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Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
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Harpo empezó a movilizarse y a movilizar a los demás elfos para buscar todo lo que había pedido, había bajado a SJ al suelo y el se había prendido a mi pierna moviéndose conmigo, necesitaba a mi hijo conmigo y al parecer el niño lo entendía porque no se separo un solo instante de mi, en una sola ocasión había visto a los elfos moverse tan rápido que parecían un borrón y eso fue cuando mi madre había resultado herida hace muchos años atrás, en un pasado oscuro

 

Me lleve las manos a la boca horrorizada, mientras escuchaba a Harpo hablar sobre lo que había pasado en la fiesta de la boda de Matt, los mortifagos habían secuestrado a mi madre y me refiero a los mortifagos originales, si eran los que yo creía vendrían a ser algo así como mis bisabuelos o tatarabuelos, la gente que habían compartido bando con mi madre, a los que la habían acogido cuando había sido lo suficientemente mayor para salir del orfanato, los mismos que habían matado a mi abuela por casarse con un auror, la madre de mi madre, a los que le enseñaron el sutil arte del duelo, a los que ella acogió como familia, a los que le presentaron a mi papa y los que los habían apoyado cuando estuvieron juntos y me tuvieron a mi, a esos mismos que luego la habían traicionado y la habían dejado en la ruina con una hija y una carpa de un circo que había quebrado.

 

Los flashes de los sucesos en el circo me sucedieron llevándome a la edad de 13 o 14 años cuando escondida veía como la habían torturado en los terrenos, cuando habían quitado su varita, cuando la despojaron de todo titulo, me restregué la cara tratando de quitarme las imágenes de la cabeza de lo que podrían estarle haciendo a mi madre, si lo que había en mi memoria era un indicativo no iba a ser nada bueno, y lo mejor que podía hacer por todos ellos era estar preparada, me arme de valor y le dije a Harpo:

 

-¡Tráeme la vela lila ya! y llevame a la puerta falsa - pase saliva y baje la voz, no era necesario asustar mas al elfo de lo que ya estaba - por favor

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ESCOCIA.

 

Jack parecía realmente cansado. Tal vez el tiempo de su cuerpo corpóreo comenzaba a acabarse, y cada vez le pesaba más el esfuerzo qeu estaba haciendo. Por eso, para proteger a la prima @ y al tío @@Adrian Wild, me tomé la justicia por mi mano. Si, cierto era que no me asustaba mancharme las manos de sangre, asi qeu con movimientos precisos hice frente a aquellos tipos. Me movía entre los hechizos, dejando un rastro de cuerpos a mi paso.

 

Me llevé algunos impactos, nada más allá de golpes, qeu si abrieron la herida que había recibido durante la boda.

 

Fue cuando caí al suelo para evitar un derrumbe provocado, qeu sentí como Xell me llamaba. Estaba asustada, y según decía, había sangre en el lugar donde habíamos visto al tío por última vez. Fui hasta ella, preocupado. Era cierto, tanta sangre demostraba que estaba herido, aunqeu al menos, no muerto.

 

- No está muerta, jovencita. Está bien. Solo necesita descansar y algunos cuidados. - Jack tranquilizaba a la prima, mientras sostenía a Sagitas en brazos. Había perdido el conocimiento, pero al menos, se pondría bien.

 

Aquel sonorus me hizo gruñir. Nos ofrecían un cambio por el tío a cambio de sus tristes vidas. Iba a contestar, pero noté que algo brillaba en el suelo. Cuando lo tomé, el gemelo de oro manchado con la sangre de Adrian dejaba ver una L llena de filigranas. Lo apreté en el puño y les miré.

- Lazarus. Se ha llevado a Adrian. - lancé una mirada de desprecio hacia el interior de la cabaña donde salían las voces. - No merece la pena perder el tiempo. El rastro de Adrian se pierde, y ellos no saben nada.

 

Me levanté.

- Volvamos a casa.

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Harpo:

 

El elfo no pretendía asustar a la muchacha pero tampoco iba a mentirla. Era una adulta, era madre, sabía lo difícil que era el pueblo y sabía que su madre era... especial... No le iba a mentir sobre lo sucedido. La Ama Sagitas nunca permitiría que la engañara. La vida había sido dura para toda la familia pero permanecía unida porque confiaban los unos en los otros y se protegían. Se apretujó los dedos y bajó la cabeza, al verla horrorizada. A saber en qué pensaba...

 

-- Amita Perenela, perdone... No quería asustarla... Seguro que su madre está bien... Ahora mismo le traigo la vela.

 

Harpo desapareció. Él podía hacerlo sin problemas en todos los terrenos de la mansión, así que apareció junto a la alacena del desván y buscó entre las mil velas e incensarios que la Ama Sagitas tenía allá, provenientes del Confesionario. Encontró de todos los colores y de muchísimos perfumes pero la maldita de color lila no encontraba. Ya se iba a dar por rendido cuando la vio, en una cajita, junto a rojas y amarillas. La tomó con cautela y la sujetó firmemente para que no se le cayera.

 

Apareció al instante junto a la hija de la matriarca y se la enseñó.

 

-- Tome, es la única que queda de este color. Venga, sígame, yo le llevo ante la puerta de la habitación, pero me quedo en el pasillo. He de vigilar que todo esté a punto.

 

No dijo que le imponía volver a aquella habitación donde le habían herido de muerte y donde casi no sobrevive. Si no llega a ser por la intervención de la señorita Tamarindo, hoy no estaría allá. Le podía permitir que se comiera todas las galletas del mundo, después de lo heroína que había sido.

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Harpo se veía mas descompuesto que yo y eso ya era mucho decir dada la situación pero antes de que si quiera pudiera dedicarme un minuto a consolarlo fue SJ quien le tomo la mano y le dio un par de cariños detrás de las orejas. Respire profundo tratando de mantenerme en una pieza y ser efectiva y no un estorbo en la situación que estaba pasando en la casa.

 

Cuando Harpo me trajo la vela la sostuve con las dos manos mirando el bonito color lila parecido al cabello violeta de mi madre, la vela serviría y si SJ tenia un nivel de magia compatible con mi madre de seguro nos podría dar una mejor perspectiva de los niveles de daños, estaba preocupados por todos especialmente por mamá: si ella faltaba es probable que toda la familia se derrumbara un poco pero con el tiempo continuarían, pero yo quedaría totalmente huérfana y tan seguro como el averno que no dejaría que eso sucediera, no en mi guardia.

 

Me encamine con Harpo y sj hacia la puerta falsa, mientras caminaba transforme una uña en garra y empece a tallar runas en el cuerpo de la vela como había visto hacer a mi madre, yo no sabia mucho de eso pero si habia estado pendiente de lo que mi madre me enseñaba aun cuando ella creía que no y cuando creía que estaba perdiendo el tiempo conmigo en mi educación sacerdotal, hoy le demostraría que aun cuando no tuviera un don para ello, o que mi magia fuera incompatible para esas cosas siempre tome en serio sus lecciones y que nunca estaba de mas aprender todo lo que podía.

 

Harpo se detuvo y me mostró donde estaba la puerta, sentía la aprehencion emanar de el como un perfume rancio, él no quería entrar allí, desconocía el porque pero ahora no me entretendría con eso, la examiné con cuidado esperando encontrar algo de mi madre que me pudiera ayudar a establecer un vinculo simpático entre ella y SJ, necesitaba saber que ella estaba bien, que estaba lo suficientemente estable para poderla curar en casa, ver si estaba consciente, si los demás estaban bien. Estaba tan concentrada en mis pensamientos que casi paso de vista la hebra de cabello violeta que estaba engarzada entre dos trozos de madera, la tomé con cuidado y como pude la amarré en la vela, me senté en el suelo en toda la entrada, sin siquiera revisar si estaba limpio y senté a mi hijo sobre mis piernas, miré al elfo y le dije:

 

-Estate pendiente de que todo este listo, te necesito entero, enfocado y preparado para ayudarme a evaluar daños, si alguno viene herido de gravedad necesito saberlo de inmediato, necesito una elfina que este con SJ cuando ellos lleguen y dos elfos mas que me ayuden como asistentes, todos los elfos de la casa deben estar pendientes de nosotros, así sea para repartir una sopa o un vaso de agua, así sea únicamente para que estén de pie viéndonos, pero los necesito allí - sabia que estaba de mas decirlo, estos elfos en particular eran especiales por su lealtad para con la familia pero aun así, los nervios me hacían ser obvia. Le entregué la vela a SJ y empece a decirle con cariño a mi hijo mientras encendía la vela con una pequeña bola de luz que emanaba de mis dedos:

 

-Necesito que pienses en la abuela, mi amor, necesito que la busques y la sientas como si estuviera aquí a tu lado, como si fuera ella la que te abraza ¿Ves esta vela? - cuando el niño asintió proseguí - necesito que imagines que el color es su cabello - Empece a sentir el calor de las manos de mi hijo y por una milésima de segundo pensé que iba a saltar en llamas y derretir la vela, pero al parecer mi hijo sabia que esto era crucial porque en vez de fuego, una suave luz emanaba de sus manos haciéndolas parecer violetas, SJ cerro los ojos como si quisiera concentrarse mas:

 

-Abu esta mormida - abracé a mi hijo esperando que me dijera algo mas - ¡Deperta abu!, no muermas, ven a jugá conmigo

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Volvemos a casa:

 

Los Dioses me permitieron permanecer inconsciente todo el trayecto de ascenso del pozo. Gracias a ellos, el dolor de las piernas, del torso, de las quemaduras en el hombro y en la cara y mil cosas más que debían estar rotas por lo menos en mi interior, no me hicieron gemir todo el camino y Jack pudo llegar al exterior. También impidió que yo oyera aquel ultimatum de los atacantes. Hubiera ordenado matar a todos, no dejar ni un ladrillo en pie hasta encontrar a mi hermano Adrian. Yo, cuando me enfado, saco el genio mortífago de mis ancestros, esos mismos que habían atacado en la boda de mi hijo Matt y me habían secuestrado y que, tras la tortura innecesaria, me habían lanzado a un pozo.

 

Y, sobre todo, me impidieron vengarme en Madame Everdeen, de quien no sabía que había huido con su elfina.

 

Sentía voces, sí, pero mi mente era incapaz de ligar una sílaba con otra y entender una sola palabra. Flotaba en un limbo de tranquilidad en el que estaba feliz. Sentía el calor del cuerpo de Jack y eso hacía que estuviera en una calma inusual de la que no quería despertarme. Además, estaba el niño.

 

Sentí su "Abu" y me giré hacia él con una sonrisa. Sabía que no era cierto, no me había girado porque seguía sintiendo el movimiento de los músculos de la espalda de mi marido mientras ascendía. Eran emocionante sentir tanto cuerpo en mi piel y, si no estuviera desmayada, seguro que le habría entretenido con besitos en el cuello, como a él (a ambos) nos gustaba. Sí, una ha de aprovecharse de las pocas veces que su marido tiene cuerpo, aunque sea un momento inapropiado.

 

Por eso, sabía que SJ no estaba conmigo pero lo estaba. Caminé hacia él y pareció que flotaba. Ambos flotábamos. Me había dicho que despertara y que jugáramos juntos. Me hizo reír de felicidad. Pero qué niño más listo...

 

-- No te preocupes por mi cara, cariño, pronto me la curarán... -- Sj no parecía sentir miedo por las quemaduras, recordé que Perenela había dicho que más de una vez había quedamos cosas. -- Me encuentro bien.

 

A lo lejos, la voz de Jack sonó fuerte y dijo que estaba bien y sólo necesitaba cuidados. Sonreí a SJ.

 

-- ¿Oyes a Jack? No me pasa nada. ¿A qué quieres que juguemos...?

 

Entonces noté el resplandor de una llama, de la que todavía no me había dado cuenta. Me acerqué a ella y SJ se puso a reír, a saltar a mi lado, dándome la mano. Con la libre, acerqué los dedos y se enlazaron con una mano invisible a la que me aferré.

 

-- Es mami -- le dije a mi nieto. Perenela estaba allá, con SJ y conmigo. -- Vuelvo a casa, hija. Gracias por cuidarla. Volvemos todos...

 

Lo que yo no sabía es que en ese "todos" no incluiría a Adrian porque había desaparecido. Sentí un tirón en la espalda y volví a ver, por unos instantes, la luz de la tarde al salir del pozo. Jack me bajó de su espalda con cuidado y me depositó en el suelo. Creí ver una melena rubia e identifiqué a Xell. También visualicé a Matt. Y seguí viendo la llama de la vela que me unía a SJ.

 

Gemí al levantar una mano y señalar hacia unos matorrales.

 

-- La luz... La puerta... Volvemos a casa y...

 

Quise decir que la destruyeran para que nadie pudiera usarla para seguirnos pero volvía a estar en aquel limbo con SJ. Él quería perseguir una mariquita y sonreí. Tía Emmarjorie parecía juguetear con él, en su esencia.

 

-- Perenela, una poción herbovigorizante me vendría muy bien cuando lleguemos...

 

Y aquí desaparecí. SJ se había despistado con el animal y había perdido el contacto y yo volvía a estar con Jack, ahora en sus brazos, mientras me llevaba a la puerta señalada y desaparecíamos, para aparecer en la habitación maldita de la Potter Black. En cuanto pudiera, destruiría aquellas malditas puertas evanescentes.

 

Harpo gritó mi nombre y eso hizo que abriera los ojos. Allá estaba Perenela y Sj y los restos de una vela en sus manos.

 

-- ¡Harpo! Le has dado alas a Perenela para que mande en la casa. Ahora no habrá quien la soporte durante unos días, mientras piense que ella es la señora de la casa...

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En otro momento, que el tío Jack me llamara jovencita me hubiera hecho reír a carcajadas. Era divertido que me considerara joven cuando ya había crecido. Supongo que todos me veían así, como una niña. Así la varita con más fuerza y eché un vistazo a la tía. La cargaba a la espalda y parecía desmayada. Creí en su palabra de que no estaba muerta y volví hacia la casa. Allá estaba el tío.

 

Al menos eso creía yo hasta que el primo Matt mencionó a Lazarus. Sólo la mención de ese nombre me provocó angustias. Recordé que ese vampiro me había mordido y que se acercaba la noche. Gemí un poquito.

 

- ¿Llevárselo...? ¿A dónde? El tío dijo que me daría la poción especial para... - Me cubrí el cuello con la mano, con miedo... - ¡Tenemos que encontrarlo! ¡Tiene que estar en la casa!

 

El silencio se hizo patente. Si había alguien, en la casa ya debían haberse ido. Seguro que habían huido todos. Me giré al primo Matt, con lágrimas en los ojos. El tío Jack miraba a la tía Sagitas, que había puesto en el suelo con mucho cuidado. Ella pareció decir algo antes sobre la puerta y volvió a perder el sentido.

 

- Matt, no podemos irnos sin el tío... - Pero tenía razón. Habíamos perdido el rastro. ¡Ese maldito Lazarus!

 

Seguí al tío Jack y crucé aquella puerta hacia la Potter Black. Estaba tan cansada que ni saludé a la prima Perenela. Iba a reírme por lo que acababa de decir la tía Sagitas pero... Palidecí. Anochecía. La luna ya había asomado en el horizonte. Pronto, el Sol se escondería. Solté una lágrima; no quería convertirme en vampiro. Yo era una sacerdotisa.

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Me permití por un momento lanzar un suspiro mental cuando sentí la voz de mi madre, en mi cabeza, sabia que SJ había hecho de puente entre las dos y la verdad estaba tranquila, evaluando los daños internos de mi madre, asentí con la cabeza a las palabras que mi madre me decía, una poción herbovigorizante, díctamo, áloe vera, iba a necesitar mi varita, una férula, una escayola y tal vez un par de muletas solo para mi madre, iba a contestarle a mi madre cuando SJ había perdido el contacto, me levante como pude y vi una de las elfinas que servia de doncella que tomo al niño cuando mi madre, un Jack corpóreo y muy enfadado y preocupado, un matt con una pinta de mala leche y una Xell demasiado preocupada y oliendo a sangre fresca pasaron por la puerta, tome un respiro profundo y no pude evitar una sonrisa ante las palabras de mi madre:

 

-Si puedes dar ordenes así, de seguro no estas tan mal, pero como no te puedes tener en pie y tu cara parece una hamburguesa a medio comer de seguro vas a agradecer que yo haya dado ordenes, madre- mire a Harpo:

 

- Traslademosla al jardín, trae una camilla y necesito una poción herbovigorizante - tome a mi madre de los brazos de jack sonriendole con cariño mientras acomodaba a mi madre en una camilla portátil y cuatro elfos se la llevaron, empece a movilizarme con ellos.- lleva adicional un biombo, necesito vendas, una escayola, ferula y yeso listos, díctamo para las heridas, dos bolsas de sangre tipo O, Jack gracias por traerla pero necesito que te quedes a su lado sino no va dejar que le ponga una mano encima para curarla.

 

Me volví sin detenerme y mire fijo a Xell, la vi derrotada, triste, preocupada y llorando, los pequeños rastros de sangre en su ropa podían darme un indicio general de lo que podía pasarle, así que le grite a otro de los elfos:.

 

- preparen otra camilla al lado de mi madre y ponla alli con una unidad de sangre O y revisa que heridas hay en ella, huele a sangre y no es la que tiene en la ropa- traslade a mi madre de la camilla a la mesa que estaba preparaba, un elfo de las cocinas estaba dándole a mi madre la poción herbovigorizante directamente en los labios y otro estaba ayudándome a lavar mis manos, SJ estaba corriendo persiguiendo una mariquita cerca de donde estábamos así que no me preocupe de a mucho que mi niño viera la extensión de los daños, tome la botella de díctamo y aplique un poco en una mota grande de algodón, acaricie el cabello de mi madre y lo aparte del cuello:

 

-Esto va a arderte - aplique el díctamo en lo peor de la quemadura de cuello y el hombro, la cara tenia un mejor aspecto pero aun así puse un poco mas para evitar las cicatrices, rasgue lo que quedaba de su ropa para ver la extensión de los daños en el resto del cuerpo y la mejor descripción era que parecía un moretón gigante, la peor era en el torso y la pierna, hice una mueca y antes de que pudiera siquiera decirme nada tome su pierna y la acomode con un crujido esperando el grito, mientras los elfos a mi alrededor me alcanzaban escayola, férulas y vendas para estabilizarla, cuando pude inmovilizarla lo mejor que pude empece a lanzar episkeys. Mire con preocupación a mi madre pero como quería que se concentrara en otra cosa, le dije en voz alta a Xell que ya la habían acomodado en otro cubículo improvisado:

 

-Xell ¿Te ha mordido un vampiro? Si es asi puedo morderte yo y sacarte toda la sangre como una sanguijuela y luego podriamos ponerte algo de sangre nueva para evitar la transformación... - empece a palpar el torso de mi madre buscando fracturas y rezando para que el pulmón no estuviera colapsado, pero respiraba lo cual me dio un ligero alivio hasta que respingo por una fractura de una de las costillas, apunte mi varita y lance otro hechizo de curación - Digo, si quieres intentarlo: no puedo dejar a mi mama sola mas de cinco minutos pero me tomaría tres beberme toda tu sangre, dos y medio si tenemos en cuenta que no he bebido mi dosis mensual.

 

volví a concentrarme y pase los dedos por las mordeduras, las raspaduras, aplique un poco mas de díctamo, pase la varita y empece a pasarla por cada mínima raspadura y mordedura que tuviera en el cuerpo, cuando el color general de la piel paso a un pálido amarillo, lance mi vista sobre el maletín que ella misma usaba, mire a Harpo que estaba al tanto de lo que yo hacia:

 

-Busca algo de antibiótico, que por muy bruja que sea también puede contraer enfermedades muggles y lo ultimo que quiero es que los bichos que la hayan mordido le den rabia, tetano, peste bubónica o alguna otra cosa rara, si tienes penicilina, ampicilina o algo así ponle una inyección no mayor a 3 ml y si se resiste, amarrala... Orden del medico - dije frunciendole el ceño antes de que siquiera lo dudara, mire a mi madre:

 

-Aparte de todo lo que se ve, ¿te hicieron daño de algún otro modo? - me puse roja siquiera pensando en alguien que no fuera Jack tocando a mi madre, pero seguía siendo una mujer, seguía siendo atractiva, y la venganza podía ser tan inflamable como la pasión y esa gente no conocía limites- ¿En algún otro lado?

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La forma en la que Jack se preocupaba por Sagitas, y como la sostenía en brazos, me enterneció. Supongo que se debía a que no había llegado a verlos juntos, de forma corpórea, en una situación más o menos normal. Una de esas cosas que la rama familiar galesa nos había quitado. Jack estaba preocupado, y no era para menos. Sagitas presentaba heridas bastante feas, quemaduras y signos de tortura. La habían abandonado a morir en el pozo, y si no fuera por la camiseta de Jack, estaba claro que la habían dejado alli desnuda.

 

Pero a pesar del enfado de Jack, era tremendamente delicado con ella.

 

Guardé en mi bolsillo el gemelo de Lázarus, ese manchado de sangre que había encontrado. @ parecía entrar en pánico, asi que tuve que sujetarla, para que se tranquilizara.

- Xell, tranquila. No siento al tío Adrian, no está aqui. Pero te prometo que lo encontraremos. No vamos a dejar abandonado a nadie de la familia. - le dije. - Ahora tenemos que volver. - con una mano moví el pelo de la prima, descubriendo las pequeñas marcas en su cuello. - Sagitas y tu necesitáis tratamiento.

 

Observé a Jack. Sagitas había murmurado algo y ahora, usaba las puertas que habían traido a aquella gente hasta la boda. El fantasma pasó primero, y enseguida me llegó la voz de Perenela, dando órdenes, seguida de un gruñido de Sagitas, quejándose porque ella daba las órdenes. Dejé que Xell pasara, siendo yo el útlimo en cruzar, antes de trazar los sellos necesarios para destruir la puerta, que estalló en llamas. Dejé que ardiera, que se quemara hasta quedar reducida a cenizas.

 

- No pasará nada si Perenela da un par de órdenes, mientras tu te repones y yo estoy fuera. - les dije, caminando al fin hacia ellos. La herida de mi costado, qeu había sufrido durante la boda por un seccionatus, se había reabierto, y ahora sangraba. - Perenela, Xell no es comida. No es necesario que la muerdas. Yo puedo hacerme cargo de lo que le sucede.

 

Me acerqué a la prima, sonriendo para tranquilizarla.

- Pero pase lo que pase, necesito que no pruebes una gota de sangre, o será imposible ayudarte. - le informé. El tiempo no era tan importante como el hecho de probar sangre. - Vuelvo en un par de horas. Traeré de vuelta a @

 

Y dicho esto, desaparecí, dejando alli a la familia.

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La felicidad de estar en casa se crispó pronto. Claro que había protestado cuando Perenela empezó a dar órdenes pero era de felicidad, de verla allá, de notar que estaba a salvo y que, al fin y al cabo, seguía viva para poder seguir gruñendo y haciendo de matriarca dura, aunque no lo fuera. Ahora era uno de esos momentos en que demostraba la vulnerabilidad que me rodeaba. Habían sido capaces de atacar la boda de mi hijo y secuestrarme en mi propia casa, a pesar de todas las medidas de seguridad que teníamos. Y todo porque compré aquellas puertas tan monas de oferta que habían sido manipuladas.

Ahora eso no importaba. Sabía que Matt se haría cargo porque él era como yo, un patriarca muy responsable. Ahora lo que importaba es que Jack me sostenía en sus brazos corpóreos y que me había ido a buscar. Me amaba. Siempre me había amado y yo le amaba tanto como él me amaba a mí. Éramos una pareja de enamorados, a pesar de que la edad nos alcanzaba.

Así, a pesar de lo mal que me sentía y lo peor que me describía Perenela, estaba feliz. Estaba en casa. Hubiera protestado por muchas cosas, como que hubieran instalado una carpa de atención sanadora en los jardines en vez de llevarme a mi cama. Recordé a tiempo que, no mucho antes, yo había mandado lo mismo con el ataque de la boda por lo que, en el fondo, mi hija y yo pensábamos igual. Además, ahora me daba cuenta que me había preocupado por mí pero no sabía qué había pasado con el resto de chicos que me habían rescatado. Jack me había informado de Matt, de Sean, de Adrian y de Xell. ¿Estarían bien?

Quise preguntar pero Perenela es eficiente y aplicaba apósitos con elementos torturantes sobre mi piel herida. Gruñí con el escozor de la quemadura al regenerarse y recordé el placer en la cara de mi prima Everdeen cuando me la hizo, en venganza por lo que había hecho Ithilion con su cuerpo.

-- ¿Dónde está Everdeen? -- le pregunté a Jack. ¡Ojalá estuviera muerta! Perenela seguía haciendo observaciones sobre mis heridas y arrancó un alarido cuando me puso la pierna en línea antes de aplicar la ferula. -- ¡Demonios, Perenela! ¡Podrías haberme dormido la zona! -- le recriminó entre lágrimas.

No debía protestar, estaba haciendo un buen trabajo y cada vez me sentía mejor, mucho mejor. Débil, cansada, dolorida pero bien... Estaba en casa y eso mejoraba cualquier herida. Hasta que hizo aquella pregunta. Le miré a los ojos y noté como mis pupilas se dilataban con el recuerdo. Veía a Everdeen y sus palabras se repetían como un eco en mi cabeza:

"Hacer lo que queráis con ella.

Después matarla.

Lanzarla al pozo seco y taparlo.

Las ratas se ocuparán de ella, como con los otros."


Y aquellos hombres la habían obedecido y habían torturado mi cuerpo mucha más allá de lo físico y lo mental. Intenté cerrar los ojos pero no podía. Mi cabeza se empeñaba en hacerme ver-sentir-odiar aquellas manos en mi cuerpo. Apenas pude tragar saliva intentando borrar todo aquello. No pude. Sin embargo, no podía confesar nada. No ahora. No delante de todos. No delante de Jack. Asentí levemente y después negué con vehemencia. Empecé a sudar y a sentir bochorno. Jadeé por un efecto que no me esperaba y noté que perdía el control de mis lágrimas.

 

-- No. Nada. Desinfecta bien los mordiscos de las... ratas...

 

Fruncí los labios con fuerza y reprimí el agua. No quería llorar. Debía estar contenta. Jack me había encontrado... Tenía que encontrar algo que rompiera aquel estado en el que había entrado. No podía recordar nada. Estaba viva y con mi marido. Volví a llorar un poco, lo justo antes de bloquear mis lágrimas. Matt me lo puso a huevo. Conseguí disimular y contestarle enseguida.

 

-- ¿Por qué vas a buscar a Heliké? ¿No puedes dejarla dónde esté? Es broma, hijo. Ve a buscarla y tráela a casa. Hay que asegurar que todos estamos bien y restaurar la seguridad de la casa. Comprobar que no hay manera de entrar en ella. Comprobar que Ithilion esté bien y que...

 

Una mariquita pasó volando por encima de mí y juro que me sonreía. Le miré con tristeza y con alivio. Entonces, caí en algo que me hizo incorporarme de forma brusca. Alguna herida se abrió porque noté que la sangre corría por mi cuerpo de nuevo.

 

-- ¿Qué hora es? ¡Jack! ¡Jack! No me dejes todavía...

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Dejé a Matt la tarea de encargarse de aquella maldita puerta. Sabía que sería listo, porque en aqeul momento mi preocupación era sacar a Sagitas de alli, llevarla a casa y que la atendiesen. Tras un momento de inconsciencia, parecía reponerse, y en el momento de regresar, la voz de Perenela parecía espabilarla del todo. La joven demonio parecía haber regresado en el momento oportuno, ya qeu ella se encontraba bien, y podía ayudar en la tarea de sanación.

- Lo siento Perenela, pero debo decirte que no voy a separarme de ella. Te dejaré curarla, pero no vas a obligarme a dejarla.

 

Asi, dejé a Sagitas sobre la camilla y caminé a su lado hasta la carpa de sanación improvisada en los jardines, tal como Sagitas misma había dicho tras la boda de los chicos. Me llevé una mano a la barbilla, viendo como sufría mientras Perenela recolocaba los huesos, vendaba y aplicaba pociones. Eso la curaría.

 

- Everdeen...se nos escapó - contesté. No podía perdonarmelo...habían sido causa de muchos de nuestros problemas, de...todo. - Creó una ilusión como defensa, y asi ganó tiempo para escapar.

 

Perenela seguia curándola. Preguntó si necesitaba algo más, si le había hecho daño de...otra forma. Matt había aprendido algo de mi. Le había enseñado a rastrear, a buscar...y por eso, no me podían pasar los detalles que cambiaban o no en alguien al reaccionar ante las situaciones. Saber analizarlas, como Cazador, significaban mucho.

 

Matt dijo que se marcharía, y por un momento temí que Sagitas hablaba en serio. Pero no, solo bromeaba. Tal vez, por una vez, las cosas entre las dos se calmaran. Ahora, debíamos reagruparnos, asegurarnos de que todos estaban bien...Y organizar la búsqeuda de Adrian.

- Perenela, déjanos. - le ordené. - Por favor.

 

Esperé a que nos dejase a solas. Me senté en la cama, junto a Sagitas, observando una pequeña mariquita que se paseaba por alli. Era un poco raro en esta época del año.

- Aun faltan unas horas. Está atardeciendo. Tenemos hasta el amanecer.

 

Le apreté la mano y sonreí, entristecido.

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