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Maestría con Escobas


Ellie Moody
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Con la escoba suspendida a un par de metros por encima de suelo, Ellie observa el vuelo de Nathan y Mía. De vez en cuando, toma el catalejo que sacó de su túnica y lo usa para observar detalladamente a cada uno de los estudiantes. Si bien el mago, según sus palabras, eligió La Nimbus por su "tranquilidad", no tuvo reparos en emprender un vuelo veloz casi desde el comienzo. En cuanto a la bruja, aunque le pareció que tuvo un comienzo tranquilo, incluso dudoso, también terminó recorriendo con notable rapidez y seguridad el campo. Ellie, sin darse cuenta comenzó a sonreír. Hacían un buen trabajo... Aunque, por supuesto, apenas as comenzaban.

Luego de un rato, saca la varita mágica de bolsillo de su túnica y la alza por encima de su cabeza; de su extremo, brotan chispas de varios colores que, junto al sonido que hacen al expandirse, le hacen pensar en fuegos artificiales. Una vez que llama la atención de Nathan y Mía, les hace un gesto para que se acerquen.

―Buen trabajo ―dice en un tono alto, para hacerse oír claramente―. Creo que todo bien hasta los momentos, ¿no? Bueno... Ahora, algo un poco más complicado.

»Como deben imaginarse, hay varios estilos de vuelo. Supongo que alguna vez vieron en algún partido de quidditch jugadores volando al revés o incluso, ponerse de pie sobre la escoba. No es que los esté instando a hacerlo ―se apresura a decir, pues aquella no es una forma recomendable de bueno. De hecho, pocas más allá de la estándar lo son―. Pero... Cualquier cosa puede suceder. El quidditch no es el único motivo para aprender a volar en escoba. Lo que quiero decir, es que hay que estar preparados, ¿no lo creen?

Con otro movimiento de la varita, una caja de madera se eleva desde el campo y se detiene a la altura de Ellie, frente a ella.

―Este es equipo descompuesto ―les dice, pues no quiere que piensen que va a tomar las cosas de quidditch de Hogwarts sólo porque sí―. Parece que ocasionaba muchos problemas en los partidos... En fin, ahora nos sirve. Creo que nos servirá para lo siguiente: volar con sólo una mano sobre la escoba, mientras con la otra usan la varita. Aunque no lo crean, pueden necesitar esta lección; además, es genial para mejorar el equilibrio.

»Lo que deben hacer es, mientras vuelan, hacer desaparecer o destruir estas quaffles, a las que les aplicaron los encantamientos de las bludgers por error. No se preocupen, las encanté hace rato para que sean blandas como una almohada ―dice, pues le parece que suena como uno de esos profesores locos, que no tienen reparos en poner en riesgo a sus estudiantes. Lo cierto es que aquella no es una culpa con la que quiera cargar―. Pero de todas formas, deben concentrarse en el objetivo: mantener el control de la escoba y de la varita, a la vez.

Otro movimiento de la varita y las correas que sujetan a las quaffles se desatan. Entonces, se elevan en el aire... Y comienzan a volar de un lado a otro, velozmente.

Editado por Eileen Moody

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¿Enfrentarse a pelotas hechizadas? No era totalmente de su agrado, sin embargo, no iba a objetar. Escuchó con atención las indicaciones y no pudo evitar soltar una risotada burlona en cuanto la instructora mencionó que los posibles golpes que recibieran con las bolas, no iban a causar gran daño, porque estaban embrujadas para que parecieran almohadas. Sin duda, iba a ser toda una aventura, solo esperaba soportar hasta el final, porque por el momento había tenido que contener al menos un par de veces, las ganas de salir corriendo.

 

—Lo haré primero. —anunció, sin saber si realmente debía hacerlo o no.

 

Tomando con su diestra su varita mágica, respiró profundamente y se colocó en la postura adecuada sobre la escoba. Permitió que su espalda estuviese recta, e inclinada un poco hacía adelante, con la única finalidad de mantener el balance perfecto y de no perder el control, posteriormente, sus pies los puso en dónde debían ir, dando la flexión correcta a cada una de sus piernas. Estaba lista, por lo que comenzó a subir por los aires en cuestión de segundos.

 

Podía sentir la velocidad correr por sus venas, por lo que concentró totalmente sus sentidos en visualizar la posición de cada una de las quaffles que por los movimientos que tenían, parecían más bludger que otra cosa. Intentando esquivarlas y mantenerse al margen, comprendió que no podía hacerlo por más tiempo, debía enfrentarse a ellas y no solamente esquivarlas. Acomodó una vez más su arma mágica y medito un poco, sobre las posibilidades de sus acciones.

 

Petrificus Totalus. —siseó apuntando a la primera de las pelotas, la cual quedó completamente inmóvil en el aire, a unos cuantos centímetros de su rostro.

 

Había librado la primera, aún le quedaba una más. Se veía un poco más complicado de lograr, pero no iba a perder la fe recientemente adquirida y mucho menos, el control que había obtenido. Sobrevoló por todo el campo durante algunos segundos, necesitaba pensar y continuar practicando el vuelo con una sola mano controlando la escoba. Hasta el momento, no lo hacía mal, pero no quería cometer errores, así que continuaría practicando y esquivando un poco más.

 

Mientras tanto, permitió que el aire la relajara un poco más y que sus ideas se liberaran. Control, eso era todo lo que tenía que continuar conservando, el cual se vio un poco mermado en el momento, en que la quaffle pasó rápidamente a su lado, logrando que se tambaleara un poquito durante el entrenamiento, pensando en que de plano, no podrían convivir con esas bolas, soltó un suspiro y bajó unos cuantos metros hasta casi tocar el pasto, debido a un impacto de una de las pelotas, a la cual no le quito la vista de encima.

 

Reducto —logró entonar con voz tranquila. Su hechizo, impactó en la pelota que segundos atrás había querido tirarla y que en esos momentos, estaba convertida únicamente en pedacitos, había eliminado la amenaza de momento.

 

Descendió hasta la posición de Eileen, esperando a que Nathan tomara su turno.

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Todavía podía sentir su corazón rebotar contra su caja torácica, y a pesar de que intentaba calmar las inmensidades de adrenalina que circulaban desenfrenadas por sus venas, cualquier esfuerzo parecía inútil. Comenzó a volar en dirección a la profesora mientras contemplaba a su compañera disfrutar del vuelo; probablemente él se veía igual que ella, y se preguntaba si ella también había pasado tanto tiempo sin volar cómo él. Su Nimbus parecía estar tan extasiado como él, dado que vibraba como si no hubiera un mañana mientras el Weasley frenaba a metros de Ellie, listo para la segunda ronda de instrucciones y ejercicios.

 

Nathan contempló las Quaffles lanzarse hacia el aire y mecerse alrededor del campo mientras su compañera tomaba la delantera en hacer el ejercicio. Si bien la docente había aclarado que, de impactar contra ellos, las Quaffles no les causarían ningún daño, a simple vista parecían tan mortíferas como las Bludgers a las cuales por error se las había encantado para parecerse. Escuchó a Mía conjurar un hechizo de un grito y, acto seguido, la bludger explotó en pedazos y se desmaterializó inmediatamente.

 

Era su turno.

 

- Allá vamos. - soltó el Weasley, y dio un par de vueltas alrededor de las brujas antes de lanzarse a volar a lo largo del campo. No se detuvo hasta que estuvo junto a una de las gradas de Gryffindor, en la parte más alta del campo, mirando por encima toda la escena y listo para usar su varita, que por el momento descansaba en su funda anudada a la cintura del Weasley.

 

La escuchó antes de verla, y es que su violento vuelo emitía tal vibración que era imposible no escucharla cuando se ponía a cincuenta metros a la redonda de uno. Nathan asió la varita con su mano hábil mientras la otra sostenía la escoba por el tercio anterior del mango con firmeza. Inspeccionó su derredor a 360° rápidamente en busca de la pelota hechizada, para eventualmente localizarla directamente por debajo de el, ascendiendo a una velocidad vertiginosa. Si el Weasley no se movía, la pelota impactaría directamente en su región inguinal.

 

La mano que controlaba la escoba dio un brusco tirón hacia atrás, para lo que el Weasley estaba preparado, dado que inmediatamente realizó un rulo y quedó volando directamente hacia abajo. Se enderezó rápidamente con el objetivo de confundir a la Quaffle, que tuvo que frenar bruscamente para colocarse una vez más en su trayecto.

 

- ¡Confringo! - conjuró, y en una explosión amarillenta la pelota desapareció, sus restos precipitándose al suelo.

 

No tuvo tiempo de regodearse por su momentánea victoria, dado que por la comisura del ojo notó como la segunda Quaffle venía furibunda en su dirección. Lo pensó una fracción de segundo, decidiendo que no tenía tiempo de moverse y que, de cualquier manera, ya era momento de culminar con la tarea. Adivinó su varita por debajo del brazo que sostenía la escoba y apuntó hacia la Quaffle, recurriendo a una estrategia que surgió de su inconsciente sin que siquiera tuviese tiempo de pensarla.

 

- ¡Impedimenta! - soltó, e inmediatamente la Quaffle se detuvo en el aire a una marcha sumamente lenta, y por ende completamente inofensiva - ¡Incendio! - agregó el Weasley, tras lo cual una llamarada de fuego envolvió al objetivo y quemó el cuero amarronado que la envolvía.

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Ellie se mantiene a una distancia prudencial, para no ser petrificada, rebanada, explotada o quemada por error. Observa atentamente, con ayuda de su catalejo, mas a lo menos que presta atención es a la ejecutación de los hechizos o a las técnicas ingeniosas que los estudiantes usan para deshacerse de las quaffles. Lo que observa es el equilibrio que logran por encima de la escoba, los movimientos precisos, la seguridad al volar: en definitiva, la capacidad de usar la escoba mientras hacen algo más, la capacidad de volar por inercia, mientras su atención está en algo más importante.

 

Cuando Nathan termina con las quaffles, le hace un gesto para que se acerque a ella y a Mía, quien fue la primera en hacer la demostración. El vuelo de la bruja, en comparación con el primero, le pareció más seguro y más libre; en cuanto a Nathan, bueno, él ya tenía experiencia volando. De todas formas, les informó que ambos lo hicieron satisfactoriamente.

 

—¿Por qué no descansamos un momento? —propone. Si ella misma se siente cansada y sedienta, no se imagina cómo estarán ellos dos.

 

Ellie camina a grandes zancadas hacia una de las puertas que se ven bajo las tarimas, donde están los vestuarios de los equipos. Ya bajo la sombra del sol, notablemente cálido a esa altura de la mañana, levanta su mochila (la dejó allí, al llegar al campo) y busca hasta dar con unas botellas de agua. Le entrega una a cada uno. Le gustaría ofrecerles un bocadillo, pero no les caería bien al retomar el ejercicio. «Quién diría que la peor jugadora de quidd, terminaría dando clases de vuelo».

 

—Entonces, ¿cómo se sienten? Físicamente —aclara, ya que no pretende ventilar temas personales en la clase. No es buena en esas cosas.

 

»Quería aprovechar este breve descanso, para tocar un tema muy importante: el mantenimiento de la escoba —musita, tomando su Saeta—. Si cuidan muy bien la suya, les durará más de diez años, como la mía. Y más que eso, marcará la diferencia en su vuelo.

 

»Una de las cosas más importantes que deben cuidar de su escoba, aunque no lo crean, son las ramitas. Si se aseguran de que estén bien conectadas al cuerpo de la escoba, van a obtener una mejor aerodinámica. Por supuesto, también deben cuidar el mango. Pueden realizar un encantamiento abrillantador antideslizante... o, simplemente, comprar un kit de mantenimiento de escobas en el Diagón, y pulir la escoba a la antigua. Ambos métodos funcionan igual de bien, mientras lo hagan con esmero. Si no cuidaban así sus escobas, espero que comiencen a hacerlo.

 

»¿Tienen alguna duda, sobre cualquier cosa? ¿O continuamos con el vuelo? Estaba pensando que ahora podíamos practicar con el vuelo en reversa, si les parece bien.

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Su vuelo había sido lo suficientemente bueno como para cubrir lo que la instructora había indicado, así que no se sorprendió en cuanto Nathan había comenzado su demostración. Espero flotando algunos metros por encima del pasto, y prestó atención a todo lo que ocurría a su alrededor, era bastante extraño porque jamás se habría imaginado cursar aquel conocimiento y menos, aún sin obtener su licencia de vuelo, así que vaya que todo era un verdadero caos, tal y como era su vida justo en ese instante.

 

En cuanto escuchó que debían descender de la escoba, asintió con tranquilidad. No estaba del todo cómoda y estirar las piernas, la haría volver a relajarse por completo, además de que le permitiría hidratarse, cuestión que apenas había notado necesitaba, porque sentía los labios un poco secos, debido a la intensidad del sol a esas horas de la mañana. Invocando una botella con agua, tomó un sorbo e intentó prestar atención al resumen básico sobre el mantenimiento de las escobas, algo que siendo sincera poco o nada le interesaba.

 

— ¿Volar hacía atrás? —preguntó intentando comprobar que había escuchado bien.

 

No estaba segura de querer hacer algo así, pero sino tenía de otra tendría que hacerlo. Porque bueno, no iba a suspender esa clase solamente por no poner todo de su parte, además, esperaba que su integridad física no estuviese comprometida o de lo contrario, al menos una excusa para darse vacaciones en el Banco y alejarse de aquellos duendecillos gruñones que últimamente se quejaban del exceso de trabajo que les asignaba, pero que hacían encantados de la vida porque amaban su trabajo y el poder colaborar con la comunidad mágica, aunque esta se quejara por cualquier mínimo error que tuvieran.

 

Despejando su mente, porque no era el sitio adecuado para dejar que su mente viajara y se enredara con esas situaciones. Por lo que, negando con lentitud, se elevó unos metros en el aire, respirando profundamente, intentó concentrar su cuerpo con su mente y la escoba, porque intentaría algo para lo que no se sentía completamente lista, pero que no había punto de inflexión, así que respiro una vez más, y cerró los ojos dejando que su cuerpo se estuviese relajando. Una vez que estuvo lista, los abrió y se tomó bien del mango de la escoba y dio la indicación de comenzar a avanzar hacía atrás, la cual fue atendida sí, pero trastabillo un poco.

 

Tenía que estabilizarse nuevamente, y así lo hizo, se quedó flotando unos minutos más sobre el sitio en el que estaba y volvió a intentarlo, pero pasó lo mismo, así que se tomó con más fuerza y se relajó, porque estaba segura que era parte de su tensión, la que no le permitía hacer el vuelo de manera correcta. Así, que en cuanto dio la orden respiró una vez más y sintió como el vuelo comenzaba a ser más fluido, si estaba haciéndolo bastante bien, así que era momento de hacer algo más.

 

Dando instrucción a la escoba voló sobre toda la extensión del campo de revesa. Sin perder la calma en ningún momento, concentrada ante todo lo que la rodeaba, porque no quería tener ni siquiera un pequeño accidente, planeaba salir ilesa y hasta el momento lo había conseguido, por lo que regresó en vuelo hasta dónde se encontraba Nathan y Eileen, mirándoles con tranquilidad, bajó hasta su altura y soltó un suspiro.

 

—No estuvo tan mal… —fue lo único que dijo.

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El llamado a tierra y descanso de parte de Ellie le hizo tomar consciencia de lo mucho que le dolían los brazos. Hacía demasiado tiempo que no volaba y había olvidado la cantidad de fuerza que había que hacer con ellos para mantener el equilibrio con los movimientos y vibraciones de la escoba, sobretodo cuando la otra mano estaba ocupada escupiendo hechizos a diestra y siniestra. A pesar de lo emocionante de la experiencia, se sintió bien con ambos pies sobre el suelo, teniendo la posibilidad de estirarlos y de secar el sudor que se había perlado en su frente. De a poco se acercaban a media mañana, y el verano en Europa no era fácil de llevar aquellos días. Dejó la Nimbus que había tomado prestada en el lugar indicado, y pasando junto al cofre que anteriormente había contenido a las ahora difuntas Quaffles, siguió a la profesora detrás de Mía hacia uno de los vestuarios ubicados debajo de las gradas.

 

Tomó agradecido, una vez allí, la botella de agua de manos de Ellie. Le dio varios sorbos mientras tomaba asiento junto a ambas brujas, agradecido por la oportunidad de tener una especie de descanso en medio de la clase. Ahora sí que se dejaba ver el enfoque teórico-práctico que la bruja pretendía darle a la clase, uno satisfactorio a decir verdad y que hasta ahora le parecía entretenido y útil; escuchó atentamente las indicaciones de la mujer acerca del cuidado de las escobas, centrándose especialmente en el pulido de la madera y el recorte de las ramitas. Realizó una nota mental de indagar más acerca de aquel kit de mantenimiento de escobas: si estaba a un precio razonable, no parecía una mala inversión en lo absoluto.

 

- Tengo una pregunta, profesora, si no es molestia. - soltó el Weasley, tras carraspear levemente para asegurar la claridad de su voz - He escuchado de varias personas, aunque no se si es cierto, por lo que quiero su opinión, que los encantamientos de equilibrio y dirección de las escobas tienden a volverse un poco rudimentarios con el tiempo. Me gustaría saber si esto es cierto y, de así serlo, si hay algún plazo con el que deban ser re-aplicados para calibrar la aero-dinamia de la escoba.

 

Posterior a la respuesta de su pregunta, sería el momento de practicar el vuelo en reversa. Ahora sí, el Weasley se enfrentaría a algo completamente desconocido, siendo que nunca había tenido la oportunidad y mucho menos la obligación de ejecutarlo. No estaba seguro de cómo tenía que comandar la escoba para lograrlo, por lo que esperaba que Ellie tuviese el principio de dar indicaciones básicas al respecto. Quizá se trataba de una habilidad sencilla, pero su experiencia de vuelo no iba más allá de volar por varias horas, siempre moviéndose hacia adelante.

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Ellie sonríe cuando Nathan manifiesta que tiene una pregunta. Ella, por experiencia propia, sabe que cuando un estudiante se anima a hacer una pregunta, es porque de verdad le interesa la materia. Aún así, no juzga a su otra estudiante por su silencio. Sospecha que el vuelo poco le interesa; probablemente, sólo tome esas lecciones para tramitar alguna licencia. Sin embargo, por lo menos se esfuerza en el uso de la escoba, y al fin y al cabo eso es lo que debe observar.

 

—¡Oh! No es molestia, adelante —le responde a Nathan.

 

Mientras el mago se explaya, Ellie aprovecha de terminar de beber su botella de agua y seguidamente guardar el envase en su mochila, para no ensuciar el lugar. No quiere meter en problemas a Athena.

 

—Bueno... En las escobas más viejas, o en las de menor calidad, es normal que con los años los encantamientos se estropeen. Dependiendo de la escoba, esto puede ocurrir a los dos, a los cinco, a los siete años... No te puedo decir un tiempo exacto, pues depende del uso que le hayas dado, del cuidado que se le haya dado a la escoba y de sus características. Pero con una Saeta de Fuego o una de las Nimbus más nuevas, no debes preocuparte por lo menos en diez años, de hacerle un mantenimiento a los encantamientos. Lo que sí debes hacer, como lo mencioné, es el mantenimiento a las ramitas y al mango.

 

»Tengo mi Saeta desde, uff... hace más de diez años, me parece, y todavía funciona perfectamente.

 

Entonces, se dispone a dar las indicaciones sobre el vuelo en reserva, pero Mía se adelanta. A Ellie le preocuopa muchísimo aquella acción, pues no está segura de que ella sepa lo que hay que hacer, pero en el aire parece estar arreglándoselas. Mientras ella vuelta, decide aprovechar de explicarle a Nathan el asunto.

 

—¿Lo ves? No es nada del otro mundo. Tienes que mantenerte muy derecho, sin inclinarte e impulsarte hacia atrás en el aire. Es normal que en un principio la escoba se resista, pero con la práctica será algo natural. Sé que es una forma un poco extraña de volar... pero nunca hay que descartar ningún estilo; no sabes cuándo lo puedes necesitar, en la práctica, así como eso de volar lanzando hechizos, ¿entiendes?

 

Cuando Mía desciende, a Ellie se le ocurre bajar la mirada a su reloj de muñeca.

 

—Oh... ya es casi el mediodía —murmura—. Recuerden seguir prácticando. Hay muchas formas de volar y, aunque algunas son descabelladas, como el vuelo en reversa o el vuelo en dos pies, nunca se sabe cuándo les podrá servir. Si se anotaron a este curso, es porque quieren especializarse en un vuelo más avanzado y más interesante que el tradicional. Pueden ir recogiendo sus cosas, hicieron un buen trabajo. De todas formas, Nathan, si quieres podemos observar tu demostración antes de irnos.

»Pueden ir recogiendo sus cosas, hicieron un buen trabajo. Aunque... de todas formas, Nathan, me gustaría observar tu demostración antes de irnos. Sólo si quieres.

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Agradeció la respuesta de la profesora, haciendo nota mental de revisar la escoba que tenía guardada en algún lugar de la Mansión Weasley para la correcta manutención de sus ramas y el mango. Supuso que no sería mala idea hacerlo al regreso de la clase, así tendría la oportunidad de comparar el equilibrio y la dirección de su propia escoba con las de Hogwarts, que estimaba estaban probablemente mejor calibradas que la suya. Se le ocurrió retrucar la respuesta con otra pregunta, pero decidió que quizá era mejor idea esperar hasta el final de la clase; no quería entorpecer demasiado el transcurso de la lección, y probablemente ambas brujas tenían otros compromisos para el resto del día.

 

Los 3 enfilaron en dirección al campo de Quidditch por última vez. Nathan se paró junto a su escoba y le ordenó elevarse, de manera que esta salió embestida en dirección a su mano hábil. Arqueó las cejas, vagamente sorprendido e impresionado a la misma vez, al ver a Mía elevarse por los aires y ejecutar un vuelo en reversa que, en opinión del Weasley, era bastante satisfactorio. Escuchó y trató de incorporar las indicaciones de la profesora, valiéndose de su imaginación para reconstituir una imagen mental de lo que tendría que hacer para lograr aquel tipo de vuelo por si mismo. Su creación fue interrumpida por el anuncio de la profesora de que el final de la clase había llegado, más a último momento le ofreció al Weasley practicar la maniobra antes de marcharse.

 

Nathan lo meditó por unos segundos, y terminó decantándose por hacerlo. Consideraba una mejor idea intentarlo en aquella situación y, en el peor de los casos, pasar vergüenza en frente de las dos mujeres, antes de que ser incapaz de hacerlo en una situación donde en verdad la necesitase. No sería tarea fácil, pero el Weasley era un apasionado los desafíos. Se montó en su escoba y dio una corta vuelta alrededor de la porción del campo inmediato a las dos mujeres para recobrar la sensación del vuelo. Finalmente, cerró los ojos y repitió las indicaciones de la profesora, ejecutándolas mentalmente.

 

Mantuvo su espalda erguida y derecha, con ambos brazos en el mango de la escoba. Se concentró en lo que quería lograr, casi como hablándole a la escoba y contándole lo que quería hacer. En un momento sintió como la escoba se mecía hacia adelante, surcando el viento que golpeaba tímido contra su cara, y al próximo sintió un leve sacudón y ahora la brisa impactaba desde el lado opuesto de su cabeza. Aflojó la tensión que había descubierto sobre sus hombros, relajándolos, y finalmente se animó a abrir los ojos para comprobar el resultado.

 

Efectivamente, lo había logrado. Por supuesto, no era un vuelo perfecto, dado que apenas aflojaba la concentración sobre lo que quería lograr su vuelo se tornaba más inestable. Permaneció concentrado, hasta el punto en que pudo mantener un vuelo estable por varios segundos y, ya satisfecho y listo para el almuerzo, voló en dirección a ambas mujeres y aterrizó a una distancia segura.

 

- Pensé que sería más difícil. - confesó, con una leve sonrisa - ¿Necesita ayuda para guardar todas estas escobas, profesora? - ofreció, antes de agradecerle por sus servicios y paciencia durante la clase.

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