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Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
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http://oi50.tinypic.com/20gze2w.jpg El elfo obedeció lo más rápidamente posible las órdenes de la Ama Sagitas. Acompañó a los invitados que aún seguían de pie hacia el Ala Oeste, donde continuaría la fiesta de la boda, con el consabido banquete y baile. Sería raro sin los novios; Harpo no sabía si se pasarían a despedirse de los invitados, antes de irse al viaje de novios. La situación era tensa puesto que los dos patriarcas no se habían dirigido la palabra. Él sabía detectar los problemas y, seguro, la Ama Sagitas seguro que se enfrentaría en algún momento con el Amo Matt.

 

Así que, tal vez, sería mejor que se fueran cuanto antes a la luna de miel y que, cuando volvieran, la situación se hubiera relajado. Harpo dividió a la plantilla de elfos para poder llegar a todos los cometidos ordenados por la Ama. Aún no sabía bien qué papel tendrían los representantes del SAW, la señorita @@Rachel Ravenclaw y el amo @@Noah Lockhart. El elfo sabía que los Lockhart eran tratados como miembros de la familia, así que el Amo y su esposa (sí, él lo sabía puesto que había ayudado a Sagitas en la ceremonia) debían ser dirigidos a la fiesta aunque... ¿Eran invitados o funcionarios de servicio? Debería preguntárselo. Además, ellos podrían estar interesados en la seguridad de la mansión y querer estar presentes en el cateo que había ordenado la Ama Sagitas para encontrar cómo habían entrado los atacantes.

 

También se encargó del traslado de los heridos a Santos Mangos y de los presos a las mazmorras, además de la limpieza de los jardines para eliminar rastro de lo sucedido. Todo en orden y haciéndose... Podía descansar...

 

-- Ama Tamarindo -- sí, la mujer había ascendido a rango de Ama ahora que le había salvado la vida. -- ¿Por qué no va a la ala Oeste? Le prometo que allá podrá disfrutar de las mejores viandas de toda la boda. Y traeré más pastel, se lo aseguro.

 

Harpo estaba feliz. Podría descansar un poco, se sentía cansado. Se sentó en una silla de la cocina y... ¡Se levantó de golpe, al recordar algo...! Elevó los brazos al cielo y corrió así, en busca de ayuda.

 

-- ¡Amo Adrian, amo @@Adrian Wild! ¡Tenemos un cateo en la mansión! ¿Qué traía "dentro" del baúl? ¿Es peligroso? ¡Necesitaremos la ayuda de @ para esconderlo en un lugar seguro mientras estén los funcionarios aquí, investigando!

 

El Elfo sintió ganas de tirarse los pelos, de los pocos que aún conservaba.

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Aquello era una locura, una auténtica locura. ¿Pero es que Matt y Heliké se pensaban que estábamos en una película muggle, o en una novela de aventuras o algo parecido? No señor, aquello era la vida real, y uno no se casaba así, ¡hala!, en mitad de una batalla con unos enemigos sobre los que muchos todavía teníamos dudas. Yo lo único que sabía era que mi hermana tenía una especie de prima, tía o melliza y que, al parecer, esa parte de la familia quería a esta muerta. Y a esta parte de la familia, justo cuando habían venido a saldar viejas heridas, no se le ocurre otra cosa que ponerse a oficiar la ceremonia de algo tan sagrado como el matrimonio.

 

Me parecía hasta un acto frívolo. Sí, es verdad, era romántico y apasionado, pero atentaba contra... Contra... Contra unos principios y valores anticuados de los que, a pesar de los años, jamás había podido escapar. Todavía había veces que luchaba contra aquello que la época en la que había nacido me había inculcado, pero en muchas ocasiones perdía la batalla y acababa abandonándome a aquellos pensamientos primitivos. Y sin embargo, sentía que algo dentro de mí no cuadraba con todos esos valores, con mi forma de sentir...

 

- ¡Impedimenta!

 

Una bola de hierro iba directa hacia la cabeza de Xell, que le gritaba, muy malhumorada, a Heliké.

 

- ¡Narices, Xell, me parece perfecto que saques tu rabia, pero empléala en la batalla, no en la novia!

 

Y allá estaba Sagitas diciendo las últimas y sagradas palabras de sacerdotisa para unir a Heliké y Matt en matrimonio, mientras corría más de lo que jamás la había visto correr. Así terminaba de oficiar la boda, lanzándose hacia Babila, que intentaba tapar la herida de su pierna mientras mantenía sujeto a Ithilion. Y así aterrizaba la pelivioleta, frente a su pariente, tomando al pequeño entre los brazos en un intento de protección. El tiempo se paró, creo que no fui el único que lo notó. La batalla en el resto del espacio pasó a un segundo plano y comenzó a extinguirse por completo. Todos vimos la escena. Todos sentimos lo mismo. Bueno, yo me quedé boquiabierto cuando vi al pequeñajo sacar ese inmenso poder de sus manos; me había perdido por completo esa etapa de su crecimiento. Todos vimos a Jack atacar a la otra pelivioleta, quién se esfumó, como un mal recuerdo o como medida de seguridad, no sabría muy bien qué decir.

 

Intenté mantenerme en la realidad, en los hechos, en lo que acabábamos de vivir. Heliké había lanzado maldiciones imperdonables, seguida de Hayame. Eso lo recordaba demasiado. De hecho, no podía quitármelo de la cabeza. El tiempo pareció volver a andar como antes, pero la batalla se había terminado. Me giré repentinamente ante unos grititos y vi a Xell, atrapada por un vampiro; tuve el impulso de ir a por ella, pero enseguida consiguieron neutralizar a aquel salvaje. Sí, salvaje, como mi padre, justo la imagen a la que mi madre había evitado durante toda su vida parecerse y me había enseñado a no caminar hacia ella. No me extrañaría nada que aquel vampiro tuviera la sangre de mi padre y un Wild en el apellido. Todavía no me había atrevido a investigar acerca del apellido de mi padre, pero me temía que estaría repleto de gente como aquel vampiro sádico y sediento de sangre; y no únicamente para saciar su sed.

 

Allí había demasiadas energías que me recordaban mi origen. Demasiadas. Miré a Heliké con cierto reparo y luego a Sagitas, que se dirigía a la funcionaria del Ministerio. "Ay va, ¿habrá visto absolutamente todo?", pensé, algo preocupado. Un mínimo informe de lo que había ocurrido allí y la Potter Black se iba a ver en un grave aprieto ministerial, encima con una Warlock como matriarca. Aunque bueno, aquello podía no ser del todo malo. ¿Y quién era aquella mujer bajita con al boca llena de nata y las manos manchadas que sujetaba un plato con tarta?

 

- ¿Se ha comido una tarta de cien personas ella sola? --aquella pregunta la lancé en un murmullo al aire, sin esperar que nadie la escuchara.

 

Entonces Sagitas se puso a atender a la empleada ministerial y a organizar a todo el mundo. Yo no necesitaba que me dijera nada, sabía lo que tenía que hacer. Había trabajado en Accidentes, y entendía que ahora era necesario reparar todos los daños y ayudar en la reorganización de todo el evento, así que todavía con la varita en mano, empecé a limpiar el jardín. Hasta que vi de nuevo a Xell al lado de la muchacha glotona y aprecié la marca de su cuello.

 

- Xell... --me puse en cuclillas a su lado y le susurré al oído--: Creo que tengo una poción que puede ayudar a esa marca en el cuello y otra herbovitalizante. Con eso seguramente no tengas que ir a Santos Mangos. Ahora subo a buscarlas y si no tengo de la primera puedo preparar unaaaaa... ¿QUÉ PASA HARPO? Ay madre, shhh, Harpo, calla, calla, ¡no sigas! --Cogí al elfo por los hombros y me acerqué mucho, intentando crear un espacio de confidencialidad--: Harpo, precisamente nadie puede saber que ese baúl está aquí, si lo gritas a los cuatro vientos en mitad del jardín, todos se van a enterar --intenté sonar paciente, pero dejé a Xell con la otra mujer y me aparté con el elfo rápidamente, mirando de reojo a Sean--. Indica a Sean cómo llegar a mi cuarto. No sé si es la mejor opción, pero seguro que no le importa ayudar. Ven tú con él, necesito que me ayudéis ambos. Voy corriendo, os veo allí en dos minutos.

 

Y sin más explicaciones, salí corriendo hacia mi cuarto, deseando que el baúl siguiera allí. Cerrado.

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✤ Viajero de la noche ✤

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No esp[ere a ver la reaccion de Helike hacia el regalo a fin de cuentas mejor que fuese una sorpresa para la noche de bodas. Asi que di la vuelta y teniendo en cuenta la cantidad de emociones ya me aprestaba a dar los saludos finales y marcharme con el botin cuando me percate que tenia sobre mi unos ojos redondos algo conocidos. Mire con recelo al elfo domestico....acaso me habia visto en plena faena de sustraccion de peso muerto en los invitados???. Respire profundo, odiaba la incertidumbre de un cabo suelto. Asi que cuando me hizo una seña me acerque.

 

-Ahora que Harpo???- dije algo incomodo.

 

Pero el elfo no dijo nada mas sino que me indico que le siguiese. Mire sobre mi hombro y vi a todos ocupados. O sea en las ordenes dadas por Sagitas yo no habia figurado, asi que suponia no seria eso. Eso si mejor salir del panorama dado la visita que habia llegado con todo este alboroto en la boda de Matt y Helike. Asi me adentre en la mansion y Harpo me llevo hacia un cuarto.

 

-espero no sea una encerrona Harpo....porque yo tambien puedo ser tan terrible como tu ama -dije a modo de advertencia.

 

@@Adrian Wild@

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Habitación de la matriarca. con Sagitas.

 

Sagitas aun hablaba con @@Rachel Ravenclaw y @@Noah Lockhart, los empleados del ministerio que habían acudido, no solo por la boda de los chicos, sino al final, para ayudarnos con los invasores. Asi qeu mientras tanto observé alrededor. @@Adrian Wild hablaba con @ para ayudarla, Sean aun andaba por alli, vivo a pesar de todo. A los que había perdido de vista era a @@Darla Potter Black y @@Seba Granger. Esperaba que estuvieran a salvo.

 

Por último, estaban los recién casados. @ permanecía en una silla, bebiendo algo de una petaca. Parecía cansada, pero el agradecimiento de Sagitas la había hecho sonreir. Matt mientras, con gesto serio y cansado, había puesto sus manos sobre los hombros de ella. El chico estaba herido, sangraba, y aunqeu no iba a morirse, afirmaba que estaba bien.

 

El chico y Sagitas eran iguales. Igual de tercos, igual de cabezotas. Y ahora, estaban enfadados. Sagitas simplemente dijoq ue se marcharan al viaje, asi que tras dirigirnos una mirada preocupada, Matt desapareció junto a la vampiro.

 

Desde ahí no supe nada más de ellos. Me alejé junto a Sagitas y el pequeño de la familia. El niño estaba agotado tras el esfuerzo que había hecho, y se dejó desvestir, poner el pijama, y no tardó en dormirse.

 

EN la habitación la cosa no fue diferente. No me atrevía a hablar a Sagitas, a pesar de qeu debía, quería hacerlo. Había sido una situación demasiado tensa, demasiado complicada, y sabía, sentía que necesitaba sacar todo aquello. La dejé encerrarse en el baño, escuché la ducha, asi qeu mientras tanto me cambié, limpié los restos de sangre y curé las pequeñas heridas y cortes. Ciertos movimientos me sacaron un gruñido, seguramente en unas horas empezaría a tener moratones. No recordaba que el cuerpo pudiera llegar a dolerte tanto.

 

Para cuando salió, me había puesto un pijama de color claro y la esperaba en silencio, sentado en la cama. En cuanto las primeras lágrimas salieron me levanté, y antes de que rompiera a llorar ya la llevaba a la cama que alguno de los elfos, en algún momento del día, se había afanado en dejar preparada para la noche.

 

Alli estábamos. Los dos tumbados en la cama, mientras Sagitas lloraba entre mis brazos. Me rompía verla asi, de forma que le acariciaba el pelo en silencio, sosteniéndola. No se cuanto tiempo estuvimos asi, hasta que la obligué a mirarme a los ojos y limpié sus lágrimas.

- Niña...vamos...deja de llorar. - le dije. - Estás bien. Ithilion está bien - "Nuestro hijo Matt también está bien" pensé, pero ahora no era el mejor comentario. - La familia está a salvo.

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Es doloroso sentir que el mundo se acaba. Tal vez es una exageración pero eso sentía por dentro, que el mundo acababa en el momento en que Matt se había atrevido a ponerme la mano encima. Supongo que, en algún momento, todas las madres sufren un desencanto horrible por parte de algún hijo sólo que yo no lo esperaba. No de esta manera. En la familia habíamos vivido situaciones horribles, nos habíamos enfrentado unos a otros más de una vez y, sin embargo, nunca como aquello.

 

Me sentía violada. Por mi propio hijo.

 

-- ¿Cómo pudo...? -- gemí, entre los brazos de Jack, sintiendo el calor de su cuerpo. Era lo único que me tapaba porque había salido desnuda del baño y no me había puesto nada encima antes de derrumbarme en ellos.

 

No sé si entendió a quién me refería. Cualquiera podría interpretar que me refería a la mujer aquella que tenía cierto (poco) parecido a mí. Esperaba que Jack no supiera que hablaba de nuestro hijo. Por nada del mundo quería que él pudiera hacer algo en contra de él. El pasado había sido duro entre ellos y yo, a pesar de lo sucedido, no quería que se recrudeciera la relación entre ambos.

 

De alguna manera, sus palabras me alcanzaron y escuché. Su voz era triste pero bonita. Abrí los ojos. No le veía apenas por la vista empañada en lágrimas pero le veía, su silueta era clara. Ahora recordaba que Jack estaba vivo.

 

No por mucho tiempo.

 

Me incorporé un poco sobre el brazo derecho e intenté sonreír.

 

-- Ithilion está bien. -- No, no lo estaba. O no lo estaría... -- Tenemos que...

 

Me incorporé del todo y me quedé sentada, limpiándome las lágrimas. Volvía a mí, recobraba la calma y retomaba las obligaciones que, como matriarca, tenía que asumir.

 

-- Tenemos que volver a la fiesta. Si los novios se van -- no dije el nombre de Matt expresamente, -- los invitados querrán ver a algún miembro de la familia.

 

Ahora que estaba libre de su abrazo, notaba el fresco en la piel desnuda. Le miré y noté su mirada. Tan hombre. Tan marido. Tan amante. Tan mío... Alargué las manos y me agarré a su cuello, inclinándome en la cama y obligándole a bajar conmigo.

 

-- Pueden esperar, Jack. Te necesito. Ahora. He de apaciguar lo que siento por dentro. Necesito recuperar mi equilibrio y... ¿Se te ocurre una manera mejor?

 

Sonreí un poco más yo ahora y jadeé, adelantándome a lo que había de venir de un momento a otro. Jack era lo que necesitaba. Era mi medicina en este momento. Después estaría cansada y sin energía pero bien, presta a seguir en el papel de matriarca de la familia.

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Darla yéndose con Seba - antes de la boda... (sí, estoy atrasada, no me banco 30 páginas sorry)

 

Darla comenzaba a sentir un verdadero ataque de ansiedad. No tenía idea de por qué. ¿Sería paranoia? Era como si alguien les estuviera siguiendo desde que habían salido con Seba hacia el lugar de la boda. Miró por sobre sus hombros y le pareció ver una melena que estaba segura de reconocer. Masajeó sus sienes y tras cambiar sus ropas a un sencillo vestido gris hasta la rodilla se tomó del brazo de Seba.

 

—Estoy nerviosa —sus ojos pasaron por los que estaban presentes en la boda, no sabía cómo manejar aquello y no haber encontrado a la “Sagitas” que le había hablado al llegar la tenía preocupada, quizás lo mejor fuera buscarla a ella. ¿Sería acaso la verdadera? Si es que se podía decir que la que había venido del futuro no era real.

 

—Espérame un minuto —susurró a su prometido al oído y se apresuró a ir hacia Harpo, deteniéndolo en uno de sus viajes ida y vuelta.

 

—Harpo, es imperativo que entregues lo más pronto que puedas estas cartas a Matt la Potter Black entregó al elfo un sobre atado con un lazo azul, conteniendo las cartas que había obtenido en la mansión de Escocia en sus dos viajes.

Tras dejar en manos seguras y explicarle como tres veces que tenían que ver con el futuro de la familia y que el Blackner debería tener en su poder esas cartas lo más pronto, la pelirroja regreso con su novio. Solo esperaba que Harpo no lo olvidase, no podía saber que las cosas se saldrían de control, o quizás sí debió saberlo… estaban en la Potter Black.

—¿Aún tienes las llaves amor? le preguntó y tras que él le confirmara que sí, le susurró de salir de allí, para explicarle todo lo que había pasado desde que llegara a la Potter Black y el por qué debían ir a buscar a la Sagitas Potter Blue que la había recibido al llegar.

—Necesito me acompañes ¿crees que podemos ir en el auto a Escocia o volvemos a utilizar las puertas? —la idea de las puertas de pronto le supo extraño… ¿cómo había llegado a Escocia por las puertas? ¿y si resultaba que eran ida y vuelta? Ella no lo había logrado pero ¿y si por eso habían logrado entrar?

 

La Potter Black tomó de la mano a su novio y se alejó con él, con la intención de averiguar qué era lo que pasaba del otro lado ¿se perderían la boda? No lo sabía aún… quizás…

Editado por Darla Potter Black
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http://oi50.tinypic.com/20gze2w.jpg El elfo consiguió llamar la atención de los dos muchachos. De Adrian Wild era totalmente necesario puesto que era el dueño de aquel baúl tan peligroso y sabía que su elfo lo defendería sin dejar que nadie se acercara. El Amo Wild valoraría realmente la implicación de su valija en todo aquello. Por ello, cuando le dio dos minutos para avisar al Señor Di Spinnetto, intentó llamar su atención. Parecía que se iba, tal vez la batalla había sido más que suficiente para que no quisiera estar más tiempo en la mansión, aunque lo dudaba. Él había pasado por cosas peores en la Potter Black. Harpo consiguió llamar su atención y que le siguiera. Era suficiente.

 

Subió por las escaleras y le llevó directo hasta la habitación del Amo Adrian. En cuanto cerró la puerta, el señorito Sean le amenazó. El elfo se estrujó las manos; de nervios, no de miedo.

 

-- No es una encerrona, Amo Sean. Necesitamos de... sus habilidades innatas para...

 

No sabia qué más decir. Por mucho que le preocupara la situación del baúl, era una pertenencia del hermano de la matriarca. Él no podía decidir si lo correcto era esconderlo, moverlo a un lugar menos peligroso, desaparecerlo... Eso tendría que decirlo su dueño.

 

-- Ese baúl es el problema.

 

Buscó un pañuelo en su túnica. Hacía mucho calor o tal vez sí serían los nervios. Fue cuando notó el paquetito de cartas que le había dado la Ama Darla Potter Black hacía rato, mucho rato, para que le diera al Amo Matt.

 

-- Me hago viejo -- pensó. -- Tendré que buscarlo antes de que se vaya de la mansión pero... ¡Esto es muy urgente!

 

Casi gritó cuando el baúl se movió. Desde dentro, algo lo hacía bailar en el suelo y, estaba seguro, se oía un gruñido ronco de... de... ¿De qué?

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Casi me iba ya hacia la clínica cuando el tío Adrian me retuvo. Sé que las órdenes de Sagis se obedecen al instante pero las noticias que me daba el tío me hizo reflexionar. Sus palabras fueron susurradas a mi oído pero me ofreció una posibilidad a al que me agarré para no ir a la clínica. Odio los hospitales, aunque sean de la familia.

- ¿Una poción que... me ayudaría?

Aunque dijo que subiría a buscarlas pero la aparición de Harpo hizo que su mente se dirigiera hacia otros pensamientos. Temí que no lo recordara. Le vi irse y dudé. Metí el dedo en el trocito de pastel que aún había en el plato de @@Tamarindo y lo lamí, pensativa. Tal vez no hubiera hecho nada pero, de reojo, vi a Harpo que llamaba a Sean y le indicaba que le siguiera.

Aquello me alarmó del todo. ¿Primero el tío Adrian y después el primo Sean? Allá pasaba algo, estaba segura.

- Tamarindo, ve a la Ala Oeste, como te ha dicho Harpo, que allá habrá comida en abundancia y un lugar más fresquito, parece que el sol apretará aún más ahora. Yo... volveré en cuanto compruebe una cosa.

Seguí de cerca al elfo y a mi primo. Harpo corría sobre sus piernas cortas y le llevaba a una habitación de la primera planta. Entraron pero yo no lo pensé dos veces y abrí la puerta. Encontré que hablaban de un baúl. Decía que era el problema.

- ¿Qué pasa? ¿Robando algo tal vez? A la tía Sagitas no le va a gustar que te aproveches de lo sucedido para tu conveniencia, Sean.

Interrumpí su cháchara sobre el baúl con una sonrisa. Sabía que el primo nunca se atrevería a eso y menos que Harpo fuera el cómplice. Quise preguntar más pero di un gritito. Entré y cerré la puerta, apoyándome en ella.

- ¿Qué hay ahí dentro?

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Habilidades Innatas???...Acaso este elfo estaba haciendome alguna especie de halago??. Respire profundo y ya que tenia al baul enfrente lo mire con detenimiento. No tenia nada de especial, asi que suponia que lo valioso estaria en su contenido. Si, ahora mismo me picaba y mucho la curiosidad. Sabia que despues de lo sucedido en la boda, los ministeriales intentarian meter las narices..y segundo que si harpo me habia traido hacia aqui, Sagitas estaba detras de todo esto o al menos estaba al tanto de todo. Sonrei y me guiñe el ojo a Harpo.

 

-Muy bien Harpo....y que quieren que haga con el baul???

 

Y mientras decia esto Xell entro a la habitacion. Claro, errada en su suposicion pues era muy poco probable que Harpo estuviese de acuerdo en que le robase algo a su ama. Al menos no estaria solo en esta aventura.

 

-Bueno ya somos dos los que nos preguntamos eso..aunque dudo que lo digan..aqui estoy yo simplemente para hacer de mago....y desaparecerlo...-dije con ironia en el rostro.

 

@@@@Adrian Wild

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Sólo me dio tiempo a caminar un par de veces por delante del baúl cerrado a cal y canto con sus siete cerrojos. Enseguida escuché a Harpo abrir la puerta y entrar en la habitación con Sean, quién mantenía su constante actitud chulesca de quién puede hacerlo todo. Bueno, pues eso necesitaba yo ahora, que lo hiciera todo y fuera la persona más discreta del mundo. Teníamos que ocultar aquel pedazo de armatoste antes de que quienes fueran quienes estaban cacheando toda la mansión llegaran a mi habitación.

 

Levanté la mirada tras todo aquel rato mirando al suelo hacia Sean, observándolo con acritud tras escuchar su predisposición con ese tono ególatra.

 

- Tenemos que... ¡La puerta! ¡¡XELL!! ¿Qué demonios haces aquí?

 

Ni Harpo ni Sean habían cerrado la puerta y la rubia parecía haberles seguido y se había metido en la habitación sin siquiera pedir permiso, cerrando la puerta a sus espaldas y apoyándose sobre ella. Lo bueno era que estaba sujetando la puerta y nadie más entraría. Lo malo era que ahora ella también estaría implicada.

 

- Narices, Xell, no quería meter a nadie más en este lío...

 

Sentí la expectación en las miradas de todos los presentes que, tras mirar el misterioso baúl que temblaba en el suelo, postraron sus miradas en mí. Resoplé resignado: tendría que explicarles todo.

 

- En ese baúl... --comencé diciendo en respuesta a sus preguntas--, hay una... --Se me erizó la piel--. Bueno, un... bebé de acromántula --hice un gesto rápido con ambas manos, apretando los puños para que mantuvieran silencio, mientras mi cara se conformaba en una mezcla de asco y súplica--. Fue un error, yo no debería habérmelo traído, de hecho jamás hubiera pensado que... --Un escalofrío--. ¡Ugh! ¡Odio esos bichos! Me engañaron, yo creía que iba a ayudar a un amigo y sí, bueno, le ayudé, pero no me contó toda la verdad y nos perdimos, nos encontramos con una hechicera extraña y... --Todo aquello no tenía ningún sentido. Ellos no necesitaban tantas explicaciones--. El caso es que tengo un bebé de acromántula ilegal ahí metido, en el séptimo nivel, y yo no me puedo ni pienso hacerme cargo de él, así que pensé que Sagitas... Con su circo o con su poder de Warlock... O... --Me sentía un hermano horrible--. El caso es que ahora van a revisar cada rincón de la mansión y hay que conseguir ocultar esto sin trasladarlo con magia; quién sabe lo que podría ocurrir si se abriese sin querer o la magia afectase a lo que hay dentro.

 

No me atrevía a mencionar de nuevo el nombre de aquella especie. Respiré profundo sin conseguir retomar el aliento y miré a Harpo. Nadie se conocía la mansión mejor que él.

 

- ¿Alguna idea, Harpo?

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