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Prueba de Videncia #14


Sajag
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La Torre de Astronomía cayó al suelo levantando una gran polvareda. Los gritos de los estudiantes que huían se mezclaban con el gemido dolorido de los que estaban atrapados dentro. La gran polvareda que levantó en su caída cegó a todos los presentes. El bramido de una bestia anunció que volvía al ataque. Aquel animal quería acabar con todo y con todos. Sus ojos rojos embravecidos denotaban una rabia inmensa contenida que había dejado muertos y malheridos en el suelo. Magos, hechiceras, profesores, Uzzas y Arcanos se habían unido, por primera vez, para luchar contra aquella bestia aunque, de momento, todo inútil.

 

Era una Hidra.

 

Su aliento podía envenenar a todos los que aspiraran sólo el más mínimo átomo de ese gas; su sangre, si alguien conseguía hacerle un rasguño, era letal para quien la tocara, puro veneno que mataba con el roce. Sus cabezas, siete, capaces de desgarrar por sí mismas a cualquiera que se pusiera al alcance de sus fauces. Su naturaleza acuática le hacía peligrosa en el agua; su cola reptante la convertía en una asesina veloz contra quien posara sus ojos rojos.

 

La Hidra atacaba a todos e iba diezmando a los que intentaban matarla. Sus sonidos irritantes se interpretaban como deseos de matar y matar... Sólo una persona sabía la verdad.

 

Bueno... Dos.

 

El Arcano de Videncia retrocedió unos pasos para seguir fuera de su alcance y consiguió alejar a un elfo que estuvo a punto de morir sin cabeza. Cuando le dio las gracias, le pidió un favor.

 

- Llévale un mensaje a la señorita Juv Malfoy Croft. Dile que sabe lo que tiene que encontrar y lo que tiene que hacer con eso. Dile que la Hidra la olerá y le perseguirá en cuanto llegue a la orilla del lago. Que tendrá que cruzarlo a pesar que no encontrará el bote y que el agua estará lleno de trozos de madera. Unos aguantará su peso, otros no. Que use el Ojo Interior para ver cuáles son los que aguantarán su peso y le dejarán avanzar; que pise bien o se hundirá de forma irreversible. La Hidra es demasiado buena en el agua y no la dejará seguir.

 

Un árbol arrancado de cuajo salió volando y cayó muy cerca de ellos. El Arcano ni se inmutó; sabía que no le iba a dar. El elfo, sin embargo, tembló ante la amenaza de la criatura que se acercaba.

 

- Antes de llegar al laberinto encontrará tres caminos; deberá elegir el correcto. En el primero, tendrá una pista forestal bien cuidada y limpia de ramas y piedras. En el segundo tendrá que luchar contra hierbajos reptantes que intentarán frenarla. En el tercero, un nido de colibríes asesinos intentarán picotearla y beber su sangre y saborear sus ojos. Que use la Videncia para saber cuál le permitirá llegar al laberinto. Cruzar será difícil en todos pero la Hidra la encontrará y matará en dos de ellos; que elija el que es más difícil pero en el que quedará herida pero viva. En el Laberinto...

 

Sajag movió la mano, espantando un posible mosquito. En el aire, una roca del portal de entrada de la Universidad chocó contra una especie de escudo invisible que cubrió tanto su persona como la del elfo, rebotando en el aire y cayendo mucho más lejos, sin hacerle daño.

 

- En el Laberinto, encontrará lo que busca. Qué actúe como cree que sea correcto para calmar la furia de la Hidra. Sólo si el animal se siente calmado, podrá cruzar la puerta final que le lleve hacia la Pirámide, donde la estaré esperando. ¡Date prisa!

 

El elfo salió corriendo para cumplir su encargo mientras más gritos señalaban que la Hidra estaba cada vez más furiosa y que alguien lo estaba pagando.

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Era el momento esperado por Malfoy, ya no podía dar marcha atrás y su rival, le estaba llamando con feroces rugidos. La perdida de una madre de esa especie, no era menos tortuosa que la que experimentaba una progenitora muggle, siempre significaba lo mismo para ambas especies. Un elfo apareció dentro de la Torre Negra agitando por el viaje, intentaba recuperar su aliento y entregar la encomienda a la rubia, sujetándose con la poca fuerza que le quedaba de la pared se resbaló por la misma hasta ir a parar al sueloVienes de parte de Sjag, ¿no? —. Le miraba con atención analizando sus facciones mancilladas por el cansancio y el miedo. ¿Qué tanto habría dañado la hidra al Ateneo?, Ya no quedaba nada del centro de estudios, le habría arrebatado de tajo la oportunidad de hacerse con la Habilidad de Videncia, solo porque sus hijos le habían sido sacados de mala forma de su nido o del mismo mar.

 

No contaba con la ubicación exacta de los pequeños, y ya dudaba de querer saberlo. Un fuerte ardor le quemó el cuello anunciándole lo que tanto temía, el final de ambas estaba dictado por sus destinos. Su ojo interno siempre tuvo la razón, no fueron sólo pasajes lanzados al azar en su mente y el dormitar en ese camastro era algo vaticinado desde que piso el hogar del Arcano. No perdería más tiempo, enfundándose en una oscura capa de viaje se atavió con unos jeans cómodos que le permitirían moverse libremente por el agua o por tierra, además de calzarse con unos tenis y una remera de tirantes. Alargando la mano para tomar su mochila y su varita, emprendió el viaje hacia las ruinas que simulaban ser un Ateneo devorado por la furia de una descomunal bestia.

 

Se movía con una fuerza embravecida, ferozmente impulsada por la rabia de no tener lo que tanto anhelaba. Movía cada una de sus cabezas en una danza mortal, lanzando golpes a diestra y siniestra, provocando que más estudiantes y Arcanos se vieran afectados por su poderío, gritos, dolor y desolación era lo único que se respiraba en el aire. Eso le encolerizo, no estaba dispuesta a cederle más terreno a su acérrima rival, conocía lo básico sobre ella y no le serviría de mucho de momento—No te aconsejo que me hagas enfadar, porque al igual que tu...—respiró profundo—Yo deseo obtener algo y poco me importa tener que pasarte por encima para poder lograrlo—avanzando por el terreno destruido fue en busca del lago. No habia un solo bote en su radio de visión, pero recordó lo mencionando por el elfo. Madera trozos de madera de diversos tamaños, estaban esparcidos por la inmensidad del cuerpo de agua, flotando como manos amigas que buscaban mermar un poco el peso que poco a poco Malfoy comenzaba a sentir en sus espaldas.

 

La fragilidad de algunos la hizo dudar de afianzarse a ellos, metiéndose por completo en el mar, no sin antes tomar lo que atrajo enseguida el sentido del olfato de la bestia. Sus zancadas eran grandes y profundas, calando en el terreno dejando huellas que serían preservadas por el tiempo y se fundirían en los recuerdos de los que ahora estaban heridos y agradecidos porque esa criatura, ya no les causaría más problemas al menos de momento. Su mano alcanzó un trozo de madera de mediano tamaño, apoyando su otro brazo guardo su tesoro en la mochila, sintiendo como el aliento de la Hidra estaba más y más cerca de ella. Nadando con todas sus fuerzas, percibió un zarpazo que agitó las aguas provocando que el trozo de madera trastabillará, al grado de que poco faltó para que la lanzará al fondo. Su resistencia era única e inigualable, echándole una mirada de recelo volvió a centrarse en nadar y de nueva cuenta aquella rival embravecida arremetió contra ella. Le sería más sencillo si pudiera emplear su Animagia, usando sus patas delanteras para avanzar por el lago sin problemas y las traseras para usarlas como defensas, buscando de esa forma dejar ciega a la hidra.

 

Pero eso sería aprovecharse y no le cuadraba, emplearía su fuerza y su astucia, ya que de ese modo y con esas cualidades obtuvo la Nigromancia y la Animagia. Además de serle poco ético jugar cartas adicionales a las que ya barajaba actualmente, dando una brazada final llevo al otro lado del lago. Su ojo interior hizo la elección correcta con ese trozo de madera, bote improvisado que le estaba dando una pequeña ventaja—Se que estás pisándome los talones...—sacudiéndose el agua que le escurría. Caminando hacia el sendero que le llevaría al laberinto, no paraban las sorpresas por parte del Arcano. Tres sendas diferentes se habrían camino delante de ella, la primera parecía ser un bosque libre de todo daño y repercusión para la rubia, pero no se confiaría de ello. Descartando los otros dos se inclinó por el primero, deslizándose como una serpiente por el terreno sintiendo los rayos del sol colarse por las ramas de los arboles pulcramente podados.

 

Sus pasos eran firmes y sin el más mínimo trastabilleó, percibiendo un aroma nauseabundo que la hizo encorvarse sin remedio. Sobresaliendo de la tierra unas garras arañaban la impoluta tierra, tanteando el terreno que estaba a poco de ver correr la sangre de Malfoy como un caudal desbocado—No podía ser tan sencillo —soltó clavando sus orbes azul oscuro en los de la hidra. La cabeza principal le ordenaba al resto darse un festín, lanzando varias mordidas sobre el cuerpo de la joven, no tardaron demasiado en reducirlo a un montón de sangre y carne molida que tragaban con placer, aquel camino había sido una mala elección y le tocaría darse con la pared y perder una de las dos vidas con las que contaba para pasar por esos caminos.

 

Sintiendo de nueva cuenta la tierra bajo sus pies, esta vez se enfiló por el camino plagado de hierbajos reptantes, arriesgándose de nueva cuenta a toparse con su acérrima rival. Siete cabeza, siete cabezas capaces de captar todo el movimiento que estaba en su radio de visión, acompañado por un olfato envidiable. Sus manos se vieron atadas por dos gruesas hierbas que le sujetaron con fuerza, dejándola en una pose forzada simulando una postura conocida en la inquisición, luchando por librarse, no le quedaba más que lanzar patadas contra el suelo y llamar la atención de su cazadora, revolviéndose contra el suelo no dejaba de lanzar patadas alcanzando a una de las cabezas con ella, causando el bramido de está de forma desaforada.

 

Termina de una vez...— le retaba mirándola con altivez. Su pierna osada se vio arrancada de tajo, dejando un pequeño mohín que no dejaba de sangrar profusamente. Otra mala elección en su haber, ya era hora de centrarse y dar con el camino correcto, no perdería más tiempo y sin dudarlo se dejo devorar por segunda vez. Eran dos tiros valiosos perdidos de una forma absurda, quizás en algún momento se perdonaría su testarudez y enfocaría sus energías en escuchar con más cuidado lo que su ojo interior le dictaba. Aspirando un aire viciando revivió o eso parecía, el aspecto que llevaba no era el ideal, pero eso poco le preocupaba a decir verdad, ya no pensaba en como lucir, sino como acabar con su rival y de una vez por todas llegar a la pirámide.

 

Vayamos por unos cuantos picotazos, no creo que duelan más que perder una pierna y morir destrozada...—sacudiendo un poco su ropa escuchó el aleteó de pequeños colibríes, aquellos no se la pondrían fácil y era mejor que se hiciera a la idea. Caminando sin hacer demasiado ruido, tentaba su varita mágica dentro de la bolsa de sus jeans, no creía necesario usarla de momento y se guiaría por lo que su ojo interno le iba revelando. Sin dejar de caminar, sentía como pequeños picos se clavaban en sus brazos y piernas, prestándoles la mínima atención cerraba sus ojos dejándose llevar solo por la imagen que llevaba en su cabeza, entreabriendo un poco estos para no ir a parar al suelo. Los picotazos se volvían mucho mas certeros y lacerantes, sintiendo como la sangre se deslizaba por sus extremidades, pero no flaqueaba en su camino y no dejaba de andar. Estaba a poco de llegar a su meta, extrayendo de su mochila un pequeño huevo coloco este delante de ella, confiando en que la madre calmaría un poco si rabia desatada. Eran tres los pequeños que faltaban por volver a casa y ella les ayudaría a encontrar el camino de regreso a la misma.

 

El laberinto estaba a poco de finalizar, pero ahí justo delante de sus ojos levemente lastimados yacían los huevos restantes. Abalanzándose sobre estos los abrazó como una madre celosa, detectando que la hidra estaba detrás de ella, observando el accionar de la Nigromante, altiva y feroz por defenderlos de ella, si no se calmaba y les demostraba que los amaba y que toda su cólera estaba justificada o al menos eso se esforzaría en mostrar. Dando fuertes zancadas sobre el terreno una de las cabezas olfateo a la bruja, buscando un aroma que amenazará e bienestar de sus pequeños, pero nada de eso aconteció en caso contrario chillaba como un cachorro herido en busca de un poco de paz y sanación. Apartándose de los huevos, le dejo ahí con sus pequeños hijos, agradeciendo que no le causará más problemas, ya le había matado dos veces, no le quedaba nada más para ofrecerle como ofrenda de paz.

 

Una inmensa puerta se materializo delante de ella, estaba exhausta, pero no derrotaba avanzando con sus mermadas fuerzas por la misma posaba su surda sobre está que al sentirla cedió y le dejo entrar a la pirámide. Ahí delante de ella estaba Sajag, esperándole con una mirada afable o quizás preocupada, no podría descifrar la misma y tal vez sería mejor no hacerlo. El día estuvo cargado de sinsabores y situaciones que le pusieron en el filo de la navaja, pero agradecía al anciano que le diera todo ese pack infernal, porque sin todo eso entonces jamás podría haber entendido con claridad que la Videncia le estaba dando una oportunidad que pocos aprovechaban y los que lo hacían tendrían que sacarle el 100% y más de ser preciso.

 

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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¿A estas horas, la mujer soñaba?

 

Eso no se lo esperaba, la rubia había aparecido en la zona del Ateneo, atendiendo su llamada, pero... ¿Qué había sucedido en aquel momento? Algo le había afectado, tal vez el mismo aliento de la Hidra hubiera entrado en su cuerpo, ¿o sería algo que hubiera comido antes de empezar su prueba de vinculación? Fuera lo que fuese, Juv Malfoy Croft había caído en el primer intento.

 

El Arcano de Videncia dejó pasar uno de los pedruscos que aún lanzaba la Hydra y se acercó al agua del lago. ¿En qué momento, Juv había visto un mar en aquellas aguas? Eso no importaba, en cierta manera, si hubiera usado la Videncia para cruzarlo. Sin embargo, sólo había nadado. ¿Nadar? Contra una Hydra espectacular que la perseguía?

 

Sajag negó con la cabeza y pinzó su nariz. Tal vez... Tal vez no estaba tan preparada como había previsto. Tal vez era mejor detenerla y que volviera a empezar... de nuevo. Él había sido claro... O eso pensaba hasta que vio el desarrollo de su pupila en el agua.

 

- Llévale un mensaje a la señorita Juv Malfoy Croft. Dile que sabe lo que tiene que encontrar y lo que tiene que hacer con eso. Dile que la Hidra la olerá y le perseguirá en cuanto llegue a la orilla del lago. Que tendrá que cruzarlo a pesar que no encontrará el bote y que el agua estará lleno de trozos de madera. Unos aguantará su peso, otros no. Que use el Ojo Interior para ver cuáles son los que aguantarán su peso y le dejarán avanzar; que pise bien o se hundirá de forma irreversible. La Hidra es demasiado buena en el agua y no la dejará seguir.

 

 

Era un lago... Con muchos trozos de madera, unos más fuertes y otros más débiles. Debería usar su "Ojo Interior" para saber cuáles le aguantarían el peso y "PISAR" sobre ellos o se hundiría. Al nadar... Se había hundido irremediablemente y estaba muerta. O al menos inutilizada para seguir. Sería mejor sacarla del agua y dejar que volviera a las clases...

 

Supongo que todo lo que sucedió después, lo vio en las brumas del ahogamiento ya que... ¿En qué momento ella tenía más vidas que la suya propia e única para cruzar por uno de los tres caminos. Había muerto en el primero y no, no podía seguir probando más ya que estaba muerta. ¿Es qué tampoco había hablado con claridad?

 

Antes de llegar al laberinto encontrará tres caminos; deberá elegir el correcto. En el primero, tendrá una pista forestal bien cuidada y limpia de ramas y piedras. En el segundo tendrá que luchar contra hierbajos reptantes que intentarán frenarla. En el tercero, un nido de colibríes asesinos intentarán picotearla y beber su sangre y saborear sus ojos. Que use la Videncia para saber cuál le permitirá llegar al laberinto. Cruzar será difícil en todos pero la Hidra la encontrará y matará en dos de ellos; que elija el que es más difícil pero en el que quedará herida pero viva. En el Laberinto...

 

 

 

Debía elegir uno con la Visión, no probando cual era el que la dejaba con vida. Era curiosa la interpretación de sus palabras, sólo tenía que "VER" con el ojo interior cuál sería el correcto y elegirlo, no probar a la suerte y pensar que tenía vidas extras. ¡Esto no era un videojuego de esos muggles! ¡Aquí morías en serio y te quedaban sin Habilidad! No, que volviera a empezar de nuevo si quería conseguirlo. No podía tolerar nada de lo que ella había visto.

 

Se llevaría el cuerpo del lago y diría al elfo que lo llevara a su mansión y... El elfo...

 

Sajag quedó pensativo unos instantes y se permitió no usar la Videncia para tomar su elección. Tal vez no fuera todo culpa de la muchacha. Tal vez el elfo, tan nervioso con el ataque de la Hydra, no le hubiera pasado bien su mensaje oral y Juv no había podido entender la dificultad de la prueba.

 

- ¡Está bien, muchacha! - le anunció, señalándola con la mano derecha, aunque seguramente ella no pudiera oírle; estaba muerta. - Dejaré que empieces de nuevo y esta vez hazlo bien porque no habrá una segunda oportunidad para hacer la prueba.

 

La muchacha rubia apareció en el borde del lago de nuevo, olvidado todo lo que había hecho antes como si no hubiera ocurrido. Era una potestad del Arcano conseguir que los alumnos que no pasaban la prueba no recordaran nada. Eso le sucedería a ella ahora. Debería empezar de nuevo como si no hubiera entrado nunca en el agua (no en el mar), siendo perseguida de nuevo por la Hydra, rabiosa contra todos y, especialmente, contra ella.

 

Después le decían que era un Arcano bondadoso... Otros compañeros Arcanos, por menos, la habrían mandado a casa sin más.

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La orilla del lago estaba delante de sus ojos, observaba con atención cada un de los trozos de madera que flotaban como pequeños botes sobre el cuerpo de agua, cerrando sus ojos, dejaba que su ojo interno le indicará los idóneos para cumplir con su tarea. No tenía mucho tiempo para perderlo en banalidades y su atención volvió a ser captada por el rugido de la Hidra, aquellas cabezas bailoteaban de un lado a otro, gritando y gimiendo de una forma aterradoramente desaforada. El tiempo apremiaba y las pisadas del animal hacían que su ubicación entre ella y la criatura, se acortará más y más, acorralándola contra una pared que de ser una mazmorra mohosa, no le dejaría escapatoria alguna o al menos eso pensaba. Saltar uno a uno, no sería tarea sencilla, echando una última ojeada a los maderos gracias a la ayuda de su ojo interior, se decantó por un par que estaban cerca de ella secundados por otros dos que estaban a su izquierda. Tomando lo que la hidra deseaba obtener de ella, lo resguardó con sus brazos sujetándolo con fuerza notando que estaba como envuelto en telas o algo parecido, no lo perdería de vista por ningún motivo.

 

—Bien, aquí vamos—pisando con firmeza la madera dio el siguiente paso y así consecutivamente. Sintiendo el acercamiento de la Hidra, que observaba hacia todos lados con sus siete cabezas. Moviendo estas como radares que le darían el punto exacto en donde se encontraba su objetivo, continuando con su andar el otro par de maderos a su izquierda le sirvieron como pequeños escalones, dando saltos con sumo cuidado y evitando de ese modo trastabillar. El ambiente estaba demasiado caldeado, no frenaba sus pasos y respirando aliviada o simulando eso llego a la otra orilla del rio., ayudada por otros tres maderos que soportaron su peso, al igual que los anteriores. Un descanso, no le vendría mal, pero no estaba para eso y era mejor continuar con lo ordenando por el Arcano.

 

Ahora el camino hacia el laberinto se dividía en tres posibles oportunidades, mirando con su ojo interior cada una de ellas. No dudo en tomar la más arriesgada y la que quizás podría costarle la vida, pero eso implicaba ser una Vidente, enfrentar los designios que el destino colocaba en nuestro camino. No siempre serían lechos de rosas o paraísos celestiales, la mayoría de las veces se manifestaban como infiernos que eran capaces de devorar entero a todo aquel que no estuviera preparado para enfrentar un reto de tal magnitud. Avanzando con decisión por el tercer camino escucho el aleteó de varios colibríes, pequeños pajarillos que eran hermosos a la vista, pero no se podía decir lo mismo de sus afilados picos. El suelo delante de ella era firme y seguro en apariencia, el usar la magia estaba totalmente descartado, pero quizás no era mala idea echarse una mano y ver que resultado daría.

 

Una hora de pequeños colibríes se lanzó sobre ella, clavando sus picos en sus brazos y parte de sus piernas. Pero por precaución cerró sus ojos un instante, visualizando el camino desde otra perspectiva o eso pensaba, pero no se dejaría llevar por una falsa ilusión. Tomando una profunda bocanada de aire, volvía abrir sus ojos, abrazando el preciado tesoro que llevaba con ella, aquello no le serviría de momento y era mejor subir su brazo libre para cubrirse de los pequeños rivales que de nueva cuenta iban por ella, el dolor en sus extremidades era punzante y le quemaba la nívea piel. Todo aquello lo valía, no cesaría en su afán por demostrarle al Arcano que era merecedora de esa habilidad, no le importaba tener que dejar mitad de su alma en ello o tal vez toda. Eso no lo sabía concretamente y era mejor, no tomarlo en cuenta de momento.

 

Sin dejar de caminar, sintió más picotazos acercando un poco más su brazo a sus ojos, pero sin perder totalmente la visión. Las heridas eran profundas y se iban acrecentando con cada nuevo golpe que recibía, pequeñas agujas que sabían donde pinchar causando un daño que dejaría secuelas en el futuro. Sintiendo el liquido vital mojar su cuerpo, no detenía su andar, la misión era una sola y la cumpliría sin chistar, no renegaría de todo aquello y cada una de las enseñanzas obsequiadas por Sajag las atesoraría celosamente. El final del camino estaba cerca, oliendo el metal que emanaba de su sangre, el liquido mojaba las suelas de sus tenis, manchando de rojo lo que alguna vez fue blanco, dejando una muestra del esfuerzo que costaba obtener el mismo poder que el Arcano poseía desde tiempos inmemoriales.

 

El final estaba ahí delante de ella, dejando el objeto que llevaba en su brazo sobre el suelo. Percibió a la Hidra furiosa siguiéndole muy de cerca, no perdió el tiempo en mirar como la rubia sangraba a borbotones, el castigo que le esperaba seria mucho peor y no tenia la menor duda de ello. Sus ojos estaban nublados por el sudor y el cansancio, trastabillando un momento echo una mirada a su espalda, dejando escapar una bocanada de dolor ahogado. Ahí estaba lo que la Hidra tanto ansiaba sus pequeños volvían a casa con su madre, observando el objeto que momentos antes dejo en el suelo descubrió este cerca de otro que estaba en el laberinto. Los huevos estaban sanos y salvos, ya no le debía nada y esperaba que ambas estuvieran en paz.

 

Mirando la puerta de la pirámide que se materializó delante de ella, retomo el paso con lentitud pero llena de determinación. Cruzando esta se topaba con el Arcano, esperaba su aprobación o rechazo, ya todo quedaba en manos del sabio hombre y el sabría la elección que tomar y el destino que le impondría a Malfoy en unos minutos.

 

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El Arcano suspiró por segunda vez aquel día ante la actuación de su pupila. No. No era lo que esperaba de ella. Así no sería nunca una Vidente vinculada. Era más honorable pararla ahora que dejar que se muriera en el interior del Portal y que su cuerpo desapareciera de por vida.

 

Por ello, Sajag movió las dos manos y un polvillo inexistente rodeó a la Hidra antes de que la Bestia acabara con el cuerpo de la mujer. Había intentado cruzar todos los obstáculos sin demostrar que sabía Ver y que estaba preparada. La Hydra quedó paralizada unos segundos. Movió a su pupila para que quedara a salvo de la embestida y, después, la volvió a dejar en el otro lado del agua, junto al camino que llevaba al Ateneo. Ella despertaría en algún momento y no recordaría nada. Pensaría seguramente que se había dormido y que tendría que volver a su casa, sin recordar nunca que había intentando pasar la prueba.

 

A su vez, el Arcano inició el regreso a su habitación. Necesitaba meditar sobre lo sucedido. Tal vez se había relajado tanto que permitía a sus pupilos que se adentraran en peligros indeterminados sin estar preparados. No. No volvería a suceder. A partir de ahora, sus clases serían más difíciles, mucho más difíciles. No volvería a sufrir la decepción de ver el fracaso de sus pupilos por su propia culpa.

 

Desapareció y todo volvió a la normalidad. La Hydra a su lugar de origen y la demonio a su mansión. Nada quedó como muestra que habían pasado por allá.

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