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El Puño de Diagón (MM B: 111585)


Jank Dayne
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Era tanto el secretismo de los elfos y su preocupación por haber llegado hasta esta puerta que no pude evitar contagiarme de curiosidad y querer averiguar que era lo que estaba ocurriendo en el lugar, bueno supongo que esa curiosidad innata por saber lo que ocurría siempre a mi alrededor era lo que me dirigía a estar investigando todo cuanto fuera posible así no estuviera trabajando.

 

Mientras esperaba que el elfo me diera luz verde para entrar al misterioso sitio después de firmar todos los documentos que me había facilitado vi que llegó un mago que ya había visto en varias ocasiones, aunque no había tenido el gusto de hablar con el más que de pronto un corto saludo, pero del cual ya sabía que se llamaba Vladimir. Al escuchar sus palabras no pude evitar sonreír, - pues con tantos requisitos que piden solo por ver espero que tus pies te hayan traído a algo bueno - le respondí al tiempo que el elfo de la puerta al fin la abría para que pasaramos.

 

Al entrar no pude evitar sentir el estruendo ruido que inundaba el lugar, muchas personas alentando lo que parecían ser peleas de tipo mas fuerte que las de arriba que se llevaban a cabo dentro de un círculo rojo, a los pocos segundos de haber entrado Zoella vino a nosotros. -Realmente el perdido era el pequeño elfo que se equivocó de lugar creo yo al traerme, pero bueno tanto misterio picó mi curiosidad y heme aquí dispuesta a observar el espectáculo - le dije a la bruja que mostraba una expresión de incredulidad al verme aquí abajo.

 

- Te tenias bien guardada la atracción principal del lugar - le dije a Zoella mientras observaba todo el lugar en conjuntos - Gracias espero disfrutarlo, y tal vez cuando le agarre la idea a los combates decida apostar para no perder tan facil mi dinero - le dije riendo, primero debía ver cómo se manejaban las peleas y que tal eran los luchadores. Era novata en el tema pero nunca había sido tonta con mis finanzas.

 

Zoella se retiró y quede junto a Vladimir, - Bueno supongo que necesitamos buscar buenos lugares para disfrutar la próxima pelea, a no ser que tu vayas a participar de alguna, en ese caso creo que deberias ir a prepararte - le dije al mago quien se veía bastante concentrado observando el lugar.

 

@ @@Vladimir Karkarov

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  • 2 semanas más tarde...

Lo único que pasaba en ese momento por la mente era hacer derramar sangre a cualquier costa, parece ser que despertó su apetito más exigente que nunca. Ya estaba desesperado, necesitaba saborear un poco del néctar color vino tinto, mejor conocido como sangre, volteó a ver sus manos, estaban tensas, y sus uñas, las cuales repentinamente eran puntiagudas, empezaban a ponerse de un color negro, al igual que nuevamente su cabello. Parecía que nuevamente Typhoon se estaba apoderando del joven. Con una mirada que mataría a cualquier persona que sufriera del corazón, "Racks" volteó a ver a Jeremy y le respondió -No sé...- silencio dramático -¿Tú quieres reanudar lo que una vez ya pasó?... Tú, Rachel, y yo, ¿Recuerdas?- Con un tono un poco sádico, haciéndole mofa al rubio.

 

Mientras Zoe y Jeremy estaban hablando, Racks no podía ver el derramamiento de sangre que causaba el pelirrojo que estaba encima del ring. Se quita la ropa como había mencionado la Triviani, podía ser un demonio, pero el lado amable de Racks hacía que le hiciese caso. Al ver que la pelea entre el pelirrojo y el calvo estaba a punto de acabar, el nuevamente pelinegro empezó a abrirse paso entre la gente, escapándose de Zoe y de Jeremy sin que se diesen cuenta, estaban entreteniéndose hablando con una nueva maga que había llegado, Rose por lo que había llegado a oír. Llegando a encima del ring, camina hacia donde estaban los combatientes mientras tenía los ojos cerrados el calvo parecía estar a punto de acertar el golpe que definiría al ganador del combate, Typhoon le agarra la muñeca antes de que lanzara el golpe -Parece que ya tenemos a un ganador...- Dice con una sonrisa maléfica -Lástima que no saldrá con vida de aquí tampoco- Concluye estas palabras dirigiéndole la mirada riéndose un tanto sádico. Levanta su mano izquierda que había quedado libre, y con las uñas le corta la yugular al combatiente calvo, así, arrebatándole la vida.

 

Cayendo al piso el calvo, empezó a desangrarse, el olfato de Typhoon estaba volviéndolo loco, un poco de la sangre le había quedado en la uña, a la cual empieza a degustar. ¡Qué asco!- Exclama el demonio en voz alta -¡Tienes un sabor horripilante!- Concluye dándole una patada, mandándolo contra una pared. ¡Eh, Jeremy! Date prisa, que no tengo toda la eternidad. ¡Ah no espera!... Soy inmortal- Empezó a reír cínicamente, mientras que el color negro de sus uñas empezó a extenderse hasta poco más de las muñecas.

 

@ @ @@Rose Black Lestrange

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  • 3 semanas más tarde...

Sótano Clandestino

 

Con la bruja ignorándolo, el vampiro puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos a ver a la Triviani haciendo sus recados. No se dio cuenta hasta muy tarde que Racks había desaparecido de su lado y había atacado al hombre que en esos momentos luchaban… a muerte, porque eso fue lo que pasó cuando el ex peliblanco lo atacó con sus manos, provocándole una dolorosa muerte.

 

-¡Maldición! -Gritó con enojo frunciendo la ceja ¿Que le pasaba al chico? No habían ido a matar a nadie. Bueno, no de forma tan evidente.

 

La risa de Typhoon puso los pelos de punta al Askar. Pero fue la provocación que lanzó al aire lo que terminó de sellar su destino. Lanzó a un costado la toalla y la botella de agua, que llevaba consigo desde la anterior pelea y se colocó frente al Ivashkov. Los ojos azules empezaron a perder su color mientras sus pupilas se ampliaban. Los colmillos empezaron a descender, dejando las facciones de su condición racial a plena vista.

 

-También soy inmortal, amigo -Dijo con una mueca burlona.

 

El piso estaba manchado con la sangre del anterior luchador. El cuerpo de la víctima, era un bulto a los pies del demonio. Por lo menos no molestaría al rubio cuando quisiera atacar. Una vista rápida al costado le dio la perspectiva de la distancia en la que se encontraba Zoella. El problema mayor era que sus sentidos estaban enfocados en la sangre del hombre, y la sed que empezaba a sentir en su garganta.

 

-Me tomare hasta la última gota de tu cuerpo -Amenazó con una sonrisa maligna.

 

 

@@racks1804 @

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  • 3 semanas más tarde...

Desde la oficina, repleta de pergaminos, formularios y demás pude escuchar el pequeño alboroto que llevaban los elfos desde afuera. Las criaturas desde su llegada se habían llevado todos fatal, como siempre hay uno que intenta mantenerlos unidos (aunque en este caso falló). Concentrarme con el alboroto que tenían armado afuera fue tarea difícil y al final me levanté de la vieja silla y subí a las escaleras de salida del sótano.

 

- ¿Que ca***o está pasando aquí? - Pronuncie lo más seria posible, viendo la situación unas ganas de reírme crecieron desde mi estomago pero debía mantener la seriedad frente a ellos.

 

En el suelo se encontraban Tim y Holly, los elfos más jóvenes "peleando". Ambos se jaloneaban las orejas y picaban las costillas con sus dedos mientras los otros elfos alentaban la pelea. Tomándolos a ambos desde sus brazos los separé - A ver, a ver. ¿A eso llaman pelear? - Interrogué viéndolos a ambos mientras entre ellos se lanzaban malas miradas.

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Hacia mucho tiempo que no paseaba por el mundo, él gitano se dedico solamente a estar encerrado en sus hogares, moviéndose de aquí para allá mediante armarios que encontraba, era un pequeño juego que a él lo divertía. Un mago solitario, que disfrutaba de su nula compañía por los seres vivos; sobre todo le daba tiempo para practicar nuevos hechizos de tortura con los Chuck del castillo.

 

Tenia tiempo sin ver a sus hermanas, por lo que decidió emprender un pequeño viaje hasta uno de sus locales, en el cual quizás la podría encontrar y disfrutar de un intercambio de palabras. La bruja era muy interesante cuando se trataba de anécdotas y en estos tiempos no había otra cosa que hacer mas que sentarse a platicar; o matar magos que osaran irrumpir los ideales del Señor Tenebroso.

 

Ubicado al inicio del callejón diagón, «El Puño» observo el cartel y murmuro sus palabras.

 

Empujo la puerta y entro, parecía un espacio reducido por fuera, pero por dentro ampliado con magia era verdaderamente un espectáculo presenciar peleas dentro de él. Uno de los carteles decía expresivamente que el uso de varitas dentro de los ring estaba prohibida, pero por ningún lado decía que fuera también. Se movió rápido y encontró a Zoella, la magia gitana le daba el poder de hacer eso. (?)

 

Hola La pico con su varita en la parte posterior de la cintura. Veo que tienes una plaga de elfos... Sonrió observando como peleaban.

 

 

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Los elfos que junto a Arianne compré no tenían mucho de haber llegado al local, la convivencia entre ellos era mala, constantemente discutían y en reiteradas ocasiones el maltrato era la única manera de calmarlos. Ignorando el ruido del puño indicando la llegada de alguien, seguí observando como los elfos intentaban agarrarse nuevamente. Tomándome el puente de la nariz sentí una punzada a un costado haciéndome alejarme y voltear a ver. Golpeando en el hombro, una sonrisa llego a mis labios.

 

- ¡Hermano! - Lo abracé mientras lo escuchaba - Bastante conflictivos estos pe****os - Resoplé mientras los mismos volvían a empezar a pelear.

 

El gitano observaba con una expresión bastante divertida la situación. Los momentos junto al Triviani siempre eran memorias que al recordarlas un agradable sentimiento me recorría. Con una buena idea en mi mente me giré para planteársela - ¿Los torturamos? - Pregunté lo suficientemente alto para que el grupito de elfos escuchara.

 

@@Matthew B. Triviani

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Eso no me lo tienes que preguntar, sabes que es un placer torturar esas criaturas asquerosas. Respondió Matt.

 

Repentinamente cambio su dirección hacia unas escaleras y las puertas corredizas se abrieron de par en par dejándolo pasar bajo la evidente mirada de curiosidad que algunos espectadores le dirigieron sin disimular. Su vestimenta desentonaba completamente en aquel lúgubre y bullicioso lugar y él mago bufó exasperado y apretó el paso.

 

Las dos criaturas se sumieron en una peculiar discusión, uno de los elfos batía sus brazos y se acercaba y en cuanto al otro trataba de lastimarse se alejaba para volver a empezar. El rostro del gitano se iluminó reflejando adrenalina y la ira que le ocasiona aquel ser, que le hacía imposible lograr su deseo.

 

Crucio impacto en su objetivo; él gitano giro su varita presumiendo que eso lo haría sufrir más.

 

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- Impresionante.

 

- Revolucionario - corrige Arianne, dándole palmadas en el pecho. El guante gigante de resorte que cae hacia el futuro cliente y se frena centímetros del rostro parece una novedad para los adolescentes que, de grupos, ingresan al local animados -. No tengo tiempo para darte un tour, así que arreglatelas adentro - cuando entraron, lo mira por última vez antes de perderse entre las luces de colores y la multitud - Y nada de hacerte el héroe. Si defiendes a alguien, te echo.

 

Pasa los primeros minutos observando una pelea reñida entre Lonrot, un reconocido luchador de los bajos fondos de Irlanda, contra un recién graduado de Hogwarts que tiene de fuerte lo que Jank de gordo. El intercambio de daños, sin embargo, es respetable. El contador que flota sobre ellos anuncia que llevan casi una hora luchando, pero a juzgar por el aspecto cansado del más joven, pronto se acabará. Éste cae de nalgas, con los ojos hinchados y el labio partido. Lonrot, también ensangrentado, lo ayuda a levantarse y ambos alzan los brazos. El público enloquece; Jank, se aburre.

 

Toma un vaso de cerveza helada que una de las repartidoras ambulantes ofrecen a los clientes. Su intención es probar con otro cuadrilátero hasta que Madeleine le avise que ha llegado, pero la oscuridad hace que choque contra una chica casi tan delgada como él. Paraliza el líquido en el aire cuando sale disparado del vaso para que ninguno de los dos se empape; aun así, se siente culpable.

 

- Lo siento, estas luces de discotecta me hacen más viejo - vuelve a meter el líquido en su lugar y se dispone a proseguir, de no ser porque al subir la vista, reconoce el rostro de la bruja - ¿Oniria? ¡Oniria! ¡Qué coincidencia!

Editado por Jank Dayne

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Madeleine ~

 

El exterior de aquel lugar no le dice mucho, pero de todas formas no pierde mucho tiempo intentando averiguar a dónde la ha citado su hermano esta vez. Lo único que espera, lo único que implora internamente, es que no se trate de un bar. El regresar a su vida normal, si es que su vida puede ser llamada normal, ha hecho mucho más difícil mantener la sobriedad. Las charlas con Jank, los sueños con Catherine y Nueva Orleans, el encuentro con el hijo de Karkarov... todas sus culpas y sus dudas parecen alinearse, juntarse y actuar en conjunto contra ella, intentando empujarla al agujero del que tanto le costó salir. Y lo peor, es que lo anhela. Poder beber hasta olvidar todo, hasta apaciguar el peso de su alma, hasta borrar sus pensamientos...

 

Está apretando los dientes con tanta fuerza, que teme dañarlos. Sus manos temblorosas buscan en los bolsillos de sus pantalones, hasta dar con el paquete de chicles. Rápidamente, desvuelve una lámina, se la lleva a la boca y comienza a masticarla sin apenas saborear el gusto a frutas. Entonces, empuja las puertas y entra a aquel lugar.

 

—¿Qué carajos...?

 

Apesta a sudor y los gritos eufóricos la atormentan. Sin entender la situación, sus ojos comienzan a estudiar el lugar. Hay cuatro cuadriláteros, y al rededor de cada una hay gradas suspendidas a la mitad del aire. Ha escuchado hablar de eso. Los muggles ven esas peleas en televisión, lo cual más que divertirlos, los pone eufóricos. Hacen fiestas para ver esas peleas, incluso apuestan. En la opinión de Madeleine, es una estupidez. La violencia no es un espectáculo ni un deporte. Es un arma. Pelear sin motivos no tiene sentido. «¿Y que hay de tus peleas de borracha?», susurra una odiosa voz desde su subconsciente. Pero eso no importa, porque ya no hace eso. Está rehabilitada, preparada para tener una vida normal.

 

«Una vida normal... y estoy aquí, en esta locura de lugar».

 

Por un momento tiene la esperanza de no estar en el lugar correcto, pero entonces reconoce a Jank, hablando con una persona muy delgada, de estatura mediana y con una corta melena blanca como la nieve. No está segura de si se trata de un muchacho o una muchacha, pero supone que no tiene importancia.

 

—Jank —llama con su característica voz ronca, mientras se acerca. No conoce a su acompañante, así que se limita a dedicarle una mirada, pero no dice nada—. ¿Qué demonios estamos haciendo en este lugar?

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Oniria:

 

 

 

 

 

Mis ojos se posaron sobre los luchadores. Me impactó la elegancia de los cuerpos sometidos a la violencia, aquel sudor que los hacía resplandecer como metal abrillantado. Hallaba cierta belleza trágica en las artes marciales, como si el ser humano hubiese nacido para propinarse aquellos coreografiados puñetazos. Una vendedora ambulante se cruzó en mi camino con una bandeja repleta de bebidas. Deposité unos sickles en ésta mientras recogía un vaso de cerveza.

 

El calor de la multitud era sofocante. Casi parecía que la que estaba inmersa en el combate era yo. Mi túnica negra me asfixiaba más que nunca, la sentía como el plumaje de un pájaro muerto, incomestible. Di un largo trago a la bebida, tratando de mitigar mi fobia social. Deambulaba por las gradas, cambiando de un cuadrilátero a otro sin prestar demasiado interés. Entonces choqué estrepitosamente con un joven. Tardé unos segundos en reconocerlo.

 

––¡Jank! ––exclamé, primero sacudida por la satisfacción de regresar a aquellos tiempos como alumna, y después hundida en una amarga nostalgia–– caray, cuánto tiempo.

 

Me aparté un poco de la turba, para poder hablar más cómodamente, pero nos vimos interrumpidos por la llegada de una joven. No podía reconocerla, y sin embargo había algo en ella que me hacía sospechar que nos habíamos encontrado antes. Enarqué una ceja.

 

––Buenas noches. Oniria. ––Me presenté, ofreciéndole la mano.

 

@ @@Jank Dayne

Editado por Oniria

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