Historia de la Magia ~ Julio 2018

[Zoella Triviani]

Rhaella no atravesó el portal cosa que me extraño. Esperaba que a ultimo momento saliera y nos encontrara dentro de la escuela mágica frente a nuestros ojos. Siguiendo a Anne por una especie de sendero que nos guiaba hasta la imponente entrada de Uagadou donde tras cruzar una especie de límite invisible unos jóvenes afrodecendientes jugaban en lo que parece el patio de Uagadou.

 

La Gaunt se acerco hasta uno de ellos y hablando fluidamente su idioma nos dirigimos hasta unas puertas de madera que nos llevaban a un largo pasillo, donde una pequeña ventisca se paseaba de un lado a otro. Escuchando una voz masculina me volteo para ver a un hombre subido de peso y de color acercarse a nosotros, presentándose como Amadou un conocido de Anne. Agitando la mano en modo de saludo al escuchar mi nombre el hombre se presenta y nos invita a su despacho.

 

Siguiendo de cerca los pasos de ambos profesores voy paseando mi mirada por cada rincón de la estancia. Amadou hablaba sobre como canalizábamos la magia en la varita que a diferencia de ellos usaban las manos. Sentándome de primera en el circulo un poco cerca de el una duda viene a mi - Entonces sino usan varitas ¿De que manera transmiten esa magia con sus manos? - Interrogué volteando a ver al mago.

 

El señor nos había explicado un poco de como desde pequeños implantaban el poder usar la magia que dentro de nosotros vive, pero eso de no usar varita me dejaba perpleja.

[Jeremy Triviani]

La imagen que el vampiro tenía frente a sus ojos era muy hermosa. Nunca se imaginó que hubiera un lugar tan alto donde se pudiera dar clases. Por su mente pasaba la imagen de varias formas de morir accidentalmente cayendo al vacío desde la montaña donde estaba tallado el castillo. Las palabras de Anne lo hicieron sonreír de nuevo. No creía que le cortara ninguna de las dos manos, más cuando disfrutaba tanto con ellas.

 

-Me quedo muy claro -Respondió guiñándole un ojo, antes de sentir que lo pellizcaba regañándolo sobre la ropa - Hace calor, me quitaré todo para pasear desnudo. Puedes decir que soy de algún lado donde llevar ropa es un pecado, porque si nos ponemos a analizar las culturas que habitan sobre...

 

Jeremy se detuvo de golpe al darse cuenta que estaba delirando un poco demasiado. Miro de reojo a Darla y noto que aún estaba con Seba disfrutando del paisaje. Resoplando e insultando mentalmente el clima, cambió su vestimenta con un movimiento de varita. Su anterior ropa había desaparecido dándole paso a una túnica blanca atada a un hombro estilo romano antiguo. Una corona de hojas verdes apareció sobre sus cabellos rubios y en sus pies unas sandalias con cordones que le llegaban hasta debajo de la rodilla.

 

Anne no podía quejarse de que el vampiro no estaba cooperando con la clase. Se percató que estaba hablando con unos niños, y frunció la ceja con la información sobre el viaje ¿Un amante? ¿Le presentaría a un amante que tuvo en un viaje? No, no. El Askar se quedó impactado sin saber qué decir. ¿Khastaba pasando? Puso gesto de indignación cuando los él hombre apareció y rodeo a la bruja con sus brazos fornidos.

 

Mientras los presentaba una información brillo en el aire ¿Ahijada? ¿La Potter Black? Los ojos azules del vampiro se clavaron en la mujer colorada buscando alguna confirmación en su rostro. “No puede ser. Cada vez se pone mejor” pensó unos segundos antes…

 

-Soy Jeremy Askar, un placer -Se presentó en voz alta, sin necesidad - Soy el novio de Anne además de su alumno favorito -Su mente estaba dividida en dos opciones. La primera que se pudra todo y la segunda, mantener la calma para que no lo dejen en el pasado como castigo.

 

Luego de eso se mantuvo callado cruzado de brazos mientras el hombre se hacía cargo de la clase. Se mantuvo callado pensando en que si tuviera el poder de tener rayos laser en los ojos, el bonachón de Amadou tendría un agujero en la espalda, mientras caminaban detrás suyo por el colegio. Luego de dar varias vueltas donde no quitó la vista del africano ni un segundo, llegaron a su despacho.

 

-¿Porque Rhae no cruzo? - Le indagó a Zoella mientras se sentaba en una de las sillas que volaron a su encuentro. ¿No iba a hablar con Anne? No, estaba ofendido. Cambio de opinión cuando la vio sentarse y se deslizó de silla para quedarse al lado - ¿Compañero de viaje? ¿Fue divertido al menos?

 

El hombre empezó a hablar y Jeremy decidió prestarle un poco de atención. No tardó en quedarse un poco desconcertado al darse cuenta cómo se manejaban las cosas allí desde que eran niños. ¿El no utilizar varitas les confería más poder a los egresados de Uagadou? ¿Tenían oportunidad contra ellos en un duelo? “Muerte al Expelliarmus” pensó molesto antes de levantar la mano para hablar.

 

-¿Puedes enseñarnos un truco? –Sumó su pregunta detrás de la que formuló Zoella.

[Darla G Dumbledore]

La Potter Black había tomado del brazo a su prometido que la esperaba al otro lado, observando el portal. La pareja avanzó, acercándose a donde estaba Anne, apreciando el lugar y a la vez escuchando sus palabras. En el rostro de ambos se reflejaba un poco la curiosidad y el interés. La pelirroja pensaba que en cierta forma tenía razón, bastaba un mago o una bruja que tuviera su pequeño lugar en el mundo para que tuviera su valor, mayor o menor, no importaba.

 

Al trío se les habían unido Zoella y Jeremy, por lo que escuchó mientras se acercaba hacia un sendero con Seba, la pareja tenían una pequeña discusión, a la cual prefirió no prestar atención, para disfrutar con Seba de los detalles que ambos se iban marcando el uno al otro, de las decoraciones y tallas del imponente edificio en la montaña.

 

—Se ve fantástico ¿verdad amor? —susurró al oído de su novio quien le respondió, arrancándole una sonrisa, pero no tuvieron mucho tiempo de intercambiar muchas palabras ni arrumacos más, ya que Anne los apresuró a todos.

 

Atrás quedó el portal camuflado, esperando a ver si aparecía Rhaella más tarde. Seba la tomó suavemente de la mano, ayudándola a atravesar el camino de tierra, cerrando la procesión encabezada por su profesora.

 

—Otro portal —dijeron asombrados y al unísono ella y Seba mientras Anne se acercaba a unos niños que estaban en lo que parecía un patio de ingreso a la Escuela de Hechicería de Uagadou.

 

Darla giró unos segundos, mientras Anne hablaba, observando el camino que habían dejado atrás, solo había más patio y un sendero de lozas que llevaba más allá pero no resultaba claro hacia dónde. Tampoco tuvo mucho tiempo en averiguar si era el camino de regreso al caminito rodeado de piedrecillas blancas. Debían seguir a Anne, quien les comentaba sobre un tal Amadou Bahati, profesor de pociones, interesante, había disfrutado de aprender pociones, aunque no había podido aprovechar la clase al máximo, era de sus materias favoritas.

 

Darla sonrió, alguna vez tendría que tener una charla con su madrina sobre esos viajes que ella hacía, porque de algún modo sospecaha que ambos, Bahati y ella se habían cruzado en más de un viaje. Su mano acarició la de Seba mientras el mago saludaba a su mentora.

 

—Prometida de Seba —agregó divertida tras el saludo de Seba, mientras hacía ella misma una inclinación de cabeza para saludar y como para resaltar lo obvio, ya que ambos continuaban tomados de la mano. Sus ojos se posaron unos segundos en el Askar que también se “auto” presentaba, una vez más marcando territorio como lo había hecho en la mansión al ver a su novia rodeada de hombres.

 

Pero no pudo disfrutar demasiado de su diversión porque Anne indicaba, una vez más, que era la causa de la elección del lugar del viaje, su mano apretó suavemente la de Seba y se acurrucó a él, con cierta timidez. Finalmente el africano les indicó que le siguieran para aprender sobre ello en su despacho, los pasillos se sucedieron y Darla intercambió un par de veces miradas con su prometido mientras uno u otro susurraba la palabra “portal” cada vez que sentían un brevísimo cambio en el aire.

 

Finalmente llegaron a la habitación que le hacía de despacho, Darla observó con la misma curiosidad que Anne el caldero e intentó identificar el aroma mezclado de ciertas bayas y raíces, había algunas que no lograba captar del todo. Los dedos de Seba acariciaron los suyos mientras le hacía un suave gesto, cediéndole una de las sillas que había acercado Amadou para luego sentarse a su lado. Mientras el mago hablaba Darla imitó el movimiento que le había visto hacer antes para arrimar las sillas y luego el que hiciera para alejar el sillón.

 

Todo lo que el mago había dicho le dejaba mucho que pensar, ¿qué hubiera ocurrido en el mundo mágico si todos hubieran seguido la costumbre africana? Con Anne habían hablado sobre no poder enfrentarse a un mago del medioevo, y si al contrario, los magos hubieran logrado poner más poder en sus propias manos. Por otra parte, las varitas, algunas maderas u otros materiales con los que estaban hechos y sus núcleos, hacían que tal o cual varita fuera mejor para tal o cual tipo de hechizo. Era todo tan confuso.

 

Las miradas entre ambos profesores y la risa de Anne le confirmó de que debían existir viajes de ida y vuelta entre esos dos y una sonrisa se amplió en sus labios, disfrutando que aquello seguramente molestaría al Askar. Mientras ella pensaba fue Zoe la primera en preguntar y a continuación lo hizo, algo impertinentemente, el novio de la profesora, Darla negó con la cabeza, si fuera por ella le volvería a desaparecer el asiento, para que se comportara decentemente.

 

Miró al mago y cómo había movido sus dedos, para luego preguntar con tranquilidad.

 

—¿No hay ningún momento en tu historia en que pienses que la magia se pudiera ver incrementada al canalizarla a través de elementos que la pudieran hacer más poderosa? O sea, si tú ya eres poderoso y usas los hechizos con un conductor que incrementa ese tipo de magia ¿no es mejor acaso? —se preguntó si no se estaban yendo del punto y miró al profesor y luego a Seba, encogiendo los hombros ante la sonrisa divertida de su novio, consciente de que se había enredado.

 

[Anne Gaunt M.]

Anne seguía contemplando el caldero, aunque también se moría por ponerse de pie y examinar las estanterías de Amadou, todas llenas de libros y diferentes tarros con ingredientes para pociones. E incluso algunas pociones, de colores vivos y que burbujeaban a pesar de estar en frascos cerrados. La voz del africano había dejado de resonar en la estancia y fue Zoella quien habló entonces, haciendo que la Gaunt reaccionara. Pero no habló, porque no era ella quien debía explicar aquello.

 

— Tu nombre era Zoella, ¿cierto? —preguntó Amadou, con gesto amable. Jeremy había pedido un "truco", y el hombre tenía una sonrisa burlona en su rostro, posiblemente ideando algo a la altura del momento—. Permíteme que te responda con una pregunta. ¿Cómo haces tú para que tu magia fluya a través de la varita? No haces nada específico salvo hablar, ¿verdad? Pues así lo hago yo. Por ejemplo, un truquito para contentar al señor Askar, "novio de Anne"... Accio silla de Anne —añadió el africano, enfatizando aquel apelativo posiblemente porque había captado el tono enfurruñado de Jeremy.

 

La warlock casi no tuvo tiempo de reaccionar al escuchar las palabras de su amigo antes de que la silla comenzara a deslizarse por el suelo a toda velocidad. No llegó a caerse gracias a sus reflejos lupinos, pero estuvo a punto y trastabilló un par de pasos antes de poder recomponer su postura. Le miró con el ceño fruncido.

 

— ¿No había otra cosa para la demostración? Si me llego a caer, te... te...

 

— ¿Sí?

 

— Uys, a veces me haces odiarte.

 

En realidad no estaba enfadada, y Amadou lo sabía. Acababa de darle la excusa perfecta para cotillear la oficina con mayor libertad aprovechando el hecho de que su silla se había desplazado hasta quedar al lado del profesor africano. Éste continuó con la lección.

 

— ¿Ves, Zoella? No he hecho nada distinto a lo que podrías hacer tú. La diferencia es que tú sostienes en la mano una varita y yo... solo alargo la mano.

 

Luego miró a Jeremy, que había pedido un truco un poco antes.

 

— ¿Satisfecho? ¿O requieres una demostración más... llamativa? —le preguntó con un brillo desafiante en la mirada. Pero pareció que no tenía ganas de seguir con aquel juego, porque se giró entonces hacia Darla, que era ahora la que tomaba la palabra. Meditó sobre lo que acababa de decirle mirando momentaneamente al suelo. Luego, alzó sus ojos oscuros hacia los de la Potter Black—. Interesantísima pregunta. Y con fundamento, aunque solo hasta cierto punto. Siempre dependerá del conductor en cuestión, ¿no crees? Es decir, sí. El poder de mi magia se verá incrementado si utilizo un medio conductor que la incremente. Pero si te refieres a la varita... No, no tiene porqué incrementarse. Es más, los distintos núcleos y maderas que se utilizan para la fabricación de varitas consiguen que cada arma mágica sea buena o mala para según qué tipo de magia —hizo una pausa en la que buscó a Anne con la mirada—. Señora cotilla, ¿puede soltar mis pociones con cuidado y regresar aquí? Esta clase se la van a pagar a usted, no a mí —añadió, con mordacidad. Anne estuvo a punto de tirar el frasco que sostenía en la mano y sonrió a modo de disculpa.

 

— Me tienes que explicar qué es eso. Huele a mi**...

 

— Tu alumna Darla quiere saber si no es mejor utilizar un conductor que incremente el poder de la magia en lugar de hacerlo como lo hacemos. Le hablaba de que las varitas poco influyen en eso. Pero tú eres la experta en la materia, ¿cierto? —la cortó él, restándole importancia a la mini-incursión de la Gaunt.

 

— Así es —asintió la warlock, acercándose al grupo. Pero se quedó de pie, al lado de Jeremy—. Nuestras varitas contienen mezclas de núcleos y maderas que las hacen propicias para unas u otras ramas de la magia. A la hora de comprarlas, no sabemos cuál será la nuestra: ella siempre nos escogerá. Por ejemplo, una varita hecha de madera de cerezo es un arma extraordinaria lleve el núcleo que lleve. Pero si éste es fibra de corazón de dragón, entonces es absolutamente letal y no apta para un mago o bruja que no posea un extraordinario autocontrol y fortaleza de mente. Sin embargo, una hecha de madera de cornejo es extremadamente malas para los hechizos no verbales. Y una de peral, absolutamente incompatible con un mago que guste de la magia oscura. Es decir... es un conductor, no un amplificador. O como queramos llamarlo.

 

— Exacto. Ahora mismo, Darla, no se me ocurre ningún objeto que sirva para potenciar en absoluto el flujo mágico de un mago. Sí para algo concreto, obvio, pero jamás en general. No estoy seguro de si he enfocado bien tu pregunta, pero si tienes dudas al respecto, Anne podrá ayudarte siempre. No sé mucho más que ella al respecto —añadió, sonriente. Justo en ese momento, la puerta del despacho sonó—. ¿Si?

 

Ésta se abrió y entró una mujer de piel oscura y ojos rasgados de un profundo color ámbar. Daba miedo mirarla a la cara y, cuando observó la pequeña reunión, no pareció muy contenta.

 

— Te recuerdo que tenemos ahora claustro. Llevamos un rato esperándote —dijo, con voz grave en suajili. Y luego cerró la puerta de nuevo, sin ni siquiera despedirse. Amadou se llevó la mano a la cara y se masajeó la frente. Luego sonrió, levantándose.

 

— Me temo que tendremos que posponer esta magnífica charla, he de continuar con mi trabajo aquí antes de que a alguien le dé un colapso. Ha sido un placer poder conoceros —alargó la mano para poderla estrechar a todos. Por último, miró a Anne, que ya tenía los brazos extendidos en su dirección. Ambos se fundieron en un abrazo y se besaron en las mejillas—. Siempre un placer, querida. Invítame algún día al Ateneo, estaré encantado de compartir una de tus clases.

 

— Llevas meses invitado, no te hagas el listo. Gracias por tu tiempo, Amadou. Corre antes de que vuelva a buscarte la loca esa.

 

Al africano rió y se dirigió hacia la puerta.

 

— No puedo acompañaros de vuelta a la salida, así que crea el portal aquí. Nos vemos... pronto.

 

Anne asintió con la cabeza y lo despidió con la mano. Luego, tomó su varita.

 

— Fulgura Nox —el aire frente a ella vibró y, en pocos segundos, el portal estaba abierto—. Adentro, chicos. Tenemos que volver a Inglaterra. Pronto recibiréis vuestras calificaciones.

[Darla G Dumbledore]

Las palabras del mago atraían su atención, el suave acento marcado al hablar en inglés y su gesto entre paternal, por su paciencia y profesor atento, aunque algunos alumnos se comportasen como de kinder, era relajante. El accio ara el truquito que había pedido Jeremy arrancó un suave gorjeo de sus labios, el cual fue disimulado al esconder su rostro en el cuello de Seba, quien la abrazó.

 

Tras la mini incursión explorativa de Anne fue ella, quien a pedido de Amadou, le recordó el detalle de las varitas, definitivamente debería haber una especialización en el tema. Más adelante explotaría esa sapiencia de su madrina, cuando no de su propia sobrina el día que pudiera regresar. La Potter Black asintió satisfecha de sus nuevos conocimientos mientras se acurrucaba a su prometido.

 

--Perfectamente, gracias --respondió Darla al profesor africano, deseosa de realizarle más preguntas, pero en ese momento sonó un golpe en la puerta y tras el sí de Bahati, una mujer asomó, hablando el mismo extraño idioma que le había oído antes a la Gaunt

 

--Definitivamente me interesaría aprender idiomas mi amor --susurró Darla a Seba quién la observó como haciéndole notar que aún no terminaban con la clase de historia. Su amado le tenía suficiente paciencia y aún más amor para seguirla en todas sus locuras.

 

La visita había implicado el fin de la clase y tras despedirse de cada uno de ellos, Amadou dejó en manos de Anne el regreso a casa. Se habían puesto de pie y siguieron a Anne quien había creado un nuevo portal de regreso a Londres. La pareja caminaba tomada de la mano hacia él y antes de atravesarlo, tras el gesto de Seba, cediéndole el paso la Potter Black alcanzó a susurrar a su profesora.

 

--Me interesaría saber más sobre las varitas y Bahati --y tras dedicarle un guiño a Anne atravesó el portal de regreso seguida por Seba.