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Libro de la Fortaleza XIX


Keaton Ravenclaw
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Keaton miró el nombre de la chica que tomaría la clase aquel mes. Sonrió. Estaba contento de que no se diera por vencida, además de que su ímpetu seguro hacía que durante aquella sesión ahora sí pasara la prueba final y lograse vincularse con el Libro. Era precisamente por esto, y para que la Yaxley no se sintiera aburrida dentro de un salón de clases de nueva cuenta, que el ojiverde planeó una salida de campo a precisamente eso, un campo.

 

Hacía pocas semanas, el Ravenclaw había viajado a Argelia, un país que tuvo que visitar por cuestiones del Concilio de Mercaderes para lograr la compra de algunos productos que más tarde, esperaba, se pudieran vender en la Magic Mall. Durante aquel viaje, había tenido la oportunidad de visitar una Reserva Natural que le había encantado, el lugar llevaba por nombre El Kala, y tan solo andar por sus senderos por un par de minutos, logró que el vampiro se enamorara de su atmósfera.

 

Era por ello había elegido aquel lugar como escenario de la clase, creía que, además, podría tratar de encontrar a una criatura mágica que los lugareños le habían contado vivía por allí. Él estaba seguro que se trataba de una criatura capaz de camuflarse, pero los habitantes de la zona le insistían en que no, que era una criatura completamente nativa de allí y que no se daba en otro lugar, por lo que si ésto era de esta manera, la curiosidad del Ravenclaw lo hizo querer volver para comprobarlo, y ¿qué mejor que ir acompañado y dar su clase allí? Mataría dos pájaros de un tiro.

 

Aquella tarde de mayo (pasaban de las cinco y media), el Black Lestrange se apareció de lleno en aquella Reserva, y al volver a ver sus prados, sus lagos, sus árboles floreciendo gracias a la primavera y sentir aquel aire refrescante, coincidió en que era uno de sus sitios favoritos. Además, como siempre, y para ayudarle en la clase, Abarai, su Ave del Trueno, tan majestuosa, se posó a su diestra. Keaton le acarició la parte alta de su cabeza a modo de cariño y le dijo con voz suave pero audible:

 

―Ve por Maida I. Yaxley, por favor. Sácala de dónde esté, no importa con quien esté ni cómo esté, tráela, a menos quea esté con alguna de las líderes de La Marca Tenebrosa, entonces sí, da aviso y espera. De lo contrario, sencillamente tráela ante mí ―Ordenó a la criatura y ésta desapareció en una maraña de rayos.

 

Seguramente Maida se enojaría al ser sacada de dónde fuera que estuviera de esa manera, el mismo Keaton se enojaría, pero después de ya tres intentos de pasar por aquella clase, el Ravenclaw ya no tendría contemplaciones con ella. Desde luego, Abarai se encargaría de que junto con ella aparecieran su Libro de la Fortaleza y los objetos que éste le confería. Aquella sería una sesión divertida.

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Acomodó un poco su cabellera mientras avanzaba por los pasillos ajetreados del ministerio, siempre parecía estorbarle, pero jamás se animaba por recortarlo, era una especie de manía ya. Suspiró un poco cansada cuando se percató de lo que estaba haciendo, hacía tiempo que se encargaba de perseguir a Elliot para que cumpliera con sus obligaciones del departamento de Cooperación Mágica pero el muchacho siempre conseguía evadirla. Al principio era una especie de juego divertido, pero no cuando ya era el cuarto o quinto intento en el día. Luego de haber estado preguntando por un lado y otro, por fin había dado con el lugar donde su primo se encontraba.

 

¿Que hace el Bambi metido en el Departamento de Misterios? —susurró para si misma mientras se detenía ante la puerta del ascensor, aquello de hablar sola no debía hacerse una costumbre— Ahora si va a oírme...

 

Clavó los ojos azules en la puerta negra antes de entrar. No estaba segura del porqué, pero sentía que su primo volvería a salirse por la tangente. Tomo aire e ingresó. No tardó en vislumbrar la cabellera blanca de Elliot a unos pasos de la entrada, pero si se sorprendió al ver quien lo acompañaba. ¿Aaron?¿Que hacen los dos ahí hablando como si nada? ninguno estaba en su puesto de trabajo.

 

—Ahora si... —volvió a susurrar. Se acercó con paso decidido, señalando a sus primos con el dedo indice y justo antes de empezar hablar un trueno inundó el lugar.

 

---------------

 

—¡¿que?! —Maida odiaba aparecerse, pero ser secuestrada por un ave del trueno era aun peor. Intentó superar el mareo y recuperar el equilibrio mientras miraba hacia ambos lados. El paisaje era tranquilo, un lago, junto a un prado, todo lo contrario al frío y tenebroso departamento al que acababa de ingresar.

 

Entonces pudo distinguir una silueta bajo el sol. Keaton la acompañaba una vez más. Recordó entonces haberse inscrito nuevamente a la clase del libro de la fortaleza.

 

¿En serio? ¿sin un aviso siquiera? Vale que no debo ser su alumna favorita, pero el secuestro es un tanto extremo —susurró antes de saludar al profesor con un asentimiento. Solo debía concentrarse, estaba sola. Al parecer el Ravenclaw había reservado una clase exclusivamente para ella, si aprovechaba aquella oportunidad no debería preocuparse nunca más por aquel libro.

 

Y la verdad es que comenzaba a tenerle miedo al Libro, es decir, el nombre lo decía todo, pero ¿realmente no tenía fortaleza en su interior? Era una mortífaga Mago Oscuro, ¿no debería tener algo de fortaleza en ella? Presionó sus dedos dándose cuenta que ya iba equipada, seguramente una delicadeza de su cuasi eterno profesor.

 

— Le prometo que sí no apruebo esta vez, solo nos veremos en ocasiones especiales y dejaré de molestarte, Keaton, lo siento —se disculpó intentando bromear. Lo que sí iba a agradecerle era que le dijera ¿qué hacían en el campo?

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Keaton soltó una risotada algo maníaca al ver la cara de Maida tras haber sido extraída desde donde estaba para ser transportada hasta el lugar de la clase. Además había trastabillado un poco en lo que se le pasaba lo mareada. Había sido una excelente idea la de secuestrarla de esa manera, y es que, como de seguro ya lo sospechaba la Yaxley, era algo de venganza por el hecho de estarle haciendo perder su tiempo. Si algo detestaba el ojiverde era que jugaran con su tiempo, que lo desperdiciaran, por lo que si no pasaba en aquella ocasión, se vería obligado a ser más estricito en la siguiente y así sucesivamente si no lograba la vinculación.

 

―Si, sin un aviso siquiera como tu has abandonado las clases anteriores sin un aviso tampoco. Tómalo como una venganza de mi parte ―Dijo el Animago sonriendo macabramente, y es que por más que quisiera hacerlo de una manera amable, no podía, su vampirismo se lo impedía ―Y vamos, tampoco es que seas mi alumna menos favorita por el hecho de abandonar las clases, no, eres mi alumna menos favorita solo por ser tu ―Bromeó el Black Lestrange.

 

El Base observó que su compañera mortífaga se ponía un poco nerviosa, tal vez dudase de sus aptitudes para cubrir el curos, pero es que a varios les pasaba, a él mismo, por ejemplo, le iba a costar siete intentos vincularse con el Libro del Equilibrio, y si bien en su caso el problema era la profesora, en el caso de Maida seguro eran otros factores, porque él era fantástico, y sí, Keaton pecaba de poca modestia, él se consideraba así. Pero de cualquier manera debía de calmar a la Mago Oscuro, porque no era su culpa, era más que nada que en ocasiones anteriores no había estado lista, pero confiaba que en aquella oportunidad sí que lo estuviera.

 

―Mira, debes de perseverar, si en esta oportunidad tampoco te logras vincular, piensa que tal vez no es el momento, y sé que tal vez puede ser chocante que cada mes inviertas miel galeone en el coste de este curso, pero ten siempre en mente que tal vez no es el momento, Los Libros de Hechizo son muy celosos y más lo son los Uzza al enseñar lo que saben, así que tú confía en tí y vamos a darle a esto que es pan comido ―Añadió tratando de reconfortar a la mujer ―Quiero que me digas qué recuerdas de este Libro, ya que esta es tu tercera vez, jo quiero enseñarte todo de nuevo, ¿qué te parece si solo me dices qué es lo que más se te complica? De allí partiremos y veremos como adaptar la clase a ello, ¿qué tal? ―Preguntó y esperó la respuesta de de la Yaxley.

 

Mientras tanto, en las profundidades de aquel lago, se empezaba a crear un remolino, iun remolino mágico, uno generado por aquella criatura por la que el Ravenclaw había elegido ese lugar como escenario de clase. ¿Estarían aquellos dos mortífagos listo para enfrentar aquel onstáculo?

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