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Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
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Gruñí al ver como se comportaba Sagitas ante Lazarus. Como una mujer débil, temerosa de lo que ese maldito pudiera hacer de repente. Se abrazaba a si misma como una persona perdida en la nieve, aterida por un repentino frio, mientras que yo sentía un tremendo calor por el cuerpo, aguantando la rabia que sentía.

 

Miré a Sagitas sin entender....claro qeu entendía lo que estaba pasando. Ella había escondido los huesos de Jack para defender al fantasma de los enemigos, de los extraños. Para hacer su unión aun más fuerte si cabía, ya que ahora los huesos descansaban a salvo, y además, estaban unidos no solo a ella, sino también al lugar. Si esos restos se destruían, significaría la desaparición total del fantasma, al menos en nuestro mundo.

 

Me daba rabia, porque en el fondo entendía su actitud. Pero....

 

Me había olvidado de que Lazarus seguía ante nosotros. NUestra discusión le divertiría, pero había cierta impaciencia que sentía en el. El humo no cesaba, pero sentí el impacto de su hechizo sobre mi, provocándome un dolor inmenso por todo el cuerpo. Apreté los dientes y me aferré a la varita...sin poder evitar clavar una rodilla en el suelo para no caer del todo.

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Un movimiento mío y tu querido fantasma, morirá para siempre...

 

 

Me estremecí y cerré los ojos, abrazándome más fuerte, sintiendo el hielo helado en mi estómago, cuando Lazarus atacó a Matt. Pero no hice nada. Aguanté, mordiéndome la lengua, manteniendo inmóviles las manos bajo los brazos para no saltar sobre mi varita y contraatacar a aquel asesino. No miré a mi hijo, no podría soportarlo. Entreabrí los labios sólo para dejar escapar una súplica al vampiro, quien parecía impasible ante mí, preparándose para atacarle de nuevo.

 

-- Por favor..., no...

 

Tragué saliva. Me estaba costando muchísimo dar aquel paso, soportar el dolor emocional que suponía ver a mi hijo siendo atacado y no haciendo nada. Si algo de orgullo quedaba en mi interior, desapareció por completo, al añadir:

 

-- Vámonos de aquí. A donde dices... Tengo que estar al lado de esos huesos... Siempre... Por favor... No hagas más daño a mi familia... Haré lo que quieras si los dejas en paz, si no les atacas más... Déjalos en paz, a todos... Y me voy contigo.

 

¿Pero qué estaba diciendo? ¿Irme con él? ¿Con ese indeseable...? Solté mis brazos y avancé hacia él, con cuidado porque mis piernas no quería obedecerme. Mi cabeza decía que debía atacarle, matarle, enterrarlo en algún lugar del Bosque Prohibido... Pero entonces sus palabras volvían a mí: "tu querido fantasma morirá para siempre".

 

-- Yo te saco de aquí... Como matriarca, soy la única que puedo burlas las defensas y... No le hagas más daño. A nadie...

 

No sabía qué más decir para que me creyera. No iba a dejar que siguiera atacando y, tal vez, matando a alguien pero tampoco podía dejar que se fuera con Jack sin hacer yo nada.

 

-- Matt jura dejarnos ir y no buscarme. Él tiene que hacerse cargo de la Potter Black, ahora que yo no estaré para defenderla. Nos dejará ir.

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Alessandra estaba preocupada por la situacion, esperaba que Xell pudiera llevarle la pocion para poder darle de beber y no las quisiera a ellas como un un bocado del dia.

 

El cuerpo de Adrian estaba curado, lo que era un alivio ya que se encontraba fuera de peligro, el olor a humo fue desapareciendo y Alessandra se pregunto si eso significaba que el fuego que habia se habia apagado pero le preocupaba el hecho de que dentro de la mansion no habia movimiento ni gritos y se preocupo por los elfos.

 

-Xell todo bien?- le pregunto preocupada por si no pudo conseguir el reabastecedor de sangre.

 

Si era asi no le quedaba de otra que darle ella de su propia sangre, agradecia ser en medida humana porque no le pareceria desagradable al mago pero gracias a su madre Perenela al ser un demonio su cuerpo le permitia tener ciertas cualidades como fuerza, belleza, rapidez y otras cosas.

 

-Dejame que intente algo- pe pidio a su prima.

 

Saco su navaja multi uso y con ella se hizo un corte en la palma de su mano que con cuidado acerco a la boca de Adrian donde comenzo a caer sangre sin detenerse.

 

-Espero que esto sirva- suspiro apretando mas la herida hasta que estuvo segura que habia dado lo suficiente al muchacho para que vuelva en si -ahora si, es seguro moverlo por si quieres que salgamos para ver como estan los demas- le dijo a Xell.

 

La palma de su mano habia comenzado a sanar sin problemas, solo quedaba que Wild despertara por si solo ya que no queria forzarle con magia.

 

 

@@Xell Vladimir Potter Black @@Adrian Wild

 

 

Perdon la tardanza, andaba super bloqueada D:

 

#9

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Sentía las piernas débiles ante todo lo que estaba pasando, o ¿sería sólo por las emociones encontradas que tenía en esos momentos? No tenía ni idea. Aún portaba la varita en mi mano. El encantamiento había acabado y sentía que podía abrir la boca. Me sorprendió muchísimo ver cómo Sagitas cedía con eso. Abrí los ojos, alucinada. Para más, sumisa tiró su varita al suelo. Lázarus sonreía burlonamente divertido con la situación. Era de lo más lógico viniendo de un desgraciado como era ese vampiro... "pero si tú eres igual" dijo una vocecita en mi interior. "¡De eso nada!!" Protesté dentro de mí. Jamás actuaría de esa manera... Ni siendo mortífaga...

 

Susurré un hechizo de llamada... la varita de Sagitas había venido hacia a mí.

 

- ¿Piensas atacarme con dos varitas? - sonrió burlón - aún necesitas mucho más práctica, niña... y además, que, con ese bombo tampoco te podrás mover mucho -sonrió nuevamente y dándole una calada al cigarro. Era cierto que me había descubierto, pero, en esos instantes me importaba un bledo...

 

Me atreví a dirigirme a él.

 

- ¿Tú sabes que conozco todas las maldiciones imperdonables? -intentaba distraerlo, sabía que él me miraba con el rabillo del ojo - sí, puedo hacer que tu mente sea un colador, tras varias horas de lanzarte varias maldiciones dolorosas... no quieras probarlo - le amenacé pero, nuevamente una sonrisa ancha y ésta vez, lanzó una sonora carcajada. Era desconcertante con la seguridad con la que actuaba- ¿realmente no sabes quién soy? Por desgracia cierta magia que desconocemos ha borrado todo lo que conocía hasta ahora... pero nunca dejaré de ser mortífaga - solté ahora en voz alta - mira tú, que bien podrías ser uno de los nuestros, pero eres tan despreciable como tu misma existencia - otra carcajada sonora. Seguí avanzando. No prentendía hacerme la héroe pero agarré fuertemente mi varita.

 

Aunque eso sí, estaba preocupada por Matt. Llevaba o llevaría el cuerpo hecho un asco. Las heridas de la espalda, el tórax y ese hechizo que le había lanzado nuevamente... No podía evitar estar preocupada. Pero la rabia que sentía dentro de mí, me daba la fuerza que necesitaba para encararme con él ¿y él había sido mi mentor? Sólo de pensarlo, me daban ganas de echarme a llorar... ¿Llegaría a convertirme como él? Sólo esperaba que no. Mi familia, como Sagitas, era el pilar que sostenía mi cabeza en la tierra y no dejaba llevarme por mis impulsos primarios.

 

- Tú me das asco, jamás me revolvería con alguien como tú... casarte con un licántropo - bufó cabreado - juras proteger la sangre limpia y no haces más que amancebarte como una cerda con él - hizo un gesto con su cabeza, en dirección a Matt- no querida... no, las cosas no son así como dices...

 

Me adelanté un par de pasos y levanté la manga izquierda, desbloqueé la Marca que llevaba invisble y que sólo el pelirrojo y mi suegra,sabía que existía aunque nadie por el momento, la había visto...

 

- tú no tienes ni idea de lo que sería llevar ésto... te reto a un duelo... duelo entre magos. Creo que es justo...

 

- por favor... basta de tanta cháchara - alzó la voz y de algo que no preveía y me arrebató las dos varitas de las manos, cayendo un par de metros más allá - déjate de gilipolleces... Además, es divertido ver como alguien se vuelve tan sumiso por algo de lo que quiere y se aferra... Deberías dejar que los muertos siguiesen su camino querida Sagitas, además, estás muy apetecible, en todos los sentidos -alzó una ceja y mirándolo no pude evitar sentir que se me revolvía el estómago. La miraba con un gesto lascivo... ¿No había tenido suficiente con Adrián? Era algo que desconocía de él. O quizás sólo me había mostrado la cara que a él le había convenido...

 

- ¡Ah! Y otra cosa - se rascó la barbilla, divertido - cuando nazca la niña volverás a tu estado natural... Sólo te hice débil porque quería darte una lección. Ni los sanadores saben que componentes que había puesto en esa poción que te dio la elfina en la boda sin que tú te dieras cuenta... ¡menuda i******! -y saltó ahora una carcajada - era una poción de tiempo, pero va, ésto ya está demás - chascó los dedos y se apareció una especie de portal negro, parecido al fulgura nox. Un movimiento de su varita y me dejó bloqueada nuevamente - y ésto, es para que recuerdes... No te atrevas a cruzarlo... -lo amenazó otra vez a mi marido, paralizándolo y yo lancé un grito al ver como en su cara, salía una especie de herida sangrante que le cruzaba la mejilla -te estaré vigilando. Vamos Sagitas - susurró con una voz dulce y cálida, muy diferente a todo lo que había dicho hasta ese momento.

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Ver la pasividad de Sagitas me dolió. Yo no me hubiera quedado quieto...o si? No lo había hecho yo ya? Ella estaba siendo manipulada por ese maldito bastardo apelando a su punto débil: el amor que sentía por Jack. Había conseguido hacerse con el control de aquello que podría obligarla a ceder a todos sus caprichos.

 

Ver como cedía, como un corderito, y se marchaba junto a el mientras afirmaba que me negaría a perseguirlos. Ver como Lazarus me atacaba de nuevo, o como amenazaba e insultaba a @ me empujó a ponerme de pie, antes de recibir un último impacto, qeu me obligó a ver, inmóvil, como Sagitas y él se marchaban de la Potter Black.

 

Cuando aquel portal desapareció, el hechizo se rompió y nos dejó libres. Caí de rodillas al suelo, rabiando. No podía dejar ir a Sagitas sin más...por mucho qeu hubiera dicho, no...no podía dejarla sola. Pero estaba Helike. Me asustaba el impacto que los hechizos hubieran tenido en ella y en la pequeña.

 

Asi que logré ponerme de pie, y me acerqué a mi mujer. La sujeté por los hombros y la miré, sin saber qeu decirle. Lo sentía. Claro que sentía lo qeu había pasado.

- Tendría que haberme dado cuenta. Que esa elfina no era de la familia. Tendría que... - callé. - Os han hecho daño?

 

Además, estaba @@Xell Vladimir Potter Black y el tío Adrian. No sabía donde estaban.

- Harpo...busca a Xell. Necesito saber si está bien, o si sigue aqui.

 

Me encontraba en una encrucijada. Necesitaba traer de vuelta a Sagitas y alejarla de ese monstruo. Quería matar al maldito Lazarus. Pero no podía dejar a Helike ahora, no después de lo que había pasado.

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Rumbo a saber dónde con Lazarus:

 

Me estaba siendo difícil agachar la cabeza con lo que hacía aquel maldito ser. Mi genio me incitaba a saltar sobre él, a pesar de no tener varita, y sacarle los ojos con las uñas, sin necesidad de palos. Sin embargo, la confianza en sí mismo y la prepotencia de tener todo ganado me impedía hacer nada. ¡Yo...! ¡Nada...! Incluso cuando se metió con Heliké y con Matt, les insultó, les despreció y les atacó, me quedé quieta. Me aterroricé cuando la boba de mi sobrina le retó a un duelo y, he de decirlo, suspiré de alivio cuando él se burló. ¿Pero en qué estaba pensando, con el embarazo tan avanzado, meterse en ello?

 

"Por mí, no...", quise decirle pero no tenía fuerzas para hablar. Estaba conteniéndome para obedecer, sí, yo, obedecer, a aquel hijo de Mal Averno, y seguirle a donde fuera que nos llevara, a los huesos y a mí. Elevé la cabeza cuando noté que hablaba de mí y mi mandíbula tembló de la rabia. ¿Yo, sumisa? Tragué saliva con la boca muy apretada, algo confundida.

 

-- ¿Apetecible? ¿No pretenderás volverme vampiro? No pienso serlo nunca. -- No sé porqué demonios dije eso, siendo que, ahora mismo, estaba haciendo lo que él me ordenaba, como si fuera su esclava. Y, en cierta manera, lo era, lo sería, mientras tuviera a su lado los huesos de mi marido. El significado de "apetecible" se me hizo muy pesado y me pregunté, por primera vez, si debía seguirle o intentar plantarle cara.

 

Vi lo que les hacía a mis hijos y solté todo el aire de golpe, bajando de nuevo la voz.

 

-- No les hagas nada. ¡Déjalos..., por favor! -- Todo deseo de lucha desapareció de repente. Su orden fue clara aunque su voz sonó demasiado melosa. Tan dulce que me estremecí de nuevo. No miré a mi familia. Murmuré un "os quiero" y le seguí, desapareciendo de los terrenos de la Potter Black.

 

 

 

No supe donde estaba. Cuando llegamos al otro lado, mi corazón estaba tan roto y mis ojos tan aguados que sólo pude ver momentáneas manchas móviles. El zumbido en los oídos me producían un molesto "piiiiiiiii" que me dejó un momento desconectada de todo. Mi mente sólo repetía una y otra vez que ya no estaba en la mansión, que no estaba con la familia, que estaba sola. Jadeé al sentir las manos frías de aquel ser en mis hombros y un susurro en mi oreja derecha, algo así como que "ahora todo estaría bien".

 

¿Qué estaría bien? Todo estaba mal. Muy mal. Tragué saliva y empecé a ver contornos de objetos y paisaje desconocido. No reconocía nada.

 

-- ¿Dónde está Jack? -- me atreví a preguntar.

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EN ALGÚN LUGAR DESCONOCIDO

 

El enfrentamiento con aquel espectro, para dar asi tiempo a que Sagitas y Xell escaparan con Adrian hacia la Potter Black había sido fácil. Muy fácil. Tal vez, en el plano de los vivos no fuera tan importante, pero en aquel plano, el de los muertos, tenía ciertas habilidades que había descubierto con los años, y ahora estaban siéndome la mar de útiles.

 

Pero mi alegría desapareció, tan rápido como me había llegado. Cuando intenté volver a la PB...no pude.

 

Al principio no me preocupó. Tal vez fuera el lugar. Pero tras salir, tras intentarlo una y otra vez...entré en pánico. No podía regresar. No podía...

 

De pronto, solo hubo oscuridad. Solitaria oscuridad a mi alrededor. Fría y vacía. Asi qeu me quedé ali, temiendo lo peor. Asustado.

- Ojalá al menos pudieras oirme niña. - murmuré, entristecido.

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Con @@Adrian Wild y con @ :

 

La prima Alessandra me miró con cierta extrañeza en el rostro, aunque no estaba segura de cuales palabras habían provocado esa reacción.

 

- ¿Llamar a los Aurores? Parecen tener algo especialmente en contra de la tía Sagitas, les avisamos varias veces cuando atacaron la "Ojo Loco" Potter Blue y esta misma mansión y, sin embargo, nunca aparecieron. NUNCA. Así que ahora nos bastamos solas para arreglar los ataques de los indeseables.

 

En cuanto me pidió el maletín d ela tía Sagitas corrí a buscarlo. Lo encontré enseguida. Mientras lo cogía, miré por la ventana. A lo lejos, el primo Matt, la prima Helike y la tía Sagitas discutían con alguien, envarado. Estaban muy lejos, no sabía qué hacían allá. Supongo que era la evacuación que había previsto el primo con su patronus.

 

Dejé de pensar en ello para llevar el maletín a la prima. Ella sabría bien qué hacer así que se lo acerqué en silencio. Ella hablaba con el tío Adrian y le decía que se quedara. El tío pareció recuperarse algo, al menos en el color de la piel. Sin embargo, notaba que su ánimo era diferente y no quiso abrir los ojos. Estaba mal, seguramente estaba mal por dentro pues por fuera la prima le estaba curando.

 

- Toma, prima - le di la poción correcta que me había pedido, aunque me había costado encontrarla. No solía usar aquellas pociones.- ¡Ay! ¿Qué vas a hacer? - la prima se había cortado con una navaja en la palma de la mano.

 

Una explosión algo más lejana me recordó que la mansión estaba siendo atacada.

 

- ¿Crees que ahora podemos evacuar al tío? Es lo que pidió el patriarca. Les he visto por la ventana. Estaban allá fuera y...

 

Señalé por la ventana y palidecí. Veía como Matt caía al suelo y la prima Heliké parecía gruñir a aquella figura envarada que tomó a la tía Sagitas y... ¡desaparecieron!

 

- Algo va mal ahí fuera. La tía Sagitas no está.

 

Ella nunca se iría dejando a su hermano herido y la mansión en llamas. ¿Qué estaría ocurriendo?

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  • 3 semanas más tarde...

Lugar desconocido. Varios días más tarde

 

Abrí los ojos, despacio. La luz, que entraba desde los grandes ventanales, era sumamente molesta, pero a pesar de ello, la temperatura era agradable, como la de un buen día de primavera. Los pájaros cantaban, y alrededor, había paz.

 

Las imágenes de lo sucedido eran...borrosas. Recordaba como a pesar de las heridas, a pesar de lo que había dicho Lázarus, no podía dejar las cosas asi. Había dejado a Helike en la cabaña. Había intentado buscarlos, utilizando lo único que tenía para rastrearles.

 

A Jack.

 

Recordaba el ritual, como la sangre había caido sobre sus restos, y como, mientras el dolor en el brazo hacía que se me doblaran las rodillas, el fantasma volvía a la vida. Era el quien podría llegar hasta Sagitas, mejor que yo. Y asi, efectivamente, fue el fantasma quien la rescató, mientras Lazarus huía una vez más de nosotros.

 

Los había llevado, no a casa, sino a la Cabaña. No sabían donde estaba, pero aun asi....aun asi no quería quedarme alli. Por eso, los hice pasar dentro, antes de pintar el símbolo en la pared. Tenía el permiso para utilizarlo, se me había permitido hacía años.

 

A todos, los obligué a pasar. Ithilion, Harpo y Fenrir. Hayame y Adrian, Xell, Sagitas, Jack y Helike. Aquel portal se cerró a mi espalda, borrando todo rastro y símbolo.

 

Los centinelas no reaccionaron. Me adelanté, al tiempo que veía como la figura de un viejo amigo salía a nuestro encuentro. Dudaba de que entendieran lo que decían, ya que aquella lengua era desconocida para la grandísima mayoría, y para otros eran poco menos que leyendas.

 

- Salve, Elrond - dije, mientras estrechaba la mano de aquel hombre, mayor que nosotros, pero de aspecto serio, y fuerte. Nadie imaginaría su edad.

- Aiya, Matt Ninquë Draugh

- Necesitamos asilo

 

No hizo falta decir mucho más. Recordaba como el alto elfo había asentido con la cabeza, permitiendo no solo el paso, sino nuestra permanencia alli.

 

Pero no recordaba más. Seguramente, habría acabado desmayándome a causa de las heridas, de la pérdida de sangre, y de aquel sacrificio para traer a Jack.

 

Ahora, con un tremendo cuidado, despacio, me puse de pie. La cama donde estaba tumbado era amplia, y la cama más cómoda que nunca hubiera conocido. Además del malestar en el cuerpo, a causa de las heridas (algo lógico) y el dolor que aun persistía en el brazo derecho, aunque mucho más leve, parecían haber sanado mis heridas. ME observé, descalzo, vestido con ropas de los altos elfos: una camisa blanca, sin cuello, de tela suave y fresca. Además, un pantalón marrón, de un tejido fuerte, pero al tiempo suave.

 

Caminé despacio hacia un pequeño balcón, sintiendo la brisa. Cerré los ojos, apoyándome en la barandilla.

 

Cuanto llevaba dormido? Donde estaban los demás?

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Abrí los ojos, poco a poco. La luz me molestaba, entrando a raudales por los grandes ventanales; pero no radiaban calor, hacia una temperatura agradable, como si aún fuera primavera. Los pájaros cantaban y, alrededor, había paz. Alrededor... En mi interior había dolor y vacío por lo que permanecí acurrucada en aquel cómodo camastro que era de alguien a quien no conocía. De una mano amiga de mi hijo que nos había escondido.

 

Estaba refugiada. ¿Dónde? No lo sé. Llevaba días y situaciones que no estaba en mi mansión y notaba el desequilibrio que lo desconocido me producía, el miedo a no saber donde estaba. Aunque ahora era mejor: ahora no era una secuestrada sino una refugiada. Todo gracias a Matt y a Jack. Todo por Matt y Jack.

 

Suspiré y me tapé la cabeza, huyendo de la claridad. A pesar del trino de los pájaros, de los aleteos de mariposas y del susurro de la brisa al juguetear con las hojas de los árboles, yo sólo "sentía" la sumisión con la que aceptaba todas y cada una de las acciones de Lazarus, en aquel tiempo que estuve con él. ¿Cuánto fue? ¿Una semana? ¿Un mes...? ¿Una eternidad? Apreté con fuerza la cabeza contra el mullido colchón e intenté sollozar de forma inútil, como con anterioridad. No podía lamentarlo, Jack había sobrevivido y volvía a estar a mi lado.

 

¿Estaba a mi lado?

 

Verle renacer así, manchado con la sangre de su hijo, iracundo, vil. Asesino. Vengador... Le temí en aquel momento. ¿Por qué...? ¿Por qué temerle cuando yo estaba allá para su protección? Temí su rostro, temí su reacción y amé que fuera él quien llegara a mi lado como el salvador que me sacara de las garras de Lazarus, quien amenazara a aquel vampiro cuando juró volver por nosotros, por cualquier miembro de la familia. Jack era mi héroe en aquel momento aunque le temí. Me agarraba demasiado fuerte, sin hablarme.

 

¿Estaba a mi lado?

 

No lo sé. Estaba, no sé en qué grado. Mientras curaba mis heridas y él se desvanecía, no habló casi nada. Parecía enfadado y yo necesitaba su contacto. Me removí inquieta en la cama, vacía y saqué, al fin, la cabeza. La luz era demasiado intensa y la naturaleza desbordada del exterior llamaba a contemplarla. Me levanté y me envolví en aquella sábana tan blanca como la nieve. Aquel lugar desconocido era apacible y acogedor pero yo sentía frío. Creo que era un frío interior, que no desaparecería nunca. Me senté en la barandilla, encogida dentro del lienzo protector, dejando apenas la cabeza visible, observando aquel divino paisaje que sólo había leído escrito en libros muy antiguos en Avalon, mi cuna del sacerdocio. Creía saber donde estaba y me maravillaba que Matt tuviera amigos tan poderosos. ¿Dónde estaríamos? ¿Sería verdad que estábamos en...?

 

Cerca, también apoyado en un balcón, mi marido observaba como yo aquel lugar y sonreí al descubrirle.

 

-- ¿Jack?

 

Dejé de sonreír. Era Matt. No sé como había podido confundirlo. A lo lejos, los chillidos de un niño, Ithilion, se entremezclaban con los ladridos de un perro, ¿o tal vez Fenrir? Me parecía sentir las voces de mi familia pero... Yo contemplaba a Matt y, sí, ahora sí, lloraba en silencio. ¿Cuándo había pasado de ser protectora a necesitar ser protegida y cuándo mi hijo se había convertido en aquel Patriarca responsable que cuidaba a la familia?

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