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Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
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Potter Black en reparaciones. Con @@Hayame Snape Potter Black

 

Ver la potter black asi, me resultó más doloroso de lo que había pensado. Habíamos vuelto a sufrir un ataque, pero me prometí qeu esta vez sería el último. No volvería a bajar la guardia. No me iba a volver a confiar. No nos pillarían desprevenidos nunca más.

 

Avancé por los terrenos...al menos, la mansión ya no estaba en llamas, y aparte de los destrozos aun sin reparar, no quedaban rastros del fuego, gracias a Harpo y los elfos de la mansión. Divisé a la tía Hayame, caminando cerca de la casa. La sentía confusa, no era para menos. Metí las manos en los bolsillos y me acerqué a ella con una media sonrisa, cansado.

 

- Eh....debería haber hecho mejor mi trabajo y no permitir que nos atacaran asi - dije. - Los elfos han hecho lo más básico, pero ahora tenemos que reparar esto.

 

Me crucé de brazos, mirando la casa.

- Sagitas y los demás siguen en Rivendell, asi que al menos estarán a salvo. Tendremos que seguir alli al menos un par de días más, hasta que acabemos, no te parece?

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-Matt!

Los ojos de la Snape se abrieron con sorpresa cuando finalmente escuchó a su sobrino ir hasta donde estaba ella y se paró dándose la vuelta por completo; antes de cualquier otra cosa, corrió hacia su sobrino y le abrazó con fuerza, aliviada de ver que se encontraba ahí y que estaba bien y vivo, por ende, sagitas también debía de estar bien, verdad?

Finalmente se alejó del chico y comenzó a revisarlo completamente, viéndole por todas partes como si por algún lado pudiese tener alguna herida que tuviesen que cerrar

-Estás bien, no tienes nada grave?... aún puedes ver todos los colores?... de qué color es mi cabello?

Le preguntó hasta que terminó jalándole un poco las mejillas pero después de unos momentos le soltó y volvió a suspirar con alivio, colocándose una mano sobre el pecho

-Pero que gusto ver que estás bien!

Dijo con un tono algo alto y agudo, cerrando los ojos un segundo para luego, verle con preocupación

-De qué sitio me hablas, qué ha sucedido aquí?? -soltó señalando con su mano abierta hacia aquel sitio para luego, voltear a la zona destruída y luego, ver a Matt con miedo -no...no es eso que pasó hace tiempo, verdad?... -preguntó con miedo y verdadera tensión -no es... por Ithilion... cierto?

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  • 2 semanas más tarde...

Aún en Rivendell:

Sentir a Matt que me pedía que descansara allá mientras ellos restauraban la mansión me produjo una aluvión de sentimientos que no supe controlar al momento. Me puse a llorar de nuevo; ¿por qué estaba tan sensible que el llanto parecía la única solución a mi estado de ánimo? Cerré los ojos y levanté las dos manos para que mi hijo no se sintiera culpable. En realidad, era una mezcla de cansancio físico, psíquico y orgullo por verle tan adulto, haciéndose cargo de la mansión, demostrando ser el gran patriarca que era.

 

-- Ve, hijo, no te preocupes, sueño y descanso y volveré a ser la misma.

 

¿Lo sería? Supongo que nunca. La experiencia es lo que tiene, te marca de por vida y no puedes volver atrás.

 

O sí... Siempre cabía la posibilidad de hacerme un auto-Obliviate...

 

Suspiré y me limpié la cara. Me había quedado a solas y ni siquiera le había dicho que cuidara de los miembros, aunque sabía que él lo haría sin mi consejo. Siempre lo hacía. Así que no debiera preocuparme, aunque me preocupara. Sentada en aquella barandilla, miré hacia el lugar donde estaban mi marido y mi hijo, jugueteando con el lobo Fenrir. No sabía si podría aparecerme allá pues la magia en este lugar era demasiado blanca, demasiado pura, demasiado diferente. Aún así, sonreí y me tiré.

 

Lo sé, tirarse por el balcón es un síntoma de suicidio, de no estar bien de la cabeza. Pero mi amuleto me hizo planear los últimos metros y aterrizar sobre mis pies con suavidad. Me acerqué a ellos, despacio, para no molestar, cubriéndome los brazos desnudos con aquella sábana blanca. No quería interrumpirles.

 

Aún sentía frío.

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Exterior de la PB con @@Hayame Snape Potter Black

 

Me eché a reir en cuanto la tía me abrazó, preocupada, algo normal viendo como había quedado la mansión.

- Solo un poco de cansancio, nada que unos días no curen - le contesté. - Tu pelo es rojo, mi camisa es blanca y el césped... - miré el estado de los terrenos, quemados en gran parte. Torcí el gesto, teníamos mucho que hacer - Van a necesitar l amano de Sagitas cuando regrese

 

Comenzamos a caminar hacia el edificio, y ahí, le conté lo qeu había ocurrido, negando con la cabeza a su pregutna de si lo sucedido había tenido algo que ver con Ithilion y aquel terrible futuro

- No. - dije - Es...en todo caso es culpa mia - suspiré. - Everdeen nos atacó de nuevo. Una elfina de la mansión resultó no ser de nadie. Debería haberme dado cuenta que no pertenecía a la familia, se pasó semanas dándoles información sobre como romper nuestras defensas, los ayudó a pasar y...ya ves el resultado.

 

Cerré los puños, aun me culpaba por lo qu ehabía pasado. Debería haber sido más cuidadoso o estar más atento. Estaría perdiendo...facultades?

- Después de lo que había pasado, me los llevé a todos a Rivendell. Con los Altos Elfos. Solo ellos y unos pocos a los que se lo permiten pueden estar alli. Es totalmente seguro.

 

Alcé la cabeza, observando el trabajo que teníamos por delante.

- Al menos, hasta que reconstruyamos esto. Lo qeu supongo, nos llevará al menos un par de días.

 

 

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Rivendell. Con Sagitas, Ithilion y Fenrir

 

Jugar con Ithilion era....era divertido. Y cansado. El niño no paraba de reir cada vez que Fenrir o yo fingíamos atraparlo, haciéndole cosquillas en el intento y dejándolo correr de nuevo.

 

Además, era un chico listo. Parecía aprender nuestros movimientos, y ya sabía como esquivar a Fenrir.

 

Al final, apoyé las manos en las rodillas, jadeando mientras los miraba a los dos con una sonrisa en la cara, cuando sentí pasos detrás de mi.

- Por muy despacio que camines, te oigo - le dije, enderezándome de nuevo y mirándola. Llevaba una sábana para cubrirse. Sonreí, acercándome. - Ithilion tienen baterías ilimitadas? Lleva toda la mañana corriendo de un lado a otro

 

Fenrir lanzó un gruñido juguetón, y para cuando miré, Ithilion se le había subido al lomo y el lobo corría, fingiendo querer quitárselo de encima.

- Este lugar eran solo leyendas. Y aquí estamos.

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Mansión Potter Black

La vampiro se sentía mucho más tranquila y aliviada ahora que estaba con Matt y veía que este empezaba a explicarle lo ocurrido al notar la preocupación de la mujer acerca de que tuviese que ver aquello con ese período oscuro que había visitado; solo recordarlo hacía que se erizara la piel de la vampiro, había sido demasiado terrible y todavía estaba lidiando con las consecuencias de una oscuridad que la había tocado y se negaba a dejarla del todo

Se frotó los brazos un segundo y sus ojos rojos reflejaron toda la preocupación de aquello

-Estas seguro?

Musitó con algo de precaución, se volteó a ver los destrozos de la casa y cómo había quedado todo, sintiendo nuevamente como las memorias de lo que había visto en el negro futuro se mezclaban con ese instante; dejó escapar un suspiro profundo y bajó los párpados, antes de seguir escuchando a su sobrino y asintió un par de veces

No pudo evitar de sonreír languidamente ante sus palabras sobre la elfina desconocida

-Tu madre nunca se ha resistido a ayudar a todo elfo doméstico o bicho que vea andando por ahí, desamparado y necesitado de cualquier ayuda -se volvió a reír

Y luego unos momentos después, sacudió un poco la cabeza, siguiendo al chico hasta donde estaban las ruinas

-Yo ayudo con mucho gusto en la reconstrucción -ofreció- pero me alegra saber que te has llevado a la familia a un sitio seguro con los elfos, al menos ellos no tienen oscuridad que los elfos puedan rechazar

Dijo tronándose los hombros antes de sacar la varita

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Rivendell: Con Jack, Ithilion y Fenrir :

Les contemplé en silencio, esperando que se dieran cuenta de mi presencia. En realidad, no quería que Jack me viera en aquel estado... psíquico. Aún me angustiaba hablar con él porque no estaba segura de qué hablar con él. Era mi marido y sabía que en él encontraría la protección que necesitaba para mi debilidad pero... sentía que no la merecía. Que no le merecía. A él. A nadie. No después de lo sucedido con Lazarus.

 

Me estremecí al pensar en él. Creo que ese vampiro había dejado más huella en mí de lo que me esperaba, de lo que quisiera. "Todo había sido por un bien mayor", me dije, "Jack está ahí delante, vivo, eterno..." Tragué saliva. Si había hecho bien en hacer todo lo que hice, ¿por qué me sentía mal?, ¿por qué quería ocultárselo a mi marido?

 

"Lo sabe", me dije de nuevo. "Él estaba allá mientras yo hacía todas esas cosas". Me estremecía, quería negarme eso pero era cierto. Todo lo que hice fue con los huesos de Jack a mi lado, cerca, la única manera que él los respetara y no los quemara, no se deshiciera de ellos. Mi barbilla tembló y caminé dos pasos hacia ellos, sólo para sentirme más cerca de ellos. Pero él me oyó y volví a estremecerme. Aquella voz viva era tan hermosa...

 

-- Lo sé. -- Le vi acercarse y tuve ganas de retroceder, de huir, de alejarme de él, de ellos. Pero la mirada de mi Jack era especial, atractiva, brillante... No había ninguna acusación en su mirada. También Ithilion parecía feliz, jugando con su padre y el lobo de su hermano. Sabía que Fenrir era, en realidad, la forma de Matt de controlarnos a pesar de que él no estuviera presente; veía a través de sus ojos... ¿aunque estuviéramos tan lejos? -- Creo que se tomó varias pociones energizantes de pequeño por error y aún le duran los efectos.

 

Sonreí. Me hablaba, sus ojos eran maravillosos y se acercaba. Pero me hablaba sin tocarme. ¿Qué significaba eso? ¿Le estaba dando mil vueltas a todos y tomándomelo mal sin ser más que... una... casualidad...?

 

-- Sí... Aquí estamos... -- ¿qué más decir? -- ... bien, ¿verdad?

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Rivendell. Con Sagitas, Fenrir e Ithilion

 

Sonreí. Quería tranquilizarla, consolarla. Debíamos seguir adelante, y superar aquella etapa oscura que atravesábamos. Asi que acorté la poca distancia qeu nos separaba y la miré, alzando las cejas.

- Siempre

 

pero antes de poder hacer nada más, nuestro hijo pequeño decidió que era hora de una travesura, asi que, desde atrás, hizo que la hierba bajo mis pies de repente fuera resbaladiza, con lo cual, acabé cayendo de espaldas al suelo.

- Eh! Dijimos que nada de magia. Como te pille - comencé a gruñir, riendo, provocando de nuevo las risas en el niño, qeu echó a correr con el lobo para ocultarse.

 

Miré a Sagitas desde abajo antes de ponerme de pie. cogí su mano y entrelacé los dedos con los suyos. Dios, era algo qeu añoraba tanto poder hacer....el contacto físico, cálido, con ella.

- Has visto el bosque que rodea esto? Deberíamos echarle un vistazo. - propuse, con tono jovial. - Si te atreves, niña. - la reté, tirando ligeramente de ella

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Rivendell. En una de las habitaciones...

 

Todo había sido un maldito caos. Parecía que no se me iba de la cabeza. Y aún así habían conseguido darme algo para descansar durante varios días. Desperté de golpe. Miré a ambos lados y asustada, comprendí en dónde estábamos...

 

- Uff, menos mal... -alguien había entrado a la habitación y me sonrió, era una mujer elfa...

 

- todo bien, estar tranquila - me dijo con cierto cariño...

 

- ¿Y mi marido? -pregunté, porque al girar la cabeza sentí cierta pesadez que nada tenía que ver con lo del embarazo...

 

- Ido

 

- ¿Cómo que ido? -respondí asustada, ella me tranquilizó poniéndome una mano en el hombro.

 

- Calma, a su casa, ido a su casa - intentó responderme con mi mismo idioma, algo de lo que agradecí. No comprendía el idoma de los elfos y ese era bien enrevesado. Pero al menos ahí en Rivendell me sentía tranquila. Sabía que ese sitio por según palabras de Matt estaba muy bien protegido y que casi nadie, o nadie, sabía de ese lugar además, que las fronteras estaban bien protegidas.

 

- Gracias - respondí con calma y puse la cabeza de nuevo en la almohada. Acaricié la tripa con cuidado y susurré - cariño, ya estamos a salvo - miré por la ventana de la habitación, era de día (o eso me pareció) y al menos, el piar de los pájaros y cuando se mecían los árboles a causa de la brisa, conseguían relajarme del todo... la señora elfa iba colocando prendas encima de una silla y momentos después, trajo algo de comida, volví a susurrar - gracias... -pero me acordé de alguien más...

 

- ¿Y mi suegra?

 

- Ella estar bien -sonrió - su marido estar por aquí -abrí los ojos, sorprendida, ¿Jack se había materializado? El poder de ese lugar debía ser bien grande para que un fantasma tuviese forma corpórea - bien vale, me levantaré en un momento - la mujer asintió y se fue de la habitación dejándome a solas. Ya echaba de menos a Matt.

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Rivendell: Con Jack, Ithilion y Fenrir :

 

Todo el miedo que me atenazaba en el interior, que me hacía sentir con ganas de vomitar, de huir, de esconderme, desapareció en cuanto sentí su contacto. Su mano no estaba fría como siempre; por lo contrario, era cálida y agradable. Sentí que aquel calor se filtraba entra la piel e iba ascendiendo por los dedos, por los músculos, por la sangre, se expandía, me llenaba... Tocar a Jack fue la mejor medicina que podía tomar para mis miedos.

 

Me derrumbé.

 

Le vi allá tirado, en una hierba resbaladiza y brillante, mientras las risotadas de Ithilion huyendo tras la travesura realizada, que sentí que era imposible ser más querida por aquel hombre que había traspasado las barreras de la muerte sólo para amarme, para se padre, para disfrutar de su familia. Así, me puse a llorar con lágrimas lentas que corrían, perezosas, por mis mejillas. Asentí ante su pregunta y me dejé arrastrar por su impulso de caminar hacia el bosque, rezando a los Dioses para que nada ni nadie me separara de aquella mano mágica salvadora. Con la mano libre, me limpié la cara con la sábana y le seguí. Era cierto, aquel Bosque era maravilloso pero no, no me atrevía. No me hubiera atrevido a hacerlo sola. Pero su mano me guiaba y, aunque le había dicho que sí aunque quería decir que no, no forcejeé y seguí su camino.

 

-- Me atrevo -- dije, al fin.

 

Pero no era cierto. Aquel era un bosque sagrado, espiritual. Yo había perdido eso desde hacia mucho tiempo, al menos desde la boda de Matt. Había dejado de ser digna de estar ahí dentro, de estar en sitios como éste. Había perdido mi esencia. Noté que volvía a llorar.

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En Rivendell...

 

Tras darme un baño relajante que me preparé después de levantarme y a pesar de uno de los ofrecimientos de una de las mujeres elfas, sentía que estaba como nueva. El agua caliente y el baño de espuma había sido lo mejor que había podido hacer, desde que desperté en ese lugar. Aún recordaba todos los acontecimientos que pasaron durante la mansión. ¿Cómo estaría la casa? ¿Lázarus al final había conseguido en realidad obtener los huesos de Jack? No tenía ni idea, pero a decir verdad, me daba miedo saber la verdad...

 

Lo que me extrañaba era que Sagitas estuviese con nosotros, había visto como se había marchado con el vamiro. Tendría que preguntarle como demonios se había escapado de él. Porque era raro que alguien tan astuto como ese ser nocturno dejase escapar una presa tan valiosa como lo sería mi suegra. Me levanté de la bañera y me puse una túnica de seda de color verde, que me habían dejado. Para la temperatura que hacía, era bastante fresca y lo agradecía mientras pensaba en todo lo que había sucedido. Algo más pasó en ese tiempo. Pensaba en Matt y en el miedo que tenía de que estuviese todavía allá...

 

Según Matt Rivendell era uno de los lugares más seguros que conocía. Nadie nos iría a buscar allá sin saber cómo entrar. Hasta una vez me había hablado de ello, bajo las aguas termales (o eso pensaba) del parque... Pero quizá si el cazador lo sabía, los demás también. No tenía ni idea en dónde estábamos pero lo que sí era que, los elfos eran muy elegantes de lo poco que había conseguido ver. Sabía que mi marido no debía marcharse sin curarse sus heridas primero, pero seguramente, había tenido la primera asistencia en cuánto habíamos llegado allá...

 

Salí de la habitación y me encontré con uno de los sirvientes de Elrond si se podía decir así, el elegante elfo asintió con la cabeza y esperó.

 

- Señor, disculpe, ¿sabe dónde está mi suegra Sagitas? -le aclaré.

 

- Jardines, allá al fondo - me indicó con la cabeza pero aún así, me llevó con él por largos pasillos de una larga escalera. El lugar era muy hermoso y reconfortante, a lo lejos se podía escuchar una cascada y el movimiento de los árboles gracias a la brisa del viento. Me dejó cerca de dónde estaba el matrimonio y esperé a que notaran mi presencia. A decir verdad, podía decir que los envidiaba. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que se había marchado Matt, pero ya lo echaba de menos...

 

- Hola... -dije en un susurro bajo, para no molestar la espiritualidad de ese lugar sagrado.

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