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Adivinación


Melrose Moody
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Richard no se detuvo a pensar demasiado, antes de tomar un grueso tomo del escritorio y acercarse a la ventana. Llevaba exactamente cinco minutos en el aula y no estaría allí por mucho. Sentía que no había pasado tiempo en realidad, desde la última clase que había dictado pero a diferencia de en esa primera ocasión, ahora había decidido citarlas en el aula primero.

 

La razón por la cual había adoptado un método más ortodoxo (al menos para iniciar) no se la había comentado a nadie todavía pero pronto sería evidente. Era también, además, ocasión de "otros" cambios. No iba vestido como usualmente lo hacía, con sus cadenas plateadas, o jeans desgastados y casacas de cuero con camisas blancas o polos deshilachados como si fuese una estrella de rock o Sid Vicious. Su cabello lucía igual de rebelde que siempre, los bucles desordenados de tono aureorojizo cayendo sobre su frente, pero llevaba una túnica en azul oscuro y una capa a juego atada con cordones negros a la altura de su cuello sumados a los botines de cuero. La capucha estaba echada hacia atrás y miraba de lado hacia el campus al exterior a través del cristal que lucía límpido a esas horas de la noche.

 

Luego de otro par de minutos de espera, preguntándose si sus avisos con la fecha y hora del inicio habrían llegado a sus destinatarias o no a través de las lechuzas de la universidad, sus manos de dedos largos y blancos empezaron a recorrer un pasaje nuevo en el volumen que traía. Era corto y poco complicado pero encerraba un significado más profundo que el que se dejaba entrever a simple vista: "Si a la búsqueda fuera, con el resultado diera".

 

En una situación regular, aquel pasaje habría podido hacer referencia a prácticamente cualquier cosa pero el libro que traía no era una libro usual. Su procedencia, en qué lugares había estado, todo eso le daba pistas para interpretarlo, acortando las posibilidades y dándole un margen mucho mayor para cegar la duda y adivinar cuál de las posibles suposiciones era la correcta. Por supuesto, a pesar de tomar referencias del pasado, no era el pasado o el presente lo que iba a extraer de allí. Más bien, algo que podría llegar a ser relevante para sus alumnas, si resultaba que tenían algún talento. Por eso, cuando la primera llegó, apartó la vista de la ventana y sonrió con una sonrisa no-tan-falsa, más bien casi de negocios, a la par que realizaba una inclinación de cabeza casi imperceptible.

 

—Buenas noches. Preséntese y tome asiento.

 

Fiel a su hábito de no gastar palabras, no dijo nada más y se volvió a la pizarra para escribir con caligrafía de imprenta "Profesor: Richard Moody" antes de volverse para oír lo que ella tenía para decir.

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Desde que había despertado al nuevo día no había logrado parar ni un solo segundo. Eran tantas las cosas que tenía que hacer cada día que empezaba a creer que necesitaría días de más de 24 horas para lograr cumplir con todas mis obligaciones y aún así encontrar tiempo para mi.

 

Me levanté al alba para hacer mis dos horas de ejercicio corriendo por los jardines y bosques aledaños a la mansión Delacour como era costumbre desde que había comenzado a trabajar en aurores ya que necesitaba estar en buena forma por si alguna misión en mi trabajo lo requería. Al llegar de nuevo al interior de mi habitación tome una respectiva ducha y me preparé para el resto del día. Me coloque un jean negro, acompañado de un buzo gris y una chaqueta negra que combinaba con mis tenía Converse negros. Mi varita siempre en mi bolsillo.

 

Ya lista baje a la cocina, comí algo ligero para desayuno y salí con rumbo a la oficina del cuartel. Debía dejar todas mis responsabilidades al dia ya que al caer la noche tendría mi primera clase de adivinación en el Ateneo de la Universidad. No entendía el porque se había escogido ese horario pero así se había indicado en la lechuza que se me había enviado notificandome toda la información necesaria respecto al tema. Supuse que tal vez era debido a que no querían interrumpir el resto de actividades diarias de los estudiantes ya que muchos nos dedicabamos al trabajo ministerial.

 

Cuando termine mis actividades del día salí del Ministerio y ya en una calle aledaña que se encontraba sola use la aparición para llegar a los terrenos de la Universidad. Me dirigí con paso rápido y firme al aula que se había señalado en el mensaje con el tiempo a mi favor. Al llegar me encontré con un hombre joven con una vestimenta un poco inusual pero tal vez era lo requerido para la clase y quien estaba un tanto fuera de lugar con la vestimenta era yo. Al entrar hizo un saludo y procedió a escribir su nombre en el pizarrón. Un Moody, tal vez era familia de Eileen y Melrose, pensé por un momento.

 

- Buenas noches profesor, soy Dennis Delacour Rambaldi, un gusto estar aquí. - termine de hablar y acto seguido tome asiento como el lo había indicado y quedé a la espera de la llegada del resto de mis compañeros de clase.

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Su vida mágica era un caos la mayoría del tiempo, llendo y viniendo por todo el mundo, dando clases y tomando en otras ocaciones. Trabajando por el Ministerio y otras atravez de la Orden. Ya sabía la fecha y hora de su clase a tomar por lo que no dudó en acostarse un rato con su hijo Steven, quizás dormir un poco le despejara la mente.

 

Cuándo despertó faltaban apenas unos pocos minutos para marcharse, dejó al infante con su elfina Mar a que lo cuidará mientras ella estudiaba. Gracias a Merlín aquélla era su última clase, Leyes le había consumido mucha energía el mes pasado y después de eso sin duda se tomaría unas vacaciones con su hijo y esposa. Mientras fantaseaba con su hogar en Francia se puso unos jeans azules, unas zapatillas negras y una camiseta de mangas largas negra, su cabello rubio lo cogió en una cola alta. Con su capa de viaje guardó su varita de Vid en el interior y desaparecio del castillo Rambaldi.

 

Mientras caminaba a su clase se fue desperezando, debía estar despierta o lo más seguro es que al ver su cara de sueño la manden de nuevo a su casa. Bostezo y hecho a correr porque ya llegaba con bastante retrasó al cambiarse de ropa.

 

- Disculpe la tardanza- se disculpó con el profesor.

 

Al ver a Richard, quién lo había conocido hace años atrás cuándo Catherine fue su madrina, ahí en la clase se resbaló, sino fuera por la mesa que estaba a su lado se hubiera dado un buen porrazo contra el suelo. Colorada se caminó al lado de Dennis.

 

- Soy Alessandra Rambaldi- se presentó tomando asiento al lado de su Tia.

 

-Hola, ¿todo bien?-

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Richard sólo abrió los ojos un poco más de la cuenta, al reconocer a una de las alumnas. A la otra muchacha, la había visto porque, como era casi habitual en él, había conseguido averiguar sobre ella en días previos a la clase. La tercera muchacha no llegaba todavía pero Richard supuso que no habría inconveniente si iba adelantándose.

Esos días no se había sentido con mucha energía. Usualmente, habría preparado una clase de antemano, con variados procesos que requerían días de anticipación y que habrían facilitado el proceso de esa clase una vez iniciada. Sin embargo, dado que tan sólo había accedido a enseñar (obviamente, todo arreglado para que cualquier tipo de responsabilidad recayese sobre Melrose en caso de error) debido a sus deseos de tener acceso a la Universidad y sus instalaciones -de por sí el oro pagado por la enseñanza no era precisamente un aliciente- había tenido serios inconvenientes en pensar algún ramo clásico de la adivinación que le dejara carta libre en clase pero a la par les permitiese -real y concretamente- dar la posibilidad a sus alumnas de echar un vistazo al futuro por sus propios medios.

Así, había terminado por llegar a la clase con aquel libro, porque el tipo de especialidad que iba a enseñarles ese día no era muy usual. No era que fuese difícil de dominar, si no más bien que implicaba demasiados riesgos, riesgos que un docente adecuado habría descartado de inmediato en vista de que podían afectar seriamente la seguridad o cordura de sus alumnas. Mas Richard no era de los que se preocupara precisamente por ese tipo de cosas: además, intuía por lo averiguado sobre sus alumnas (más de unas, poco de otras) que quizá ese ramo les sería de utilidad ¿quién supiera? Tal vez hasta les haría un favor. Después de todo, a pesar de haber gran cantidad de magos con conocimientos de magia oscura o conocimientos avanzados en Ottery, la gran mayoría había abandonado el cultivo de la magia sin restricciones o creencias que los ataban de alguna forma. Todos tendían a subestimar a sus semejantes. Richard no compartía información gratis (que así percibía a veces el sueldo otorgado por la universidad) y compartir la que poseía de ese ramo en particular le agradaba todavía menos pero no había encontrado otra salida rápida, así que había tomado la decisión de hacerlo de todas formas.

—Entonces... —empezó, una vez hubo terminado de escribir y se hubo adelantado con el libro abierto— necesito que se pongan cómodas y de pie —el libro ante él se abrió hasta dar en una página cerca de la mitad y empezó a levitar sobre su palma abierta y vuelta hacia arriba— y se acerquen y se coloquen dentro del círculo.

 

No había sido notorio cuando ingresaran pero ante tales instrucciones, sería imposible que pasaran por alto el círculo delineado en el suelo, en el espacio entre las sillas y el estrado. Era mediano pero cabrían cuatro personas con holgura y tenía características particulares. Era más bien un círculo de transmutación que una figura geométrica simple, y cuando el libro empezó a levitar en la palma de Richard, así también los contornos se aclararon con un brillo leve. Una sonrisa asomó a su rostro y cuando ellas se acercaron, un aire cálido los rodeó con un hálito de vida y un pálpito ajeno a ellos.

 

Les explicó con palabras breves que esa forma de adivinación era especial porque no era necesario poseer talento alguno para ver el futuro. De hecho ni siquiera serían ellas mismas las que harían las predicciones, así que ¿Por qué no lo practicaba todo el mundo? "Porque es engañosa y porque no es sencillo controlar un demonio, sin saber dónde buscarlo, cómo controlarlo y cómo aprender a sonsacarle información fidedigna".

 

Porque sí, justamente utilizarían los poderes de los demonios para esas visiones en particular.

 

Richard convocó al demonio del libro recitando el verso y una vez lo hubo hecho, lo obligó a estar a su servicio dándole una única orden luego de gritar su nombre "Armisael, a partir de ahora, estás a mi servicio". Era la única forma de lograr que un demonio hiciera caso de sus mandatos aunque siempre podían mostrarse evasivos y engañosos al intentar ser controlados. A ningún demonio le gustaba ser molestado y mangoneado por un simple humano o mortal.

 

Les advirtió también que tenían que ser rápidos. Si el demonio conseguía sacarles del círculo que los protegía antes de que consiguieran darle la orden, sus planes fracasarían y bien podrían darse por muertos. Por eso, era necesario saber el nombre del demonio de antemano: de esa forma, la orden era dada con la debida celeridad y el demonio no tenía forma de asesinarlos antes.

 

—Éste es Armisael y como todo demonio usualmente —prosiguió, pues ya se estaba cansando de hablar— es convocado a este plano de la realidad a través de un grimorio—alzó entonces el libro que todavía traía en la mano izquierda para indicarles que ese era el suyo—. Así que ahora, quisiera que mencionaran si alguna vez se han topado con uno, han manipulado, tenido o conocido a alguien que poseyera uno. A su vez, en caso hayan tenido uno, que me digan qué demonio habitaba en él y cuán cercana fue su experiencia con el mismo o si han conocido demonios en otros contextos...

 

Sabía que era bastante común en Ottery que los padres (al parecer con problemas mentales) hicieran a sus hijos compartir el cuerpo con un huésped demoníaco. También, que estos tomaran posesión de los cuerpos mágicos de alguna forma. Sin embargo, él no recomendaba ese método puesto que el humano se encontraba entonces demasiado vulnerable ante una criatura más antigua y poderosa y era obvio que era sumamente difícil mantener el control. En opinión de Richard era ridículo pero era algo tan común en Ottery que se había habituado a no resaltarlo. En su lugar, ahora sentía una positiva curiosidad hacia tales casos, así que se preguntó si alguna de ellas no representaría justamente uno de esos.

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Se había sentado en el lugar indicado a esperar la llegada del resto de sus compañeros. Su profesor no había dicho nada más desde su llegada, pero no habían transcurrido más que un par de minutos cuando alguien más apareció excusandose por la hora y que sorpresa al ver a su sobrina Alessandra quien por poco termina en el piso ya que se resbaló pero pudo sostenerse del objeto más cercano. Luego tomó su lugar junto a mi - yo diría que todo está genial - le contestó a la rubia con una sonrisa. Ya había tenido la oportunidad de ver una clase anterior con dos de sus sobrinos y la había disfrutado mucho, esperaba entonces lo mismo con esta.

 

Entonces el profesor se acercó un poco más con un libro en su mano dando unas indicaciones. Yo me sentía cómoda pero aún así opte por quitarme la chaqueta y quedarme solo con el buzo gris para no tener tantas capas de ropa. La coloque en el respaldo de mi silla y me puse en pie como se le había solicitado. El libro en su Palma se abrió y comenzó a levitar lo que resultó algo interesante ya que no había oído decir ningún encantamiento. Cuando habló del círculo mis ojos se dirigieron al suelo del lugar donde pude apreciarlo en el espacio entre nuestros lugares y el escritorio. Al llegar no lo había visto pero supongo que era porque no lo estaba buscando.

 

La joven hizo lo débido y entró al círculo indicado y al hacerlo un aire cálido se sintió al tiempo que veía las páginas de aquel libro brillar. Nos habló de la rama de la adivinación que se iba a aprender lo cual hizo que abriera un poco los ojos ante la sorpresa. Nunca había llegado a imaginar estudiar esa rama en particular pero dado que su trabajo se centraba en controlar la magia oscura y a quienes la realizarán podría ser de mucho valor este conocimiento.

 

El mago entonces convoco a un demonio Armisael ordenándole estar a su servicio mientras hablaba de que para lograr hacerlos venir a estos planos se necesitaba de un Grimorio. Había escuchado sobre esos libros pero no había manejado ninguno hasta el momento. La joven prestó atención a cada palabra dicha por el profesor ya que no quería correr riesgos alguno ni verse sorprendida de alguna forma.

 

- Ya he escuchado sobre ellos pero sinceramente es la primera vez que veo un grimorio y aunque he tenido que ver demonios en algunas pruebas de la Academia nunca antes ví a uno ser convocado - respondí ante las preguntas realizadas por parte del Moody. Realmente esto estaba llevando su curiosidad al límite, quería saber más acerca del tema y también conocer que tan riesgoso podría ser. Tal vez esto le permitiera a futuro resolver algunos casos en aurores cuando ya no hubiese ninguna otra forma, pensaba mientras se mantenía observando al demonio que se hallaba ahora junto a nosotros y esperando saber que venía a continuación.

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Iba a llegar considerablemente tarde y lo sabía. A pesar de lo mucho que Kaori se había esforzado por terminar todas las tareas que tenía como empleada en la Magic Mall, no había podido desocuparse antes. Observó con preocupación la nota del profesor le había hecho llegar y dio un suspiro, además de estar muy retrasada no sabía en donde quedaba el aula en donde se dictaría la clase, y es que, la joven nunca había estado en aquella parte del Ateneo.

—Disculpe… ¿Me puede ayudar a llegar a esta aula? —Preguntó a una joven bruja que llevaba en brazos unos libros muy pesados, por las portadas eran de runas.

—En el siguiente pasillo da vuelta a la derecha y luego en el siguiente pasillo a la izquierda…—respondió en forma amable —Si fuera tu correría… esa clase empezó hace mucho…— recomendó mientras se alejaba.

Teniendo claro a donde debía dirigirse y siguiendo el consejo de la desconocida, Kaori empezó a correr, no tan rápido como quisiera pues como había acudido a clases directamente del trabajo, aún estaba vestida con ropa un poco formal para su gusto, pantalón de tela, zapatos de tacón y una blusa todo en los tonos característicos del Magic Mall.

Cuando al fin llegó a la clase, en su frente empezaba a brillar una fina capa de sudor y un agudo dolor en su costado la hizo detenerse un segundo para tomar aire. En el interior del aula se escuchaban las voces amortiguadas de un hombre, el profesor Moody, y de dos mujeres que supuso y eran sus compañeras de clase. Luego de un par de minutos recobró el aliento, arreglo en algo su ropa y acomodó la túnica que llevaba puesta.

—Mil disculpas por la demora… —la pelinegra murmuro en voz baja al mismo tiempo que, imitando a sus compañeras, se paró dentro del círculo.

Las mejillas de la bruja estaban teñidas de un color rosa y no solo por la carrera que había tenido que hacer para llegar, sino de vergüenza por llegar a esa hora. Sonrió apenada a sus compañeras y luego centró la atención en el libro que el profesor estaba haciendo levitar, un grimorio. A pesar de que al ingresar había sentido un aire cálido, su sangre se helo, en sus clases de nigromancia había visto algunos y también usado unos cuantos y la verdad era una experiencia que no quería repetir.

> pensó conteniendo el impulso de retroceder, ahora que estaba dentro del circulo y con un demonio siendo convocado, era una muy mala idea. > siguió pensando sin apartar la mirada del libro, escuchando atentamente lo que él mago les estaba diciendo.

—Los grimorios son muy raros, antiguos y difíciles de conseguir… Las familias, al menos las de mi país, los guardan como tesoros. Mi padre posee unos cuantos que supongo y en algún momento serán míos ya que soy hija única y ahora nos tenemos solo el uno al otro —empezó a decir luego de que una de su compañera terminara de hablar.

—Mi nombre es Kaori Matsudaira… —se presentó —En lo personal he visto y he usado algunos… —intentó no acordarse, aunque varias imágenes igual se colaron en su mente — la verdad no fueron experiencias muy bonitas… quizá porque los demonios a los que invocamos eran los de la muerte. —La nigromante se encogió de hombros. —Desde ahí les tengo mucho respeto pues todos, aun cuando se tenga el grimorio, son traicioneros y pedirles favores es como firmar una sentencia… una hoja en blanco… tarde o temprano pasan la factura… —comentó —Hay que cuidar mucho lo que se dice y aún más lo que se les pide —añadió.

La clase sin duda iba a ser interesante, en el poco tiempo que llevaba en Londres no había conocido a nadie que hablara de demonios y de usarlos a su beneficio, quizá se debía a que los rumores eran ciertos y una parte de la población eran contenedores de estos seres, una práctica que en lo personal ella no aprobaba.

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Entonces chasqueó los dedos y sucedió.

 

>>Eso es porque no es natural que un demonio se encuentre en este plano de la existencia —su voz, empezaría a sonarles lejana— los grandes demonios presentes en este medio, son aquellos que fueron invocados en épocas lejanas o aquellos que han sido traídos a un alto precio... tal cual ha mencionado Kaori. Así que tendrán que preguntarse ¿es que el precio de aquello que piden ya se pagó? ¿O tiene todavía que pagarse?<<.

 

Ellas no podían verlo, pero una sonrisa había aflorado a sus labios al decir aquello. Personas como él, solían pagar el arte de la nigromancia con su vida. No era un vampiro pero usualmente esa raza también solía pagar con su vida y su constitución física, puesto que esta en realidad nunca se agotaba. La energía vital era siempre una moneda corriente y aún mejor si no representaba consumirse como lo haría cualquier humano.

 

¿Cómo funcionaba ese arte para los humanos entonces? Cada quien debía encontrar su propia respuesta. Algunos hacían compromisos, cuanto más restricciones implicara dicho compromiso más poderosa era la magia resultante. Otros pagaban el precio habitual sin importarles las consecuencias. En ocasiones, cuando la información a obtener no tenía que ver con un beneficio presente, una visión inofensiva tal vez, entonces el demonio en cuestión podía ser "engañado".

 

Armisael mientras tanto había tendido amablemente a las tres muchachas en fila dentro del círculo. Luego de la invocación y poco antes de que les dijera todo eso (pues no se había molestado en hacer observaciones sobre la tardanza de una de ellas u otras cosas intrascendentes), su magia había hecho que se sumieran en un sopor ineludible. El sueño, dejaría a sus mentes en distintos extremos de un laberinto cubierto de niebla; no lo llamaban laberinto porque fuera fácil perderse en él y estuviese diseñado para engañar si no porque las paredes (es decir, los setos que hacían las veces de paredes) que poseía eran diferentes a las que comúnmente se encontrarían en cualquier jardín. A veces estaban allí y a veces no. A veces, al tocar una pared, se hacía evidente que esta podía ser traspasada y otras veces donde parecía no haber nada se materializaba una con consistencia que hacía que terminasen dándose golpazos de nariz.

 

Sus mentes vagarían así por pasajes y pasajes enteros, tal vez sólo por unas horas y en ocasiones un tiempo que se sentiría como días, en donde ninguna necesidad les llegaría: ni hambre, ni frío, ni sueño. En ese espacio, donde lo mágico y lo esencial se mezclaban y donde el tiempo estaba desdoblado, tendrían que encontrar la base que permitiese afirmar sus propias identidades, que les hiciese entender quiénes eran.

 

Richard, junto a Armisael, observaba sus rostros de ojos cerrados y expresiones neutras y miraba y comandaba los hilos de los cuáles Armisael tiraba. Él había inducido el sueño. Él sabía qué sería lo que pasaría por sus mentes, aquello que empezarían a cuestionarse una vez dentro del laberinto: qué se preguntarían, qué cosas recordarían de su pasado y Richard también podría escucharlo gracias a su conexión con el demonio.

 

Armisael, a su vez no era una entidad demoníaca cualquiera. Como todos los demonios, era engañoso, poderoso y arrogante pero además no era un demonio único. Sus facetas estaban representadas por el pasado, el presente y el futuro, pero además también complementadas por sus hermanos: Zeruel y Arael.

 

Los tres demonios convivían en el espacio ínfimo del cuerpo al cuál Richard los había confinado pero Armisael los representaba porque era el mayor y el más poderoso. El propio Richard había pagado el precio para "traerlo" pero no tenía intenciones de buscar información de ninguno de los tres. Ése, sería el trabajo de sus alumnas. Así, si bien las tres tenían las posibilidades de encontrar en ellos las respuestas sobre su futuro si conseguían vencer las dificultades que los propios demonios bajo el severo control de Richard iban a ponerles, sólo la más talentosa (o quizá la menos cautelosa) de las tres podría controlar a Armisael. A pesar de lo cual, Zeruel y Arael no eran tampoco asunto sencillo de entender.

 

Su conexión con dichos demonios no tendría que ser física o mental. No sería posesión, ni tampoco dominio. Las entidades de los tres demonios estaban contenidas en el grimorio pero las entidades en sí mismas eran parcialmente libres una vez convocadas. Así que ellas tendrían que averiguar sobre sí mismas, aprender a dilucidar entre las brumas de mentiras y evasiones y sujetarse a aquella información que considerasen fidedigna y, además, les resultase útil para su propio futuro o el de alguien que les importase. No era una tarea sencilla. Tendrían que ser persistentes, seguras y sobre todo, conscientes de aquello que estaban haciendo, qué era lo que buscaban. Sólo así, aprenderían a diferenciar entre las verdades y las mentiras que les serían mostradas. Incluso en las propias visiones, aquellas falsas de las verdaderas entre otros cuestionamientos importantes.

 

Richard tenía el libro consigo por si las cosas se salían de control o una de ellas no conseguía dominar la tarea ¿Era entonces todo buenas intenciones? Pues... más bien, que también sentía cierta curiosidad respecto a cómo terminaría todo eso. Incluso, que la información de esa pequeña "prueba" con ellas, le resultaría útil para experimentos futuros. Eso sí, no podía dejarlas morir: los encargados de la universidad serían un dolor en el trasero si algo malo les sucediese, de eso no había duda.

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Por alguna extraña razón se ruborizo ante la sonrisa de su Tia, a final de cuenta la había visto entrar a las apuradas al aula y casi caerse.

 

Tampoco tuvo mucho tiempo para pensar una respuesta ingeniosa o simplemente responder con cortesía "me alegró" ya que su profesor decidió comenzar con la clase, poniendose de pie como Richard les pidio se emociono al ver que trabajarian con un grimorio que se puso a levitar en la palma de su mano corriendo sus páginas con rapidez para detenerse en la mitad a su vez que caminaba al círculo que les había indicado y que no había notado hasta ese momento, su vientre comenzó a inquietarse, una extraña sensación de náuseas le daban arcadas mientras Richard seguía hablando. La voz del profesor sonaba lejana para ese entonces, parecía que su cuerpo estaba ahí pero su mente no, ella conocía una demonio, claro que lo hacía sólo que no recordaba cómo, había partes de su pasado que seguía tan oscuro cómo el misterio de aquél diario en su dormitorio.

 

Su respiración se hizo más agitada incluso cuándo llegó otra persona más al aula, la nueva compañera parecía conocer bastante la invocación de las criaturas esas pero no se molestó a observarla, era obvio que no le diría al mago que ella era uno, le avergonzaba aún no poder quitarle más informacion a Asami pero al final una se acostumbraba, era cómo tener una segunda conciencia, tanto era aquélla unión que con él tiempo le había restado importancia.

 

Alessandra sólo se quedó con la cabeza baja y las mejillas rojas ante el tema que tratarian en la clase.

 

Sentía su corazón latir con más fuerza que la necesaria cuándo cerró los ojos, al abrirlos ya no estaba en el aula, la vos de Richard se escuchaba en el aire y no a su lado cómo antes pero lo que más le aterro era ver a la mujer pelirroja con mirada arrogante frente suyo, sus ojos azules eran los mismos que los suyos, sus rostro era más alargado dándole un aspecto más duró pero a la vez su mirada desprendía una sensualidad que era extraño ver.

 

- Hola Alessandra- saludó con educación aunque más bien sonó a burla viniendo de aquélla vos tan aguda.

 

Casi se le cae la mandíbula al ver a Asami frente suyo, conocía su vos o al menos eso le pareció cuándo le hablaba, quizás al estar dentro suyo estaba limitada y por eso sonaba a la suya pero tenerla ahí, sin saber muy bien si en carné y hueso, le daba miedo.

 

-¿Que haces aquí- le preguntó tartamudeando.

 

Alessandra estaba pálida y le sudaban las manos, no estaba lista para luchar por el control de su cuerpo, cuándo se anotó creyo que sería una clase tranquila pero aquéllo de tranquilo no tenía ni un pelo.

 

- Profesor, quiero irme- gritó saltando movimiento sus brazos sobre su cabeza - repruebeme si quiere pero saqueme- chillo.

 

- Agg, es tu mente tonta- Asami se sentó en el suelo con los ojos en blanco ante el comportamiento de la rubia - limitate a pasar el dichoso laberinto, no me gusta compartir mente con nadie y menos que husmee dónde no los llaman- gruño con molestia fulminando con la mirada a su alrededor.

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Mientras permanecía en el circulo con su sobrina viendo como era invocado un demonio con la ayuda del Grimorio que el profesor Moody estaba haciendo levitar frente a nosotras, sentí la llegada de otra persona. No gire pero se noto que era una mujer joven por el tono de su voz cuando ofreció disculpas por la demora en su llegada a la clase. Se ubico dentro del circulo y pude escuchar que hablaba sobre lo que conocía con respecto a esta peculiar clase de libros y a las invocaciones que se hacían por medio de ellos. La verdad es que esta era la primera vez que veía uno y se sentía totalmente fuera del tema.

 

Yo mas que lo que decían mis compañeras debo admitir que estaba concentrada en el demonio que tenia frente a mi, Armisael. Parecía tan tranquilo e inofensivo pero esa era la fachada que a veces solían mostrar para no denotar sus verdaderas intenciones, trate de enfocarme en su mirada pero era como ver en un vació sin fin que no expresaba absolutamente nada.

 

El profesor empezaba a explicar algunas cosas sobre invocar a un demonio y lo que implicaba, el pago a dar por cualquier servicio que se le fuese a pedir, en ese momento me pareció escuchar un chasquido de dedos y poco a poco parece que la voz del Moody empezaba a alejarse como si estuviera en el fondo de un pozo o a lo lejos en un túnel.

 

De pronto mientras se esforzaba por escuchar las palabras del profesor, su cabeza parecía sumirse en una sensación de letargo que hacía pesados sus parpados tratando de cerrarse, que me pasaba? estaba en plena clase no podía darme el lujo de quedarme dormida en medio de una clase porque de seguro me reprobarían, imaginarse fallar por quedarse dormida sería la mayor burla de todas.

 

Sacudió su cabeza para sacarse esa sensación de pesadez y froto sus ojos con la mano derecha, pero cuando volvió a abrirlos quedo mas confundida que antes. Se encontraba en... realmente no sabía donde estaba, lo único que veía a su alrededor era una espesa niebla que lo cubría todo. - Hola, donde están todos? - pregunte elevando la voz pero el sonido se perdía en el lugar, como era esto posible, no recordaba haber usado algún traslador en clase o haber usado la aparición. Lo único que se le ocurría era que el Grimorio la había transportado a otro lugar pero el porque era una incógnita mayor.

 

Tenía que encontrar a alguna de sus compañeras o a su profesor, así que comenzó a caminar en medio de la niebla pero no había avanzado mas de un par de pasos cuando se estrello con una especie de pared, al tocarla noto que eran setos bien tupidos que no dejaban el paso de nada a través de ellos. De pronto escucho una risa infantil, por alguna razón se le hacia conocida, presto atención pero no volvió a escuchar nada. Iba a retomar su camino cuando la misma risa se escucho mas fuerte al tiempo que sintió algo rozando su mano, al girarse pudo notar una pequeña figura que se hallaba a una distancia prudente, algo le decía que encontrar la salida de este lugar no iba a ser tan sencillo. Por ahora necesitaba saber quien era la persona frente a sus ojos.

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Kaori

> pensó mirando la sustancia viscosa que se escurría de entre sus dedos, debería estar asustada pero no era así ¿De dónde había salido? No era suya ¿O sí?, no sentía dolor de hecho no sentía nada, apartando la mirada de sus manos la joven observó a su alrededor en busca de respuestas. Había una niebla espesa, pero no había frio, ni viento, ningún ruido, ni siquiera el de sus pasos cuando empezó a caminar ¿Qué era ese lugar? ¿Cómo llegó ahí? > pensó.

—Ayudame…—Escuchó decir, era tan solo un susurro, la voz era la de un niño. Buscó con la mirada en la espesa niebla que poco a poco empezaba a disiparse. No muy lejos de ella estaba el pequeño estaba cubierto de sangre, con varias heridas en el cuerpo Se preguntó acercándose para intentar ayudarlo. Al tomarlo en brazos abrió él los ojos, eran completamente negros, sin alma, sin vida —Claro que fuiste tú…-—El niño tenía en el rostro una sonrisa nada natural.

A su alrededor había más cuerpos sin vida, prestó más atención a los detalles y entonces recordó ese lugar y lo que ahí había pasado. Soltó al niño de inmediato y al hacerlo la niebla arrasó con esa parte de su pasado, aquello no era lo que buscaba ¿Pero que era? ¿Cómo llegó ahí? se puso en pie y continuó caminando, aunque no sabía a donde.

No sabía cuánto tiempo había pasado cuando comprendió que el lugar en donde estaba era un laberinto. Uno muy peculiar pues no sabía en donde aparecería alguna pared o cuando alguna en realidad era una entrada. Uno que se empeñaba en enseñarle partes de su pasado que no podía cambiar, cosas que jamás habían pasado y partes del futuro que eran demasiado extrañas como para que se hicieran realidad.

Giró a la derecha y al hacerlo atravesó a una mujer y su hija, esperó sentir algo, pero no fue así, ese lugar la estaba afectando no solo psicológicamente sino también en el plano físico sus emociones no estaban y no podía sentir nada, parecía que habían pasado días y no había dormido ni comido nada, pero tampoco lo necesitaba.

> murmuró observando a las dos personas con quien había chocado anteriormente, era su madre Ileana, cuando aún estaba con vida, junto a ella estaba una joven de cabello negro y hablaban de algo importante, pero no podía recordar que, aunque daba igual, aquella escena no podía ser verdad, en esa edad estaba recluida en un internado y su madre estaba postrada en una cama.

—Vamos… ¿hasta cuándo te resistirás a mí? —Le dijo la joven y ahí estaban otra vez esos ojos tan negros como un pozo oscuro.

¿Pero a que se refería? Frustrada volvió a alejarse. ¿Porque el laberinto, y quien sea que lo estaba manejando se empeñaba en enseñarle cosas de su pasado, cosas que no habían sucedido? ¿Cuál era la clave? ¿Y porque se sentía tan confundida? Como si hubiera olvidado algo importante y aquel lugar trataba de darle pistas.

—Mi madre… esto tiene que ver con mi madre—susurró y entonces lo comprendió. Eso estaba buscando… respuestas sobre lo que le paso a su madre… —Armisael… estoy lista para negociar …—Dijo entonces con voz firme.

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