~.:: Mansión Ryddleturn ::.~ (MM B: 111579)

[Lisette Ryddleturn]

La elfina se quedó observando al otro elfo durante largos segundos hasta que finalmente terminó por mostrar una sonrisa comprensiva y de paciencia y negó con la cabeza un par de veces

 

El pobre elfo a veces no entendía que había mejores maneras de lidiar con los problemas que preocupándose demasiado por lo que estaba haciendo a pesar de que lo hacía bien

 

O sea, tenía que hacer bien las cosas, era un elfo doméstico y estaban orgullosos de sus trabajos y de que tenían que hacer las formas de la manera más correcta para sentirse orgullosos de ello

 

Pero también comenzaba a entender que no estaba mal preocuparse por su salud y por tomarse el tiempo y el respiro de hacerlo con gusto y esperaba poder enseñarle eso al elfo más joven

 

-Sabes? nuestras amas no estan al acecho de si haces las cosas bien o mal, hazlas bien pero no tienes por qué saltar cada cinco minutos, no te van a salir de detrás de uno de los sillones para ver qué hiciste

[Hayame Snape Potter Black]

El elfo había comenzado a temblar mientras trataba de suprimir el miedo que le daba el fallar en algo de aquel trabajo pero entonces, las palabras de la otra elfina tan solo consiguieron que sus nervios aumentaran de nivel al grado que hacía resonar el tubo de la aspiradora; accidentalmente ahora por aquello mismo había terminado por golpear con tanta fuerza una de las paredes de aquella mansión que había terminado haciendo cimbrar el techo y que uno de los candelabros empezase a mecerse peligrosamente

 

-Ahhh!! solo me faltaría eso!! -chilló Julius soltando de golpe la aspiradora para llevarse las pequeñas manitas cerca de la boca -romper eso me traerá demasiada mala suerte, las amas se enojaran, me mataran o me desollaran!! el pobre Julius no tiene tanto dinero o poder como para poder reparar eso, ahhh!! qué voy a hacer ahora???

 

Dramáticamente el elfo se tiró boca abajo sobre la alfombra para comenzar a tironear de sus orejas con desesperación

 

-Qué haré, qué haré!!?

[Xell Vladimir Potter Black]

El grito sonó tan elevado que atrajo a todos los elfos de la mansión Vladimir. Éramos pocos en casa, pero para mí siempre sería la casa de mi madre, aunque ella ya no estuviera con nosotras. No, Terna no había muerto, gracias a Gea. Sólo estaba retirada en un centro de sacerdotisas, aprendiendo magia muy antigua en la Orden Del Tejo. Había prometido volver y enseñarme cuantas más hechizos mejor de su clan. Aunque yo seguía perteneciendo a Avalon, donde aprendí todos mis inicios, ahora estaba en contacto con chamanes celtas que me habían hecho profundizar en la magia aprendida.

Mi grito alteró la tranquila vida de la Vladimir. Era todo muy apacible y silencioso, salvo cuando yo ponía algo de música. Los elfos Csezar y Julius vinieron corriendo, junto a Montmeló para ver qué sucedía.

- ¿Han muerto? - grité de nuevo. Repetí: - ¿Han muerto?

Me puse a llorar. Aunque los elfos insistían en qué había sido una pesadilla, yo no podía dejar de pensar en eso: las 3 estaban muertas, no podía creerlo. Tenía que comprobarlo por mí mía. Es por eso que manoteé en el aire para líbrame de los cuidados de los elfos y me puse en pie, ni sé cómo encontré las zapatillas planas y un jersecito suave de lana para el fresco del atardecer.

- Voy a la Mansión de la Tía Ryddleturn , allá seguro que tienen más noticias de Lysette.

Los elfos insistieron en acompañarme. Yo sabía que no me dejarian sola así que salimos de la mansión y les di la mano, esperando que ellos me llevarán de la forma más rápida. Un simple chasquido de dedos de mi elfo Montmeló sirvió para aparecer nos en los jardines de la entrada. Al ser familia, podíamos hacerlo en el interior, tras la verja.

El estado era algo triste aunque , he de reconocerlo, me esperaba algo más deplorable. La cocina Morning y Julius habían mantenido limpio el jardín y las flores que Lisette había plantado el invierno pasado, crecían hermosas, aunque algo alicaídas. Las entendí como si me lo hubieran dicho ellas mismas: echaban de menos a su Amiga la florista.

- No os preocupéis, bonitas. Regresarán pronto.

Eso esperaba, sentía mucho miedo que mi pesadilla, si es que lo había sido, se cumplieran y las 3 estuvieran muertas.

- Avisa al primo @ Matt Blackner , que acuda inmediatamente aquí y traiga su armas. Creo que necesitare ayuda ahí dentro. Y a @ Helike R V PB , ella seguro que también sabe lidiar con lo oscuro...

Al mirar la casa, el aura era oscura. Sacudí nerviosa la cabeza, como si quisiera negar de esa manera la idea que estuvieran muertas.

- No, siguen vivas. - Solo las flores me oían.

[Helike R V PB]

No sabía si era de día o era de noche pero en la cueva que me encontraba estaba revisando algunas marcas antiguas de nuestros ancestros. Magia en definitiva. Ellos entendían mejor el poder que encarnaba el gravar o pintar en las paredes, como si la propia Gaia nos hablara a través de la naturaleza. Pero mientras revisaba qué contenido útil podía incluír para mi clan de nosferatu, sentí un estremecimiento. Raro...

Giré mi cabeza. No había nadie en esa cueva oscura. Sólo se oía ligeros goteos pero nada más, algún susurro de batir de alas de los murciélagos. Pero hasta incluso, siendo vampira podía notar la humedad que había en el interior. Pero lo sentí otra vez. Era como una llamada, un grito de socorro que no entendía...

¿Qué estará pasando? Me pregunté. Me puse el gorro de exploradora, si me viese Sagitas, o se reía de mí o me gritaba por ir como un muggle. Recogí mis pequeñas cajas de investigación con la varita. Ajusté la camiseta, el chaquelo y los pantalones, además de las botas de color caqui que me camuflaban en el interior. Parecería una roca más, salvo por mi pelo color chocolate oscuro atado en una cola de caballo alta. Llevé mis utensilios y los guardé en el morral de cuero que llevaba. Tomé la cantimplora con agua y poción revitalizante que me mantenía un poco más sin necesidad de sangre... Revisé mi libreta encuadernada en piel e introduje en su interior la pluma en dónde hasta hacía un momento estaba haciendo anotaciones...

Vendré más tarde susurré a la caverna. El eco de mi voz se desplazó con suavidad en la oscuridad. No me hacía falta ni antorchas ni ningún tipo de iluminación. Mis ojos estaban adaptados para cazar pero esa noche no era el caso. Aunque tampoco sería de día. En ese tipo de resguardos, el tiempo se diluía como el pequeño riachuelo que se escuchaba más allá de la gota que caía incesante. Me giré nuevamente y volviéndo a guardar todo de nuevo en el morral con la varita, me dirigí hasta el exterior. Sólo se escuchaban mis botas con el chapoteo del barro al caminar. Entre el acceso y la salida, hice un par de conjuros con mi varita para proteger el lugar de intrusos. Puse mi mano a modo de pantalla por culpa del sol, que casi me deslumbra. 

Me giré sobre mis talones y dejé que esa sensación dejara que me llevara...

Cuando abrí los ojos me sorprendí, era la mansión Ryddleturn. Vi a mi prima en los jardines, me desplacé con seguridad y firmeza pero por aquellas horas parecía que no había nadie en la calle de Ottery y era mucho mejor así. No me apetecía encontrarme con nadie. Pasé a los jardines y fui corriendo hasta la que era mi compañera de bando actual...

- ¡Prima @ Xell Vladimir Potter Black  ! Estaba de excursión... ¿qué ha pasado? Lo he sentido - dije con cierta incomodidad. Sólo me había pasado con Matt y en un par de ocasiones sólamente - no entiendo nada - dije al mismo tiempo, confundida. 

[Xell Vladimir Potter Black]

Las flores me contestaron; eso me dejó sin habla, no esperaba que aquellos lindos ejemplares coloridos tuvieran voz. Abrí la boca en un "ooooh" eterno hasta que sentí que me llamaban prima.

Fue entonces cuando reconocí a la prima @ Helike R V PB , que se adentraba en los territorios de la Ryddleturn con paso decidido. ¿Cómo es que no la había reconocido antes no oído? Sus zancadas eran reconocibles en cualquier lugar. Desde que la había visto en La Marca, siempre había envidiado la seguridad que generaba con sus pasos.

- ¡Prima Helike! ¿Tú también lo han sentido? 

Era una pregunta sin sentido pues lo acababa de decir, así que sonó un poco tonta.

- No sé lo que es, solo tengo un presentimiento horrible. La última vez que lo había sentido, pasó algo horrible. ¿Recuerdas el monstruo guardián que nos encontramos la última vez?  ¿Crees que habrá vuelto y se las habrá...?

No terminé la frase. Si algo de aquello era cierto, no cabía duda que necesitaríamos más ayuda.

Y era innegable que algo oscuro habitaba allá dentro en vez de la matriarca, pura pureza...

[Lisette Ryddleturn]

Entró en esos momentos con una canasta bajo el brazo y expresión pensativa mientras que las puertas crujían con un suave vaivén producto de que al menos de esa parte no tenía mucho tiempo desde la última vez que las había abierto.

Por un tiempo todo había estado bien pero una carta tras otra y las ocupaciones y los estudios habían comenzado a llegar con un raudal bastante fluido lo que le había hecho tomar una decisión por demás dura y algo cansada.

Tenía que tomarse un tiempo en una pequeña construcción con maderas y cubierta de plantas y flores en la parte posterior de su jardín para tener la oportunidad de concentrarse más en sus estudios y en algunas enfermedades de las que le habían consultado.

Era difícil poner atención al exterior en algunas ocasiones especialmente cuando de la universidad le llegaron informes mágicos de que por ciertas precauciones ya no podría ir de forma y cuerpo presentes.

Había sido muy difícil, estudiar no era lo mismo y tenía que poner una exigencia de estudio tal que por un instante se olvidó de que seguía con vida y que tenía que hacer algo más que acudir a las clases por medio de bola mágica donde siempre le pedían observarla.

Peor aún fue ese momento cuando otra vez le exigieron tomar un par de trenes para ir a un salón con tanto descuido en lo referente a la protección mágica contra enfermedades que estuvo a punto de renunciar a su sueño de ser una gran medimaga o herbológa.

Pero al final no se había dado por vencida y seguía con la mente totalmente enfocada en ello pero de todas maneras, le pareció que escuchaba voces en su hogar que por primera vez en mucho tiempo la alarmaron.

No quería preocuparse, agarró una canasta pensando en que lo mejor era igual aprovechar para tomar unos pocos víveres para su refugio en la parte trasera y se metió a su propia casa teniendo por sorpresa un par de visitas que parecían sufrir mucho.

-Quién se murió?

Terminó preguntando de forma alarmada abriendo mucho los ojos y pensando por primera vez en su novia y luego en sus dos hermanas que siempre estaban metidas en problemas y no sería la primera vez que estuvieran en peligro de muerte.

[Xell Vladimir Potter Black]

Creo que me paso el día gritando porque, al sentir la voz dulce de Lisette, volví a hacerlo. Primero, la sorpresa al verla. Estaba como antes, tal vez más guapa y reluciente, como si se hubiera estado cuidando todo el tiempo que había estado sin dejarse ver. Yo también me había cuidado pero estaba algo más flaca, tanto que parecía un palo de escoba. Siempre temía que me tomaran por una de las que volaban y se montaran encima (bromita, Lissete, me alegra muchísimo verte por el foro de nuevo, tqm!).

Segundo, la alegría de verla, viva, no como había visto en mi sueño, en mi pesadilla. Corrí hacia ella y la abracé, tirándole al suelo una canastilla que traía.

- ¡Estás viva, estás viva! ¡ Y lindísima! ¡Oh tiita Lisette, estás preciosa! Mira mi pelo, no está tan bonito como el tuyo.

Entonces, sentí de nuevo aquel hedor oscuro, frené mi cháchara porque no era el momento para hablar de cosas vanas. Tendríamos tiempo, siempre que  nos libráramos de aquello. ¿Qué podía ser? 

- ¿Y la tía Haya? ¿Sabes dónde está? Ahí hay algo, tiita, lo presiento. Pero mi poder no es tan fuerte como antes y no distingo si es un ente o sólo una plagas de hadas endemoniadas.

Estaba contenta de verla, apenada por no saber cómo ayudarla. Tal vez entrando en la casa y mirando qué la habitaba.

- ¿Dónde has vivido este año?

[Lisette Ryddleturn]

Había comenzado a reír, primero por el susto y después por el cariño y la calidez que le proyectaba el cuerpo de quien la había abrazado con tanta familiaridad que ni siquiera se había detenido a pensar en su canasta caída.

Esta rodaba hacia el exterior de la casa justo por donde la bruja había entrado y sin pensarlo ahora acariciaba los cabellos de la chica que la sostenía, justo esa humanidad que había sentido necesitar todo ese tiempo.

-Nunca me fui de la casa en realidad, todo el tiempo estuve viviendo aquí pero como creí que necesitaría de concentrarme en mis estudios para ser una buena medimaga creo que me enclaustré mucho en la choza del jardín trasero

Explicó ahora con un tono de pena y vergüenza en la voz, alzando la mano para señalar con suavidad en dirección de donde estaba la pequeña habitación de maderas cubierta de hierbas y flores de manera que se mimetizaba con lo que había a los alrededores.

-Los estudios y las cosas escolares han requerido de cambios estrictos para poder conseguir nuestros títulos y ayudar a la comunidad mágica en este tiempo de crisis pero creo que me enfoqué tanto en eso que me olvidé de salir realmente a tomar aire y dejarme ver

Explicó sintiéndose cada vez más tonta porque realmente había querido tanto convertirse en alguien que ayudara a los demás que no pensó que quizá el resto de la familia la tomaría por muerta si no enviaba una carta al menos por un tiempo.

-Pero me llegaron los rumores de que el pueblo estuvo desaparecido por cerca de un mes y que nadie podía salir de sus casas ni siquiera para asomar la nariz. Eso es verdad? El pueblo desapareció completamente con todos adentro?

[Sagitas E. Potter Blue]

Aunque el bosque era profundo y los alrededores parecían inspirar mucho miedo, el séquito ministerial se alineó delante de la verja de entrada a los terrenos de la Familia Ryddleturn y anunció la llegada del Miembro del Wizengamot. Don Higinio sonrió ante aquella muestra de poder que le había facilitado la Ministra inglesa, Sagitas Ericen Potter Blue, para llegar a la mansión tan célebre y famosa del pueblo de Ottery, tan ligada a su historia desde los inicios de los tiempos, que parecía  haber crecido a la vez que el pueblo o antes incluso.

Don Higinio era un abogado regordete y bonachón que hacía años que no ejercía excepto para consultas extraordinarias. Miembro del Wizengamot, no coincidía últimamente con los conceptos ideológicos de su buena amiga aunque, si hacía falta, siempre estaba dispuesto a ayudarla, como en éste caso. Cuando las trompetas dejaron de sonar y la música dejó de hacer ecos en las montañas vecinas, carraspeó ante dos rubitas muy agradables y una morena de ojos perspicaces.

-- Muy buenos días tengan ustedes -- se presentó.-- Soy Don Higinio Vascuento, vengo en nombre de la Excelentísima Sagitas Potter Blue. Dijo que necesitarían mi ayuda para contrarrestar... algo. En verdad, sus palabras fueron muy ambiguas, pero me dijo que, como ella no puede acudir en este momento -- en realidad, estaba fuera del país, en suelo francés, organizando una alianza política con los galos --, que me presentara ante ustedes. ¿Quién es la Dueña de la mansión, a quien tengo que entregar este pergamino con mis credenciales?

Y el hombre de ojos claros extendió el rollo hacia el aire, esperando que alguien lo cogiera.

[Helike R V PB]

Aún tenía mi varita en la mano. Gracias a los bolsillos extensibles que tenía el chaleco de exploradora, guardé el resto de utensilios en los fondos. Esperaba no tener que sacar nada del morral de cuero y que sólo llegase con la varita que apretaba con algo de fuerza. Parecía que esa cosa, fuese la que fuese, la notaba según me acercaba más a la mansión Ryddleturn. Cómo un ente oscuro encerrado en una profunda cámara.

- Sí -asentí con la cabeza- pero no sé qué quiere decir... su energía debe ser bien potente, porque desde dónde estaba... Mi hermana me enseñó a detectarlas y a analizarlas así que esa cosa, sea la que sea, debe estar cerca. O mejor dicho, en el suelo de la mansión. Porque según me he acercado, la he notado más poderosa...

- ¿Monstruo guardián? em... -me quedé dudando, confusa- no sé, ¿debería? quizás si lo habéis destruído su poder haya sido renovado de alguna manera -comenté elevando mis hombros, desconcertada.

- ¡Lisette! - grité con alegría al verla. Hacía tiempo que no la veía por el pueblo, pensaba que se había ido del lugar en busca de uno más tranquilo y más cuando nuestra querida ministra, había incluído decretos que molestaría a muchos magos, seguro. Y por ende, seguro que creaba más violencia de la que ya había y no con temas de bandos - ¡me alegro de verte! - le dije con sinceridad.

- Tal así querida Lisette. Técnicamente la magia se borró por completo. Todos éramos como squibs -dije sin evitar con un poco de asco en mi voz- vagábamos de aquí por allá... fueron malos días. 

Di un bote ante un sonido ensordecedor. Casi lanzo una maldición sino fuese por el séquito que había llegado. Miré estupefacta a las presentes...

- Pero ¿qué? -pregunté nuevamente sin entender. Absurdo, dije en mi cabeza. Y en cuánto el hombre dio las explicaciones pertinentes no pude evitar soltar un bufido...

- Sagitas tenía que ser - dije, llevando la palma de mi mano a la cabeza y negando nuevamente... 

- ¿Qué has hecho? - inquirí nuevamente, mirando a Lisette- porque si los abogados se presentan, mal asunto... 

Con un toque de varita, hice que de uno de mis bolsillos saliera un cigarrillo. Lo llevé a la boca y lo encendí con mi varita, empezaron a salir las primeras bocanadas de humo...

- ¿Y en qué le podemos servirle buen señor don Vascuento? -¡hasta tenía un apellido ridícul0! negué con la cabeza. No podía salir nada bueno de todo aquello.

@ Lisette Ryddleturn  @ Xell Vladimir Potter Black  @ Sagitas Potter Blue