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Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
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La tía Sagitas me acompañó en mis risas contra Matt. Era algo cruel reírnos de un padre primerizo pero es que había cosas que se sabían desde siempre, sin necesidad de ser padres. ¿O es que las chicas sabíamos de estas cosas más que los chicos? Tal vez ellos no jugaran a muñecas de pequeños.

 

- ¿Has visto? Tú también dabas patadas a tu madre. Es algo que hacen todos los bebés dentro de la barriga.

 

Me estaba divirtiendo tanto que no noté la huida de la tía Sagitas hacia la ventana hasta que sentí frío. La observé, estaba de espaldas y parecía mirar algo que había fuera. Me entró mucha curiosidad.

 

- ¿Flores? ¿Blancas?

 

Me sorprendió eso puesto que las flores crecían a ras de suelo, no en la biblioteca de la primera planta. Cuando habló de mariquitas, me sorprendí mucho más. Esa era la forma que adquiría mi Patronus, aunque no venía al caso, fue en lo primero que pensé. El tío Jack se acercó a ella y le preguntó por su tía. Ahora no entendía nada de nada. Hablaban de una tía, una tal marjorica y que se parecía a su madre...

 

- ¿Tú entiendes algo? - le pregunté a la prima Helike.

 

El rostro de la tía Sagitas pareció ennegrecerse por algún recuerdo feo y sentí lástima. Después gritó y me pilló por sorpresa.

 

- ¿El espíritu de quién...? ¡Ooooh! - Por fin entendía algo. Un fantasma, como el tío Jack, esta vez de la tía de Sagitas, la ayudó en aquel pozo de donde Jack le sacó, cuando la boda del primo Matt. - ¡Cuidado, que se escapa!

 

Era cierto que había una mariquita, aunque ésta era muy real, natural. Sobrevolaba la mansión y me recordó la anécdota aquella en que yo me convertí en una mediante la magia de una cajita.

 

- Allá, está allá.

 

No hizo falta que la señalara porque todos la vimos y... ¡Me sentía flotar! Casi volaba como si me estuviera convirtiendo en gaviota. Después me di cuenta que no, que estaba teniendo una experiencia astral. Tal vez no tanto como la tía Sagitas, que había conectado enseguida, pero sentí su voz. Como no estaba tan sujeta a aquel espacio, pude mirar a mi alrededor. Era una especie de casita no muy grande, con ventanas. Me acerqué a ellas de forma psíquica, pude ver un pueblo, unas montañas, un monumento alto con flores en su pedestal... Vi el nombre de la calle, lluvia en las plantas, llovía...

 

Me giré, o mejor expresado, yo estaba quieta y todo giraba a mi alrededor. Me paré y vi a Sagitas, hablando con un espíritu. Negué con la cabeza. Algo no iba bien.

 

Después salí de allá y estaba en la Potter Black. La tía Sagitas estaba en el suelo. Me hubiera gustado ir a levantarla pero me di cuenta que estaba terriblemente cansada y no podía mover ni un dedo. Si yo estaba así, que apenas había participado en esa experiencia extrasensorial, entendía que la tía Sagis estuviera en el suelo, sin apenas moverse.

 

Gritar sí, lo hacía.

 

- ¡Ay, tía! Me duele la cabeza.

 

Efecto de lo sucedido, sin duda.

 

- Yo lo vi todo, tía. Sé donde está pero... - Intenté mirarla pero todo me daba vueltas, como si fuera yo la embarazada y no Helike. Me senté en una silla y guardé silencio hasta que volví a ver con normalidad, sin movimientos ni luces que empañaban la visión de mis ojos. - ¿La has creído? No sé... Yo no la conozco pero...Hablaba raro...

 

Y busqué ahora al tío Jack, como si su presencia etérea pudiera darme la clave de lo que yo había visto extraño en aquella tía de la tía Sagitas. Algo no cuadraba, no... ¿Pero qué sería?

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En la biblioteca:

 

- Sí, pues por mí no se iba a enterar nadie - farfulle varias palabras malsonantes, aún así no me había gustado nada que El Profeta, publicara algo tan íntimo como lo de un embarazo. Tampoco era necesario predicarlo a los cuatro vientos. Aún me sorprendía que, en esos días la mansión no fuese atacada. Pero seguramente estuviesen armando un plan más elaborado y dejar la mansión sin defensas. Pensaba en todo ésto mientras en la biblioteca se iban sucediendo cosas.

 

- Sagitas tiene razón Xell. Tú sola no irás y no pensaréis que me quedaré aquí esperando cómo i****** a que traigáis noticias. Tengo un plan mientras esperamos... -intenté levantarme pero, la tripa me pesaba, estaba ya, cerca de los cinco meses y medio y parecía que la niña daba patadas ante cualquier movimiento imprevisto. Tuve que sentarme otra vez y suspiré en parte estaba desesperada por atacarlos, pero por otra me apetecía más estar en casa, con la familia y descansando hasta que llegara el día del nacimiento. Aún me preocupaba mucho más Lázarus que, todavía no diese señales de vida... Por decirlo de algún modo. ¿A qué estaría esperando? Eso es lo que me desconcertaba. Por momentos creía conocerlo bien, pero por otras parecía que, al cabo de los siglos, había cambiado.

 

Escuché hablar a Matt y a Sagitas pero aún así el riesgo era demasiado grande aunque fuese ella con Xell y alguien más. No podía evitar temer por las dos, no podía dejar a mi hija sin su abuela y mucho menos sin ¿prima? no podía consentirlo pero tenía que entender que era demasiado arriesgado y podría sufrir riesgos innecesarios, pero no podía evitar ser terca en ir a acompañarlos.

 

- ¿Sabéis que en el Magic Mall están vendiendo tiendas de campaña? Y muy buenas según he mirado, podríamos estar en la retaguardia en el bosque. Si creo que sé, dónde está Lázarus, podremos resguardarnos en el bosque...

 

- ¿Patriarcas? -no pude evitar mirar asustada a mi suegra y tía. Es cierto que no habíamos hablado mucho, generalmente siempre solíamos tener peleas pero, tampoco me gustaba el tema que trataba - ni de coña... aunque sea la mujer de tu hijo, no deja de ser una responsabilidad muy grande, por mi parte, será temporal, hasta que vengáis - le dije, mirándola a los ojos- ¿patadas? ¡Parece una futbolera! -le dije entre risas. Pero y aún así, me desconcertó la actitud de mi marido, lo miré sorprendida...

 

- ¡pero bueno! -negué con la cabeza, divertida- anda, toca - cogí su mano y la puse sobre la tripa- ¿la sientes? - le dije con cariño en mi voz - así estarás más tranquilo cariño... y por supuesto, es completamente normal. El embarazo va bien prima Xell - le dije con una sonrisa- la verdad es que, lo de Lázarus es una historia muy larga y no me apetece contarla ahora. Digamos que, cuando me transformé en vampiro, para mí se convirtió en un mentor y tutor... Eso, de momento, es lo que debes saber - le envié una mirada elocuente, indicándole con ella, que no preguntara más- ahora hay cosas más importantes. Cuando todo ésto acabe, nos reuniremos en el salón con una buena taza de chocolate y os contaré todo lo que sé de él... Pero lo más básico - puntualicé - es muy peligroso, puede -carraspeé- debilitar a una persona psicológicamente, lo he visto y... no es agradable. No hace falta ser legeramente para eso. Os lo puedo asegurar... -y no pude evitar sentir cierto escalofrío recorriéndome la espalda. No era la primera vez que veía sus tácticas, los secuestrados en sus manos, estaban mucho peor, que si un dementor les diera El Beso.

 

Y por eso, temía la suerte que correría el tío Adrián en sus garras. Podrían pasar dos meses y él acabaría echa una pena y mucho me temía que, si no fuera de una mente fuerte, acabar en San Mungo en la zona de psiquiatría recibiendo tratamiento. Sería una suerte si su mente no estuviese tan tocada. Pero conociendo a ese vampiro malnacido haría todo lo que fuese, para averigüar y sacar hasta la última gota de información que tendría mi tío Adrián. Y aún así, no podía evitar estar preocupada. Pero no me sorprendería en absoluto que se negaran a lo de la tienda de campaña. En ésta ocasión, tendría que comportarme y quedarme en casa, aunque me fastidiara bastante...

 

- sí, de cinco meses y medio -le respondí con una sonrisa a mi prima Xell...

 

Me sorprendió la forma airada de Sagitas. Sabía que había algo más. No me hacía falta usar la magia para notarlo. No sabía si se había desahogado con alguien íntimo para ella como el tío Jack. Pero suponía que sí. Aún recordaba algunas palabras de Perenela y sentí otro escalofrío por la brisa que traía la noche...

 

- claro una mariquita... no sé qué raro le ves a eso - la miré desconcertada y un poco indiferente, pero supuse que, si Sagitas sacerdotisa salía de esa manera, tenía que ser importante para ella.

 

- Jack, le recuerdo que yo soy enfermera, entre los dos podremos hacernos cargo - me dirigí al fantasma un poco enfadada por su tono. Es cierto que éramos novatos pero aún así... No me gustaba que me trataran como a una inútil, estaba embarazada, no inválida. Pero tan pronto el enojo había ido y venido en un segundo para de nuevo, en mi cara asomara el desconcierto. ¿De qué narices estarían hablando? Llamé a Galadriel y ésta vino enseguida, le ordené que me trajera una jarra de agua, necesitaba refrescarme, por momentos parecía que estaba acalorada. Llegó con lo pedido mientras, no dejaba de mirar a los dos, tanto a lo humano como a lo fantasmal sin comprender mucho de lo que hablaban.

 

Y al parecer algo había pasado en la habitación. Había cerrado los ojos al sentir el agua fresca bajar por mi garganta. Abrí los ojos y miré preocupada a Sagitas.

 

- Niña, que parece que tienes visiones ¿o qué? - pregunté, un poco burlona aunque, sabía que se enfadaría- por mi propia experiencia, te puedo decir que los muertos siempre se comunican de una manera... u otra -levanté una ceja ahora la prima Xell pareció estar en un estado de trance. Me dieron ganas de darle una colleja, pero me contuve. Algo fuerte había pasado ahí dentro... Y yo seguía sin entender nada...

 

- ¿Me queréis explicar qué c*** pasa aquí? -pregunté ahora, furiosa, dando una palmada fuerte encima de la mesa- yo también puedo contar cosas y no muy agradables, por cierto... así que hacer el favor de ir soltando lastre. Si queréis planearlo todo bien yo puedo intentar... algo... no sé hasta qué punto podré hacerlo sin llamar la atención pero, si tantas ganas tenéis de actuar mejor pensar bien las cosas - insistí a los presentes- es mejor atacar por sorpresa sin dar tiempo a reacción. Me sorprendería que Lázarus no pusiese bombas con líquido o cuerno de Erumpent en el jardín para evitar los asaltos... Sé cómo trabaja - insistí- pero antes de divagaciones sobrenaturales hay que saber todos los puntos - me dirigí ahora a Matt - cariño, no quería comentarte nada para preocuparte pero -suspiré y bebí otro sorbo de agua- a los tres meses de embarazo tuve cierta conexión con él, algo muy raro y ahora, éstas experiencias, algo me dice que todo puede estar conectado -me dirigí ahora a Sagitas -espero que tu tía o alguien de vuestra familia no muriese a manos de Lázarus es raro el enlace que he tenido y... me preocupa...

 

off: en el próximo post, hago uno de Lázarus *-* es que si no, queda demasiado grande el rol y tb menciono a Adrián jejeje

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La mujer había estado pensativa todo el tiempo desde el funeral de su hermano y se había sentado en una roca en las afueras de los jardines tan solo a pensar y a rememorar todo lo que estaba pasando; ni siquiera había prestado atención al peso cada vez más evidente en su capa rasgada o el aspecto tan extraño que debía de haber estado dando durante los procedimientos del funeral pero en el fondo de su mente, algo explicaba con lógica el porque Ashley la miraba de forma tan extrañada de vez en vez.

En esos momentos para la vampiro, el hecho de ver a su madre pero al mismo tiempo, ser consciente de que su hermano ya no estaría ahí para sonreírle o darle fuerzas otra vez...

O cuando se hubiesen preocupado de su ausencia, que habían pensado en poner una denuncia por desaparición...

Apoyó el rostro sobre las manos y ahogó un suspiro antes de finalmente enderezarse y notar como la visión de los jardines se volvía levemente borrosa y su cuerpo se tambaleaba; algo zumbaba en su oído y la energía de vida que solía rodearlo todo pero conseguía ignorar por no ser urgente, ahora titilaba por delante de sus ojos con la fuerza de los focos de neon muggles.

Volvió a tambalearse.

Tenía hambre.

Pero no el hambre de alimentos normales y humanos, cosa que solía disfrutar de regular. No. Esta vez era la otra pero siempre la había tenido en control de manera que no se desesperaba. Porqué?

Frunció el ceño, tenía el cerebro atontado y adormecido.

Demasiado como para notar mientras caminaba en dirección de la mansión, como había ido dejando un rastro de gotas oscuras desde que llegase al funeral, uno que la iba vaciando de poco en poco y que era el motivo por el que todo su ser empezaba a chillar en reclamo, al no estar acostumbrado a bombear en vacío.

No que fuera a morir por ello... todavía.

Pero si estaba terminando en unos niveles tan bajos que su piel empezaba a ser blanca níveo y brillante, como recién caída.

Entornó los ojos cada vez más rojos, buscando... buscando...

Y finalmente, siguió la luz que notaba más conocida, la que estaba acompañada de una fuente de alimento muy pobre... y otras mas? Pero la principal la reconocía aunque empezaba a notar que no identificaba del todo las habitaciones y se movía pesadamente, como si sus piernas fueran troncos.

-Sagitas...

Llamó y un escalofrío la recorrió al sentir el tono algo bajo y ronco en su voz. Su brazo derecho que no era precisamente el bueno, se sentía más pesado y mojado que nunca aunque estaba segura de que lo que fuera que estuviera dejándole la ropa como sacada de un rio, empezaa a dejar de fluir.

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Miré a las chicas y agaché la cabeza, notando el calor qeu me subía a la cara. Ellas se reían de mi porque no entendía a que demonios venía esa pregunta de mi madre, pero @@Xell Vladimir Potter Black dijo qeu eran cosas que los bebés hacían, y además, mi madre misma acabó diciendo qeu yo no paraba de dar patadas cuando me movía antes de nacer.

 

Incluso @ no solo corroboró la pregunta de mi madre con una afirmación, sino qeu me cogió la mano y la dejó sobre la tripa, en la zona que ella antes había puesto la mano, seguramente porque la niña habría golpeado alli. Sonreí levemente, el cariño en su voz era evidente, pero....no logré sentir nada. Tal vez se hubiera quedado simplemente quieta...

 

Pero planeábamos un ataque, y nosotros no podíamos ir.

- Jovencita, no dudo de tu capacidad. Dudo de que mi hijo no entre en pánico cuando la niña llore y no entienda que le pasa. - Aclaró Jack a Helike, riendo

 

No hablé. No me dio tiempo. Sagitas afirmó, tras alejarse un momento de nosotros, que veía una mariquita.

- Helike, observa eso - señalé un punto de la habitación, sobre una caja donde una figura femenina había aparecido durante unos instantes. - Son sacerdotisas...están conectando con ese fantasma. - dije a mi mujer.

 

- Cálmate. - le pedí, y ayudé a mi madre a ponerse de pie, ya que Xell estaba sentada. - Qué habéis visto? Habéis establecido conexión con...con Emmarjorie. Es tía de Sagitas, la única de su familia materna que la quiso. - le dije. Ella no había estado en el rescate, y por eso tal vez no lo sabía.

 

- Escuchad, debemos planear un ataque, si....pero aunqeu me duela, tenéis que ir solas. - dejé a Sagitas de nuevo en su silla, y me acerqué a mi mujer.

 

No me había pasado desapercibido el hecho de que, en un intento por ponerse de pie, había necesitado volver a sentarse. Cada día que pasaba, Helike era un poco más vulnerable. No, no era que fuese una inválida, sino que necesitaba descanso, reposo y que la cuidaran.

- No podemos ir - dije, mientras me arrodillaba y la miraba a los ojos, con las manos apoyadas en sus rodillas. - Eres vulnerable. Acéptalo, lo eres, y cada día lo serás más. Si te cuesta ponerte de pie en casa, mientras hablamos, no quiero pensar en tenerte en mitad de vete a saber y en peligro. Además...Os pondría en peligro a las dos, y me pondría en peligro a mi. No pensaría con claridad sabiendo qeu estáis en riesgo. - alargué una mano y la dejé sobre su tripa - Tienes que pensar en ella y yo tengo que pensar en vosotras, y confiar en que Sagitas y Xell volverán, o me obligarán a traerlas de vuelta de donde haga falta.

 

- Xell, mamá, que habéis...

 

Pero no seguí. Sentí algo...a alguien. Abrí los ojos y eché a correr hacia la puerta, donde la vi.

- Tía @@Hayame Snape Potter Black?

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Creo que me comporté de forma egoísta al pensar en mí misma y no recordar que allá había otra sacerdotisa. Xell se quejó de dolor de cabeza y caí entonces qu ella podría haber visto lo mismo que yo. Cuando lo confirmó, un rayito de esperanza creció en mi interior.

 

-- ¿Te duele la cabeza? -- Ahora que lo decía, yo notaba lo mismo, sólo que ese tipo de reacción a un encuentro con entes espirituales era algo a lo que estaba acostumbrada con Jack y ya casi ni le prestaba atención. A veces, en ciertas circunstancias, una leve opresión en la cabeza es asumible para poder hacer otras cositas que ahora no vienen al caso. Me levanté del suelo mientras Xell hablaba con Matt aunque, no sé cómo, él consiguió acercarse y ayudarme. Me senté cerca de Heliké para recobrarme.

 

No hice caso a lo que preguntaba a Jack sobre si lo tomaba en serio porque ni la oí; Heliké se estaba poniendo borde con su puñetazo en la mesa y exigiendo que le dijéramos. Sólo por eso no le iba a decir.

 

Bueno sí...

 

--¿Sabes dónde está? -- le pregunté a Xell. Eso hizo que mi corazón saltara. Las palabras de tía Emmarjorie habían sido claras. Podría llevarme hasta el lugar en el que mantenían prisionero a Adrian pero... -- ¿En serio?

 

Tragué saliva y pensé un momento antes de contestar a mi sobrina embarazada.

 

-- No sé si Lazarus ha matado a alguien de mi "otra" familia; no creo porque son tal para cual. Tía Emmarjorie fue asesinada por mi prima Everdeen. Y claro que tenemos que planear un ataque. No te preocupes por eso, hijo. Tú sigue así, calmando a tu mujer. Pero... ¿A dónde vas?

 

Para nuestra sorpresa. Matt salió corriendo hacia el exterior de la sala y fruncí el ceño. Me levanté y caí al suelo de bruces.

 

-- ¡Demonios! Pensé que estaría ya restablecida. -- Harpo corrió a ayudarme y me apoyé en él para levantarme. -- Zumo de naranja con mucho azúcar y chocolate, por favor, Harpo.

 

Volví a sentarme. Mientras me durara el baile de lucecitas delante de mis ojos, era mejor no moverme. Le pregunté a Harpo sobre lo que pasaba ahí fuera para que Matt saliera de la biblioteca del primer piso y bajara las escaleras tan deprisa. El Elfo miró por la ventana.

 

-- Su hermana Hayame está ahí fuera. Ahora les traigo chocolate para todos.

 

¡Bien, teníamos tanto de qué hablar! Y tenía que saber dónde estaba mi tía, para lo que necesitaba a Xell.

 

-- Tú y yo nos iremos de excursión en cuanto se nos pase.

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  • 2 semanas más tarde...

En la Biblioteca:

 

Me calmé un poco tras la ira inicial y el padre de Matt hizo un comentario que no pude evitar y soltar en una carcajada. Después mi marido, me indicó lo que tenía que hacer... Aún así, no comprendía del todo, ¿conexión con una mariquita?

 

- ¿Acaso los fantasmas usan animales para conectar? - y me dirigí a mi suegro - no se me ofenda señor Jack, pero es que eso todo, es desconocido para mí - dije en bajito para no interrumpir ese tipo de enlace que, jamás comprendería. Seguro que, hasta mi hermana Anabelle comprendería mucho mejor que yo, todo ese asunto.

 

- Vaya... -susurré nuevamente. La verdad, es que desconocía por completo mucha de la información de la familia, así que, sólo podía ver, oír y callar. Prestar atención a todo lo que pasaba en esa habitación. Aunque renegué un poco de lo que me había dicho Matt, él tenía razón... Asentí medio fastidiada y comprendiendo que, quizás en circunstancias normales, puede que sí me dejara ir, pero poco a poco con el paso del tiempo, me encontraba más pesada y un poco más dificultosa con los movimientos más habituales...

 

Carraspeé.

 

- Bueno, puede que sí, que tengas razón... pero usaremos magia Uzza para saber lo que pasa, no voy a quedarme de brazos cruzados a tener que esperar noticias -protesté por lo bajo.

 

Yo quería fiesta pero protestaba. Bueno, fiesta de las que a mí me gustaban claro. Hacer correr la sangre de los enemigos siempre era un placer y más aún, cuando querían acabar con un heredero tan importante como lo era mi pequeña, para con la familia Potter Black.

 

Sentí alivio y alegría al ver que llegaba mi tía Hayame. Matt se había ido corriendo a recibirla. ¿Qué noticias tendría su viaje? Aunque a decir verdad dudaba de que fuesen buenas. Si conocía a Lázarus estaría bien protegido con magia y por supuesto, con sus típicos hechizos. Unos en el que, ni siquiera el ministerio rumano tendría constancia y mucho menos, el londinense...

 

Lázarus

 

No sabía lo que era lo que había pasado. Cuando despertó estaba oliendo a sangre, podedumbre, heces humanas y a miseria en general. Se llevó una mano a la cabeza. El golpe había sido lo bastante fuerte, para sentirse mareado. Recordaba haber visto una luz muy intensa y una especie de explosión y después el vacío. Pero a pesar de ello el prisionero aún estaba con los grilletes. Aunque miró hacia abajo y vio sus ropas completamente llenas de suciedad y lodo. Soltó un grito de ira. Y aún así, esa vez agarró a @@Adrian Wild y le soltó:

 

- ¿Piensas que, mandando mensajitos te sacarán de ésta, saco de mi.erda? -le espetó con rabia- te haré tragar la suciedad de ésta celda maldito asqueroso...

 

- ¡Darle una buena ración de dolor! - soltó con rabia- ya sabéis cómo me gusta escuchar los gritos - les dijo a los torturadores, éstos, asintieron con la cabeza y esbozaron una sonrisa siniestra. Algo de lo que no sabía era si Adrián soportaría el dolor suficiente que le tenían preparado. Para prisioneros tan especiales les daba unos buenos latigados en dónde al final de cada látigo tenía un hierro que se clavaba en la espalda, al salirse de la carne herida, hacía que la herida fuese más profunda todavía, eso, provocaba más derramamiento de sangre pero sin llegar a matarlo - ¡no os paséis con él, lo quiero vivo! -les dijo antes de marcharse.

 

Sonreía. Era curioso que un vampiro como Adrián aguantase tanto dolor y encima, estando encerrado en un sitio como aquél. Volvería loco al más cuerdo estando tan sólo un par de semananas encerrado, sin casi luz del sol, con humedad, y con olores fétidos. Mientras subía las escaleras de caracol resbaladizas, no pudo evitar soltar una carcajada tremenda que, rebotó en las paredes y hasta parecía que las antorchas se movían con el sonido de su risa. Enseguida llegó hasta la biblioteca en dónde solía trabajar, pero fue a la dirección contraria, a su cama con dosel y a su cuarto de baño que tenía estilo entre moderno y victoriano.

 

Algo raro de lo que solía suceder. Se preparó la bañera con agua muy caliente y con unos sales de baño perfumados y que, le ayudarían a sacar ese olor fétido que llevaba impregnado en el cuerpo. En cuánto el agua estuvo a la temperatura que a él le gustaba, se desvistió y se introdujo en el agua hirviendo. Sintió placidez en ella y notó que se relajaba gracias a la espuma que se había ido formando. Sabía que no tardaría en escuchar los gritos desde las mazmorras, pero aún así, algo le inquietaba. Había tenido noticias de que, alguien estaba investigando en el pueblo en dónde se alojaba el castillo, y, no dudaba de que fuese un familiar cercano a Adrián... No iba a poner pies en polvorosa todavía, debía informar a Everdeen y a reforzar la seguridad del lugar... Lo último que quería era entrar en batalla.

Editado por Helike Rambaldi Vladimir
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La prima Heliké parecía algo enfadada con El Profeta por la crónica que sacaron del BabyShower. También opinaba igual que la Tía Sagis sobre que corría peligro si salía a buscar al tío Adrian. ¿Por qué todos me protegían tanto? No era un ser deleble que puede desaparecer con un soplido. Sabía usar la varita y tenía magia de sacerdotisa que podría sorprender a muchos...

 

- ¿Tiendas de Campaña? ¿Lo has oído, tía? Podríamos comprar alguna por si tenemos que dormir fuera durante nuestra búsqueda. - Por supuesto, no iba a dejar de investigar sobre el secuestro del tío sólo porque todos me consideraran una damisela en apuros. - ¿En qué bosque? ¿En el de aquí?

 

Casi señalé hacia el Bosque Prohibido, ese que empezaba tras los rediles del Circo... Mi voz sonó algo asustada. No lo esperaba tan cerca.

 

- ¡Vaya con tus mentores, prima! Mira que dejar que Lazarus fuera tu mentor...

 

No podía quejarme, no sabía cómo es que los vampiros necesitan mentores para ser... lo que eran. La prima estaba de cinco meses... No, ella no podía correr peligros; en tres meses tendríamos bebito nuevo. Iba a explicarle a Helike y a Matt lo que había sucedido con la mariquita cuando noté un aura débil.

 

- ¿Lo habéis oído? Es la tía Hayame.

 

El Primo Matt salió en su busca y solté un suspirito.

 

- Está débil. - Eso es lo que detectaba a tanta distancia pero no más. La tía Sagitas parecía muy cansada y lucía ojeras. Pero su voz era firme y dictatorial cuando me dijo que nos íbamos de excursión. Asentí porque no tenía fuerzas para negarme y, sobre todo, porque quería ayudar en la búsqueda del tío Adrian. - Sí, creo que sé donde está. Creo... Sí, lo sé... Podré guiarte.

 

En cierta manera, me sentía un poco importante ahora.

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Al principio, me irrité con Heliké por sus preguntas sobre fantasmas y criaturas. Después de gruñir un poco (siempre gruño, no os viene nada de nuevo) reflexioné que su naturaleza era totalmente diferente a la de una sacerdotisa. Por ello, me tomé el tiempo de explicarle. Brevemente, eso sí. El tiempo corría en nuestra contra.

 

-- Cuando estuve allá abajo... -- Sentí un leve estremecimiento al recordar. Odiaba recordar aquello. -- ... Mi tía Emmarjorie ya estaba muerta pero vi las mariquitas. No eran reales. Eran... esencias... Algunos muertos no pueden volver o no saben volver a sus cuerpos. No es como Jack cuya esencia es la misma que fue en vida. Mi tía era... una mariquita que flotaba y me hablaba. Cuando miles de mariquitas se juntaban, formaban una masa que recordaba a una dulce viejita humana. Mi tía.

 

Suspiré e intenté levantarme. Aún me pesaban las piernas pero conseguí ponerme en pie. Soy una maldita tozuda cuando quiero algo. Y ahora quería saber qué le había pasado a mi hermana Hayame y si eso iba a retrasar mi salida en búsqueda de mi tía Emmarjorie, la única que podría ayudarme a encontrar a Adrian. Estaba desesperada por impedir que ese pequeño víncul0 desapareciera si me tardaba.

 

-- ¿Crees que necesitaremos tiendas de campaña? -- Pregunté a Xell; ella sabía a dónde debíamos dirigirnos sino no la dejaría venir conmigo. Pero la necesitaba... -- No importa, las compré en cuanto se pusieron a la venta en la Magic Mall. No pensaba que las necesitáramos pero también me gusta estar al día de los productos que se venden, así que...

 

Me encogí de hombros. Las tenía y punto. Si Xell creía que las necesitábamos, pondría la más pequeña en la mochila de moke; al fin y al cabo, sólo íbamos las dos. Heliké no vendría. En eso sería inflexible.

 

-- ¿Creo...? -- La miré fijamente hasta que ella corrigió y dijo que sí sabía donde estábamos. Me dirigí hacia Xell. -- De acuerdo, que Matt se encargue de Hayame, que la cuide y haga que se recupere, que le diga todo lo que sabe. Nosotras nos vamos a buscar esos huesos.

 

Enarqué una ceja, respondiendo a una pregunta que ni siquiera me había hecho mi nuera.

 

-- Si quiero escaparme del control de tu marido, es mejor ahora que se encarga de mi hermana. Así no podrá impedirme que me vaya. Vamos, Xell, ponte cómoda y salimos de aquí ya, en cuanto te pongas una chaqueta. Yo voy a preparar mi bolsa de moke. Nos vemos en la entrada.

 

Sí, ordeno y mando, así soy yo, siempre espero que me obedezcan.

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La tía @@Hayame Snape Potter Black no estaba precisamente bien. Parecía hacer sufrido daños en su brazo, lo que hacían que colgara pegado a su cuerpo...o bueno, más o menos. llegué a tiempo para qeu no acabara de bruces contra el suelo.

- Harpo! - exclamé, llamando al elfo mientras sujetaba a la tía y me aparecía en su habitación.

 

Coloqué a Hayame sobre la cama y traté de revisarla

- Pociones reabastecedoras, pimentónicas, y todo lo que se te ocurra, por favor - le pedí.

 

No tenía la habilidad de primeros auxilios, y para mi la sanación iba poco más allá de un par de nociones básicas, pero gracias a la ayuda de Harpo y algunos elfos, cuando abandoné la habitación, cerrándola para que Haya pudiera descansar mientras se recuperaba, podía estar tranquilo de que sobreviviría.

 

- Ya estoy de vuelta chicas, siento haber t.... - dije, volviendo a la biblioteca, esperando ver a @Xell Vladimir, Sagitas y a @...pero a la única que me encontré fue a mi mujer. Abrí los ojos y miré alrededor, buscando...hasta que caí.

 

- Se han escapado? De verdad? - pregunté, mientras me acercaba y me sentaba junto a Helike.

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Sé que debía preocuparme por Hayame pero jugué un poco con la responsabilidad de Matt. Sabía, porque le conocía muy bien, que querría impedir que yo saliera en busca de mi hermano, que querría venir con nosotras, que intentaría impedirlo. Por otro lado, sabía que no podría dejar a solas a su mujer, embarazada, con el peligro de un inminente ataque; los dos sabíamos que mi prima Everdeen no iba a quedarse quieta. Además, la llegada de Hayame herida ampliaba las dudas sobre lo ocurrido a Adrian, así que él se vería obligado a cuidarla y nunca dejaría sola la mansión, sin uno de los patriarcas, teniendo un herido en ella.

 

Esperaba que no fuera de gravedad pero había aprovechado eso para huir.

 

Sí, huir no es la palabra pero sí bastante cercana a lo sucedido. Matt no me iba a dejar irme sin acompañarme. Así que allá estaba yo, con un chandal antiguo y muy cómodo, mis bambas violeta de cordones amarillos y una chaqueta con capucha. No llevaba nada más excepto una mochila con la maldita tienda de campaña que había insinuado mi sobrina. Xell iba a mi lado, en silencio, supongo que buscando el lugar exacto donde aparecernos. Busqué un espacio en los jardines, lo más alejado de la mansión, casi pegando a la zona del Bosque, para abrir las protecciones que la mansión tenía. Salimos a espacio de nadie (después volví a activar las defensas para que no se notara ningún cambio y siguiera protegiendo la mansión) y allá fue donde abrí el Fulgura Nox por el que traspasar de Ottery a donde Xell me guiara.

 

Ella sabía a donde ir y yo sabía abrir el portal para ir. Trabajo en equipo...

 

-- Venga, Xell. Te toca. Guíanos hacia la casa donde están los huesos de mi tía Emmarjorie.

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