuvo ubicada en el pupitre que eligió, distinguió al maestro con agradable sorpresa.

 

—¡Compi! — Saludó con una sonrisa amplia a Orión, quien lucía un poco descompuesto. Le alegraba compartir la experiencia con un rostro familiar, sentía que el aprendizaje sería mucho más personalizado. —¿Como estás? ¿todo bien? —Inquirió, acomodándose mejor en el espacio de trabajo, dejando que sus manos juguetearan un poco con la tela negra que cubría el pupitre. — Me alegra ver un rostro familiar, me emociona mucho aprender esto de las runas. — Se confesó alegremente, mientras inspeccionaba más de cerca el set de runas que tenía al alcance de su mano. Esperaba que Ania no demorase mucho más.

 

 

@Orión Yaxley

Editado por Kassandra Weasley

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-Be-e-e-eeeellisimo- exclamaba cada tanto mientras me vestía apuradamente -Brina, no encuentro mi capa verde, Brinaa- mi elfina parecía en shock porque sólo me miraba y me señalaba con su fino dedo -Habla, ¿qué tengo?- corrí hasta el espejo para verme y ahí estaba mi capa verde mate. Suspiré mirando a la pequeña elfina y desaparecí de mi habitación.

 

-Espero no estar llegando muy tarde. Todo esto es culpa de tu calentura, Ania. Pero claro, siempre dejándote llevar...- susurraba mientras caminaba a pasos apresurados por los pasillos de la Universidad mirando los cartelitos que indicaban que clases se impartirán en el aula -¡Al cielo te van a llevar! unos segundos ¿y después? Ocho metros bajo tierra, como siempre. Pero porsupuesto, tu no entiendes nunca- seguía susurrando sola por los pasillos sin mirar mi camino -Para más un extraño que bien puede ser uno de los malos. Donde rayos está la clase.

 

Pasé dos salones más y llegué por fin al salón de runas antiguas. Mi madre ya estaba esperando y el profesor también. Fruncí mi ceño al notar el ambiente oscuro y misterioso, estaba en silencio y dos velas alumbraban apenas el lugar dejando ver prácticamente solo la silueta de los presentes. Tragué saliva y entre rápido a ocupar mi lugar en el pupitre al lado de mi madre.

 

-Mamá- le saludé intentando sonar casual y suspiré brevemente antes de dirigirme al profesor -Espero no haber llegado muy tarde, tuve un percance- "todo el dia de ayer" pensé -disculpen- Bajé la mirada para esquivar la de los presentes y me fije en las letras raras sobre el pupitre.

 

@Orión Yaxley @

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—Ni yo me entiendo, Anne, ¿cómo quieres que te responda que porqué estoy acá?

Pik se acomodó en la silla para quedar frente a la Gaunt, era una ventaja tener la clase para ellos dos y llevarla de una manera más personal, sin tanta formalidad y protocolos impuesto por la Dirección. Era bastante complicado la decisión del porqué él estaba ahí, pero la razón mayor tenía nombre y apellido.

—Sí, Beltis me ha obligado a venir. No sé si lo sabes, pero… desde hace unos meses me está llegando galeones a mi cuenta de Gringotts por trabajos excepcionales que hago o mejor dicho, favores personales que le hago a los Warlocks o específicamente a Beltis. No sexuales, ¿eh? Que no tendría ningún inconveniente, pero no son esa clase de favores —mostró una sonrisa bastante pícara al ver la reacción de Anne—. Entonces, Beltis quiera que aprenda más conocimientos y habilidades para tener un rango social más alto, para crear un puesto relacionado a los Warlocks. Te ha gustado este cuento, ¿eh, señorita Warlock?

Por lo visto no sabía nada al respecto, por lo que su interés en la información no lo pudo disimular, los ojos de Anne casi hablaban por si solos. Pik sabía varias cosas sobre la historia de la magia, más que todo porque le gustaba leer pero cosas interesantes, cuando se trataba de historiados y libros relaciones le parecía un poco soso o aburrido, más la manera que estaba redactada.

—Si la clase es viajando por el tiempo, Anne, creo que así si puedes tener mi interés —bajó la vista, pensativo tras escuchar los ejemplos que le daba—. Lo de Voldemort es interesante, pero creo que lo de Grindelwald me llama mucho más la atención. A veces siento que su pensamiento y métodos hubieran resultado mejores que los de nuestros Lord Tom Riddle. No sé si exactamente el duelo con Dumbledore, quizás un poco más atrás, cuando los dos tenían un mismo objetivo.

Su sonrisa se ensanchó, recordando que en algún momento el viejo Albus Percival Wulfric Brain Dumbledore tuvo un pensamiento tan parecido Grindelwald.

—Vamos a ver a Grindelwald queriendo purificar el mundo con Dumbledore.

 

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Anne le escuchó atentamente mientras las ganas de reír fueron curvando sus labios, a pesar de sus esfuerzos por mantenerse seria. Había escuchado de alguien que hacía justamente eso que comentaba, pero no sabía que era él. No sabía si alegrarse o disgustarse.

 

Eso te iba a decir, yo soy warlock y no sabía nada. Así que Beltis te acapara para ella, ¿eh? Ya tendremos unas palabras, uhm —replicó, alzando una ceja—. Bueno, entonces haz caso de tu benefactora y aprende un poco de lo que yo puedo enseñarte. Tu rango social se verá mejorado... y mi bóveda también. Todos salimos ganando, ¿no crees?

 

Guardó silencio, sobre todo porque vio que Pik quería decir algo más. Al parecer, saber que la clase no consistiría en leer pergaminos antiguos y tomar notas le había animado lo suficiente como para plantearse qué quería estudiar. Asintió, hacía un par de meses que había visitado Nurmengard, concretamente la misma celda que había ocupado Grindelwald hasta su muerte a manos de su Señor Tenebroso.

 

Uy, interesante tema. Sí, podemos viajar a ese punto... creo. Espero no fallar mucho con las fechas.

 

Se puso de pie, concentrada ya en lo que iba a hacer a continuación. Estaba tan acostumbrada ya a usar aquel poder que no necesitaba pensar nada concreto salvo su destino y la época del mismo. Con las ideas muy claras en la mente y abstrayéndose de lo demás, se colocó a poca distancia de su escritorio, en la parte más despejada de la clase, y alzó la varita para conjurar el haz de la noche. El portal mágico se abrió ante ella tras un breve destello en el aire, suficientemente grande como para que cupieran ambos magos. Anne abrió los ojos entonces sin saber cuándo los había cerrado e hizo un gesto con la cabeza al Macnair.

 

Vamos, Pik, aquí empieza tu clase de Historia.

 

Cruzó el portal sin más, suponía que el ángel caído le seguiría de cerca. Apareció por el otro lado del portal a las afueras de lo que se adivinaba un pequeño pueblo nevado al atardecer. ¿Cómo había calculado para que fuera el atardecer en lugar del amanecer? Esperaba que Pik no se molestara mucho por el pequeño error, aunque si lo hacía... alegaría la falta de sol, que tanto parecía haberle molestado en su llegada al aula. Se abrazó a sí misma cuando una ráfaga de viento le removió el pelo y le caló hasta los huesos, hacía bastante frío. Y se había dejado la capa en el presente. Apretó las mandíbulas y se echó mano al bolso. ¡Menos mal que siempre iba prevenida!

 

Accio capa.

 

Del bolso emergió un trozo de tela oscuro bastante arrugado, pero tampoco es que le importase ahora aquel detalle. Se lo echó sobre los hombros y enseguida notó el cambio de temperatura. Luego miró a su alrededor.

 

El pueblo estaba silencioso salvo por el viento que silbaba cada vez con más fuerza. Las luces en las casas estaban encendidas, y de las chimeneas salía humo. No parecía haber nadie.

 

Bueno pues... —dijo, sin girarse para ver si Pik estaba ya con ella—. Bienvenido al Valle de Godric, señor Macnair. ¿Quieres ver algo antes de buscar la casa de Dumbledore? Aunque no estoy segura de si hemos llegado en el momento indicado, la verdad...

 

 

 

@@Pik Macnair

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Entrecerró los ojos y miró a Anne con gesto interrogatorio, desde su punto de vista solamente ella era la que estaba ganando algo de esa situación. Pik pagando para ser torturado en una clase de historia, no le veía como salir el favorecido en ningún escenario. Negó con la cabeza para si mismo y se levantó tras la Gaunt.

Cruzó el portal al lado de Anne, sintiendo como traspasaba una espesa capa de una textura de dudosa definición. Era fría y gaseosa, también liquida pero no mojaba, quizás era la magia actuando tan rápido que hacia que todo a su alrededor cambiara en cuestión de segundos. Al salir del portal sonrió al ver la escena, las casas proyectaban largas sombras mientras una fina capa de nieve descansaba sobre cada superficie. El sol, a lo lejos y débil, se despedia con pinceladas naranjas que iluminaban partes del cielo y del Valle de Godric.

—No ha cambiado mucho a como está hoy en día —la silueta del pueblo seguía igual, únicamente en la actualidad las casas se habían reformado un poco—. Quizás podamos ir a la casa de Dumbledore pero no así, no parecemos de la época y no quiero que el viejo ese descubra de donde somos… en esta época los Arcanos y los Uzzas no tenían muy buena relación con el Ministerio de Magia si mal no lo recuerdo.

>>Antes de buscar al joven Albus, ¿en el cementerio de acá es donde están tus antepasados? —recordaba alguna historia que había escuchado de los Gaunt, pero no con claridad y menos los detalles—. Creo que he escuchado algo así o estoy confundiendo los cuentos, pero ya que eres la profesora de Historia de la Magia —alzó los hombros y soltó una risita— aprovecharé el momento para que me cuentes.

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No necesitó que el Macnair hablara para sentir su presencia tras ella. Enseguida, se colocó a su altura y comentó sobre la apariencia del pueblo. Llevaba razón, había cambiado muy poco en tantos años. Luego le miró tras sus comentarios, llevaba mucha razón.

 

El viejo ese aquí es un muchacho, no es tan peligroso como lo era después. Aunque no podemos descuidarnos, ciertamente, más cuando va con Grindelwald. Menudo par —asintió. Se señaló la ropa, ahora cubierta por la capa—. Respecto a la ropa... disfrázate, hombre. Cámbiate con una túnica más clásica. O... ¿quieres una capa? Éstas son de todas las épocas, te sirven para ocultarte prácticamente de todo en todo momento.

 

Y ella lo sabía de buena tinta, pues las había usado hasta en la Edad Media. Aunque claro, la magia latente en el Valle de Godric componía un ambiente muy distinto a otros que ella había visitado en clases anteriores. Era como si la magia flotara en el aire. Había visitado el pueblo años atrás, junto con Emmet, en busca de algo que pudiera aclararles sus orígenes. Pero resultó no hallaron prácticamente nada de lo que buscaban, y que la verdadera fuente de información estaba en la biblioteca secretea del Castillo Gaunt.

 

Pik la sorprendió con su nueva idea. ¿En serio? ¿Por qué parecía que todo el mundo conocía más de su apellido que ella misma? Intentó que el Macnair no se percatara de su confusión. Carraspeó con la garganta antes de empezar a hablar.

 

No, no son cuentos. Parte de mis antepasados yacen en el cementerio de este pueblo. Dicen que está embrujado, pero nunca he tenido la oportunidad de comprobarlo —hizo una pausa. Realmente la historia de su familia era maravillosa, pero no sabía hasta qué punto podía interesar a otros—. Podemos echar una ojeada antes de buscar al joven Dumbledore, de acuerdo. Pero... Pik, cámbiate de ropa, por favor, o haz algo para pasar desapercibido —añadió, mirándolo de arriba a abajo.

 

Entonces comenzó a caminar despacio, como dando un paseo, junto a su compañero-alumno. Le resultaba extraño estar haciendo una actividad así junto al Macnair, a quien admiraba desde hacía muchos años. Pero intentaría que él no se enterase jamás, o seguramente desataría todo su ego. Tras asegurarse de que el anillo detector de enemigos y el de salvaguarda contra oídos indiscretos estaban activados, se decidió a entrar un poco en aquel tema.

 

Mi familia desciende de Cadmus Peverell. Ya sabes, el mediano... el de la Piedra de la Resurrección. A su vez, somos la única línea aún con vida del co-fundador de Hogwarts, Salazar Slytherin —empezó a relatar. Imaginaba que Pik sabía buena parte de la historia pero, por si acaso, se dispuso a resumirla desde el principio—. No estoy segura de hasta qué punto conoce la gente la historia de la familia Gaunt. No me malinterpretes, me encanta que la sociedad no olvide nuestro apellido, porque es digno de estar en lo más alto. Qué menos, después de nuestra procedencia y antecesores. Pero ha habido tantos altibajos entre nuestras generaciones pasadas que ni siquiera sé bien qué concepto se tiene de nosotros actualmente. Aunque sé que nunca ha sido especialmente bueno por aquí, por Inglaterra —guardó silencio durante unos instantes, recapacitando sobre lo que podía contar para no aburrir a su compañero mortífago.

 

Un poco más adelante se vislumbraba, a la tenue luz de un sol ya casi oculto tras el horizonte, las sombras que proyectaban los panteones más grandes del cementerio. Las casas se acababan un poco antes, como para dar al sacro lugar un espacio propio, aunque con una caseta y una pequeña iglesia muy próximos a él. Lucía ligeramente distinto a como lo recordaba, pero no le prestó atención.

 

La familia Gaunt se partió en dos ramas, la mía es la que quedó fuera de Inglaterra y por eso me costó saber sobre lo que había pasado aquí para que no quedara nadie con vida cuando yo volví. ¿Sabías que una de las co-fundadoras de Ilvermorny venía de mi familia? Su madre era Gaunt, de la rama que se fue a Irlanda —le explicó—. Aquí en el Valle de Godric están enterrados Marvolo y Merope, estoy segura de que conoces el nombre de ambos y a su descendiente, que era nuestro señor oscuro. No así Morfin, claro —volvió a callarse en cuanto llegaron a los límites del cementerio. Era muy distinto visitarlo así, al anochecer. A la luz del día todo parecía mucho más normal. Algún ave nocturna ululó cerca de donde estaban, provocando que a la mujer se le erizara el vello de la nuca. Miró a Pik de reojo—. ¿Quieres entrar a ver algo? Sé donde está la lápida de Cadmus, y también las de Marvolo y Merop... no, no he dicho nada. Estamos mucho antes de eso. Todos ellos están vivos aún... Incluso puede que Merope ni siquiera haya nacido aún. Y Marvolo vivirá en Pequeño Hangleton. Qué curioso es esto del tiempo.

 

Había ido bajando el tono progresivamente al caer en la cuenta de lo que estaba diciendo a la vez que comprendía de golpe porqué el cementerio le había resultado tan distinto. Dumbledore era un adolescente: posiblemente en aquel lugar ni siquiera estaba aún la tumba de la joven Ariana. ¿Podrían presenciar la muerte de ésta, quizás? ¿Habría algún antepasado de los Potter ya viviendo allí? Aquellos detalles se le habían escapado en primera instancia, cuando había accedido a acudir a aquel momento de la historia. Pero con ellos en la mente... la perspectiva de aquella visita había cambiado por completo.

 

 

@@Pik Macnair

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