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Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
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Tumbonas. En los jardines de la PB

 

Solté una risita al ver como Sagitas se asustaba. Habíamos vivido emociones muy fuertes, revivido un momento duro...aunqeu al menos ahora mi hija estaba a salvo, y por fin en varios días, dormía tranquila en su cuna, abrazada a Freya, su pequeña loba.

 

Sonreí de medio lado recordando a la abuela Antara. Había coincidido muy poco tiempo con ella en la Potter Black, pero tenía buen recuerdo...y sabía que Sagitas la extrañaba, mucho más de lo que nosotros lo hacíamos.

- Bueno, supongo que ella podría tener la respuesta...Aunqeu si me cuentas lo qeu te agobia, tal vez pueda echarte una mano - ofrecí. Al fin y al cabo, los dos compartíamos la responsabilidad de cuidar a la familia.

 

- No me importa, mientras no la dejes traerse a todos los bichos a casa. La utilizarías como excusa para llenar todo esto con más criaturas - la amenacé, bromeando.

 

Bostecé, mientras alzaba la mirada hacia el cielo. Sagitas había desviado la mirada hacia el interior, desde donde percibía las voces de mi hermana y otras personas, más jóvenes y qeu no conocía.

- Eh, venga....no los hemos castigado a nada. Están en un lugar donde nos ocupamos de ellos. Les enseñaremos a cuidarse solos y a cuidar de la familia. Serán felices aquí.

 

Luchaba por no quedarme dormido en aquella tumbona tan calentita.

- Vamos, que te preocupa.

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Scarlet Akane
En la Mansión Potter Black con @


Había mantenido la daga contra el cuello del mortifago y aún le apuntaba con su varita. No tenía ni idea quién era el hombre tras la máscara pero no le interesaba, habían salido ilesos ambos de la Delacour, aunque dejando atrás a todos los demás.

—Ya me lo perdonarán alguna vez —susurró para sí misma sin importarle que el mago a su lado la oyera.

Ahora su gran duda estaba ¿Dónde lo llevaba? no podía ir a las habitaciones que tenía en la mansión, pero Darla le recordó los establos que una vez habían realizado con Sagitas y rezó para que no los hubieran echado abajo en alguno de los tantos incidentes que sufrían en la Potter Black, así que hacia allí se dirigió con su prisionero.

Se apresuró a pensar en un confundus eso le daría tiempo, mientras el mago permanecía confundido y desorientado temporalmente que le quitara la varita, que guardó en su bolsillo y que lo llevara hasta los jardines posteriores de la mansión, en donde se encontraban los establos para todos aquellos animales que no permanecían en el circo y pertenecían a la familia.

 

--Incarcerus --dijo luego apuntando al mago ya en los establos, atándole pies y doblemente sus brazos, movió la cabeza mientras le veía --no tengo la menor idea de qué voy a hacer contigo --y se sentó a unos cuantos metros de él, sobre un atado de heno,.

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5bk6qmo.jpgEl elfo se estrujó las manos con algo de miedo. Hacía tiempo que había ido a ver al Amo @ para pedirle ayuda, le comentó que habían secuestrado a la Ama Sagitas y que hiciera algo. Harpo era un elfo que amaba a la familia y sabía que el Señor Gryffindor era un primo directo, que iría a buscarla. Pero hacía mucho tiempo y no sabía nada de ellos.

 

El elfo recorrió el jardín donde justo un día antes había estado ella hablando con su hijo Matt sobre su nieta. Harpo había escuchado parte de la conversación cuando salió a llevarles un poco de café, pues hacía frío allá. Y hoy, un día después, la Ministra había sido secuestrada. Harpo no paraba de llorar aunque intentaba disimularlo, secándose las lágrimas con el chaleco que llevaba puesto. Entonces, vio movimientos en el establo. Por un momento dudó, ¿quién estaría allá a estas horas? ¿Sería el Amo Elvis que traería noticias? Corrió unos pasos pero sus piernas cortas no le dejaban avanzar con el ritmo que pretendía y acabó chasqueando los dedos para llegar antes allá.

 

-- ¿Señor Elvis? ¿Es usted?

 

No, no lo era. Era una mujer amiga de la familia, Scarlet algo, el viejo Harpo ya no recordaba el nombre entero. Pero tampoco la miró mucho. Miraba al hombre atado y corrió hacia él. Le dio una patada con mucha fuerza, con toda la que un elfo ya maduro puede reunir.

 

-- Tome. Y tome. Por encerrarme en una mazmorra.

 

 

OFF.- ¡Lo siento, lo siento, no pude evitarlo, pero es que Harpo está muy enfadado con Aaron, ajjajaja! :lol:

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Scarlet Akane en los establos

 

 

La bruja continuaba sentada, pensativa, había dejado que sus cabellos se pusieran rojos pero mantenía el resto del aspecto que había utilizado para ingresar a la Mansión Delacour en respuesta al llamado de Kaori. La bruja se pasó la mano por los cabellos, sintiendo un punzante dolor, insegura de qué era exactamente, se aplicó algunos episkey mientras se permitía relajarse un momento.

 

El chasquido de la aparició la sorprendió y por poco le lanza un hechizo al ver aparecer a Harpo de repente --maldita sea, no hagas eso --gruñó la Akane al ver al elfo de la Potter Blue que acababa de aparecer gritando el nombre de Elvis. Cierto, maldijo por lo bajo, había quedado junto a Kaori y Nathan en la Mansión, ¿cómo les habría ido? se preguntó por unos segundos, pero no tuvo tiempo de pensar ni decir nada más. En ese momento no sabía si largarse a reír o qué.

 

--Harpo Harpo, tranquilo --se apresuró a tomar al elfo de bajo los brazos y alejarlo del mrotífago, le preocupaba más lo que el mortífago, aún atado le pudiera hacer al elfo que lo que el pobre elfo le pudiera hacer al mago --cálmate por favor, se merece esas patadas y más seguro, pero por ahora debemos mantenerlo a buen recaudo.

 

@@Sagitas Potter Blue

Editado por Darla Potter Black
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Forcejeé con la mujer a plena luz del día, en un terreno totalmente desconocido. Nos caímos al piso y de pronto me sentí algo est****o, desorientado, confundido. Caminando hacia quién sabe dónde como si estuviese ebrio, un borracho apoyado de alguna muchacha. Fue un golpe en la canilla lo que me despertó el discernimiento...

-Sué...ltame - forcejeé por segunda vez, tomando conciencia poco a poco, pero quizás la mujer debía de ser alguna vampiresa o padecer los males de la licantropía, ya que se notaba su fuerza. Yo era un simple humano. Observé al elfo que seguía dando patadas, por lo que estiré la pierna en una seca y directa de mi parte; era más alto y tenía más fuerza que Harpo- ... ¡Har...Harpo!...- exclamé con una tos seca y sonreí, casi disfrutando el momento.

Fue entonces que me dejaron sentado en una clase de fardo y me ataron con un incarcerus. Cabeza gacha, como si los efectos del confundus aún me golpearan con intervalos que solo se hacían más largos, comencé a reír lentamente. Intentaba levantar el rostro, una identidad oculta tras la máscara que enseñé a la bruja.

-...¿Cre...es que ésto detendrá nu...nuestras acciones?- cuestioné con la cabeza de un lado a otro, como fatigado. Vi mi varita entre sus prendas y allí, con las cuerdas impidiendo que alcanzara mi arma mágica, no dudé en concentrarme en un salvaguarda mágica; dejando que las cuerdas cedieran para abalanzarme directamente hacia ella con las manos puestas en su cuello. Ambos caímos, uno sobre el otro-... puedes atarme, encerrarme, perseguirme, ¡llevarme lejos de aquí!... pero yo... ¡Caelum! no dejaré de esculpir a ésta sociedad de hipócritas...¡Lo han perdido todo!- recuperando mi varita en el forcejeo, le apunté- ¡No puedo morir!... ya es tarde... ¿Quieres intentar?...

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Scarlet Akane en los establos


Se sacudió, respiró profundo, respondió a cada golpe que el mago le daba, no le importaba y por un momento, por un breve momento, pensó en invocar un berseker, después de todo ¿Qué demonios le importaba aquel hombre? pero tenía la respuesta a eso, el mago debía ser alguien importante, Harpo le había reconocido y le había comenzado a pegar, no por nada, y sí él estaba con Sagitas en aquella habitación de la Delacour, él debía ser alguien. Y si ese alguien valía algo, había una mínima chance.

 

Utilizó el escendia solo por un breve instante, meterse dentro del mago que le gritaba como loco fue una experiencia extraña, Caelum oohh, sí, si miras mucho el abismo éste termina por mirarte tambíen, pensó, abre tus malditas manos idi*** pensó poseyendo por unos últimos instantes al mago y éste mezcla de la posesión y mezcla del iusionismo que hacía creer al mago que estaba en dominio de sí mismo la bruja lo obigó a soltarla. Lo siguiente, liberado su cuello fue muestra de su enojo, su diestra se estrelló violentente contra la máscara y luego el estómago del mago.

 

--¡Cállate ya Caelum! --en realidad no estaba segura si el nombre debería o no decirle algo --¿Qué me importa si tú vives o mueres? No eres nadie para mí, eres solo una moneda de cambio --rugió molesta por la actitud bravucona e infantil del mago.

 

--Y veamos si realmente no mueres maldito, cinaede --murmuró con odio la Akane mientras dejaba que su piel se volviera más pálida pero sin recobrar su verdadero rostro, el gas había rodeado a Aaron y el efecto había comenzado penetrando sus vías respiratorias, al llegar a su sangre comenzaría a matarlo... Sagitas... maldición, pensó la bruja a la vez que con disgusto volvía a apuntarle murmurando --anapneo, eres un idi***, pero te necesito vivo --aún le haría falta un episkey dado los poderes de la bruja.

 

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Seguramente sentiría un tirón en el cuello por el puñetazo que me había dado o me quedaría algún moratón en el tórax por el otro golpe, pero con la adrenalina del minuto solo me ensimismaba más y más en cabrear a la bruja que tenía en frente. Fue así que logré su descontrol, pudiendo apreciarlo en sus palabras y el furtivo ataque que conjuró en mi contra.

Fue inmediata la sensación de asfixia, de hecho y entre una mescolanza de tos y risa creí que respiraba con la impresión de estar oliendo sangre. Jadeé con las manos en las rodillas, y asentí sarcásticamente hacia la bruja, una y otra vez hasta erguirme mientras le apuntaba con el índice enhorabuena por su cometido. Conocía los efectos del cineade y al parecer no tenía a alguien tan simple en frente...

-¡Eh!- advertí antes de que pudiese lanzar algo en mi contra, apuntándole con la extensión mágica de mi arma-...¡séneca!...- exclamé antes de volver a toser y oír un anapneo murmurado, sin saber si tal forma de verbalizar era por el efecto de que su garganta comenzaría a deshidratarse o por no querer percatarse de que sí, me necesitaba vivo. La cuestión es que yo no la necesitaba viva a ella. Tomé una bocanada de aire- ¡gracias!... - solté con algo de ironía, pensando luego en un episkey para terminar de sanarme- ¿crees que si me dejas con vida te entregarán a la Ministra?... ¡hay brujas y magos tan sádicos entre nosotros que ¿de verdad crees que tienes alguna posibilidad de verla con vida?...- volví a toser; vestigios de un poderoso hechizo.

 

Me dejé caer sobre el fardo con gastada indiferencia; estaba exhausto. Observé al elfo e hice amague de querer lanzarme sobre él cuan bárbaro desencadenado. Inspiré profundamente hacia el cielo mientras pensaba en el horrocrux que garantizaba mi existencia en éste mundo y volví a mirar a la mujer.

 

-¿Qué pretendes bruja?... ¿algún rescate?. Tengo todo el día...-concluí mientras cruzaba una pierna sobre la otra en una pose varonil. Alardeé con la varita en mi mano- aunque podría llamarlos, si eso es lo que esperas...- pero no, no tenía ganas de llamar al resto. Mas bien quería entender del porqué me tenía allí, con amplias posibilidades de arrancar, huir de la escena. Lo hubiese hecho de ser cobarde, pero no, esa no era mi esencia.

 

@@Darla Potter Black

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Scarlet Akane en los establos


Si pudiera lo empalaría allí mismo con alguna de las maderas que había en el lugar, su actitud arrogante, pero qué podía esperar, había conocido, no uno, miles de mortífagos como él. Los había tolerado, los había aprendido a apreciar y hasta había llamado a algunos de ellos sus amigos. Él no era más que nadie y si pretendía ¿qué? ¿provocarla? No le iría bien.Maldito, pensó sintiendo los efectos del séneca en su garganta, aquello le trajo reminiscencia de lo que ella era, de lo que ella había vivido y no eran épocas en que hubiera deseado ser amigable con gente como él. Confundus , pensó adelantándose e intercalando su siguiente acción y evitando que lanzara un nuevo hechizo tras el séneca, sí estaría convencido que funcionaba, pero pronto sabría que no era así.

 

Retrocedió un paso mientras él le hablaba de los brujos y magos que podían hacer que no recuperase con vida a la Potter Blue, frunció el ceño de la bruja que había copiado, pero que ahora era caucásica y pelirroja, por el bien de él y los que la torturasen más le convenía que sí, que Sagitas siguiera con vida cuando la hallara. Pasó su zurda por la garganta, no tenía sentido seguir ocultándose en realidad. Miró a Harpo y luego al mago, si que le resultaba curioso, podía matarlo o peor aún encerrarlo en su mente sin que él mismo lo supiera, destruírlo e incluso destruir su esencia, pero no le interesaba. ¿Por qué lo tenía ahí?

 

Utilizó el ilusionismo para meterse en la mente del mago, para meter en ella la idea, como una pequeña semilla, como un origen de todo. El hechizo estaba pensando para controlar al enemigo, para doblegarlo, para obligarse a dañarse a sí mismo, pero ella puso en la mente del mago la convicción de por qué ella lo retenía allí, solo obedecía órdenes y quería de regreso a Sagitas. Para reforzar su comprensión se permitió cambiar su rostro, no le importaba que él, fuera quien fuera, supiera quién era ella y Scarlet tomó el rostro de la Potter Black, dejando la metamorfomagia de lado y manteniendo solo su mente cerrada con oclumancia. No sabía si Darla le conocía o no, o si él la conocía a ella, había habido tanta nueva sangre siendo tentada por la ilusión de un poder que solo era para unos pocos, pero se arriesgo, no tenía nada que temer, ella era traidora a la sangre y era traidora a la Orden, ¿a quién le importaba eso ahora? No luego que Darla estuviera dispuesta a morir como lo estaba.

 

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Volví a toser bajo la máscara, ésta vez, escupiendo gotas de sangre por la rendija que me permitía la dificultosa respiración que aún no menguaba del todo. Inspiré algo ahogado mientras me acomodaba en el asiento con cierto aire de preocupación, alternando la mirada entre las hoja secas bajo los pies y el rostro de la bruja. Su cabello comenzaba a cambiar a un rojo pálido...

...Su rostro, ojos castaños, maternales- una debilidad que sin duda alguna- ¿porqué ella?, ¿no era una ilusión lo que estaba apreciando en ese momento?. Pensar en un hechizo de curación fue la vulnerabilidad de la situación más otro episkey que concentré al segundo. ¡Darla había sido como una madre para mí!, había trabajado para ella en el cuartel hace veinte años atrás. Me había salvado junto con Castalia de una muerte segura en Botica Macnair...¿lo había hecho ahora también?

-Darla...Darla, yo...-murmuré cuan niño, un crío encerrado en un cuerpo de adulto, ingenuo de la magia que ella estaba aplicando en mí. No me dí cuenta cuando ya estaba de pie, alzando tímidamente la mano para intentar alcanzarle sin sacar la máscara de mi rostro-...¿cómo supiste que era yo?.. tú, dónde...¡no comprendo!...

Llevando ambas manos a la cabeza, negué repetidas veces, defendiéndome tácitamente del control que ella estaba ejerciendo, sin siquiera saber si en verdad lo estaba haciendo, e invocando a su vez, en una situación de inestabilidad, un Necrohand que se ofuscó de inmediato con la intención de protegerme de cualquier situación en aquellas tierras desconocidas.

-Tú no eres... ¡¿Dónde has estado todo éste tiempo?!

 

@@Darla Potter Black

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Scarlet Akane en los establos

Lo observaba en silencio, convencida de que no podía hacer más nada, quizás, solo quizás. Volvió sus ojos hacia Harpo mientras e mago tosía , a estas alturas ya debía saber que debía volverse a curar. Utilizó una vez más el ilusionismo, pero esta vez sobre el elfo, para convencerlo de que ella estaría bien, que debía irse de allí y buscar ayuda pero mantenerse fuera del perímetro de los establos.

 

El asombro le ganó cuando él pronunció el nombre de su alter ego, de la dueña de aquel cuerpo, abrió los ojos y retrocedió un paso, observándolo con el asombro de quien siente algo familiar en la llamada de un desconocido. ¿O no lo era? Elevó la varita cuando él se puso en pie y utilizó el control corporal para intentar detenerlo, manipular su presión sanguínea hasta desmayarlo hubiera sido fácil pero lo podía sentir. Se asombró de lo que ocurría en realidad y por una vez no utilizó el poder en forma destructiva, ni para desmayarlo ni para hacer explotar sus venas, solo para calmarlo. ¿Por qué? No era ni odio ni venganza lo que se movía en ese momento. La circulación de su sangre le había indicado otra cosa que Scarlet no lograba entender.

 

Así que sí la conoces, pensó sorprendida, no era un novato, ya debería haberlo sabido antes quizás por su porte. Se sabía en dominio de sí mismo, era… no lo entendía, él parecía asombrado, por un momento sintió que hasta la había querido abrazar. No entendía. Alcanzó a distinguir las necrohand que había invocado y decidió que no la iba a engañar, ese teatro de que ella significaba algo para él. Era mentira, no podía ser tan tonta, era una ingenua, pensó mientras elevaba una vez más su varita. Invocó un obsistens a su alrededor, el cerco de luz dorada la cubrió, protegiéndola de lo que el mago pretendíera hacerle.

 

Las palabras de él la hicieron reír, claro que era ella, a medias al menos, en cuerpo pero no en alma, el alma de Darla estaba sepultada en el fondo de la mente de la Akane. ¿Dónde había estado? ¿En serio le preguntaba eso? Darla siempre había estado en donde debía, en su trabajo, en su local. No, Darla había estado donde era feliz, junto a Seba, en su hogar, compartiendo todo con él. Frunció el ceño por esa certeza y ese entendimiento de por qué la Potter Black la había dejado volver. Ella había estado siempre junto a sus afectos o dónde se la necesitaba, pero ¿Qué sabía él? Hizo un esfuerzo, lo intentó y finalmente proyectó hacia el mortífago la pregunta.

 

¿Quién eres?

 

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