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Historia de la Magia ~ Julio 2018


Anne Gaunt M.
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Un mes más, la Gaunt caminaba por los terrenos del Ateneo de Conocimientos en dirección al aula donde impartía una de sus especialidades: la Historia del mundo mágico.

 

Lo cierto era que aquella materia no era de las más demandadas de la institución, pero quienes se anotaban terminaban disfrutando de un viaje al pasado que no dejaba a nadie indiferente. Además, la warlock disfrutaba mucho junto a sus alumnos, siempre había algo nuevo por aprender incluso para ella. Así que intentaba innovar en cada lección, adaptándose a los deseos e intereses de sus pupilos desde el inicio.

 

La capa de la mujer resonó en el aire cuando se introdujo en el edificio y enfiló uno de los pasillos, con sus botas de suela de goma resonando contra la piedra del suelo. A pesar de que siempre vestía sin fijarse mucho en parecer elegante o femenina, en aquella ocasión vestía una sencilla túnica color vino tinto con un cinturón plateado que le marcaba la cintura, aunque no se le veía gracias a la capa. Lo que no había cambiado era el calzado: prácticamente no salía del castillo Gaunt sin aquellas botas.

 

Había enviado una nota a cada uno de sus alumnos la noche anterior para citarles aquella mañana e indicarles cuál era el aula. Estaba en uno de los pisos superiores, en un aula con grandes ventanales en uno de los laterales tapados con enormes cortinas claras que daban a la sala una gran luminosidad. Era perfecta para la disposición de ésta: en el extremo más alejado de la entrada estaba el escritorio que usaba ella como profesora, con una silla de respaldo alto y una pizarra a un lado con una tiza que escribía sola en cuanto Anne se lo ordenaba.

 

Frente a ese escritorio, había otros un poco más pequeños del mismo color oscuro que estaban destinados a ser ocupados por los alumnos. No había más de media docena, pues no era una clase muy concurrida. Pero Anne lo prefería así, porque viajar con un grupo muy grande de personas siempre era arriesgado. Y no quería tener problemas con el Ministerio...

 

Entró en la sala y recorrió todas las vitrinas y tallas de madera que poblaban el resto del aula, por detrás de los escritorios de los alumnos. Allí había maquetas y esculturas de figuras y hechos históricos del mundo mágico: bustos de brujos antiguos como Merlín hasta figuras actuales como la de Newt Scamander, así como maquetas del edificio del Ministerio de Magia en los inicios de su construcción y del primer campo de quidditch. Las paredes estaban adornadas con multitud de cuadros repletos de magos que saludaban a los que entraban en la sala, casi todos sonrientes y dispuestos a entablar conversación.

 

Anne se dirigió a su escritorio y depositó sobre el respaldo de la silla su capa. Además, se quitó el bolsito que llevaba cruzado sobre el pecho para dejarlo sobre la mesa y luego se sentó en el borde de ésta a esperar. Seguro que no tardarían mucho en llegar.

 

 

 

@@Rhaella Triviani @ @@Darla Potter Black @@Seba Granger @

Editado por Anne Gaunt
edité para mencionar a los alumnos :3

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Darla preparaba la mesa para el desayuno, Nana les había llevado una bandeja con una tetera, un par de tazas y un recipiente lleno de bizcochos y facturas. La elfina había lanzado un suave gruñido cuando ella le había dicho que se fuera tranquila que ella pondría la mesa del desayuno. Seba se estaba bañando y ella había madrugado un poco más, para ocuparse de poder organizar todo para ese momento de intimidad de pareja que era compartir un desayuno y leer las noticias en los periódicos de la mañana.

 

Justo cuando terminaba un par de notas aparecieron en el local, traídas por una lechuza de la Universidad. Darla le dio una golosina al ave y luego dejó la nota a nombre de Seba junto a su taza y abrió el suyo, segura de que ambos debían provenir de la clase de Historia de la Magia a la cual la paraje se había inscripto. Una sonrisa se dibujó en los labios de la Potter Black al ver que su antigua compañera de escuadrón sería su profesora.

 

Esperó a que Seba saliera del baño y estuviera listo, para luego comentar sobre las misivas recibidas durante el desayuno que compartieron.

 

Darla recogió una pequeña mochila de cuero negro que se echó al hombro, en sus manos llevaba todos los anillos de poderes y habilidades, así como los amuletos y algunos frasquitos protegidos con hechizos que estaban convertidos en dijes y colgaban de una cadena en su cuello, bajo la remera mangas cortas que se había puesto.

 

--¿Crees que esté bien así? —preguntó a su prometido mostrándole el atuendo que había elegido: unos jeans azul oscuro, una remera con capucha y bolsillo delante un tono más claro y zapatillas.

 

No tenía idea de lo que tendría en mente Anne para la clase y prefería vestirse cómoda y algo sport, su estilo favorito a decir verdad.

 

Tras un par de arrumacos la pareja se despidió de sus elfos y se dirigió a la Universidad, optando por aparecerse en las afueras de la misma, y recorriendo como una pareja de paseo el camino empedrado y luego las escalinatas hacia el aula en el piso superior.

 

Cuando dieron con la puerta del aula correspondiente, golpearon suavemente antes de ingresar.

 

—Buenos días —saludó la pareja mientras que ingresaban a un aula pequeña, pero cómoda y luminosa.

 

Su saludo fue correspondido no solo por la profesora, sino también por cada uno de los cuadros que había en el aula. Parecía que los únicos alumnos serían ellos o que eran los primeros en llegar, aunque el lugar tenía solo media docena de bancas para alumnos, por lo visto no era una materia en exceso concurrida o solía ser muy personalizada la clase. Pero no tuvo mucho tiempo más de pensar en ellos pues los ojos de la vampiresa se perdieron en dos cosas de las cuales se enamoró a primera vista: la réplica del primer campo de Quidditch, deporte que amaba, pero que hacía años no practicaba y un busto de Newt Scamander, la pelirroja se había devorado el libro de Animales Fantásticos en su juventud.

 

—Ésto está genial —dijo mientras saludaba con la mano a algunos de los grandes magos y brujas que les saludaban deseosos de darse a conocer desde los cuadros en la pared.

 

Darla se acercó más a su novio y dejó que él eligiera los lugares en que se iban a sentar, no dudaba que la clase iba a estar genial. Miró al frente, sonriendo, ahora para prestar atención a su profesora, mientras tanto tomó la mano de su Seba, acariciando sus dedos con ternura.

 

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No recordaba cuando había sido la ultima vez que había tomado una clase en la universidad, se que Darla había sido mi compañera, y algunos cuantos que alguna vez había topado con ellos pero a aparte de eso nada mas, solo recordaba que hacia meses que mi novia me pedía que tomáramos una, aunque no sabia si lo hacia por eso, o para que avanzara mas.


Un rápido baño me di aquel día, el trabajo nos esperaba mientras ya que aun no avisaban cuando comenzaría la clase donde nos había inscrito, ademas quería poder desayunar con tranquilidad con Darla antes de salir hacia el banco como todas las mañanas.


Tras salir de la ducho y ponerme la tenida que estaba sobre la cama, unos pantalones de gamuza color caqui, ademas de una camisa blanca, busque mi varita en el cajon de mi velador, fui a la sala para desayunar con mi amada, la cual ya tenia todo preparado, salude a Darla con un beso, esta ya me tenia una sorpresa, las cartas para asistir a la clase.


-¿Debemos irnos ya?-dije mientras miraba el desayuno, por la ausencia de Darla por unos minutos parece que hacia era, así que me hice un sandwich para el camino.


-Te ves muy bien mi amor- tras eso nos desaparecimos hacia la Universidad.



Fuimos directamente en busca de la aula donde se llevaría la clase, esta vez solo me deje guiar, creo que la Potter Black pasaba mas por estos lares que yo, abrí la puerta para mi chica, luego cerré tras de mi.


-Buenos días- dije haciendo una suave reverencia hacia la profesora, luego tome una de las bancas la cual estaba junto a una que le indique a la bruja, estaba claro que de historia no sabia mucho, no sabia quienes eran los de los cuadros que saludaba Darla.

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¿Qué ideas tienes hoy para la clase, joven Gaunt? —preguntó el retrato de una mujer antigua que vestía un atuendo de lo más recargado. Evidentemente era de siglos atrás y Anne ni siquiera sabía cómo se llamaba. Sólo que había sido partícipe del descubrimiento de las ruinas de un pueblo conformado solo por elfos domésticos... que no eran domésticos. Miró de reojo en la dirección de la que procedía la voz y enseguida regresó la vista a los pergaminos que estaba ojeando.

 

Ninguna, como siempre. Prefiero esperar a ver qué alumnos se presentan y cuáles son sus intereses. He impartido tantas clases de tantas materias que me ha permitido llegar a la conclusión de que, cuanto más prepare, antes se va todo al traste —le respondió con franqueza. La mujer del cuadro no pareció conforme, y Anne lo supo cuando la escuchó gruñir y empezar a hablar entre dientes. Volvió a alzar la vista, entornando los ojos.

 

No es buena idea.

 

Ahora le había hablado otro cuadro, el de un hombre ataviado con ropas del siglo XVII y con marcado acento escocés.

 

A veces siento que es usted mi conciencia, señor Peakes.

 

El hombre soltó una risita entre dientes, secundada por otra femenina proveniente de Elladora Ketteridge. Anne guiñó un ojo a ésta y continuó con su labor. Le encantaba conversar con aquellos personajes.

 

De repente, alguien tocó a la puerta y alzó sus ojos grises para ver quién era el primero en llegar. Descubrió que era la pareja conformada por Darla y Seba. Inmediatamente sonrió a ambos, aunque no conocía al Granger demasiado. Pero le bastaba con que fuera el novio de su amiga.

 

Bienvenidos a la clase de Historia de la magia, chicos. Sentaos donde queráis, aún quedan algunos compañeros por llegar —los saludó a ambos. Ella permanecía sentada en el borde del escritorio—. Mientras van llegando... contadme, ¿por qué Historia y no otro tipo de materias? ¿Qué es lo que más os interesa de mi competencia aquí?

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Levantarme de la cama había sido un arduo trabajo, después de siete alarmas apagadas eche las mantas a un lado para desperezarme. Arrastrando mis pies hasta el cuarto de baño me deshago de la ropa y tomo una ducha rápida, y ya bañada y vestida con unos sencillos jeans y una blusa azul salgo de mi habitación rumbo a las clases del conocimiento que junto a Rha cursaria.

 

Recordaba como junto a Rhaella nos habíamos decidido por aquel conocimiento, uno que a ambas nos llamaba cierta atención. Después de algunos conocimientos descartados y algunas bromas, escoger Historia de la Magia fue una conclusión mutua por la curiosidad que el tema (al menos de mi parte) daba.

 

A paso lento y calmado entre en el edificio donde la nota de Anne decía que estaba el salón. Esperaba qué mi hermana estuviera en el salón o al menos viniera en camino, desde hace días no sabia de ella y de alguna manera cursar esta clase junta podría ser una oportunidad de volver a unir aquellos vínculos que fueron rotos en el pasado. Cruzando por un pasillo hacia las escaleras subo hasta el piso indicado y camino hasta la puerta de donde Anne daría la clase.

 

Abriendo la puerta identifico a la Gaunt sentada sobre la orilla del escritorio hablando con Darla quien recordaba de un simulacro de duelos en el cual fui participe y junto a ella un mago desconocido para mi - Buenos días, espero no haber llegado tarde - Dije mientras entraba.

 

De las paredes colgaban cuadros con cuadros de magos dándome la bienvenida, agitando mi mano hacia ellos dirijo mis ojos hacia las maquetas que reposaban sobre las vitrinas, centrándome en la del ministerio de magia en sus inicios. Sentándome en los puestos que estaban en el centro del pequeño salón subo las manos hasta mi cabello para recogerlo en una desordenada cola de caballo - Anne, Darla. ¿Como están? - dije a modo de saludo para ambas brujas - Un placer soy Zoella - saludé al castaño.

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Llegaba tarde, algo que se estaba haciendo una rara costumbre en el Askar. Aunque llegado al caso, la vez anterior también había llegado tarde por perderse. ¿Qué excusa pondría ahora? “No me llego la nota” “Me quede dormido” “Mi tiempo es limitado, baby” No, definitivamente la Gaunt no le creería ninguna de ellas. Le diría la verdad aunque fuera una gran mentira “Perdí el Uberanillo”. Con todo mentalmente solucionado llegó al aula indicada.

 

Se detuvo en la puerta y esperó a terminar su cigarrillo antes de ingresar. ¿Estaba juntando coraje? No, no. No creía necesitarlo. Estaba todo calmado en su vida amorosa. ¿O eso fue antes de confesar que se desayunó a Zoella en el Laic? ¿Anne se había enterado? ¿Tenía tiempo de darse de baja en la clase? Con muchas preguntas y sin ninguna certeza, se convenció de que nada podía salir mal. Se relajaría estudiando como buen alumno.

 

-Buen día -Dijo con una sonrisa confiada mientras saludaba con la mano - ¿Cómo están? Se me hizo un poco tarde… espero que no sea problema -Continuó hablando mientras se acercaba a Anne y le daba un beso en los labios.

 

Sorteado el primer movimiento el Askar miro a los que ya estaban allí. Reconoció a Darla con quien había vivido momentos muy divertidos las últimas semanas. Un hombre al que no había visto nunca y…. sus ojos casi se salen de las órbitas a ver a su prima, fresca como siempre. Abrió la boca para saludarla, pero la cerró al pensárselo mejor. Según las leyes muggles era mejor guardar silencio que condenarse.

 

Miró de nuevo a la Gaunt con disimulo, antes de caminar para sentarse en el banco. Eligió uno muy atrás para no estar mucho a la vista. Él era oyente y tenia que no molestar mucho. Por lo menos lo intentaría, ya que se le dificultaba no meterse en problemas con todo el mundo. Haria su mayor esfuerzo.

 

-Soy Jeremy Askar Triviani -Se presentó para el hombre que no conocía. Ya los demás si sabían quién era. ¿No? D:

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-Si ambas me lo permiten, creo que responderé primero, y con la verdad como siempre- mire a Darla y luego a Anne, -Estoy aquí por ella- sonreí a mi chica, -La historia no es mi asignatura favorita, pero prometo que aprendo rápido. Necesito saber mas de todo lo que ha pasado en los siglos pasado sobre la magia- en ese momento deje de hablar, mas cuando justo llegaba una nueva alumna a la clase.


-El placer es mio, Soy Seba Granger- dije a la bruja que se acababa de presentar, creo que seria el extraño en todo este grupo, las 3 chicas se conocían, eso ya me colocaba un poco nervioso.


Y seguiría siendo el desconocido, el cuarto alumno también conocía a las chicas ya presentes, parece que mas a la profesora que a todas, di unos cuantos toques a la mesa suavecito jugando.


-Seba Granger- señale al mago mientras pasaba a los asientos traseros, sera que aun faltaban personas por llegar, creo que seria numerosa la clase, no como una que había tenido con Sagitas y Matt como profesores.

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Darla sonrió ante su novio empezando a explicar que iba por ella, por un lado le daba pena, andar arrastrándolo a cada locura que ella tenía para cursar y por otro lo amaba aún más por aceptar acompañarla en cada nuevo conocimiento que quería tomar. Escuchó con amor y estrechó tiernamente la mano de su prometido, como señal de agradecimiento y amor.

 

--Siempre me ha gustado la historia, conocer los detalles de cada hecho que ocurre, me encanta y --dudo antes de continuar --creo que me ayudaría conocerla para poder aplicar mejor el fulgura nox ehmmm... tú sabes... los portales y eso --no quería reconocer abiertamente que deseaba viajar en el tiempo, ya lo habían hablado con Seba, y como iban llegando sus demás compañeros ellos no necesitaban saberlo pero sabía que su madrina entendería y si no luego podrían hablarlo mejor un día que visitara la Gaunt.

 

La puerta se abrió segundos después y entro una joven cuyo rostro le resultaba familiar, había estado el día del tatuaje de la Marca, esos pensamientos de Darla estaban ocultos tras una barrera oclumántica, no había hablado con ella, pero la joven sí parecía recordarla y ahí tuvo en cuenta que habían compartido algún simulacro, respondió a su saludo con una inclinación de cabeza.

 

--Mi prometido --agregó tras que Seba se presentara a la muchacha.

 

No había pasado mucho tiempo cuando la puerta volvió a abrirse y el gesto de Darla fue de indisimulado disgusto, el novio de su madrina. El mago había intentado saber quién era ella en la Marca Tenebrosa desde que la había visto por primera vez rondando en los lugares habituales de reunión. Recordó como Arya, sin quererlo, había revelado su nombre durante la ceremonia de tatuaje. Sus dedos se entrelazaron a los de Seba e ignoró aún más al mago mientras se dirigía hacia las últimas filas, mejor, no tendría que soportar su humor ni sus ganas de querer saber todo de todos. Sus ojos volvieron a posarse en la profesora de la clase.

 

--Anne, ¿la clase suele centrarse en alguna época en particular o es completa desde los inicios de la historia mágica hasta la actualidad? --quería saber qué tan lejos podría llegar con ayuda de sus conocimientos y hasta dónde realmente podría regresar.

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Los verdes ojos de Triviani recorrieron el pergamino que había llegado al castillo de su familia la noche anterior, en el que se le informaba donde se impartiría la que seria su primera clase en el Ateneo de Conocimientos. Cuando estuvo segura que recordaría el lugar exacto en el que tendría que presentarse sin tener que revisar nuevamente, doblo el pergamino para después guardarlo en uno de los amplios bolsillos de su larga y elegante túnica escarlata. Profirió un suspiro antes de levantarse de las escaleras en las que se encontraba recostada para dirigirse hacia su destino.

 

No sabía cuánto tiempo había trascurrido desde el día en el que, junto con su hermanastra, Zoella, había decidido tomar la clase de Historia de la Magia. Y aunque tampoco estuviera muy segura de porque ambas Triviani habían escogido aquella materia, sospechaba que eso se debía a que era una de las que más les había llamado la atención a primera vista. Y cuando se le informo quien seria su profesora, la italiana supo que había tomado una buena decisión, pues conocía a Anne Gaunt ya que curiosamente también habían compartido otra clase en el pasado.

 

Tuvo que subir algunas escaleras, ya que el aula escogida se encontraba en uno de los pisos superiores, pero esto no le molesto demasiado gracias a que su calzado de siempre, las largas botas de cuero y tacón negro que lucía normalmente, habían sido remplazadas por unos zapatos de aquel mismo color, pero simples y sin tacón alguno. Después de todo, sabia que las clases en el mundo mágico podrían salirse de control con bastante facilidad y no dudaba que estaba a punto de verse involucrada en otra aventura.

 

Suspiro nuevamente y empujo la puerta del aula. Lo primero que noto al observar el espacioso lugar fueron los grandes ventanales por los que se apreciaba una bonita vista del terreno, lo segundo que noto, fueron los presentes. Una sonrisa amable apareció en sus labios mientras caminaba hacia Zoella y Jeremy, y aunque se preguntaba que estaba haciendo ese ultimo allí, le agrado contar con su compañía. Se sentía a gusto ya que conocía a todos en la sala, con la excepción de dos personas; una mujer a la que había visto antes en el Caldero Envenenado, y un hombre con el que jamás se había topado.

 

―Mi nombre es Rhaella Triviani ―sonrió―. Es un gusto.

 

A continuación, le dedico un asentimiento de cabeza acompañado de un guiño divertido a sus dos primos, para después deshacerse del ostentoso abrigo que cubría la camiseta blanca y los oscuros vaqueros que portaba debajo. Su atención después fue a parar en la profesora, Anne, a quien le dedico una sonrisa un tanto triste; se daba cuenta que era la ultima en llegar, y no era su intención hacer que los demás la esperaran, pero había otros asuntos de los que la demonio había tenido que ocuparse antes de poder llegar al Ateneo de Conocimiento.

 

―Lamento mucho la tardanza, Anne.

Editado por Rhaella Triviani

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El aula no tardó en llenarse un poco más. Anne no recordaba haberla visto con tanta gente antes... o quizás sí, en aquella divertida clase en la que habían conocido a Merlín. Y es que después de que se dirigiera a Darla y Seba para saludarles e iniciar un poco las presentaciones de la materia, la puerta se abrió y entró por ella Zoella, una de sus compañeras en la Marca Tenebrosa.

 

Llegas justo a tiempo, bienvenida Zoella —la saludó, aunque su tono quedó muy neutro. No tenía el gusto de conocer a la muchacha, pero le habían hablado bastante de ella. Y siempre en relación a Jeremy. Casi sin ser consciente de ello, las comisuras de sus labios se contrajeron ligeramente. Solo esperaba que todo fueran simples habladurías.

 

Se relajó todo lo posible para evitar que su papel como profesora se viera empañado por un asunto personal cuando la puerta volvió a abrirse. Y entró Jeremy, directo hacia donde ella estaba mientras saludaba a todos en general. Instintivamente, el gesto de la warlock se suavizó e incluso sonrió ligeramente cuando la saludó con un beso que ella correspondió gustosamente. Luego le vio dirigirse hacia un asiento de la parte de atrás y, cuando volvió a girarse, Anne vio que estaba nervioso. Posiblemente no había esperado que Zoella estuviera allí... ¿acaso tendría algo que ocultar?

 

No hay problema, nuestra querida Zoella acaba de llegar también —le respondió, con una ligera intención crítica en el tono de voz para que el Askar comprendiera que no debía relajarse—. Pero no importa, estábamos empezando.

 

Decidió que no debía darle importancia a aquellas cosas, lo personal nada tenía que ver con lo profesional. Miró a la pareja conformada por su amiga y el Granger, a quienes había realizado algunas preguntas un poco antes y ahora se disponían a responder. El hombre fue sincero al comentar que había acudido a la clase por su chica porque no le interesaba la historia, mientras que Darla confesó que le interesaba más para combinarlo con los portales aprendidos de los uzzas. La Gaunt sonrió para sí, porque a ella misma le había sucedido meses atrás. Desde entonces, había viajado en el tiempo tantas veces que ya había perdido la cuenta, aunque procuraba ser discreta con el asunto, sobre todo porque Badru la había advertido mucho sobre el tema.

 

Gracias a ambos por vuestras respuestas. En tu caso, Seba, es complicado conocer toda la historia de la magia en una única clase. No sé si me explico. Pero mi tarea aquí es mostraros que todo lo que nosotros tenemos por realidad es gracias a los magos del pasado. Nosotros nos sentimos modernos, actuales, poderosos. Pero hace siglos, los magos eran incluso más poderosos que nosotros mismos. En otras palabras: no muchos sobreviviríamos a un combate con un mago de la Edad Media. El motivo es que nosotros lo tenemos todo hecho: pero ellos debían hacerlo sobre la marcha. Muchos ni siquiera usaban varita, que es la forma que tenemos de canalizar nuestro poder mágico. Y eso los hace poderosos... y peligrosos —le explicó. Luego miró a Darla—. Es interesante lo que dices, amiga. Tanto que quizás te sorprenda saber que yo utilizo esa magia para enseñar historia a mis alumnos —confesó—. Pero es un poder peligroso y, si verdaderamente te interesa todo este tema, es mi obligación explicarte las consecuencias y las cosas a las que te comprometes mezclando la magia uzza con mi materia. Pero más adelante, no queremos aburrir a los demás.

 

Se levantó entonces del borde de la mesa para acercarse un poco más a ellos. Quedó junto a la primera fila de mesas para los alumnos, con las manos cruzadas tras la espalda. De repente, al notar la tela de la túnica moverse a sus pies, se sintió extraña con aquella vestimenta frente a sus alumnos. Estaba tan acostumbrada a trabajar con pantalón que le daban ganas de cambiarse allí mismo.

 

Sobre tu última pregunta, Darla —siguió diciendo en su nueva posición, procurando apartar la incomodidad que sentía con la ropa— solemos centrarnos en una época por mi método de clase, aunque siempre estoy dispuesta a utilizar varios portales para abarcar más historia. Ya sabes —sonrió a la mujer—. Pero reconozco que es difícil, porque una vez viajas a una época... hay tanto por descubrir allí que se te olvida todo lo demás.

 

Su voz se vio interrumpida cuando la puerta volvió a abrirse y entró en el aula la última alumna, Rhaella. A pesar de que los saludó y luego se disculpó con ella por la tardanza, la Gaunt le sonrió con cariño. Conocía a la chica desde hacía un tiempo, si bien no habían tenido oportunidad de estrechar su relación. Pero suponía que surgiría la ocasión en cualquier momento.

 

No hay problema, querida. Bienvenida a la clase —le respondió. Luego los miró a todos—. Ahora sí hemos completado la lista, así que vamos a iniciar la clase formalmente. En primer lugar, quiero que vosotros —miró a Zoella, Jeremy y la recién llegada Rhaella— me expliquéis porqué estáis aquí. ¿Por qué Historia y no Runas? ¿O Transformaciones? ¿O Artes Oscuras? Sé que mi materia no es la más llamativa de las que aquí se imparten, pero os garantizo que os iréis con buen sabor de boca.

 

Y quizás algún rasguño —comentó una voz masculina proveniente de un cuadro.

 

Cállese, señor Peakes, no asuste a los chicos. Sabe que no es cierto, todos regresan a salvo.

 

¿Y siempre sanos?

 

— Urrrggg, ni caso a la vieja momia —cortó la conversación la Gaunt, mirando de reojo a Glanmore Peakes. Éste la miraba, sonriente, aparentemente satisfecho por haber puesto a la mujer de los nervios—. Así que ahora quisiera saber si hay algún personaje histórico o época que os interese en particular. Jeremy, aquí presente, viajó conmigo a la época artúrica... y conocimos al mago Merlín —les explicó—. Así que... ¿tenéis interés por conocer o visitar una época? ¿Quizás varias? Hay hechos maravillosos por vivir... como cuando el señor Peakes mató a la serpiente de mar de Cromer. Aunque tampoco fue una hazaña para tanto, ¿verdad? Las serpientes marinas son dóciles —refunfuñó, mirando al cuadro de reojo—. Bueno, en cuanto concretemos esto y preguntéis cualquier duda que tengáis... pasamos a la acción.

 

 

@@Darla Potter Black @@Seba Granger @ @@Rhaella Triviani @

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