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Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
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La tormenta era demasiado fuerte lo que me extrañaba a mí es que la pequeña no se inmutaba para nada. No podía evitar sentir un relamazo de orgullo por esa pequeña que, muy a mi pesar, había tenido que dejar en la Potter Black. Aún esperaba cierto permiso, porque la verdad me sentía culpable por dejarla tanto tiempo a solas. Necesitaba de mí y aunque su abuela y su padre eran los mejores... no era lo mismo pero, en cierta manera estaría más protegida.

 

No entendía nada de lo que estaba pasando así que, di otro trago más a la copa de mi vaso. Debía serenarme un poco.

 

Levanté la vista y me levanté pero, no supe porqué pero algo en el gesto de Sagitas me indicaba que pasaba algo con la niña.

 

- ¿Qué le pasa a Elentari? -pregunté en un susurro, con temor - ¿está enferma? -miraba a los dos, a madre e hijo, para ver si alguien me respondía.

 

- lo de la seguridad está bien -asentí nuevamente. Pero algo se me escapaba. Parecía que entre mis dos familiares había habido algún especie de contacto. Pero parecía que nadie quería darme explicaciones.

 

- ¿Acaso nuestra pequeña ya está desarrollando poderes? -inquirí otra vez, preocupada. Sí, no podía evitarlo mi instinto maternal, que se había acentuado tras el parto ahora parecía regresar con más fuerza que nunca, después de mi ausentismo en Italia.

 

- ¿quéreis explicarme qué c*** está pasando con Elentari? -protesté por lo bajo, rechinando los dientes a causa de la rabia. Odiaba cuando me ocultaban cosas y más aún si era del pequeño ser indefenso que aún estaba en los brazos de Sagitas (¿es así?, creo que sí, espero haber entendido el rol de Sagis xD)

 

- venga, dame a la cría, quiero disfrutar de ésta pequeña - y sin miramientos pero, con mucho cuidado y tras dejar el vaso en la mesa, tomé a la pequeña para no despertarla. Sentí cierta calidez en mis brazos y que recorrió todo mi cuerpo. Aún dormidita hacía algunos gestos guturales con sus labios y que me parecía adorable dormidita...

 

- Habrá que hacer una ceremonia de protección, para que pueda hacer magia -dije en voz baja - de hecho, creo que es necesario - asentí con la cabeza- no sabemos que poderes tiene así que... mejor prevenir que lamentar.

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--Vamos!!! Vamos Amya... Vamos que hemos salido de peores!!

 

Al fin había encontrado algo más ruido que el escape de esa vieja motocicleta de su padre Sherlock y eso era una serie de truenos tan fuertes que hacía retumbar el cielo mismo, solo esperaba que los juguetes comprados en aquella tienda no se arruinaran por lo que era la prisa de llegar a su destino...

 

--Ahi está ja! Aaaaaaaaaah--

 

Y lo peor había sucedido, un rayo había impactado en la motocicleta la cual comenzó a incendiarse bajo la plena lluvia!!, Al parecer el rayo le había impactado en el tanque de gasolina por lo que el tiempo estaba contado y sin embargo Dick se encontraba desmayado por la carga eléctrica, si bien no había muerto gracias a la marca de caín, lo sintió todo y ahora se encontraba cayendo en caída libre hacia los terrenos del castillo...

 

Y que creyeron? Algo lo iba a salvar? A decir verdad no fue así, tanto el como la moto se impactaron en el suelo con suma fuerza provocando así una fuerte explosión que hizo que el cuerpo inserte de Grayson saliera volando y así impactarse contra las puertas del castillo dejando un hueco en el centro de el...

 

Y los juguetes? Por desgracia la mayoría fueron destruidos solo quedaron 3 los cuales todos mojados y mugrosos cayeron dentro del castillo, y sin embargo la verdadera víctima fue la motocicleta... Aquella compañera legendaria de Sherlock había vivido su último vuelo, de la explosión que aún existía fuego en el, lo único que quedó fueron algunos trozos de metal en medio de un cráter en el jardín...

 

Y Grayson?... Pues se encontraba como saco de papas en pleno recibidor podría decirse muerto? Nadie sobreviviría a semejante impactó... Nadie que no poseyera la marca de caín en su brazo derecho...

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Sagitas estaba tan confusa como yo. Nos quedamos mirándonos, fjamente, hasta que ella preguntó, tratando de mantener la calma.

- No lo se. - contesté.

 

Pero apenas tuvimos tiempo de decir nada más, porque @@Helike R V PB , que no sabía que estaba pasando, tomó a nuestra hija bastante malhumorada e inició el camino a nuestra habitación. Asentí ligeramente y retrocedí, siguiendo a Helike, dejando a @@Xell Vladimir Potter Black con mi madre y Jack.

 

Seguía a mis chicas un par de pasos por detrás, escuchando el llanto de mi hija. Había empezado a llorar otra vez, pero ahora entendía, o eso creía, el motivo de sus llantos. Dios...debería haberlo sabido antes. No? No era esa mi obligación?

 

Cerré la puerta detrás de mi y miré fijamente a Helike.

- No te ofendas, pero ahora mismo no tengo tiempo para discutir contigo por qué te fuiste. - le dije. Tenía la voz ronca, estaba hecho polvo, pero era normal. Tres días sin dormir con aquel llanto lastimero te dejaban bastante cansado.

 

- Elentari llora sin parar desde hace al menos tres días completos. No sabía que le pasaba. - cerré los ojos, y con un suspiro me acerqué a ellas. Notaba frío...frío en los huesos, como si me hubiera calado la lluvia. - Algo intenta llevársela. Algo, o alguien, la está obligando a revivir el momento en que Sagitas estaba de parto, pero en lugar de ser yo, es a ella a quién se están intentando llevar.

 

JACK

 

De estar solo el chico, nuestra nieta y mi mujer, de pronto habían llegado la joven Xell y nuestra nuera Helike. Pero el chico no tenía los ánimos para reencuentros, fuera con su mujer, o con cualquier otro. La niña había vuelto a llorar, y las simples palabras sobre la sensación de lluvia ahora habían desembocado en una tormenta que se acercaba.

 

Xell no se había atrevido a hablar, tal vez porque desde el principio se había sentido culpable por hacer llorar a la pequeña de la familia, o porque las sensaciones en el ambiente eran un tanto extrañas.

 

Y todo, para colmo, se disparó cuando Matt se quedó mirando a Sagitas después de un simple roce. La rubia y la morena no sabían de que estaban hablando, o qué les había pasado...pero yo conocía a mi hijo, y aun más, conocía a mi mujer. Pocas cosas de ella se me escapaban, asi que me imaginé que lo que les había pasado, era grave. POr eso, cuando Matt siguió a su mujer, miré a Xell

 

- Jovencita, echa una mano a tu tía. Ayudala a sentarse y traele algo para calmarse.

 

Porque a pesar de la calma tensa, Sagitas estaba pálida y en shock.

- Que habéis visto el chico y tu? - le pregunté, mirándola a los ojos.

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Hacía casi 5 veranos que Pallas no visitaba la querida mansión de su ama, y mucho menos podía dejar de sentirse nerviosa al saber que de una forma u otra podía toparse con Raizor, el elfo de la ama Sunar, por lo que la criatura retorcía sus manos de forma obsesiva en el impecable delantal que portaba.

 

- Pallas - llamó Max, observando de reojo a la ojiplateada - No es necesario que me guíes, aun y cuando no he pasado mucho tiempo con ellos creo que sabrán reconocerme - completo caminando con el mismo garbo que su madre.

 

El ojiazul sabía de antemano que aquello sonaba a vil mentira y debía admitir que dejar la Evans McGonagall a hurtadillas de su madre derivaría en una regañiza monumental, no obstante, necesitaba regresar al único lugar que sentía como su casa, aquel lugar dónde recordaba haber visto a su madre sonreír, brillar, algo que hacía mucho había perdido, convirtiéndose en la sombra de sacerdotisa que era ahora.

 

Su atuendo por demás muggle le camuflaba bien, por lo que siguió a Pallas por los inmensos terrenos de la mansión dudando un poco ante las puertas dobles de la majestuosa entrada.

 

- Si fuera un engaño, amo - musitó la elfina agradeciendo el conocimiento adquirido de su amita - El conjuro de las puertas ya lo hubiese transportado a otro lado, despreocúpese, ¡por fin esta en casa! -terminó con la vista del gran hall ante sus ojos, invitándolo a pasar.

 

- Gracias - expresó el joven mago antes de adentrarse en la mansión mientras se relajaba y comenzaba a percibir las presencias alrededor de si. - Esto... es demasiado extraño - musitó con la siniestra enarbolando a cang'he y así mismo prestando atención al lejano lloro de un bebé.

 

Con paso lento dirigió su anda a la sala de la chimenea, esperando que las 6 presencias dentro de la misma pudieran explicar que sucedía ahí.

Editado por Lillian Potter Evans

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La prima Heliké se cofundió y pensó que yo la llamaba Vidente a ella cuando me refería a su marido. No le cambié la opinión porque me interesaba mucho más la mirada de la tía Sagitas. Ella parecía tan pálida como Matt cuando habían tocado a la niña, mutuamente. Sus ojos parecían mostrar miedo y eso me aterró mucho más a mí porque la tía Sagitas nunca tiene miedo. Cuando le dijo al primo que se llevara a la niña lo noté: habían malas noticias. Después me miró a mí como si se sorprendiera al verme.

 

La prima Helike también lo intuía y susurraba palabras sobre su hija. Noté también la rabia en ellas, supongo que muy normal. Se preocupaba como madre pero la tía no le contestaba sobre lo que le preguntaba.

 

- Yo puedo ayudar con la ceremonia de protección - interrumpí aunque creo que no me oyeron. Quería ayudar.

 

Matt acompañó a su mujer y quedamos solas la tía y yo. Después me di cuenta que también estaba el tío Jack pues mandó ayudar a la tía.

 

- Sí, sí, por supuesto. Ven, tía, apóyate en mí. - Quería estar cerca cuando la tía contestara sobre lo que había pasado con la niña.

 

Entonces, sonó un fuerte ruido en el recibidor.

 

- Tú no te levantes, tía. Descansa un momento. Os... Os dejo a solas - intuí que, en el fondo, los tíos necesitaban hablar sin testigos. Así que cerré la puerta y los dejé a ellos con sus cosas.

 

En el medio del recibidor, alguien había tirado un saco de patatas y hasta que no sonó un quejido, no me di cuenta que se trataba dle primo Dick.

 

- ¿Pero por qué siempre andas por los suelos, primo? ¿Te encuentras bien?

 

Se veía que no se encontraba bien. Cuando me iba a arrodillar, sentí una voz desconocida. Un muchacho y un elfo se acercaban a nosotros, no sé si nos vieron pero yo me puse delante porque no quería que importunaran a los tíos. Aún no.

 

- ¿Tú quién eres? - le pregunté, creo que fui algo brusca. - Soy Xell Vladimir. ¿Y tú eres...?

 

 

 

@@Lillian Potter Evans.

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Creo que temblaba.

 

Sí, lo notaba por dentro. Temblaban mis venas, mis latidos, todo por dentro parecía gelatina. No sé si desde fuera también se vería. No me sentía con fuerzas para nada, así que no contesté a Heliké a pesar de sus preguntas insistentes. No podía más que mover la cabeza negando cuando preguntó si estaba enferma y afirmando después cuando dijo que si se le habían despertado los poderes. Tampoco pude negarme cuando me arrebató a su hija de mis manos. Mejor, puesto que si seguían fallándome las fuerzas, la podría haber hecho caer. Asenti de nuevo cuando dijo de hacer una ceremonia de protección aunque me temía que eso no sería suficiente. Elentari sería Vidente por mucho que nos opusiéramos.

 

¡Demonios, qué mal estaba que le había llamado por su verdadero nombre!

 

Les vi irse a los dos, mujer y marido, con la niña en brazos y yo sentí que se me desgarraba el pecho. Es increíble el dolor que desata el ver en peligros a tus hijos y nietos. ¿Cómo podía parar todo aquello? Aunque también... ¿Por qué a nosotros? ¿Es qué no hay más familias en el mundo? No sentí a Jack. Mejor dicho, sí le sentí pero sus palabras no me llegaron hasta que sentí que Xell le daba la razón y sentí su contacto. Le dejé acompañarme hasta un sofacito junto a la chimenea. De repente, sentía el peor de los fríos del mundo. Dejé que Xell se fuera a atender un ruido en el exterior, en silencio, que corté en cuanto se cerró la puerta.

 

-- He visto la muerte de nuestra nieta a manos de... de... tu demonio.

 

Supuse que entendería a quién me refería. Cerré los ojos y escuché el crepitar de la leña que no me calentaba.

 

-- Ella quería matar a Matt y ahora lo hacía con su hija. ¿Cómo es posible? La matamos. ¿La matamos, verdad?

 

Después le cogí la mano y proseguí mirando el fuego. Si esa maldita demonio se creía que iba a matar a Elentari, iba fina. Había acabado con ella una vez, dos veces, lo haría una tercera. Sólo necesitaba unos minutos para recuperarme del susto.

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No pretendía ser brusca con mi marido, pero no pude evitarlo, no sabía decir si era parte de mi temperamento o de mi condición vampírica.

 

- Tampoco te iba a dar explicaciones... por ahora... y recién llegada de Italia, tampoco te creas que tengo ganas de discutir. Si tuvieras un poder como lo tengo yo, que tengo que decidir cada cosa nimia... tú también estarías agotado y enfadado - suspiré y me senté en el sillón, aparté la mirada de él, sentía que, si veía más allá podría descubrir oscuros secretos y el horror de la guerra. No necesitaba los detalles. Me sentía agotada y a pesar de ello, Elentari me daba fuerzas- lo lamento Matt, de verdad...

 

Intentaba calmar el mal genio. Pero al menos la pequeña me estaba dando más calma de lo que realmente pensaba en un principio. Las palabras del pelirrojo hicieron que desviara la vista de nuestra pequeña. Mi estómago al escucharlo, parecía que se había encogido y bailaba arriba y abajo. Suerte que estaba sentada, porque seguro que caería redonda a causa de las pocas fuerzas que tenía cuando había llegado a casa... sentí que se me había ido el poco color que debía tener en las mejillas en esos instantes...

 

- estás... ¿seguro? -pregunté temerosa y en un susurro- ¿acaso no tenemos ya bastante? -pregunté alicaída...

 

- tengo que comentarte algo pero es sólo que tú sabrás, de momento más que nada porque eres mi marido, el padre de nuestra pequeña y el patriarca... Sé que no te gustará pero ahora, con la información que me has dado, pues, es un motivo más para defender la sangre mágica de nuestra pequeña, el futuro de ésta casa -sonreí ahora mientras veía dormitar a nuestra hija...

 

- así que, por lo que veo nuestra niña va despertando poderes... no me gustaría saber los que posee puede ser un desastre para la casa -reí ahora por lo bajo, aliviando un poco, la tensión en el ambiente.

 

@@Matt Blackner

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Jack. Con Sagitas

 

La puerta se cerró tras nuestra sobrina Xell, lo cual hizo qeu Sagitas al fin reaccionara y comenzase a hablar. Aunqeu solo fue una frase, casi entrecortada y demoledora. Agaché la cabeza mientras sujetaba con fuerza su mano, sintiendo un pellizco de culpabilidad en la boca del estómago.

 

O bueno, una sensación que me hizo recordar aquella. Porque los fantasmas no tenemos estómago.

 

- No puede ser ella - contesté, con voz ronca. - Un demonio vive en tres planos. En el de los vivos, en el limbo y en el infierno. Ella abandonó el mundo de los vivos el mismo día en que lo hice yo. Matt se encargó de matarla en el limbo, y tu la mataste en el infierno para liberar al chico cuando intentó llevárselo...y cuando me sacaste a mi también de alli

 

Negué con la cabeza, pensativo. Empecé a levitar frente a ella, en pequeños círculos. Cuando estaba vivo, tenía la costumbre de caminar en círculos, de un lado a otro mientras pensaba, murmurando a veces pensamientos aquí y allá, mientras los dedos de la mano derecha, como si se tratase de un tic, iban moviéndose, rozando mi pulgar, como si estuviera llevando a cabo una suma qeu no terminaba nunca. Una manía que Matt parecía haber heredado, según había podido observar con el tiempo.

 

Hasta que se me ocurrió algo, y me detuve ante Sagitas.

- No es Samara. Es aquel que la invocó. Es....es retorcido y complicado. Solo aquellos que fueron partícipes de un recuerdo, de un momento, podrían cambiarlo. - dije. - el tio abuelo de mi padre escribió algo una vez en el Diario.

 

Me acerqué a Sagitas y cogí de nuevo su mano. Ella tenía frío, lo supe por su piel erizada a pesar de la chimenea, que chisporroteaba alegre a su lado.

- No pudieron matar a Matt, así que utilizan el elemento más débil de la familia. Utilizan a su hija para qeu ocupe el puesto del niño y matarla. Pero no están cambiando el pasado. Dios... - Me llevé las manos a la cabeza, despeinando el pelo. Parecía una locura. - La niña es vidente como vosotros...y tiene la habilidad de la empatía de Matt como algo natural. Han llevado al momento más doloroso de nuestra vida a nuestra nieta. La están obligando a sentir esa...esa oscuridad que no comprende. A vivir tu dolor, el pánico y el odio. Pero...hay algo que todavía no les ha dejado acabar con la pequeña, y por eso aun sigue con vida.

 

Sonreí ligeramente.

- Solo los que vivimos aquello podemos "regresar" alli. Y yo estoy muerto. Asi qeu solo quedáis el chico y tu.

 

 

 

Matt. Con @@Helike R V PB

 

Oirla hablar de Elentari, estando a su lado, me hizo sonreir ligeramente. Me aliviaba tenerla en casa y saber que estaba bien, por fin, qeu había vuelto. Habían sido días complicados, para todos...los que habíamos estado en casa, y para ella, estando fuera, seguro.

 

- Si...hasta ahora habían sido poco más que chispas de vez en cuando, nunca nada asi - conteste, levantándome con pesadez de donde estaba sentado para acercarme a las dos.

 

Pero fue una mala idea. La niña lloró, casi sincronizada con el siguiente trueno, lo que me hizo llevarme la mano a la cabeza, notando un fuerte dolor punzante, al mismo tiempo que la visión de nuevo se repetía.

 

Vi Santa Tecla, aquella aldeita que ni siquiera conocía. A las sombras que Jack había dejado entrar cuando no tenía control sobre si mismo. Escuché claramente la voz de la Abue, dando órdenes a Sagitas para qeu se calmara entre gritos...

 

Y volví a ver a nuestra hija, rodeada de sombras que no podían llegar hasta ella, bajo la intensa lluvia. Pero que lo intentaban. Traté de llegar hacia ella, de moverme en su dirección, pero hacerlo fue como chocar contra un muro que me devolvió a la habitación. Tuve que buscar apoyo para no caer al suelo, gruñendo.

 

Notaba algo cálido por la cara y el sabor a hierro en la boca.

- Maldita sea. Odio la videncia - gruñí, buscando algo con lo que taponar la hemorragia. Desde la víspera de mi boda con Helike no me pasaba algo asi...al menos, no tan fuerte.

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no sé si existe, pero me lo invento, Heli es fan de las bebidas alcohólicas, ya lo sabéis xDDD

 

On:

 

La niña lloró con el cosiguiente trueno. La verdad es que hacía un temporal que daba realmente miedo. Menos mal que la mansión Potter Black tenía fuertes paredes y robustas y aún podía soportar un fuerte temporal. O eso esperaba. Susurré palabras dulces para calmarla y al menos pareció tranquilizarse un poco. La coloqué con cuidado en el moisés para que siguiera descansando. Más tarde la colocaría en su cunita. La tapé con cuidado y me sorprendió algo que no me había dado cuenta. Tenía el símbolo Rambaldi <o> ese del que ya hacía tiempo que no veía.

 

- vaya... -susurré. Quizás fuese la magia ancestral o la propia sangre mágica quién lo había colocado ahí. Elentari balbuceaba lo que parecía en sueños y yo aproveché para ir hasta una pequeña mesita en dónde reposaba una botella llena de whisky, cubitera con hielos y un vaso. Me serví un poco de alcohol y parecía que no había sido tocada en meses. La verdad es que en la familia salvo yo, casi nadie bebía de ese tipo de licores... Di un trago para calmar la pesadez que sentía y para ver si entraba un poco en calor. Me giré y me pareció notar que a Matt le pasaba algo. Parecía que nuestra conexión se había diluído a causa de mi marcha y eso me fastidiaba un poco...

 

- Matt, cariño... -fui caminando hasta a él con el vaso e intentaba no romperlo por la fuerza que teníamos los vampíriscos. Pero aún así empezaba a estar nerviosa.

 

- Hey -susurré y él pareció volver al cuarto. ¿Qué demonios estaba pasando? No comprendía nada. Aunque era cierto que, en mi familia algunas mujeres eran videntse, pero la verdad, no tod@s habíamoso desarrollado el don. Por mi parte, tenía la herencia familiar de la animagia y hasta incluso de la nigromancia. El 80% de las habilidades las había estudiado...

 

- ¿Qué has visto? -pregunté en un susurro. Tenía miedo de saber lo que en su mente había asomado. Mi marido y yo, sólo teníamos conexió telepática, pero poco más y eso era raro, siendo de dos razas completamente diferentes. Di otro trago para calmar el amargor que empezaba a sentir.

 

- Hasta me da la impresión de que mi vuelta sólo causa problemas - comenté apesadumbrada - no sé si será de mucha ayuda que permanezca por aquí. Pero sobre todo, por la seguridad de Elentari. ¿Has visto a Lázarus? -pregunté ahora, con miedo. No podía evitarlo. Despreciaba a ese ser con más fuerza que nunca. No sabía nada de él desde lo de la boda pero sabía que algo tramaba...

 

- Tengo entendido que ha llegado a Ottery. Tengo informadores de que lo han visto por el pueblo y mucho me temo que se reúna con madame Lucrezia para hacernos más zancadilla. Lo último que necesitamos es una guerra entre clanes. Pero dime... - parecía más callado de lo habitual y eso sí que era de lo más raro...

 

Y para no demorarlo más,silencié el lugar con el hechizo muffliato además de poner las consabidas protecciones antiescucha.

 

- Lo hice porque, necesitas saber algo... he ingresado nuevamente en la Marca. Tengo un poder bastante alto dentro del bando así que, nos puede ayudar a detener esas cosas. ¿Son sombras, demonios, qué? -bufé ahora, y di otro sorbo más a la bebida...

 

- Definitivamente no sé si combatir magia oscura con otra será buena idea, pero si podemos repelerlos, me alegro haber entrado en la Marca Tenebrosa estará protegida por el bando, por el linaje que tiene de sangre pura... para ti ésto es absurdo cariño, pero, necesitaremos mucha protección -murmuré nuevamente.

 

@@Matt Blackner

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Con Jack:

 

-- No... No entiendo...

 

Puede que el cansancio estuviera haciendo mella en mí porque su explicación sobre la demonio desmontaba mi teoría de que era ella y, sobre todo, mis ansias de encontrarla de nuevo y patearle los higadillos por lo que le estaba haciendo la pequeña. No podía dudar de Jack, por supuesto. Él estaba muerto así que el tema de la "vida" en su mundo lo conocía mejor que yo, digamos que de primera mano.

 

-- Entonces... si ya la hemos matado en los tres planos... ¿Qué demonios...? -- ¿o tal vez la pregunta mejor sería "quién demonios"?

 

El contacto con su mano me hizo sentir mejor y eso favorecía que pudiera relajarme un poco, lo suficiente para valorar la información que me daba ahora porque era alarmante.

 

-- Si no es Samara... ¡Ohh! ¿Quién la invocó, entonces? -- fruncí el ceño. Detestaba ese mundo de muertos que tenía leyes tan diferentes a las nuestras, un sin-sentido para mí. Suspiré y me aferré a su mano, por fin corpórea del todo, no así aún su cuerpo. -- Jack... ¿Quieres decir que quien está haciendo ésto estaba allá, en... la aldea de Galicia, en Santa Tecla, durante el parto?

 

Me había tomado tantas molestias en olvidar aquel día aciago que ahora debería tomar un esfuerzo inconmesurable para recordar todo lo sucedido, algo que, por cierto, no quería hacer. Había mucho dolor y mucha desgracia ese día. Gruñí con un sonido ronco ante la perspectiva de volver allá y negué con la cabeza.

 

-- ¿Estás loco? -- Sí, cariño, yo también te amo pero me salió del alma. -- ¿Cómo voy a llevar a Matt a ver... a ver cómo lo saco de mi interior? ¿Eso no sería contraproducente? ¡¡Odio la Empatía!! ¡Me alegro muchísimo que no me pueda leer a mí!

 

Sí, había estallado con furia porque... ¡Porque era horrible que le estuviera ocurriendo aquello a la niña! Y, por supuesto, sabía que haría cualquier cosa por librarla de ese llanto, aún tuviera que revivir una y otra vez el parto de mi hijo y ver como me lo robaban. Levanté la mirada para verle la cara.

 

-- ¡No puede dejarme sola! ¡Has de venir! Tú estabas allá, ¿no? Esperando fuera de la cabaña para recoger el bebé... Tú... -- Sí, le estaba acusando... Aquella herida nunca cicatrizaba, por mucho que intentara una y otra vez olvidar lo malo y abrazar lo bueno de nuestra relación.

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