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Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
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Me alegro saber que la tía no me dejaba fuera de la acción de la búsqueda. Notaba muy triste a la tía pero, a la vez, resolutiva a cumplir su objetivo. Nos citó a todos en el interior de la mansión, en la biblioteca.

 

- ¿Rumanía? Es la primera noticia que tengo...

 

Notaba que no sabía mucho de lo sucedido tras el secuestro del tío Adrian. En la reunión me enteraría de más cosas.La prima Heliké intentó refrenar mis deseos de ayudar y, por ello, negué con la cabeza.

 

- Todos estamos en peligro. Me pueden secuestrar como al tío, eso creo que nadie lo sabe. Ni él mismo lo sabía cuando sucedió pero estaba salvando a la tía, haciendo lo correcto. Yo haré lo mismo, aunque corramos peligro.

 

¿Había visto el patronus que decía la prima? No estaba segura aunque si tenía fuerzas para convocar uno, seguía vivo. Me apreté las manos con fuerza. Hablaba de ese Lazarus, recordé que él me había mordido. Si no fuera por la intervención del tío Adrian, seguro que sería una vampìro en este momento.

 

- Hay que sacarle. Ese hombre es... malo.

 

Sagis dijo que Helike quedaría en la retaguardia y me pareció correcto. La prima tenía un chiquitín dentro de su barriga, había que tratarla con mucho cuidado incluso contra su propio deseo, pues era muy valiente pero ahora debía pensar por dos. Les seguí, la tía corría bastante apurada y mandaba a los elfos que nos subieran comida. Y que no nos molestara nadie que no fuera de la familia.

 

- ¿Tu halcón no ha regresado? - Sentí lástima y pensé que podría haberle pasado. Entonces recordé y me sentí avergonzada. - Soy una golondrina, si queréis que investigue algo, puedo volar en busca de información...

 

Aunque esperaba que no fuera necesario transformarme. Me gustaba demasiado y recordaba lo sucedido con la tía Sagitas cuando se convirtió en ballena.

 

- ¿Crees que vendrá la tía Hayame?

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- ¿En serio me dices que no la conoces? -pregunté, sorprendida. Pero claro, que estudiara herbología no quería decir que conociese la botánica en parte muggle. Fruncí el ceño y al mismo tiempo, asentí con la cabeza- bien, en cuánto salgamos de la reunión, les escribiré a los Vulturi. Si les cuento el motivo, seguro que, gustosos me darán unas cuántas semillas. Se podrían plantar alrededor de esas que has puesto... Creo que a Adrián le gustaría - sonreí con tristeza.

 

- ¿En la retaguardia? -protesté, preguntando y sorprendida a la vez. Pensaba que mi suegra me tendría más en cuenta. Pero suponía que era para protegerme a mí y a esa pequeña que crecía en mi interior- precisamente porque somos pocos, debemos tener un plan de actuación, maldita sea -protesté otra vez, dando un pisotón en el suelo, enfadada- y es más, hasta puedo llamar a mi hermana y a la abuela. Quizás ellas puedan ayudarnos. Si les cuento lo que pasa, quizá sí se presten a ayudarnos, no he hablado mucho con la abuela, pero de lo poco que me ha contado, te admira Sagitas. Y es más, aunque ande con un bastón, te puede sorprender la magia que puede hacer - y esperaba que, con ese ofrecimiento, no se opusiera a que yo entrara en escena.

 

Entramos adentro de la mansión en dirección a la biblioteca, parecía que la gente poco a poco después de mostrar sus respetos se habían marchado de la mansión. En parte me sentía aliviada. Odiaba los lugares concurridos y sólo me sentía segura con la familia. Puede que fuese un poco paranoica, pero el estar en la antigua orden oscura, me hacía ver peligros que, quizás no existiesen aunque lo más peligroso era esa familia que pretendía acabar con la nuestra. A pesar de esa magia extraña que lo había barrido todo, ya habíamos tenido problemas con ellos y más aún en la boda. No quería que volviera a ocurrir.

 

Pero las palabras de mi marido me alertaron.

 

- ¿Y si lo han matado? Al halcón, digo -le pregunté preocupada- son capaces de hacerlo si un ave está cerca de las inmediaciones del castillo... Lo verían como a un instruso - aclaré.

 

No pude evitarlo, no quería reírme de Xell pero me sorprendió la inocencia con que había dicho la frase...

 

- Cariño, no sabes tú lo malo que puede ser -negué con la cabeza- es un cerdo que, si se puede aprovechar de alguien lo hará sin que le tiemble la mano... y espero que psicológicamente, Adrián sea fuerte. No sabes lo que puede usar para destrozar tu mente y dejarte vulnerable... conozco sus tácticas...

 

- Yo también puedo transformarme en ave -le dije a mi prima - aunque es cierto que, una golondria es más discreta. Pero espera a que el halcón venga primero. Es mejor no correr riesgos -le dije temerosa, uno de los elfos fue trayendo lo que Sagitas había pedido - y para mí una taza de té caliente... necesito reponerme de todo... lo sucedido - susurré, sentándome en una de las sillas.

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  • 2 semanas más tarde...

Madame Everdeenm en algún lugar de ¿Rumanía?:

 

-- ¿Aún no ha hablado? -- preguntó, con una voz ahogada por las vendas.

 

Su estado había empeorado desde que desapareció de su villa, obligada por aquellos malditos familiares. ¡Maldito, malditos todos! Iba a acabar con ellos. Se levantó de la mecedora y la elfina corrió detrás de ella, para sostenerla. Su Ama no estaba bien, no, aquellas quemaduras no se curaban. La criatura estaba muy preocupada por ella.

 

-- ¡Quiero que @@Adrian Wild nos cuente todo! ¡¡TODO!! Pienso acabar con ellos, pienso destruirles, destrozarles donde más les duela, romperles por dentro, hacer que paguen todo lo que me han hecho, que...

 

Everdeen tuvo que pararse a respirar. Levantó una mano rosada hacia su pecho e intentó calmarse. Dolía. Toda su piel quemada dolía. Pero no quería tomar nada, no, a pesar de los ruegos de su elfina personal. Necesitaba que doliera, que recordara a quién le debía eso. Odiarles, desear la venganza, la peor de las venganzas. Matarles... Desprestigiarles como familia, romperla, destruirla...

 

-- ¡Decirle a Lazarus que lo consiga, así tenga que mutilar lo más preciado que tenga, así tenga que romperlo por dentro, así tenga que matarle! ¡Quiero saberlo todo! Quiero conseguir entrar en sus cámaras, en sus mansiones, en sus negocios...! ¡Quiero saber qué hay que hacer para pillar a Sagitas con la guardia baja! ¡Quiero que coopere con nosotros, que él nos entre si es preciso! ¡Qué consiga que se una a nosotros, si no es por decisión propia que lo haga por miedo, por dolor, o que le rompa su voluntad! ¡¡QUÉ LO CONSIGA!!

 

Everdeen estaba muy enfadada, gritaba a todo el mundo y la elfina sentía como se resquebrajaba la débil piel que apenas conseguía cicatrizar. Avanzó la mecedora unos metros hasta dejarla detrás de ella, justo a tiempo para que la mujer se derrumbara en ella.

 

Everdeen se pasó la mano por el ralo cabello, allá donde antes había florecido una hermosa melena violeta.

 

-- La odio -- confesó antes de cerrar los ojos, pensando en Sagitas.

 

 

 

Sagitas, Mansión Potter Black, la biblioteca del primer piso:

 

La Matriarca estaba sentada en el borde de una de las sillas de la biblioteca, envarada, con un rostro rígido e hierático. Casi pareciera una estatua si no muera por el ligero parpadeo de los ojos y el leve movimiento de respiración de su pecho. Hubiera pasado por fantasma, como su marido, si no tuviera algo más de color que Jack. Esperó allá, quieta, la llegada de su familia, para hablar del gran problema que tenían encima. Demasiadas cosas juntas y, sin embargo, allá estaba, dispuesta a afrontarlo de cara, sin darle la espalda. Demasiado tiempo había estado huyendo de ello.

 

-- La odio -- dijo, de repente, pasándose la mano por el pelo.

 

Parpadeó dos veces y dejó salir un suspiro. Pareció relajarse y su semblante se humanizó un poco más.

 

-- Pensé que @@Hayame Snape Potter Black conseguiría alguna pista sobre el paradero de Adrian. No pienso perder otro hermano así que ésta ha de ser la prioridad uno.

 

Su mirada se deslizó hacia la barriga de Heliké y después se posó en ella. Alzó la barbilla levemente, en un gesto de orgullo.

 

-- La prioridad dos. La uno es el angelito que guardas en ese vientre, Heliké. Ella es lo más importante ahora. ¿Estáis seguro que nadie sabe lo del embarazo? ¿Conseguisteis que la noticia no se expandiera mucho? Intenté que El Profeta retirara la noticia pero...

 

Se mordió el labio inferior en un gesto de enfado porque no lo había conseguido. La nueva directora no había accedido a eliminar la reseña sobre la fiesta del Babyshower. Aguanté la patada en el suelo de mi sobrina sin mover ni un músculo. Eso sí, tenía que darle la razón con lo de Xell.

 

Me estremecí antes de decir la siguiente frase:

 

-- Xell, tú no puedes ir sola a ninguna parte. Esos... -- Me tembló levemente la mandíbula. -- No dudarán en hacerte daño de la manera más cruel sólo por mero placer. No arriesgaré tu... integridad. Tu madre me mataría.

 

Intenté sonreír y, de repente, me di cuenta que tenía ganas de llorar de menos. Si no fuera porque no podía moverme, me hubiera tocado la barriga en un intento de convencerme de que había hecho lo correcto. Dejé que los elfos dejarán la bandeja en la mesa y me forcé a tomar un poco de pavo frío. Sentí nauseas.

 

-- Necesito ideas de cómo llegar hasta ellos. No pienso dejar que vuelvan a atacarnos. Esta vez seremos nosotros los que atacaremos. Y arrancaremos a mi hermano de sus garras.

 

Y me vengaría.

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MIentras los chicos llegaban hasta la biblioteca, junto a Sagitas, el fantasma Jack levitó a su lado. Sabía lo qeu le pasaba por la mente a su mujer. Lo habían hablado largo y tendido durante las noches en el dormitorio, una preocupación más en casa, la falta de mi cuñado @@Adrian Wild. Debíamos arrancarlo de las garras del maldito Lázarus lo antes posible, porque había otra cosa que suponía una fuente de tanta alegría como preocupación en casa.

 

Y el problema era el temperamento de los padres.

 

- NIña, o respiras, o acabarás igual qeu yo. Y no queremos eso aun - murmuré a Sagitas.

 

Jack levitaba junto a mi madre, escuchándonos. @Xell Vladimir se ofrecía a ir como animago, ella sola, y eso animó a @. La miré preocupado, frunciendo el ceño.

- No, no han matado al halcón. Si la tía @@Hayame Snape Potter Black hubiera dado con él, nos habría avisado. Iba a inspeccionar el terreno y a asegurarse de qeu la información era cierta, pero no iba a ir a por él sola.

 

Desvié la mirada hacia mi madre, qeu observaba a Helike. No había calculado qeu el Profeta querría sacar una noticia acerca de la fiesta para anunciar el sexo del bebé, y eso solo iba a provocar qeu tuvéramos otra diana más en nuestras espaldas.

- Hablé con Gabs...fue empleada mia y la relación no es del todo mala. Su jefa la obligaba a publicar, asi que se limitó a un par de líneas, sin imágenes. No es nada importante, apenas unas mínimas palabras en una esquina de una página sin importancia. Creo que de momento, podríamos estar tranquilos con ese frente. - les dije.

 

Por que ese era otro...problema...no quería ni plantearme lo que pasaría conforme el tiempo siguiera pasando. Había demasiadas cosas que me daban miedo. Unas, por el peligro qeu aquella parte de la familia representaba, y otra, sin embargo...por el propio desconocimiento de loq eu se nos venía encima.

- Se le vio entre Hungría y Rumanía. Eso es lo que investigaba Hayame. Pero debemos tener cuidado. Por lo que se, no está solo, y aunqeu lo estuviera, el verdadero problema sigue siendo el mismo. Es taimado, y le da igual que táctica usar para hacer daño.

 

Conocía bien a mi mujer...asi qeu la miré.

- Nosotros no podemos ir. No delante. - no me gustaba. MI madre lo sabía, ya lo habíamos discutido de sobra, pero no podíamos dejar que el pasado volviera a repetirse.

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Era imposible sonreír en aquel momento tan duro. Intentaba mantenerme firme, con la coraza de impasible puesta, la que me mantenía entera en aquella situación. Sin embargo, Jack consiguió arrancarme la sonrisa de mis labios, algo que provocó que me relajara y que una lágrima brillara peligrosamente en el bordo de mis ojos, algo que conseguí esconder a duras penas. Elevé la mano para tocarle la cara, sabiendo que, tras el primer contacto, su piel se haría tersa y factible, que le sentiría; que me sentiría.

 

-- No me importará nunca morirme porque sé que tú estás al otro lado, a mi lado.

 

Era una confesión que, tal vez, escandalizara a mi familia pero mi marido y yo compartíamos mucho más que lo socialmente correcto. Nos amábamos por encima de los convencionalismos sociales y seguir viva, a veces, no era nada fácil. A veces, deseaba dejarme llevar por aquel sentimiento placentero de saber que la Muerte no era el final sino el inicio de algo maravilloso.

 

-- Yo soy prescindible -- dije ahora, para todos. -- El futuro de la familia ya no está en mí sino en mis hijos y mis nietos. Yo acudiré a la búsqueda de esos... indeseables. Yo me enfrentaré a Everdeen y sus secuaces. Vosotros dos os quedaréis en casa, aquí, defendiendo a la Familia, comportándoos como verdaderos Patriarcas.

 

Era un tema recurrente que habíamos discutido hasta la saciedad Matt y yo. Siempre había dejado claro mi punto de vista. No iba a ceder y Matt debía hacerlo, por el bien de la niñita que crecía en la barriga de su mujer. Sonreí de nuevo, levemente.

 

-- ¿Da ya patadas?

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Bajé la vista hasta la mesa sobre la cual hacía rato qeu Harpo había dejado algo de comer, y café caliente para todos. @@Xell Vladimir Potter Black guardaba silencio, mientras que Sagitas afirmó qeu ella había pasado a ser prescindible, al quedar ahora el futuro de la familia sobre nosotros. No discutí, no de nuevo...llevábamos mucho tiempo haciéndolo. Para mi, defender a la familia era ser yo quien corría hacia el peligro, quien se enfrentaba de cara al enemigo y lo mataba, no quedarme atrás, en casa, esperando.

 

Era la primera vez que lo hacía, pero...Jack y Sagitas habían cometido el mismo error, él se marchó y la dejó sola cuando más necesitaba que estuvieran juntos, y en el intento por proteger a Sagitas y a su pequeño que aun no había nacido, lo único qeu consiguió es que estuvo a punto de matarnos a ambos.

 

El pasado quería volver a repetirse, ahora con nosotros...y no podíamos volver a equivocarnos. Aunqeu me doliese y me diera miedo dejarlas ir solas, debía quedarme junto a @

 

Hubo algo que me sacó de mis pensamientos, y fue la pregutna de mi madre. La miré, alzando una ceja. Sonreía, pero no entendía el motivo de su pregunta. Al seguir la trayectoria de su mirada, me di cuenta de que se fijaba en la barriga de Helike, y eso me alarmó. Abriendo los ojos, las miré a todas, y luego de nuevo a mi mujer, sin saber qeu responder.

 

- Yo...eh...no. - miré a mi madre, y luego a Helike - Creo que no. O si? - no lo sabía. Pero Helike me lo hubiera dicho....verdad? Si se moviera, me habría dicho algo. En realidad...me daba un poco de miedo pensarlo. - Por que? Debería darlas? o no debería? Es bueno? es malo? - Si, como no me respondieran pronto, iba a empezar a hiperventilar

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Helike mostraba su extrañeza, como yo, por el halcón del primo Matt. Después me miró con cierta pena y me dijo que aquel vampiro era muy malo.

 

- Lo sé, dejar de protegerme - era una protesta dirigida a todos. - Recordar que me mordió y que fue el mismo tío @@Adrian Wild quien me ayudó con aquel brebaje, cuando encontramos aquel animalito en el baúl. Espero que lograra escaparse.

 

Helike deseaba que el tío Adrian tuviera buen aguante psicológico porque lo necesitaría. Temblé un poquito, ¿qué haría para destrozar su mente y dejarle vulnerable? Me asusté cuando dijo que conocía sus tácticas.

 

- Nunca te he preguntado de qué conoces a ese tipo, prima. - Quería preguntarle si alguna vez ella... le había... seguido... Al fin y al cabo, conocía muy poco de la historia de la prima de antes de llegar al pueblo de Ottery.

 

Los elfos traían comida y bebida en bandejitas, Heliké pidió un té caliente y dijo que necesitaba reponerse. Me acerqué a ella aunque estaba el primo Matt para ayudarla.

 

- ¿Te encuentras mal? Espero que el embarazo vaya bien, primita.

 

Me preocupaba por ella pero también por la tía Sagitas. Desde lo sucedido, no era la misma. Intentaba parecer más fría pero, lo notaba en su aura, en realidad estaba mucho más vulnerable, como si luchara contra sus propios sentimientos. Muchas veces parecía al borde del llanto, algo que intentaba disimular, aunque con los miembros de la familia era algo muy difícil porque todos la conocíamos.

 

- Tía, te repito que sé defenderme, puede que me pillen, como hicieron contigo, ¿sabes? Pero también te libramos. Nos pueden pillar a cualquiera, por ello tenemos que participar todos, sin miedo.

 

No tenía ideas, no sabía qué decirle. Matt también afirmaba que aquel vampiro era taimado y no estaba solo. Me imaginé que tendrían razón y que sería conveniente doblar las precauciones para conseguir acabar con él. Pero no permitiría que me dejaran de lado en este contra-ataque. Me sorprendió ver que la tía Sagitas levantaba la mano al aire y parecía acariciar algo. Seguro que Jack estaba por allá porque murmuró algo que no me gustó; hablaba de su propia Muerte. Me asustaba, últimamente parecía no importarle eso. ¿Estaría deprimida? ¿Qué habría pasado realmente en aquel secuestro del que apenas sabíamos nada?

 

- Nadie es prescindible. Sólo es que Helike es sumamente importante y no deberá correr ningún peligro. - Después preguntó si el bebito daba patadas. Me puse a reír ante la respuesta de Matt. - ¡Eres un padre novato! Los bebés dan patadas y es bueno porque significa que están vivos. Aunque no sé si ya es tiempo o aún no. ¿De cuánto estás, prima? ¿De 5 ó 6 meses?

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Sagitas, Mansión Potter Black, la biblioteca del primer piso:

Jack seguía a mi lado pero creí notar que se envaraba cuando le susurré que no me importaba morirme. Esperaba que lo interpretara como un que no me importaba si él estaba a mi lado, muy romántica yo. Sin embargo, la verdad es que cada día rondaba más por mi cabeza esa idea de que morir no era tan malo, no, no lo era... Acabar con todo y descansar...

Suponía que estaba pasando por una etapa de desgana rozando lo insano. Pero no quería tomar ninguna poción eufórica. No quería ponerme bien, no ahora al menos, necesitaba estar lo más activa posible para poder salvar a mi hermano Adrian. Cuando todo acabara pues, tal vez, decidiera acudir a un sanador para que me ayudara a tomar cualquier poción que me ayudara a relajarme y dejar de pensar en esos términos de muerte.

Sonreí a Jack. No quería que me viera triste. Lo llevaba por dentro y podía disimular con el resto de la familia pero a él nunca le engañaba. Él sabía lo que pasaba en mi interior. Era un gran hombre cuando estaba vivo, un hombre maravilloso estando muerto. Dejé de mirarle para mirar a mi hijo. Enarqué una ceja y, de repente, me puse a reír. ¡Demonios, que quería seguir triste y no me dejaba!

-- Es bueno que se mueva. Es necesario que se mueva. En realidad no paran de moverse. Se nota más al final, cuando el hueco de la barriga no dé más de sí y el bebé se encuentre aprisionado. Y tú dabas muchas patadas. -- Sonreí francamente ahora, recordándome sentada en la cama, apoyada la espalda en el cabezal y las piernas hinchadas estiradas sobre las sábanas. Jack, vivo, ponía su oído en la barriga y se reía a carcajadas cuando Matt golpeaba mi barriga. Yo reía mucho, contagiada por aquella sonrisa tan varonil de mi marido.

Habíamos sido tan felices, dos padres inexpertos esperando un niño, descubriendo aquel nuevo mundo, aquella felicidad.

Aquel momento desapareció de golpe al sentir las palabras de Xell. Abrí los ojos por el golpe recibido, me envaré de nuevo y la miré, entre sorprendida y ofendida. Era raro que Xell me diera un golpe tan bajo. Me estremecí y ante mis ojos pasaron a velocidad aquel maldito vampiro que me sacaba de los brazos de Jack y me llevaba ante los secuaces de Everdeen, lo que había pasado con ellos por mero placer de romper mi fortaleza, el pozo donde me habían tirado, la casi muerte allá dentro junto a aquellos animales que roían mi carne sin importar que aún siguiera viva... Respingué para tomar aire. Ella seguía hablando, no se había dado cuenta del daño que me había causado aquel recuerdo.

Intenté disimular pero una lágrima resbalaba por mi mejilla. El dolor se estaba haciendo tan agudo que necesitaba gritar, allá delante, interrumpiendo la charla entre los primos sobre las necesidades del embarazo. Me levanté bruscamente y casi corrí hacia la ventana, jadeando. Me faltaba el aire. Corrí las cortinas con demasiada violencia y jadeé con fuerza al sentir el golpe del aire frío. Lloré todo lo en silencio que pude. Era imposible olvidar. Nunca podría olvidar...

 

Duró un segundo. En cuanto pude recobrar algo de equilibrio en aquel oleaje de sentimientos, me sequé las lágrimas y sonreí al aire de la noche (?), ensayando para girarme y seguir la conversación con la familia como si nada. Sin embargo, ahora que podía fijarme...

 

-- ¿Eso son flores blancas?

 

Pregunta est****a. Eran flores blancas que estaban creciendo de repente, en los jardines, trepando por las hiedras y ascendiendo por la pared de la mansión, casi tapando las flores azules que daban renombre a la casa. Fruncí el ceño, una hermosa corona de flores crecía en el alféizar de la ventana que acababa de abrir. La toqué y un bichito alado se posó en mi mano. Al instante, las flores se cayeron al suelo, como si la magia que las había hecho crecer se hubiera desvanecido.

 

Me giré con el desconcierto reflejado en la cara.

 

-- Jack... -- No sé porqué pensé que mi marido entendería enseguida, antes que nadie, lo que significaba aquello. -- Una mariquita...

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Miré preocupado a Sagitas. No...no me gustaba que hablara asi. Era cierto qeu la muerte nos unía y nos separaba, y en aquellos instantes qeu habíamos compartido juntos mientras lograban revivir a Sagitas tras ese ataque en la Orden habían sido formidables, pero...

 

Últimamente estaba demasiado alicaida, bien lo sabía yo tras tantas conversaciones en el dormitorio, en la privacidad que nos daba nuestra cama. Pero era la primera vez qeu lo expresaba en voz alta, ante los chicos. Y a pesar de todo...no quería que aun se uniera a mi, y temía oirla hablar de esa manera acercad e la muerte.

- Aun te queda mucho por vivir niña, y lo sabes. Tal vez a ti no te importe, pero a mi si. Yo no me iré a ninguna parte mientras tu no quieras y...

 

La reacción de Matt, con algo tan absurdo como la pregunta acerca de los movimientos del bebé, me hizo mirarlo mientras alzaba las cejas, antes de echarme a reir, contagiado por las risas de los demás. el chico se sonrojó, sin saber qeu decir.

- Ves? El chico está demasiado verde, si lo dejas solo con Helike y la niña, no va a saber qeu hacer. - murmuré a su oido.

 

Todavía recordaba esos días qeu olían a mar. Los días en los que éramos solo dos críos que vivían en una casita en la playa, felices. El primer día que Matt se movió y Sagitas logró hacer que yo también lo notara. Un hormigueo que me recorrió desde la mano hasta la boca del estómago. Fue un golpe pequeño, muy pequeño, pero...pero fue el primer día en qeu fui consciente de qeu aquel era nuestro hijo. Desde entonces, el niño parecía que nunca quería estarse quieto, cada día se movía más, asi qeu me dedicaba a regañarlo para que dejara a Sagitas descansar. Recordaba como apoyaba el oido en la barriga, como ponía la mano y, como si lo supiera, el crío golpeaba. Eran días felices. Días donde reíamos sin parar.

 

Pero mientras los chicos hablaban y se miraban entre ellos, Sagitas salió corriendo, y yo levité a su lado. las palabras de la rubita habían afectado a Sagitas, asi que me acerqué para consolarla, pero en lugar de eso, ella me mostró algo en su mano. Una pequeña mariquita, un pequeño insecto qeu, en principio, no debería tener mayor importancia.

 

O si..

- Ericen...tu...tia, verdad? - dije. Recordaba aquel espectro débil que había percibido al rescatar a Sagitas del pozo. - Por qué esta aqui?

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Elevé los ojos de la mariquita para fijarme en los de mi marido. Había preocupación en los ojos de Jack. ¿Se habría dado cuenta que había llorado?

-- Era mi tía Emmarjorie. Me dijo que me parezco a mi madre.

No sabía qué responder a su pregunta. No sabía porqué estaba aquí. Ni siquiera sabía cómo había llegado a la mansión, cómo había sorteado defensas y había conseguido alcanzar la ventana, como había hecho el espíritu para hacer crecer las flores... No sabía nada...

-- Yo... No sé... -- Enseñé la mariquita un poco más alto para que los que estaban en la biblioteca, con la esperanza de que pudieran desentrañar lo que yo no podía. -- Mi tía Emmarjorie me dijo que me llamo Ericen por mi abuela materna... Fue en el ... pozo...

Recordar aquello hizo que todo volviera a pasar por mi mente, riéndose de mis artimañas para olvidar todo lo sucedido. Era una batalla perdida... El desasosiego siempre volvía, a todas horas, machacando mi mente atormentada. Sí, tal vez necesitara ayuda para controlar todo aquello. Más tarde...

"Hacer lo que queráis con ella.
Después matarla.
Lanzarla al pozo seco y taparlo.
Las ratas se ocuparán de ella, como con los otros."


Noté que las manos me temblaban y la mariquita salió volando, protestando por aquel inusitado movimiento.

 

-- Era el espíritu de mi tía... Ella me ayudó a pasar los últimos momentos en aquel... lugar.. mientras esperaba... -- la ansiada muerte que apagar el dolor que me consumía... -- Vuestro rescate.

 

Acabé la frase de forma abrupta para no mostrarme vulnerable. Creo que ya había roto mi máscara de entereza demasiadas veces en un día. Mis ojos se iluminaron de repente.

 

-- ¡Es ella! ¡Es tía Emmarjorie! ¡Me está indicando algo! ¡Ella hizo crecer las flores en el pozo para indicaros el camino donde estaba! ¡Ella ha hecho crecer esas flores para decirme donde está Adrian! ¡Estoy segura! Ha venido a ayudar, por eso ha podido pasar todas nuestras defensas, porque ella me quería, porque ella amaba estaba familia.

 

Intenté alcanzar la mariquita que volaba de un objeto a otro, como observando toda la biblioteca.

 

-- ¡Tía Emma, tía Emma...! ¿Sabes guiarme hasta mi hermano?

 

La mariquita paró su vuelo sobre uno de los cirios blancos que iluminaban la estancia. Su sombra se reflejó en la pared, grande, enorme, oscura. Sentí su esencia y la oí hablar. Como sacerdotisa, me encontré vinculada a una esencia. Mi cuerpo se curvó hacia atrás y mis manos colgaron flácidas en el aire, mientras escuchaba su pena. El fantasma de la tía estaba sentado sobre un baúl tosco de madera, atado con ligaduras brillantes de magia concentrada. Dentro, no sé cómo, pude ver aquellos huesos que debían ser su cuerpo muerto.

 

" Lo siento, querida... Estoy atrapada...

Ella llevó mis huesos a una urna encantada.

Impide mi entrada en el mundo de los muertos...

Me retiene...

Podría llevarte pero... No puedo...

Estoy atrapada y apenas puedo... salir... "

 

Intenté alcanzarla pero en aquel éxtasis no pude ni mover ni un dedo. El mismo movimiento me causaba dolor. Ese plano de contacto místico no permitía el movimiento. El contacto con la mariquita parecía debilitarse. Intenté luchar por ver donde estaba pero caí al suelo.

 

Jadeé al sentir el golpe y vi la caras de Matt, Heliké, Xell... Jack...

 

-- ¿Alguien más lo ha visto? ¿Alguien más vio donde estaba la tía Emmarjorie?

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