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Pociones


Ellie Moody
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Mientras camina por los pasillos del palacete, Ellie sonríe con los recuerdos frescos de la última clase. Scavenger se fue a casa con un pote lleno de antídoto para venenos comunes y, espera, conocimientos que le podrían ser de ayuda en el campo laboral. Lo cierto es que le dio vergüenza pedirle su opinión como alumna, pero cree que la experiencia fue buena para ambas. Por eso, si bien todavía no ha leído la lista de anotados para el curso de aquella noche, se siente más animada y segura de sí misma. A ella, como una investigadora de los misterios de la magia, le fascina aprender y estudiar... pero, con ésta experiencia, ha descubierto que hay algo satisfactorio en la enseñanza. En ese momento, la única expectativa que tiene es mejorar como educadora para ayudar a alguien más a mejorar en el arte de la alquimia.


Aquella noche es fría y despejada y, quizás por eso mismo, la Universidad Mágica parece menos concurrida que de costumbre; esto a Ellie no le molesta en lo más mínimo sino que, por el contrario, le parece agradable. Acorde a la ocasión, usa una túnica de lana negra, de mangas largas y falda hasta las rodillas, medias grises altas y gruesas y sus típicas botas de charol negras. El cabello lo tiene atado en un moño tras la nuca, una medida para mantener la integridad de las pociones, y en su espalda está la Saeta de Fuego que, tras un par de días de trabajo, logró restaurar luego del incidente con Garry Ollivander que la partió en dos.


En el aula de pociones —una estancia amplia con tan sólo un par de mesas además del escritorio de la profesora, pero en cambio abarrotada de estanterías, armarios, calderos, cajas de ingredientes y muchas curiosidades más—, Ellie tiene tiempo de abastecer los frascos y saquitos con ingredientes frescos, desempolvar seis calderos del número dos (dos de cobre, dos de latón, dos de peltre) y ojear el ejemplar de Elaboración de pociones avanzadas, recolectando algunas ideas, aunque lo cierto es que prefiere que sean los cursantes quiénes elijan qué pociones prefieren realizar durante el curso. Después de todo, no se trata de aprender recetas sino de desarrollar la técnica, la cual podrán aplicar en cualquier situación.


Poco después de echar un ojo al reloj sobre la puerta y confirmar que ya son las siete la noche, la hora de la clase, escucha la puerta abrirse, a lo que cierra el libro, bastante segura de que deben haber llegado los magos anotados al curso.


—Buenas noches... ehm, ésta es la clase de Pociones —musita, para entonces alzar la mirada.

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El Nigromante se encontraba recorriendo los pasillos de la Universidad mientras se hacía la hora de poder ir a su clase de Pociones. El momento de tomar un nuevo conocimiento había llegado y no desperdiciaría la oportunidad. Hacía unas semanas que había concluido - con éxito - la vinculación con su anillo de Nigromancia, la primera habilidad que había tomado el vampiro.

 

Sus ojos miraron aquella nueva sortija que descansaba en su anular derecho. Una de sus metas se había cumplido y ahora se resumía en aquella habilidad y poder que tenía para - entre otras cosas - estar en contacto con los muertos.

 

El reloj de la universidad ya marcaba las siete, la hora en que su clase estaba por empezar. Lo bueno que tenía el haber recorrido aquellos pasillos es que no se perdía tan fácil como la primera vez que le tocó dar clases dentro de la Universidad.

 

Ubicó fácilmente el lugar e ingresó por la puerta de la misma.

 

Como era de esperarse los mesones largos cruzaban toda el aula, estanterías con frascos que contenían los ingredientes de las pociones adornaban las paredes del lugar - siendo profesor de Herbología pudo identificar alguno de ellos - los calderos sobre aquella madera listos para ser usados estaban preparados para cada uno de los estudiantes que vinieran al lugar. Una pequeña biblioteca a espaldas de la profesora, que ya estaba allí, tenía el material bibliográfico referido a las pociones y antídotos - al menos eso suponía -.

 

- Buenas noches - saludó y dio un pequeño paso para cerrar la puerta - Soy Emmet y me he inscrito a la clase de Pociones ... creo que di con el lugar correcto - dijo con algo de humor expresado en una risita casi imperceptible - Seguro me conoce, pero por las dudas me tomo el atrevimiento de presentarme - hizo una pausa y continuó - Soy Emmet Haughton Gaunt y, justamente, soy el profesor de Herbología en esta Universidad que ahora se ha decidido por el estudio de las Pociones - se presentó amablemente y, mientras se ubicaba detrás del caldero más cercano a la profesora prosiguió - Como debe saber, ambas asignaturas están más que relacionadas - dijo amablemente - Además me he tomado el atrevimiento de traerle algunos frascos con ingredientes frescos de los Invernaderos que yo cuido y administro - de su bolso sacó cuatro frascos: uno de ellos contenían hongos saltarines disecados, el otro hiedra común, el tercero higos de higuera avisina (muy buscados y caros) y el cuarto contenía flores de asfódelo frescas; los apoyó en su mesón para que la profesora los viera.

 

- Espero que le sean de su agrado y les sirva - concluyó.

 

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Cierra el libro de golpe, haciendo que el polvo acumulado en las páginas se levante. Se le irritan los ojos, por lo que se ve en la necesidad de enjuagarlos. Antes de asistir a cualquier clase le gusta prepararse, leer lo más posible sobre el tema del que se va a tratar. No es malo para las pociones, pero tampoco es bueno. Está en el promedio pues cuando visitó Brasil centró su aprendizaje en el estudio de la aplicación de los herbolarios fuera del uso en pociones. Sabe como usar las hierbas, como mezclarlas y cuando molerlas. Sin embargo aún, a día de hoy, hay veces en que le explotan los calderos.

 

—No William, no le dije. Tampoco ella me dijo nada, imagino que no lo sabe

 

—Los humanos son tan complicados, no los entiendo y he vivido toda mi vida con ustedes.

 

El Pukwudgie en realidad no lleva ese nombre solamente. Su nombre es más largo "William el recolector de zetas", William o Will para los amigos. Hobb lo conoció en Ilvermorny y se hicieron muy buenos amigos. Lleva poco tiempo viviendo con Hobb pues, según sus palabras "Ilvermorny no es lo mismo sin Hobbamock el tigre".

 

—¿Cuándo la traerás?

 

Esa pregunta es suficiente para cortar la charla. A Will no le gusta hablar de su chica en absoluto, y cuando el mago quiere sanjar una discusión saca ese tema a conversación.

 

 

****

 

Guarda el libro que leía la noche anterior en la mochila. Desde que Harimau -su nuevo amigo- no se despega de él se hizo amigo de uno de los hijos de Bastian (el dueño original del tigre) y tiene la confianza para pedirle cosas. El libro que le sirve de estudio, concretamente, lo obtuvo escarbando en la biblioteca personal del difunto. Es un libro bastante costoso y va a devolverlo cuando termine la clase. Tiene anotaciones de su propietario, algunos consejos para mejorar algunas pociones.

 

Mueve la varita mágica y dibuja en el aire un espiral que corta el espacio y crece hasta tener el tamaño suficiente para que él pueda atravesarlo. Se trata de un portal uzza, una magia extraña y poderosa. Le molesta que los Uzza no intervengan en conflictos ajenos, con su ayuda -piensa- la guerra podría sanjarse en un santiamén. Es más cómodo que aparecer, sin embargo le sigue pareciendo extraño el dejar de "ser" por un segundo para volver a "ser" en otro lugar lejano, al otro lado del mundo si hace falta.

 

Ya en el aula de pociones se sienta, Ellie aún no lo ve. Sonríe cuando ella levanta la mirada.

 

—Hola Ellie, digo, buenos días profesora —le guiña un ojo —. Un gusto verte, Emmet. No me voy a presentar ya que ambos me conocen y los conozco a los dos ¿Evitamos esa parte aburrida?

 

El no trae nada a la clase salvo el libro que ya está sobre una de las mesas. Está confundido, quizá la tradición sea traer ingredientes propios. O quizá no, decide esperar. Puede retirar y regresar enseguida si hace falta. Bastian también tenía un invernadero aunque durante mucho tiempo estuvo descuidado. Aunque lleva pocos días trabajando en ese invernadero hay ingredientes que puede cosechar si es necesario.

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Tiene que alzar el rostro para observar al mago. Es notablemente alto, por lo menos para alguien de la estatura de Ellie, aunque lo que más le llama la atención es su tez pálida, con un tono más gris que el sonrosado de los seres vivos. Es más por su experiencia con Charlotte Aldrich, que se atreve a suponer que no es un ser humano; sin embargo, aunque lo cierto es que los temas escabrosos despiertan su vena curiosa, no es tan torpe como para hacer un comentario al respecto. Afortunadamente, es capaz de disimular su sorpresa y, por supuesto, esa sensación de sentirse frágil. Se presenta como Emmet Haughton Gaunt —Ellie tras sus últimos estudios de historia, no puede evitar pensar en Isolt Sayre, una descendiente de la familia Gaunt—, el profesor de Herbología de la Universidad.

 

A pesar de no ser diestra en esa materia, no ignora lo que él señala. Por lo que sabe, los mejores pocioneros son también herbólogos. Justamente, en la clase anterior le señaló a Scavenger lo importante de seleccionar los mejores ingredientes para cada poción, los cuáles son en su mayoría hierbas y hongos. Lo que no mencionó es que en Hogwarts lo pasó muy mal en el invernadero y quizás por esos "traumas" ha evadido estudiar esa rama de la magia con más profundidad, pero ahora, al ver que el herbólogo parece comprometido con aprender acerca de pociones, no puede evitar una sensación de compromiso con su nuevo trabajo de profesa y, por lo tanto, instruirse más. Pero, claro, tendrá que ahorrar bastante para ello.

 

—Lo siento, soy nueva en la Universidad —dice con su usual tono escocés, luego de que el mago dejara los frascos sobre el escritorio—. Mucho gusto, soy Eileen Moody, pero Ellie está bien.

 

»Muchas gracias por estas cosas. Sí, claro que entiendo: en la fabricación de pociones, además de la técnica, la selección y el tratamiento de los ingredientes es muy importante. Yo también debería obtener por fin mi especialización en Herbología, para cosechar mis cosas... —internamente, se dice que sería una forma de ahorrar, ahora que no cuenta con el sustento usual del Ministerio de Magia.

 

Sin ningún motivo en particular, su mirada se desvía y entonces observa que hay alguien sentado en una de las mesas. Inconscientemente, sonríe. No había imaginado que Hobbamock pudiera ser uno de los estudiantes. ¿Por qué no le habría comentado? Aunque, quizás como ella, simplemente no había prestado mucha atención a la carta de la Universidad. De todas formas, le parece algo bueno... pero, de todas formas, siente cierto nerviosismo. Aquellas apenas son sus primeras clases y, aunque tiene un poco más de seguridad, en realidad no tiene una opinión sobre su papel de maestra.

 

—Ellie está bien —se apresura a decir, porque siente que es demasiado extraño que alguien que no es un niño o un adolescente le diga "profesora"—. Creo que con eso terminamos la "parte aburrida" —aunque lo cierto es que no le parecieron presentaciones aburridas.

 

»Entonces, ehm... esta es la clase de Pociones —ahora que piensa en ello, no ha preparado una introducción, porque nunca había sentido necesitar una. Pero ¿es demasiado necesario? Ellos parecen saber a qué vinieron—. Estoy segura de que en Hogwarts... o en cualquier colegio de magia —añade, pues está segura de que Hobbamock no fue a ese colegio, aunque lo cierto es que nunca han hablado al respecto—, aprendieron lo necesario. Qué instrumentos se usan, qué tipos de pociones hay, cómo hacer ciertas pociones. Ya me entienden. En este curso vamos a enfocarnos en desarrollar y mejorar nuestra técnica como pocioneros, no en memorizar recetas; éso es lo importante, en cualquier escenario. Me refiero a elegir el caldero adecuado para la ocasión, los mejores ingredientes, cómo aprovecharlos mejor y prestarle atención a lo que hacen. Cuando haces algo con dedicación y entrega, se nota la diferencia.

 

En la clase anterior, Ellie se había enfocado en venenos y antídotos debido a las necesidades de Scavenger en sus misiones de Auror, como ella misma le explicó; aunque confía en que la bruja podrá aplicar sus conocimientos en otros escenarios, fue de provecho porque las pociones que hicieron fueron de utilidad para ella. Por eso, prefiere preguntarles a Hobbamock y Emmet qué esperan de la clase, si es que esperan algo, o podrían usar las horas de la clase para elaborar cualquier poción que ella considerara.

 

—¿Hay alguna poción en específico en la que quieran trabajar? Ya sea porque les será útil o porque les da curiosidad, no me tienen que dar explicaciones —acota, pues lo cierto es que a ella le incomoda cuando los profesores juzgan sus intenciones con cualquier clase, en especial porque ella no suele tener más intenciones que las de aprender por gusto—. Si quieren aprovechar los ingredientes que trajo, Emmet, bueno, veamos para qué nos sirven. Los hongos saltarines son venenosos, aunque parezcan muy bonitos. En cuanto a los higos se usan en la poción para encoger. Y, oh, las flores de asfódelo... muy interesante. Lo más normal es usarlas para la poción herbovitalizante, pero también son un ingredientes del filtro de Muertos en Vida. Por supuesto, si tienen algo en mente pueden decirlo.

 

»Había olvidado comentarlo. Suelo usar para este curso el libro de Libatius Borage, Elaboración de pociones avanzadas. Hay varios ejemplares en el librero. Creo que es una opción bastante acertada. Filtros y pociones mágicas de Arsenius Jigger no está mal tampoco —Ellie no puede evitar echarle un ojo al tomo que está en uno de los estantes más altos, Moste Potente Potions, aunque no lo menciona porque quizás sea un poco insensato ir con ese primero. Pero quizás, más adelante...—. En fin. Cuando decidan qué poción quieren hacer, pueden buscar los ingredientes, elegir el caldero, colocarse los guantes de piel de dragón y lo que crean que necesitan para protegerse. Mejor prevenir, ¿cierto?

 

Por su parte, ella se acomoda el moño que tiene en la nuca para asegurarse de que no se ha salido ningún cabello y se coloca un par de guantes de piel de dragón. Aunque ella misma no hará ninguna poción, los observará de cerca para realizar las acotaciones pertinentes con respecto a la materia.

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Unos minutos más bastaron para que el otro alumno llegara. Se trataba nada más y nada menos que de uno de sus empleados del Mall perteneciente al grupo selecto de la Logia.

La profesora había tomado la palabra y, entre ellas, notó los ingredientes frescos que el vampiro le había traído. Lo que dijo era cierto, la relación entre los ingredientes y su manejo era muy importante ya que debía aprovecharse de la mejor manera la calidad que estos nos podían ofrecer.

- Ese punto es muy importante. Yo siempre lo resalto en mis clases cuando hago mención a la relación entre las pociones y la herbología - comentó - El manejo de los ingredientes, desde la crianza de la planta hasta su procesamiento para usar en las pociones, es sumamente importante y se tiene que hacer con el mayor cuidado posible porque se podrían perder alguna de las propiedades que nos podrían otorgar - explicó agregando a lo que la educadora había dicho.

Colocó los frascos en una orilla del mesón para liberar el espacio. Fue hasta el librero y tomó uno de los ejemplares de Elaboración de Pociones Avanzadas. Era la primera vez que tenía aquel ejemplar en sus manos pero conocía alguno de los apartados que contenía ya que había hecho mención en su clase.

- Sería interesante ver el Filtro de los Muertos y la Poción Herbovitalizante - comentó con mucho interés mientras repasaba las páginas del libro - Pero creo que me decidiré por Filtro de los muertos - sonrió al encontrar la página que contenía los ingredientes de la poción.

Fue en busca de los ingredientes:

Colmillos de serpientes aplastados

Moondew

Ajenjo

Asfódelo

Raíces de valeriana

Granos de Sopóforo

Leyó la lista una y otra vez a medida que se paseaba por las estanterías buscando cada uno de los ingredientes que necesitaba. Revisó una vez más, ahora, con cada uno de los frascos encima de su mesón y todo estaba correcto y en su lugar. Preparó el caldero, puso una tabla y el cuchillo, se colocó los guantes de piel de dragón y comenzó con la preparación.

 

- Cuando esté terminada tiene que quedar clara como el agua, ¿cierto?

 

Consultó a Ellie.

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Escucha con detenimiento las instrucciones de Ellie y las acotaciones que realizar Emmet. Toma nota sobre los ingredientes. Él no conoce mucho de pociones, solamente lo más básico. Sabe que el cultivo de herbolarios debe ser delicado, más él no lo hace pensando en las pociones. Cuando siempre una planta mágica, cuando la abona o la cosecha piensa únicamente en la forma de conseguir las mejores hojas, los mejores tallos o frutos; no le interesa si se usarán para fabricar pociones, o si las ramas mágicas se usarán para hacer varitas.

 

—Creo que haré una Poción Herbovitalizante, por si alguien por accidente ingiere el filtro de muertos en vida que preparará Emmet.

 

Se dirige a las estanterías de los ingredientes. Mientras camina recita mentalmente los ingredientes que debe tomar para preparar esa poción en específico. Un frasco grande de sangre de salamandra, cinco espinas de pez león, un frasco pequeño de moco de gusarajo, una botella de hidromiel (para el sabor, supone) y una bayaboom para antes de dejarla reposar la poción al fuego. Tarda varios minutos en encontrar todo lo que necesita, ya que no es bueno buscando en lugares que no están ordenandos por él.

 

Encuentra todo, aunque lo que más le cuesta es dar con la botella de hidromiel. Aparte de la que él toma hay solamente una más. Decide que, aunque no tiene ingredientes propios en ese momento, se dará una vuelta en un futuro pare reponer todo lo usado; especialmente aquello que puede recoger del invernadero de los Karkarov. Vacía el caldero de ingredientes y los coloca en la mesa. Pone el caldero sobre "el fuego" aunque en realidad este no está encendido. Como acto final se calza los guantes de piel de dragón que encuentra; se arrepiente en el acto de no traer los suyos propios.

 

 

—Nunca me queda claro algo ¿Qué cantidad de agua he de poner a hervir en el caldero antes de echar los ingredientes?

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—Sí que es una planta curiosa, el asfódelo —ríe Ellie entre dientes, sacudiendo ligeramente. Sólo una persona extraña y nerd como ella, podría encontrar lo divertido en aquella situación. Esa planta (cuyo nombre, según leyó en un libro alguna vez, significa mi lamento te sigue hasta la tumba) es usada tanto en el potente somnífero, como en la pócima capaz de interrumpir un sueño provocado por la magia. Es extraño ver en las pociones una ironía así, mas no es la única.

 

Casi al unísono, ambos magos comenzaron a buscar los ingredientes de cada poción. Ellie también detalla si ambos se han colocado los guantes de piel de dragón; cualquier incidente sólo demostraría lo mala que es en primeros auxilios, y siendo una de las más nuevas en el Claustro, no quiere ganarse una mala imagen. No porque conozca a muchos profesores, sino porque Richard es el profesor de Adivinación, Bel la de Cuidado de Criaturas Mágicas y Athena es la directora de la Universidad... una cena en familia se convertiría en un tormento. Por otro lado, le apenaría mucho que algo le sucediera a Hobb y ella no pudiera ayudarlo.

 

—Exactamente, Emmet. Cuando el filtro puede literalmente hacerse pasar por agua, significa que el resultado es el deseado. Con un simple vistazo, podremos ver si la poción está bien hecha —le responde al estudiante, quien apenas comienza con la preparación de la poción. Ellie advierte que luce confiado, así que asume que no tiene problemas en entender el libro—. Recuerda que puedes hacer cualquier pregunta. ¡Oh! Si no mal recuerdo, en el libro no recomiendan ningún caldero en específico, pero si aceptas un consejo, usa uno de peltre. La cocción lenta que se consigue que éste, es ideal para el Filtro de muertos en vida.

 

»Recuerden, un caldero de peltre prepara pociones a velocidad lenta, uno de latón a velocidad media y uno de cobre a velocidad rápida. No es extraño ver recetas donde se usen varios calderos, en diferentes etapas. Es un error de novatos pensar que pueden controlar la rapidez ajustando la llama del fuego... pero no funciona así.

 

Luego de verificar que Emmet no tenga problemas, se vuelve hacia Hobb con una sonrisa involuntaria.

 

—Oh, ehm... —observa el tamaño de caldero y la cantidad de ingredientes dispuestos para la poción, para calcular el agua necesaria— cinco tazas de agua. Generalmente, se usa de agua la mitad de lo que usarás de sangre de salamandra... es decir, terminas usando el doble de sangre que de agua. Y la cantidad del agua determina las espinas de pez león que usarás: cinco, por lo que veo.

 

»Apenas hierva el agua, le echas la sangre de salamandra muy lentamente pero sin interrumpir el flujo, y sin remover todavía —le dice Ellie, una vez que el caldero de latón tiene la cantidad adecuada de agua—. No debería tardar mucho —sin embargo, pasan los minutos y Ellie no observa ni siquiera el más mínimo vapor emanar el caldero, cuando ya deberían aparecer las primeras burbujas—. Qué extraño, ¿será que se descompuso el encantamiento regulador de...? —Ellie se agacha hasta que su rostro queda al nivel de la hornilla— ¡Ah! —aunque le parece divertido, no se ríe en voz alta— Ya estaba a punto de hervir el agua, Hobb —comenta, sacudiendo ligeramente la cabeza, aunque sonriendo—. Enciende el fuego, por favor. Recuerda, hasta que no esté encendida la hornilla, no montes el caldero. Es un buen truco para no olvidarse.

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Toma una taza de medir y, con cuidado para no hacer un desastre, la llena cinco veces para cumplir la medida sugerida por Ellie. Entre una cosa y otra olvida completamente que el fuego no está encendido, por lo que su espera es infructuosa. ¿Cuánto tiempo más es necesario para que el agua hierva. Entonces cuando Ellie le dice que el fuego está apagado se ruboriza. ¿Cómo es que se le puede olvidar algo tan básico como encender el fuego?

 

—Lo siento, soy despistado —dice con una sonrisa, intentando que eso desvíe la atención de la bruja de sus mejillas coloradas.

 

Mueve la varita haciendo una floritura que representa el fuego. Entonces, ahora si, siente el calor del fuego encendido. Pasa poco tiempo y el agua comienza a hervir. Es esa la señal, es cuando la preparación debe comenzar.

 

—Espero que las salamandras no hayan recibido daño, es complicado obtener su sangre sin causarles dolor o daño permanente.

 

Las criaturas mágicas son su pasión. Lamenta mucho que no existan formas de reemplazar los ingredientes provenientes de criaturas. Los guantes personales de piel de dragón que olvidó en casa provienen de piel de dragones fallecidos por causas naturales. Algunos de viejos, otros por enfermedades contraídas. Son más costosos, porque la materia prima es más escasa.

 

Saca la cera que une el tapón al frasco con los dedos. Observa el flujo de sangre caer lentamente por lo espeso de su composición. En cuanto el agua está totalmente roja corta el flujo. Repasa rápidamente las instrucciones del libro en su mente y con la varita comienza a dibujas círculos sobre el caldero para removerla. No sabe cuanto tiempo tiene que pasar, la señal aparecerá cuando la poción se vuelva naranja.

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Las indicaciones de la profesora fueron las indicadas en ese momento. Además de haberle respondido su duda acerca del color de la poción, también, agregó a los calderos y la velocidad de cocción de las pociones. Miró su caldero y notó que era uno de latón por lo que la velocidad sería media; suponía que eso estaba bien por si quería presentar una poción decente.

 

Para comenzar tomó una taza con medidas y, haciendo un Aguamenti, la llenó hasta que en el caldero estuviera la medida exacta que la poción requería. En el libro decía que debía dejar calentar el agua unos cinco minutos antes de comenzar a agregar cada uno de los ingredientes. Eso fue lo que hizo.

 

Sus ojos parecían bailar de un lado al otro leyendo con atención las indicaciones en el libro de pociones.

 

Habiendo pasado el tiempo, agarró el frasco que contenía la Infusión de Ajenjo y lo agregó lentamente - sin interrumpir el flujo - para que la reacción no fuese repentina. Un pequeño burbujeo se notó en la superficie del agua. Pensó que estaba bien y continuó.

 

¡Raíces de Valeriana! Sus ojos se abrieron como platos. Se había olvidado de aquellas por lo que fue hasta las estanterías para buscarlas y las encontró en uno de los cajones casi al final del especiero. Fue hasta su mesa y comenzó a cortarlas en pequeños pedazos - como decía la receta - las tomó entre sus manos y las agregó a la poción como si se tratara de una pequeña lluvia de restos de valeriana.

 

¿Habría olvidado algún ingrediente más? De eso se podía estar ciento por ciento seguro de que si.

 

Con su varita hizo un pequeño y sutil movimiento apuntando al cucharón - que reposaba en un costado del mesón - y éste comenzó a mezclar lentamente los ingredientes que ya había colocado en el recipiente.

 

El próximo paso, al cuál se había adelantado a leer por lo ansioso que lo tenía aquella preparación, era la obtención del jugo de trece granos de Sopóforo. De por sí este ingrediente era complicado de obtener y era todo un reto - para un principiante en pociones como el vampiro - aplastarlos hasta obtener su líquido.

 

- Ellie, he llegado a la parte de agregar el jugo de trece granos de Sopóforo - levantó su vista del libro y buscó a la educadora con su mirada - ¿Hay alguna manera de obtenerlo sin que los granos comiencen a saltar por todos lados al intentar aplastarlos? - consultó casi de manera graciosa.

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Si bien las palabras de Hobb son de arrepentimiento, su sonrisa confiada le impide verlo avergonzado. En realidad, no recuerda haber visto nunca al mago abochornado... y, si lo estaba, no se dio cuenta de ello. Las virtudes que Ellie aprecia en los demás, suelen ser de las que ella misma carece. «Espero que éso sea algo bueno». Le gustaría expresar sus ideas en voz alta, pero el olor a ajenjo proveniente de la mesa vecina le recuerda que están en medio de una clase; por lo menos el otro estudiante, debe esperar cierto comportamiento de ella. Así que se limita a sonreír en respuesta.

 

Con un encantamiento elemental de fuego, Hobb enciende el caldero y el agua comienza a calentarse, hasta que por fin rompe a hervir.

 

—Oh... —apenada, baja la mirada. Lo cierto es que Ellie muy poco piensa en las criaturas mágicas de las que se aprovecha en la alquimia, mucho menos se preocupa por ellas. Como se lo explicó la señora Fulanita Detal, hay magos que tienen una conexión con los animales y las criaturas, pero ¿ella? No es de esas. Ni siquiera su trabajo en el Tamesis Park ha mejorado eso de su carácter. Lo cierto es que si ahora eso le avergüenza, es porque sabe que Hobb es justamente uno de esos magos— Tienes razón. No lo había pensado —y menos mal que no están haciendo antídotos para venenos, donde se rallan cuernos de unicornio. No se imagina el rostro de Hobb al ver tal escena. «Tendré que comprar en alguna tienda libre de crueldad»—. Pero seguro que la Universidad se encargó de eso —dice, intentando sonreír con tranquilidad.

 

Mientras él mezcla el agua con la sangre de salamandra, Ellie decide volverse hacia el asiento de Emmet, para ver cómo le está yendo. No tiene que observar mucho, pues el mago le explica en qué etapa está: debe añadir el jugo de los granos de sopóforo, pero la labor se le dificulta.

 

—¡Ah! —suelta, al recordar esa etapa— Sí, sí, a veces esos granitos pueden ser peores que los hongos saltarines. En fin... —Ellie se acerca y busca en los instrumentos un cuchillo de plata, con una hoja amplia y afilada, en lugar— Este truco no es mío. Lo aprendí en una fábrica de pociones. Allí sí que vi cosas curiosas... Ah, disculpa. Mira, vas a tomar el lado plano del cuchillo, y con eso los aplastarás, uno a uno. Así no pueden escaparse, ¿ves? —le muestra, mostrándole como "atrapa" un grano bajo la hoja del cuchillo y sobre una tabla de madera—Lo mejor es que recolectes todo el juego en un recipiente y luego lo incorpores todo junto, así se cocina al mismo tiempo.

 

»Sé que ésto no sale en el libro... pero con el tiempo, pocioneros muy talentosos descubren estos trucos y son muy útiles. No tengas miedo de intentar algo nuevo, aunque pueda parecer loco. En todo caso, si arruinas la poción, puedes volver a empezar —no es que a Ellie le agrade trabajar horas extras no remuneradas, pero cree que es importante fomentar la creatividad y el atrevimiento. Son esos magos los que innovan, no los que se conforman—. Mi único consejo, por seguridad, es que no pruebes ninguna poción que, al final, no quede como debería.

 

Luego de que Emmet vuelva a ponerse manos a la obra, Ellie vuelve a observar a Hobb. Justo en ese momento, mientras revuelve el caldero con la varita, el rojo comienza a tornarse de un brillante naranja.

 

«Ya toca echarle más sangre de salamandra» piensa, pero no dice nada, pues necesita ver que ahora Hobb está prestando atención a lo que hace.

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