Prueba del Libro de Los Ancestros #6

[Khufu]

Cuando aparecí en el sitio que había escogido para el enfrentamiento de Mía contra Zack; me percaté que ambos seguían bajo los efectos de la arena que, instantes atrás, soplé fuertemente con tal de otorgarles el factor sorpresa luego de que sus respectivos portales los absorbiesen hacia un destino desconocido. Se trataba de una cueva subterránea llena de estalactitas colgando desde el cielo rocoso; formaciones terrestres que, cada cierto tiempo, se desprendían; dejándose caer sobre una única superficie cuadrada dividida en 64 casillas de las mismas dimensiones, cuya distribución 8x8 se basaba en una combinación alternante de blanco y negro; pues era un enorme tablero de ajedrez con todas sus piezas, a excepción de dos. La señorita Black Lestrange estaba situada en la posición de la reina nívea, mientras que Ivashkov permanecía de pie donde debía estar el rey azabache.

Ambos tenían por delante una fila de ocho peones que servían de barrera ante un eventual ataque, o de materia prima para conformar alguna cosa que les ayudara a salir del paso con el afán de salvaguardarse y no salir dañados. Torres, alfiles y caballos eran parte del conjunto de figuras de concreto bruno y blanquecino; verdaderamente era un culto a uno de los juegos más famosos de todo el mundo mágico, y que a mí me agradaba bastante para mejorar mis capacidades intelectuales.

~Bienvenidos a la prueba final, muchachos. Ante ustedes tienen el perímetro donde podrán batallar tranquilos a la espera de un ganador o hasta que el tiempo se agote... naturalmente. Confío en vuestros conocimientos. Estoy seguro que me demostrarán que han aprendido lo suficiente como para considerarse "dignos" del arte Uzza de Los Ancestros. Pero antes que nada, debo advertirles que no será fácil... ¡Estén atentos! Hay muchas cosas que pueden suceder frente a sus ojos... obstáculos a sortear o limitaciones temporales~ comencé diciendo, posterior a que ambos ya hubiesen recuperado su sentido de la vista en lo absoluto.

~Pero antes que empiecen... les tengo un regalo. ¡Qué comience el juego!~ exclamé sonriendo mientras alzaba mi varita al cielo; gesto que se acompañó con el brillo de su extremo distal, el cual hizo vibrar tanto a la varita de Mía como a la de Zack (con un propósito que desconocían), a su vez que el peón que estaba justo frente a ellos se transformó en una quimera que les atacó.

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Reglas

• 
  
• El duelo se regirá por las reglas de Duelos y Asaltos 1 v/s 1
  
• Los hechizos a utilizar son: Neutrales Graduados y Libros hasta Ancestros (Excepto Caos).
  
• Pasadas 24 hrs sin respuesta del contrincante, los ataques se considerarán impactados.
  
• Pasadas 48 hrs sin respuesta en el duelo, se considerará abandono.
  
• La prueba durará aproximadamente 1 semana a partir de la apertura del tópic (Hasta 26/05/2018).
  
• Las dudas sobre la prueba podrán ser realizadas en el tópic de dudas y consultas del propio Libro.
  
• Queda prohibido el uso del hechizo "Cinaede" del Libro del Equilibrio contra su rival.
  
• En el post de entrada, tendrán que rolear cómo se libran de la quimera (podrán usarla a su beneficio).
  
• En el 4to. turno, el brillo de la varita de Khufu los confundirá, y deberán auto-lanzarse un Cinaede (consumiendo cualquiera de las dos acciones del turno correspondiente).
  
• En el 6to. turno, Kansho quedará inhabilitado hasta finalizar la prueba.
  
• Recuerden usar los hechizos del Libro... es lo primordial.
  

Editado 20 de Mayo del 2018 por Khufu

[Zack Ivashkov]

— What the f...? —

 

La expresión del Mortífago no alcanzó a concretarse puesto que un portal absorbió su cuerpo redirigiéndolo a un nuevo escenario. Su visión se había visto afectada por uno de los tantos extra que venía junto con los libros de hechizo. Aquella vez se trataba de la Arena Mágica del Desierto, un polvo que provocaba un escozor tan fuerte en los ojos que obligaba a las víctimas a cerrarlos. Si bien todo había sucedido demasiado rápido como para hacer algo al respecto, tuvo el alivio de saber que los efectos se irían solos tras unos segundos.

 

En cuanto sus zapatos tocaron tierra firme la vestimenta que llevaba cambió a un conjunto de remera y pantalón deportivo. No necesitaba formalidades con Mía, menos con el Uzza y tampoco con una actividad que requeriría la mayor comodidad. Sabía que tendría que batirse a duelo con su compañera quién además de tener amplios conocimientos era muy diestra con su varita. Ambos tuvieron casi el mismo entrenamiento con el arte de duelo.

 

Poco a poco la visión del vampiro fue regresando, naturalmente. Sin embargo la luz no invadió sus grises orbes que curiosos rodaban de un lado a otro, al menos no como lo esperaba. Cuando recobró el sentido reconoció el lugar como una cueva, bastante sucia por cierto. Se desprendía cierto olor fétido quién sabe de qué fuente y tampoco había mucha iluminación, sólo la suficiente para comprender dónde estaban y lo que serían. Khufu optó por incluirlos en un juego de ajedrez mágico gigante.

 

Zack parpadeó un par de veces mientras blandía su varita en la diestra, listo para atacar. Lo que no contaba es que el guerrero les tenía un sorpresa más. Repentinamente uno de los peones que se encontraba en la línea de defensa se transformó en una quimera justo cuando su varita emitía una curiosa vibración. Supo que estaría limitado de ciertos hechizos y que además tendría que lidiar con aquella bestia enorme, la cuál no tardó en reconocer su posición.

 

—¡Vara de cristal!— conjuró mientras se hacía a un costado ocultándose detrás de la enorme ficha de piedra a su costado, la reina negra. La quimera emitió un rugido estruendoso antes de recibir el siguiente ataque del Warlock —Sectusempra— agregó una vez con su bastón mágico cargado de poder. El efecto fue inmediato en la enorme criatura de más alta clasificación. Se abrieron tantas heridas alargadas y profundas en su cuerpo que no tuvo más opción que ceder al dolor y caer en el tablero haciendo temblar todo el suelo.

 

— Bonita bienvenida — dijo a modo de saludo a su compañera quien también se enfrentó a réplica de aquella bestia derribada —Por eso no me gustan las sorpresas, y menos viniendo de ellos — añadió haciendo referencia a los Uzza. Sus pruebas siempre estaban llenas de trabas y detalles a los que había que prestar demasiada atención. Sin embargo ya estaba ahí y él se planteaba cada situación como un reto, a los cuales muy pocas veces fallaba.

[Mia.]

La arena de hechicero había invadido por completo sus ojos, haciendo que de manera poco voluntaria los cerrara fuertemente, para evitar el terrible ardor que generaba. Continuando, durante algunos segundos con los ojos cerrados, esperó pacientemente a que el efecto terminará, pero justo cuando creía que podía abrirlos, sintió como su cuerpo era presionado por algún ente extraño, un portal que la traslado hasta un sitio desconocido; un sitio que nunca antes había visto.

 

Prestando total atención, a la caverna en la que se encontraban. Notó las estalactitas colgantes, que daban un ambiente un poco menos informal al tablero de ajedrez sobre el que estaba parada, ¿era una broma? Al parecer no, porque justamente notó como sus piezas eran las blancas y las de Zack, las negras. Tendrían, que enfrentarse rodeados de ese hermoso panorama. Sin esperar, un saludo realmente por parte de su amigo, supo que estaban en casi igualdad de condiciones para batirse en un duelo, ambos eran buenos duelistas.

 

—Sin duda, es hermoso. —respondió, al escuchar las palabras del uzza, supo que no sería sencillo y lo comprobó cuando los peones que se encontraban delante de los dos magos, convirtiéndolos en un par de quimeras que los atacaron sin siquiera dudarlo. —[iVara de Cristal[/i] —siseó logrando que su varita mágica comenzara a incrementar su tamaño y cambiara su composición de madera por una mucho más resistente que adquirió tonos plata y verdes, y esto fue justo en el momento preciso en que notó como el ataque de la criatura se acercaba hasta su posición— Semillas de hielo —añadió, logrando que su rayo, se convirtiera en un efecto que consiguió que la quimera quedará completamente cubierta de una capa de nieve y por tanto inmóvil.

 

Su hechizo, impactó al mismo instante que el sectusempra del Ivashkov. Sí, ahora mismo los dos estaban en igualdad de condiciones. Ahora mismo, comenzaría el verdadero enfrentamiento, eso lo supo cuando el uzza desapareció de su vista. Mirando a su rival, le regaló una media sonrisa y aprovechó para retirar su cabellera de su rostro, para de ese modo estar mucho más cómoda y disfrutar de lo siguiente que vendría. Así mismo, notó que la temperatura dentro de la cueva, era bastante agradable, algo que agradeció.

 

—Evitemos las sorpresas… mejor, disfrutemos del momento —propuso con tranquilidad—. Tenemos pocas posibilidades de enfrentarnos, así que comience la diversión. —añadió justo antes de levantar su vara de cristal— Sectusempra —siseó, logrando que gracias a la potenciación que tenían sus hechizos por la invocación de la vara de cristal, en el pecho del vampiro aparecieran heridas de gran profundidad que generaron que emanaran chorros de sangre, que en cuestión de minutos lo desangraría.

 

Esperaba que en ese momento, su decisión no tuviera tantas represalias, porque bien sabía que Zack no le perdonaría el haber iniciado el duelo de manera un tanto violenta. Pero, estaría preparada para repeler lo que vendría, o eso esperaba, por lo que volvió a hacer un repaso rápido de lo que los rodeaba, concentrando su atención en las fichas que tenían delante y de las que seguramente más adelante podría tener alguna ventaja.

[Zack Ivashkov]

En la espera de que Mia tomara la delantera en los ataques el vampiro tuvo que esquivar un par de esas dagas de arena y roca que caían del techo. Saltó de un lado a otro esquivando también las enormes fichas de ajedrez a su alrededor. Claramente ese juego quedaría paralizado, pues los altos rangos Mortífagos tendrían que mover mejores fichas para obtener la aprobación del Uzza y la utilización de los hechizos recién aprendidos.

 

Una vez observó que la bruja recién terminaba de deshacerse de su quimera, tuvo que ser él quien actuara y tomar ventaja. La vara de cristal era muy útil, pero de momento no la necesitaba. Así que optó por transformar la ficha de la reina en una esfinge con afiladas garras dispuestas a dejar severas heridas en el cuerpo de Mia. Eso fue posible una vez conjuró

 

— ¡Morphos! — la transformación fue tan veloz como el galope de la bestia en dirección a su objetivo. Derribaría todas las fichas del camino con tal de alcanzarlo. Su cabeza conservó el aspecto femenino sólo que con una expresión de rudeza por un marcado enojo inducido por el mismo Ángel Caído. Sentimiento que adoptó él mismo al ver cómo su cuerpo se llenó de heridas humedeciendo todo con su sangre. El dolor fue tan inesperado que le fue imposible contener un quejido mientras veía a su oponente ser alcanzada por las garras de la esfinge quien también provocó daños que requerían atención inmediata.

 

Zack optó por una sencilla curación sabiendo que eso bastaría para cerrar las heridas del sectusempra y al menos dejar de sangrar. Pero la molestia seguía y no debía descuidarse, necesitaba terminar de sanar. Pero no ahora, tenía una última oportunidad de atacar.

 

— Desmaius — murmuró esta vez con una mano en su abdomen y la otra en la vara de cristal. Ese rayo, al igual que el de Mia no alcanzó a verse viajando hacia ella sino que sólo pudo sentirse el impacto. La bruja cayó desmayada tras perder el control de su propio peso. Para cuando se recuperar ya estaría siendo devorada por la criatura salvaje.

[Mia.]

En el momento, en que observó todo lo que acontecía a su al rededor, se movió un poco para evitar algunas de las formaciones rocosas que en ese instante intentaban aprisionar su cuerpo con la caída libre que experimentaron desde el techo de la caverna. Estaba ilesa por el momento, pero sabía que no sería por mucho tiempo, porque conocía a Zack y podía predecir que intentaría matarla lo antes posible, solamente de esa manera podría terminar el duelo, con uno de los dos sin vida, por lo que abría que poner sus manos a la obra. Por lo que

 

Por lo que meditando sus siguientes movimientos, sintió como la quimera que segundos antes, había conjurado su compañero viajaba hasta ella y la atacaba al instante, en que sentía como por alguna extraña razón, perdía el conocimiento. No supo, que le había pasado, hasta que pasados algunos segundos, se vio recostada en el piso, sosteniendo aún fuertemente su varita mágica, con heridas provocadas por la criatura, tenía que hacer algo.

 

--Expelliarmus --siseó, consiguiendo que la magia de su vara de cristal, obrara sobre su hechizo y este hiciera que en el momento en que terminó de pronunciarlo, el Ivashkov, perdiera el control de su varita mágica, la cual salió volando a tres metros de distancia de donde se encontraba.

 

Sí, había quedado oculta entre las piezas de ajedrez, así que si quería continuar tendría que buscarla entre el tablero, mientras tanto, la mortífaga se soltó un poco las heridas que aún intentaba cubrir, para pensar en un curación. logrando que estás comenzaran a sanar, y dejaran de sangrar. Le dolían, pero al menos por el momento, había dejado de perder sangre y eso era un gran avance.

 

No sabía cuando tiempo más dudaría la prueba, pero al menos ambos estaban casi en igualdad de condiciones.

[Zack Ivashkov]

Tal como era de esperarse, Mia cayó tras los efectos del Desmaius. En su pecho logró verse una chispa poco antes de que su cuerpo saliese expulsado hacia atrás y la dejara tendida en el suelo. Una sonrisa de malicia decoró el rostro del Ángel Caído gracias a la efectividad del hechizo. Jugar con la Vara de Cristal era muy peligroso. Y podía imaginar las consecuencias catastróficas del poder de su uso en una batalla real. Todo parecía indicar que cuando la Orden del Fénix dejara su escondite, los encuentros terminarían más pronto de lo esperado.

 

— Maldición — pensó a continuación procurando que el siguiente hechizo que Mia lanzara fuese tan mal pronunciado que no lograra salir de su varita. Un segundo más tarde, la carcajada del vampiro se extendió por toda la cueva tras escucharla decir por lo bajo "expemiarlus". Sí, quizás se tratara de un posible Expelliarmus. Pero al no ser dicho de la forma correcta, tampoco se vieron sus efectos.

 

— No inventes hechizos, Mia. Entiendo que ni siquiera nos dejen usar los nuestros, pero no es para tanto — bromeó mientras pensaba en un episkey que terminaría de sanar los daños provocados por el sectusempra.

 

Mientras ella se recuperaba, optó por dirigirse hacia uno de los caballos negros. La enorme ficha de piedra soportó todo su peso mientras él aguardaba a la aparición de su compañera. Seguía ahí, oculta entre las fichas blancas pero en cualquier momento volvería al ruedo con más de sus ataques. Por lo pronto él se despidió de la vara de cristal que comenzó a disminuir su tamaño hasta los treinta centímetros de su varita original. Simuló un gesto de tristeza y se encogió de hombros.

[Mia.]

—Sabes bien que no hago Zack, solo que cierta persona interfiere con mis planes. —respondió con una sonrisa ladeada, mientras miraba una vez más a su compañero.

 

El duelo, se estaba tornando un poco aburrido por decirlo de alguna manera. Los dos magos, estaban en igualdad de condiciones y ninguno iba a permitir que se le hiciera más daño del pensado, así que era momento de continuar intercambiando hechizos y repeliéndolos con todo aquello que se les ocurriera, mientras esa prueba durase. Mirando, una vez más a su compañero, soltó un bufido y pensó, en su siguiente movimiento.

 

— Densaugeo. —siseó, logrando que con ayuda de la vara de cristal, que aún conservaba su rayo se convirtiera en efecto y por tal motivo, los dientes incisivos del Ivashkov comenzaran a crecer descontroladamente, lo que generaría que no pudiese hablar correctamente. Esto, cabe mencionar que fue justo después de que el mago, terminara de sanar sus heridas.

 

Por el momento, con eso lo iba a repeler, así como iba a impedir que le causara más daños. Por lo que mirándolo con una sonrisa, pensó en un <episkey>, consiguiendo que las heridas antes causadas por la criatura antes creada por el ángel caído, terminaran de ser curadas. De esa manera, quedó completamente ilesa una vez más.

 

Mientras, esperaba el siguiente movimiento de su compañero, notó como su varita mágica volvía a sus dimensiones normales. Había terminado el efecto de la vara de cristal. Negando con lentitud, supo que al menos lo había aprovechado.

[Zack Ivashkov]

— Pues cierta persona está aburrida de no poder sacar a relucir sus verdaderos hechizos — dijo con desánimo haciendo referencia a sus poderes como mago oscuro.

 

Recordó entonces una vez en la que los primeros magos y brujas estaban siendo adiestrados para impartir las clases de los primeros libros de hechizos. Antes de pasar por los rudos guerreros Uzza tuvieron una reunión importante con el Ministro y la Vice-Ministra de Ottery, donde esta última dijo explícitamente que autorizaba el uso de magia oscura durante las clases. Sin embargo no era algo de lo que Zack pudiera apropiarse, pues no tendría fundamento al justificar por qué utilizaría tales hechizos. Así que mejor atenerse a las líneas que Khufu les había marcado.

 

Cuando se dispuso a atacar nuevamente a Mia un resplandor lo cegó seguido de una tensión en los músculos de su brazo derecho. Por alguna razón su extremidad se extendió y como si estuviese siendo manipulado por un ser ajeno a su conocimiento, el vampiro conjuró un —Cinaede— justo luego de que su compañera le atacara. El hechizo que Zack esperaba pronunciar acabó por pronunciarlo de manera errónea gracias a que sus dientes crecieron lo suficiente como para dificultarle el habla.

 

Él mismo no pudo contener la risa de la estupidez que acababa de pronunciar y además por lo mal que había salido el movimiento de Khufu al intentar que se atacara a sí mismo. Claramente el guerrero los había hechizado para que se hicieran daño. Pero justo esa vez el ataque de Mía le facilitó las cosas quedando libre de su propia maldición.

 

—Más suerte a la próxima, señor— dijo al guerrero acompañando sus palabras de un guiño poco antes de bajar del caballo de piedra y buscar a mía entre las piezas contrarias. Una vez localizada pensó en unas flechas de fuego que tan pronto como aparecieron en el aire, marcaron una trayectoria ardiente hacia el pecho de la Nigromante. Tendría que pensar rápido si pretendía salir ilesa de ese último ataque.