Prueba Libro del Equilibrio~

[Athena Rouvas]

―Comencemos entonces, no hay necesidad de que cambiemos de lugar. Aquí no molestaremos a nadie, y tenemos bastante espacio disponible.

 

Sin mencionar que hay un montón de otras cosas que harán interesante un duelo en aquel solitario lugar. Adrian ya los debe haber notado mientras cumplían con la parte teórica, aunque seguro más de alguna se le pasó por alto. Ahora deberá prestarle la debida atención antes de que deba centrarse en lanzar hechizos o en defenderse de ellos.

 

―Bien, como debes estar imaginando, la prueba consiste en un duelo. Como no hay más alumnos en la clase te tocará batirte conmigo, pero descuida que ganar o perder no tiene una real incidencia en el resultado final pero si lo tiene el que utilices las cosas que sabes correctamente. ―Que era el error más común de ver en casi todos los exámenes finales. ―Puedes comenzar cuando lo desees.

 

Por su parte se posicionó justo cinco metros delante de unos matorrales. Verdaderamente el lugar estaba lleno de cosas; piedras de variados tamaños, arboles frondosos y otros más recientes de menos tamaño, hojas, arbustos, hasta un par de pajaritos se escuchaban cantar cerca. En unos minutos más de seguro emprenderían el vuelo al comenzar el movimiento.

 

Rouvás aún llevaba la misma ropa con la que había acudido a clases.

 

Ahora sería cosa de comprobar que tanto había logrado comprender. Esperaba que no fuese necesario acotar que si aún persistían dudas o consultas podía realizarlas a viva voz. Mejor aprovechar hasta la última instancia a irse de allí con errores de conceptos o de usos. Afuera no serían permisivos con él como lo pueden ser en la Universidad.

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Bueno @@Adrian Wild, acá te dejo las indicaciones en off.

—La prueba tiene una duración de 7 días. Comienza el 24 de Julio y finaliza el 30 de Julio, ambos días inclusivos.

—Permitidos hechizos de neutrales, neutrales graduados, Libros de la fortaleza, la Sangre y el Equilibrio, con énfasis en este último.

—La prueba es corta así que se pide constancia. Si una persona no responde en 24 horas el oponente tiene derecho a atacar nuevamente (aunque solo con hechizos del Libro del Equilibrio). Como solo somos los dos, se buscará ayuda externa pues no se permiten los doble posteos.

—Tras 48 horas sin respuesta (y sin notificar a la profesora) queda automáticamente reprobado/a del examen.

—Mismas reglas que de un duelo común.

—En el segundo turno serán atacados por una criatura (a elección del alumno). Constituye una barrera netamente rolística (no consumirá acción del duelo) pero deberá ser sorteada con los amuletos del Libro del Equilibrio.

—Dudas y/o consultas en el tópic correspondiente al Libro.

[Adrian Wild]

Escuché a Athena con atención. Mientras hablaba, empecé a sacar algunos de los amuletos y anillos del monedero de piel de Moke. Me descolgué la cadena donde estaban colgados el Amuleto Volador, el de la Resurreción, los Pétalos de Pensamientos y las Semillas de Hielo y añadí el Amuleto de Curación; ahora era bastante probable que necesitara tenerlo en contacto con la piel. Comprobé también que en mis dedos estuviera el Anillo Detector de Enemigos, el de Amistad con las Bestias y el Antiveneno. Estaba preparado. Guardé de nuevo el monedero en uno de los bolsillos de los jeans cortos y enristré mi varita, apuntando a Athena.

 

Todavía no iba a empezar. Me fijé en los matorrales que tenía detrás la mujer y en todas las posibilidades que ella poseía de manejarlos a su antojo y me coloqué a escasos tres metros, frente a ella, entre unas hierbas altas que empezaban a secarse por las puntas. Detrás de mí, estaba la laguna. No vendría mal tener el agua cerca, aunque también debía mantener todos los sentidos alerta por todo lo que aquellas aguas podían albergar.

 

<<Maldición>>, pensé, todavía apuntando con la varita a Athena, sin realizar ningún movimiento.

 

Sonreí tranquilo, aparentando seguridad y esperando su primer ataque; en cuanto lanzara su primer hechizo, pensando que era ella quién iba a iniciar el duelo, se encontraría con alguna dificultad que le impediría llevar a cabo la acción deseada.

 

- Después de usted, maestra --dije manteniendo mi varita en la misma posición, con un ligero tono de sorna en la voz.

[Athena Rouvas]

Arqueó un ceja.

 

—La caballerosidad no cuenta en estos casos Wild, no debes dudar en comenzar. —Aunque algo no le agradó en aquel tono. ¿Intuición tal vez? —A veces, estos gestos pueden costar caso, tenlo presente siempre.

 

Bueno, ya que insistía en que fuese ella la que diese el primer paso no se lo iba a pensar dos veces. Y solo para caldear los ánimos movió a Niké con firmeza en su mano mientras pensaba en una Arena del Hechicero cuyo destino era cegar a Adrián para así evitar su buena puntería en los próximos minutos. No tendría manera de evitarla y lamentaría no haber dado el primer paso.

 

La distancia entre ambos era demasiado escasa por lo que Rouvás retrocedió unos pasos, aumentándola en cinco metros y así no verse ella también afectada por la arena. El viento allí es un poco traicionero y nunca se sabe cuando puede volver las cosas en contra, aunque le complace comprobar que esta vez a jugado a su favor. Dispuesta a grabar el mensaje de lo que fue la clase y de las mismas cosas que él practicó horas atrás, Athena volvió a enarbolar la varita pero esta vez con un objetivo diferente.

 

—Flechas de fuego. —Mencionó. Sí, pudo lanzarlas de manera no verbal, pero le quería dar la oportunidad de rearmar su estrategia o de defenderse de ella, como mejor le pareciera.

 

Los filamentos de fuego no tardaron en aparecer directo contra Wild quien con la vista afectada quizás tardaría un poco en reaccionar y efectuar algún movimiento. Se quedó en ascuas de su siguiente movimiento.

[Adrian Wild]

Algo había salido mal. De pronto vi acercándose hacia mí una nube de polvo y arena que no pude evitar y penetró en mis ojos. Éstos se irritaton al instante y no podía ni abrirlos siquiera. Ardía. Era arena caliente. Sentí ganas de tirarme al agua que tenía a mis espaldas, pero aquello continuaba y tenía que hacer algo antes de que Athena acabara conmigo. No sabía lo que ocurría cuando perdías un duelo en mitad de una clase de libros... Quizá algún Arcano se apareciese para sanarte. O quizá simplemente te tenías que ir por tu propio pie (si es que podías) a San Mungo.

 

- Protego --musité, dolorido, haciendo un arco a mi alrededor.

 

Menos mal que había realizado aquella acción. Ni siquiera sabía qué era lo que me habría deparado, no pude ver las Flechas de Fuego que Athena me había lanzado al mismo tiempo que yo generaba aquel escudo protector a mi alrededor. Supe que algo me había lanzado por la repulsión eléctrica y el sonido de impacto que se produjo.

 

No me moví, permanecí atento a todos los sonidos y olores que percibía. Athena seguía estando delante de mí. Aquello me podía dar alguna oportunidad. Levanté mi varita en aquella dirección, resoplando, intentando disuadir el escozor ardiente de mis ojos. Si quería provocar dolor, también sufriría un poco... Y ya sabía cómo controlar lo que iba a hacerle, ella misma me lo había enseñado.

 

- Cina... ¡AUCH!

 

Algo me había mordido en el tobillo. Agaché la mirada, pero no pude distinguir nada entre las ranuras que había logrado abrir con mis párpados. Era una serpiente; podía escuchar el deslizar rugoso de la piel contra el suelo arenoso. ¡Otra vez me había picado! Sentí algo muy extraño. Al mismo tiempo noté cómo el veneno se extendía por mi cuerpo y cómo, inmediatamente después, parecía desvanecerse dejándome una sensación de alivio y... ¿Cómo definirlo? Frescor. Parecía que toda mi sangre se había limpiado y climatizado de nuevo. Forcé un poco la mirada y, a pesar del escozor, reconocí un cuerpo alargado y ondulante con tres bifurcaciones... ¿Una runespoor? ¡Pero por qué había allí animales de habitats tan diferentes! Aquel lugar cada vez me inquietaba más... Y aquel lago...

 

- Vípera Evan... ¡Deja de moverte demonios!

 

Ya no sabía si era la serpiente o una rama aquello que intentaba apuntar con mi visión dañada. Decidí dar patadas a diestro y siniestro, intentando disuadir al animal. Hacía un buen rato que no sentía a Athena, así que supuse que se estaba encargando también de algún imprevisto o simplemente estaba disfrutando de la absurda escena que estaba ofreciéndole. Cuando sentí que no había nada a mi alrededor, ni en el suelo ni por encima de él, volví a colocarme en la posición inicial. Esperaba que la muchacha no se hubiera movido para aquello que pretendía hacer. Apunté hacia la zona donde debería seguir estando Athena y lancé mi siguiente hechizo.

 

- Cinaede.

 

Toda la zona de delante de mí se habría llenado de un gas venenoso muy peligroso para las vías respiratorias.