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Libro de la Fortaleza XX


Keaton Ravenclaw
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Guiza. Egipto. Año 2580 a.C.

 

―Pero señor Keops, no podemos hacer lo que usted pide, es completamente imposible ―Le decía su Chaty al Faraón.

 

―Pero es que entiende que no te estoy pidiendo tu opinión, Hemiunu, sencillamente te estoy ordenando que realices una gran edificación que me sirva para que, cuando parta al inframundo, mi cuerpo quede lo mejor protegido posible. Y será mejor que lo hagas con las mejores maldiciones y defensas posibles, no quiero que cualquiera pueda entrar y robarse mis tesoros ―Dijo Jufu con una voz de mando.

 

Ambos hombres, uno con más porte que el otro, caminaban por el borde del río Nilo, platicando entre sí sobre lo que sería uno de los principales edificios de la Historia del Mundo Antiguo. Jufu se encontraba enormemente preocupado porque dentro de aquel depósito funerario, guardaría algo más que su cuerpo mortal. Keops tenía una fijación tremenda por la inmortalidad, y por tal motivo, hab´pia consultado a escondidas de todo su pueblo, a los hechiceros más poderosos del mundo Antiguo para que le ayudaran en ésto.

 

―Escúchame muy bien, Hemiunu, esta pirámide debe de tener tres cámaras principales que queden a la vista y una galería por donde se acceda a éstas. En la primera, quedará mi cuerpo mortal al partir al inframundo, además de que junto conmigo deben quedar todos mis tesoros, en la segunda cámara, que quedará a lado de la mía, deberá quedar mi estatua Ka, y una más que será subterránea, en donde vamos a colocar dos sarcófagos más para que descansen mis dos esposas ―Indicó el Faraón y su Chaty anotaba todo rápidamente.

 

En ese momento, Keops bajó la voz y, antes de hablar, se fijó que nadie estuviera cerca, para ello, movió su mano el aire y éste se alteró, haciendo que solo él y Hemiunu escucharan aquello. Tal vez resultara muy paranoica aquella escena, pero lo que estaba por revelar sería uno de los mayores secretos del Antiguo Egipto, de hecho, solo lo sabría su Chaty.

 

―Gracias a la magia de aquellos hechiceros que me han estado yendo a visitar por las noches al palacio, bajo el cuidado de la Diosa Nebet-Het, he descubierto una forma infalible para que pueda volver de la muerte tras varios cientos de años ―Dijo y Hemiunu abrió tanto los ojos que Jufu pensó que se le saldrían de los cuencos ―¡Vamos! No sé de qué te sorprendes, siempre supiste que deseaba el poder más que nada, y esto es algo que nos puede beneficiar a todos, si lo logramos, podremos volver a la vida después de siglos y gobernar el mundo juntos. Es por esto, que es imperante que crees una cuarta cámara una que contenga las más altas defensas y maldiciones dentro de la pirámide, en ella, colocaremos unos objetos que los hechiceros llaman HORROCRUXES, son continentes que guardan pedazos de mi alma ―Explicó Keops sin miramientos.

 

―¡¡¿¿Pero cómo pudo lograr eso, señor??!! ―Dijo curioso el chaty.

 

―Tuve que asesinar a una persona por cada objeto y después realizar un hechizo tremendamente complicado que sacó fragmentos de mi alma y los depositó en esos continentes ―Dijo algo emocionado el faraón.

 

―¡ESO ES MAGIA OSCURA, SEÑOR KEOPS! Amón lo castigará ―Dijo completamente horrorizado Hemiunu.

 

La historia decantó en que, gracias a la reacción del chaty, Keops lo manipuló a partir de aquel momento gracias a hechizos de control mucho más fuertes que los empleado en el siglo XX d.C., con lo cual se erigió la Gran Pirámide, creando todas y cada una de las cámaras ordenadas por Jufu, y donde, en una de ellas, completamente oculta y sumamente protegida, estaban aquellos primeros horrocruxes.

 

 

Ateneo de Poderes y Magias Guerreras. Universidad Mágica. Reino Unido. Año 2018 d.C.

 

―Un mes más, una clase más. Espero al menos que lo que tengo preparado para Juv lo logremos ―Dijo Keaton al aire mientras llegaba al Coliseo del Ateneo que servía para las prácticas de los hechizos de cada uno de los Libros, aunque la verdad, poco se empleaba, ya que tanto los tres profesores de los Libros Básicos, como los Uzza, pocas veces daban sus cátedras en el Ateneo, por lo general salían a prácticas de campo.

 

Aquella, precisamente, no sería la excepción, debido a que Keaton acababa de encontrar en lo más profundo de la Biblioteca de Alejandría, aquella que para los muggles había sido destruida, pero salvada por los magos, un texto fabuloso que describía, en palabras de Keops, un antiguo faraón egipcio, la existencia de una cámara secreta en los más profundo de la Gran Pirámide de Guiza. Cientos de arqueólogos muggles y rompedores de maldiciones de todo el mundo, habían entrado a aquella pirámide, y después de que el Ravenclaw hiciera una ardua investigación, descubrió que ninguno de ellos había descubierto la existencia de esa cámara,

 

―Vaya vaya, además Juve cuenta también con Conocimiento de Maldiciones, perfecto, podremos poner manos a la obra además de que aprenderá a usar los hechizos y los objetos del Libro de una manera diferente. Será una clase interesante ―Comentó en mortífago viendo el currículum de su estudiante ―Bien, Abarai, ya sabes que hacer, ve por favor ante Juv y dile que daremos inicio a la clase del libro, que la espero en este Coliseo con ropa cómoda ―Dijo mientas entrega a su Ave del Trueno una carta informándole aquello a la Malfoy.

 

¿De verdad un faraón había sabido cómo usar el poder de un horrocrux? De ser así, él y Juv deberían de ir hasta allá y eliminarlos, ya que nadie más podía gobernar el mundo mas que los mortífagos. La existencias de aquellos objetos, los ponían en riesgo a todos, y que mejor que aprovechar toda la fuerza que la Universidad le confería para cumplir los propósitos de la Marca Tenebrosa.

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Torre Negra

 

Sus pensamientos estaban sumidos en su reciente viaje, Nueva Zelanda, no dejaba de sorprender a la vampiro. Infinidad de misterios se resguardaban en esa zona del planeta, olvidado quizás por muchos pero explotado al máximo por otrosParece que tengo una visita—el aleteó de un Ave del Trueno le alertó. Parece que el mensaje que tanto esperaba había llegado a su destino, la clase del libro de la fortaleza estaba por dar comienzo. Leyendo la misiva con rapidez, no demoró nada en alistarse y ataviarse con ropa sumamente cómoda. Un par de jeans oscuros acompañados por una remera de tirantes, rematando con un suéter amarrado a su cintura. Sus pies se vieron cobijados por unos tenis bastante confortables y que le daría el poder de moverse sobre cualquier terreno sin problema alguno.

 

Gracias por el mensaje—siseó dedicándole una ligera reverencia a la criatura. Metiendo su libro de la fortaleza en una mochila, agregó un par de cosas que presentía le serían se suma utilidad dentro de la aventura que estaba por comenzar al lado de Keaton. Le entusiasmaba compartir esa clase con el Ravenclaw, ya que no recordaba el último sitio donde el par de mortifagos tuvieran el placer de sembrar un poco el terror dentro del mundo mágico. Enfundando su varita en la pretina de sus pantalones, echaba una última ojeada a su improvisado equipaje. Todo estaba en perfecto orden, además si necesitaba obtener alguna ayuda adicional conjuraría todo con el grimorio que le obsequiará el Arcano Báleyr. El dominar la Nigromancia, si que le daba franca ventaja en cualquier situación que buscará colocarle en un predicamento.

 

Cubriendo su cuerpo con una capa de viaje, desapareció en el acto dejando el trozo de tela sobre el suelo. Había aprendido a salir de escena de otras formas más originales y creativas, aunque nunca dejaría de lado saltar por la ventana y retar a la gravedad en todo momento. Confiada en que jamás se rompería la crisma contra el suelo, dejandole en claro a esa quisquillosa enemiga que nunca le vería morir de una forma tan estrepitosa y absurda para Malfoy. Sintiendo una fuerte ventisca golpear su marmóreo rostro, no dudo en mutar su forma humana en un guepardo que cayó firme sobre sus cuatro patas. El pelaje de este no le daba el menor camuflaje, dejándolo expuesto ante las miradas de los curiosos que deambularán a esas horas por el Ateneo.

 

Parecía que aún estaba lejos del coliseo, buena forma de complicarse una cosa tan sencilla y meterse ella sola en una camisa de once varas. Dando un golpe suave con su pata en el suelo, no le quedó más que emprender su andar en busca del Coliseo, no le preguntaría a nadie a rugidos por donde seguir o le acusarían de sembrar falsamente el terror en zona escolar. Buena se le armaría con el Ministerio, guepardo encadenado por intentar dar con el Coliseo, se le acusa falsamente de querer comerse a las personas que recurrió para obtener dicha información. Bajando la cabeza decidió dejarse guiar por su instinto, recordando vagamente el aroma que le obsequiará Keaton, cuando recién se habían conocido.

 

Sus zancadas eran certeras, dejando una honda huella en el terreno. No visible, pero si que sería percibida por los que como ella tenían la habilidad de Animagia como un arma útil en todo momento. Dando con el sitio elegido por el profesor Ravenclaw, no dudó en apresurar su andar, adentrándose en el recinto. Este era imponente desde los cimientos hasta la última roca que lo elevaba como un imponente monumento digno de admirar, dividido en varios caminos, no terminaba de elegir cual era el idóneo para no hacer esperar a su compañero de bando. Mutando de nuevo a su forma humana, volvió a vestirse como en un inicio. No quería que le viera en su forma animal, no sabría como explicarse y además, no estaba ahí para eso en primer lugar. El asunto que les competía era otro muy diferente y estaba a nada de que le pusieran al tanto de todo aquello.

 

Espero no llegar muy tarde...—siseó saludando con una ligera reverencia al hombre. Esperando ansiosa lo que tenia entre manos y le compartiría a Malfoy, quizás salir a cazar algunas victimas desvalidas o algo un poco más complicado y elaborado de realizar para la bruja.

 

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  • 3 semanas más tarde...

Juv había llegado al fin.

 

Realmente su aparición fue bastante rápida, de hecho, el Base esperaba que al menos se demorara un poco más y se diera a desear por él, pero no, la mujer quería que aquello acabara bien y rápidamente. El vampiro observó los ropajes de la Malfoy, y la verdad es que no pudieron ser menos acordes a donde se iban a entrometer, pero es que él jamás le dijo a la mujer qué ropas debía llevar, por lo cual sencillamente se alzó de hombros y saludó con efusividad a la Mago Oscuro.

 

—Bueno, la verdad es que esperaba que tardaras un poco más, pero has llegado antes de lo que esperaba —Dijo con tranquilidad y le propinó un beso en la mejilla. De antemano sabía que aquel gesto la mujer lo podía tomar a mal, pero es que sencillamente él era así.

 

Como llevaban el tiempo bastante flojo y holgado, el ojiverde se puso a cambiar los atavíos de la Malfoy tocando con Santa Teresa, su varita mágica de cerezo, las que ya llevaba puestas. Al final, la mujer vestía un vestido largo y muy liviano y en la cabeza llevaba una burka que le ocultaba el rostro. No estaba seguro qué color le gustaba a la chica, pero la burka era de un color negro mientras que el vestido era de un azul celeste muy elegante. Sus pies, por el contrario, iban cubiertos por unas sencillas sandalias.

 

—Espero que no te moleste que te haya cambiado los atavíos, Juv, pero es que estamos por adentrarnos en la Gran Pirámide de Guiza, debido a que recientemente he descubierto que Keops, el faraón que descansa ahí, creó una serie de horrocruxes. La Tríada me ha pedido destruirlos debido a que suponen un peligro para los mortífagos si llegase a revivir aquel hombre. Es por eso que usaremos esta misión para que aprendas los secretos del Libro de la Fortaleza y te vincules con él —Explicó el Black Lestrange.

 

Miró entonces el reloj y entonces sí se apresuró. Había empleado demasiado tiempo en cambiar los atavíos de la mujer y explicarle la situación; debían partir de inmediato. Sacó entonces de su propio traje de manta una pequeña figurilla en forma de esfinge, la cual empezó de soltar un destello azul. Le indicó a la mortífaga que lo tocara y juntos se adentraron en un torbellino de colores que los llevaría directamente a las afueras de Guiza. Allí, los estaban esperando ya dos magos egipcios con los cuales Keaton había hecho nexos, para que les proveyeran de dos camellos para que los llevase a la Gran Pirámide.

 

—Bien Juv, mi clase contigo no será convencional, eres una bruja sumamente experimentada y seguramente sabes más de duelos que yo, por lo cual yo solamente te serviré de guía por si empleas de manera errónea alguno de los conocimientos del Libro. Primeramente dime, ¿tienes alguna duda referente a lo que contiene el manuscrito? ¿qué tan difícil se te ha hecho la utilización de los objetos? ¿te parecen útiles? —Preguntó el Animago y esperó con paciencia su respuesta.

 

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Creo que de todo un poco, no se nada del manejo de los hechizos. Puede que mi conocimiento en duelos sea amplio y mi experiencia lo avale, pero no puedo mentir sobre que se o comprendo todo lo referente al libro que estás por enseñarme—argumentó sincera. Ahora su vestimenta estaba mucho más acordé, al lugar que ambos hechiceros visitarían, recordaba la incontable cantidad de libros que colecciono sobre el antiguo Egipto. Pero para su mala suerte, no sabía con el nombre mencionado por Keaton. Keops era un ser sumamente poderoso dentro del pueblo egipcio y sin lugar a dudas, podía apostar que dio con el mismo conjuro que Voldemort para fragmentar su alma en varios pedazos. Era conocido por algunos que todo deseo concretado con esa clase de magia siempre cobraba un alto precio y este caso no seria la excepción.

 

Me interesa bastante ponerle fin al deseo insano de ese curioso faraón, no dudo que haya dejado algún lacayo para que cumpla con sus demandas después de siglos de muerto—algo en sus ojos delataba el sentimiento mezquino que brotaba de su interior. Si la idea era desarticular los planes maquiavélicos de aquel hombre, porque no optar por algo que le brindará un beneficio en todo aquello. Sabía de buena fuente que no podía dejarlo volver, empero. ¿Por qué no usar las partes de su alma para otros fines?. Eso iría en contra todo lo establecido por la Universidad, pero no seria visto del mismo modo por sus compañeros mortifagos o ella. Tomaría la decisión adecuada llegado el momento, volviendo su atención a su profesor se dispuso a desaparecer rumbo a la Pirámide de Guiza.

 

Un par de camellos les esperaban, esbozando una amplia sonrisa en sus labios se acercó al animal para dejar una caricia en su lomo. Su pelaje era áspero y rasposo, pero le agradaba la idea de estar en contacto con los animales típicos de ese país, calmándolo con un par de palmadas en su lomo procedió a montarlo con destreza. No era como montar un Hipogrifo o un Thestral, pero la sensación de adrenalina comenzó apoderarse de su cuerpo. La tierra que albergaba demasiados secretos para la humanidad era la anfitriona ideal, recordando vagamente su último paseo por las arenosas tierras de Egipto. Algo le decía que las cosas serian bastante entretenidas, al poner sus pies cerca de donde estaba ubicada la majestuosa pirámide.

 

¿Dónde comenzará nuestra misión?—preguntó sin dejar de acariciar a su peludo transporte. Keaton era el que poseía los datos más relevantes del caso, pero Malfoy necesitaba estar al tanto de todo e idear la mejor forma de proceder ante la situación que se les pudiera presentar. No se imaginaba que todo les saliera tan sencillo y a pedir de boca, no estando dentro del sitio donde las maldiciones reinaban a diestra y siniestra, castigando a todo aquel que deseará profanar los tesoros que tan celosamente permanecían resguardados dentro de cada una de las edificaciones que les rodeaban.

 

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Al vampiro le gustó que la mujer fuese sincera con él desde el principio y le dijera que no conocía absolutamente nada del uso de los hechizos que el Libro de la Fortaleza confería, por lo que él supuso que pasaría exactamente lo mismo con los objetos, que si bien no debería de ser problema que los entendiera, si se llevarían su tiempo. El chico entonces, montó también el camello que le serviría de transporte y ambos mortífagos comenzaron su cabalgata hacia la Gran Pirámide. Mientras ésto pasaba, el Ravenclaw le comenzaría a explicar los conocimientos del Libro.

 

—Concuerdo contigo, Juv. Estoy completamente seguro de que Keops dejó a algún lacayo, seguramente algún vampiro o incluso alguna clase de secta u orden que se pasara la misión de generación. Veremos con qué nos topamos —Dijo el Base ante los comentarios de la Mago Oscuro —Y bueno, en este momento, vamos a empezar el camino hacia la Gran Pirámide, allí comenzaremos a buscar la mejor forma de entrar, porque, desde luego, no habrá una puerta para la cámara a la necesitamos entrar —Comentó.

 

El calor era horrendo, pero por ello, el profesor había realizado hechizos climáticos a los atavíos tanto de la Malfoy como de él mismo, así, el calor no los agotaría tan pronto y podrían seguir sin problemas. Así pues, el Black Lestrange sacó un cigarrillo y lo prendió con la punta de la varita, con lo cual, a los pocos segundos, comenzó a echar aros de humo desde su boca hacia el despejado cielo egipcio. Carraspeó un poco para sentir el picor del tabaco en su garganta y para aclarársela, y después comenzó a hablar.

 

—BIen, comenzaremos, mientras llegamos, con la explicación teórica de la clase y para ello comenzaré con dos de los objetos que vamos a emplear tan pronto como lleguemos a la Pirámide. Verás, el Libro de la Fortaleza, como ya habrás visto, cuenta con tres anillos y un amuleto. Estos objetos, lo que buscan al vincularte con el Libro, es brindarte una Fortaleza a tus sentidos, es por ello que e, manuscrito lleva éste nombre —Comenzó —Iniciaremos con dos de los anillos. El Anillo de Salvaguarda Contra Oídos Indiscretos, nos va a ayudar, como su nombre lo dice, a evitar que personas ajenas escuchen nuestra conversaciones. Este Anillo se activa con solo tocarlo y pensando en quienes son aquellos que podrán escuchar la conversación, el sortilegio surtirá efecto a 50 metros cuadrados y te brindará discreción hasta que lo desactives —Explicó el Animago.

 

Para demostrarlo, levantó la mano izquierda, en donde tenía un bello anillo de bronce con el borde biselado en oro, el cual refulgió ante la luz de astro rey. El Ravenclaw lo tocó con las yemas de sus dedos de la mano derecha pensando en que, a partir de ese momento, solo él y Juv podrían escuchar lo que se dijera en la conversación de ambos. En el aire, inmediatamente, se sintió una pequeña alteración en el aire, y el sortilegio comenzó a surtir efecto.

 

—Listo, esta conversación quedó protegida mediante el sortilegio —Apuntó —Ahora, pasemos a la explicación de otro de los Anillos, en este caso, el Anillo Detector de Enemigos. Este anillo, aunque parezca simple su poder, es como traer un chivatoscopio portátil. La pequeña gema que está en su parte superior se encenderá cuando estés ante un ataque inminente, a parte de que te dará un pequeño escozor en el dedo donde los lleves puesto, para que actúes con mayor eficacia. Basta con que lo tengas puesto y te avisará —Explicó con claridad —¿Tienes alguna duda al respecto de estos dos objetos? —Inquirió y volteó a ver a la Malfoy.

 

En ese momento, arribaron a la Gran Pirámide, y se toparon con una gran corro de personas que se arremolinaban allí. Aquello no era normal, se entendía la afluencia de turistas magos y muggles, pero aquello se salía de todo parámetro. El Animago perdió la concentración y el sortilegio del Anillo de Salvaguarda Contra Oídos Indiscretos se desactivó y lo peor, el anillo se le cayó al suelo y se incrustó entre la arena, y al no poder sacar la varita e invocarlo mediante un accio, estaban a merced de que todos lo escucharan.

 

—Juv, por favor, activa el sortilegio. Deberemos separarnos e investigar qué sucede, no es normal tanta gente. Ten cuidado y ante cualquier cosa, el Anillo Detector de Enemigos te avisará. No reuniremos en el ala Norte de la pirámide —Dijo el Ravenclaw y jaló las riendas de su camello y se dio vuelta hacia la izquierda, mientras que Juv lo haría a la derecha. La misión de ambos era recabar información, pero al ser extranjeros, seguro llamarían la atención.

 

 

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—Anillo de Salvaguarda contra oídos indiscretos...siseó notando que este de amoldaba a la perfección a su dedo indice. La explicación de Keaton disipaba por completo su duda respecto a la sortija. Sin esperarlo siquiera un nutrido grupo de personas estaban arremolinados cerca de la pirámide, esperaba que no desearán interponerse en los planes del par de magos. Acariciando con las yemas de sus dedos aquel anillo activo enseguida el conjuro, librándose de que escucharán los pensamientos que profiera en voz alta. El ver como su compañero perdía una de sus preciadas alianzas, no detuvo a la Malfoy para reaccionar y antes de la petición de este, ella ya había activado el conjuro para apartar a los oídos indiscretos de sus palabras.

 

No tengo dudas al respecto, solo una cosa antes de que te vayas. Ten cuidado, no me cuadra para nada tener a todo este mar de gente dentro de este sitio—se despidió elevando la mano con un gesto cómplice. Su camello se mantuvo quieto por un breve instante, quizás el detectó algo que la rubia no percibió de primera mano y le estaba echando una mano sin solicitárselo siquiera. Sus ojos se desviaron hacia su espalda, percibiendo un aroma entre incienso y almizcle, el aroma se intensificó más y más quemando sus fosas nasales con su fuerte esencia. Un sabor amargo se cobijo en su aliento, provocando que tosiera sin poderlo evitar—Anillo detector de enemigos—replicó en voz baja notando que la piedra que tenía en el centro se encendió como un faro emitiendo una luz que le avisaba de un inminente peligro delante de ella.

 

Estaba lista para lidiar con eso, no podía llegar tarde al encuentro con Keaton. Además probarse a ella misma que era digna del poder que otorgaba el Libro de la Fortaleza, no era un reto que pudiera lanzar tan fácilmente al cesto de basura. Concentrando toda su atención en dar con el origen de ese aroma, observó a seis metros de ella a un par e sujeto. Iban ataviados con ropajes parecidos a los de los esclavos egipcios, resaltando en sus pechos un escudo que parecía ser el emblema de Keops. Aquel hombre comenzaba a colmarle la paciencia que no tenía y que de poseerla, no les hubiera salvado de lo que les esperaba en manos de la Nigromante.

 

Orbis Bestiarium—pensó la mortifaga posando sus ojos en una serpiente que reptaba en la arena. Está quedo bajo el control de la bruja apareciendo alrededor de su cuello un anillo dorado que le ponía irremediablemente bajo las ordenes de la bruja, ahora le tocaba a ella causar un aroma a sangre derramada sobre la arena y dejar a ese par tendidos como lagartijas sobre el inminente calor que emanaba el astro rey. Ordenándole picar en el tobillo a uno de sus atacantes inyectó el veneno en esa zona causándole la muerte de forma irremediable, el otro no hizo más que intentar auxiliar al compañero que estaba a poco de dejarlo solo ante tremendo dilema.

 

Vine aquí para ponerle punto final a las aspiraciones de un loco y no permitiré que ustedes se interpongan en mi camino—clavando su azul mirada en los ojos del hombre, no dudó en darle su merecido—Sectusempra—un rayo escarlata broto de la punta de la varita de la Animaga pegando de lleno en el pecho de su victima, abriéndose varios surcos profundos que le arrancaron grandes cantidades de sangre. Le gustaba la idea de matar y gracias a su anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos, todo aquello quedo entre ellos tres y el camello. Este gruño en favor de la fémina recibiendo una palmada de apreció por parte de Malfoy—Vamos, vamos Keaton debe estarnos esperando—tirando de las riendas le indicó que le llevará hacia el ala Norte de la Pirámide. Las personas seguían estáticas en el mismo lugar, no se movían ni para respirar y eso comenzó a inquietarle de verdad.

 

Posiblemente estaban bajo algún hechizo o eran los protectores que impedirían que ellos acabarán con los planes de Keops Una y mil interrogantes se agolparon en su cabeza, ya su cabeza empezaba a fraguar la forma de deshacerse de algunos de ellos y no dudaria an sacarles la vida de tajo. Su maldad no tenía limites y todo esos muggles estaban a nada de conocer la verdadera oscuridad que habitaba en lo más profundo de su ser.

 

 

@@Keaton Ravenclaw

 

 

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Y de pronto, algo que el Ravenclaw no tenía en mente.

 

Tanto él como si camello quedaron rodeados por varios hombres de alta estatura y con el emblema de Keops en el pecho. El Animago se quedó mirándolos para ver cuáles eran sus intenciones, y para cuando uno de ellos alzó una varita mágica, el Base supo que sus intenciones no eran amistosas. De la punta de las varitas de todos aquellos hombres (eran alrededor de quince) salieron medias lunas y flechas que iban directamente al profesor y su camello. El chico tocó con fuerza animal y pensó <<Salvaguarda Mágica>>. De inmediato ambos fueron intangibles y las flechas y medias lunas sencillamente lo atravesaron.

 

—¡Cinaede! —Dijo sin miramientos, y una nube de gas invisible los rodeó a todos y cayeron muertos por el veneno de los Pétalos de Pensamiento. Sabía que debía darle prioridad a los hechizos de de la Fortaleza y no a los de Equilibrio, pero su su intuición actuó antes que su cerebro.

 

Siguió avanzando hacia el ala norte, y justo cuando llegaba, también lo hacía Juv. Se veía algo alterada, lo cual quería decir que ella también había tenido dificultades. Keops no solo tenía un vasallo, tenía a un nutrido ejército de magos y brujas que de seguro darían su vida por defender aquel tesoro. La pregunta era, ¿cómo sabían que precisamente aquel día ambos mortífagos irían con esa intención? Keaton si que había ido antes a Guiza para investigar un poco, pero jamás vio a ninguno de aquellos hombres y tampoco habló con nadie de sus planes... ¿habría sigo algún legeremante?

 

—Creo que ambos hemos tenido problemas, ¿no? —Dijo a modo de saludo a la Malfoy —Supongo que ésto nos costará un poco más de los que pensaba. Bueno, Juv, vamos a tener que entrar, y la única forma que se me ocurre, para no alterar la estructura, es atravesar las paredes —Observó —Es por ello que deberemos usar el Salvaguarda Mágica. Este hechizo trata de la concentración, de lo fuerte que se volverá tu cuerpo al dominar su masa. Este hechizo puede ser No Verbal, pero debes imaginarte a tí misma siendo intangible, porque de lo contrario, solo por sí solo el hechizo no funcionará —Explicó —Así mismo, de una vez, te hablaré del hechizo Curación, debido a que no sé con qué nos vamos a topar ahí dentro —Añadió —Este hechizo puede ser también No Verbal, y es una acción extra en cualquier situación de batalla, es decir, no importa que ya hayas empleado tus dos hechizos por turno, en este caso, será extra. Aunque también puedes usarlo solo.

 

<<Este hechizo funciona con la luz del sol al igual que su contraparte en forma de amuleto, sin embargo, no necesita estar presente en el entorno al momento de emplearlo. Debes concentrarte en la calidez del astro rey, en como ésta, al tocar tu piel, te regenera, así pues, podrás usar el hechizo y éste actuará de la misma manera en un episkey, ¿de acuerdo? —Le explicó con rapidez pero no sin dejar de ser claro —Ahora bien, vamos a adentrarnos en la pirámide. Seguramente habrá trampas dentro, por lo que si llegamos a separarnos, emplearemos a nuestra querida Marca Tenebrosa para comunicarnos, ¿vale? Suerte —Continuó y pensó de nueva cuenta <<Salvaguarda Mágica>> y traspasó el muro.

 

Al estar dentro, sin quererlo, activó una trampilla que lo hizo caer, al alzar la cara, vio cómo esta se cerraba y se desactivaba. Juv y él, como lo pensó, habían quedado separados. Por suerte, llevaba su Amuleto Volador, el cual lo hizo planear uno tres o cuatro antes de que se golpeara fuertemente contra el piso. Tocó suelo, y se topó con una oscuridad absoluta.

 

—¡Lumus! —La punta de Santa Teresa se iluminó y vio absorto lo que tenía delante —¡No puede ser! —Sus ojos se toparon con un gran Cancerbero dormido, el cual, al olerlo, abrió sus ojos de par en par. Trató de desaparecerse, pero no lo logró, había un hechizo antia-parición en el lugar —¡Semillas de Hielo! —Soltó sin más y de su varita salió un chorro de aire congelante que petrificó momentáneamente a la bestia. Echó a corre sin más y tocó la Marca Tenebrosa de su antebrazo izquierdo, el cal dio su ubicación exacta a la Nigromante. A la Mago Oscuro. Al menos ella,. al poseer un rango más alto dentro de la Marca, podría emplear hechizos más poderosos contra los peligros que ahí habían, pero debían ser cautelosos mientras se encontraban.

 

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Editado por Keaton Ravenclaw

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Salvaguarda Mágica—pensó la vampira luego de escuchar atentamente las palabras de Keaton. Poco a poco las dudas con respecto a los hechizos y el topacio amarillo que ahora colgaba de su pecho, ya se habían disipado casi por completo—Entendido, suerte y si necesitas una mano—señaló con su mirada la marca que tenía en su antebrazo izquierdo. Su cuerpo se volvió intangible por completo al igual que el camello en el que iba montada, ambos pudieron cruzar sin dificultad la gruesa pared de la pirámide, quedando dentro de un pasillo que estaba tenuemente alumbrado por una hilera de antorchas que estaban distribuidas a ambos lados del mismo. Una horda de áspids aparecieron delante de la rubia y su transporte, parecía que el faraón se empecinaba en ponerles trabas todo con tal de concretar sus siniestros planes.

 

Anillo de amistad con las bestias—aquella alianza le permitiría intentar entender el objetivo de esas pequeñas. Quizás estaban ahí para proteger el sitio de extraños, pero Malfoy de momento, no representaba una amenaza ante ellas o eso esperaba. En caso contrario, no dudaría en enviarlas lo más lejos posible o en el peor de los casos llevarlas hasta donde estaba el dichoso faraón y colocárselas como un collar plagado de veneno de cabo a rabo. Sus orbes azul oscuro destellaron con furia, ¿Cómo era capaz e causar tantos problemas, si estaba muerto?. Aquella duda era como un palito de madera que le picaba las costillas constantemente, causando un malestar que se iba acrecentando en la Nigromante. Su cuerpo era una maquina cargada de pura adrenalina, no le extrañaría que dentro de poco el mismo estallará y lo hiciera para mal.

 

Sin esperarlo siquiera un zarpazo se dejó caer sobre su espalda, causándole una herida que le escoció como si un trozo de roca ardiente mancillará con su endemoniado calor el cuerpo de la rubia. Echando la vista hacia atrás, no pudo ver nada a simple vista, no hasta que unas fauces afiladas estaban a pocos centímetros de su marmóreo rostro—¡¡¡ Que cara...!!!—antes de poder terminar la oración un chacal parecido a Anubis el dios de la muerte y la vida. La sangre mojaba sus ropajes blancos, dándole un tirón a las cuerdas que tenía el camello como riendas improvisadas le obligo a moverse quedando a 5 metros de la bestia. Necesitaba curarse de lo que tenía encima o la perdida de sangre, si que le complicaría todo el paisaje.

 

Curación—pensó imaginándose el calor que brotaba del Sol, cubriendo con su surda la zona donde estaba la herida. Sintiendo como poco a poco sanaba y se curaba, relajando sus músculos estaba a poco de lanzarle algo que le causará bastante daño a ese ser tan peculiar y atrevido. Elevando su varita dando un fuerte latigazo con la misma, no se detuvo a pensar como atacarlo, simplemente reaccionó de la única forma en que su instinto se lo dictaba—Orbis bestiarium—apareciendo un anillo dorado que envolvió el cuello del Chacal, sometiéndolo al control de la Animaga. Le usaría como una defensa, si se topaba con otra sorpresita dentro de la pirámide.

 

Le tocaba ir en busca de Keaton, aquello de estar separados por ese sitio tan peligroso, no le acababa de cerrar del todo a la rubia Malfoy.

 

@@Keaton Ravenclaw

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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  • 2 semanas más tarde...

Observaba lo ocurrido desde lo lejos. Aquella extraña sombra simplemente se mantenía inerte, sin hacer ningún movimiento, estaba cazando. Podía sentir la ponzoña entre sus dientes una vez que paso la lengua por los filosos colmillos vampíricos. Se burlo, se mofo, en sus pensamientos podía ver como Keaton estaba sirviendo de alimento para las criaturas y alimañas del inframundo. El muy tonto se había confiado, ahora él estaba en su propio inferno y aquel hombre estaba por catar su mantra infantil en voz alta. Si, podía sentir todo su poder oscuro acumularse. Se pregunto si Juve sería lo suficientemente valiente para afrontar lo que le faltaba o si saldría corriendo cuando una de sus más grandes pesadillas apareciera frente a ella.

 

-Por mi se va a la ciudad del llanto, por mi se va al eterno dolor, la justicia animo a mi sublime arquitecto, soy hijo de la suprema sabiduría del primer amor, antes de mi no hubo nada, y yo duro eternamente, así que perded toda esperanza los que por mano caéis. –se escucho claramente retumbando entre las paredes de aquella pirámide.

 

Utilizo el salvaguarda mágica para cruzar aquella pared y estar mucho más cerca de su compañera de bando. Se pregunto ¿Qué pensaría ella cuando lo viera frente a frente?, caminó por el oscuro pasillo. Cerro su puño izquierdo para luego juguetear con sus dedos mientras en su mano derecha su instrumento mágico pedía un sacrificio de sangre y él iba a dárselo.

 

Conjuro en un susurro el espejo de la niebla provocando así que la atmósfera fuera más fría y la percepción de la nigromante fuera mucho más aterradora de él. El vampiro estaba jugando un juego del gato y del ratón por lo que sin mas aprovecharía aquel nuevo poder que pro un momento le había dado el espejo para hacer su siguiente jugada

 

-Vitae- Susurro haciendo una rápida floritura apuntando a montón de de hierro de las antorchas y piedras envejecidas que estaba en aquel pasillo. Estos comenzaron a animalizarse, transformando aquellos materiales en una especie de pantera adulta, con garras tan filosas como cuchillos y ojos saltones inyectados de sangre y dientes de metal y piedra, listos para recibir órdenes.

 

-Mátala - Le ordeno mientras apuntaba a su nueva aprendiz. El animal comenzaría el rápido trote hacia Juve a quien agarraría y le despedazaría el pecho, haciendo explotar su corazón.

 

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Editado por Hades Ragnarok

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—Orbis Bestiarium—sentenció la rubia apareciendo un grueso anillo dorado alrededor del cuello del felino que venía contra ella, dominándolo de ese modo, le puso bajo sus ordenes de protegerle de un nuevo ataque. ¿Quién demonios le atacaría con un hechizo que pertenecía a su bando?. Tendría tiempo de buscar al culpable y darle su merecido escarmiento, porque jugarle de ese modo tan traicionero y artero, no le cuadraba en lo más mínimo a Malfoy. Algo dentro de ella se removió con fuerza, sabiendo que sólo una persona, podría causar esa sensación de pura oscuridad en ella, él único que le conocía como la palma de su mano. Sus orbes azul oscuro observaron atónitos la presencia de Hades dentro de la pirámide, ¿dónde demonios se había metido Keaton?. Quizás el tiempo o las bestias, le habían jugado una mala pasada al Ravenclaw. No podía quedarse a llorar sobre la leche derramada, no teniendo delante de ella una amenaza latente como lo era el Ragnarok.


—Detritus—elevó su varita pronunciando aquel hechizo, viéndose rodeada por una capa gaseosa que le protegería, al menos de momento de los animales o bestias que deseará enviarle en contra. Además de cuidarse de verse impactada por algún hechizo o mala intención que brotará de la cabecita endemoniada de su nuevo profesor, si que le estaban poniendo la cabeza en los pies de una sola. Ahora la prueba estaría plagada de locuras y torturas inesperadas para ambos, no se sacaba de la cabeza la idea de verse tendida sobre el suelo o peor aún siendo devorada por alguna criatura hambrienta. Su búsqueda se estaba resumiendo a nada de un momento a otro, tal vez el método empleado por Hades, le diera mejores resultados a Malfoy y aprendería por las malas el manejo adecuado de los hechizos del Libro de la Fortaleza.


—Salvaguarda Mágica—pensó la rubia cruzando otra pared que daba acceso a un nuevo pasadizo, tras volverse intangible. No escapaba de su profesor en si, sólo deseaba dar con el paradero de la tumba del dichoso faraón, para poner sus planes de cabeza y luego de eso volverlos cenizas que serían arrasadas por lo vientos egipcios. Tenía bastos conocimientos sobre esa cultura, volviéndose un poco fanática de la misma de una forma obsesiva por denominarlo de algún modo. Anubis y Osiris eran sus deidades predilectas, cada uno de ellos captó su atención de forma diferente, aquel que regía el mundo de los muertos y el otro que era el dios de resurrección. El ying y el yang, curiosa la forma en que Egipto siempre entraba de nueva cuenta en la vida de la Nigromante, no sólo para darle mensajes que eran recibidos por su ojo interior, sino porque su habilidad en el arte de la Nigromancia, le daba el poder necesario para poder contactar con algunas fuerzas del otro mundo.


—Te voy a pegar una paliza monumental—advirtió sintiendo algo extraño en el ambiente. Varios escarabajos, le rodearon causando que el camello en el que iba montada elevará sus patas asustado, palmeando el costado de este le confortaba. No les dañarían en lo más mínimo, porque aún tenia rodeándola a su detritus. El haber cruzado el muro, no le restaba poder al conjuro que se había vuelto uno de los predilectos de la mortifaga, no por nada cada que tenía la oportunidad lo empleaba. Igual que una niña encaprichada con un juguete nuevo, lastimosamente para el resto ella se manejaba de ese modo y no cambiaría ese método por nada del mundo. Esperaba que Hades fuera a su encuentro o en el peor de los casos, ya le estuviera preparando una nueva sorpresa a la Animaga.



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