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Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
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En las mazmorras de Lázarus

 

 

Sentí el agua arrojada a mi cara. Pestilencia. No estaba ni fría del tiempo que llevaría en aquel cubo. Ni siquiera me hizo reaccionar. Lo único que pude hacer es esforzarme por mantener mi mente en la cordura y que la demencia no sobreviniese. Debía hacerlo, debía sacar el máximo de información posible. Debía saber, de alguna forma, cómo salir de allí, cómo gritar sin ser escuchado, cómo mantener las fuerzas restantes. Oí "veritaserum". Tampoco me hizo reaccionar.

 

¿A dónde iban los vampiros cuando las fuerzas se acababan? No cuando morían, sino cuando todo se paraba pero aquella maligna vida seguía fluyendo en su interior. ¿Acaso habría un limbo para nosotros?

 

Unas palabritas... Me esforcé todo lo que pude por sacar el aire de mis pulmones, todavía con los ojos cerrados; no podía abrirlos.

 

- ¿Qué necesitas saber?

 

Las palabras salieron lentas, doloridas y musitadas. Apenas había sido un rasguño pausado en el aire, enfurecido, pero sin fuerzas. Intenté formar una sonrisa en mis resquebrajados labios, obviando el dolor y la sequedad de mi lengua.

 

No iba a colaborar, estaba claro, pero necesitaba que hablara, rápido, antes de que la demencia volviera, antes de desfallecer. Contuve el aliento. Maldito olor a sangre.

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✤ Viajero de la noche ✤

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  • 2 semanas más tarde...

En alguna parte del mundo donde se extraña el aroma a café

En verdad que los pueblerinos en general no habían cambiado en mucho o al menos, en unos cuantos cientos de años.

No podía pensar mucho en miles porque los cambios si eran evidentes, pero los lugares por donde andaba parecía que se habían deteido hacia bastante en el tiempo y todavía era fecha en que le miraban con desconfianza a pesar de que vestia casi a la misma usanza de aquellos.

Una mujer le señalaba y hacia el símbolo de las cruces para después tomar a un niño pequeño y llevarselo casi corriendo lo que le hizo alzar una delgada ceja como si no entendiese ese comportamiento; pero entonces cayó en la cuenta de a qué se debía y con un suspiro de hastío, se cubrió la cabeza con la capucha negra de la capa.

No quería hacer aquello del todo puesto que eso le daba un aire todavía más de poca confianza pero al final resultó inevitable:

En aquel pueblo como en muchos otros del pasado, los seres con cabello rojo eran los enviados del demonio.

No recordaba la última vez en que su cabellera pelirroja había sido un llamado de atención para los muggles que todavía creían que el color era un indicativo de que tan oscura era el alma de uno.

Alzó una mano y acarició al ave que se resguardaba en su hombro y bajo la capa de viaje, con las plumas espojadas para hacer algo de calor.

La lechuza de Matt había sido una grata compañía y no le había permitido ir todavía puesto que no quería que le sucediese algo con las ventiscas que había estado atravesado, ya de por sí la pobre criatura casi había caído congelada a sus pies; pero el pergamino le había hecho fruncir el ceño y lo había arrugado un poco antes de guardarselo en un bolsillo.

Se negaba completamente a volver a casa sin al menos una poca de información sobre ese tal Lázarus.

Y mucho más ya estando en Rumania donde se sentía más cómoda que en muchas otras partes del mundo. Se frotó un par de veces las manos y anduvo hasta que se paró enfrente de una osada donde las voces a risas de hombres y mujeres le llegaron; entornó los ojos levemente y finalmente, sonrió un poco, volviendo a alzar una mano para acariciar la cabeza del ave opr debajo de la capa.

-Siempre podemos empezar por estos sitios -dijo a sabiendas de que los chismes nunca estaban de más en sitios como aquel

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  • 3 semanas más tarde...

Harpo:

Aquel pajarraco le había dado un gran susto al salir volando de la habitación del Sr. Adrian. Pero el susto mayor estaba en el bicho que se había quedado en ella. El elfo se escondió en un rincón, tras una mesita, rogando para que la acromántula no lo viera. La puerta se abrió y entró el Amo Matt, quien le vio enseguida y se dirigió a él. Harpo puso cara de pánico. Le ayudó a levantarse (en realidad, le levantó a pesar que él hubiera preferido seguir escondido) y le preguntó si atacaban la casa.

 

-- ¡Peor! ¡¡Se escapa!!

 

El grito de terror de Harpo llegó tarde. Por la puerta abierta por Matt, un movimiento negro y raudo, con muchas patas que hacían un sonido singular al moverse por el techo, salió de la habitación.

 

-- ¡Una araña! ¡¡Una gran araña!! ¡La trajo su tío Adrian Wild en un baúl pero con todo lo sucedido en la boda, lo olvidé! ¡Ay, ay, tenemos una acromántula suelta en la mansión, amo Matt! ¡No se enfade conmigo!

 

Empezaron a sonar gritos por los pasillos y ruidos de objetos que se caían al suelo. Ya más de uno había descubierto a la criatura fugitiva. A lo lejos, una risa divertida y unos aplausos. Harpo palideció mucho más al reconocer al amito Ithilion. Si el niño acompañaba al Circo a su madre desde que era un bebé y estaba acostumbrado a vivir con las criaturas. ¡No temería a la Acromántula!

 

-- ¡Vamos, vamos, Amo Matt! Hay que cazarla antes de que se coma al niño... Su madre nos mata si le pasa algo al Amito.

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Harpo estaba realmente alterado, asi qeu tardó un momento en reaccionar. No me pasaba desapercibida su nerviosa mirada al techo, como si aquello que le hubiera asustado estuviera alli, y no me equivocaba. EN seguida comenzó a decir qeu una acromántula andaba suelta en la mansión. Al parecer el tío Adrian la había traido a casa cuando regresó durante mi boda.

 

Fruncí el ceño y me puse de pie.

- Calma Harpo, no es culpa tuya. escuché la risa de Ithilion y gruñí. - Yo me encargo.

 

Me aparecí en la habitación del niño, pero no estaba alli...demonios, se habría levantado a perseguir a la criatura de Adrian. A mi no me preocupaba tanto que la acromántula le hiciera daño, como que la misma araña saliera ardiendo a causa de las habilidades de mi hermanito.

 

Como pensaba, di con aquellos dos en la planta de abajo, Ithilion reía mientras hacía saltar chispas a su alrededor, de forma que aquella acromántula no se atrevía a acercarse a el. Alcé la varita y murmuré un conjuro, de forma que de pronto, quedó enjaulada.

- Demonios, It...tienes qeu tener un poco más de cuidado. Y si llegas a quemarla? - regañé al niño, revolviéndole el pelo. Me arrodillé para observar a la araña. Aun iba solo con el pantalón de pijama, descalzo - Harpo! Buscadle algo de comer, y dejadla en el porche. En esta jaula tiene suficiente espacio para moverse, y lo que necesita es ver un poco de luz del sol.

 

Cogí al pequeñajo y caminé con él hacia la cocina. Era temprano, pero el niño ya se había espabilado, asi que..

- Eh, It...me ayudas a preparar el desayuno para todos? Como mamá no está, podemos desayunar en mi habitación

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  • 3 semanas más tarde...

Habitación Blackner

 

Sentí cierto peso en la cama. ¿Quién sería? La infusión de valeriana me había dejado medio adormilada. Pero aún con esfuerzo abrí los ojos y vi una pata característica... Sonreí al verlo. Era Fenrir el lobo de @@Matt Blackner. A pesar de estar en la cama me volví a destapar pero sólo un poco y me acerqué a él. Negué con la cabeza, parecía que sabía leer lo que me pasaba.

 

- Estoy bien -le acaricié debajo del morro y le rasqué las orejas. Me sorprendió que me comprendiera porque cerró los ojos, contento- una mala pesadilla, eso es todo - le dije en un susurro, para no preocupar al animal. No sabía qué tipo de conexión tenía con Matt pero debía ser bastante peculiar. Seguía rascándole las orejas al animal cuando me acordé de algo. Al poner los pies otra vez en el suelo, sentí el escalofrío del cambio de temperatura, recorrió toda mi espalda y bufé. No pude evitarlo. Rebusqué en la mesita de noche que tenía al lado de la cama (?) y encontré lo que buscaba.

 

- Mira, un hueso - tenía la forma típica y esperaba que al lobo le gustara- aunque no sé qué te dará de comer Matt habitualmente, espero que no me riña -le dije con una sonrisa- forma parte de un ciervo -volví a susurrar.

 

Miré por la ventana y a lo lejos pude distinguir el amanecer. Debía ser bastante temprano, pero me pareció escuchar algunas voces, algo distorsionadas por estar la puerta cerrada. Pero a pesar de ser de noche, se respiraba una paz que agradecía.

 

Lázarus

 

Sonrió al ver a su prisionero tan débil. Le gustaba, a pesar del hedor que desprendía ese lugar. El olor a sangre y heces. Era sumamente desagradable para una persona como Lázarus, acostumbrado al lujo y al poder y más aún, manejarlo detrás de las sombras, sin que nadie se enterara. Pero ahora era todo completamente diferente. Había ordenado traer veritaserum, se lo había inyectado pero parecía que ese vampiro no tenía fuerza suficiente para hablar. Chasqueó la lengua, furioso. Debió de mantenerlo mejor, pero por supuesto no en una habitación de las de arriba del castillo. Tampoco le iba a dar ese gusto.

 

- ¿Saber? Quiero saber muchas cosas hijo - susurró y se acercó al joven (?) vampiro maniatado. A pesar de que le habían echado agua putrefacta se acercó a él con pasos lentos, sonriendo maquiavélicamente. Se acercó a su cuello y le mordió un poco pero sin hacerle sangre. Sentía su aroma y no pudo evitarlo, se excitó tan sólo con pensar en lo que podría hacer con ese cuerpo tan débil- a pesar de lo asqueroso que estás, aún podemos divertirnos - lanzó una carcajada fría y sin vida. Una en la que le erizaban los pelos a cualquiera.

 

Pidió a uno de los careceleros que le trajera una banqueta, en cuánto la tuvo en su poder, se sentó y cruzó las piernas. Los zapatos de charol brillaban a la luz de la antorcha de la celda. Se le ocurrió una idea. Podía probar uno de los hechizos con los que había practicado. Quería hacerle sufrir o al menos, su cuerpo y esperaba que no se durmiera. No le iba a dar ese gusto. Se levantó de nuevo y se escuchó el crujir de la podredumbre con las pisadas.

 

- En mi casa las cosas funcionan así. Si quieres seguir viviendo, tendrás que colaborar más de lo que haces. Si quieres seguir vivo, deberías poner más de tu parte y que no te mate con un puñal, si quieres vivir más años de los que tienes, tendrás que darme toda la información que posees, a no ser claro que la tenga que sacar yo a la fuerza - frunció el ceño, molesto. Si no conseguía lo que quería, tendría que ser radical - si no quieres sufrir parte de las descargas será mejor que seas buen chico. Información por información, así de simple.

 

- Si fueras otra persona cualquiera te mataría al llegar aquí pero aquí sigues. ¿Ves cómo tú familia ni siquiera te busca? No eres más que inmundicia vampírica. No eres digno de llevar la sangre que llevas. No eres más que barro en mis zapatos -agarró uno de los brazos y mirando a los ojos del chico susurró un hechizo - electro -sintió correr su propia magia a través de su cuerpo, su brazo hasta el desdichado vampiro. Sentiría correr la electricidad convertida en magia, como si de calambres se tratara pero mucho más fuerte- es un hechizo propio nada importante. Puedo repetirlo tantas veces como desee si no eres buen muchacho conmigo -le susurró - puedo ser bueno o malo contigo. Tú decides @@Adrian Wild

 

off: hechizo inventado (?) tener en cuenta que el personaje de Lázarus es inventor de todo tipo de cosas y magia, está puesto en la ficha así que no me tiréis piedras! jajaja y otra cosa, si cometo errores, Adri, tú corrígeme y sin problema, edito ^-^

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Me encontraba en la cocina, mientras terminaba de preparar el desayuno. Por costumbre, solía levantarme temprano, pero últimamente estaba inquieto. Me costaba dormir. Tenía...tenía la sensación de qeu el tiempo pasaba volando, a pesar de qeu solo hacía un par de semanas desde nuestra celebración en los terrenos de la mansión. Pero a veces pensaba que el tiempo se me escapaba.

 

Había confesado a mi madre mi...preocupación...en torno al embarazo. En torno a la idea de ser padre y de no saberme manejar con los niños. Pero no había sido capaz de decírselo a @. En vez de eso, me preocupaba y me esforzaba continuamente por hacerle las cosas más sencillas.

 

Pero a eso, se me unia otra preocupación, y esta, a pesar de todo, la sentía aun más incontrolable. Me esforzaba por proteger a la familia desde.....desde que llegué alli. Había sufrido heridas de todo tipo, físicas y psicológicas. Había llegado a morir y a quedar atrapado en el infierno. Y por una vez...no sería yo quien saldría a defender a la familia. Me veía en una encrucijada de la que no podía escaparme. Sagitas iría a una misión demasiado peligrosa, que no sabíamos hasta donde la llevaría. Y yo debía quedarme en casa. Debía permanecer alli para cuidarles. El pasado es algo que no podíamos dejar que volviera a repetirse.

 

Con la bandeja en las manos, me aparecí en el interior de nuestro dormitorio. Observé la cama, donde mi mujer dormía, y la causa de parte de mis preocupaciones. Llevaba puesta una de mis camisetas, lo cual me hacía bastante gracia. Apoyé en la mesita la bandeja y me incliné sobre ella, besándole el hombro. La dejaría dormir un rato más si era lo qeu necesitaba.

 

Abandoné la habitación, sin hacer ruido, y descendí hacia la biblioteca, donde sabía que estaba Sagitas. Le llevaba una taza de café, qeu dejé junto a ella en la mesa.

- Aunque ya te lo dijera...sigue sin gustarme qeu te vayas sola a lo desconocido. - le dije, cruzándome de brazos, mientras intentaba distinguir algo en los libros y mapas que estudiaba

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Levanté la vista del libro que estaba devorando, literalmente, para olisquear el aire. Algo pasaba... Supuse que era aquel café humeante que traía en sus manos el que desprendía aquel aroma inesperado. Cerré el libro y le contemplé. ¿Cuándo fue la última vez que le dije a mi hijo que le quería? Supongo que es algo que se supone que se considera superfluo decirlo en voz alta.

-- Voy a irme y lo sabes, el camino es largo y sólo quiero preparar bien la ruta. Dejo a los niños contigo y tú has de cuidar de Heliké y el bebé. No queda nadie que pueda hacer ese viaje, Matt.

Aunque le dijera que no insistiera, él lo haría; aunque él insistiera en que no me fuera, lo haría. Así que era mejor guardar silencio. Le invité a sentarse a mi lado y tomé la taza de sus manos. Le di un sorbo y arrugué el ceño. No era que le faltaba azúcar, que le faltaba... Era... otra cosa...

Levanté la mirada y la fijé en las ventanas. Esa sensación de nuevo, sabor a luz, gusto a frío, olor a azul diluido en el aire... El tacto de un paso alocado por la palma de mi mano, el escalofrío de que veía algo que no estaba... El saber que algo no estaba bien...

Parpadeé y miré a Matt, confundida... Por la ventana, el aire levantaba una lluvia de pétalos negros que golpeaban contra la ventana de la biblioteca, el presagio de que había ocurrido algo inevitable y terrorífico.

Creo que gemí por dentro o tal vez por fuera, no sé... Era todo tan repentino... No lo esperaba pero, no por ello, sabía que podría ocurrir en algún momento. Gemí, ahora sí, al notar que la taza de café levitaba un poco y que una mano la sostenía. Pude detectar a Madame Peralta intentado mantenerla en equilibrio sobre su piel inexistente.

-- ¿Él... ?

La Fantasma Pitonisa asintió sin decir nada. ¿Para qué romper el silencio con palabras innecesarias? Me temblaba la mandíbula y una lágrima esquiva se deslizó por mis ojos. Aún así, mantuve la mirada en aquella ventana de pétalos oscuros que se arremolinaban en ella. Me levanté y dejé que entraran. Al fin y al cabo, aquella siempre sería su casa.

-- Vamos, Matt -- le dije, al fin, a mi hijo. -- Preparemos el Gran Salón, donde el gran cuadro de Antara lidera sobre la chimenea. Tenemos que preparar el velatorio de mi hermano Ishaya.










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That is not my name
Inserte nick aquí
Yekaterina Zamolódchikova
Ishaya Triviani
Ishaya
Ipalnemohuani Tlazotéotl
•Loveless•
*Bíbidi Bábidi Bu*
Supercalifrajilistico!
Mirshka Dupont • Ishaya
Ishaya Riappi Curumo Sonofmordor
Ishaya
Adriano Wallace

Ishaya


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Le tendí la taza de café y me senté en uno de los sillones, junnto a ella, mientras la escuchaba, una vez más, afirmar que era la única que quedaba para hacer aquel viaje. No era la primera vez que manteníamos esta conversación, pero ella sabía, y yo también, qeu ninguno de los dos iba a ceder, a pesar de saber qeu por primera vez mi obligación sería quedarme atrás, en casa, y cuidar de los niños, de @ y del bebé, yo seguiría quejándome y recordándole que me preocupaba dejarla ir sola...supongo que era la forma más sencilla para mi de expresar que le quería.

 

Asi qeu permanecimos los dos un momento en silencio, con tazas de café humeante entre las manos. El calor era agradable, en una mañana en la que algo parecía a punto de suceder. Yo lo achacaba al inminente viaje de mi madre, pero cuando los pétalos negros comenzaron a caer contra la ventana, como una lluvia de lo más curiosa, acompañado de un frío que conocía. Era el mismo qeu solía acompañar a Jack cuando aparecía.

 

Asi que cuando el fantasma femenino hizo acto de presencia, me extrañó. Pero al ver al reacción de mi madre, entendí que algo malo pasaba...

 

Y tanto. Agaché la cabeza, mientras guardaba silencio. suponía que Sagitas necesitaba esos momentos, hasta que se puso de pie y me pidió que la acompañara. Debíamos iniciar los preparativos, asi qeu mientras caminábamos al gran salón, pregunté.

- Deberíamos...deberíamos avisar al resto de la familia? A Xell, a Hayame y las tías..a Cye? - era la primera vez que organizaba un velatorio.

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Llevaba tanto tiempo ausente, quizá nadie la recordaba pero era lo de menos, había tratado de suprimir tantos recuerdos, se había negado así misma y a su linaje tantas veces, pero ese día ya no pudo más, sentía un dolor en lo profundo de su pecho, la garganta cerrada, de su pálida mano cayó la taza que sostenia; tenía que irse, que dejar la vida muggle que había llevado.

 

no regrese a tiempo.- de decía a si misma.

 

Desempolvo su abrigo, y se apretó contra el, tenía que volver a casa, tenía que despedirse.

 

Cerro sus ojos y al abrirlos de nuevo se encontró en la casa de su infancia, contemplando el gran cuadro de Antara, mientras una lágrima caía por su mejilla.

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"Ámame. Lo has destruido todo, pero, si me amas, podrá ser restaurado bajo una nueva forma. ¡Ámame!"
Princesa Malcriada

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Antoni Ryvak Dracony

 

El Ryvak mira el cielo, el aire algo frío pero la luz del día atestigua que es pasado del medio día. Un sentimiento extraño se apodero de mi desde temprano, cuando sin razón aparente mi descanso se interrumpió y cuando desperte sentí que algo había pasado...

 

 

Con Cindy ausente, pensé que era la nostalgia de no tenerla a mi lado, me vestí y acepte de Elian el desayuno que prolificamente preparo, desayune, pero en mi persiste un extraño vacio....si, si era posible que aumentará lo que ya en mi no hay...ese algo que no se nombrar.

 

 

Mi mirada miel se pierde en la lejanía, no hay muchas nubes ahora pero el aire frío es augurio de lluvia vespertina, augurio...es extraño que precisamente hoy piense en los angurios y recuerdo a Heliké cuando nos encontramos de el local de "Pitonisa Peralta"...."ya seremos más de la familia con el don de la videncia"...si, seguramente que Heliké logro vincularse y fue en ese encuentro que escuhe de otros conocidos que también adquirieron esa habilidad.

 

 

De la última vez que visite ese local y ahora me venía a la memoria, así de aquellas palabras que me dirijieron...vienen a mi como si ayer las hubieran pronunciado. Me quedo ensimismado mirando el azul del cielo, el jardín...las flores tienen su manera de comunicar mensajes, solo que no soy experto para entenderlo, pero intuyo que algo desean decirme...

 

Estoy quieto, tratando de abrir mi mente....de la lejanía veo una figura resplandeciente, es un ave muy hermosa pero de luz...vuela majestuosa en dirección al ventanal, me asombra porque antes no vi ese patronus, porque ahora estoy seguro que lo es...llega a la laguna artificial cercana al jardín y se posa en el agua, flores blancas le enmarcan y noto que son rosas...

 

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Por unos minutos lo miro, porque el hermoso cisne se va desvaneciendo...y solo puedo pensar que aquel mago que lo conjuro, ha dejado el mundo a un sitio diferente.

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